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CAPITULO 1 El asedio del yo Acababa de volver a Swarthmore de un congreso en Washington que habia durado dos dias y que habia reunido a cincuenta estudiosos ¢ investigadores de todo el pais. Sobre el escritorio tenfa un fax urgente de Espafia que me inquiria por un articulo que habia prometido para una conferencia en Barcelona, con el que llevaba un retraso de varios meses. Antes de pensar siquiera en contestar el fax, ‘comenz6 mi horario habitual de consultas, que habia pospuesto hasta entonces. Heg6 uno de mis mejores alumnos y empez6 a hacerme Preguntas sobre los prejuicios étnicos que ponia de manifiesto el Programa del curso, Entré mi secretaria con un fajo de partes telefénicos y algunas canas que se habfan acumulado durante mi ausencia; entre ellas, una nota de la Direccién General de Hacienda sobre uns inspecci6n y otra de la compari telefénica que comunicaban la cancelacién de un servicio. Mis charlas con los alumnos se vieron interrumpidas luego por lamadas telefénicas desde Londres (un editor), Connecticut (una colega que estaba de paso y que se iba a pasar el fin de semana a Oslo) y California (un viejo amigo pensaba viajar en el verano a Holanda, y queria saber si podrfamos coincidir all?) Al filo del mediodia ya estaba agotado: todas mis horas se habian consumido en el proceso de la relacién con otras personas —cara a cara, por carta 0 clectr6nicamente— dispersas en distintos puntos de 2 EL YO SATURADO. Europa y Estados Unidos, asf como en mi pasado. Tan aguda habia sido la competencia por este “tiempo de relacin” que virtualmente ninguno de los intercambios que mantuve con esas personas me dej6 satisfecho. Esperaba con ansiedad disponer durante la tarde de algunos momentos de aistamiento, restablecimiento personal y vuelta al equilibrio: no tuvé esa dicha. No s6lo impartl mis dos clases vespertinas (una de las cuales fue recuperatoria de la que habia perdido por mi viaje a Washington), sino que hubo nuevas Ilamadas telefonicas, despachos por correo electrénico, visitas de estudiantes yun colega de Chicago que querfa conocer nuestro predio univer- sitario. Al concluir la jomada, por si me bubiera faltado algin estimulo, la radio y el pasacasete del coche aguardaban mi tramo de vuelta a casa. Al llegar noté que el césped estaba demasiado crecido y que las paredes de la vivienda pedian a gritos una mano de pintura; ero yo no estaba para aquellos menesteres: tenfa que contestar la correspondencia del dia, mirar los periédicos y hablar con mis familiares, ansiosos por contarme lo que habfan estado haciendo. ‘Quedaban atin los mensajes del contestador automético, més llama- das de amigos, y a tentadora televisi6n, incitandome a huir desde sus ‘veintiséis canales, ;Pero c6mo podta huir posponiendo tantas obliga- ciones vinculadas con mis articulos, la correspondencia y la prepa- raci6n de los cursos? Inmerso en una red de conexiones sociales que me consumian, el resultado era el atontamiento, Tal vez los profesores universitarios seamos gente mas ocupada que la mayoria; después de todo, la comunicacién es un hecho central de la docencia y Ia investigaci6n. Sin embargo, mi estado de inmersi6n social dista de ser an6malo; en verdad, sise compara aun profesor con muchos hombres de negocios y otros profesionales, se comprobard que disfrutan de un grado considerable de aislamiento. ‘Los signos de esta inmersién social aparecen por todos lados: + Una llamada a un abogado de Filadelfia es contestada automé- ticamente por un mensaje grabado en tres idiomas, ‘+ Un. amigo empresario se quejaba el otro dia de que desde hace ya varios afios cl grupo de encuentro una vez por semana para jugar al tenis habia aumentado de cuatro a seis integrantes, a ratz de los frecuentes viajes que hacian, y que este afio estaban considerando la Posibilidad de elevar la cifra a siete. ° * El afio pasado pronuncié una breve charla en una fiesta de cumpleafios, en Heidelberg, Tres dias después, al regresar a Estados Unidos, me llam6 por teléfono un amigo desde la Costa Oeste (la otra Punta del pais) para contarme cul habia sido la reaccin de los [BL ASEDIO DEL YO a invitados. Hl recogi6 el chisme dos dias antes que yo gracias al correo electrénico, * El quiosco de revistas mas cercano me ofrece no menos de vveinticinco publicaciones distintas sobre computadoras, proceso de textos y programas de diagramacién y edici6n. * Se ha calculado que en la actualidad visitan Disney World mas de veinte millones de turistas al afto, procedentes de todo el globo (el Independent, de Londres, predice que para el afio 2000 el turismo ser la industria més importante del mundo). * Titular de USA Today, *Si se esta preguntando en qué lugar del mundo le gustaria cenar...”,Seguido de una detallada descripcion de los principales restaurantes de siete paises europeos y asidticos. Por si alguien no se ha dado cuenta, quiero puntualizar que ninguna de estas observaciones podrfa haberse formulado tan s6lo diez afios atras. Me crié en un pueblecito de Carolina del Nozte. Salvo por el viaje que hicimos a Washington en 1952, cuando cursébamos