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IV. EL ENSAYO EN UNA NUEZ Existe un cierto consenso en la comunidad de lectura en cuanto a los rasgos fundamentales del ensayo: se suele de- signar como tal a un tipo de texto escrito €n prosa no ficcional, que muestra la perspectiva particular de su autor y, mas ain, la fuerte relacién personal e incluso vital del escritor con la materia del mundo por é] tratada, de tal modo que ésta se presenta también de manera fuertemente perso- nalizada. Pero a despecho de estas €scasas caracteristicas minimas en las cuales se suele coincidir (prosa, caracter no ficcional, perspectiva personal del autor, apertura a un am- plio espectro de temas, problemas y formas de tratamiento), son muchas més las divergencias en las distintas caracteriza- ciones y definiciones. Algunos criticos enfatizan su caracter de prosa de ideas 0 su vinculo con el Ambito intelectual, en cuanto a través del ensayo se despliega un proceso inter- pretativo © explicativo por el cual una Personalidad indivi- dual manifiesta un estilo del decir y un estilo del pensar y da cuenta de un determinado estado del mundo. Owos, en cambio, prefieren subrayar la voluntad de estilo literario, y desesperan por encontrar en él ciertas constantes formales y Senéricas, aunque muchos m4s prefieren mostrar su caracter “proteico”, “excéntrico”, “hibrido” y teferirse a él como “li- teratura en potencia” que no encuentra un lugar fijo en el Sistema de los géneros. Quienes insisten en el caracter mix- to o incluso ambiguo del ensayo tratan de apoyar sus enfo- 152 Liliana Weinberg SS ques en la constataci6n de su pertenencia a yg la vez (poesia y filosofia, imagen y conce literatura, etcétera). Es asi como, mientras unos se Preogy pan por la dificultad de su adscripcién 8enérica, otros , fieren pensarlo como diverso, camaleénico, inasib] autores deciden dedicarse a su vinculo con Ja Tet6rica, 4 partir de su caracter explicativo-argumentativo. Otros mas, por fin, se preocupan por enfatizar su apertura y libertad formal y su cercania con el 4mbito creativo y escritural. De este modo, el ensayo parece encontrarse en un di librio entre la preocupacién por la forma de la moral de la forma. De este modo, si atendemos a las enormes dificultades que han tenido los distintos estudiosos a la hora de llegar a una definicién convincente del ensayo, veremos que ellas nacen tanto de las propias caracteristicas de este tipo de texto como de la pluralidad de niveles a que atiende la critica. En el primer caso, el ensayo es fruto de una tensién esencial que lo convierte en un género proteico y paraddji- co: la intencién de dar cuenta del mundo desde el mirador personal de un autor implica una Primera demanda clave para entender esta tension de base y esta heterogeneidad. Como escriben Glaudes y Louette, “Género proteiforme, el ensayo esta frecuentemente partido entre dos tendencias contradictorias, que generan tensiones internas y exponen su forma a una cierta heterogeneidad”} De alli que el texto se debata entre extremos contrastantes: subjetividad y obje- tividad, opacidad y transparencia, mondlogo y didlogo, aper- tura y Cierre, fragmento y totalidad, representaci6n e inven- cidn, expresion lirica y exposicioén intelectual, convicci6n y seduccion, estilo del decir y estilo del pensar son sélo algu- nas de las demandas contradictorias que el propio texto de- tios ambit Plo, didactic - Pre. e. Ciertgs Ficil equi- moral y Iq ' Pierre Glaudes y Jean-Francois Lou "Brea, p. 98. ~~ El ensayo en una nuez 153 pio atender desde sus origenes, en sy esencia] heteroge- ‘i eidad.? 4 xg Por otra parte, toda manifestacién concreta de una clase de textos encierra y reactualiza a la vez sy Propia historia la del ensayo es particularmente rica Y Cargada de oe. nes. Es el ensayo portador de una Serie de reglas, de memoria o de una “ley” vier ESas; Coté ante ya de campos afines. orma condens ae del presente capitulo se presenta, en andlisig aes t ‘4, Una revisi6n de las Principales lineas de el ensayo . argo de los afios se han desarrollado en torno etizacion ‘4 Vez que se adelanta una propuesta de carac- temas el género, Procurando encerrar “en una nuez” ciertos Y problemas b: 4Sicos para una discusién del tema. t EL ENSAYO ANTE LA CRITICA A comienzos del siglo xx asistimos a una de las mis ricas “Pocas para la consolidacién de la critica literaria contem- ? Véase al el interesante “Apéndice” que aparece en Claire de Obakiia, ie Essayieric a rit; Luerature, Modern Criticism, and the Essay, pp. 307-310, 154 Liliana Weinberg pordnea y a una de las etapas mds Productivas Para fa , flexién sobre el tema que nos ocupa. Es Entonces cyan . autores como Lukacs o Auerbach colocan la discusién en | perspectiva