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Sin embargo, sobre Brasil hay un sospechoso perfil bajo por parte del gobierno
estadounidense. Slo se conoce lo publicado por el vocero de la Casa Blanca
John Earnest: Obama confa en la fortaleza de las instituciones brasileas
para soportar lo que est sucediendo[4]. Lo que se conoce menos es que
Michel Temer, quien qued como sustituto de Dilma Rousseff, es un ex
informante de la CIA; y que la embajadora estadounidense en Brasil Liliana
Ayalde, cumpla esa misma funcin en Paraguay en vsperas del golpe
institucional a Fernando Lugo[5]. Este vnculo se extiende adems al mbito
de los negocios, sabiendo que la derecha brasilea tiene una histrica y fluida
relacin con las elites estadounidenses.
Durante el gobierno de Joao Goulart a inicios de los 60, los mecanismos de
desestabilizacin previos al Golpe se nutrieron de campaas de prensa que
buscaban mostrar al mundo un Brasil en caos, perdido, adems de la
aplicacin de presin econmica de todo tipo. Un elemento clave de aquel
proceso fue la estrecha relacin entre empresarios brasileos y el gobierno
estadounidense. Tal como lo muestran documentos desclasificados, el gobierno
estadounidense envi a Brasil algunos funcionarios que se reunieron con
grupos de la Cmara de Comercio de Estados Unidos en Ro de Janeiro y San
Pablo, y con buena parte de los hombres de negocios y banqueros importantes
de Brasil y Estados Unidos; asimismo, tuvieron la oportunidad de intercambiar
opiniones con los gerentes de la American Foreign Power y la Brazilian Light
and Power, que constituan uno de los objetivos del programa de
nacionalizacin del gobierno de Goulart[6]. El Departamento de Estado
destacaba en aquel momento la necesidad de mantener un clima favorable en
Brasil para las inversiones estadounidenses y para asegurar la mxima
participacin de capital norteamericano en los programas de la Alianza para el
Progreso implementados en Brasil[7]. Goulart fue derrocado por un golpe
cvico-militar en 1964, inaugurando una nueva modalidad de Golpe, segn
funcionarios de EEUU[8].