I
LA EDUCACION DE LA GENEROSIDAD
«Acttia en favor de otras personas desinteresadamente, y
con alegria, teniendo en cuenta la utilidad y la necesidad de
la aportacion para esas personas, aunque le cueste un esfuerzo».
eae
La generosidad es una virtud que dificilmente se puede
apreciar en los demas con objetividad. En el momento de juz-
gar los actos de otras personas estaremos, normalmente, cen-
trando la atencién en el que recibe o en las caracteristicas de
la aportacion. Por ejemplo, si nos enteramos de que alguna
persona sin problemas econémicos ha regalado una cantidad
de dinero a algtin pariente suyo con necesidades, es légico
que le llamemos «generoso». Sin embargo, esa aportacién se-
guramente no le ha costado ningtin esfuerzo. Desconocemos
el motivo del acto: gha sido por reconocer la necesidad de su
pariente o por no sentirse culpable, etc.? Es decir, podemos
identificar distintos medios o maneras para poder llevar a cabo
un acto de generosidad, pero un acto sera muestra de genero-
sidad 0 no, de acuerdo con la intensidad con que se viva la
virtud y la rectitud de los motivos.
Hacer algo a favor de otras personas puede significar
muchas cosas distintas: por ejemplo, dar cosas, dar tiempo,
prestar posesiones, perdonar, escuchar (dar atencién), salu-
dar, recibir, etc., y todos estos actos suponen una decisién en48 La educacién de las virtudes humanas y su evaluacién
algtin momento dado. La voluntad, sabemos, tiende por na-
turaleza, hacia el bien. Sin embargo, la generosidad supone
utilizar la voluntad para acercarse al bien. Se trata de una en-
trega, una decisién libre de entregar lo que uno tiene. No se
trata de repartir lo que uno posee de cualquier modo, de aban-
donarlo.
‘VALORAR LO QUE SE TIENE
Por eso podemos indicar que una de las facetas basicas de
la generosidad es la apreciacién del valor de lo que posee-
mos. En ocasiones, la dificultad radicard en una confusion su-
perficial, de no saber identificar adecuadamente nuestras po-
sesiones 0 nuestras posibilidades. Se nota claramente en ex-
presiones del tipo «no serfa capaz de...», «no tengo tiempo
para...», «no sabrfa hacerlo...», etc., cuando muchas veces el
problema no esta en la capacidad, en el tiempo, en el saber
hacer, sino en la falta de confianza en las propias posibilida-
des o en la falta de apreciacién de lo que realmente uno es
capaz de hacer. Por otra parte, un problema muy comin se
encuentra en el valor que se da a cada una de las posesiones.
2Qué «vale» mds, un juguete caro o dos horas de mi tiempo?
Para contestar a esta pregunta habria que establecer unos cri-
terios de valoracién. Si un criterio fuera «la alegria de un hijo»
seguramente «las horas de tiempo» son més valiosas.
Precisamente porque la valoracién de lo que tenemos se
ha hecho problematica vamos a considerar algunos aspectos
con més detalle. En lo que se refiere a las posesiones tangi-
bles, dinero y objetos, es evidente que podemos dar, regalar,
prestar, etc. Sin embargo, una tendencia es dar lo que sobra y
no dar de acuerdo con la necesidad de las otras personas.
Conviene aclarar que tampoco se trata de llegar al otro extre-
mo. Es decit, repartir todos los bienes propios de tal suerte
que la familia no tenga lo suficiente para vivir dignamente.
La primera responsabilidad del padre de familia es hacia su
mujer y hacia sus hijos. Luego, debera atender a los demas.La educacién de la generosidad 49
Otro peligro consiste en dar objetos tangibles como un mal
menor. Por no tener que molestarse en dar algo que cueste
mayor esfuerzo. Un ejemplo seria un padre que regalase mu-
chas cosas a sus hijos en compensaci6n por no pasar tiempo
con ellos.
