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“Aportes y desafíos para la Misión

de la Iglesia
Metodista en el Perú”

Dennis César Rojas Huerta

08 de enero de 2006
2

Aportes y desafíos para la Misión de la Iglesia


Metodista en el Perú

INTRODUCCIÓN

Desde que Jesucristo envió a sus discípulos con una misión a los pueblos
antiguos ó Pablo y Silas a los pueblos del Medio Oriente, Europa y Asia, hemos
considerado que somos parte de una gran misión, pero ¿Cual es esa misión?

Para un metodista, desde que Juan Wesley estableció que el mundo era
su parroquia, el mundo entero pasó a ser parte de la misión de la Iglesia
Metodista. En la realización de dicha misión es necesario tener una visión
amplia del mundo, no estamos solos ni encerrados en las cuatro paredes del
templo, estamos abiertos y expuestos a todo el acontecer cotidiano en la tierra.
Hay que saber interpretar lo que está sucediendo más allá de nuestras
congregaciones y tener una actitud de compromiso con aquellos que sufren los
efectos de la intolerancia racial, de genero, social y religiosa.

Como Iglesia estamos llamados a predicar con el ejemplo, la expresión


“Dabar” que significa palabra en el idioma hebreo, es sinónimo de expresión y
acción, Israel sabia que bastaba dar su palabra para comprometerse con la
acción, por este motivo la misión de la Iglesia debe mantenerse en este
equilibrio, ser consecuente con la proclamación del Reino de Dios.

1. LA MISIÓN Y SU FUNDAMENTO

A lo largo del tiempo la Iglesia en su conjunto, ha interpretado de muchas


formas el significado de la misión y muchas veces en forma errónea, de estas
interpretaciones se puede resumir que para muchos la misión es:

 La propagación de la fe.
 La expansión del reino de Dios.
 La conversión de los no cristianos.
 La iniciación de nuevas iglesias.

Para explicarnos esta conclusión a la que llegan muchas Iglesias, Gustav


Warneck (1876-1944) en su libro Outline of a History of protestant Missions
distinguía entre un fundamento “sobrenatural” y otro “natural” para la misión.
Respecto al fundamento sobrenatural, identificó dos elementos: la misión se
fundamenta en las Sagradas Escrituras (especialmente en la “Gran Comisión”
de Mateo 28:18-20) y en la naturaleza monoteísta de la fe cristiana. De igual
importancia son las bases “naturales” para la misión:

a. El carácter absoluto y la superioridad de la religión cristiana frente las


demás.
b. La aceptabilidad y adaptabilidad del cristianismo a todas las culturas y a
cualquier condición.
3

c. Los mejores logros realizados por las misiones cristianas en los campos
de misión.
d. El cristianismo se ha mostrado más fuerte a través de la historia que las
demás religiones1.

Frente a esta postura otros teólogos como Verkuyl en su libro


Contemporary Missiology: An Introduction critica este concepto de misión,
identificando en ella una serie de “motivos impuros” : el motivo imperialista
(convertir a los nativos en sujetos dóciles de las autoridades coloniales); el
motivo cultural (la misión como transferencia de la cultura “superior” del
misionero); el motivo romántico (el deseo de encontrarse en un país lejano,
rodeado de personas exóticas); el motivo de colonialismo eclesiástico (el
impulsor de exportar una confesión religiosa y unas normas eclesiásticas a
otros territorios). Como alternativa Verkuyl se plantea cuatro motivos más
adecuados para la misión:

a. El motivo de la conversión, el cual enfatiza el valor de una decisión


personal y un compromiso, pero que tiende a limitar el Reino de Dios a
lo espiritual e individual entendiéndolo como la suma total de las almas
convertidas.
b. El motivo escatológico, el cual dirige los ojos de los pueblos hacia el
Reino de Dios como una realidad futura y que, en su afán de provocar la
irrupción del Reino final, pierde interés en las exigencias de esta vida.
c. El motivo plantatio ecclesiae (plantar iglesias o “church planting), que
enfatiza la necesidad de formar una comunidad de los comprometidos,
pero tiende a identificar la Iglesia con el Reino de Dios.
d. El motivo filantrópico, a través del cual la Iglesia recibe el desafió de
buscar justicia en el mundo, pero que fácilmente llega a identificar el
Reino de Dios con una sociedad mejor2.

