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SUJECION Y ARTE EN

LATINOAMERICA
Gabriel Amos Bellos
Lic. en Psicología
(Ponencia a las III Jornadas de Reflexión sobre el Arte,
Instituto de Investigaciones Estéticas, Facultad de amosbellos@yahoo.es
Artes, UNT; Junio de 1993.) Cel: 155-014734

"R E S U M EN (a modo de introducción):

El objetivo general de este trabajo es el de puntualizar el


lugar y la función que en el marco global de las culturas
Latinoamericanas puede el Arte reclamar para sí,
circunscribiendo tal localización desde una óptica limítrofe
entre el Psicoanálisis y la teoría sociológica crítica.

Para tal fin se tomarán como punto de partida las


consideraciones del Psicoanálisis Freudo-Lacaniano acerca de
la estructuración subjetiva como efecto de lenguaje
(entendido este en tanto que lazo social). Así, la palabra
"sujeción" en el título, toma la triple significación de:
constitución subjetiva, sujetamiento al Orden social y
sumisión al Orden del Lenguaje. A continuación se tomará
parte del análisis crítico que Herbert Marcuse realiza sobre el
modelo de las sociedades industriales avanzadas, para
establecer lo que creo es el marco simbólico en el cual se
estructuran actualmente los sujetos humanos. Se introducirán
además algunos aportes de Michel Foucault acerca de las
relaciones de poder.

La línea de pensamiento que me guía es en el fondo la


defensa de un derecho humano inalienable tanto como no
reconocido: el derecho a la diferencia y a la variación, que el
modelo cultural actualmente dominante pone cada vez más
bajo riesgo de extinción al proponer como deseables,
aceptables y materialmente realizables apenas unas cuantas
formas de estructuración subjetiva. El Arte (o mejor: las
Artes) finalmente, aparecen como el medio óptimo para
ofrecer resistencia a esta uniformización forzada, en la
medida en que se constituyen en el espacio simbólico
privilegiado para la manifestación de la verdad subjetiva,
debido a que el mito, forma primordial de la Cultura y del
hecho artístico, ha sido y es, desde el comienzo de lo
humano, aquello que transporta hasta el lenguaje la verdad
indecible del Deseo.
Para el Psicoanálisis, la estructuración subjetiva es el efecto del "baño
simbólico" en el que cada nuevo ser humano se ve sumergido incluso
desde antes de su nacimiento. El procedimiento simbólico que opera esta
estructuración es conocido con el nombre de "Complejo de Edipo", y se
efectiviza para cada sujeto en el interior de la estructura familiar que lo
acoge a su arribo a este mundo, estructura que mediatiza ante el infante
el Todo de la Cultura (que Jacques Lacan ha llamado "Gran Otro"). Para
decirlo en sus palabras: "El Otro como sede previa del puro sujeto del
significante ocupa la posición maestra, incluso antes de venir allí a la
existencia... como Amo Absoluto".

Todo lo que dentro de la familia se hable sobre, a, ante, de, con o contra
el niño, irá desde mucho antes de la concepción estructurando el universo
de símbolos al que él accederá. Y no siendo la familia otra cosa que la
representante ante el niño del todo social, su discurso será una parte,
digamos una variación estilística, de los discursos que en tal sociedad
circulan. La familia es entonces un sistema abierto a un sistema mayor
que la abarca tanto como la determina, y a través de ella se retransmiten,
con mayor o menor distorsión, los mensajes que al sujeto dirige la
sociedad en la que le es dado nacer. Esto es así hasta tal punto, que para
Deleuze el sujeto "es una variable, o más bien un conjunto de variables
del enunciado... un emplazamiento o posición que varía mucho según el
tipo del enunciado". Para él, "Lo primero es un 'SE HABLA', murmullo
anónimo en el que se disponen emplazamientos para posibles sujetos".

