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ne TH Moty Benyakar « Alvaro Lézica Moty Benyakar « Alvaro Lezica LO TRAUM Clinica y paradoja eyo] EI proceso traumatico PCC Ct eee Editorial Biblos 2 La conformacién de la trama. El complejo traumdtico. Nuestra proposicion a, Experiencia, vivencia, vivenciar Partamos de una base: a nuestro entender, el psicoandlisis supone -en forma implicita~ une funcién psiquica de autorregulacién integradora, ne- cesaria para la conformacién de las experiencias y vivencias, las que, como 8 difimos, implican Ia integracién de elementos simples en unidades psi i fa se van conformando cadenas s cada vez més complejas, que denominamos de tinta red, trama o entramado vivencial o experiencia d no se encuentra exclusivamente volcada a nuestro mundo ino en constante interaccién con el mundo externo, actuando en Ja interfase mundo externo-mundo interno, sutil frontera donde se con. forma la experiencia. Esta interaccién es propia de lo humano y capacita iuo para vivenciarse como sujeto dentro del: medio social Kernberg, 1987) Una ver dicho esto, invitamos al lector @ acompaiiarnos en una explora: ign de las ides de la vivencia en el fendmeno traumatico, partiendo de Ja postulacién de la existencia de una vivencia definitoria de lo traumético en Js que se produce una desarticulacién entre el afecto y la representacién, Esta vivencia traumstica es conceptualizada como el resultado subjetivo del en- cuentro entre una sitnacién’ ) traumatogénica y el desencadenamiento psiquico de la secuencia desvalimiento-angustia automética, seguide de una, falla de la funcién autorreguladora integradora. En ese caso se produce, en- tonces, lo que hemos definido como colapso de las relaciones entre lo paiquico, lo social, lo temporal y Io espacial (Benyakar, 1996a). Queda asi anotada, modo de formulacion desoriptiva, una definicién provisoria de la vivencia trau- miatica, sobre la que volveremos més adelata 107 Vicisrrupas De Lo trawncArico Recapitulemos brevemente algo de lo presentado hasta aqui. Hemos di- cho que el adjetivo traumatogénico, respecto del evento, s6lo podré utilizar- se a posteriori del estudio del funcionamiento psfquieo del sujeto en enes- tiGn, una ver alcanzado el diagnéstico de “trauma”, a partir de la deteccién clinica de los indicadores caracteristicos de una vivencia traumética. Re- cign entonces la experiencia que resulta de la accién del evento traumato- génico puede denominarse “experiencia traumética”, erioncia es una resultante de la integracin de la situacién ya vivencia ~y dado que lo maximo que puede sefialarse de la situacién es su cardcter disruptivo~, serd la constitucién de la vivencia lo que cualifique la experiencia, Si en el proceso de armado de la vivencia se produce la falla tipica que caracterizaré a la vivencia traumética, ésta se trasladard al ar- mado de la experiencia, resultando una experiencia traumética. Podemos decir, entonces, que la experiencia treumdtica serd el producto de la conjuncién fallida entre un evento ~disruptivo y potancialmente trau- matogénico-y una vivencia ~traumdtica~. Bs necerd como doloroso mojén en el mapa como afecto sefalizador y cualificador de esa circunstancia. Seguin lo desarrollado por Baranger, Ba- ranger y Mom, la forma y metabolizacién de la angustia automat emerge en un i es mitico al tiempo que funcionard como el factor que adjudica las cualidades traumatogénicas al evento fiéctico desencadenante (Baranger, Baranger y ‘Mom, 1988). Subrayamos, entonces, que, al considerar la angustia autoratica come rasgo clinico diferencial entre lo traumtico y lo meramente amenazante, otorgamos especial peso cualitativo a lo vivenciado. ¥ que, a la luz de esta hipétesis, queda relativizado el valor de las eualidades intrinsecas de lo féctico eémo tinica causa del efecto traumético, 1. Bltérmino "etaboliaci’ alte al proseso que PieraAvlagniercaracerin comet trans: ‘ormacion de lo n0 propo en propio, dole etarogénce en homogtnee. 108 LA CONFORMAGION DE LA TRAIEA, b. Dela vivencia traumatica al complejo traumdtico 8.1, Estructura de la vivencia traumética Una vivencia traumética se desencadenaré en un sujeto si sus capaci- dades articuladoras y metabolizadoras se ven superadas, En una situacion disruptiva que deriva en vivencia traumatic, la tensiéa a la que el sujeto 8e ve expuesto no es acorde a su capacidad elaborativa, produciendo un estado de inermidad psfquica, de indefensién, De ese modo, lo factico dis- ruptivo desencadena un proceso traumitico, Debe suponerse que el aparate psiquico, aun si es superado en su capac cidad de procesamiento por la vivencia concomitante al evento factico dis- ruptivo, dispone, de todos modos, de algiin recurso protector para que los ‘efectos de esta vivencia no se expandan hasta volverla deletérea. Este me- canismo supone un funcionamiento andlogo al de un disyuntor eléctrico: derivan le diferencia de tensién a circuitos no centrales para evitar que arrasen con el aparato (sin desconocer las limitaciones que puede tener uuna analogia en esta direccién), Es decir que si bien ocurre lo que general- mente se denomina inundacién del aparato psiquico, también hay —» puede hhaber— recursos que circunscriben la vivencia traumética a determinado arabito del mismo. Podemos decir, entonces, que la vivencia traumética no 6 expulsada del aparato ni es integrada a él, sino que queda.en su interior pero en estado de exterioridad; es decir, la vivencia traumitica queda en- capsulada en el interior del aparato, al modo de lo que Ferenczi denomina teratoma, Interesante término que describe la ay en le trama de otro tejido, de caracteristicas abs jente heterogéneas (Ferenczi, 1984). Las cuslidades de esta trama heterogénea no incluyen la Aiseminacién por el organismo; su patogenicidad se da por obstruccién de ‘Procesos y por el lugar y el modo en que éste se constituye, ‘La analogia con el teratoma no s6lo nos permite brindar una imagen aproximada de nuestra conceptualizacién del devenir de la vivencia trau- mética sino que, ademés ~como veremos més adelante, posibilita costo ner un diagnéstico diferencial entre dos entidades nosoldgicas precicas: el complejo traumético (cireunscripto) y el vivenciar traumético (diseminado- difuso-no circunscripto). Por nuestra parte, sostendremos que en toda inseripeién de un even to traumatogénico subyace un elemento que actiia a modo de cuerpo ex. tratio, encapsulado. Llamamos introdueto a este elemento enquistado en el aparato, Pero antes de avanzar sobre esto, detengdmones en la aparicién de an- gustia automética, vinculada a una “vivencia” espectfiea, desencadenada por ‘una situacién disruptiva circunscripta, Bsta es, por asi decir, uma escansiGn 109 ‘Vrcisrrupes D8 10 TRAUMATICO ‘temporal: marca un antes y un después, cristalizéndose como fisura en la continuidad psiquica, una brecha psfquica (Del Valle, 1982). Para entender mejor esta propuesta recordemos que Freud, en sus articulos metapsicolégi- cos de 1915, retoma el supuesto de que el aparato trabaja con representantes siquicos de lo que acontece en Ia relacién entre el sujeto, su cuerpo y el medio, representantes que pueden ser de dos clases: representaciones y afee- tos, Planteard, en forma més precisa ~si bien un poco engorrosa-, la existen- cia de representantes de la pulsidn, entre los que incluye afecto yrepresenta- ida, erabajadores de lo féctio corporal? en el peiquismo. Estos elementos, representantes de la pulsign estén articulados en la vivencia. En la teoria freudiana la car: esencial de lo traumético esa compulsion repetitiva més allé del del placer y, generalmen- ‘2, se tiende a remitir esta tendencia a en la ligadura. Pero en- tonces es preciso diferencia entre ligadura y lo que nosotros dimos en la- mar articulacién. Ligadura es un término polisémico, En este libro se lo usar exch mente para hacer referencia al enlace de un afecto con otro. Por st articulacién refiere al enlace de un afecto con una representacién. Bi d que la ligadiura enlaza elementos homogéneos mientras que la articulacién conjuga o pone en relaciém dos dimensiones diferentes, aun cuando eada ‘una conserva sus propiedades. Podemos entender esta puesta en relaciéa or analogia con una bisagra y decir que articula dimensiones heterogé- neas que, de este modo, quedan enlazadas pero sin fundirse una en la otra. Es decir, al modo en que una bisagra conjuga un marco y una tabla de madera dando lugar a una nueva unidad: la puerta, que posee ambos ele- mentos pero integrados en una nueva unidad fimcional Del mismo modo, el enlace o articulacisn entre afectoy representacién da origen alo que lamamos vivencia, en un proceso primordial de elaboracién, y transformaciéa psfquica de dos elementos, dando lugar a un tercero; pro- ‘eso que es condicion necesaria para ol despliegue de la actividad peiquica nortaal. Definimos, entonces, la vivencia traumética como la desarticulacién entre él afecto y la representacién. Ast, la vivencia traumética, lejos de ser una acumulaciéa castica de sensaciones, presenta una estructura propia, con sponentes afectives y representacionales concomitantes mas no articu- itacional 0 metabolizante, Mas atin: puede llegar a obstruir este flujo, como veremos més adelante ‘Una vivencia serd traumatica no por ser penosa o dolorosa en sf, sino a 2. Tanto interno camo extern, uo LACONFORMAGION DE LA TRAMA causa de una falla en los procesos de integracién, o més espetificamente de articulacién, falla que impide el enlace del afecto con su concomitante re- presentacional que hubiera conformade la vivencia normal y mataboliza- ‘le. Lo que determina que una vivencia sea traumatica es el corte de la continuidad procesal, producido por la desarticulacién