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EL TÍO PÍO
LA MANJÚA
LIBROS DE SABLE, 2
Esteban Polidura
Libros de Sable, 2
Verano de 2010
LIBROS DE SABLE, 2
Verano de 2010
ÍNDICE
Presentación p. 7
Introducción 9
El Tío Pío 11
La Manjúa 21
Glosario de santanderismos 35
PRESENTACIÓN
7
INTRODUCCIÓN
9
EL TÍO PÍO
11
caducos, valetudinarios, que yo conozco muy bien y con
quienes hablo algunas veces, recordando aquellos tiempos
que pasaron para nunca más volver.
12
aquellos antiguos marineros, que ni un solo día dejaron
de pisar la embarcación y con ayuda arrancaron del mar
algo que les valiera unos céntimos con que atender a sus
necesidades. Por eso se ve hoy al tío Pío, lo mismo durante
los días de bonanza como en aquellos en que parece que
se desencadenan todos los elementos, embarcado en su
frágil embarcación, pescando o dispuesto a pescar la gibia4
o el gibión5, el muble6 o la lobina7; el jargo8 o la dorada o
cualquiera de esos peces que llamamos de barquía9 y que
tanto saboreamos en nuestras respectivas mesas. Nadie
como él puede proporcionarnos una buena partida de
sabrosos chaparrudos10.
4.- Gibia / Jibia (Del lat. sepia vía mozárabe xibia): Santanderismo. Sepia
(Sepia officinalis).
5.- Gibión / Jibión (Del lat. sepia vía mozárabe xibia): Santanderismo. Cala
mar (Loligo vulgaris).
6.- Mule / Muble / Mugle (Del lat. mugil, -ilis): Santanderismo. Mújol.
7.- Lobina / Llubina (Del lat. lupus, lobo): Santanderismo. Lubina o róbalo
(Dicentrarchus labrax).
8.- Jargo / -u (Del lat. sargus, con aspiración patrimonial de /s-/ inicial de
origen latino): Santanderismo. Sargo (Diplodus sargo).
9.- Barquía (Del lat. barca): Santanderismo. Embarcación con un máximo
de cuatro remos por banda, parecida a un bote, pero, a diferencia de éste,
sin corte en popa. Pesquería centrada en la bahía de Santander.
10.- Chaparrudo / -u (Quizá del vasco txaparro, mata baja de encina): Santan
derismo. Pez de bahía (Ctenolabrus rupestris y Gobius niger).
13
- Sí, señor -me decía el tío Pío-. Está perdida la badía11.
Ya no hay en ella ni sulas12. En este puerto entraban
antes mules, llubinas, bogas y doradas como arena. Toda
clase de peces, señor, toda clase de peces. Ahora hay
semana que no pesco ni un cachón13. Todos los días voy
a la mar y ¡aguas!
- ¿Y en qué consiste eso? -le dije.
- ¿En qué ha de consistir? ¿No ve Vd. cómo está la badía?
Parece un mar de sangre14. Cuando yo era muchacho
parecía de nácara15. Dende que quitaron los Cabildos de
mareantes acabaron con todos los probes pescadores.
- ¿Y cree Vd., tío Pío, que la causa de que haya desaparecido
la pesca es el agua, que sin sedimentar, vierten los
lavaderos de las minas en la bahía?
- ¡Ya lo creo que sí! Eso, los vapores y las redes de
arrastre.
- ¿Por qué los vapores?
- Verá usted; cuando yo era chequillo no había vapores.
Los buques todos eran de vela. Me parece estar viendo
11.- Badía (Quizá del francés baie, bahía): Santanderismo. Bahía.
12.- Sula (De origen desconocido): Santanderismo. Pejerrey (Atherina
presbiter).
13.- Cachón (Quizá del latín caccabus, olla): Santanderismo. Sepia (Sepia
officinalis).
14.- La bahía teñida de rojo se explica en el contexto de la actividad minera
que comenzó a mitad del siglo XIX y decayó con la Iª Guerra Mundial,
en 1914, hasta prácticamente extinguirse con la Guerra Civil Española.
Véase CUETO ALONSO, Gerardo J.: La minería del hierro en la bahía
de Santander. Consejería de Medio Ambiente, Santander, 2006.