Ese Otro cultural, entonces, es una entidad de lenguaje. En ocasiones su


murmullo ensordecedor es rechazado, y ese rechazo concluye en la
psicosis; en el mejor de los casos, será oído y hecho propio por la
operación del Complejo de Edipo, y nos encontraremos, a la vuelta de los
años, ante un sujeto "normal", es decir, más o menos neurótico:
portador-dice Lacan- de "un Saber que no comporta el menor
conocimiento, a la manera del esclavo-mensajero del uso antiguo, el
sujeto que lleva bajo su cabellera su codicilo que le condena a muerte no
sabe ni su sentido, ni su texto, ni en qué lengua está escrito, ni siquiera
que lo han tatuado en su cuero cabelludo rasurado mientras dormía". En
virtud de lo anterior, la frase de Rimbaud en su carta a Izambard: "Yo es
otro", adquiere un sentido de una profundidad abismal.

Es por que ese Otro habla que, en tanto psicoanalistas, nos interesa oir lo
que dice, aunque también y no en menor medida lo que omite, ya que es
su discurso la sustancia de la que estamos constituidos.

Existe un discurso o conjunto de discursos que goza en la actualidad de


un proceso de universalización acelerada. Tal discurso se ha venido
estructurando y afinando a lo largo de varios siglos en nuestra civilización
Occidental, y su tendencia es, cuando menos, preocupante. No es este el
lugar ni la ocasión de detallar los modos, causas o medios a través de los
cuales se produce el fenómeno, aunque es posible entrever el enorme
poder que en su difusión ejercen las empresas transnacionales y los
medios de comunicación masiva, ya de por sí universalizados y
satelitalizados. En relación a ésto nos dice Deleuze que "cada formación
histórica ve y hace ver todo lo que puede, en función de sus condiciones
de visibilidad, al igual que dice todo lo que puede, en función de sus
condiciones de enunciación. Nunca hay secreto, a pesar de que nada sea
inmediatamente visible ni directamente legible".

Antes de enunciar algunas características generales de este discurso al


que Herbert Marcuse llama "la ideología de las sociedades industriales
avanzadas", deseo hacer una salvedad: cuando hablo de la
universalización forzada de tal formación discursiva no me estoy
refiriendo a la tan mentada "importación de modelos extranjeros
inadecuados a nuestras realidades socioculturales", posición xenófoba que
de ninguna manera comparto, sino al fenómeno que Marshall Mc Luhan
retrató en su obra "La Aldea Global". Esta globalización tiene su inicio, al
menos para mí, el dia 6 de Agosto de 1945, fecha en que se hizo estallar
sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica de la historia.

En su libro "El Hombre Unidimensional" desarrolla Marcuse dos hipótesis


contradictorias: 1) que la sociedad industrial avanzada es capaz de
contener la posibilidad de un cambio cualitativo para el futuro previsible,
y 2) que existen dentro de esta misma sociedad fuerzas y tendencias que
pueden hacerla estallar. Afirma que la primera tendencia es la dominante,
y que ésto se explica por la aparentemente infinita capacidad que tales
sociedades poseen para absorber y/o neutralizar las contradicciones que
en su seno se generan. Esta neutralización es llevada a cabo mediante
distorsiones discursivas como las que percibía Discépolo al escribir
"Cambalache", solo que la cosa va un paso más allá de poner la Biblia
junto al calefón: son las mismas fuerzas y tendencias capaces de
destruirla las que son utilizadas por la sociedad unidimensional en su
autoperpetuación, y uno de los mecanismos por los que se produce tal
efecto es claramente visible en algunas series de televisión en las cuales
una mujer, un negro, un grupo de jóvenes o, más recientemente, un
gitano, luchan a brazo partido en defensa de la Ley y el Orden.