el pensitimo afio de estudios, la mayoria de’ mis compafieros de la escuela secundaria no habfa puesto jamés el pie al otro lado de la frontera del estado. Incluso Chape! Hill era un lugar misterioso y exético para quienes viviamos en Durham, a unos 22 km. En casi todas las familias ue trataba yo, la llegada de una carta era un acontecimiento: 10s miembros de la familia se reunfan para leer en voz alta y en presencia de todos aquellas preciosas Iineas. Las Ilamadas a larga distancia eran. tan raras que cuando se producfan la gente seguia comentindolas durante varias semanas. Los visitantes que venfan de otros lugares, nds all de Carolina del Norte, eran recibidos virtualmente como monarcas; casi no habia visitantes del extranjero. Tanto el petiédico local como las tres radioemisoras que uno podfa escuchar se dedicaban mayormente a acontecimientos lugarefios: los precios de la cosecha, la actividad de las figuras politicas del estado, las alegrias y sinsabores que proporcionaban a sus criadores los toros de raza Durham. Sihabfa un lazo importante con algo externo a la comunidad ‘misma, era el que nos unfa con la Madre Patria, la de los heroicos rebeldes de la Independencia, sus nobles arist6cratas, y con la Iteratura y nuestro pasado cultural, El problema no consistia enton- ces en mantener el ritmo de un desiile incesante de voces que pasaban, sino en conservar nuestra valiosa herencia. Pero aun esta tranquila existencia parece caotica si hacemos retroceder el calendario s6lo unas décadas atrés. Hace unos dias hablé con una vecina que acababa de celebrar su centenario. Me 2 HL YO SATURADO. contaba de sunifiezy delos goces de una vida pasada entre un circulo reducido de relaciones humanas que eran siempre las mismas. De nifia, casi todas las personas a quienes veia le eran conocidas. La mayoria de esas relaciones eran cara a cara; las visitas a los amigos se hacian a pie 0 en carruaje. Si uno tenia el propésito de ir de visita, cera esencial que lo hiciera saber antes enviando una tarjeta. Recor- daba todavia la emoci6n que sintié la familia cuando su_padre ‘anunci6 que a poco se iba a instalar un aparato llamado teléfono, y que entonces podrian hablar con los vecinos que vivian a tres manzanas de distancia sin necesidad de salir de casa. "El contraste que ofrece aquello con un dia cualquiera en mi estudio pone de relieve que soy una victima (© un beneficiario) de los profundos cambios habidos en el curso del siglo XX. Las nuevas tecnologias permiten mantener relaciones, directas 0 indirectas, con un circulo cada vez mas vasto de individuos. En muchos aspectos, estamos alcanzando lo que podrfa considerarse un estado de saturaci6n social. Los cambios de esta magnitud rara vez se limitan a un sector: reverberan en toda la cultura y se van acumulando lentamente hasta que un dia caemos en la cuenta de que algo se ha trastrocado y ya no podremos recuperar lo perdido. Si bien algunos de estos efectos son desquiciantes, mi exploracién principal en este libro es mas sutil y evasiva: especificamente, lo que quiero es examinar el impacto de {a saturacion social en la manera como conceptualizamos nuestro yo y las pautas de vida social que le son anexas. Nuestro vocabulario relativo a la comprensién del yo se ha modificado notoriamente a lo largo del siglo, y con él el cardcter de los intercambios sociales. Pero la creciente saturaci6n de la cultura pone en. peligro todas nuestras premisas previas sobre el yo, y convierte en algo extrafio las pautas de relaci6n tradicionales. Se est forjando una nueva cultura. CONCEPTOS CAMBIANTES DEL YO [os conceptos relattvos al yo) operan en e! individuo y la socte- dad comorealidades funcionales que contribuyen a fiar los limttes de esa misma naturaleza humana de la que, presuntamente, deberian ser un modelo. David Bohm, Human Nature as the Product of Our Mental Models { Por qué son tan decisivas para nuestra vida las caracterizaciones jgue hagamos de nuestro yo —de nuestra manera de hacernos HLASEDIO DEL YO 2 asequibles a los otros—? ;Cusl es el motivo de que los cambios que sobrevienen en estas caracterizaciones sean temas de interés tan preponderante? Yeamos. la pareja se halla en un momento decisivo de su relacién, Han disfrutado mutuamente de su compafiia durante varios meses, pero jamés hablaron de lo que sentfan. Ahora, ella tiene una imperiosa necesidad de expresar sus sentimientos y aclararlos, pero... ¢qué ha de decir? Cierto es que dispone de un extenso vocabulario para expresarse a simisma; por ejemplo, podrfa declarar ptidicamente que se siente “atraida” por él, 0 “entusiasmada", 0 “deslumbrada”, 0 “sumamente interesada". Si cobra valor, tal vez le diga que est4 “muy enamorada”, o bien, sise anima, que esta “subyugada” o “locamente apasionada’” Le afloran ala punta de la lengua términos como “alma”, “deseo”, ‘necesidad”, ‘ansia”, “lujuria’. Ahora bien: gsabré escoger las palabras correctas en ese delicado instante? 