o no articulacién entre el afecto y la representacién, Pero esta definicién de vivencia como el produeto de la articulacién en- tre los dos tipos de representantes tora paradéjico el término mismo de ‘vivencia traumética, pues alude a una vivencia que no ha llegado a estruc- ‘tararse como tal: si el término “vivencia” evoca el desarrollo de eiertos pro- esos psfquicos esenciales, el término “traumétioo” sefiala el punto en que estos mismos procesos naufragan, al fallar la articulacién entre componen- tes afectivos y representacionales. Pero, entonces, 2por qué seguir utilizando esta especie de oximoron que es “vivencia traumstica”? Porque conserva los componentes esenciales de toda vivencia ~afecto y representacién— sin desmentir su particular estatu- to de no articulacién, lo que permite observarios, analizar su desarrollo y destino, ast como indagar modalidades de abordaje en la clinica. Articula- ci6a deviene, aqui, un término central pues lo traumético puede definirse como la disfunciGn de la articulacién, En sentido estricto, lo traumatico es desintegrader: los elementos per- ‘maneven, pero su integracién ha desaparecido como resultado de lo trau- miético que asf inicia su proceso, 6.2. El introducto, un “quiste de lo fitico” Lo fallido de la articulacién ~la particular manera en que los componen- tes permanecen disjuntos- en la vivencia traumtica promoveré ~por ex: ‘rafia transitividad~ la conformaeién de una experiencia traumética. Este tipo de experiencias y vivencias son generadas por un evento disraptivo ue, retrospectivamente, podré considerarse traumatogénico, Ahora bien, luna vez caracterizeda Ia falla articuladora del proceso traumatico, ;podre. suos deducir algo més sobre las caracteristicas del evento disruptive en sa rrelacién con el psiquismo? Pora intentar una respuesta, debemos considerar estas experiencias en Ia perspectiva de la actividad psfquiea. Para aclararnos esto, volvamos sobre la actividad psfquica normal en Grounstancias no disruptivas: el psiquiemo transforma en representacién psiquica lo que see presenta, en un proceso que amamos internalizacién, diferenciando sus tipos como introyeccién e incorporacién, Esta conceptualizacién supone un psiquismo activando tres movimien- ‘tos esenciales, conjugados y en permanente interaccién: ui ‘Micisirupas DB Lo TRaviskmiCo 1) intemnalizacién activa; 2) transformacién del percepto en representacién, y 8) inseripcién, Pero la psiquis no siempre se avione a las conceptualizaciones; puede ccurrir que algo del mundo venga a impactar en esas suposiciones. Habla- ‘mos de lo que antes nombramos como introducto, Este irrumpe, eonstitu- ‘yéndose en un cuerpo extraiio que permanece incrustado en el psiquismo, pero sin integrarse a él. Esto es asi dado que al imponer su inseripeién, saltedndose el proceso de internalizacién activa, conserva su cualidad per- ceptual. Ello, obviamente, atenta contra la elaboracién, Toda in se inseribe en el psiquismo como légica consecuencia de su actividad internalizadora. Sin embargo, como un evento disruptive no se “presenta” simplemente, sino que irrumpe, atropella, es decir, se incrus- ta con violencia en el psiquismo; éste, “atragantado” de arrolladora reali- dad, se ve forzado a ign estatuto ~alguna “inscripcién”— pero sin poder otorgarle las caracteristicas de una representacién procesable. Dado gue el producto de una introyeceién se denomina introyecto, proponemos lamar introdueto al resultado de esta internalizacién forzada desubjeti- vante? En la asimilacién del introyecto el sujeto es parte activa del proce- 0; on el caso del introducto, el sujeto queda al margen de esa “inscripeién”, en un estado de internalizacién pasiva. El introducto supone un funcionamiento bizarro, al modo de los elemen- tos beta, con le salvedad de que si el elemento beta se define como elemento interno no transformado, el introducto se define como un elemento exégeno incrustado en el psiquismo y no transformado. El introducto, entonces, es producto de un mecenismo pasivo de internalizacién de lo féetico (Bion, 1965). El término introducto que proponemos enfatiza la cualidad de lo ineor- porado por la fuerza (a diferencia del objeto recortado on la intreyeccién) conservando su cardeter de “cuerpo extrafio”. Hl introducto, por su cuali- dad de no transformacién, se cristaliza al modo del teratoma de Ferenczi Este modo en que lo externo mantiene sus cualidades pereeptuales y permancee como cuerpo extrafio incrustado permite establecer una dife- rencia teérica entre internalizacin forzada o pasiva e introyeccién 0 inter- nalizacién activa, La introyeccién constituye un movimiento psfquico active por medio del cual el sujeto internaliza algo de “lo otro”, que hasta ese momento era Jo “no psiquico”. La internalizacién forzada, en cambio, refiere a la imposi- 8. Estas concepiesremiten elo desarrllado por Benyskar en s tosis dctaral (ea pron) uz La CONFORMACION DE LA RAMA cidn de la incorporacién de lo externo cobre el psiquismo, caracterizéndose por su efecto desubjetivante: el sujeto se convierte en objeto pasivamente percipiente de una realidad que lo avasalla. Y el introdueto se mantiene en el aparato no como representacién sino como presentacién, mantanien- do su condicién de actualidad perceptual. La actividad que tendria que estar dirigida a la metabolizacin, transformaciGn o representacién, se ve comprometida en una repeticién permanente de la pervepcién. Algo per- siste ahi ~cuerpo extratio refractario a la articulacién, transformaeién ¢ integracién en la trama vivencial~ como sentido estallado y actual. En la introyecciéa normal ~en la que queda preservado un aparato me- tabolizador, tanto idades propias del ovento como por la condi- ign del psiquismo-, la significacion psfquiea de lo internalizado estard dada or diversos factores: + Lacapacidad de catectizacién del psiquismo, o sea, la capacidad de sos tener activa y adecuadamente el vinculo con el mundo externo, + Lacircunstancia de hallarse inmerso en un entorno favorable al sostén del vineulo y el incentivo de esa catectizacién. La posibilidad de articulacién de afecto y representacién. La concomitante capacidad de transformacién constante, es decir, de metabolizacién psiquica. + La posibilidad de inclusion en un registro mnémico articulado. Por el contrario, en el proceso de internalizaci6n forzada, el introducto impondré su centralidad distorsionando los cineo factores antes mencio. nades. Es notable que un fenémeno psiquico dé lugar a tales consecuencias. Bs comiin que alguien no nevesariamente en una situaciGn cliniea~ acomps fie su relato con manifestaciones de afecto concomitantes al clima del mis. mo ~sonrisa o lanto, por ejemplo-. Bs menos comtin que un producto ps aquico ~pongamos por caso, un suetio 0 una fantasfa~ conserve su cardcter vivido y sea acompaiiado de una sensacién de facticidad o actualidad. Pre- cisamente este tipo de manifestaciones las encontramos con bastante fre. suencia dentro del campo de lo traumético. Si consideramos las manifestaciones del aparato psiquico, vemos que ‘bay productos antimicoe que conservan las caracterfsticas de lo faction ex: terno: las alucinaciones y los deliris, por ejemplo. Estos, al igual que el Jntroducto, activan el polo perceptual adquiriendo evalidades de realidad fictica. Por su parte, el introducto comparte con les recuerdos ‘os (generados por un procesamiento normal) Ia no alteracién del juicio de realidad en forma terminante. Es decir, el introducto en el ee representa. cién-realidad esté en un punto intermedio entre el recuerdo hiperemotivo o 13 Vicrsrrupes ne xo rauinico vivido -distinguible de lo perceptual-real~ y la alucinacién, producto in- ‘trapsiquico que toma el lugar de lo real Expuesto una y otra vez al impacto de la inscripcién de una situacion queno pierde sus cualidades de facticidad y actualidad, el sujeto se enfren- ‘a'repetidas veces con aquello que leva la marea de lo no élaborado en su més crada expre Acordames ¢ Fain cusndo dice que, en estos ¢ represen ‘tadono existe sino ligado a la eualidad de lo pereibido; si adquiere connate. ciones peligrosas desde el punto de vista del equilibrio narcisfstico, emerge la sefial de peligro vinculada a la percepcién (en el sentido do que el psi. quismo decodifica el peligro como algo derivado del encuentro con lo facti- 0) de una posible catastrofe (Pain, 1992). Ademds de la permanente reactivacién desde el propio psiquismo, el introducto puede ser reactivado a partir de estimulos externos similares al evento factico disruptivo que lo conformé, hecho que la sabiduria popular no deja de registrar: el que se quema con leche, ve una vaca y Hora, Bl introducto presenta una doble faz: se trata de una inscripeién en e) sistema mnémico que continia manteniendo su cualidad perceptual. Pero Por si hace falta aclararlo— no se trata de una alucinacién, Esta rara cualidad, esta condiciéa de suetio en vigilia que, sin embargo, no ¢s alucinatorio, esta realidad que atraganta al psiquismo, no a postular mecanismos especificos de la memoria en el procesamiento de lo ‘traumético, como lo exponemos en el capitulo correspondiente. ‘Veamos esto en un caso elinico. ‘Tevi relate como, mientras conducia un tanque, fue atacado por un “mic sil de hombro”. El impacto arrancé del tanque a algunos de sus compaiie. 