Las características de un discurso tal "conducen a una 'sociedad cerrada',


cerrada porque disciplina e integra todas las dimensiones de la existencia,
privada y pública". Marcuse escribe acerca de "una ausencia de libertad
cómoda, suave, razonable y democrática" que prevalece en estas
sociedades, redundando en una administración racional de las vidas
humanas que las componen. Esta administración conlleva la supresión de
las individualidades a través de la institucionalización (política y jurídica,
pero no solamente) de los derechos y libertades que dice garantizar.
Tiende así a hacerse totalitaria en la medida en que amén de determinar
las ocupaciones socialmente necesarias, las aptitudes para ellas
requeridas y las actitudes socialmente aceptables, determina además, y
en un grado alarmante, las necesidades y aspiraciones individuales. Así
produce sujetos históricos mutilados, reducidos en sus potencialidades
conforme a las necesidades del todo social; sujetos-fusible, eliminables e
intercambiables, incapaces de concebir siquiera un modo de vida
alternativo. En palabras de este pensador, esta sociedad opera una
"asimilación de las fuerzas e intereses de oposición, y administración y
movilización metódicas de los instintos humanos, lo que hace así
socialmente manejables y utilizables a elementos explosivos y
'antisociales' del Inconsciente".

Todo esto ocurre mientras se preserva, a través de la propaganda, la


ilusión de soberanía popular democrática, ilusión que se sostiene
admirablemente por encima de un estado de crisis permanente. Marcuse
no se inclina por la victoria de ninguna de las dos tendencias
mencionadas, si bien a lo largo de su obra se hace sentir su convicción de
que un cambio hacia democracias verdaderas e individualidades más
libres es altamente improbable. Es por ello, además de otras razones, que
me inclino a aceptar más bien las tesis de Michel Foucault que, aún siendo
más extremas, permiten concebir alguna forma de resistencia.

Una de las tesis más originales de Foucault es la de que el poder no se


manifiesta solo como inhibidor o represor, sino también como fuerza que
"incita, suscita, produce". Por otro lado, sostiene que el poder más se
ejerce que se posee, y que en tanto que ejercicio se distribuye más o
menos uniformemente en la trama social, estando por ello implicado en
todas las relaciones humanas. El poder forma así una malla en la
superficie de lo social, en que las relaciones de poder son los nudos,
aunque no fijos sino difusos y móviles. Esta concepción del poder y sus
manifestaciones le permite afirmar que, si bien es cierto que nadie está
fuera del sistema ni puede salir de él (y ésto ni siquiera muriendo), existe
la posibilidad de resistirse "a lo Maqui", ejerciendo cada uno como
individualidad su poquito de poder en el espacio social en que le toca vivir
y actuar. Definiendo esta posición de Foucault, Deleuze nos dice: "La
lucha por una subjetividad moderna pasa por una resistencia a las dos
formas actuales de sujeción, una que consiste en individuarnos según las
exigencias del poder, otra que consiste en vincular cada individuo a una
identidad sabida y conocida de una vez por todas".
Esa resistencia constituye un esfuerzo por resguardar (y, en la mayoría de
los casos, restaurar) lo que en la introducción llamé el derecho a la
diferencia y a la variación, es decir: no solo nuestro derecho a ser,
pensar, hacer y sentir de modo diferente al del resto de los seres
humanos, sino incluso a variar nuestro propio modo de hacer, sentir,
pensar y ser, a lo largo del tiempo.

Desde su inasible comienzo, lo humano se ha definido por su forma


cultural, o lo que es lo mismo, no existe el ser humano si no es como ser
de cultura. Toda cultura puede ser considerada un sistema de signos, y el
Mito se halla a la base de todo sistema simbólico: es la forma primordial
de la Cultura, el discurso primero de toda civilización, y por ello es
también la forma primigenia de la creación artística.

Volvamos un poco sobre Marcuse, quien casi al final de su libro escribe:


"Si la sociedad establecida administra toda comunicación normal, dándole
validez o invalidándola de acuerdo con exigencias sociales, los valores
ajenos a esas exigencias quizá no puedan tener otro medio de
comunicación que el anormal de la ficción. La dimensión estética conserva
todavía una libertad de expresión que le permite al escritor y al artista
llamar a los hombres y a las cosas por su nombre: nombrar lo que de otra
manera es innombrable".

