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‘CUESTION propuesta por la Academia de Dijon: Gauél es cl origen de la desigualdad entre los hombres, y si esté autorizada por la ley natural * Mercure de France, noviembre de 1753, plgs. 65466: «El pre- ‘mio de moral para el afo 1753, consistente en una medalla de oro de treinta pistolas de valor, scxé adjudicado a quien mejor hava resuelto el problema siguiente: Cull es la fuente de la desiqualdad bnire Jos Borbres, 9 #1 esth autorizade por la ley natural Podrd ser escrita en feancé 0 ea lata, y Ie letara no debec exceder tres cuarios de bore, Las Memoria, francas de porte, feria dingidas aM. Petit, Secretario de la’ Academia, mie da leg: Mach, en Dijon, qv no las admit pando of pineo Discurso sobre el origen y Ios fundamentos de la desigualded entre los hombres elope a lo popes ea unntuse lke pupuded wus Gedbeen : Pde hay Se veohaecle vehuwl oy asst Me Es del hombre de quien tengo que hablar, y la cues tién que examino me dice que voy a hablar a hombres, porque no se propone uno cuestiones semejantes cuando se teme hontar la verdad. Defenderé, pues, confiado la causa de la humanidad ante los sebios que a ello me invitan, y no quedaré descontento de mf mismo si me ‘vuelvo digno de mi tema y de mis jueces *. nti, ,Concibo en Ia especie humana dos clases de desigual- ‘dad: una, que yo llamo natural_o fisica, porque se halla establecida por la naturaleza, y que consiste en la dife- rencia de las edades, de la salud, de las fuerzas del cuerpo, y de las cualidades del espftiru, o del alma; 7 Un bomador, tachado, de este inicio del Discurso precisa mejor el sentidor” («Es del Bombre de quien tengo que hablar y [ilegibe], La cuestién que examino me ensefia ademés que voy fs hablar {que tendré que hablar ante el hombre y que es} a hom bres [a quienes voy a hablar: porque hay menos valor en prope- pela que en resolvera, y quienes hacen conocer Ja verdad sobre {ales snateries no se honran) menos que aquellos que osan soste- petlan) Figura en Letines inédtes de J-]- Rousseau a Mare-Michel Rey (su editor), Pais, 1958, 205 206 Jean-Jacques Rousseau otra, que se puede lamar desigualdad moral, 0 politica, @ Serdue depente, "ina expedie de" én y-se halla establecida, 0 al menos autorizada, por el consentimiento ie-los hombres. Consiste ésta en los diferentes privile- gis de que algunos gozan en perjuicio de otros, como el de ser més ricos, més respetados, més poderosos que clos, o incluso el de hacerse obedecer. No puede uno preguntarse cudl es le fuente de la desigueldad natural, porque Ja respuesta se hallaria ‘enuncieda ea la simple definicién de la palabra. Menos se_puede ain buscar si habria alguna vinculacién_esen- cial entre esas dos desigualdades; porque eso serla pre- guntar en otros téiminos si quienes mandan valen nece- Sariamente més que quienes obedecen, y si la fuerza del cuerpo o del espititu, Ia sabidurfa o la -virtud, se haallan siempre en los mismos individuos proporcionadas al poder o a Ia riqueza: cuestién buena quizé para ser debatida entre esclavos escuchados pot sus amos, pero que no conviene a hombres razonables y libres que bus- can Ja verdad. De qué se trata entonces exactemente en este Dis- curso? De sefialar en el progreso de las cosas el mo- ‘mento en que, sucediendd el derecho a Ia violencia, 1a nnaturaleza fue sometida a Ia ley; de explicar por qué encadenamiento de prodigios pudo el fuerte decidirse a servir al débil, y el pueblo a comprar una tranquilided ideal "al precio’ de una felicidad real. ‘Los filésofos que han examinado los fundamentos de la sociedad han sentido la necesidad de remontarse hasta cl estado de naturaleza, pero ninguno ha llegado hasta 4. Unos ** no han vacilado en suponer en el hombre en ese estado Ja nocién de lo justo y de lo injusto, sin pre- Tl cento francée dice em idée; la segunda acepciGa de ideal 1 aque 00 es fsico, real o verdadero, sino que estd en la fanta flav. He querido mantener la contra de los términes fran- ‘ests idealreal en ver de traducir el primero pot una simplifice como bipotéica, tebrica, ecétera. . * Grocio, en el discurso preliminar a su tratado De iure bell ae pacis. lrlos couse. ee sociale vole gis pelua smc ol Ieee peer bre el origen de Ia desigualdad ‘ 207” wtos boulats see netucleatle leuenen ocuparse de mostrar si debi6 tener esa nocién, ni si- quiera si le fue dtil, Otros * han hablado del derecho natural que cada cual tiene de conservar lo que le perte- nece, sin explicar lo que entendfan ellos por pertenecer; ‘otros **, otorgando desde el primer momento al més fuerte autoridad sobre el més débil, han hecho nacer al punto el gobierno, sin pensar en el tiempo que debié ‘transcurrir antes de que el sentido de las palabras auto- tidad y gobierno pudiera existir entre los hombres. Fi nalmente todos, hablando sin cesar de necesidad, de avi- dez, de opresién, de deseos y de orgullo, han transfe- ido al estado de naturaleza ideas que habfan cogido.en Ja sociedad. Hablaban del hombre salvaje y pintaban al hombre civil. En el espfritu de la mayorfa de los nues- tros no ha entrado siquiera la duda de que no haya exis- tido el estado de naturaleza, cuando por la