0s. Ofa sus gritos pero, a diferencia de lo acostumbrado, esta vez no com>. ia sus nombres. La circunstancia de una guerra particularmente eruel y sorpresiva (a guerra paradéjicamente Hamada de Jom Kipur, o guerra det erdén) lo habia arrojado al campo de batalla sin conocer a sus compatic- 70s, situacién que los despojaba ~tanto a 6 como a los soldados a su cargo de ese lazo contenedor que es la fraternidad de armas. Ent sélo desconocia a su atacante, también a sus propios comp: sritos, voces desconocidas. Pero ~y peor atin se desconocia a si mismo: en ‘medio del bombardeo, en vez de seguir las normas de asistencia entre ca- ‘maradas —normas comunes en el ejército israeli su reaccién esponténca fue “agacharse y esconderse’. i vi desarrolla una pardlisis conversiva de medio cuer- ‘muy aguda y repetitiva que presentificaba el estar expuesto al impacto del misil, acompaiada de amnesias parciales, falta de spetito, imposibilidad de concentrarse, desinterés por sa medi Podemos ver en estas manifestaciones él efecto del introducto, eran sélo 14 La CONFORMACION DE LA TRAIMA sente en estas escenas que se le impontan y Io dominaban, forma tipica de lo traumético; emergencia de fendmenos autométicos y auténomos que arra- saba con su propio ser: “Ese no soy yo", decia. 7 ; ‘Un misil puede no s6lo destruir a una persona, también puede casio nar que un afecto quede a merced de los embates de un evento que una y otra ver-devuelva al sujeto a esa escena donde ha quedado inerme, no sslo por el embate del enemigo sino por su propia reaccién. Tzvi no habia tenido ‘tiempo, siquiera, de establecer los mas radimentarios lazos fraternales con ‘sus compafieros, lazos que, en su riqueza y polivalencia, hubieran servido de apoyatura para enfrentar el desvalimiento que lo disruptive impone. Y ese misil -pero también los gritos, Ia indecisién, el desvalimiento- queda abf, como introducto, como un quiste interno; es decir, como escena siempre presente, percibida na y otra vez en cada sintoma, en cada rechazo, en cada fibra de su cuerpo paralizado. ¢. Los componentes del complejo traumstico s vivencias que constituyen lo que hemos llamado complejo trau- 1a vivencia de vacto traumatico, 1a de desamparo y la de cL. Vivencia de vacto traumetico a palabra “vacio"esté siempre presente en la clinica de lo traumatic atest se rec emi neem zo ~lo que nés ubicaria en el amplio campo de las reacciones depresivas-, sino que refiere ala extrafia sensacién de un sujeto aturdido por una vven: cia que se le impone y lo obliga a una constante actividad psiqnica reparac sorta vivencia de vacfo “que denominamos de vet traumdtizo para di ferenciarla de otras similares aparece en términos negativos, como sino penmitiora un abordaje on otros términos:”.. hay algo que no puedo expre- 4 abordamos ol tena dl vasio de un modo diferente alde Aan Badiou, quien lo prepone como condicka primordial dl 45, diferencia da vivencia de vaca dopresivo 0 eaquiside. 15, ‘Vicisrrupss ne Lo teaunicknsco sar’, “no creo poder explicarme”, ‘no encuentro palabras”, “sé que no va a entenderme” (Green, 1999; Marucen, 1999). La sensacién de tener un agujero en la trama vivencial que no ha podido ser elaborada leva a una accién reparatoria en busea de sentido, como una de las formas que toma la vivencia de vacio para acceder a la conciencia. Estos fenémenos perduran en su condicién de sensacién® que avestigua acer~ cade una falta de articulacién; es decir, expresa la pervepeién endopsiquica de la falla del proceso representacional. Esta percepeién endopsfquica es una funcién permanente del psiquis- ‘mo, que no s6lo informa de los resultados, &xitos y fracasos en el procesa- micnto de las experiencias, sino que ~a partir de estos resultados~ desen- cadena diversas reacciones. Si se logra un procesamiento normal, el sujeto lopercibe yo siente como una vivencia de satisfaccién psiquica, una sensa- cién agradable y plena. De lo contrario, vivenciames la percepcién oscura de un sutil y particular desasosiego, No es necesario abundar en descrip- ciones: todos hemos experimentado alguna vez esa sensacién de difusa guietud ante un proceso psiquico que no aleanza el resultado al que se aspi a, por ejemplo, cuando no recordamos algo que sabemos y deberia resul- ‘tarnos accesible. Algo semejante parece acontecer con Ja falla procesal bésiea cuya resul- tante es esta vivencia que no llega a conformarse como tal en su sentido pleno: la vivencia traumética. La autoconciencia, al percibitla, “da aviso” al sujeto sobre Ta falla a través de la vivencia de vacio, Ia que refleja el “agujero” dejado en Ia trama vivencial continua por la imposibilidad de incorporar ono articulado, pero presente y acontecido, de la vivencia trau- mética. Este proceso emerge como “huecos mentales", “racio psiquico”, ete. Es Ja vivencia traumética la que desencadena esa viveneia de vacio. Esta particular vivencia produce dos efectos muy diferentes en el fun- cionamiento psiquico: por un lado puede pulsar hacia un nivel de desarro- Do pstquico pleno, aspirando a un proceso exitoso de articulacién que per- mita el aparato restituir su coherencia de trabajo integrador y autorregu- lador. Pero, también, puede producir un efecto contrario y acorralar al psi quismo hasta rendirlo, imposibilitandolo de procesar y forzéndolo @ proce- sos de decatectizacién del medio ei Para resumir: el andlisis de la cltnica de le vivencia de vacio muestra ‘quenos encontramos ante un encadenamiento de procesos diferenciables y Alon efetas de cota claborscitn definimas sensacién come la dimensién més origisavia dst afeco, Dado que los afecto seri cuabfcedores de la vivencia presencia seis le exis- teria de una vvenciaconcordante 1B eftcto se verifies en acini en of desiterds que el eujeto demuestra por u entorso us ‘LA CONFORDIACION DB LA TRAMA zo ante un caos de sensaciones. La disrupcién que el mundo externo prove- ca on el psiquismo desencadena la internalizacién forzada del introducto, 1s falla en el proceso de articulacién y la conformacién de la vivencia trau- miética. Esta falla en el proceso representacional producira una especie de “hueco psiquico” en la trama vivencial continua, que se representaré en la mente a través de la vivencia de vacio traumética. La vivencia de vacto es consecuencia de la falla en la inscripeién que la vivencia traumética desencadena. Paradéjicamente, lo que parece estar dentro del registro mnémico-vivencial es la imposibilidad de insoripcién de Ja vivencia traumética en la trama o red vivencial. De esta forma se gesta una huella mnémica que actuard como marca de Ia falla en el proceso re- presentacional. Se trata de una manera del aparato psiquice de “tomar nota” de que algo no ba tenido lugar, de que la inscripoién de la vivencia ha quedado impedida. Querriamos que el lector no suponga en esto una cou- ‘tradiecion sino que repare en la paradoja que supone: una inscripeién dela falta de inscripcién en la red vivencial. 62, Vivencia de desvalimiento La cbservacién detenida de manifestaciones clinicas provocadas por la vivencia traumatioa recoge la frecuencia de otro elemento estructural del ‘complejo traumético, elemento que hemes llamado vivencie de desvalimiento yque defininos come la percepeién de la propia incapacidad pstquiea pare rocesar la experiencia. Bl desvalimiento presenta dos elementos. ‘Uno es la sensacién de incapacidad del sujeto para interactuar en forma adecuada con el medio, que surge, por lo general, en momentos en que ante ‘un evento no puede reaccionar por si mismo en forma eficaz para impedir su advenimiento, o cuando éste impacta en forma desestabilizadora. Su- brayemos que este elemento de la vivencia de desvalimiento no surge como efecto aislado del impacto del medio ni por razones puramente endégenas sino como consecuencia del estado de la relaciOn entre el sujeto y ese medio, Bl segundo elemento que integra la vivencia de desvalimiento resulta ‘mucho més complejo y abstracto. No refiere a la relacién del sujeto y el ‘medio — sea, no se expresa como sensacién de inermidad ante lo disrupti- ‘vo-, sino a un proceso intrapsfquico desencadenado por la vivencia trat- miética. Nuestra hipétesis es que el sujeto experimenta una vivencia causa- da por la captacién endopsfquica de la pérdida situacional y momenténea dela funcién articuladora. Constituye el correlato vivencial de un fenéme- no funcional: Ia pereepeisn endopsiquica de la propia incapacidad de proce- sar; es decir, el desfallecimiento psiquico. Como hemos sefialado, en la vi- voneia de vacio hay registro de un faltante en la trama viveneial, En cam- uy ‘Wicissrues pe Lo TRAUaAtI60 bio, en la vivencia de desvalimiento, hay registro de que ha perdido los recursos para artic vroducir esa vivencia. via convieciGn de estos pacientes de que , Ia suposicién de que el otro no puede di representaciones adecuadas para cualificar y significar la expé ‘toda su dimensién— e inquirimos por su origen, comprobamos que esta cer- teza proviene de su propio interior pero generaimente es adjudicada al otro mediante una proyeccién. Asi, cuando un otro quiere interactuar con el sujeto, un modo de desconocerlo ser proyectar st propia incapacidad de provesamiento en él, sin posibilitar ningin tipo de diferenciacién, Llamamos a esto vivencia de desvalimiento psiquico y lo definimos como la endopercepcién de un estado de impotencia e indefensién pstquica del aparato. Esto da cuenta de un psiquismo injuriado por una experiencia que inhabilita todo procesamiento y arrojado a una situacién de impotencia funcional bésica. Esto conforma una especie de “evento” endopsiquico, sen- ido como grave des! afrenta nareisista ante la ilusién de omnipoten- dora idea “puedo procesar a mi manera (nor- cuslquier experiencia” queda doloresamente nto pone en juego,* Esta limitacion a la omnipotencia del funcionamiento psiquico resulta sumamente dificil de elaborar en el Ambito del complejo que integra la vi- vencia teaurndtica, como sila pérdida ~aunque se eneuentre cireunseripta~ de las funciones reguladoras del psiquismo resultara particularmente ar- dua de sobrellevar, pérdida que