El estructuralismo propone la lectura del Mito como mensaje, remarcando


con esto la peculiaridad que el mito posee en tanto ficción, que es la de
transportar hasta el discurso cotidiano un punto de verdad de otro modo
indecible. En un universo de discurso reducido a la unidimensionalidad, la
verdad solo puede ser expresada bajo forma mítica. En palabras de
Lacan: "El mito es precisamente lo que puede ser definido como
otorgando una fórmula discursiva a esa cosa que no puede transmitirse al
definir la verdad...".

En la actualidad, los pocos islotes culturales bidimensionales en los que


Marcuse fundaba sus esperanzas al escribir su libro en 1954, tienden cada
vez más rápido a desaparecer. Ante este hecho, la regionalización
(aunque más no sea en áreas restringidas de discurso) parece ser un
modo privilegiado de ejercer una resistencia a la manera de Foucault. Por
traer un ejemplo de un área no artística, y bastante actual, en el Japón se
está dando un interesante fenómeno de resurgimiento de los dialectos
zonales (que habían declinado en los dos últimos siglos como resultado de
la educación estandarizada y, especialmente, de la influencia de los
medios de comunicación). La noticia es publicada en Clarín Revista el 11
de Abril de 1993, como una de esas curiosas peculiaridades de los
Orientales; sin embargo, el fenómeno en cuestión puede sin mayor
dificultad ser interpretado como un modo de resistirse a la
estandarización provocada por el lenguaje oficial, y al idioma inglés
internacionalizado tanto por razones comerciales como políticas.

Con todo, en el terreno del Arte la regionalización presenta sus


problemas, puesto que el Arte tiende a lo universal por derecho propio.
Incluso se da el hecho paradojal de que la estética autóctona, que fuera
revalorizada por el rescate cultural y el revisionismo histórico, está hoy
integrada a los circuitos comerciales al punto de ser moda en algunos
países europeos. Creo que la problemática de la regionalización pasa por
el desarrollo de una estética autónoma (además de autóctona), una
estética que se dé leyes propias que le permitan llevar al discurso social
una segunda dimensión, una profundidad. Quizá sea ésto lo que sucedió
en Europa a fines del siglo pasado y comienzos del presente, cuando el
surgimiento de movimientos como el futurismo, cubismo, dadaísmo o
surrealismo. La relativa libertad del hecho artístico en relación a otros
hechos de lenguaje (y con ella su potencial como instrumento de
resistencia) se debe, a mi ver, a que en un mundo de pura "objetividad",
el hecho artístico es una intrusión, un objeto construido de pura
subjetividad.

Ante la uniformización subjetiva implicada en el discurso de las


sociedades actuales, la posibilidad de ejercer resistencia a su
universalización a través de la producción de discursos locales, regionales,
queda abierta. La creación artística, su raíz mítica, el punto de verdad que
puede vehiculizar, se muestran como un posible instrumento para
sostener, producir y reproducir sujetos que habiten en un universo
discursivo a la altura de lo Humano.-

GABRIEL AMOS BELLOS


Psicoanalista - Lic. en Psicología

LECTURA MINIMA:
Deleuze, Gilles: "Foucault".
Lacan, Jacques: "El Mito Individual del Neurótico".
Marcuse, Herbert: "El Hombre Unidimensional".

LECTURA RECOMENDADA:
Foucault, Michel: "La Arqueología del Saber"; "La Verdad y las Formas
Jurídicas"; "La Microfísica del Poder".
Freud, Sigmund: "Psicología de las Masas y Análisis del Yo"; "Introducción
al Narcisismo"; "El Malestar en la Cultura"; "Conclusiones; Ideas y
Problemas".
Levi-Strauss, Claude: "Antropología Estructural".
Lacan, Jacques: "Subversión del Sujeto y Dialéctica del Deseo en el
Inconsciente freudiano"; "La Dirección de la Cura y los Principios de su
Poder".
Marcuse, Herbert: "Eros y Civilización".

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