Carlota haba apoyado los codos en el marco de la ventana y miraba hacia la
campia, luego levant los ojos al cielo; despus los fij en m y vi que los tena cuajados de lgrimas; por fin, puso su mano sobre la ma y exclam: Oh Klopstock! (4).
Abismado en un torrente de emociones que esta sola palabra despert en mi
espritu, record al instante la oda sublime que ocupaba a la sazn el pensamiento de Carlota.
No pude resistir: me inclin sobre su mano, se la llen de besos y de lgrimas
de placer, y volvieron mis ojos a encontrarse con los suyos. Oh insigne poeta! Esta sola mirada, que debas haber visto, basta para tu apoteosis.
Ojal no vuelva yo a or pronunciar tu nombre tan frecuentemente
pronunciado!
19 DE JUNIO
En qu punto de mi relato qued el otro da? No lo recuerdo. y slo puedo
decirte que eran las dos de la madrugada cuando me acost, y que, si en vez de escribirte, hubiera podido hablarte, alcaso te hubiera hecho pasar toda la noche en claro.
Nada te he dicho an de lo que sucedi a nuestro regreso del baile, ni hoy
tengo disponible el tiempo que necesitara para hacerlo.
El da amaneci deslumbrador. Algunas gotas de agua caan de las hojas de
los rboles, y la campia haca gala de vivificante humedad. Nuestras compaeras de viaje comenzaron a dar cabezadas y Carlota me dijo que, si yo quera hacer otro tanto, no lo dejase por ella.
Mientras vea esos ojos abiertosle contest, fijando en ella mi miradano
hay peligro de que yo me duerma.
Los poetas son dioses liberadores,
cada pensamiento es una crcel, cada cielo es tambin una crcel, as pues amamos al poeta, al inventor, quien en cualquier forma, sea en una oda o una accin o en el aspecto y el comportamiento, nos ha cedido un nuevo pensamiento. El poeta nos desata las cadenas y nos deja entrar en un mundo nuevo. (Ralph Waldo Emerson.)