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suburbanas y microrregiones
El material de este artículo es parte del análisis documental realizado por el autor para fundamentar
una propuesta alternativa párale desarrollo de Yucatán. Ver: Sierra, J. L. (2010): Promover el
Desarrollo de Yucatán a Partir del Sistema de Ciudades, Poblaciones Suburbanas y Microrregiones.
Tesis de Maestría, Facultad de Economía, Universidad Autónoma de Yucatán. pp. 45-75 y 80-81.
resultados. En síntesis: auspiciar un crecimiento que no se finque en la desigualdad, que no
polarice más, que integre, que sume y multiplique, que incluya.
No se trata de producir más, sino hacerlo de manera distinta, auspiciando actividades
de mayor valor agregado, propiciando la innovación tecnológica, el desarrollo organizacional,
avanzar en la sociedad del conocimiento (IMCO, EGAP; 2006).
Para responder a estas exigencias se propone una estrategia de desarrollo que
recupere y refuerce el tejido de relaciones que surgen desde los pueblos y localidades hasta
conformar “regiones naturales” en torno al o a los centros urbanos vecinos.
Siete son los aspectos de la realidad yucateca en los que puede apoyarse una
estrategia de esta naturaleza:
• el ritmo de crecimiento acelerado que ha mantenido, en los últimos veinte años, el
sector más dinámico de la sociedad yucateca, localizado alrededor de la Zona
Metropolitana de Mérida
la diversificación económica alcanzada en algunas localidades y regiones del estado
y que implica cierto equilibrio sectorial
la localización geográfica del estado y de la península con relación a los países del
Caribe, de Centroamérica y a la costa sur y este norteamericana
el grado de integración y las múltiples relaciones de intercambio que existen, de
manera tradicional, entre los tres estados de la península y, en particular, entre sus
ciudades
la calidad y amplitud de la infra-estructura material y de los servicios disponibles, en
particular, en los centros urbanos de la entidad
la “masa crítica” que representan los conocimientos y destrezas de un importante
sector de la población
la tradición exportadora de Yucatán, como salida al aislamiento del sur y del sureste
del país
Frente a estas fortalezas se alza la mayor debilidad de la economía y de la sociedad
yucateca: el alto grado de marginación y pobreza en que se encuentra la mayoría de la
población. Marginación y pobreza que tiene dos caras distintas, dos columnas asentadas en
territorios distintos: el campo y las ciudades.
Por eso se propone rediseñar el esquema de regionalización a partir de las “áreas de
influencia” de las ciudades yucatecas, conjugando –entonces sí- una estrategia de desarrollo
estatal que contemple y atienda tres niveles distintos, desde el punto de vista territorial: las
localidades, las regiones y el estado, como un todo, auspiciando procesos de aglomeración,
de retroalimentación, de integración.
Las tres vertientes que se considera conveniente auspiciar son:
• Sistema de ciudades, poblaciones suburbanas y microrregiones para el
desarrollo integral: proyectos de mediano y corto plazos (1/12 años) diseñados
para reforzar las sinergias existentes, para desatar procesos de integración
local/regional y de región a región, pensados en el marco de la integración
peninsular.
• Proyectos detonantes del desarrollo: proyectos macro-económicos, de mediano
plazo (6/18 años), localizados en distintos rumbos del estado, diseñados para
romper cuellos de botella o para relanzar la economía y el desarrollo hacia un
estadio superior, más equilibrado.
• Red de programas sociales y productivos, que correspondan a acciones de
gobierno de carácter emergente, de corto plazo, diseñados para responder a las
demandas de la población y atender los rezagos más inmediatos.
Tipo A
Tipo AA
Tipo B
Tipo C
Tipo D
Tipo E
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Tipo poblaciónTipo
ATipo AATipo BTipo
CTipo D♦Tipo EArea
Influencia
Elaboración propia.