La historia se ha encargado de mostrar los errores cometidos por esta


práctica misionera, de la cual América latina no fue la excepción, en palabras
de Miguez Bonino:

“…el protestantismo latinoamericano tuvo la tendencia a confundir


evangelización y misión; es decir, a reducir la totalidad de la misión
de Dios a la tarea evangelizadora concebida estrechamente como el
anuncio del llamado “plan salvífico” y la invitación a la conversión
(…) No solo ha distinguido sino que ha separado la evangelización
del servicio, la conversión de la búsqueda de la justicia, la adoración
de Dios de la vida del mundo, la participación en la comunidad de fe
de la responsabilidad en la sociedad. Incluso las ha enfrentado,
creando “bandos” antagónicos dentro de las iglesias y entre ellas”3.

Bosch en su libro Misión en transformación propone una definición


provisional de lo que implica la misión:

1 Hans, SCHÄRER Die Begründung…, pp. 5-10


2 J. VERKUYL Comtemporary …, pp. 168-175
3 José MÍGUEZ B. Rostros…, pp. 137-138
4

“…la misión es la missio Dei que busca subsumir en sí misma las


missiones ecclesiae, los programas misioneros de la Iglesia. No es la
iglesia quien “emprende” la misión; es la missio Dei la que constituye
a la Iglesia. La misión de la Iglesia necesita una renovación y
reconceptualización continua. La misión no es competencia con
otras religiones, ni una actividad conversionista, ni expansión de la
fe, ni edificación del Reino de Dios; tampoco es actividad social,
económica y política. (Es todo esto, pero de manera distinta) La
missio Dei purifica a la Iglesia. La coloca bajo la cruz, el único lugar
donde siempre está segura (…) la misión es simplemente la
participación de los cristianos en la misión de Jesús (…) Es las
buenas nuevas del amor de Dios, encarnado en el testimonio de una
comunidad, para beneficio del mundo”4.

Con estas aclaraciones, podemos concluir en que la misión representa un


desafío para nuestra Iglesia, que nos compromete con la sociedad, esto implica
la defensa de la vida, va más allá de nuestros dogmas y prejuicios, nos desafía
a un cambio al interior y exterior en lo personal y como Iglesia. La misión es un
compromiso que recibimos al seguir a Cristo en su camino a la Cruz.

2. MULTIPLES DIMENSIONES DE LA MISIÓN

En el cumplimiento de la misión, la iglesia cumple cuatro dimensiones: la


martyría, la liturgia, la koinonía y la Diaconía.

2.1 La Martyría

Se suele interpretar como la evangelización. Raúl Sosa en su articulo: Un


primer intento de Misionología: Los hechos de los Apóstoles, nos dice que la
martyría es:

“…el anuncio de la Palabra y lo hechos salvíficos de Dios, la martyría


(…) es una marca que la iglesia no puede perder si pretende ser
misionera”5.

Podemos definirla como la proclamación del evangelio de Jesucristo que


llama al arrepentimiento, que restaura y hace nuevas todas las cosas, otorga
una vida abundante y anuncia el Reino de Dios.

Esas buenas nuevas incluyen a todos, se hacen en la fuerza del Espíritu


Santo y se presenta como un proceso no acabado, evangelizo y soy
evangelizado.

Michael Green en su libro La iglesia local, agente de evangelización, nos


dice:

4 David J. BOSCH Misión en …, p. 631


5 Raúl SOSA Un primer intento…, p.28
5

“…Tengo la convicción de que no hay fuerza evangelizadora más


poderosa que una iglesia que ama de veras y está enfocada hacia el
exterior”6.

Y también nos dice Green:

“…Mucha gente piensa que en nuestros días necesitamos un nuevo


método para evangelizar. Puede ser verdad, pero se trata de una
cuestión tremendamente insignificante. Lo que necesitamos es un
estilo de vida íntegro, oración, confianza, que todos los cristianos
ministren, trabajar desde un centro que ya esté encendido con la
vida de Cristo (…) Sí, necesitamos esas cosas: ¡son
fundamentales!”7.