También, decimos, se puede dar tiemipo. De hecho se po-
dria definir la disponibilidad como «generosidad del propio
tiempo». Y ser generoso con el tiempo significa estar dispues-
to a sacrificar para el bien de los demas algo que se guarda
para la propia utilizacion. Por ejemplo, estar dispuesto a de-
jar de leer el periédico cuando un hijo necesita alguien para
escucharlo; organizarse mejor para poder estar con la mujer
en un ambiente tranquilo algtin rato; atender a un amigo, etc.
Las personas suelen valorar el tiempo por su rentabilidad, por
los resultados que pueden ver claramente a corto plazo, y en
consecuencia, establecen criterios de poco valor intrinseco. Es
decir, valoran el tiempo por la cantidad de dinero que pueden
ganar o por el ntimero de contactos profesionales que pue-
den conseguir. Y ello en lugar de pensar que un tiempo bien
utilizado podria ser ese en que se habia conseguido dos sonri-
sas de un hijo que estaba triste o disgustado, por ejemplo.
Podemos ser generosos con el tiempo Ilenandolo de acti-
vidad 0 creando un ambiente propicio para aumentar un sen-
timiento de hogar, de sosiego, de tranquilidad, de seguridad,
de unidad. En este sentido, podemos hablar del valor de la
presencia, especialmente en este caso, del padre en su casa.
Se notaré una actitud generosa en una persona que esté
dispuesta a esforzarse para hacer la vida agradable a los de-
mis, saludando a alguien que en principio le molesta, aten-
diendo a una serie de detalles que se sabe van a agradar a otra
persona.
Pero no se trata sélo de dar. Se puede acusar una falta de
generosidad en una persona que no esta dispuesta a recibir,
que no deja a los dems ser generosos con ella. En este senti-50 La educaci6n de las virtudes humanas y su evaluacién
do, se observa que algunas madres de familia se exceden en
su atencién para con sus hijos. No permiten a los hijos esfor-
zarse en bien de la familia y les centran, tinicamente, en el
éxito personal o en el bienestar. Aunque puede parecer que
este tipo de persona esta actuando por motivos buenos, des-
pués de reconocer la necesidad que tiene la persona de salir
de si, de entregarse a los demas, veremos que de hecho es
perjudicial. Matizando esta dificultad, veremos que también
es mas facil, en muchas ocasiones, realizar una serie de tareas
nosotros mismos que orientar a los hijos para que lo hagan
ellos. De hecho existiré una sustitucién innecesaria y estare-
mos restringiendo las oportunidades que tienen los hijos de
adquirir un habito bueno operativo en torno a la generosidad.
Hemos centrado estas consideraciones en torno a distin-
tos actos generosos que pueden realizar los padres y los hijos
en una familia, y hemos visto cémo todos van a costar algin
esfuerzo. Sin embargo, hay un acto generoso que suele costar
incluso més esfuerzo que los previamente mencionados. Se
trata de la posibilidad de «perdonar», y para perdonar hace
falta tener una gran seguridad interior y un gran deseo de
servir a los demas. No se trata de quitar importancia de lo
que las otras personas nos pueden haber hecho ni de ser inge-
nuo, sino de reconocer la necesidad de esa persona de recibir
amor, de recibir nuestra generosidad (por algo en que nos haya
ofendido), esforzdndonos en mostrar al otro que no lo hemos
rechazado por lo que ha hecho. Es mostrarle que, aunque nos
ha hecho tal cosa, lo aceptamos, confiamos en sus posibilida-
des de mejora.
MOTIVOS PARA SER GENEROSO
Por todo lo que hemos dicho, es evidente que la persona
necesita motivos para esforzarse en ser generoso. Tiene que
utilizar su voluntad en serio y orientarla con su razonamien-
to. Pero vamos a concretar més considerando otros aspectosLa educacién de la generosidad 51
de la definici6n inicial. Dijimos «acttia en favor de otra perso-
na desinteresadamente».