1a cuestion es grave por cuanto el destino de la relaci6n est pendlente de un hilo: cada término tiene distintas implicaciones para el futuro. Decit que se siente “atrafda" por él es guardar cierta reserva; sugiere mantener distancias y evaluar la situacién, Decir que esta “entusiasmada” denota un futuro més racional; “destumbrada” y “sumamente interesada” son comparativamente términos més din4- micos, pero no sensuales. En cambio, decir que esta “enamorada” podria indicar cierta irracionalidad o descontrol, Es expresi6n, ade- ‘mas, de una dependencia emocional, Si agrega que est *locamente enamorada”, el tipo podrfa asustarse e irse: tal vez lo Gnico que queria ¢ra pasar un buen rato, Si se anima a introducir términos que hagan referencia a su “alma” o a su “Iujuria", la relacion podria avanzar por senderos muy diferentes. Vemos, pues, que su expresiGn de si misma lleva implicitas consecuencias sociales, Nuestro idioma dispone de un vocabulario riquisimo para la expresiGn de las emociones, pero... ;qué ocurriia si se abandonasen algunos términos? {Qué pasarfa si mo se dispusiera més de la expresiOn “estar enamorado” Es una frase muy atil si uno quiere avanzar hacia una relaci6n profunda y comprometida: pergefia un ‘cuadro futuro significativo € invita al otro a tomar partido. No cumple el mismo fin decir que uno es ‘atraido" por otra persona, o que esta “entusiasmado” por ella, o que “le interesa”. Conel “estar enamorado” puede alcanzarse una relaciéntal que no sea accesible con sus ivales, Aniilogamente, las otras expresiones pueden servir para otros fines: ‘por ejemplo, para poner distancia, o para limitar la relaci6n al plano fisico. Abandonar cualquiera de estos términos o frases significay perder un margen de maniobra en la vida social, Al ampliar el vocabulario de expresiOn de uno mismo se vuelven 4 EL YO SATURADO posibles otras opciones en el campo de las relaciones humanas, En [a actualidad no hay en inglés ningGin término que describa suficien- temente bien una relaci6n apasionada y permanente, pero peri6dica, y no cotidiana, $i una pareja desea encontrarse de vez en cuando, ‘pero quiere que estas ocasiones sean “profundamente conmovedoras” para ambos, carecen de una alternativa que viabilice la expresién de Jo que desean. Los términos “atracci6n", “entusiasmo”, etcétera, no describen un intercambio profundamente conmovedor, y sino di que “esté enamorado” no da cabida a que se acepten con indiferencia Jas distancias periédicas, A medida que se expande el vocabulario de a expresiGn del yo, también lo hace el repertorio de las relaciones humanas. Ludwig Wittgenstein, el filésofo de Cambridge, escribié en una oportunidad: “Lositmites det tenguaje Josiimites de mi ntundo"* Esta concepeiom tiene wna particular validez para: eblen- ‘guaje'del'yoe Los términos de que disponemos para hacer asequible nuestra personalidad (los vinculados a las emociones, motivaciones, pensamientos, valores, opiniones, etcétera) imponen Ifmitesa nuestras actuaciones, Una relaci6n roméntica no es sino una entre la multitud de ocagiones en que nuestro vocabulario del yo se insinua en la vida social, Considérese lo que sucede con nuestros tribunales de justicia. Si no creyéramos que Ia gente posee “intenciones", la mayoria de nuestros procedimientos juridicos carecerian de sentido, ya que en gran medida determinamos en funci6n de las intenciones la culpa o Ia inocencia. Si uno sale de caza y le apunta a un oso pero por accidente mata a otro aficionado que andaba por alli, probablemente se sienta culpable el resto de su vida, pero no recibiré un gran castigo: no era su “intenci6n” matar al colega. Si en cambio le apunta con el arma y lo mata “intencionadamente’, no seré dificil que pase el resto desu vida en prisiGn. Si renuncidramos al concepto de intencién —aduciendo que todas nuestras acciones son el producto de fuerzas que escapan a nuestro control—, perderfa importancia la diferencia de los objetivos perseguidos en uno y otro caso. En el campo de la educaci6n, basta pensar en las dificultades que ocasionarfa que los maestros renunciasen a hablar dela “inteligencia" de los alumnos, de sus “objetivos*, de su “grado de atencion” o de sus “motivaciones". Estas caracterizaciones permiten discriminar entre sf a los alumnos para prestarle a cada uno una atencién particular, en forma de recompensa o de castigo. Constituyen el vocabulario de la advertencia y el elogio, y cumplen un papel fundamental en la politica educativa. Si no creyésemos que el yo de cada cual esti constituido por procesos tales como la “raz6n”, la “atencién’”, etcétera, el sistema educativo se vendrfa a pique por falta PL ASEDIO Det YO 25 de sustento. Andlogamente, los sistemas de gobierno democrético dependen de la adhesion de los ciudadanos a determinadas defini, clones del yo. Sélo tiene sentido que los individuos voten si se presume que poseen.un ‘juicio independiente”, una “opinién polttiea propia” y “desean el bien comin’. Dificilmente podrfan continuar Sustentindose las instituciones de la justicia, la educacion y la ‘nuestros hijosnos apoyamos en nociones comolas de “sentimientos”, “necesidades”, “temperamento” y “deseos”, En el matrimonio, cada no de los conyuges se define a si mismo diciendo que esti pComprometido” con su pareja, o que siente “amor” 0 “confianza” hacia ella, o