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BEBER EN SU PROPIO POZO

UNA PRESENTACIÓN PANORÁMICA DEL LIBRO DE GUSTAVO GUTIÉRREZ


GUTIÉRREZ, Gustavo. Beber en su propio pozo. Salamanca: Sígueme, 1984

Por Harold Segura C.

Introducción general:.
Para Gustavo Gutiérrez, mejor conocido como el padre de la Teología de la Liberación, este libro
es el cumplimiento de un anhelo surgido cuando esbozó las primeras inquietudes acerca de la
espiritualidad cristiana en su texto clásico “Teología de la liberación” en 1972. En éste, el autor
había dicho: “La espiritualidad, en el sentido estricto y hondo del término, es el dominio del
Espíritu... espiritualidad es una forma concreta, movida por el Espíritu, de vivir el evangelio”1.
Doce años después retoma esas afirmaciones y procura ampliarlas recogiendo sus propias
experiencias y reflexiones.

La teología, como ha enseñado el autor en otras partes, es una reflexión sobre la práctica de la
vida cristiana. Por eso ahora, al referirse al tema específico de la espiritualidad, lo hace en el
marco de ese mismo postulado. Seguir a Jesús define al cristiano y reflexionar sobre esa
experiencia es el tema de toda sana teología. Se sigue a Jesús afirmando la dignidad humana y
en ese empeño por la vida, suscitado por el Espíritu, se produce el encuentro con el Señor. Sólo
desde esa experiencia de fe y de compromiso es que se habla de espiritualidad cristiana en
América Latina. A eso se refería Bernardo de Claraval (10090-1153) cuando decía que en
materia de espiritualidad cada cual debe saber “beber en su propio pozo”.

1. ¿Cómo cantar a Dios en tierra extraña?


 En la primera parte del libro se consideran las implicaciones del contexto en el que surge la
espiritualidad latinoamericana. Lo que sucede en nuestro continente no se debe reducir a un
problema social o político. Si así fuera, la espiritualidad podría limitarse a relacionar fe y
política, o fe y derechos humanos, o fe y justicia, por ejemplo. Pero la problemática es
mucho más amplia y profunda. Decir liberación es tratar un proceso global al que no escapa
ninguna dimensión humana.

 En América Latina la situación de miseria y desesperación plantea nuevas maneras de


entender la vida cristiana; nuevas maneras de cantar a Dios en tierra extraña. Ya no es
suficiente el modelo monástico de espiritualidad en la que unos pocos –casi siempre
privilegiados- eran los que modelaban los “estados de perfección” cristiana. Tampoco es
suficiente el modelo individualista de vida interior en el que se resalta el cultivo de la piedad
personal y se incurre en el error de un “espiritualismo de evasión” (Puebla n.826).

 La pobreza real que viven las inmensas mayorías reclaman una espiritualidad de “vino nuevo
en odres viejo”, en la que se logre una síntesis de elementos aparentemente dispares, pero
que se complementan mutuamente, como la oración y la acción, la devoción y la solidaridad,
la evangelización y la transformación humana.

 En el continente se vive un momento propicio para la espiritualidad. Lo nuevo no es la


miseria y la muerte; lo novedoso está en la fuerza histórica de los pobres que comienzan a
descubrir el rostro liberador de Dios. Por eso se viven tiempos de solidaridad y de
acompañamiento generoso a los que luchan por la paz y la justicia. Pero también son éstos
tiempos de oración en los que se reza con fervor y alegría en medio de las luchas diarias.
Además tiempo de martirio en el que se paga con la vida el testimonio de la presencia de los

1
GUTIÉRREZ, Gustavo. Teología de la liberación. Perspectivas. Salamanca: Sígueme, 1987 (13ª. Ed.). p. 266-267.
EL CAMINO DE LA ESPIRITUALIDAD. Una Presentación panorámica del libro de Segundo Galilea. Harold Segura C.

pobres y de la predilección de Dios por ellos. En fin, por todo esto hay que reconocer que
son tiempos de salvación y de profunda esperanza en los que se descubre la más grande
oportunidad evangelizadora para la Iglesia.