En los niftos pequefios no se suele encontrar una genero-
sidad muy desarrollada, porque el nifto no reconoce el valor
de lo que tiene ni la necesidad de los demas. Tampoco, nor-
malmente, es capaz de esforzarse mucho. El resultado es que
Mega a tener un sentido de posesién altamente desarrollado y
no quiere que los demas participen en sus posesiones. O es
desprendido, dando sus posesiones al azar sin pensar en la
necesidad de los demas. Unas situaciones tipicas que se en-
cuentran no sélo en los nifios, sino también en otras edades
son las siguientes:
— los actos «generosos», tinicamente cuando existe una
relacién afectiva desarrollada;
—— los actos «generosos», pero buscando una contrapres-
tacién;
— los actos «generosos» interesados.
Vamos a considerarlos por partes.
Es mucho mas facil actuar en favor de otra persona cuan-
do esa persona es simpatica. Por tanto, se vera c6mo los nifios
(e incluso los mayores) tienden a actuar en favor de algun
hermano, de algtin amigo, etc., pero no en favor de otros. Si es
normal encontrar esta situacién en los nifios pequefios tam-
bién Jo es en la adolescencia. La diferencia mayor en lo que se
refiere al adolescente es que ahora los hijos tienden a ver todo
en blanco y negro. Juzgana las personas sin matizar. Son bue-
nos o malos. Son simpaticos o antipaticos. Y sus actos genero-
sos, ya intencionalmente, se dirigen hacia los primeros.
Es indudable que la persona generosa no es ésa que tini-
camente se esfuerza con las personas que denomina «simpé-
ticas», sino ésa que, de acuerdo con una jerarquia de valores,
presta su atencién a los que més lo necesitan.52 La educaci6n de las virtudes humanas y su evaluacién.
Por otra parte, es evidente que no se puede lograr este
grado de desarrollo desde primos. En principio, el nifio ten-
dré que aprender a esforzarse en relacién con las personas
que le son simpaticas, buscando, en principio, agradarles. Por
eso se puede decir que una de las motivaciones reales para
ser generoso es ver el resultado positivo en la otra persona. Si
los padres sonrien o agradecen entusidsticamente pequefios
esfuerzos por parte de sus hijos, los estaran motivando a se-
guir con estos actos con ellos mismos, y luego con los demas.
La segunda situacién se referia al «acto generoso, pero
buscando la contraprestacién». Otra vez se puede notar cémo
un nifio que tiene algo que necesita un compafiero se lo deja,
pero sabiendo que, al dia siguiente, cuando él necesite algo el
compafiero tiene la obligacién de contraprestar. La motiva-
cin en este caso es la misma contraprestacién y no hay nada
de malo en ello para el nifio pequefio. No podemos pedir a los
pequefios que se esfuercen mas de lo que realmente les es po-
sible. En este sentido, se trata de proporcionar posibilidades,
muchas posibilidades, para que los nifios puedan llegar a es-
forzarse por motivos que parecen, en principio, insuficientes.
Asi, adquiriran un hdbito de dar, de perdonar, etc., y luego se
tratard de cimentar la rectitud de motivos, y desarrollar la in-
tensidad con que se vive la virtud.
Quizé una anécdota podria aclarar la cuestién. Al llegar
las fiestas de Navidad un nifio de siete aiios recibe una caja de
bombones. El dia de Navidad, llegan a casa doce parientes y
su madre le dice: «gpor qué no ofreces un bombén a todo el
mundo?» E] sabe que hay quince bombones y, calculando ra-
pidamente, ve que se va a quedar con tres. No le convence
esta posibilidad y contesta a su madre: «no quiero». Luego la
madre se enfada con él. Recoge la caja de bombones y les ofre-
ce ella misma, diciendo a su hijo: «asi aprenderés a ser gene-
roso». Evidentemente el nifio piensa «si esto es la generosi-
dad, no es para mi. No me gusta».La educacién de la generosidad 53
En esta situacién, la madre podria haber sugerido que ofre-
ciese un bombén a los primos (sélo hay cinco), y si el esfuerzo
para el hijo todavia es demasiado grande, deberia aceptar la
situacién con tranquilidad, explicdndole al hijo —en todo
caso— los motivos por los cuales hubiera sido agradable que
ofreciese los bombones, y esperar otra ocasién para estimular
al hijo de nuevo.