macrocdsmica a que nos hemos teferido, a alli que cuando el joven Lukacs comience, hacia 1910, 4 preguntarse por el ensayo, no se trate S6lo de un interés particular por el género sino del reconocimiento de SU Valor artistico y epistemoldgico asf como de la necesidad de pen. sar ese género que, paulatinamente emancipado de Otras formas de la prosa (desde el tratado hasta Ja didactica) Pro- mete convertirse en la forma por excelencia de Ja Critica, Lukacs retoma reflexiones de raiz kantiana Pero no descuidg tampoco la recuperacién del potencial que Otorgs al ensayo el romanticismo, y lo vincula no sdélo con la Critica literarig sino con la critica de la cultura que por esos afios estaban llevando a cabo autores como Rickert o Simmel, de modo tal que, cuando nos entregue las primeras grandes reflexiones sobre el ensayo, le estara otorgando carta de ciudadania estética y epistemolégica: “el ensayo es un juicio, pero lo que decide su valor no es sélo el juicio, sino el proceso mismo de juzgar’”. Si la nocién de que el ensayo es un juicio se inspira en las palabras del padre del género, Michel de Montaigne, quien hacia 1580 escribe “Es el juicio un instru- mento necesario en el examen de toda clase de asunto’, Lukacs dira, de manera mds radical atin, que el ensayo es un juicio, en cuanto Capacidad de predicar sobre el mundo a través del enlace entre Io Particular y Io general. Pero ade- més, dice Lukacs que no nos importa tanto la sentencia como el proceso de juzgar: el despliegue, e] hacerse del juicio. En efecto, sabemos que todo ensayo plantea un punto de vista particular, una opinién fundamentada sobre algu pero al leer un ensayo no buscamos s se llega sino el proceso por el El ensayo en una nuez 155 no se apoya en ningin sistema Preestablecido para juzgar sobre el mundo, sino que él mismo genera los valores con jos que juzgara, ©, dicho en nuestras palabras, decide el camino a recorrer, el recorte del tema, el modo de abordaje y selecciona los valores desde donde se juzgar4, en un “rizo” que vincula niveles de mutua implicaci6n. Para entender en toda su hondura esta afirmacion, debemos recordar las pala- bras de Walter Benjamin ya mencionadas paginas mds atri- ba: la existencia de dos instancias, lo poético y lo poetizado, que se precisan mutuamente, que se implican mutuamente. En nuestro caso, podemos pensar, como ya se anticip6 mas arriba, en la relacién entre e/ ensayo y lo ensayado, o, dicho de otro modo, entre la interpretacién por él llevada a cabo y el proceso interpretativo con que se enlaza. El ensayo es por tanto el despliegue de un juicio, de una forma de entender algiin aspecto del mundo y de enlazar lo particular con lo universal. Lukdcs, inspirado en Ia tradicién romantica, lo caracteriza también como “poema intelectual”, y enfatiza que es posible acceder a la intelectualidad como vivencia sentimental. El autor reconoce ademas Ia jerarquia del ensayo al preocuparse por su forma, su configuracién y su vinculo particular —un vinculo altamente creativo— con la critica. Con estas palabras nos conduce a otra cuestién central en el ensayo: su capacidad de combinar el plano attistico y el intelectual: el ensayo lleva a cabo una opera- cion del orden estético para dar cuenta de cuestiones del orden del conocimiento y, afiadimos, moral. En afios recien- tes, el historiador francés Jacques Ranciére acufé el término “poética del pensar” para referirse en particular a las opera- ciones que se hacen en su 4mbito de interés, pero considero que estas palabras son también certeras para caracterizar al ensayo.‘ Al hablar de una poética del pensar estamos ante at i del ensayo", p. 23. > Georg Lukdcs, “Sobre la esencia y forma "Vie Jooues Ranciére, Las nombres de la bistoria: una poética del saber, ed. cit. 156 Liliana Weinberg otro de los grandes temas del ensayo: sy fo colocada precisamente para dar cuenta de] mundo Etc vencia —o la tensi6n— entre un estilo de] decir ae Cony, del pensar, vinculados también en mutua implicacisn Stig La preocupacién de Lukacs aspira ademi4s a encon, bases sdlidas para una nueva Practica que comienza 4 aie zat su mayoria de edad a principios del siglo XX: La cri ne Lukacs se pregunta si la critica de arte y Ja critica litera meramente se limitan a tomar la forma de aquelio q que « dedican —dicho en nuestras palabras, si la critica es “Datis, ta” del objeto estudiado— o si tiene una forma NECesatia, 5 es capaz de encontrar un sentido. Afirma Luk4cs que ¢| ensayo se apoya sobre algo preformado, sobre algo Ya sido, aunque no por ello simplemente se deja absorber Por su objeto, sino que alcanza una nueva necesidad. A lo largo de los afos estas tempranas observaciones de Lukacs se han ido enriqueciendo y completando con