arrebata hasta el raro consuelo de recursos Dehecho. les yatetives no po "Ea mereed del pomsan ne comanidado tania por el encuentro con une sivadién eitenua jal » Aecodifieada como semejant’ como por una provenionte dele interes ero epestnes, a fantasia quele cae ase insta, un abate de ose rior esa tendencia del pagum a mar todo en elaborable. ch a no puede articular los elementos representaciona- wpiera, utilizar estos recursos extremos y queda- torno de esa falla en el procesamiento, retor- 8, Ast ge conjuga el compane:te te claborades sofleientemente deau 9. Re peesico recordar gue stusciones externas gue arcisise, elementos no siempre ian 5 la semejanza de lo vivido entre ie | \ | | | La CONFORMACION DE La TRABLA 3. Vivencia de desamparo considerar las vicisitudes de la vivencia traumética, ademés del h rror, el miedo o la angustia evidentes, hemos profundizado diversos aspe tos. Asi, nos hemos detenido en el introducto y Ia angustia automética qui acompafian al evento traumatogénico y a la experiencia traumatica (en el sentido estricto del término que utilizamos con anterioridad). Hemos desa- rroliado una teoria sobre su consecuencia funcional, es decir, la pérdida mo- menténea y cireunscripta de la capacidad articuladora, que genera la viven- cia traumatica, También hemos expuesto cémo, en conexién can esta viven- ia, surgen la particular vivencia de vacto traumético y la ‘Una ver desbrozado este sendero, nos toca abordar una sit habitual en el complejo traumético, referida a las posibilidades de sobrepo- nerse a situaciones cotidianas o aquellas conectadas a las que desencade- naron la vivencia traumatica. En estos casos, el eujeto se muestra erénica- mente escéptico en cuanto a las ventojas de compartir lo que le ocurre y a los eventuales beneficios de elaborar sus vivencias, a pesar de sus reitera- dos fracasos en procesarlas en soledad. Su actitud puede ir desde cierto escepticismo hasta tna desembozada hostilidad. Para considerar esta paradoja, agreguemos algunas precisiones: el me- dio en el que un sujeto esté inmerso siempre es complejo y comporta secto- res especialmente significativos como lo son los otros objetos encargades de brindar alivio a las necesidades pulsionales y proteccién frente a las dife- entes incomodidades y peligros. Las situaciones disruptivas provienen del mismo medio y, en la medida en que son reconocidas como tales, adquieren significaci ica por la perturbacién con que amenazan a las tenden- Gias narcisistas de autoconservacién. Seré como consecuencia de un en- cuentro exitoso con un otro coelaborador o cometabolizador que se genere una “vivencia de amparo”. ‘Ya en uno de sus primeros trabajos —Proyecto de psicologta pare neuré= Jogos, texto no siempre valorado en toda su magnitud~ Freud postula la esencia de la relacién de amparo del medio con el sujeto, especialmente en permanente de mensajes entre los necesidades basieas del sujeto y el paro del medio ante esas necesidades. Esta verdad estructural explica p. ‘qué compartir algo que nos preocupa, sentimos escuchados y entendidos, recibir el afecto en forma de consejos 0 gestos, produce un placer singular” 10. Beto oe sepocialmante certo para las culturasccidentales, us ‘Viorstrupgs pe Lo Trauiknico i re .cién. adversa. y da lugar a la sensacién de que podemos superar una situa sin daiio para nuestro equilibrio subjetivo. Sin embargo, cuando esa anhe- eee sce Se produce la vivencia de desam- Te vivendia de la falla en el encuentro con el tro en su fun- wxiliadora. Esta vivencia también es un componente del complejo traumstico, : ‘Un caso especialmente dic y deiado de este tpo de vivencia se da cuando Ins suas pce pots ohn, ss repreentanen izaciones bancarias, polisias, te.) n0 solo no cumplen con sociales (organizaciones atari vinculado con Is llamada violencia secundaria (Aulagnic 1977). La cruel- ad de estas situaciones acta realimentando Ia vi resquebrajando la continuidad entre el entarno y al que no siempre os la dsfuncién de las Sguras protectors la que causa la vivencia de desamparo. Resaltames justamente que en el complejo trau- smétiola vivenca de desamparo se geste por ua proceso en forma de da que es generado por el ntroducto y la consecuente vivencia traumética sta hace emerger el desvalimientoy te el Gesamparo. Quizd esto permita comprender la paradéfiea sitaaciOn antes menciona- da de la zenuencia del sueto a comp: ba fracasade en procesaria srepicnan intro dad ane la eventualidad do oa a intermedlacgn de us ‘el fenomeno ratio i vivencadedzsempar queds ged ela esetienta tratuitn y remit lobe protectar Dio cons prec sto: lavivencia quia esiagads el acranenla ela con cl objetoen ss Fancidn coslaborsdora, elec la vivencla de desanpare quod come ve vencia de fracaso de la relacién con el otro, Esto supone una secuela de desconfianza relacional, agravada por el hecho de que estos “otros” perte- ‘necen al mundo externo, desde el cual partié la situacién disruptiva. Y mucho inde a lfugar qu ongin oa stuacen sea una personay oa iatecion oun lugar fisico~ es precisamente aquel del que se esperaba amparo (rela- ibn de amparo), La retracign desde la descofanas hein el sosndo txtero se iboran « ques en tte donde co eriginan tanto a vaca Sisruptiva coe es euros qu la conieten on wvensa aunt aot ano una y ofa Yr la vive de donamp ada una de eta vivensasemergeran en la clinic como fendmenos ea larelacién terapéutica y en los procesos transferenciales. Por ello nos pare- 7 truer" dasmos events UL Ba ua relat elisieo que figura al final de este texto "Uri ecoustucter~ dacs Gel mado en que emerge el desampare en ua also que ha vivide wna situecia disruptive, ‘ome la muerie de su padre durante la guerra 120 LA CONFORMACION DE LA TRAMA ce de fundamental importancia que el terapeuta tenga en cuenta los indi- clos de estos fendmenos para poder abordarlos adecuadamente. 4. Elcomplejo traumético Finalmente, y a manera de breve resumen, volvamos sobre las viven- cins deseriptas y su interrelacién. En principio, postulamos un elements factico disruptive que impacta y perdura como introducto, desencadenande experiencia traumética y angustia automética. El nticleo de ésta sera la Yivencia traumética, o sea la desarticulacién entre el afecto y la represen tacién, que a modo de cascada activard las otras vivencias del complejo traumético: le vivencia de vacio traumaético, percepcién endopsiquica de ue a causa dele falla que corre entre afecto y representacién hay algo que el aparato no puede incluir en el entramado vivencial y que por lo tante no Se podra significar; vivencia que da cuenta de la percepcién de un vacio en Ja frama vivencil, el vacto en un étmbito regido por la exigencia psiquica de ard otra: la vivencia de desvalimiento en Ia que el sujeto percine su propia incapacidad de elaborar el suceso disruptivo, Por ultimo -més no en un sentido temporal sino estructural~ se agrega la vivencia de desamparo, Bsta vivencia da cuenta de que el mundo externo no ampara donde debiera haber amparado al sujeto, sea por aeciones del mundo externo o por el exeo- 80 de desvalimiento, producido en la mencionada cascada, Estos tres tipos de vivencias desencadenadas por la vivencia traumati- Ga serén componentes vivenciales basicos de lo que lamamos “empleo ‘raumético”, Para apreciarlo mejor, detengémonos en la encarnacitm de estas vivencias en lo concreto de algunos relatos clinicos, Jana, sobreviviente de un campo de concentracién, era una mujer que “Penta que ser fuerte”. Nada quedaba de su casa, destruida en un bomber. deo, Sin embargo, ella sotia visitar el lugar vacfo donde ya no quedaba nada de lo que habia sido su hogar, salvo una cucharita que habia encom. trado entre los escombros y que siempre traia a su sesién. Esta cucharita ‘era uno de los pocos objetos que ella habia traido de Europa. Junto a esta cucharita habia una invitacién a participar de actividades soci La cucharita yle invitacién eran como un monumenta silencioso de todo aquello sobre lo que Jana atin no estaba dispuesta a hablar. ¥ ese silencio fue respetado, Un dia relaté cuando acompaiis a una amiga —cuya casa también haba sido destruida en un bombardeo- a visitar los escombros. Prorrumpié, en. tonces, en un Uanto largamente retenido. La identificacién con el padedi. miento de su amiga permitiG dar earnadura al propio dolor. ‘Revién entonces se abrié una puerta para la elaboracién de les significa: aaa ‘Vicisimupes DE to TRAUICATICO dos retenidos en esos objetos silenciosos: la cucharita representaba un pa- sado estallado y la invitacién a un futuro posible; pasado y futuro que, hasta ese momento, habfan quedado bajo los escombros. Ast se abrié el camino a un procesamiento y una elaboracién de su ten- dencia a vivir en el futuro, tendencia que permitfa la jlusién de soslayar lo Acloroso de las vivencias acaecidas o en curso, como si el “mnirar hacia de- ante” permitiera la ilusién de que “aqui no ha pasado nada”, desmintiendo el presente de su existencia. Esta incapacidad de elaboracién arraigaba en la dificultad de procesar lavivencia de desvalimiento en juego, ese estado de impotencia psiquica de articulacion del aparato, dificultad que la identificacién con el dolor del semefante le permite sortear, reconecténdola con le més intimo de ea pro- ‘Pia situacién disruptiva. Los escombros que sepultaban el pasado y el pre- sente ~por mucho que ella hablara de “futuro hacian de ese futuro un montéa més de ruinas: Io “arruinado” de la elaboracién de una vivencia que quedaba como “viveneia en ruinas’. Elaborar aqui signifies apropiarse de su pasado -su propia historia queno desconoeia, pero que conocia con un saber féctico sin articulacién, lo que convertia su historia en un conjunto de elementos