Ya señalamos que, pese a cubrir toda la geografía estatal, esta red de centros
poblacionales y de procesos microrregionales no sería capaz de frenar, primero, y de
revertir, posteriormente, las tendencias a la dispersión que privan en algunas zonas, como es
el caso de lo que hemos llamado el “Cuadrángulo de la Pobreza” o del territorio que se
localiza en el extremo más oriental del estado. Reiteramos que, para esos casos, se requiere
una estrategia de emergencia, integral, con todos los recursos de gobierno y sociedad, que
empiece por atender los graves rezagos sociales que allí se han arraigo y que contemple la
siembra de factores suficientes para reactivar la producción, la economía en su conjunto y,
con ella, a la sociedad.
f) Microrregiones registradas
Municipios y poblaciones costeras. Los puertos y las poblaciones medias de
los 12 municipios costeros, cuyos pobladores disponen de un nivel de vida
superior al de los municipios vecinos, ejercen un nivel de atracción sobre
ellos, principalmente por razones de empleo. Sin embargo, salvo tramos
pequeños y localizados (Progreso-Telchac Puerto-Telchac Pueblo-
Sinanché-Yobaín-Dzidzantún-Dzilam Glez-Dzilam Bravo; o la comunicación
de Tizimín con San Felipe y Río Lagartos) el territorio costero yucateco no
cuenta con vías de comunicación que permitan mayores niveles de
intercambio entre los centros costeros y las poblaciones cercanas.
Frontera con Quintana Roo. En el oriente del estado, el desarrollo del norte
de Quintana Roo ha generado una sinergia de intercambio e integración
que tiene tres vías principales: la primera, la influencia de Cancún y la
Riviera Maya (Cancún-Tulum) que resulta particularmente intensa para los
municipios yucatecos localizados en torno a Valladolid y Chemax; la
segunda, la influencia que ejercen el área maya quintanarroense y la Costa
Maya (Carrillo Puerto-Majahual-Bacalar) sobre los municipios con población
maya en torno a Chemax, Chichimilá y Valladolid. Esta segunda vía podría
reforzarse fácilmente si se mejorara el sistema carretero entre las
poblaciones limítrofes de las dos entidades. La tercera vía de intercambio
es aún incipiente pero puede representar una opción futura de importancia
y tiene como base la ciudad de Tizimín y la costa oriente yucateca (El
Cuyo, Las Coloradas y Colonia Yucatán) que mantiene relación creciente
con las poblaciones de Kantunilkín, Solferino, Chiquilá y la Isla de Holbox,
en el litoral quintanarroense. La interacción de Tizimín y sus alrededores
con el corredor Cancún-Tulum, aunque existe, es actualmente débil y
puede incrementarse fácilmente si se consolida el eje Tizimín-Valladolid
como plataforma de abastecimiento de bienes y servicios para la costa
norte quintanarroense.
Sin tener la dinámica actual ni las posibilidades futuras que representan las
relaciones con el norte de Quintana Roo, en los límites del sur de Yucatán
existe un tradicional intercambio e integración con las poblaciones limítrofes
quintanarroenses localizadas entre Ichmul y José Ma. Morelos. Por
Yucatán, este intercambio involucra a los municipios de Peto, Tzucacab y
Tekax, principalmente.
Frontera con Campeche. Históricamente existe y opera una región transestatal
que abarca la zona de Los Chenes (Becanchén-Hopelchén) y el corredor del
Camino Real (Bécal-Calkiní-Hecelchakán), del lado campechano, y los 13
municipios del Puuc, particularmente la zona que se localiza al norte de
Oxkutzcab e incluye las poblaciones de Ticul, Muna, Santa Elena, Maxcanú,
Halachó y Opichén.
Encadenamiento costa norte.- En la meseta central de Yucatán, desde el
límite sur hasta la costa, existen dos microrregiones con características
opuestas: una, la que se desarrolló a lo largo de la ruta carretera Motul-
Tizimín y que agrupa a una serie de municipios que, en buena medida,
escaparon a la dependencia henequenera mediante proyectos de
diversificación agropecuaria. Esta microrregión se localiza entre los
municipios de Motul y Buctzotz y, además de esas dos poblaciones, incluye
a Sinanché, Yobaín, Dzidzantún, Dzilam Bravo, Dzilam González, Temax,
Seyé, Cacalchén y Cansahcab. El centro operativo de esta microrregión es la
población de Dzidzantún, el municipio con el mayor Índice de Desarrollo
Humano, después de Mérida.
3) Política social incluyente, que finque la atención de los rezagos sociales en las
fortalezas de la propia sociedad
Objetivo: Políticas públicas para disminuir las desigualdades mediante el fortalecimiento
de la cohesión social.