El dar interesado es muy diferente. No suele conducir al
desarrollo de la virtud de la generosidad. Significa que la per-
sona estd pensando, en primer lugar, en las consecuencias para
él, y en segundo lugar, muy en segundo lugar, en las conse-
cuencias para la otra persona. El dar interesado conduce mas
bien al egoismo. Por otra parte, el nifio tiende a ser egocéntri-
co. El mundo gira alrededor de él. Este egocentrismo no cons-
tituye un problema con tal de que cuando descubra que hay
otras personas que lo necesitan no siga centrado en si.
Hemos visto que los motivos para ser generoso son: agra-
dar a otra persona por simpatfa o la contraprestaci6n.
Los padres, sin embargo, pueden abrir nuevos horizontes
para sus hijos sugiriéndoles otros actos que pueden llegar a
ser realmente una muestra de generosidad o explicdndoles la
necesidad que tiene alguna persona de recibir, para que se
esfuercen y desarrollen un habito de actuar en favor de los
demas. Indudablemente, ser4 mucho mis facil conseguir este
desarrollo si existe, en los padres, un ejemplo en este sentido
y, en consecuencia, un ambiente de participacién y de servi-
cio en la familia. Precisamente por eso los llamados «encar-
gos» tienen sentido. También los padres pueden ensefiar a sus
hijos el valor de lo que poseen, el dinero, objetos tangibles, su
posibilidad de perdonar, su tiempo, etcétera.
Asi los hijos pueden llegar a adquirir un habito de dar,
basado en una apreciacién del valor de lo que poseen y de sus
posibilidades. Sin embargo, esta educaci6n no seria completa
sin aclarar lo que significan «las necesidades de los demas».54 La educaci6n de las virtudes humanas y su evaluacién
LAS NECESIDADES DE LOS DEMAS
La generosidad nunca nos debe llevar a satisfacer los ca-
prichos de los demas. Y por eso se trata de actuar prudente-
mente. Ya sabemos que ninguna virtud tiene sentido sin el
apoyo de la prudencia. En este caso, se trata de una actitud de
servicio, pero un servicio llevado a cabo mediante decisiones
prudentes. Hace falta una informacién adecuada sobre nues-
tra propia situacién y sobre la de la otra persona. Hace falta
saber lo que se persigue y decidir y actuar congruentemente.
Y aqui podemos centrar la atencién mas en los adolescen-
tes. Los hijos de trece afios en adelante ya sabran por su pro-
pia experiencia cémo se puede actuar en favor de otras perso-
nas, aunque los padres nunca hayan llegado a ayudarles
sistematicamente. Sin embargo, los motivos que tienen pue-
den ser erréneos 0 poco desarrollados.
Uno de los problemas principales de los adolescentes es
que no ponen limite a sus posibilidades de ser generosos. Es-
tan preocupados por los demas, por la gente que se esta mu-
riendo de hambre en la India, por ejemplo, pero no saben
relacionar sus propias posibilidades con esta realidad. Reco-
nocen la necesidad de los dems en general, en términos abs-
tractos, pero no se dan cuenta de que sus padres los necesitan
o que las personas que tienen al lado los necesitan. Como he-
mos dicho antes, tienden a clasificar a las personas y asf redu-
cen su atencién real a un grupo de amigos, mientras hablan
de servicio hacia un mundo lejano.
Por otra parte, el adolescente necesita experiencias: nece-
sita comprobar su posibilidad de actuar aut6nomamente. Y si
los padres no encuentran unos cauces para estas inquietudes
es posible que se despisten encontrando la «solucién», por
ejemplo, en las drogas, en el sexo, etcétera.
Precisamente por eso, conviene reconocer que la labor prin-
cipal de los padres consiste en dar a sus hijos un conocimien-La educacién de la generosidad 55
to profundo de los criterios que deberan regir en sus vidas y
luego dejarlos actuar, encauzando su actividad cuando haga
falta.
En lo que se refiere a la generosidad, habra que encauzar-
los desde antes para que sigan actuando, con més iniciativa
personal, en favor de los demés. Por eso, la generosidad desa-
rrollada necesita de la fortaleza: la capacidad de acometer y
luchar por algo que se sabe vale la pena.