que no lograban conformar una vivencia. ‘También Yoo! fixe uno de los damnificados cuya casa fue bombardeada, como la de Jana, durante la primera Guerra del Golfo, Cuando comenzaron Jos bombardeos sobre Tel-Aviv, él y su familia se habjan refugiado en casa de un hermano, al norte del pais. Esto constituia une de las tantas paradojas de la guerra: en este caso, algunas personas se sentian més a resguardo en la frontera, es decir, en la ‘cercaunta del enemigo cmocido, cotidiano. Cerea de él, se sentian mas segu- ras de no ser blanco de un enemigo desconocido y oscuro que atacaba a istancia a los centros de poblacién civil. Como un extraiio retomo de la memoria histérica ancestral errante, ‘muchos pentaron quel modo de enfrentar las amenazas era moverse, tras- Jadarse, circular, Asi lo hicieron Yoel y los suyos. Cuando el misil cay6 sobre su casa, destrayéndala completamente, los ‘erinos avisaron a Yoel. Alas pocas horas, ély su familia legaron al lugar Sélo encontraron un tractor retirando los tltimos escombros. Petrificado ante el terreno vacio, Yoel estall6 on un lanto desgarrador. No recordaba cuanto tiempo habia permanecido alli, s6lo recordaba una lluvia que pare- cia acompatiarlo en su lanto. De pronto, sintié que estaba empapado: “El rio me penetr6 hasta las huesos". Bsa sensacién de pardlisis volvia por las noches: Yoel no tenta ganas de hacer nada. Lo exasperaban las trivialidades, ya no tenia paciencia para nada, para nadie, 122 1 | | LA CONFORMAGION DE-LA TRAMA feeesbd sesh aaseild nds “Lo importante”, deca, “es que a nosotros no nos pasé nada”. Pero era evidente que esa nada si habia pasado, la nada habia pasado por él, calan~ Golo hasta los hucsos, Una escena volvia repetitivamente: la descripeién detallada del lugar donde solfa jugar con su hija, un edlido recuerdo que pareeia apaciguar su Golor pero que remitia una y otra vez al niiio desvalido y amenazado que hhabitaba en él. Yoel empalidecia, decia sentir mucho frio en el cuerpo, ce quedaba sin palabras para expresar lo que habia sentido en ese momento, En una sesi6n, Yoo! recordé que, durante la Segunda Guerra Mundial, en Yugoslavia, habia salido con su padre y vio gente corriendo en todas las direcciones. Al alzar la mirada, divis6 un avin enemigo. Recordé con exac. ‘itud el lugar donde estaba, el modo en que corrié, con todas sus fuerzas, emo sintié que el avién lo aleanzaba, cémo resbal6, cayé en la hieeba y ‘quedé como helado, petrificado, durante el bombardeo, ‘Lo que este caso parece poner en evidencia ~por la prevalencia del con- gelamiento y le pardlisis~ es la emergencia del desualimiento, Cada uno de los episodios relatados por Yoel fue experimentado como vivencia traumatica, tal como lo fue revelando a posteriori el andlisis. Se trata do vivencias traumaticas circunseriptas: si bien la segunda vivencia potenci6 ¢ intensified mecanismos reparatorios, no obstante nunca podrd significar ¢ la primera. De todos modes, es preciso aclarar que los pacientes con estas caracte- wisticas que han atravesado vivencias trauméticas pueden transitar por ellas de maneras silonciosas y clinicamente dificiles de reconocer (Beayalcar y Frieder, 1988; Benyakar, 1999a), Semejante ~y sin embargo, diferente es el caso de Hol, una paciente que sobrevivié al Holocausto y que, después de aiios de tratamiento, valvia a relatar ~con las mismas palabras lo horrendo que habia sido para ella perder a toda su familia. En todos sus tratamientos anteriores relazaba las atrocidades vividas, entre ellas la matanza de su familia, Pero todo esto se decia de un modo on el que se advertia una repeticién casi mecénica. Sin embargo, parecia ser que ella legaba a este nuevo tratamiento para otra cosa. En efecto, agregaba luego como detalle sin estatuto preciso ~diferente a la pérdida de todos sus seres queridos— el hecho de que la persona que le ofreciera refugio a su familia ante la matanza la obligaba a mantener rela. ciones sexuales, descubriendo que esto habia sido un arreglo cancertado entre el abusador y el padre de Hol para obtener el refugio solicitado. Una ver que en este tratamionto ella pudo poner en palabras lo que nunca habia relatado a nadie, insistia en subrayar el carécter pavoroso que tenfa para ‘una nifia, criada en un ambito piadoso, ese brutal enfrentamiento con la sexualidad, Este relato se hizo presente por primera vez en un tratamiento Por una especial relacién transferencial, donde se pone en juego un aspecto 123 ‘Vicrsrrupas De Lo TRatnsnico seductor de carseter erdtico que, a pesar de las atrocidades presentes en todo su xelata, le otorga sin embargo un tinte de vida que la ubicaba a ella ‘en una posicign distinta: una posicién humana con sus deseos sus propias dignidades. No siempre ante este tipo de material se toma en cuenta esta dimensin, y]os terapeutas quedan atrapados por el relato de las terribles atrocidas vividas por el paciente en ese entorno. Es aqui donde interaciia lp absolutamente propio y privado con lo general o lo del entorno, interac- cién entre deseo y matanzas, entre la vida y la muerte. Sin embargo, durante el tratamiento surgié ~por primera vez—lo inasi- nilable de esa “historia antigua”: habia deseubierto que su propio padre, un judio piadoso, fue quien entregé a su hija alos malos tratos de ese hom ‘bre a cambio de casa, comida y refweio, Hol decia, como para si: “Si mi padre hubiese hablado conmigo, qué di- frente hubiere sido tod... Buscando en el analista quien 1a cobijara en su desamparo, encontr6 quien la acompatiara sin por eso volverse cémplie de un engaito, complici- dad que volvia a arrojarla a ese dificil dosamparo salvador al que la arroj6 su padre: el de pretender relegar lo “traumiético” s6lo al horror de las ma- tanzas y pérdidas que circundaban al Holocausto, complicidad siempre ten- tadora para un analista, que en caso de cacr en ella perderia la posibilidad dela elaboracién de lo intimo, lo mas propio de su subjetividad. Un pacien- te seeuestrado relataba de qué forma pudo soportar los maltratos fisicos, con altura y valentfa, pero quebraba en llanto cuando relataba la humilla” ifn que sentia ante los ojos de los secuestradores. ‘Tampoco hay que apresurarse a pensar que, por el solo hecho de narrar- se, la situacién disruptiva estaba siendo simbolizada. Hsto, probablemen- te,no coma jamés porque, de hecho, la vivencia traumdtica nunca puede ser verdaderamente narrada, Lo importante, entonces, es proseguir la marcha advertidos de la existencia de situaciones no estrusturadas, que pprovoean cortes en la continuidad de nuestro trabajo, como lo propone Lit ‘ton (1978). Nosotros agregames que sobre esta bage debemos inferir acerca del moto de procesamiento pafquico Lo que se representa en un andlisis no es tal o cual contenido, sino el hhesho mismo que el psiquismo no ha podido representar ni significar ~a ppesar de disponer de un desarrollo adecuado de estas capacidades~0 seo, el desvalimiento psiquico. Es decir, la elaboracién de la vivencia traumatica punta no a suprimir la vislnerabilidad de nuestro peiquismo sino, por el contrario, a representaria, La viveneia no perderd su cualidad patogena porque pierda su extrafieza sino cuando el aparato psiquico pueda aceptar que ha transitedo por la desarticulacién [La vivencia traumética como tal np babré de suprimirse, pero puede perder su efecto patégeno si se incluye como una vivencia penosa a ser 124 LA CONFORMACION DE LA TRANA —ASTORACTON DE LATRANA claborada. Incluir la desarticulacién como parte de la trama vivencial sin perder la integridad psiquica es una de las metas terapéuticas. La herida no desaparece, pero no es lo mismo que persista como llaga en carne viva que como cicatriz a. Repeticién y experiencia: suefios, pensamiento, accién y la memoria en lo traumético Voluid, pero volvié como un extra. Voluid, miré en torno de él; no recordaba, porque para él todo era extrano 4a casa, el patio, el angosto sender Elisha Porat Ahora hemos de abordar algunos de los sintomas més caracteristices ~o, al menos, los més conocidos~ vinculados al despliegue del complejo mmatico: repeticién compulsiva en los suetios, pensamientos o fant hiperactividad, estados de alerta exacerbados (conscientes o incon: es), sensaci6n de intrusividad y extraieza, asi como la conocida sensacién de embotamiento o desconexién. Destaquemos que estos sintomas consti- tuyen los elementos més earacteristicos de lo que hey se postula como el tan mentado ~y, a nuestro entender, poco riguroso- sindrome del trastor- zo por estrés postraumético (TSP) 0, en la sigla inglesa, Post Traumatic ‘Stress Disorder (PTSD). Sin embargo, creemos que son, mas bien, indicios de wn proceso reparador secundario @ la falla del proceso articulador, ya gue cuando la capacidad articuladora colapsa, se desencadena un proveco reparador o compensatorio que tendré diferentes manifestaciones. Pero, para caracterizar los modios en que este proceso se revela, no hablamos de retorno de lo reprimido o de sintoma como representacién simbdlica (neu- rosis), ni de procesos restitutivos (psicosis), sino de reparacién, o reacticu. laci6n como proceso, Su expresién ~ademés de los sintomas antes mencionados~ son los mal Mamados sueiios traumdticos. Nuestro cuestionamiento se basa en que lo ‘traumético es la vivencia y no el suefio. Bl suefio no desencadena el proceso traumético. ¥ esto vale aun en sue- ‘ios paradigmétices de le teorfa, como el conocido suet del “Hombre de los me bach, but he came lie a stranger /Ble came beck, lobed about and did net / ‘Resal for fm, alt appeared estranged: ! The haus, the yard, the na ducido al inglés del hebreo por Asher Hasris traducido a espatel 125 ‘VicistTupEs DB Lo TRAtnsATICO lobes” (Freud, 1914b), Freud otorga a este sueio valor desencadenante ylo califiea de traumétieo, Cuestionamos -con argumentos andlogos a los utili- zados en la discusién del concepto de situacién traumética el valor del meepto suefio traumético."