que esta viviendo un “romance”. En nuestras amistacles hacemos uso frecuente de témminos como “simpatizar" o “tener fespeto” por el otro, Las relaciones industriales estén imbuidas de “motivaciones”, “incentivos”, “racionalidad” 'y “responsabilidad”, Los clérigos tendrfan dificultad para tratar con los que concurren a su Parroquia si no dispusieran de palabras como "fe", “esperanza” y “conciencia moral’. Dicho més direcamente, sinrebenguaje-del-yo Tanke Rucsttos-enracteres,estndos-y procesos—la-vide-social-seris- | Virtualmente-irreconocible. -/ EL YO: DE LA CONCEPCION ROMANTICA A LA POSMODERNA 1a tesis de este libro es que el proceso de saturacién social est produciendo un cambio profundo en nuestro modo de comprendet cl yo, La vida cultural del siglo XX ha estado dominada por dos grandes vocabulatios del yo. Hemos heredado, principalmente del Siglo XIX, una visién romdntica del yo que. atribuye a cada individuo rasgos de petsonalicad: pasiGn, alma, creatividad, temple 1 vocabulario'es esencat para el establecimiento de relacioncs,com- Prometidas, amistades, icles. objetivos vitales. Pero desde que Surgio, a comienzos del siglo XX, la cosmovision modemista, el Vocabulario romfntico come peligro. Para los modemnistas, ‘las principales caracterfsticas del yo no son una cuestién de intensidad sino més bien una capacidad de. taciocinio.para.desarrollar.nuestros “oneeplos,..opiniones..c..intenciones..conscientes. Para el idioma modesnista, las_personas..nasmales..son.-previsibles, “hon y finceras. Los modemistas creen en el sistema educativo, la vide familiar estable, la formacién moral ¥ la eleccién racional de determinada estructura matrimonial, 6 LYO SATURADO. | Pero como trataré de argumentar, tanto las concepciones romén- ticas como las modemas sobre el yo estn desmorondindose por el | desuso, al_par que se erosionan los basamentos sociales que. las | sustentan, por obra de las fuerzas de la Saftiracion social. Las techofogfas que han surgido nos han saturado de los ecos de la humanidad, tanto de voces que armonizan con las nuestras como de otras que nos son ajenas, A medida que asimilamos sus variadas modulaciones y razones, se han vuelto parte de nosotros, y nosotros de ellas. La saturacién social nos proporciona una multiplicidad de Ienguajes del yo incoherentes y desvinculados entre sf, Para cada cosa que ‘sabemos con certeza” sobre nosotros mismos, se levantan resonancias que dudan y hasta se burlan. Esa fragmentaci6n de las concepciones del yo es consecuencia de la multiplicidad de relacio- nes también incoherentes y desconectadas, que nos impulsan en mil direcciones distintas, incitndonos a cesempefiar una variedad tal de roles que el concepto mismo de “yo auténtico”, dotado de caracte- risticas reconocibles, se esfuma. ¥ el yo plenamente saturado deja de set un yo. ara contrastar este enfoque del yo con el romdntico y ¢l moderno, equipararé la saturaci6n del yo con las condiciones inherentes al _posmodernismo, Al ingresar en la era posmoderna, todas las concep- ‘iones anteriores sobre el yo corren peligro, y con ellas, las pautas de acci6n que alientan. El posmoderismo no ha trafdo consigo un nuevo vocabulario para comprendemos, ni rasgos de relevo por descubrir 0 explorar. Su efecto es més apocaliptico: ha. sido puesto ) en tela Ue juicio ef conceptormismo,cle-lavesencia personal. Se ha} desmantelado el yo como poseedor de caracteristicas reales|, identificables como la racionalidad, la emocién, la inspiraci6n y la! voluntad. Sostengo que esta erosi6n del yo identificable es apoyada por una amplia gama de concepciones y de pricticas, y se manifiesta con ellas. En lineas mas generales, el posmodernismo est4 signado por una pluralidad de voces que rivalizan por el derecho a la existencia, que compiten entre sf para ser aceptadas como expresi6n legitima de lo verdadero y de lo bueno. A medida que esas voces amplian su poder y su presencia, se subvierte todo lo que parecia correcto, justo y l6gico. En el mundo posmoderno cobramos creciente conciencia de que los objetos de los que hablamos no estén “en el mundo”, sino, que més bien son el producto de nuestras perspectivas particulares. Procesos como la emocién y la raz6n dejan de ser la esencia real y significativa de las personas; a la luz del pluralismo, los concebimos como imposturas, resultado de nuestro modo de conceptualizarlos. En las condiciones vigentes en el posmodemismo, las personas BLASEDIO DBL YO cxisten en-un estado de construcci6n y reconstruccién permanente; ¢s un mundo en el que todo lo que puede ser negociacio vale. Cada idad del yo cede paso al cuestionamiento reflexivo, la ironfa y, en siltima instancia, al ensayo de alguna otra realidad a modo de juego. ‘Ya no hay ningGn eje que nos sostenga, @Habré que tomar en serio todo lo que estamos apuntando sobre cl “cambio dramético” y la “desaparicion’? Después de todo, segui- mos hablando de nosotros mismos més o menos como lo haciamos el afio pasado, o aun veinte afios atrés. ¥ todavia podemos leer a Dickens, Shakespeare y Euripides con el convencimiento de que “ comprendemos asus personajes yas acciones que llevan a