Otro problema es la facilidad con que los adolescentes
confunden las necesidades de los demas y los caprichos per-
sonales. Es decir, llegan a identificar las necesidades de los
demas que més relacionan con sus propios gustos, pero no se
esfuerzan por entregar lo que realmente es valioso a las per-
sonas que mas derecho tienen de recibir, o sea su familia y sus
compafieros. En la adolescencia habré que razonar con los
hijos, no exhaustivamente, sino dando una informacién clara
y luego cambiando de tema. Si hemos dicho que el desarrollo
de la virtud depende de la intensidad con que se vive y de la
rectitud de los motivos, esté claro que la razén tiene un papel
importante.
DAR Y DARSE
Es imprescindible que los actos de generosidad no que-
den aislados de la intencionalidad de la persona. Es decir, lle-
gue a haber una rutina basada en unos actos superficialmente
«generosos». El sentido del esfuerzo, de apoyar los actos con
la voluntad, es lo que evitara este peligro. Pero realmente hemos
de ir més al fondo de la cuestién. La persona que tinicamente
piensa en lo que puede hacer, planificando su generosidad
conscientemente, encontrara que se cansa répidamente. Si, en
el fondo, la persona no vive la generosidad por una convic-
cién profunda de que los demas tienen el derecho de recibir
su servicio, de que Dios lo ha creado para servir, dificilmente
existira una generosidad permanente en desarrollo.La educaci6n de las virtues humanas y su evaluacién
Por eso, es mas importante el concepto de «darse» que el
de dar. Se puede dar, como vimos antes, sin identificarse con
lo dado, sin simpatizar con la otra persona. E] acto queda asi
como una sefial visible a los demds, pero que, a la vez, enga-
fia. Lo que buscamos es un dar incondicional, que es lo mis-
mo que decir «darse».
Pero para darse hace falta saber lo que uno es y autopo-
seerse en cierto grado. Se confunde muchas veces los dos con-
ceptos «darse» y «abandonarse». No se trata de cualquier cosa
a cualquier persona en cualquier momento. Eso es abandonar-
se, dar sin criterio 0, mejor dicho, dejarse robar sin valorar las
propias posesiones. Veremos qué sentido tiene eso si pensa-
mos en el cuerpo. Si no se entiende el valor y la dignidad del
cuerpo, es posible que se llegue a una situacién de abandono,
incluso justificdndolo en términos de «asi se da placer a otro».
Un profesional no cederia su puesto de trabajo a un vagabun-
do aunque le diera «placer». Mucha mas razén de guardar el
cuerpo para poder entregarlo con generosidad en una relacién
bendecida por Dios, es decir, en el matrimonio, cuando la otra
persona reconozca la grandeza de la entrega y la respete.
‘LA GENEROSIDAD Y EL AMOR
Sin entrar propiamente en la educacién para el amor, ha-
bra quedado patente que, al hablar de la generosidad, esta-
mos hablando de una manifestacién del amor. Se puede en-
tender el amor como radical vibracién del ser hacia el bien. Y
como dice Hervada, «si bien es cierto que todo amor tiene
unos rasgos comunes, no todos los amores son iguales. No
existe un mismo tipo de amor que se aplique a los distintos
objetos, porque el amor nace en una preexistente relacién en-
tre la persona y el bien; a bienes de distinto valor y en distinta
Pposicién:con respecto a la persona, corresponden relaciones
distintas y, por tanto, amores de caracteristicas diversas».'
1. Hervada, J., «Amor conyugal y matrimonio», en Nuestro Tiempo 237
(marzo 1974) 13,La educacién de la generosidad 57
La generosidad, como virtud, permite a la persona trans-
ferir la posibilidad radical de amar en unos actos de servicio.
Los motivos que tiene la persona en cada momento seran di-
ferentes, pero como «Dios es Amor», es l6gico que el motivo
final tiene que ser por amor de Dios. En la vida cotidiana no-
sotros mismos y nuestros hijos necesitamos ayuda para ac-
tuar congruentemente con lo que sabemos que es nuestro fin
Ultimo. Estas ayudas permiten a la persona recoger la «vibra-
cién radical del ser hacia el bien» y ponerlo por obra.