* “rp el maton de ei cnestinamienteavancemos retomando la compe- Jidad dela labor onfrica secundaria ala instauracién del complejo traum4- tic y, en particular, los suetios de repeticiéa ~por recurso a escenas oniri- cas— de equello que ha sido pereibido mas no procesado por el aparato psi- quico. ‘ Un fenémeno caracteristico del proceso de reparacién esponténea que emprende el psiquismo lo constituyen las acciones que intentan compensar Tefal precetal Bn lls, causa dela dosexperaio al ejay lavuine rabilidad del aparato psfquico, pareciera tejerse un proceso inverso al que gener6 la vivencia traumética, En este caso, lo social extemo fuente origi- nal dela situacin disruptiva es promovido a la jerarquia de campo privi- lgiado para dar curso a las aetuationes impulsadas por la cxigencia psi- guisa reparatoria, Se estableoe un mevanismo paradéjico, que retine la des- conexi6a 0 el aislamiento del sujeto con su hiperexigencia al medio. Asi el sujeto, que experiments desde el afuera la fuente original de su malestar, parece reclamar a ose mismo mundo externo que otargue aivio. Este proceso, necesariamente condenado al fraeaso, s6lo puede culmi- nar en el acrecentamiento de la angustia que proveea la pérdida de autono- ria ante ol mundo, lo cual profandiza aun més ol odio contra lo fctico extero y lleva al retraimiento 0 1a desconoxién. Hemos registrado este ‘ltimo Zenémano en padres de comin amantisimes que, al regresar al ho- agar desde el frente de batalla, no logran restablecer un contacto adecuado gon sus hijos 0, incluso, retomar rutinas elementales de la vida cotidiana, ‘Vuelven, pero vuelven cambiados, como bien dice el poeta: el sujeto vuelve ‘asuescenariocotidiano, pero retorna como un extrafio, yanada de su mun- dolees propio o familia, el sujeto ha quedado extraftado de eu propia vida cotidiana. La hiperexigencia al medio puede tomar la forma de reclamos de com- pensacién econdmica o indemnizaciones. La respuesta de la sociedad de indemnizar econémicamente a quienes han sufrido daios de orden fsicoy! o pstquico a causa de eventos disruptivos ~respuesta que, a su moto, regis 18. AAle sumo de maners retrspectiva, yna vr aportadas las suiiaata pruebas elinions sabre [Ei aleance de le incsporadee horizontes que ee adivinan respacte de esto wxcederia, sin ee Dargo, el mare del presenta trabajo 126 LA CONFORMACION DE LA TRANA tra una oscura verdad humana~ es un fendmeno importante y complejo gue ha sido desarrollado en otro lugar (Benyakar, 2003) como victimiza. cig. Bastenos aqui enfatizar esta pretensién inconsciente de reparacién {del datio psiquico provocado por la vivencia de desamparo por medio de la exigencia de una compensacién o una demostracién de responsabilidad y amparo. A los fenémenos de repeticién compulsiva ~onfriea o actuada— agrega- ‘os la repeticion persistente de escenas o situaciones gle se imponen ala conciencia, Al igual que los fenémenos anteriores, estas evocaciones confor. man la sintomatologia més conocida y caracteristica del periodo postrau matico, Pero aquf es preciso puntuslizar una diferencia: la que media entra recuerdos y evocaciones repetitivas. Estas ultimas son las que emergen a consecuencia del proceso reparatorio no elaborado de lo traumatico, Es do- cir: parecen recuerdos pero, al carecer de la adecuada articulacién entre el afecto y 1a representacidn, no pueden procesarse como tales. ‘También es preciso diferenciar entre dos conceptos vinculados al inter Juego olvido-recuerdo; al olvido, en la medida en que consideran no estar obligados a recordar y también ~es la esperanza de muchos pacientes- de ‘gue los sucesos penosos adquieran la condieién del olvido permanente, de Jono recordable. Bsto hace al proceso terapéutico en la medida en que pue- de abrir « la posibilidad de que el paciente no se vea permanentemente acosado por el recuerdo de la experiencia traumatica, Sin embargo, si bien elsujeto desea otorgar a lo sucedido la dimensién de pasado -y aungue este deseo se refleje en las metas de la clinica-, debemos ser muy eautelosos al aberdar ese complejo y huidizo destino psiquico que constituye el olvido. ‘Un padre que perdié a su hijo, aquel que vivi6 el Holocausto o quien padecié uns ‘én, en fin, quien se haya visto expuesto alo inmedi- ble de estas situaciones, no podra otorgar a estos eventos e! destino de ua mero olvido. Pero, quizé ~y este condicional abre a una diferencia decisi ued otorgar al suceso el estatuto de un olvido normal, de modo que, sin renunciar a esa fibra intima que lo ata a aquello que la situaci6n le arrebaté ~un hijo, el amor, el respeto por si mismo y tantas otras cosas-, no se vea, sin embargo, acosado por tna eterna compul- sién a actualizar Jo pasado de la experiencia traumdtica ni arrojado a un encierro vivencial en el que naufraga toda vivencia. En lo que lamariamos un proceso exitoso de reparaci traumética perderd su condieiin de eterno presente, sus cap: ola cualdad agénica de la situacn del sujeo para quien poder ido implica no slo la ineidene Ae prneiposexeos gu Vieisrrupes De Lo TRaUMATICO activacin endégena permanente,® como la de reactivacién por experien- cias con analogias parciales. Bn este ultimo caso paulatinamente, las caracteristicas de pasado u cir que pasarén al orden del registro mnémico articulado, para engarzarse ena cadena de recuerdos que podrén ser evocados en diferentes circuns- ‘tancias y ocasiones. Adviértase, entonces, que esto nos permite delinear uuna definicin de olvido necesaria a esta clinica: el olvido no como lo que se pierde de la memoria sino, por el contrario, como una memoria que sin inundar compulsivemente la existencia~ permanece como aquello que pue- de ser evocado por demanda del sujeto y no como una descarga autoradtica ¢ involuntaria; hablamos entonces de un olvido que es recuerdo potencial yo compulsive. Por supuesto que esto no implica que este peculiar tipo de recuerdos |hayan de perder su cualidad de dolor o displacer, sino que ese dolor o ese Aisplacer, aun si permanecen, no advendrén lo que antes amamos encie- rroexistencial, es decir, no mantendrén cautivo al sujeto, sino que -y muy por el contrario~ enriquecerén el repertorio o gama afectiva del mismo. Esperamos haber dejado en claro que estos singularisirmas recuerdos no serén, nunea, verdaderamente “olvidados", no quedarén atras en forma absoluta, sino que serén elaborados, en el sentido de no imponerse en for- mac a la conciencia, aun si se mantienen disponibles para su ‘aciones pertinentes y de modo adecuado para el sujeto, lo arroje nuevamente al abismo de la vivencia traumética, No se trata de borrar un suceso sino, por el contrario, de lograr darle el estatu- to de parte de la vida, permitiéndole convivir ean eso, que no es poca cota, Esto serd posible si-y s6lo si~ el afecto puede procesarse por medio de la articulacién en el eje témporo-espacial. Bs decir, en tanto que las sensacio- ‘es y emociones que desencadenan el complejo traumético puedan adqui- ‘Hr la dimensién de tiempo y espacio, o sea, se transformen en sentimien- +05," camino que no siempre llega a un desenlace feliz. Hay atin otro aspecto ~fundamental~ que atafie a lo repetitivo de la experiencia, aspecto particularmente relevante en lo traumético: él relato. ‘Sin embargo, dejamos momenténeamente pendiente su indagacién hasta tanto hayamos desplegado los elementos necesarios para un desarrollo mas ‘Previsoy riguroso de ese particular “génera narrative", por asf decir, que es el relato en lo traumético.*” come un afbetsartculado ene tempo y el expacie. pertinentes en el segundo tome de eta obra, 18 La CONFORMACION DE LA TRAMA ¢. Algunas proposiciones sobre el sistema mnémico ala luz del complejo traumético e.1, La inseripeién de lo sucedido En el émbito paicoanalitico es comiin la afirmacién de que lo traumatico carece de inseripeién. Si asf fuera, desde dénde se organizan los fenéme- nos de repeticién? Si no hay tal registro, geémo es posible la figuracién ‘actual!*—en suetios o en vigilia— de algo no inseripto en el aparate? Es evidente, entonces, que lo traumético deja su marca en alguna me- moria, {Cémo opera esta particular inscripeién euya presencia la clinica hos impulsa a reconocer? Una vez més, para avanzar debemos detener- zos a considerar con cuidadio ciertos términos; en este caso: inscripcién y registro. Si bien, desde un punto de vista dindmico, se puede suponer un printing inicial, una huella légicamente primera, Io que llamamos memoria supone ‘una serie de organizaciones y reorganizaciones posteriores, Las denomina- Temos registros mnémicos, La inscripcién 0 sea, aquello que relaciona lo ffctico con la memoria, el ssuceso con el recuerdo~ supone dos dimensiones: por Ja dimension gue marca lo sucedido, es decir, la dimensién de la huella mnémica, y otra, Ja que corresponde al almacenamiento tanto de los contenidos como del maodo en que han sucedido, Esta iltima es la que denominamos registro mnémizo. @Por qué volver sobre la inscripeién? Porque supone un interrogante teérico nodal: ide qué modo un suceso~disruptive-deviene, desde el Ambi- to dela memoria, vivencia traumética? Mas atin: go6mo esta vivencia pasa a integrar el complejo traumético? Con este interrogante en nuestro horizonte, proponemos pensar la memoria ~on el ambito de lo disruptive come integrada por dos ele- ‘mentos basicos: la huella mnémica marca de lo sucedido- y el registro mnémico ~almacenarniento de sus modos y contenidos~. Este es el mo- Gelo de inscripcién que habra de servirnos para