 Todo lo anterior apunta hacia una forma distinta de seguir a Jesús. Distinta por ser propia y
porque se alimenta de las realidades particulares de su tierra. En medio del dolor y del
sufrimiento sale el “oro acrisolado” (Ap. 3:18) de una nueva espiritualidad en la que lo central
del seguimiento de Jesús se juega en la dialéctica muerte-vida.

2. Por aquí ya no hay camino


 En esta segunda parte del libro se precisan las grandes dimensiones de todo seguimiento de
Jesús –ya no sólo el latinoamericano-. Se apela al estudio de varios textos bíblicos tomados
del Nuevo Testamento. Tres son las dimensiones descubiertas por el autor: (a) El punto de
arranque de toda espiritualidad es el encuentro personal con Jesucristo. (b) La experiencia
de seguimiento (imitación) de Jesús, según el apóstol Pablo, es caminata “según el Espíritu”.
(c) Esta caminata es una aventura colectiva que incluye a todo el pueblo de Dios.
“La búsqueda de Dios es, en verdad, el sentido definitivo de toda espiritualidad... Encuentro
con Cristo, vida en el Espíritu, ruta hacia el Padre, son, nos parece, las dimensiones de todo
camino espiritual según la Escritura” (p. 49)

 Encuentro con el Señor: Siempre, al inicio de un peregrinaje espiritual, se halla una


experiencia espiritual. Dicha experiencia es reflexionada a posteriori y propuesta a la
comunidad de fe como una manera de ser discípulo. Primero se vive y luego se reflexiona, y
no al contrario. Ya san Anselmo (1033-1109) lo había expresado a su manera: “No busco
comprender para creer sino que creo para comprender. Puesto que estoy seguro de que si
yo no creyese no comprendería”. Los primeros siglos del cristianismo dan cuenta de una
“teología espiritual”; es decir, reflexión teológica hecha en función del seguimiento del Señor.
Es hasta el siglo XIV que se observa el divorcio entre teología y espiritualidad; divorcio que,
al final, afectó a ambas.

 “Entrar en su casa y cenar con él” (Ap. 3:20) es aquel primer momento en el que se vive una
experiencia espiritual fecunda. Ese encuentro inicial es, además del punto de partida, la
fuente permanente de vida sobre la que se vuelve una y otra vez, para “beber del pozo”. Esa
experiencia es “fuente de una gran libertad espiritual” (p. 72).

 Caminar según el Espíritu: Después del punto de partida –el encuentro con Jesús- viene el
seguimiento. Siempre será incompleta, sino espuria, una profesión de fe sin seguimiento. A
ese camino de peregrinaje permanente, el apóstol Pablo lo llama “caminar según el Espíritu”
(Ro. 8:4).

 Dos textos paulinos sirven de base a esta sección: Romanos 8 y Gálatas 5. El apóstol Pablo
invita a sus lectores a vivir según el Espíritu y a desechar las obras de la carne. Esa lucha
entre carne y espíritu significa, según la explicación de Gutiérrez, la lucha entre las fuerzas
de la muerte y las de la Vida. No hay lugar para el dualismo antropológico entre una esfera
carnal (elemento inferior, material) y uno espiritual (elemento superior, divino). “La vida
según el Espíritu no es por lo tanto la existencia según el alma, y contra o sin el cuerpo; sino
de acuerdo con la vida, el amor, la paz y la justicia –los grandes valores del reino de Dios- y
contra la muerte” (p. 97).

 Un pueblo en busca de Dios: Si nos encontramos con el Señor y aceptamos vivir según el
Espíritu, nos espera, entonces, un “camino excepcional” (1 Cor. 12:31) que es colectivo y
que consiste en la práctica de la caridad. Ese camino nos lleva al “cara a cara” con Dios (1

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EL CAMINO DE LA ESPIRITUALIDAD. Una Presentación panorámica del libro de Segundo Galilea. Harold Segura C.

Cor. 13:12). Así como en el Éxodo, se sale rompiendo con la muerte para ir al encuentro de
Dios. Buscar a Dios es el sentido último de todo el proceso.