15.- Nácara (Del catalán nacra, y éste del hispano árabe náqra, tamboril):
Santanderismo. Nácar.
14
las fregatas Doña Sol, Susana, Pepita-Vicenta, Castilla,
Doña Flora, Hermosa-Trasmiera, Petronila, y otras
muchas que ahora no me alcuerdo. A los dos años de
entrar en la badía los vapores empezaron a faltar aquellos
grandes majales de pescao que en determinados meses
del año entraban siempre en el puerto y pocos años
después teníamos que salir a pescar por la costa, porque
en la badía ya no entraban. Hoy ya ni por la costa se
ve un pez, y todo eso sucede porque los vapores, con
sus hélices, asustan a los peces y éstos huyen a otros
mares y a otras costas. También consiste en que todo
el suelo de la badía y el suelo de los placeres de la costa
están completamente cubiertos con la tonga de mineral
que todos los días vierten los lavaderos de las minas,
matando así toda la freza y haciendo desaparecer los
pastos. Además, por las mallas de las redes de ahora, no
pueden pasar ni anfileres. En mi tiempo, las mallas de
aquellas redes sólo permitían pescar peces que el menor
pesaba una libra. Dentro de pocos años no habrá ni una
merluza.
- Tiene usted razón, tío Pío. Esa sedimentación mineral y
las redes de arrastre son la verdadera causa de que nuestra
bahía, en otro tiempo tan rica, esté hoy empobrecida de
pesca. Leyes y Reales Órdenes muy sabias que castigan
esas extralimitaciones tenemos en abundancia. Lo que
no tenemos son autoridades enérgicas que las apliquen
y que castiguen con mano fuerte esas atrocidades.
15
- Si eso hubiera sucedido en tiempos del comendante
de marina señor Padin yo creo que hubiera afusilado a
alguno.
- Fusilado, no, pero seguramente no habría tolerado esos
abusos. Y respecto a los vapores, amigo Pío, no hay más
remedio que marchar con el progreso de los tiempos.
Hoy depende la vida nacional de la navegación a vapor.
Ya sé yo que antiguamente no se permitía balear16
con las redes ni dar golpes con los remos en el mar.
Conozco bien aquellas disposiciones de 1788 y 1814,
que prohíben “que se balee ni en modo alguno se golpee
el mar”, y cuyo párrafo final termina así: “Quiere el
Rey que desde luego circule Usía esta orden a todos
los Ministros y subdelegados de las provincias de ese
Departamento, con prevención de que se llevará a
debido efecto con todo rigor, y que avisen si alguno
se opone o contraviene a ella para tomar la más seria
providencia, sin que en esta materia oigan Usía y los
Ministros más recurso ni quejas, pues bien instruido de
todo Su Majestad ha tomado esta resolución, que es
la más conveniente a la matrícula y al bien del Estado,
no permitiendo Su Majestad que, con pretexto de
acopios o de provisión de pescados para la Real mesa, se
infrinjan las sabias disposiciones dictadas con la mayor
meditación. (…) Notifíquese esta providencia y Real
Orden de que se trata a don Juan Antonio Calderón,
16.- Balear (Quizá de balayum, retama, forma céltica reconstruida por los
lingüistas): Santanderismo. Tantear con las redes los lugares de pesca.
16
alcalde del Noble gremio de mareantes de la Calle Alta
en este puerto”.
- Eso, eso sí señor, eso. Y eso debieran ponerlo en los
boletines.
- ¿Y qué adelantaríamos con que se pusiera, amigo Pío?
- Pues vale más que pongan eso que no las raquerías17
que hicieron Cafetera, Pipa y Muergo18. ¡Claro, no tenían
quien sacara la cara por ellos! ¿Por qué no pusieron que
en la Callalta habían nacido también otros que han
sido médicos, pilotos, curas, arquitetos, industriales,
comerciantes y hasta marqueses; sí señor, marqueses,
todos hijos de pobres pescadores? ¡Como esos sabían
de letra…!
- No, Pío, no. Esos señores no eran tipos que se prestaban
a la caricatura.
- Está eso güeno. ¿Y la probituz, si?
- Dejemos eso y cambiemos de conversación, tío Pío19.
Dígame. ¿Quedan muchos callealteros?