abordar lo traumatico. Podemos decir que huella mnémica es una “protainscripeién”, una pri- ‘mera marca psiquica —no procesada— de lo factico (externo o interno), que Iuego sera objeto de un proceso de elaboracién, activando en primera ins- ‘tania la fancién articuladora ~que lograré o no articular efectos y repro- 18, Cabe aqui la diferencias entre la vivencia oct wiveneia, que se expresa en et recuerdo, la trans lapeusy otras manifestacones sms ectualizasién de a 05, os actos dos, los 129 Vicisrrupes De Lo Teauasnic0 sentaciones-. De aqui se derivan dos modalidades: el registro mnémico de lo articulado (que postbilitard el despliegue de un entramado vivencial ar- ‘monioso, base de los procesos transformacionales y elaboradores) y el re- gistro mnémico de lo no articulado (que obstruird el proceso elaboradon, que dard lugar a diferentes fenémenos caracteristicos de lo traumética). Estamos, entonces, ante una légica mas comple} alternativa binaria presencia o ausencia- de regist modos de su actualizacién. Lo que lamamos “recuerdo” es uno de estos ‘aodos; el otro serd la activacién de evocaciones repetitivas, intentos falli- dos del psiquismo en pos de articulacién y procesamiento normales. Esta diferencia entre huella mnémica y registro mnémico permite al aparato albergar la inscripcién de una huella mnémica aun si ésta es mar a de una falla en la articulacién. Eu lo traumatic ge ve la presencia de un introducto, emergiendo una y otra vez con su eualidad de actual percep- ‘tual, y un registro mnémico de lo no articulado que, en vez de viabilizar 1a transformacién y la elaboracién, promueve la repeticién como un intento de procesar lo no articulado, Este es el registro que guarda memoria de la vivencia traumética, Nemes entonces que, en el campo de lo traumétieo, no se echan de me nos inscripciones; éstas, precisamente, abundan, cuestién comprobable en 1a cotidianidad de la clinica, Bl rasgo diferencial lo constituye la inserip- ign de elementos no articulados y de una falla en el proceso de retranserip- ciones y retraducciones que supone el proceso elaborativo. Ahora bien, al toparse con el registro de lo no articulado, el psiquismo aspira ala eficacia procesal ¢ intenta repetidas veces la articulaciéa impe- Gida entre el afecto y la representacién, Hs decir, busca constituir una vi- vencia come tal, cayendo en mecanismos repetitives.* ‘La fala en esta constitucién ~1a falla en el proceso de articulacién entre afecto y representacién— es, precisamente, lo que denominamos trauma co. El registro mnémico de lo no articulado da cuenta, precisamente, de esta falla y contiene los elementos de lo acontecido, que se encuentran aso- ciados pero no articulados. En la perepectiva del sistema mnémico, intentemos ahora una descrip: cin acabada pero concisa de lo que se desencadena en el aparato psiquico a partir del impacto de lo féctico. ¥ si decimos sistema y no simplemente memoria, es porque incluye diversos procesos, registros y modos de reacti- vacién de lo registrado. ferenciar entre una repeti- io da placer una Yepe La CONFORMAGION DE LA TRAMA Partimos, entonces, de una premisa: lo traumético no supone falta de registro, sino un tipo de registro muy especial, producto de la complejidad de un particular modo de procesamiento. ‘Ubicados en la porspectiva del impacto de lo fact que cada estimulo fiictico ~externo 0 interno~ ten¢ , diremos, ante todo, caracteristicas prov pias, que el psiquismo buscar representar, reflejando el tono cualitativo particular a tal i Ahora bien, en la perspectiva de la reaccién del psiquisino a lo f vualidad de la reaccién no sélo esta determinada ‘Por factores facticos. El eruce singular y tinico- de las caracteristicas de lo féctico y las condiciones de lo psiquico seré lo que determine el modo de intemalizacién, registro y procesamiento del impacto de lo féctico en lo siquico. Como primera aproximacién, distingamos més claramente dos modes de internalizacién de lo fictico, ya bosquejados en el apartado sobre el in- trodueto. Habitualmente, el aparato psiquico transcurre por un proceso activo de intemalizacién permanente, que otorga al sujeto sus cualidades de tal. Esta internalizaciGn activa es lo que la teoria psi denomnina inéroye cién. En ésta domina una posi 10 que despoje al percepto ~producte, como diji- puede ocurrir ~y lo traumatico es un modo en que esto ocurre-que jos de posicionarse activamente, quede a merced de lo fctico en él, torndndase objeto de un modo de internalizacién posivo. En este caso, lo féctico se internaliza pero sin perder su cualidad percep: tual, que el psiquistno no logra atemperar o transfigurar. Este percepto que no pierde su cualidad de percepcién es lo que nosotros hemos lamado, an- teriormente, introducto. modo, en todos los casos se produce una primera inserip- ign psiquica o rogistro perceptual, la huella mnémica, que registra las cualidades de lo féctico ~sea éste introyecto o introducto- y activa, inme- diatamente, un primer nivel del procesamiento psiquico: la fancién y el proceso articulador. Esto en cuanto al registro. Ahora bien, si nos remitimos al aspecto del ‘clmacenamiento de las huellas, si aquello con lo que este proceso se topa, como materia prima son elementos representacionsles y afectives vincula- dos a un introyecto, la articulacién llegar a buen puerto, integrando el nivel de lo que hemos denominado registro mnémico de lo articulado, 20. ease al eaquem de In pégina 183 131 ‘Vrcrstrues pe Lo TRaUitAnt00 [La CONFORSACION DE La TRAMA ‘Muy distinto sers el caso silos procesos articuladores encuentran, como Factco Poiguiso materia prima a articular, las huellas afectivas y representacionales de un i inesiods Lacaisdperptulprsevaie-cesceratesdciseete | [wom ua [ate Lace | anne to- impastard en forma directa en el proceso articulador, obstruyendo su i | funcionamiento transformador. Esta falla en el proceso articuladar desen- | teen | CaaS [eis | aca | Rais cadenada por el introducto habré de integrar el registro mnémico de lo no i articulado. = | Annivel del registro o inseripeion vivencial, el registro mnémico de lo ae tas | no articulado ~es decir, de la vivencia lograda— posibilitard el despliegue dela Tas> | amie | anetiin ‘rama vivencial, mientras que el registro mnémico de lo no articulado evo- | card en forma permanente la vivencia traumética ~que irrumpird en esa ED trama como vivencia no articulade-, que pexmancocra refractaria a toda aaa dindmica transformadora ~en tanto vivencia tributaria de proceso repeti- tivos no transformadores-y atentard contra la continuidad de los provesos eee ee trea { e elaboratives. ‘arcane | Taide | felines Teste | Rasonas En este punto ee fundamental ubicar la diferencia entre recuerdo y evo- | Bence | foaso tereawe | Inmase acién repetitiva: ambos son actualizaciones de lo almacenado, pero sus caslidades difieren tanto por el modo en que son reactivados cuanto poral efecto que tienen en el proceso tod Un recuerdo constituye una modalidad de rememorizaciones de los re- gistros mntémioos articalados. Mientras que la actuatizacin de los regis troe mnémioos no articulades producita evocaciones repetitivas, que meh gen compulsivamente como manifestaciones reparadoras del psiquismo y como intentos de lograr una articulation exits, sin ol Fondamenta ane. mico do la compulaiGn repetitiva que reina en lo roumétizn Las evidencias de este retorno estén no sélo en sus expresiones mas noto- tas (evocaciones “fotogréficas” sin elaboracién, como en los asf amados “suatios tra "8 sino también en esas expresiones encubiertas, donde Gisruptiva desde distintos de la memoria y sus formas de inscrip- cién, el de las disfunciones -as procesales concomitantes y el del im- 2.2. Un pantallazo conceptual acto del encuentro entre s entorna social Como cuestiGn preliminar al examen de ciertos aspectos especifices de Ja vivencia traumatica, resumiremos lo esencial de lo desarrollado hasta fa 22, Ba el sentido ya espesificade aateriormente. Hemes mencianado la confusiéa ala que Hemos recorrido, progresivamente, los diversos aspectos de una deter- puede | ealifeativ minada manifestaci6n clinica, secundaria al encuentro con una “situacién disruptive”, denominada asi por caracteristicas desestabilizadoras inhe- rentes. De sus insiltiples manifestaciones tomamos como eje su tendencia per- manente a la evocacién repetitiva, que diferenciamos del recordar normal. 