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-Alberto Mottesi-
Introduccin
No podemos ser evangelistas si no somos adoradores; no podemos ser
adoradores si no somos evangelistas. El Padre busca adoradores que le adoren
en espritu y en verdad. Un verdadero adorador tambin es un evangelista con
pasin por ganar a los perdidos.
v.16 As dijo Jehov: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las
sendas antiguas, cul sea el buen camino, y andad por l, y hallaris
descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.
v.17 Puse tambin sobre vosotros atalayas, que dijesen: Escuchad al
sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos.
v.18 Por tanto, od, naciones, y entended, oh congregacin, lo que suceder.
v.19 Oye, tierra: He aqu yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus
pensamientos; porque no escucharon mis palabras, y aborrecieron mi ley.
v.20 Para qu a m este incienso de Sab, y la buena caa olorosa de
tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros
sacrificios me agradan.
El primer equipo preparado para divulgar las buenas nuevas del evangelio nunca
so con la plenitud que hoy gozamos: medios de comunicacin y de transporte.
Parece que tenemos todo para llenar la tierra con el conocimiento de Dios, pero
es un todo que se convierte en nada si no tenemos autoridad del Espritu Santo.
De John Wesley se deca que iba sin aliento corriendo detrs de las almas.
Cuntos de nosotros, miembros del cuerpo de Cristo, realmente nos estamos
consumiendo por l.
La gente escucha lo que hablamos, mira lo que hacemos, oye lo que cantamos,
y descubre la calidad de vida que tenemos. Y por ltimo puede detectar el peso
de gloria que llevamos.
Certidumbre
El poder para testificar es el poder de una certidumbre personal.