Estrategias y líneas de acción:
a) Lucha frontal contra la desigualdad, la pobreza y la marginación
Tras 20 años de aplicar programas contra la pobreza, socialmente focalizados
(Solidaridad; Progresa; Oportunidades), ha quedado demostrada su eficacia
para frenar, si acaso, el deterioro de los grupos más pobres, sin poderse
revertir sus condiciones de pobreza y marginación. Para abatir las enormes
desigualdades que privan en la sociedad mexicana resulta necesario atender
al empleo y a otros factores que las causan, como son la vivienda, el
transporte y las comunicaciones. Para hacer que la cohesión social deje de
actuar como mera resistencia al deterioro de las condiciones sociales y se
convierta en fuerza de transformación positiva se debe completar la
estrategia del Programa Oportunidades con otro u otros programas, de
naturaleza estatal, que atiendan esos otros factores, de una manera integral
y efectiva.
Crear una instancia efectiva de colaboración entre los tres órdenes de gobierno
que incremente la eficacia en la aplicación de programas sociales e impida la
duplicación de esfuerzos y el desperdicio de recursos.
A la instancia de coordinación de los programas sociales para abatir las
desigualdades debiera agregarse la función evaluatoria (un símil del Consejo
para la Evaluación de los Programas Sociales –CONEVAL), a fin de conocer
el impacto real que las políticas públicas logran en su cometido, a nivel
estatal.
Los resultados obtenidos de la aplicación ininterrumpida de la estrategia
Progresa-Oportunidades hacen ver la necesidad de ampliar la cobertura de
los servicios de salud, de ampliar los programas de atención nutricional de
niños y madres y mejorar sustancialmente la calidad en materia de salud y
de educación.
Para los servicios de salud y de educación resulta particularmente gravoso el
ausentismo de médicos y maestros, así como del personal especializado y
auxiliar. De manera paralela al reforzamiento de la infra-estructura material
en las ciudades, en los municipios y sub-regiones de la entidad, debe darse
una descentralización del personal y de los recursos para la debida
operación de los servicios.
Es urgente ampliar y consolidar la red hospitalaria del estado, asegurando que
en todas las ciudades (poblaciones mayores de 15 mil habitantes) se
disponga de un hospital de segundo nivel que brinde atención a los poblados
y los municipios de su entorno. En poblaciones entre 7 y 15 mil habitantes
debiera funcionar un hospital de primer nivel; y, en las poblaciones menores,
centros de salud y/o consultorios, debidamente equipados y con el personal
calificado que se requiera, así como abasto seguro de medicinas e insumos
sanitarios.
Con la base anterior asegurada para brindar, de verdad, atención efectiva a la
salud de los yucatecos, se debe ampliar el Seguro Popular hasta alcanzar a
la totalidad de la población.
Mientras no haya calidad en los servicios públicos de educación todo esfuerzo
por abatir las desigualdades en el estado resultará vano. En el campo
educativo se requiere una verdadera revolución escolar, que empiece por un
cambio de actitud de los mentores por asumirse como servidores públicos
obligados a rendir cuentas por su desempeño, de manera directa, a la
comunidad educativa y a los padres de sus alumnos, pero también ante las
comunidades en donde laboran y ante la sociedad en general.
Mejorar sustancialmente las instalaciones escolares, asegurar la dotación y
conservación del equipamiento indispensable y generar sistemas de control
de calidad para maestros y alumnos son pre-condiciones al establecimiento
de la jornada escolar completa, objetivo a cumplirse en Yucatán, como una
manera de asegurar educación básica de calidad, en todos los niveles y para
todos los sectores sociales.
Multiplicar los centros de educación media terminal, los centros de educación
técnica superior y las universidades, en las ciudades y en las sub-regiones
de la entidad, debe ser parte de una estrategia para la descentralización
educativa y para reforzar los circuitos locales de incremento del capital
humano, objetivos ambos impostergables en la lucha para abatir las
desigualdades en Yucatán.
En el entendido de que los fondos sociales para el financiamiento de la vivienda
deben asegurar la oferta de unidades en los lugares de residencia de sus
acreditados, resulta lógica e irreversible la tendencia a concentrar recursos y
resultados en Mérida y en las poblaciones vecinas. De ahí que los
programas para construcción y financiamiento de vivienda con recursos
públicos deban atender, de manera prioritaria, las necesidades de vivienda
en las ciudades y poblaciones del interior del estado.