Estas palabras parecen muy atinadas. No está mal planificar y buscar


diferentes estrategias según el lugar y las personas a evangelizar. Sin
embargo, quien convence de pecado, justicia y verdad es el Espíritu Santo, no
nosotros. Debemos estar en total dependencia respecto de Dios.

“El Espíritu Santo inicia la evangelización, nos motiva para realizarla


y nos capacita para ella. Las maneras de llevarla a cabo son
innumerables. No, no son métodos lo que necesitamos, sino un
caminar más estrecho con el Espíritu de Dios...”8

2.2 La Liturgia

La adoración es fuente de fortaleza para el cumplimiento de la misión. Y


Dios está donde se lo adora. Uno de los elementos importantes de la misión es
la oración.

La iglesia deberá descubrir las formas en que Dios está presente aún en
los actos cotidianos. Es parte de la Misión el ayudar a conectar las actividades
del día lunes con lo oído y hecho el domingo. Por eso la enseñanza es
fundamental para la iglesia que quiere hacer misión

Los símbolos de la fe y las acciones simbólicas remiten a un universo de


sentido que va más allá de ellos. Hay en ellos una plusvalía poli dimensional.
Son símbolos de vida que personifican al mismo Dios que nos marca y nos
impulsa hacia delante.

Por otro lado en nuestra búsqueda de una misión integral, que reciba al
otro/a como parte de Dios, Pablo Sosa en su artículo Culto y cultura, dos frutos,
un solo tronco, nos plantea el culto intercultural:

“Nadie debe sentir que su cultura no tiene cabida en él porque no es


buena, o hermosa, o limpia, o correcta. (Y aquí no puedo dejar de
pensar especialmente en nuestros jóvenes y adolescentes, y en
6 Michael, GREEN La Iglesia…, p. 452
7 Ibíd., p. 345-346
8 Ibíd., p. 346
6

todas las personas que eufemísticamente llamamos “diferentes”).


Porque si el ser humano es el huésped de honor en la casa de Dios,
todo lo que sea expresión auténtica del ser humano, de cualquier ser
humano, tiene asignado un lugar de privilegio en ella. Y fuera de ella
también, en toda la creación de Dios”9.

En otras palabras, La Iglesia que desea hacer misión debe prepararse en


cambiar primero los paradigmas, modelos cerrados de liturgias que responden
al siglo XVIII y contextualizar nuestra forma de adoración a Dios, con una visión
amplia e inclusiva.

2.3 La Koinonía

Samuel Escobar en la obra La naturaleza comunitaria de la iglesia,


expresa que “…En la esencia misma del ser cristiano hay una dimensión
comunitaria”. Y pone como ejemplo que Jesús enseñó a orar “Padre nuestro...”
Esa oración modelo, es dicha en comunidad. A través de los siglos, el énfasis
evangélico de la dimensión personal llevó a un individualismo exagerado que
hace perder de vista el aspecto comunitario de la fe en Jesús.

“... la misión brota de la comunidad (…) llega a Cristo de manera


personal, pero quien llega a Cristo llega también a una comunidad,
se incorpora a la iglesia de Cristo” 10.

Y agrega Escobar:

“… En la enseñanza apostólica sobre la vida y misión de la iglesia se


puede establecer una correlación entre la plenitud de la vida cristiana
y la complejidad de la misión integral. En dicha enseñanza la iglesia
es vista como una comunidad que está en proceso continuo de
crecimiento. ... donde el Espíritu Santo hace que los creyentes en
Cristo se vayan transformando conforme al modelo de Jesucristo”11.

Bonhoeffer en su obra Vida en Comunidad nos dice que no es natural


para el cristiano el poder vivir entre cristianos12. Se trata de una gracia dada por
Dios. Cristo me llega en el otro y yo llego al otro por Cristo. En la experiencia
de Bonhoeffer el servicio fraternal dentro de las comunidad cristiana tiene
diversas facetas, como saber escuchar al otro y aprender a sobrellevar las
cargas de los demás (Gálatas 6:2) La libertad del otro representa una carga
para el cristiano, ya que atenta contra su autoridad. Implica aceptar a los
demás con sus características, debilidades y rarezas. Ya que no es fácil,
deberemos estar en dependencia del Señor.