nuevos temas y problemas en torno al género, pero no por ello han perdido su fuerza y su importancia, ya que la audaz forma de abordaje que hace el fildsofo htngaro del tema no ha sido, en mi opinién, superada. En 1947 el fildsofo y semidlogo alem4n Max Bense retoma la pregunta por la forma 0 configuracién del ensayo, su rela- cion con la critica, y explica que el ensayo es un ars combinatoria que se mueve alli donde colindan ética y estética: Escribe ensayisticamente quien compone experimentando, quien hace rodar su tema de un lado a otro, quien repregunta, palpa, prueba, quien atraviesa un objeto con su reflexi6n, quien vuelve y revuelve, quien parte hacia é| desde diversos lu igares y en su atisbo intelectual reine lo que ve y prefabrica lo que el tema bajo Ia escri- tura deja ver cuando se logran ciertas condiciones.5 > Max Bense, “Uber den Essay und seine Prosa” Hay traduccién al espanol de Martha Pina, Sob, , : » 900re el ensa’ 70S ico, CCyDEL-UNAM, 2004, pp. 24-25. el ensayo y su prosa, MExi rr ti aceeciiaa, El ensayo en una nuez 157 oo gl ensayo, Para Bense, ocupa un confinium, esto es, una ra la Vez limitrofe y lindera entre los dos orbes, en oe concilia creacion e intencién, Y Supera ampliamente en dencia”, dado que se dedica a “Ig expresién de un ensamiento” que en cuanto tal demanda “forma” y a expre- sion”, ¥ Persigue un Proposito, no del pensamiento sino de ia forma: “la razén debe ir en aras de la forma’, anota, y prosigue: Asi llegamos a admitir que hay un singular confinium que se forma entre poesia y prosa, entre el estadio estético de la creacién yel estadio ético de la tendencia, que se mantiene siempre, un Poco cambiante en su modo de ser, pero que ocupa un eminente rango literario, porque, a saber, el ensayo significa la expresion literaria inmediata de este confinium entre poesia y prosa, entre creaci6n y tendencia, entre el estadio estético y el ético (p. 24). El ensayo es para él un fragmento de ta una realidad concreta autosubsistent mismo es una realidad literaria” (ibid). En uno de los pasajes mds sugerentes de su propio texto vincula conocimiento e imaginacién: Pfosa que represen- e, “de modo que él De este modo también la configuracién es una categoria epistemoldgica no alcanzable desde una perspectiva axiomitico- deductiva, sino sdlo a través de un ars combinatoria literaria, en la cual en el lugar del conocimiento puro se coloca la imaginaci6n. Pues mediante esta fuerza imaginativa no se muestran nuevos obje- tos, sino configuraciones para los objetos, y éstas aparecen no como una necesidad deductiva sino experimental. Todos los grandes en- sayistas han sido combinadores y han poseido una extraordinaria fuerza imaginativa (p. 29). Y llega Bense a una conclusi6n interesantisima: aquello que se hace evidente en el ensayo no es propiamente la subjetividad de quien lo escribe sino el tema ensayado, puesto 158 Liliana Weinberg que Ja primera produce las condiciones bajo las tema o asunto en su totalidad llegan a Tespaldar tine ales Un raci6n literaria. No se intenta escribir, no se intenta entigy un tema; se intenta relacionarlo literariamente, se ae, er entonces una pregunta, se experimenta con é|, lece La obra de Max Bense contiene asi valiosas observacio sobre la relacién entre el ensayo y Ia critica: no S6lo se i de que el ensayista experimente a través de su teXto, sing que cree, a partir de él, las condiciones mismas Mediante Jag cuales el tema quede librado a la experimentacién, Las reflexiones de Bense presentan ademiés interesante, coincidencias con lo que ya hacia 1914 observaba un escri- tor como Robert Musil, para quien e] ensayo anuda Etica y estética, a la vez que es una aventura del pensamiento en |, que se recupera la propia exploraci6n, la singularidad de los procesos, como uno de los momentos fundamentales, Dice asi que “Ensayo es: en un terreno en que se puede trabajar con precisi6n, hacer algo con descuido [...]. O bien: el maximo rigor accesible en un terreno en el que no se puede trabajar con precisién”: El ensayo trata de crear un orden. No ofrece figuras, sino un encade- namiento de ideas, légico por tanto, y al igual que las ciencias dela naturaleza parte de unos hechos que también relaciona. Sdlo que estos hechos no son observables en general, y también su enca- denamiento es en muchos casos singular. No hay solucién total, sino tan sdlo una serie de soluciones particulares. Pero expresa e investiga.® El fildsofo aleman Theodor W. Adorno ha hecho también fundamentales aportes al ensayo, al recuperar su valor Cognoscitivo respecto del discurso filos6fico.”? Dice Adorno ° Robert Musil, Ensayos y conferencias 7 Véase Theodor W. Adorno, “El ensa; ‘

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