cabo. Por Qué ‘habriamos de prever ahora alteraciones drésticas, aunque estemos cada vez mas saturados por nuestro entomo social? Esta, Pregunta es importante, y la respuesta, un preludio indispensable Para lo que sigue. Los estudios sobre el concepto del yo vigente en otras culturas y petfodos historicos pueden comenzat a revelamos hasta qué punto LA LOCALIZACION CULTURAL DEL YO A significado emoctonal es un logro soctal y cultural. Catherine Lutz, Unnatural Emotions Si hay un mensaje conspicuo en los anales de la antropologfa, es cl auc nos hace reconocer las s6lidas verdades de nuestra propia Cultura. Si cotejamos nuestra visién con las de otros, comprobanios que lo que para nosotros es “conocimiento seguro", otros o conside, rardn més bien una suerte de folclore. Véase, si no, la definicién rnisma de lo que es un individuo auténomo. Damos mds o menos por sentado que cada uno de nosotros es un individuo auténomo, que Posee responsabilidad y 1a capacidad de desenvolverse, Coneede mos derechos inalienables alos individuos —no a las Familias, clases ‘sociales u organizaciones—, De acuerdo con nuestro sistema moral, 8 ELYO SATURADO, estar vinculado romnticamente a varias personas a la vez se conside- ‘a inconcebible o inmoral. ‘Nuestra consideracion del individuo resultarfa an6mala en muchas culturas del mundo. Veamos a los balineses. Tal como los describe Clifford Geertz, antropdlogo de la Universidad de Princeton, el ‘concepto de un yo singular o individual no desempefia sino un papel minimo en la vida cotidiana de esa cultura.* A los individuos se los considera ms bien representantes de categorias sociales mas gene- rales, y es la categoria social la que cobra importancia decisiva en la vida cultural, En las palabras de Geertz: “Noes ...)su existencia como personas, su inmediatez.o su individualidad, ni su efecto particular ¢ irrepetible en el curso de los hechos hist6ricos lo que cobra preeminencia o se destaca simbélicamente, sino su situaci6n social, ‘su particular localizaci6n dentro de un orden metafisico persistente, en verdad etemo”.> Para un balinés, amar o despreciar, honrar 0 hhumillar a alguien teniendo en cuenta un estado determinado de su ‘mente individual (sus sentimientos, intenciones, racionalidad, etcé- tera) seria rayano en lo disparatado. Nadie ‘s¢ relaciona con un individuo personalizado, sino con lo que en nuestra cultura occiden- tal considerarfamos un ser despersonalizado. Segan puntualizamos anteriormente, las maneras de hablar estén insertas en las formas de vida cultural. Veamos, por ejemplo, las costumbres de los balineses en la forma de designar a las personas. En Occidente, cada individuo recibe al menos un nombre que lo identificard toda su vida; para los balineses, en cambio, los nombres ‘se aplican primordialmente para designar los grupos a que pertenece el individuo. Los bebés no reciben un nombre propio hasta que han transcurrido 105 dias después de! nacimiento, y ese nombre s6lo se usa esporadicamente para referirse a 61; una vez que llega a la adolescencia, desaparece casi y se ponen en citculacién otros apelativos, que designan sobre todo la posici6n social. Hay nombres que indican el orden de nacimiento del individuo: Wayan es el del primogénito, Nioman el del segundo hijo, etcétcra. Hay también nombres de parentesco que designan el grupo generacional al que se pertenece. En ese sistema, cada sujeto contesta al nombre que reciben todos los hermanos y primos pertenecientes a la misma generacién, Una de las designaciones mas notables es el “tekénimo’, un apelativo que cambiar varias veces en el transcurso de la vida, A un adulto, cuando se convierte en padre o madre, se le lama “padre de..." 0 “madre de..." (Seguido del nombre del hijo). Luego, cuando ‘nace un nieto, el nombre vuelve a adaptarse: “abuelo de..." o abuela de...", y asi sucede de nuevo cuande nace un bisnieto. Entretanto, los EL ASEDIO DEL YO. 9 \itulos referidos al status indican la posici6n social de cada uno, y los tivulos pablicos indican su funcién o el servicio que cumple en la comunidad (por ejemplo, encargado de 1a comespondencia, carre- iero 0 politico). Esta visi6n del yo inserto en lo social se pone de relieve asimisrmo cenlas pautas ce relaci6n, Como el grupo social tiene una importancia fundamental, las relaciones suelen ser generales y formales, mas que cespectficas y personales. En la cultura occidental, preocupados como estamos por la singularidad de cada individuo, normalmente presta- mos mds atencién al estado de énimo momentineo de nuestros amigos. Continuamente nos inquieta lo que “sienten” en ese momen- to, lo que “piensan”, etcétera, A menudo las amistades nos parecen imprevisibles y prefiadas de posibilidades; nunca sabemos en qué pueden deriva. En cambio, entre los balineses las relaciones son consideradas vinculos entre representantes de distintos grupos 0 clases. Como consecuencia, tienden a ser ritualizadas. Es posible que se repitan, una y otra vez, determinadas pautas de acci6n, donde slo cambian los personajes. No es probable que sucedan desenlaces inesperados. Los occidentales s6lo llevamos a cabo rituales semejan- tes