La comunidad no necesita de personalidades brillantes necesita fieles


servidores de Jesús y de los hermanos, enfatiza Bonhoeffer.

9 Pablo SOSA Culto y cultura…, p. 118


10 Samuel ESCOBAR Op. cit, p. 83
11 Ibíd., p.87
12 D. BONHOEFFER Vida en …, p. 7
7

“…Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.


Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean
santificados en la verdad. Pero no ruego solamente por estos, sino
también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para
que todos sean uno; como tú Padre, en mí y yo en ti, que también
ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me
enviaste”13.

La comunión nos muestra el método y el fin simultáneamente y la


santificación es a partir de la comunión en Cristo. La iglesia primitiva era
también un modelo de vida en comunidad, tal lo que encontramos en Hechos
2:43-47.

Samuel Escobar, reflexiona y expresa que nos encontramos en medio de


una vida urbana signada por la anomia, con sus efectos de desintegración
familiar y secularización. Esta situación ha creado hambre de comunidad y
pertenencia en las personas y ante ellas las iglesias aparecen como el hogar
de los desarraigados, la familia de los sin familia. El amor de Cristo les llega
primero por la aceptación en la comunidad cristiana.

Puede afirmarse que así como no hay iglesia sin koinonía no hay misión
sin koinonía. O como diría Letty M. Russell en su libro La Iglesia como
comunidad inclusiva:

“…La Koinonía, la participación en o con Cristo, es la base de la


comunidad cristiana y es el Espíritu el que nos vincula con Cristo,
haciendo posible esa comunidad”14.

Esto debe llevar a la Iglesia a examinarse como está recibiendo a los que
llegan a ella. Es parte de su misión. A veces los miembros estamos muy
interesados en nosotros/as y dejamos de lado a las personas nuevas, en la
practica no mostramos ser una comunidad inclusiva.

El liderazgo cristiano debería resultar al mismo tiempo variado y unido, y


seguir el modelo de una pluralidad de líderes que se esfuerzan por superarse
unos a otros en el amor y en el servicio. En Lucas 22:27, Jesús señala: “…yo
estoy entre vosotros como el que sirve”.

El líder cristiano debe ser alguien que el mismo tiempo que estimula su
propio crecimiento y el surtimiento de nuevos líderes, contribuye a favorecer un
estilo de relación que libere a las personas y a la comunidad misma para que
sean organismo estimulado del crecimiento.

Hugo Santos nos recuerda que las organizaciones, como las personas,
pueden enfermar y curarse.

13 Véase en Juan 17: 18-21


14 Letty M. RUSSELL La Iglesia…, p. 378
8

“…Así como toda persona introduce en su vida de fe elementos


propios, sanos y enfermos, toda iglesia tiene aspectos terapéuticos y
otros que marchan en dirección contraria”15

La salud, tanto personal como institucional, no es una meta a la que se


llega y permanece para siempre, es una tarea de construcción permanente.

“Si esta congregación desapareciera ¿cambiaría negativamente o no


la vida de su barrio o de la gente que participaba en ella? La misión
integral tiene como premisa abordar a la persona en su totalidad”16

Uno de los mayores problemas al interior de la iglesia Metodista en el


Perú es la falta de un liderazgo renovado, la mayor parte de los pastores/as
son mayores de 60 años y no se preocuparon por los que venían detrás,
creando una brecha generacional de 30 años, en donde se minimizó el
desarrollo de la misión.

2.4 La Diaconía

La palabra diácono equivale al griego diákonos y significa siervo. Esta


palabra hay que relacionarla con otras expresiones, comunes en el NT, como
diakonía, es decir, servicio, y el verbo diakonéin, o sea, servir.

La palabra diakonía, con las diversas expresiones ligadas a ella, se


cuenta entre los términos que aparecen con más frecuencia en el NT, porque
indica un aspecto fundamental de la figura de Cristo, al que ya Isaías había
anunciado como el siervo de Jehová y de los hombres (Isaías 52:13 – 53:12), y
que se presentó como "el que sirve" (Lucas 22:27) y que "vino a servir y no a
ser servido" (Mateo 20:28).

