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LAS FALACIAS

LA ARGUMENTACIÓN RACIONAL: LAS FALACIAS

Dentro de los mecanismos que permiten mejorar la calidad de las

argumentaciones, existen unos muy peculiares, porque violan

conscientemente las normas de la lógica (justo es reconocer que algunos de

los que ya comentamos, se encuentran bien cerca de ello), y no permiten,

dadas ciertas premisas, obtener de ellas ningún tipo de conclusiones, ni

siquiera de forma probable e inductiva.

Dichos mecanismos se denominan falacias. Una falacia viene a ser un

argumento tramposo

y engañoso. Un

término sinónimo de

falacia es el de

sofisma. “Sofisma”

viene de “sofista”,

que no era en

principio más que “un

filósofo que formaba

parte de la sofística”, que a su vez era un movimiento filosófico griego que

enseñaba a argumentar y sacar adelante los propios puntos de vista en la

plaza pública o ágora (parlamento de las democracias de las polis griegas) o

también en los tribunales. Sofista sería quien presentase “verdades malas

con razones buenas”.


Desde tiempos de los griegos, y desde Platón, que fue quien los criticó en

mayor medida, existe una sospecha generalizada sobre la profesión política

o la abogacía, como refugio de mentirosos, liantes, fuleros, despreocupados

por la verdad y expertos en usar el lenguaje al servicio de sus intereses

privados. La verdad sea dicha, observando cierta práctica jurídica o política

(para no acudir al presente, no está de más escuchar alguno de los discursos

de Hitler), uno se puede sentir tentado de dar la razón a Platón, pero las

generalizaciones esconden una excesiva simplificación del análisis que no

conduce a la verdad.

Lo mejor es explicar cuáles son las falacias más características para

conocerlas bien e impedir que sean usadas “en nuestra contra” y que seamos

convencidos por argumentos de poca calidad y manipulados por razones

espúreas:

(1) Argumento ad verecundiam (ad autoritatem): argumento de

autoridad, intenta basarse en el prestigio del argumentador o de

quien sostiene el argumento.

(2) Argumento ad baculum:

argumento basado en la

pura fuerza de quien lo

esgrime.

(3) Argumento circular:

argumento que responde

con los mismos

contenidos con los que se

pregunta.
(4) Argumento ad populum: argumento que busca convencer apelando a

las emociones y sentimientos, individuales o colectivas.

(5) Argumento ex populo: argumento que busca su fuerza en el hecho

de que una determinada postura se sostenido por todo (¿?) el

mundo para considerarla cierta.

(6) Argumento post hoc, ergo propter hoc: argumento que, de dos

sucesos, uno anterior y otro posterior, convierte al primero en

causa segura del segundo.

(7) Argumento ad hominem: argumento que intenta debilitar

determinadas razones acudiendo a las características (negativas)

de quien lo sostiene.

(8) Argumento tu quoque: variante del anterior, que consiste en

achacar al interlocutor los mismos defectos que éste le achaca a

uno.

(9) Argumento de la pendiente resbaladiza: argumento que establece

una serie de relaciones de causa a efecto donde se encuentra una

trampa que permite establecer conclusiones enormemente

aumentadas respecto a lo establecido en las premisas.

(10) Argumento ad ignorantiam: argumento que trata de sacar la

verdad/mentira de alguna cuestión a partir de la negación de su

contrario.

(11) Argumento de las preguntas complejas (ad suppositionem):

argumento que consiste en preguntar involucrando suposiciones

para obligar a nuestro adversario a defenderse en lugar de probar

nosotros nuestras afirmaciones.


De nuevo veremos cómo funcionan estas falacias operando en una serie de

argumentaciones concretas, tomadas de los usos habituales del lenguaje

natural:

(1) “No se debe comer la carne de cerdo, porque ya lo dijo Mahoma

que no se podían comer animales que no fueran rumiantes”.

(2) “Convéncete de que la pregunta se contesta tal y como yo te digo,

y si no, cuando llegue la

hora del examen, atente

a las consecuencias”.

(3) “La cerámica se rompe

con facilidad, porque su

estructura química es

frágil”.

(4) “¡Profesor, piense que

en el pasado siempre fui bueno, que en mi casa la situación es

horrible desde que mi padre se dio al alcohol y mi madre a la

droga, apruébeme con un tres y medio!”.

(5) “Todo el mundo que lo conoce dice que el alcalde de Ponferrada es

un chuloputas y un salido, así que seguro que es acosador de la

concejala que lo denunció”. (Este ejemplo fue anterior a su

condena por acoso sexual; ¿en qué medida cambia el valor del

argumento la sentencia condenatoria?)


(6) “Lo último que hice, antes de enfermar de gastroenteritis, fue

comer aquellos calamares y beber una botella de sidra. ¡Seguro

que fueron los culpables!”.

(7) “¿Cómo se atreve usted a criticar nuestra política de educación si

cuando estaba en el poder lo hizo peor, puesto que la situación era

más negativa?”.

(8) “Doctor, ¿cómo me dice usted que fumar es malo y que yo debo

dejarlo, si usted también fuma, y más que yo todavía?”.

(9) “Mamá, para aprobar el latín de 2º de Bachillerato, hay que ser

casi un experto, y yo tengo muy mala base. Si estudio una hora de

latín no voy a ser un experto en latín. Y si estudio dos, tampoco. Y

diez horas de latín, no suponen una gran mejora. Así que por mucho

que estudie, no voy a mejorar mi conocimiento de latín ni aprobar.

¡Para qué me voy a molestar entonces! Mejor lo dejo para el

verano”.

(10) “No se ha podido establecer con seguridad que X sea verdad,

así que X es sin duda falso”. “No se ha podido establecer con

seguridad que X sea falso, así que X es sin duda verdad”.

(11) “¿Qué, ya dejaste de copiar y ya guardaste la chuleta? ¿No te

parece que lo tuyo es ya demasiado?”. “Profesor, por favor, no diga

eso, yo no estaba copiando, estaba recogiendo un bolígrafo, etc.”.

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