Una manera de acrecentar el impacto de los recursos públicos destinados a la
construcción de vivienda es generar esquemas ágiles y accesibles para el
mejoramiento y la ampliación de vivienda, toda vez que la disponibilidad de
tierra no es un obstáculo difícil de solventar fuera de Mérida y de los
municipios vecinos.
El sólo hecho de eliminar el sobreprecio que adquieren los materiales de
construcción fuera de Mérida, con abaratar los insumos y facilitar su compra
“de golpe”, mediante créditos de corto plazo, puede generar un proceso de
auto-construcción de vivienda de alcances masivos, en todas las sub-
regiones, poblaciones y ciudades de Yucatán.
La Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en los Hogares (ENIGH) nos permite
saber que, en Yucatán, las familias de los deciles más bajos en la escala de
ingresos dedican hasta el 30% de los mismos para el pago de transporte y
comunicaciones. Considerando la importancia que ha cobrado este rubro en
el esquema de satisfactores básicos de necesidades (y también como factor
indispensable de integración social), abaratar el costo de esos servicios y
asegurar mayor grado de acceso y de calidad, resulta una prioridad que no
se puede dejar en manos de los prestadores particulares de servicios de
transporte y comunicación, sino atenderse como servicios públicos que son,
con criterios de equidad y de mayor inclusión social.
Conurbación Mérida-Progreso-Umán-Kanasín
Construcción (por etapas) Anillo Circunvalación
Desarrollo vialidades
Red Metropolitana de Mercados y Centros Abasto (mercados populares, Central
de Abastos, Terminal de Carga, etc.)
Sistema Metropolitano de Transporte Colectivo (tren rápido, autovías y/o
tranvías)
Policía y tránsito metropolitanos
Programa despresurización zona aeropuerto (Parque Metropolitano, Zoológico,
Parque Industrias Alta Tecnología, Hospital del Sur, etc.)
1 Además de la identificación de los “factores” que pudieran impulsar un mayor desarrollo o el cambio
de rumbo que se busca, se retomó del ejercicio de planeación a largo plazo realizado por el Centro de
Estudios Estratégicos (ITESM) para el Estado de Quintana Roo, el proceso de “ida y vuelta” para la
definición de estos “factores”, primero, y para su posterior evaluación con grupos de expertos. Ver:
Gobierno del Estado de Quintana Roo, Centro de Estudios Estratégicos/ITESM (2000).
Rescatar y modernizar FFCC a Mérida y Progreso
Complementar servicios necesarios (agua potable, electricidad, telefonía celular
e internet, oferta de vivienda, mejorar escuelas y sistemas de abasto, etc.)
Desarrollo de áreas de manejo carga y patio contenedores, vialidades,
instalaciones almacenaje, disponibilidad de espacios para oficina y naves
industriales en renta.
Reforzamiento talleres mecánicos y para el mantenimiento de vehículos carga.
Fondo de apoyo para la reactivación productiva (un agrónomo por cada grupo de
productores)
Conclusiones
En qué se funda la alternativa para un desarrollo distinto
Si se tiene a las desigualdades sociales entre los pasivos que lastran el desarrollo de
Yucatán y entre los activos a un conjunto de ciudades que, en los últimos 30 años, hicieron
las veces de “red de protección” para una sociedad abatida por el estancamiento económico,
atravesada por los rezagos sociales, la alternativa para el desarrollo que presentamos se
funda en una idea elemental: darle mayor racionalidad y toda la fuerza posible a las
relaciones que ya existen entre ciudades y localidades para propiciar un cambio cualitativo:
de ser procesos de resistencia a ser factores de transformación.
La presente propuesta considera las 21 mayores poblaciones de la entidad, las que
cuentan con las dimensiones y con los atributos para ser consideradas “ciudades”. Lo
novedoso estriba en la agregación de 13 centros suburbanos que, por la dinámica de sus
relaciones, resultan fundamentales si se quieren aprovechar los procesos de convergencia
que permitieron y siguen permitiendo a la sociedad yucateca enfrentar la situación de
pobreza y deterioro local en condiciones de estabilidad. Pero, todavía más, se consideran
también los procesos locales que constituyen las fuerzas de aglomeración que se pueden
encontrar a lo largo y ancho de la geografía yucateca. Parte fundamental de esta alternativa
consiste en restarle fuerza y apoyos a los procesos de dispersión social, a la polarización y al
crecimiento de los rezagos.