La Diaconía es una tarea práctica, apoyada en la reflexión teológica. Se


desprende del evangelio y se concretiza en los actos. Jesús vino para poder
servir. Él se considera a sí mismo diácono (Lucas 22:27) con su actuar integral,
y como servidor (Marcos 10:45). Este es sin duda el único título que Él mismo
se otorgaba. Pero si Jesús es en esencia un diácono, entonces la iglesia no
podrá sino serlo también, en su actuar integral (Mateo. 20:25-28). Y por lo
tanto, Diaconía no es un adjetivo, una expresión de la naturaleza de la Iglesia
entre otros, sino la expresión de la esencia y la vida de la Iglesia como tal.

E. Heise en su libro La diaconía de la encarnación como liberación de las


Iglesias, nos demuestra que la vida de Jesús (modelo para la iglesia) no fue
solamente un actuar a favor del prójimo, sino también un dejar que el otro
actúe a favor de él (Mateo 14:3-9; 26:6-13; Lucas 7:36-50; Juan 12:1-8), El
servicio pasivo, posibilita la entrada de los no cristianos al reino de Dios, por la
ayuda que prestan a los cristianos pobres y necesitados.

Necesitamos tomar conciencia que como cristianos somos necesitados, al


menos igual que toda la gente.
15 Hugo SANTOS Las estructuras…, p. 168
16 Ibíd., p.171
9

“…La diaconía es un fruto esencial de la antropología evangélica. El


cristiano gana su identidad cuando se vuelve servidor del prójimo.
La diaconía es el camino que asume la iglesia en su encarnación y
en cada uno de sus miembros, “El Dios encarnado17”.

Frente al pedido de la esposa y los hijos de Zebedeo, quienes solicitan un


lugar privilegiado en su reino, Jesús les responde: “…el Hijo del Hombre no
vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos” Mateo 20:28. Por su parte en Marcos 10:44 las palabras de Jesús
son “…y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos”.

Una iglesia que cumple la misión de Cristo en el mundo es una iglesia que
sirve, que extiende sus manos y recibe las manos extendidas. Las formas de
servir son varias y van mucho más allá de lo económico. Por lo cual una iglesia
que no practica la diaconía se queda sin expresión social, corriendo el riesgo
de volverse una iglesia sectaria.

La experiencia espiritual pierde al otro como un espacio de la revelación


de Dios. Por otro lado, sino establecemos claramente las definiciones de
diaconía, podemos caer en el activismo social o en el asistencialismo.

Para Rodolfo Gade Neto, la diaconía esta en relación a cuatro principios:

“(…) es profética, misionera, comunitaria y ecuménica…”18

Es profética por que examina el contexto a la luz del evangelio, anticipa y


denuncia las situaciones que atentan contra la vida plena. Es misionera porque
comunica con la práctica una propuesta de vida que se basa en el Evangelio.
Forma comunidad e invita a la Mesa del Señor. Es comunitaria porque es la
comunidad cristiana la que activa diaconalmente. Es ecuménica porque así
como el evangelio, es incluyente, no hace acepción de personas, no tiene
límites.

La necesidad teológica, coloca a la diaconía en la dialéctica de la práctica


y la teología es decir la hermenéutica, en la práctica diacónica no puede partir
desde lo que le falta al otro, sino desde lo que los otros tienen.

Situar la misión bajo el horizonte del Reino es, en cierta manera, no poder
disociar lo espiritual y lo social, la evangelización y la diaconía. Pues se trata de
buscar "primero el Reino de Dios y su justicia". Y si la misión es anuncio del
Reino que se acerca, no puede separar lo que manifiesta este Reino de lo que
lo designa.

J. Moltmann afirma que:

"(…) La misión comprende todas las actividades que sirven, en


presencia de Dios que viene, a liberar a la persona de su esclavitud,
17 Ekkehard, HEISE La diaconía de la encarnación …, pp. 129-166
18 Rodolfo, GADE NETO La diaconía … p. 29
10

de la miseria económica hasta la prueba del abandono de Dios. La


evangelización es una misión, pero la misión no se reduce a la
evangelización"19

La diaconía en el horizonte del reino de Dios, es una diaconía global y


unitaria: todo lo que estaba separado vuelve a unirse. Jesús nos ayuda con su
dominio de la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, mediante su propio
sufrimiento y muerte. Diaconía bajo la cruz significa compartir el sufrimiento,
cargarlo sobre uno mismo.