con los individuos cuando desemperian su papel profesional: el ‘médico, el mecinico del coche, el camarero de un restaurante (pero ni siquicra estas relaciones ritualizadas pueden sustraerse a la intensa inclinaci6n en favor de la personalizaci6n, como cuando el camarero se nos presenta diciéndonos su nombre). Bn Bali, segén Geertz, aun las amistades més estrechas se desarrollan entre ceremonias de buenos modales. No s6lo varia de una cultura a la otra el énfasis puesto en la inclividualidad, sino también los supuestos sobre cémo se-puede caracterizar a una persona. Tomemos las emociones. Las expresiones emocionales de la cultura occidental pueden clasificarse en menos de tuna docena de categorias amplias, Podemos enunciar legitimamente, por ejemplo, que sentimos rabia, repugnancia, temor, goce, amor, tristeza, vergtienza o sonpresa (0 utilizar algunos términos equivalen- tes, como decir que estamos “deprimidos” en lugar de decir que sentimos “tristeza").? Ademds, consideramos que estos téminos represcatan elementos biolégicamente estables; que Ia gente tiene el aiitbuto de expresar esos sentimientos, y que literalmente podemos "ver en el rostro de la gente la expresién de esas emociones. Un advilic que no fuera capaz de sentir tristeza, temor o amor, por ejemplo, seifa considerado un psicopata o un autista No obstante, al examinar otras culturas tomamos penosa concien- ‘cia de lo ridculos que son estos “elementos biolégicamente estables”. 1én algunas de ellas, a los investigadores se les hace dificil identificar 0 LYO SATURADO. ‘términos relativos a los “estados de 4nimo”; en otras, el vocabulario es muy limitado, y s6lo dedica uno o dos términos a lo que los occidentales llamamos emociones. Hay otras que utilizan muchos més términos que nosotros para describir las emociones. ¥ a me- nudo, cuando otra cultura posee términos que parecen correspon- derse con los nuestros, los significados de esos términos son muy diferentes. ‘Tomemios como ejemplo el pueblo de los ilongot, al norte de las Filipinas, para quienes uno de los elementos fundamentales de la psique del hombre maduro es un estado que denominan Hget. Segin lo describe la antropdloga Michelle Rosaldo, seria m4s 0 menos equivalente a los términos con que designamos la “energia”, la “ira” y la “pasi6n” ? Sin embargo, ese estado no se identifica con ninguno de nuestros términos ni corresponde a una posible combinacion entre ellos. El /igetes una caracteristica propiamente masculina, cuya expresi6n no nos resulta a nosotros ni siquiera imaginable. Poseido por el get, un joven ilongot puede echarse a lorar, 0 ponerse a cantar, 0 expresar mal humor. A lo mejor rechaza ciertos alimentos, Ja emprende a cuchilladas contra los canastos, lanza gritos furiosos, derrama el agua o evidencia como sea su itritaci6n o su confusion. Y cuando el figet llega a su apogeo, se vers compelido a cortarle la cabeza a un nativo de la tribu vecina. Una vez que haya hecho esto, nte que su liget se ha transformado y es capaz de transformar a otros. Su energia aumenta, siente el deseo del sexo y adquiere un sentido profundo de sus conocimientos. Sin duda nos cuesta imaginar que el igetsea un elemento bsico de la constitucién biolégica, que acecha de alguna manera dentro de nosotros, busca expresarse y permanece inhibido bajo las capas anificiales de la civilizaci6n. El liget es una construccién propia de la cultura ilongot, del mismo modo que los sentimientos de angustia, envidia o amor roméntico son una construccién propia de la nuestra. EL YO A LO LARGO DE LA HISTORIA Los historiadores, al igual que los antrop6logos, manifiestan un profundo interés por la concepcién del yo que tienen las personas. Para muchos de ellos, sus investigaciones persiguen un prop6sito emaneipador: si somos capaces de comprender los orfgenes y los cambios de nuestras concepciones acerca de la persona —razo- nan—, podremos morigerar la gravitacién de lo que hoy se da por supuesto, Si lo que consideramos hitos s6lidos sobre el ser humano resultan ser productos colaterales de un determinado condiciona- BLASEDIO DEL YO 3 siento social. mis valdrfa reconocer que tales “hitos” son suposiciones ‘° mitos. Confian, pues, en que la conciencta hist6rica nos libere de !aprision donde nos mantienen encerrados nuestras consideraciones de lo que es la comprensién.10 soeun uCReS, historiadores, la preocupacion occidental por el indiyiduo y su singularidad es a Ia vez extrema y restrictiva. Como ilego nuestra cultura.a asignar tanta importancia al yo individus? Uno yates flosoficos, las biogratias, las reflexiones personales y los relatos de vagabundas y aventureros, Examinemos los informes de los viajeros que volvian de paises cultural de Occidente, Al mismo tiempo, el conjunto de caractetisticas atribuidas al {dividual también se modificé notoriamente a lo largo de lee siglos, desaparecieado las que se valoraban antafio y ccupando su lugar Gaze nuevas, Tomemios el caso del nifio, Hoy se cree que los betes Paves (on la facultad de sentir muchas emociones, aunque ain nc bayan desarrollado su eapacidad para el pensamiento telonal En Oecidente; los padres suponen que sus hijos no maniheseas ‘capaci- dad para el pensamient 32 1HLYO SATURADO de la historia de Occidente (més 0 menos hasta el siglo XVI, como ratifica el historiador Philippe Aris), no se pensaba que la nifiez fuese un estado de inmadurez, diferente 0 extrafio al estado adult." El psio6logo holandés J.H. van den Berg refiere que lo usual era considerar al nifio como un adulio en miniatura, un ser quese hallaba en plena posesiOn de las facultades de un adulto, y simplemente carecia de la experiencia para aprovecharlas,!