Educar en la generosidad en este sentido no es opcional.
Es fundamental para que la persona llegue a su plenitud, para
que se autoposea y para que sirva mejor a Dios y a los demas.
El egoismo fomentado por la sociedad de consumo, por la
comodidad y por el abandono debe ser contrarrestado por
la fortaleza y por la entrega incondicional de aquellas personas
que acttian responsable y generosamente como hijos de Dios.
LA GENEROSIDAD
AUTOEVALUACION
Acontinuaci6n se encuentra una lista de afirmaciones con el fin de
poder reflexionar sistematicamente sobre:
1) el grado en que se esta viviendo la virtud personalmente y
2) el grado en que se esta educando a los alumnos 0 a los hijos en
ta misma virtud.
Respecto a cada afirmacion se puede situar la conducta y el esfuer-
zo propio correspondiente de acuerdo con la escala:
5. Estoy totalmente de acuerdo con la afirmacion. Refleja mi situa-
cién personal.
4. La afirmaci6n refteja mi situacin en gran parte aunque tengo
alguna reserva.58 La educacién de las virtudes humanas y su evaluacion
3. La afirmacién refleja mi situacién en parte. Pienso «en parte si y
en parte no».
2. La afirmacién realmente no refleja mi situacién aunque es posi-
ble que algo haya.
1. No creo que la afirmacién refleje mi situacin personal en nada.
No me identifico con ella.
Se pueden comentar las reflexiones propias con el conyuge o con
algtin compafiero y asi llegar a plantear posibles aspectos prioritarios
de atencién en el desarrollo de la virtud a titulo personal o respecto ala
educacién de los hijos o de los alumnos. De hecho es probable que se
vayan descubriendo muchas posibilidades de mejora, pero se trata de
seleccionar nada mds que una o dos, con el fin de intentar lograr la
mejora deseada.
LA MANERA PERSONAL DE VIVIR LA GENEROSIDAD
1. Me esfuerzo por reconocer las necesidades reales de los demas.
(Se trata de hacer algo para otro cuando coincide con una necesidad
real suya. Si no es asi, podemos terminar satisfaciendo caprichos o
entregando lo que nos sobra.)
bee
Reconozco mis propios talentos (capacidades, cualidades, conocimien-
tos) y los pongo al servicio de los demas.
(A veces tenemos capacidades 0 cualidades «escondidas» que nunca
hemos aprovechado por no hacer un esfuerzo, por pereza, o por
timidez, por ejemplo.)
oe
Reconozco lo que valen mis propias posesiones, mi tiempo, mi es-
fuerzo, etcétera.
(Hay muchas cosas que son nuestras y no las apreciamos debidamen-
te. No les damos importancia porque nos hemos acostumbrado a
ellas. Por ejemplo, nuestro hogar, o el dinero o nuestra fe. Otras
personas carecen de ellas.)
s
Realizo acciones buscando el auténtico bien de los demas,con bas-
tante frecuencia.
(A veces uno se siente generoso por haber hecho un esfuerzo espe-
cial en algin momento concreto. Sin embargo, la generosidad re-
quiere que haya continuidad en las acciones, que se vayan repitien-
do, que sean frecuentes.)La educaci6n de la generasidad 59
10.
Realizo las acciones siguientes con bastante frecuencia: prestar po-
sesiones propias, regalar posesiones, estar disponible, escuchar a
los demas, exigir a los demas razonablemente.
(Cada pesona suele,encontrar que le cuesta menos actuar a favor
de los demas de unas maneras determinadas. En cambio le cuestan
mucho més otros tipos de accion. Por ejemplo, a una persona no le
cuesta dar dinero a una causa justa y, sin embargo, no estd dispues-
ta a sacrificar el tiempo que dedica a alguna aficién personal.)
Permito a los demas realizar acciones en mi favor.
(Si somos autosuficientes o sencillamente impacientes es posible
que no dejemos a los demas hacer cosas en nuestro favor y, con
ello, les quitamos la posibilidad de ser generosos con nosotros.)