3. ¿QUÉ CLASE DE MISIÓN DEBE TENER LA IGLESIA?

En el ámbito de las comunidades humanas, el cristiano está llamado a ser


signo de Cristo siervo en todos los ambientes en que los hombres y las mujeres
viven, trabajan, sufren, gozan y luchan por la justicia. De este modo lleva a
cabo una evangelización capilar, anunciando a cada persona concreta que
Cristo es el que la ama y se acerca a ella para servirla. Al mismo tiempo, se
afirma como fermento profético para que una Iglesia sierva del mundo tenga
una eficacia sanativa en orden a liberar a la sociedad humana del pecado y de
sus consecuencias de poder y de opresión.

Samuel Escobar en la obra La Iglesia local como agente de


transformación señala que:

“En el cumplimiento de su misión integral, las iglesias evangélicas


latinoamericanas confrontan dos realidades desafiantes. Por un lado,
las múltiples necesidades y situaciones humanas (…) por otro la
dificultad para realizar acciones concretas (…) debido al fuerte
individualismo y la tendencia a la fragmentación y división”20.

Entiende este autor que el crecimiento de la comunidad hacia la plenitud


está en relación directa con la variedad de formas de servicio que la sociedad
le presenta a la misión cristiana.

Es apropiado recordar, tal como lo hace este autor, que si bien hay mucho
por hacer y los recursos son escasos, nuestro Dios es Dios de poder. “… Mía
es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan”. Estas palabras del
salmista, atribuidas a Jehová, cobran verdadera vigencia.

La Diaconía mantiene despierto el horizonte más amplio de la misión de la


Iglesia: La salvación y la liberación de toda la tierra habitada, la “oikoumene”
que la creación entera espera ansiosamente (Romanos 8).

La misión de Cristo, lo llevó más allá de las fronteras, de los portales, de


los muros del pueblo, lejos del centro del poder (Jerusalén) hacia la periferia, a
los marginados en Galilea (Mateo 28:7;10), fuera de la circunscripción de una
afiliación cultural o étnica, hacia los pueblos del mundo (Apocalipsis 10:45). En
la historia de la Sirofenicia (Marcos 7: 24-30; Mateo15:21-28) surge la cuestión
19 Jürgen, MOLTMANN Diaconía en el… p. 30
20 Samuel ESCOBAR La iglesia local…, p. 75
11

de sí las necesidades de la comunidad propia se deberían tratar primero, antes


que las otras pudieran disfrutar de su ayuda.

Me parece importante precisar bien los desafíos de la acción misionera:


obrar al servicio de la salud, de la libertad y de la cultura de los que están
invitados a acoger el anuncio del Reino, tratar de que sean respetadas: la
integridad de su humanidad y la justicia; esto no es simplemente poner a las
personas en estado de escuchar el evangelio, no es simplemente ofrecer una
prueba de humanismo, sino es poner en obras el hecho del Reino que está
próximo, como Jesús mismo lo hizo.

Porque si el Reino se acerca, toda la realidad se cambia: los ciegos ven,


los cojos andan, la Buena Nueva es anunciada a los pobres (Lucas 7:22); los
"pequeños" tienen acceso a esa vida en plenitud, que también a ellos les ha
sido prometida, a ellos y a nosotros.

Las Iglesias no pueden separar el anuncio de una vida nueva, sin los
actos que manifiesten esta novedad. Pues ellas son, las primeras llamadas a
vivir desde ahora, la vida nueva que anuncian; esta vida nueva que hace que,
para cada cristiano, la liberación del otro tenga tanta importancia como la suya
propia.

Nordstokke en su libro Diaconía: fe y servicio a un mundo que sufre nos


dice:

“(…) predicación es servicio de Cristo en palabras y diaconía es


servicio de Cristo en hechos (…) Diaconía es el servicio cristiano a
favor de la gente en necesidades, tiene una perspectiva profesional,
(interdisciplinaria) con base cristológica, teológica, antropológica y
eclesiológica…”21

Podemos decir que la Misión, busca fomentar y apoyar a partir del


Evangelio, acciones comunitarias e institucionales que apunten al desarrollo
humano integral, la promoción de personas que vivan juntos en la fe y de esta
manera poder formar comunidades inclusivas.