 “Ir por los caminos del Señor (Sal. 128:1) es un tema frecuente de la espiritualidad israelita.
Este tema vuelve a aparecer en el libro de los Hechos donde al cristianismo también se le
llama el camino. En este caso, “camino” significa un estilo de vida o una conducta
caracterizada por la caridad (1 Cor. 13).
La espiritualidad es un camino que abarca todas las dimensiones de la vida, cuya vivencia
depende del momento histórico particular y que se recorre en comunidad, entendida ésta
como un pueblo peregrino en marcha permanente.

3. Libres para amar


 La tercera y última parte del libro presenta un esbozo de lo que ocurre en América Latina en
cuanto a la espiritualidad se refiere. La pregunta que intenta responderse es: ¿Cómo se vive
en América Latina el seguimiento de Jesús? La respuesta, lo reconoce el autor, es limitada y
provisional puesto que esta nueva espiritualidad se encuentra en estado germinal. Para
Gutiérrez, hay cinco características del caminar hacia el Señor que se va haciendo en
nuestro continente:

(a) Para vivir la solidaridad se exige la conversión: La conversión es la piedra de toque de


toda espiritualidad; ella tiene que ver con una experiencia de transformación radical que
ocurre como resultado de un encuentro con el Señor. Dicho encuentro exige saber
encontrar al Señor el rostro sufriente de los pobres
(b)Gratuidad: clima de la eficacia: Existe en esto una paradoja de la vida espiritual; al
mismo tiempo que se busca la eficacia del compromiso histórico –para que las acciones
sean realistas-, se penetra en el carácter envolvente del amor gratuito de Dios –para que
todas las acciones estén marcadas por la gracia-.
“La gratuidad es el terreno de la entrega radical y de la presencia de la belleza en
nuestras vidas sin las cuales la lucha misma por la justicia quedaría mutilada” (p. 143).
(c) Alegría: victoria sobre el sufrimiento: En medio de los más variados y numerosos
sufrimientos (carencias, abusos, torturas, enfermedades, desnutrición, muerte, pérdida
de valores, etc.), surge una nueva vivencia de la alegría como resultado del don de la
vida y como expresión de una nueva vigencia del mensaje pascual.
(d)Infancia espiritual: condición del compromiso con los pobres: En cuanto al compromiso
con los pobres el evangelio nos pide algo mas que una actitud política. Pide, ante todo,
pobreza o infancia espiritual, lo que tiene que ver con la humildad, el desprendimiento de
los bienes de este mundo y la apertura a Dios. Solo así se logra entrar en el mundo del
pobre y comprometerse con ellos.
(e) Comunidad: desde la soledad: La solidaridad con los despojados ha implicado para
muchos el aislamiento y la soledad; se les señala como sospechosos y en muchos casos
se les persigue. Esa experiencia se ha convertido en un medio privilegiado para
descubrir el sentido profundo de lo que significa formar parte de la comunidad eclesial.

Algunas consideraciones para nuestro ministerio:

1) La espiritualidad que nos presenta Gutiérrez es de clara militancia política a favor de los más
necesitados. Sin embargo, como él lo afirma, es mucho más que un barniz religioso para
una causa ideológica; es, sobre todo, causa espiritual, en contra de las fuerzas de la muerte
y a favor de la vida en su más amplio sentido. En la practica ¿cómo se marcan las
diferencias entre causa política y causa espiritual? Y para nuestro caso, ¿cómo podemos
testificar de la superioridad de esta ultima sobre la primera?

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EL CAMINO DE LA ESPIRITUALIDAD. Una Presentación panorámica del libro de Segundo Galilea. Harold Segura C.

2) La espiritualidad de la liberación desde el principio “comprendió que una teología que no


procede de un auténtico encuentro con el Señor nunca será fecunda”2. ¿Cómo podríamos
promover ese encuentro con Jesús en los círculos de relaciones propias a nuestras iglesias y
organizaciones cristianas?
3) El binomio eficacia-gratuidad señala la necesidad de vivir de la gracia de Dios mientras
buscamos con seriedad profesional y técnica la eficacia de nuestras acciones humanas.
¿Qué significa, en términos prácticos, vivir la experiencia de la gracia en una época
marcada por el afán de la eficacia?

2
NOUWEN, Henri. El camino hacia la paz. Santander: Sal Térrea, 1998, p. 185.

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