® Deahi que Montaigne, ‘en su ensayo sobre la educacién de los nifios, propusiera introducir el razonamiento filosGfico a muy temprana edad, ya que, decia, “desde el momento en que es destetado el nifio ya es capaz. de entenderlo”.!° Més adelante, John Locke sostuvo que los nifios anhelan “ser cordialmente incuicidos a razonar", pues “comprenden el razonamiento tan pronto como el lenguaje mismo; y, si no he ‘observado mal, les gusta ser tratados como criaturas racionales”.!” Esta comprensi6n del nifio guardaba correspondencia con determi- nadas pautas de conducta, Montaigne menciona en sus escritos al hijo de un amigo, un nifio que lefa griego, latin y hebreo a los seis afios ¥y tradujo a Plat6n al francés antes de cumplir los ocho. Antes de los ocho afios, Goethe sabia escribir en alemdn, francés, griego y latin. En las clases privilegiadas, era corriente leer y escribir a los cuatro afios; los nifios lefan la Brbliay podian debatir complejas cuestiones de principios morales antes de los cinco. A través de la lente de las concepciones contemporéneas sobre la “maduracién de la mente”, esas facultades son rayanas en lo incomprensible. (tras obras hist6ricas se han ocupado de examinar los conceptos culturales sobre la matemidad, En la época moderna consideramos que el amor de una madre por sus hijos representa un aspecto fundamental de la naturaleza humana, asi como que las emociones tienen una base genética. Si una madre no muestra amor por sus hijos (por ejemplo, si los abandona o los vende), nos parece inhumana. (@uriosamente, no consideramostan “antinatural”, por lo comdn, que un hombre abandone a su esposa ¢ hijos.) No obstante, la historia. dora francesa Blisabeth Badinter sostiene que no siempre fue asi.”® En Francia e Inglaterra, durante los siglos XVI y XVIIL los nifios vivian en forma marginal. Los escritos de la época ponen de relieve una generalizada antipatfa hacia ellos, porque nacian en el pecado, significaban un fastidio insoportable y, en el mejor caso, s6lo servian para jugar o para convertirse en el futuro en labradores. Entre los obres, que no practicaban el aborto ni tenfan facil acceso al control de la natalidad, abandonar a un hijo era una costumbre difundida, A todas luces, el concepto de “instinto matemal” habria parecido extrafio en estas sociedades, ‘Ms atin, incluso la lactancia del nifio era vista en muchos cfrculos BL ASEDIO DEL YO 33 como una pérdida de tiempo para la madre. Si la familia era lo bastante rica, el recién nacido era enviado al campo la mayorfa de las veces para que alguna nodriza se ocupara de él; y a ratz de los malos tratos que recibian de estas nodrizas, o de que la leche que les daban no fuera alimento suficiente, era’ muy comtn que estos nifios ‘murieran, Esas muertes infantiles se tomaban como un asunto de rutina, ya que alla larga oa la corta un nifio era reemplazado por otro; Ios diatios fntimos, al relatar las costumbres familiares, muestran que la muerte de un nifio causaba tan poca inquietud en Ia familia como Ia de un vecino, o menos; incluso las actividades econémicas de la familia alo largo de aquella jomada ocupaban mAs espacio, Badinter cita a Montaigne: “Dos o tres de mis hijos murieron mientras estaban con sus nodrizas; no diré que estas muertes no me causaran agin pesar, pero ninguna me acongojé demasiado’. La conclusién de Badintet es que el concepto del amor matemo instintivo es un producto de la evoluci6n reciente de Occidente. EL LENGUAJE Y LOS ESCOLLOS CON QUE TROPIEZA EL YO El sentido comtin de nuestro tiempo nos dice que las personas poseen diferente capacidad de razonamiento, que las emociones son fuerzas poderosas en la vida de la gente y que es importante conocer Jas verdaderas intenciones de un individuo. Bsas premisas represen- tan lo que consideramos universalmente cierto sobre el ser propio humano. No obstante, como nos indican tanto los estudios culturales como los hist6ricos, todas esas premisas acerca de “lo que somos realmente” son precarias: el producto de una cultura en un momento hist6rico. {Podran hacer frente nuestras convicciones actuales a las fuerzas que, contra todas las “verdades acerca del yo", han lanzado las tecnologias del siglo XX? Elescéptico replicara: “Es cierto que podemos encontrar todas esas variantes en las concepciones y las costumbres a que se ha hecho alusi6n, pero la historia cultural de Occidente es de antigua data y nuestras maneras tradicionales de hablar y de actuar tienen hondo arraigo. No es probable que sobrevengan grandes cambios". Un ejemplo final, empero, indicara la rapidez.con que se estén sucedien- do