Esto lo podemos atestiguar en el Nuevo Testamento: “…Si un miembro


del cuerpo sufre, todos sufren con él (1 Corintios 12:26), así como también en
el plano material la solidaridad se hacia evidente: ...Compartían sus bienes
entre si. Vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y repartían el dinero
según las necesidades de cada uno”. (Hechos 2: 44 – 45).

La misión nos llama a una dimensión comunitaria en la esencia de ser


cristiano. La relación entre Dios y el ser humano se da siempre en el interior de
la comunidad, de un pueblo. La misión debe brotar de la comunidad.

Pero para poder llegar hacer que la misión sea inclusiva, la iglesia debe
ser universal y misionera. Esta iglesia debe nacer del espíritu que actúa en un

21 Kjell, NORDSTOKKE Diaconía: fe y…, p. 80


12

pueblo, y suscita comunidades en las que el evangelio y sus exigencias


concretas, vividas sencillamente por los laicos, se abren paso a trabes de
diferentes estructuras, fecundando así la vida de la iglesia y dando
manifestación del Reino de Dios.

Para algunas de nuestras iglesias, el llamado de la misión a tener


comunidades inclusivas, parece una tarea muy compleja, ya que en general,
están organizadas para el mantenimiento y no para a misión. Miran hacia
adentro, y se espera del ministerio que alimente a los fieles, no que se
involucre en otros sectores de la sociedad.

El evangelio de Jesucristo nos lleva a revisar nuestra forma de ser iglesia


y a implementar importantes cambios dentro de la misma, esto requerirá de
valor, fe y entusiasmo.

4. ALGUNOS DESAFÍOS PARA LOGRAR UNA IGLESIA MISIONERA

In Sik Hong en su libro ¿Una Iglesia posmoderna?, nos recuerda la


importancia que tiene la misión para nuestros días:

“…la misión de la iglesia en la postmodernidad no puede olvidarse


del sufrimiento, la pobreza y la desigualdad, que jamás fueron
experimentadas por la humanidad como ahora, y debe proponer un
modelo que responda realmente a la necesidad de las
personas…”22.

La misión solo puede ser realizada por el compromiso de todos los y las
creyentes, como cuerpo, cuya cabeza es Jesucristo. Dios nos encomienda
ofrecer a todos el evangelio, como alternativa comunitaria, libre, democrática,
consciente del valor y la dignidad de cada persona y de la creación toda.

El futuro de la iglesia depende de fundamentalmente del hecho de que


haya mujeres y hombres que se dejen seducir por Dios para su misión, asuman
y vivan su fe en convicción y en comunidad, actúen a favor de su prójimo.

A partir de esto, debemos aceptar como iglesia cristiana, el mandato


misionero de nuestro señor Jesucristo de predicar, hacer discípulos, bautizar y
enseñar (Mateo 28:18- 20) Este mandato incluye el compromiso para con la
sociedad en que vivimos, defendiendo y promoviendo la vida, los derechos
humanos y el cuidado del medio ambiente.

Asimismo como iglesia nos debemos sentir llamados por Jesucristo a


anunciar su mensaje salvador a todo el mundo; como dice el apóstol Pablo en
la carta a los Gálatas 3:28: en Cristo ya no hay judío ni griego, no hay esclavo
ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros son uno en Cristo Jesús.

Pero al hacerlo debemos considerar a nuestro prójimo como hermano/a,


como parte de nosotros. Una persona que tiene los mismos derechos frente al

22 In Sik HONG ¿Una Iglesia…, pp. 118-119


13

Señor. Por que fuimos extranjeros en tierras extrañas… Nuestra mirada debe
llevar el verdadero significado de la misión, una Iglesia inclusiva unas manos
abiertas y un amor sincero.

5. PROMOVIENDO EL CRECIMIENTO DE LA IGLESIA METODISTA

La salvación personal siempre envuelve la misión cristiana y el servicio al


mundo. Al vincular el corazón y acción, la religión personal, el testimonio
evangélico y la acción social cristiana son recíprocos y se refuerzan
mutuamente.

