Se mueven las hojas cual manos mecindose: saludan, se despiden de m.
Hacen que recuerde aquel da en la estacin cuando son entre t y yo el silbato del tren. Al lado de los pauelos agitndose, parecan volar las figuritas de papel cada vez ms alto hasta perderlas de vista, tan frgiles, tan perecederas, tan bellas como nuestra historia. No lo s, tantas charlas a la hora del t, pareca inevitable que empezara a oler a flores; todo se detena, aun el tiempo. Estaba prohibido, mas ya sabes como es. En ocasiones siento que an lo pago cuando veo las hojas sacudirse. S, tambin viene con algunos olores y cuando recuerdo esos dedos frescos que acariciaban mi cabello. Te propuse un reencuentro antes de la partida, pero, Cundo?, Cmo?, Cul es el aparto con que se mide la eternidad de un da ausentes de nosotros? Si es que alguna vez eres libre, libre de l y del mundo, mi propuesta sigue en pie. Tal vez sea la nica manera en que d fin a este poema nuestro.