- Ya no hay más embarcaciones que la de Joseucas y la
mía.
- No pregunto por eso. Pregunto por las gentes.
17.- Raquería (Del alemán wrack, barco naufragado, restos de un naufragio):
Santanderismo. Acción propia del raquero / -u, muchacho que se dedica
al merodeo en los muelles.
18.- Muergo / -u (Del lat. organum, órgano): Santanderismo. Navaja, molus-
co (Ensis siliqua).
19.- Referencia directa a Pereda, escritor costumbrista de extracción burguesa
y ultra conservador, y en particular a su novela Sotileza (1885), donde se
acuña un arquetipo injurioso de los vecinos callealteros contemporáneos
del Tío Pío y Esteban Polidura.
17
- Ah, sí; semos diez o doce. Ya verá: Joseucas, el Pelín y
Goriuco, tres; tres, Canaca y Delia, que ya están arrumbaos,
cinco; cinco, y el Tito, seis; seis, y Cría, siete; siete, y
Oleas, ocho; ocho, y Matagatos, nueve; nueve, y Celipón,
que está también desarbolao, diez; y un servidor, once.
No me alcuerdo de más ahora.
- Y yo, que también soy callealtero, doce. Y otros que
me callo y que al parecer les da vergüenza decir que
nacieron en la Calle Alta.
- Porque son unos vainas.
- No, hombre, no. Son convencionalismos sociales.
- Yo no sé lo que es eso. Lo que sé es que son…
- Bueno, tío Pío, bueno. Cálmese, no se indigne que ya
trataremos de eso otro día. Hoy sólo he de significarle
que esos restos que quedan de aquella raza callealtera,
fuertes algunos y valetudinarios otros, y que Vd. me
ha citado tan pintorescamente, tienen, en mi opinión,
un perfectísimo derecho a que por la Junta de Obras
del Puerto se les guarde la debida consideración,
reservándoles esos puestos sedentarios que hay en
el dique y en los muelles y que indebidamente, por
influencias extrañas, ocupan gentes que precisamente
para eso han traído de Ataquines, de Prádanos de Ojeda
o de Grijota20.
- Choque esos cinco. Así hablan los de mi calle -dijo el
tío Pío. Tendí el brazo y en mi mano sentí la durísima
18
presión de la suya, muy honrada y muy callosa, que más
que mano parecía un férreo tenazón.
- Hasta otro día, tío Pío. Ya hablaremos.
- Vaiga con Dios.
Y cuando antes de soltar la mano le insinué que aquel
callealtero que hace poco más de un siglo fue Maestro de
Capilla de la Catedral de Burgos, y que llevaba su mismo
apellido, era tío suyo, noté que se impresionaba algún
tanto y me pareció ver brotar de sus ojos dos lágrimas
que estuvieron a punto de rodar por las tostadas mejillas
de aquella noble faz encuadrada en una sotabarba pasada
de moda.
19
LA MANJÚA
21
y quien, por fin, asiste todos los días y a determinadas
horas a la tienda A o a la correduría B a despellejar a
todo bicho viviente, aunque algunos de los que tal ha-
cen tengan contraídos méritos bastantes para arrastrar
una cadena en cualquiera de nuestros establecimientos
penitenciarios; así como hay quien tiene todos estos
gustos, y así goza, y así vive, y no puede vivir de otra
manera; así yo, no sé si porque nací en la Calle Alta,
soy aficionado a la pesca y uno de mis mayores placeres
consiste en salir a pescar con los de mi calle, y recordar
aquellos tiempos en que hacíamos rabiar a Media Ore-
ja y a Espina, sin que se librara de nuestras travesuras
ni el mismísimo don Juan Pelotas.
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La casualidad me deparó un día a Cañaca; amigo mío
de la infancia y a quien jamás olvidaré, y, conocido que
hubo mis deseos de salir un día con él a esa clase de
pesca, le faltó tiempo para presentarme a sus compa-
ñeros de faena, con quienes tuve el gusto de conversar
largamente.
3.- Cabo Mayor es el vértice de una línea imaginaria que marca el paso de la
bahía de Santander a mar abierto.
4.- Trainera (Del lat. trahere, arrastrar): Embarcación de pesca del Cantábrico
que utilizaba traína, arte para la pesca de cerco.