La santidad bíblica implica más que piedad personal; el amor de Dios está
siempre vinculado con el amor al prójimo, una pasión por la justicia y
renovación en la vida del mundo. En palabras de Raúl Sosa:

“…lo importante no es el cómo de la conversión sino lo que produce


en la vida del creyente: una confianza absoluta en el amor de Dios y
un cambio de vida radical”23.

Para Wesley no hay otra religión que la religión social, ni otra santidad
que la santidad social, de ahí que el centro de la doctrina metodista esté en la
práctica del amor a Dios a través del amor al prójimo. Wesley lo dice así:

“El evangelio de Cristo no conoce otra clase de religión sino una


religión social; no otra santidad sino social. “La fe que trabaja por el
amor” es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de la
perfección cristiana. Este mandamiento recibimos de Cristo, que
quien ama a Dios, ame también a su hermano; y nosotros
manifestamos nuestro amor “haciendo bien a todos los hombres
especialmente a los de la familia de la fe”. En verdad, quienquiera
que ama a su hermano, no únicamente de palabra sino como Cristo
le amó, no puede sino ser “celoso en buenas obras”. Siente en su
alma un ardiente y turbador deseo de darse y ser dado por ellos. “Mi
Padre”, dirá, “hasta ahora obra, y yo obro”. Y en todas las
oportunidades posibles “va haciendo bienes”, como su Maestro”24

La Iglesia Metodista, como otras iglesias hermanas, estamos


comprometidos con el desarrollo de la misión, que no es sólo el anuncio del
evangelio, es un compromiso consciente con el pueblo.

Las formas comunitarias de fe en la tradición wesleyana no solamente


promueven el desarrollo personal; también nos capacitan y movilizan para
nuestra misión y servicio al mundo.

6. CONCLUSIÓN

Para desarrollar un proyecto misionero debemos tener en cuenta algunos


criterios:
23 Raúl SOSA 7 x 7 49 días…, p. 150
24 Justo, GONZALES (ed) Obras de Wesley Tomo IX, pp. 239-240
14

 La Misión es una tarea práctica, apoyada en la reflexión teológica. Es


Profética, solidaria, comunitaria y ecuménica.
 La misión sólo puede ser entendida si se desarrolla en sus cuatro
áreas: la martyría, la liturgia, la koinonía y la diaconía.
 La Misión es la iglesia en el camino más allá de sus propios límites,
no sólo la desafía ha extender su mano hacia la sociedad, sino
también, a no quedarse centrada en sí misma.
 La Misión es un fruto esencial de la antropología evangélica. El
cristiano gana su identidad cuando se vuelve servidor del prójimo.
 La Misión no hace distinciones entre hombre o mujer, joven o viejo,
pobres, marginados, enfermos o sanos. Nuestro lenguaje y nuestras
acciones deben ser inclusivas y no excluyentes.

La reflexión nos debe desafiar a continuar nuestra tarea misionera,


considerando los errores del pasado y renovando nuestro concepto de misión.
Para esto debemos entender los grandes cambios en los tiempos actuales y el
nuevo rol que tienen las iglesias. Es importante descubrir lo que Dios nos llama
a ser y hacer, adaptándonos a los nuevos lenguajes y campos de esta tarea
cuyo director es Jesucristo.

El cambio significa que debemos actuar y hacer las cosas de manera


diferente. Las iglesias que no han sabido ajustarse, no han sabido encontrar
nuevas maneras de proclamar la palabra, que no han aprendido el nuevo
lenguaje de las nuevas generaciones, se han quedado atrás. Hay señales por
todos lados de que la gente del mundo busca una espiritualidad plena para sus
vidas, pero su búsqueda no necesariamente pasa por las vías tradicionales de
las iglesias.

Quisiera una iglesia que luche interna y externamente para llegar a ser
iglesia de Cristo, eliminando los prejuicios machistas, clasistas y racistas en
sus prácticas y discursos. La Iglesia Metodista del Perú tiene la oportunidad de
formar parte de la misión, es el tiempo de una renovación y compromiso serio
con la gran misión.

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