22, Bleomplajo px registro de lo disruptive en ol sistema masmice so sintetca en cl 132 333 Wicisrrupzs De Lo maumdrico proceso psiquico desencadenado por la irrupcién de lo éctico, camo evento o situacién puntual. Conformado en su micleo por el introducto, la angustia automatica y la vivencia traumética, perdura en el psiquismo como el re- presentante de una disfuncién que afect6 la normal articulacién entre el ‘mundo interno y el mundo externo. ‘Una vivencia seré traumdtica, no por ser penosa 0 dolorosa, sino por cristalizarse como una fisura en la continuidad psiquica. Para ser més pre- isos, se trata de un déficit en la articulacién afecto-representacién, asocia- doa la emergencia de angustia automstica. La presencia de afecto carente de representacién adecuada dara como resultado un peiquismo eon un com- ponente afectivo no elaborable, que dejar al sujeto imposibilitado de me- tabolizar lo acaecido. Se produce, asi, una brecka psiquica, que anula la eficacia elaboradora de la labor cogitativa, la cual normalmente funciona procesando los estimulos que arriban al psiquismo. Al bloquearse la capa- ‘idad elaboradora, cesaré su funciém de escucdo protector antiestimulo, Las consecuencias de lo acaecido son, por un lado, que el introducto activard permanentemente el polo perceptual; por el otro, que la vivencia trauméti- ‘a activaré tanto mecanismos de reparacién como una serie de vivencias que se cristalizardn en la formacicn del complejo traumatico. Los componentes del complejo traumético emergen como una especie de cascada en la cual cada uno activa o desencadena al otro. Cada uno de éstos (vivencia traumética, vivencia de vacto traumatico, vivencia de desvalimien- toy vivencia de desamparo) posee cualidades y caracteristicas que Ie son propias y que luego, en la labor clinica, deberdn ser detectadas para abor- Garlas adecuadamente. Cada caso clinico emergeré con el acento de una & otra vivencia, pero todas ellas estardn en juego en lo que hemos liamnado el complejo traumatico, cuya secuencia vivencial puede apreciarse en el cua- dro de la pégina siguiente: ‘En suma, la vivencia traumética se caracteriza por la falla de la funcién articulante entre afecto y representacién, prerrequisito para el normal fun- actividades de procesamiento, Esto desencadena las vi- tamente, oon los vacios psiquicos consecuentes al fallo en la capacidad pro- cesal representacional. Esta vivencia de vacio traumético, a diferencia de la psicosis blanca (en el sentido de Green), no se da en un psiquismo estruce turado en forma patol6gica, sino dentro de un aparato que puede simboli- forma integrada. Junto a las vivencias traumsticas y de vacio sé desenca- denaré la vivencia de desvalimiento y de desamparo, de desvalimicnto da cuenta de la inermidad psiquica, como incapacidad de dar destino psiquico, ala que el sujeto se ve arrajado por la 134 Intemaszacién cel intoauete por incorporacién paiva | vivencia srourdtea ec wraumatico | Yencis de esvaleniento —— re desampare immposibilidad de procesamiento de lo vivenciado. La viveneia de desampa- +o manifiesta una falla en el establecimiento del vinculo cometabolizador indispensable para elaborar exitosamente el encuentro con la situacién dis- ruptiva. ‘Una consecuencia esencial de todo este proceso sera el eterno presente en que el suceso permanece, la imposibilidad de otorgarle la dimensién tem- poral deo pasado. BI sujeto, en ese punto, vuelve, una y otra vez, a trope- zar al borde del abismo, a exponerse a la trayectoria de la misma bala, a estar expuesto a la misma violencia secundaria proveniente de ese otro, supuestamente amparador. Permanece atado a ese punto sin espesor don- de un poco més y la bomba estalla, el proyectil impacta, el otro amparador , el universo se intorrumpe. En ese punto, algo persiste como pre- ‘a temporal, reducido a pura potencialidad. Ese algo que sigue ahi y arroja al sujeto a un abismo intemporal es, precisamente, lo que no suce- dig: el apoderamiento psiquico de lo experimentado que nunca llegé a ser. Es la falla en el proceso de elaboracién de la impotencia funcional aquello que queda seiialado por la vivencia de desvalimiento psiquico. Esto desencadena un intento por reparar el fallo funcional y da lugar a los diferentes s{atomas de repeticién. Las manifestaciones clinicas de esa reparacién compulsiva serdn las clasicas pesadillas (evocaciones “fotogré- ficas" del evento disruptivo), dolores sométicos, hipervigilancia patégena y el desencadenamiento de actos o actuaciones. Estos sintomas constitayen indicios visibles de un psiquismo que pretende ~en vano- “reparar” una inscripcién del fallo funcional, En estas manifestaciones debemos inchuir el relato reparador en su doble dimensién de ret6rica personal y mitica, 135 Vicrsirypes Dz 10 TRAUMATTOO Si consideramos al sujeto como ente social, el evento disruptivo que des- encadena un complejo traumético en un individuo puede arrojarlo al ine6- modo lugar de candidato propicio para suplir las necesidades reparatorias de la sociedad o de un grupo social determinado de la misma. Bs decir, ‘puede transformarlo en lo que hemos llamado una fetima (Benyakar, 2008), Es preciso decir, entonces, que una perspe podria ebogar por la reduccién del sujeto a una prét tos sociales, Por eso, y dado que otorgamos al vocablo “victima” este signifi- ado especifico, preferimos nombrar al sujeto como damnificado, es decir, alguien que ha sufrido un datio en el orden personal o familiar pero no por eso toma sobre si las funciones rituales del mareo social, marco en el que el suceso adviene verdad estructurante de una época. De lo contrario, su pro- pia verdad subjetiva se verd anquilosada como feono de una exigencia so- cial y quedaré cristalizada -2l término evoca no s6lo la rigidez sino, sobre ‘todo, Ia fragilidad—en el mitico ral de Ja vietima. Entonces puede orurrir que, en determinado momento, ol tajido social aquellos sujetos que pasaron a ser los “ex comba- victimas de le asia", o un padre transformado “caso Blumberg” Pero un abordaje clinico responsable debe, en es- tex casos, delindarse dela vor social. 0, mor dich, ase ugar dl voz sujeto. £. Complejidad estructural del fenémeno traumético Quizd el lector titubee un poco ante la cantidad de conceptos neceearios para abordar lo traumético. Hsa eventual vacilacién puede dar una medida de la magnitud de le complejidad tebrica en juego que intentamos transmi- tir. Para guiamnos a través de este complejo panorama ~y aun a riesgo de incurrir ena reiteracién— repasemos a continuacién las cuestiones a consi- derar en el campo de Io traumstico: ‘provoca la reactivacién del polo perceptual como flashbacks. 24, So trata del pare del joven Axsl Blumberg, seeuestrndo yateeinade, que pass a encarms una suerte de emblema del delor a consecuencia de la inseguridad fonts la delincvenci, 136 LA CONFORMACION DE LA TRADGA, ©) Eleje vivenciel atraviesa la serie de vivencias: traumstica de vacio, de desvalimiento y de desamparo. Estas son las cuatro vivencias cohesio- nadas en el complejo traumstico. 4) Bl eje de la inscripcién atafie a la conceptualizacién de la huella mnémi- ca de lo no articulado y al registro mnémico de lo no articulado, ©) El eje reparador incluye las evocaciones repetitivas, los suetios recu- rrentes, el relato reparador personal o mitico, los actos y actuaciones, y Jas somatizaciones. 1 Por diltimo, el eje social es el que abre a la trama mitica social y los conceptos de victima y damnificado, ¢. Lo traumético en los distintos campos psicopatolégicos En un sentido amplio, lo traumético mantiene su vinculo con lo patogé- el efecto de una vivencia que se cristaliza en ‘un protetipo de funcionamiento anormal, al tiempo que se diferencia de: grandes campos de la psicosis y la neurosis ‘En forma muy general, podemos decir que la psicosis nos pertenece, mien- tras que la vivencia traumética nos involuera. La psicosis, por muy bizarra que sea, es inherente al funcionamiento psfquico, nos remite a una especial deformacién del mundo extemo que emerge desde nuestro mundo interno co, sembio se instala a paris de uaa situssés disruptiva, que produce, asf, un proceso de desestructuracién yoica pun- tual, que pordura ea l piguisio como un representante de la disfuncién del mismo. Por eu parte, las neurosis son el producto de la activacién defensiva y el posterior retorna de lo in-concientizado. Allf sf se constituye la vivencia, aunque se la somete a un proceso defensivo bajo la égida del conflicto de acuerdo con el principio del placer. Los sintomas expresan de forma simb6- lica aquello reprimido* Por lo tanto, las neurosis remiten a lo ~patolégica- mente transformable. ‘Lo traumatico se ceracteriza por la falla en la constitucién de la viven- cia, No pertenece al orden del conflicto ni al de lo repritnido, se encuentra por fuera ~y no més allé~ del principio del placer. Prucba de esto es una de sus expresiones més caracteristicas: la experiencia traumatogénica .ciencia en su forma tipica -sin deformacién en su co 0-, contrariamente a lo que sucede cuando predominan. 25, a us spatide amplio del término, come sindalme de defensa on general 137 ‘VicisrrupEs DE Lo TRAUMATIC Asimismo, también difieren los procesos patogénicos infantiles relacio- nados a cada cuadro. En las neurosis encontraremos los eonocidos meca- nismos de defensa y fijacién, que cristalizan el “factor de predisposiciéa infantil". Este micleo es condicién necesaria para la eclosién de la neurosis, adulta, Ex el campo de lo traumatioo, en cambio, las cosas cambian: desde el punto de vista genético, no es necesario al recurso al componente infantil para la eclosién de la vivencia traumitica adulta; basta con la exposicién a Ja situacién disruptiva traumatogénica. Por su lado, el proceso int co infantil que se le vincula esté en relacién con el Jas fallas de articulacién. Este proceso lleva a reacciones muy primordiales del psiquismo, que activan procesos psiquicos regredientes. g. Disrupcién, estrés, trauma Asta altura del recorrido, el lectorhho se sorprenderd si afirmamos que Ja relacién de lo disruptivo con lo traumético no es exclusiva. Ya hemos sefialado c6mo, en la conformacién de la experiencia,” se destacan la art culacién yla regulacién mundo interno-mundo exterao, Cuando este proce- so sufre perturbaciones a cause del impacto de una situacion disruptiva, se observa la aparicién de uno de dos procesas gonerales, dos reacciones psi- quicas esencialmente diferentes: el estré y ol trauma. Diferenciamos, asi, los eventos eon cualidades estresogénicas de aque- los con caracteristicas troumatogénicas, En el Ambito de lo estresogénico, Ja sintomatologia es expresién de estrategias defensivas ante un peligro {nminente, mientras que Jo traumatogénico provoca una vivencia deses- ‘ructurante dentro de un aparato psfquico que ha perdido su capacidad de ‘autorregulacién en forma abrupta y circunscripta. Acausa dela vivencia de estrés vemos surgir, eon frecuencia, un cuadro

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