Perdono.
(Es quizd la manera mas dificil de ser generoso.)
Hago esfuerzos para superar el cansancio, la enfermedad, la pere-
za con el fin de atender a los demas.
(Hay personas que estan dispuestas a actuar en favor de los demas
Unicamente con tal de que hayan dormido bien, que se sientan
descansadas y de buen humor. No viene mal pensar en qué mo-
mentos del dia, o en qué circunstancias, uno tiende a ser mas o
menos generoso.)
Actto en favor de los demas buscando su bien mas que la propia
satisfacci6n y sin pensar en lo que puedo pedir a cambio.
(Al actuar en favor de alguien, se puede hacer pensando en el bien
Para esa persona pero también en lo que se va a pedir a cambio 0
pensando que el otro ahora debe un favor.)
Me esfuerzo en atender a las personas que mas necesitan de mi
atencion.
(Muchas veces es facil actuar de una manera generosa con algunas
personas y no tanto con otras. Por ejemplo, con el cényuge y con
los hijos, pero no con los vecinos. O con alguin compafiero que uno
encuentra simpatico pero no con otro, mas necesitado, pero algo
antipatico.)60
La educacién de las virtudes humanas y su evaluacion
LA EDUCACION DE LA GENEROSIDAD
. Ayudo a los chicos/chicas a concretar sus preocupaciones para ayu-
dar a los demas.
(Por ejemplo visitando a un amigo enfermo, perdonando a un her-
mano, colaborando en tareas en la casa o en Ia clase.)
. Busco y ofrezco oportunidades para que los alumnos/hijos puedan
decidir libremente si estan dispuestos a realizar acciones en favor
de los demas.
(No se trata de obligarlos a realizar acciones en favor de los demas.
Esto no les ayuda a ser generosos. En cambio se trata de invitar. Por
ejemplo, zhas pensado que a tu compariero le gustaria que le ayu-
daras a ponerse al dia en sus estudios?)
. Les ayudo a descubrir las necesidades reales de los demas.
(Esto requiere ayudar a pensar. Por ejemplo preguntas tales como
chas visto que mamé estd muy cansada? ¢ Qué podrfas hacer para
ayudarle?)
. Les ayudo a distinguir entre lo que son caprichos de los demas y lo
que son necesidades reales.
(Cuando los demés piden cosas, conviene pensar en si realmente
conviene darselas o no. Es un capricho? o ¢es una necesidad? Otra
vez se trata de razonar con Ios chicos.)
. Les ayudo a reconocer el valor de sus propias posesiones, de su
tiempo, etcétera.
(Es frecuente que los hijos/alumnos no se den cuenta de lo que
poseen. Necesitan ayuda para descubrir las posibilidades reales de
que disponen para actuar en favor de los demas.)
. Les ayudo a reconocer cuales son los motivos que realmente tienen
cuando actuan en favor de los demas.
(Esto es una cuesti6n tan sencilla como preguntar gpor qué vas a
hacer esto?)
. Ayudo a los jovenes no sdlo a dar sino también a recibir.
(También es cierto que algunos reciben casi siempre y dan muy
poco. Pero con los chicos «buenos», algo mas maduros, habré que
ensefiarles a recibir.)La educacién de la generosidad 61
18.
19,
20.
Consigo que los jévenes realicen acciones en favor de los demas
por motivos elevados.
(Nunca sabremos los motivos que tienen los jévenes para actuar de
una manera u otra, pero podemos intentar sembrar la inquietud
de hacer las cosas por un sentido correcto del deber, o por amor.)
Busco maneras de lograr que los alumnos/hijos superen la comodi-
dad, la pereza y el abandono con el fin de centrar su atencion en
los demas.
(En gran parte esto depende del ejemplo entusiasta del educador.)
Hablo con los chicos/chicas para que aprendan a relacionar la ge-
nerosidad con el amor y especialmente con el amor a Dios y con el
amor de Dios.
(Hay que hablar de estos temas con naturalidad, en la familia o en
el colegio. Y mas a medida que los chicos/chicas van creciendo.)