esos cambios, incluso en nuestro siglo. Considérense las siguien- tes caracterizaciones aplicables al yo: Baja avtocstima Avtoritarismo Control desde e! exterior Represisn Depresién ‘Agotamlento s& 34 BL YO SATURADO, Tension Paranoia Obsesion compulsiva Bulimia Sadomasoquismo Crisis de ta madurez Crisis de identidaid Angustia Personalidad antisocial ‘Anorexia ‘Trastomos afectivos periédicos Cleptomania Enajenacién Psicosis ‘Trastorno de tensién postraumétiea ‘Voyeusiame Todos estos términos son de uso corriente en las profesiones que se ocupan de la salud mental, asf como en un sector significativo de la poblaci6n, cuando se quiere atribuir un sentido al yo. Dos rasgos de esta lista merecen menci6n especial. En primer lugar, estos términos se han incorporado al uso corriente en el presente siglo Glgunos de ellos, incluso, en la hima década). En segundo lugar todos corresponden a defectos o anomalias, Desacreditan al indi duo, al hacer que se repare en sus problemas, fallos o incapacidades. Resumiendo, el vocabulario de las flaquezas humanas ha tenido una expansi6n enorme en este siglo: ahora disponemos de innumerables términos para localizar defectos en nosotros mismos y en los demas, que desconocfan nuestros bisabuelos. La espiral ascendente de la terminologia sobre las deficiencias humanas puede atribuirse a la “ciemtificacion” de la conducta que caracteriza a la era moderna. Al tratar de explicar los comportamien- tos indeseables, los psiquiatras y psic6logos dieron origen a un vocabulario técnico de las deficiencias que se fue difundiendo entre el pablico en general, de modo tal que todo el mundo se ha vuelto consciente de los problemas de la salud mental. Y no s6lo se ha adquirido un nuevo vocabulario, sino que a través de él se ha lle- gado a verse uno a sf mismo y’a los demas de acuerdo con esa terminologia, juzgandose superior o inferior, digno o no de admira- cién 0 de adhesién. @En qué medida puede confiarse en una ‘personalidad adicitua?, ;cudnta devoci6n despierta un mantaco- depresivo?, ¢contratariamos a un bulfmico en la empresa?, se puede sentir aprecio por una bistérica?) Y lo que es peor, al producirse este cambio en la manera de interpretar a los otros, se pone en marcha una espiral ciclica de debilitamiento personal, ya que cuando la gente se concibe a sf misma de ese modo, termina por convencerse de que esindispensable contar con un profesional quelatrate. Y al solicitarse a los profesionales una respuesta a los problemas de la vida, se ven presionados a desarrollar un vocabulario atin més diferenciado historiado. Entonces este nuevo vocabulario es asimilado por Ia cultura, engendra nuevas percepciones de enfermedad, y asi sucesi- vamente en una creciente espiral mérbida.® HL ASEDIO DEL YO 35 Patofobia: el temor de que en algiin lugar, no se sabe de qué manera, un pato lo esta mirando. 36 [ELYO SATURADO Nadie duda de que los profesionales de la salud mental deben soportar una gravosa carga de padecimientos humanos. Pocas profesiones tienen una orientacin tan humanista. No obstante, esta espiral ciclica de las deficiencias merece que prestemos seria atencién a los medios de contenci6n del lenguaje. En la actualidad, cuesta dirimir los Ifmites. Hace poco fui invitado a participar en un congreso sobre adicciones para profesionales de la salud mental, a realizarse en California. En el anuncio se lefa lo siguiente: “Cabe sostener que la conducta adictiva es el problema social y de salud ntimero uno que hoy enfrenta nuestro pais. Algunos de los principales investigadores clinicos de este campo expondrén cul es el ‘cuadro de situaci6n’ en materia de investigaci6n, teorfa e intervenciones clinicas para las diversas adicciones [incluidas las siguientes): gimnasia, religion, comida, trabajo [yl vida sexual”. Hace un siglo, la gente se dedicaba a todas estas cosas sin cuestionarse acerca de su estabilidad psfquica y emocional. Si hoy resulta cuestionable dedicarse ala gimnasia, la religion, la comida, el trabajo y la vida sexual, ;quedar4 en el futuro algdn rubro inc6lume? Los lenguajes del yo son, por cierto, muy maleables, y a medida que cambian también cambia la vida social. PROXIMAS ATRACCIONES Laescena ya est preparada, Dramatizamos nuestra vida recurrien- do en gran medida a los lenguajes del romanticismo y del modernis- mo, Estas maneras de reconocernos y de interpretar a otros estén entretejidas en la trama misma de nuestras relaciones cotidianas; sin elas, la vida diaria seria insostenible. Pero en nuestra €poca somos bombardeados, con creciente intensidad, por las imagenes y accio- hes ajenas, y nuestra cuota de participaci6n social ha aumentado en forma exponencial. Al absorber las opiniones, valores y perspectivas de otros, y vivir en la escena los miiltiples libretos en que somos protagonistas, ingresamos en la conciencia posmodema. En un mundo en el que ya no experimentamos un sentimiento conformado del yo y en el que cada vez tenemos mayores dudas sobre la condicién de una identidad apropiada, con atributos tangibles, zqué consecuencias puede acarrearnos esto?

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