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garete, y sus tripulantes unos durmiendo sobre el panel5,
y otros pescando con una aligotera6, y sobre el castillo
de proa de cada una de las lanchas un hombre de pie y
mirando hacia todas partes para investigar cuanto se halla
ante el límite a donde alcanza la vista del hombre.
5.- Panel (Del francés antiguo panel): Santanderismo. En rigor, este término
no remite a cada una de las tablas que forman el suelo movible de algunas
embarcaciones pequeñas, tal y como recoge el Diccionario de la Real
Academia Española, sino al suelo lleno de piezas sueltas pero ordenadas
de las lanchas.
6.- Aligotera (Quizá forma sincopada de anguilote, forma como se conoce en
la costa de Cantabria al congrio, debido a su parecido con la anguila, que
deriva del latín anguilla): Santanderismo. Arte de pesca empleada para
pescar aligotes (Pagellus acarne).
7.- Obviamente se trata de una confusión del autor. Más adelante tiene
oportunidad de corregir, al apuntar que se trata de un cetáceo, es decir, de
un mamífero, no de un pez. Cabe considerar en su descargo que el autor
quizá entendiera por pez todo ser que habita la mar, lo que no impide, aun
con todo, que incurriera en un error.
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ellas la blanca gaviota, el voraz mallón8 y la bonita par-
dera9, aves todas de una misma familia; la corconera y el
pitorro10 (pufino), de la familia de las zambullidoras; unas
sentadas sobre el agua y mecidas por las ondas del mar,
otras zambulléndose a fin de alimentarse con pequeños
peces; la de más acá, queriendo salvar una distancia, vuela
aleteando sobre el mar porque la debilidad de sus alas no
la permite sostener el peso de su cuerpo; el cofre (planga
blanco) elevándose a muchos metros de altura para des-
pués arrojarse con furia sobre un pececillo que ha visto
nadar a dos o tres metros bajo la superficie del mar.
25
cuadro que se ofrece a su vista si algún día se le ocurre ir
a la manjúa.
26
Entre tanto, el Tío Tono y Flema calaron de nuevo sus
aligoteras, mientras Felipón seguía diciéndome:
27
En este diálogo estábamos cuando dijo Flema:
28
velozmente y dando saltos, se dirigen hacia determinado
punto y las aves todas, que han estado revoloteando cerca
de nuestra lancha, vuelan en la misma dirección que
llevan los delfines. Es que éstos, con su exquisito olfato,
y aquéllas, con su vista perspicaz, han aprendido dónde
pueden llenar impunemente la andorga.
Entonces, por esta señal, los que están de pie sobre los cas-
tillos de proa de sus respectivas lanchas miran y remiran,
hasta que por fin lanzan la sacramental voz de ¡avante!
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- No, mira pa proba18 y verás una manjúa -me contestó.
30
Y, entre tanto, los delfines, arremetiendo contra las sardi-
nas y haciendo un verdadero zafarrancho, vuelven a salir
del agua como para tomar nuevas fuerzas para reacometer
con más vigor; las aves multiplícanse por comer más y
más; las corconeras y pitorros zambulléndose para tragar a
dos carrillos; diez o doce lanchas, cuyos tripulantes gritan
y se insultan por el solo hecho de tropezarse unas contra
otras y no poder maniobrar bien con sus artes, tirándose
mutuamente con piedras, remos y diablos encadenados.
31
Y ¿qué era? Que los delfines se marchaban con un andar
de más de cuarenta millas por hora.
32
GLOSARIO DE SANTANDERISMOS
35
Balear (Quizá de balayum, retama, forma céltica recons-
truida por los lingüistas): Tantear con las redes los lugares
de pesca.
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Dende / Derde (Contracción de las preposiciones latinas
de, ex, de): Desde.
Gibia / Jibia (Del lat. sepia vía mozárabe xibia): Sepia (Se-
pia officinalis).
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Muergo / -u (Del lat. organum, órgano): Navaja, molusco
(Ensis siliqua).
Pardera (Del color pardo, que deriva del latín pardus, leo-
pardo): Gaviota parda (Larus brunnicephalus).
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un naufragio): Acción propia del raquero / -u, muchacho
que se dedica al merodeo en los muelles.
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LIBROS DE SABLE, 2