Si se logra culminar satisfactoriamente el proceso de urbanización que, de manera
desordenada e insuficiente, siguieron las ciudades de Yucatán y si se logra recuperar las
sinergias que existen y operan entre estas ciudades y las poblaciones que las rodean, se
contaría con una base social, real y activa, para intentar un desarrollo distinto, más dinámico,
incluyente y equitativo.
La alternativa construida que aquí se presenta no se agota en la agregación territorial
de ciudades y localidades menores, sino que proponemos una red de procesos sociales, que
tienen a la ciudad y a las localidades como escenario, sí, pero que constituyen fuerzas,
factores endógenos muchas veces intangibles o “virtuales”, agregadas desde “lo local” hasta
alcanzar a la sociedad yucateca en su conjunto y de manera integral.
La propuesta que se formula parte de revisar lo que se ha hecho o dejado de hacer
en Yucatán, en los últimos 30 años, por parte del gobierno o, para mayor precisión, por parte
de los distintos niveles de gobierno. Y la propuesta en sí esta dirigida primordialmente a lo
que puede y debiera hacerse desde el gobierno, lo que parece un contrasentido cuando se
enarbola una perspectiva de desarrollo endógeno y se reivindica el valor de “lo local”. La
explicación remite a dos esferas distintas: una, la de los hechos, el ser; la segunda, al
horizonte y al futuro, el deber ser.
El hecho incontrovertible es que los recursos públicos y la acción gubernamental
adquieren un peso desproporcionado en los países atrasados y ante sociedades con graves
rezagos. Esto ocurre en Yucatán. Pero, además de esa situación anómala en sí misma, hay
que considerar que la acción de los gobiernos y la manera como se distribuyen y se aplican
los recursos públicos, en vez de disminuir o de eliminar los efectos contrarios al desarrollo,
hacen las veces de palanca de los mismos, agravando las condiciones de existencia y de
desempeño de los grupos más vulnerables, que son además los más numerosos. De allí que
se vuelva indispensable, impostergable, propiciar un cambio en los enfoques y en el
desempeño del principal actor en materia de desarrollo, que es el sector público.
En la otra dimensión que se menciona, el desempeño del sector público debe
acompañar la actuación del sector privado y del sector social, en ocasiones incluso en
situación de apoyo u subordinación. Para alcanzar ese grado de colaboración, indispensable
para la función transformadora que se propugna, hay que atender y superar el rezago que
también existe en la participación y en la madurez de los distintos actores sociales. Parte
fundamental del cambio que se propone está el crecimiento y la consolidación de la
democracia, llevada ésta a todos los ámbitos de la sociedad. Así que “construir sociedad” o
ampliar la gobernanza es también tarea pendiente, uno de los rezagos que habrán de
atenderse satisfactoriamente para alcanzar ese desarrollo distinto.
Una última prevención: no se trata de sustituir el enfoque de las regiones
territorialmente compactas con otra concepción territorial, así fuera con un imaginativo
diseño de red. La red de centros poblacionales y de procesos locales no sería capaz de
detener, por sí misma, el proceso de polarización creciente que se experimenta en Yucatán.
Proceso que, por cierto, tiene en la dicotomía concentración urbana-dispersión rural una de
sus manifestaciones más gravosas. Todavía peor, como sucedió con los esquemas de
desarrollo regional aplicados en los últimos 30 años, esta nueva estrategia resultará fallida si
no se hacen las cosas de una manera distinta, si no se conjugan las medidas económicas
con los resultados sociales, si no se acompañan los programas y las acciones de gobierno
con el esfuerzo de la sociedad y de sus diferentes sectores. Se trata de responder a los retos
de la globalización, echando mano de la innovación y de la competitividad, sin dejar de
atender al mismo tiempo y con igual intensidad a la pobreza, desde sus causas, sin solventar
los graves rezagos que impiden a la mitad de los yucatecos ser parte del desarrollo que se
persigue.