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A UNA AMIGA

Tus sueos desiertos,


regin de recelos miserables,
estrangulan tu hednico sudor porfiado de la razn.
En trance de miseria impertinente
legitimas la frivolidad de tu falsa entrega.
Tus deseos
Se desmorona a crudos pedazos,
frigidez rebuscada.

Te excusa en la desordenada natura de la noche.


Levantas un muro a tu orgasmo
que no permite su marcha en sbito asalto
esparcido en el silencio de tus fantasas develada.

A que le temes encarnada furor de la tristeza ?


Que te impide entregarte al clmax que purifica mpetus de anhelos?
Te oculta a ese momento sin memoria
que robusta estremece tu cintura encarnecida.

Ella solo ve la ventana de hierro.


Resiste cualquier caricia pujante que le arremete
de fiera furia sin rostro,
que pretenda hacer olvidar a su amado;
pasado de sal que no vuelve
que se congelo en su carne
y no le permite vivir.

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