lectura de los Libros Sagrados es evidente que el primer hombre, por haber recibido inmediatamente de Dios las luces y los preceptos, no se hallaba en ese estado, y que concedien- do a los escritos de Moisés la fe que les debe todo fliésofo cristiano, hay que negar que se hayan encon- trado los hombres alguna vez, incluso antes del diluvio, en estado puro de naturaleza,'a menos que hayan vuelto ‘a caer en él por algiin acontecimiento extraordinario. Pa- tadoja muy embarazosa de defender, y, desde luego, im- posible de probar. ‘Comencemos, pues, por dejar a un lado todos los he- chos***, porque no afectan a Ja cuestién. No hay que mel ecaontty * Samuel Pafendost, De jure naturae et gentium, TV, c. ivi y sobre todo Locke, Second Treatie of coll Gobernment, cap. IL (On the State of Navores) +" Hobbes, De Cive, I, xiv. see'ET ardid de aceptar la tesis de Ja Sagrada Escritura for ‘malmente para buscar mediante una hipétesis distints el origen de Ia bumanided venfa por objeto aplocar a la autoridad eclesife ‘Hea;\no fue Rousseau l primero en utlizaro: el oratoriano P. Lamy y, sobre todo, Condillac ea su Essai sur Vorigine des com suisances bumaines,imagina al principio de la segunda parte una Segunda caida ocamida tras el diluvio; Diderot, en su. Apologie de Fabbé de Prades, distingue el hombre de la ceaciéa y el hot 208 JeanJacques Rousseau tomar las investigaciones que se puedan realizar sobre este tema por verdades histéricas, sino s6lo por razona- mientos hipotéticos y condicionales, més propios para esclarecer Ia naturaleza de las cosas que pare mostrar su verdadero origen, y semejantes a los que todos los dias hacen nuestros fisicos sobre la formacién del mun- do*. La religidn nos ordena creer que, por haber sacado el mismo Dios a los hombres del estado de natu- raleza inmediatamente después de la creacién, son des- iguales porque él quiso que lo fuesen; pero no nos pro- hibe formar conjeturas sacadas vinicamente de Ia natu- raleza del hombre y de los seres que lo rodean, sobre lo que habria podido devenir el género humano de haber uedado abandonado a su suerte, Esto cs Jo gue se me pregunta, y lo que me propongo examinar en este farso, Por interesar mi tema af hombre en general, taré de adoptar un lengusje que convenga a todas las naciones, 0, mejor, olvidendo tiempos y lugares para pensar sélo en los hombres a quienes hablo, me supondré en el liceo de Atenas, repitiendo las lecciones de mis maestros, teniendo a los Platones y a Jos Xenécrates ** por jueces, y al género humano por oyente. jOh hombre, de cualquiera regién que seas, cuales- guiera que sean tus opiniones, escucha! He aqui ta his- toria, tal cual yo he crefdo leerla no en los libros de tus, semejantes que son falaces, sino en la naturaleza que ‘no miente nunca, Todo cuanto sea de ella, seré verda- dero. No habré de falso sino lo que yo haya puesto de si wi, SY ENGR Starr Bre 42" wseginal ye cd : ageiae dU pecsomiiny, an depresecte Sobre el orlgen de la des welwel cewcle de ‘ tote tect Alia wRpacie, escribir segrin las cualidades que recibiste, que tu edu- cacién y tus hébitos han podido depravar, pero que no hhan podido destruir. Siento que hay una edad en la que el hombre individual quertia detenerse; ti buscards 1a edad en que desearias que tu especie se hubiera dete- ido. Descontento de tu estado presente, por razones gue anuncian a tu desventurada posteridad mayores des- contentos atin, quiad querrfas poder retroceder; y este sentimiento debe hacer el elogio de tus primeros antepe- sados, la critica de tus contemporéneos y el espanto de uienes tengan la desgracia de vivir despaés que ti *. PRIMERA PARTE Por importante que sea, pata juzgar cotrectamente so- bre el estado natural del hombre, para considerarlo desde su origen y examinarlo, por ast decir, en el primer em- brién de la especie, no seguiré su organizacién a través de sus sucesivos desarrollos. No me detendré a buscar en el sistema animal Io que pudo ser al comienzo para convertirse finalmente en lo que es; no examinaré si, como piensa Aristételes, sus uiias alargadas fueron pri- mero garras ganchudas; ‘si era velludo como un 30 y si, por caminar a cuatro patas®, sus miradas dirigidas hacia tierra y limitadas a un horizonte de algunos pasos, no marcaban a la vez el caricter y los limites de sus ideas **. No podrfa formar sobre este tema més que conjeturas al \ombie mi cosecha sin querer. Los tiempos de que voy a hablar estén muy Iejanos. {Cudnto has cambiado de como eras! Por asf decir, es la vida de tu especie lo que te voy a vegas, y. casi imaginarias. La anatomia comperada ha, ¢ progresado atin demasiado poco, as observaciones de los °°" Daturalisas son ain demasiado incieras, para qUe Seq, - pueda establecer sobre semejantes fundamentos la bases. c‘\c ‘bre de la naruralers, para considerar Ja evolucién de éte como de un razonamiento sélido; asi, sin recurrir a los cono- tun progreso que le leva, de una situacién de igualdad con os ‘animales, hasta el mfxime estado de dipnidad, et de hombre, dex de ef cual legard a tomar posesidn del paraiso mediante su dint S"Alusién a la ‘Theorie de la Terre de Buffon, y probable- mente también al Esse’ de Cosmologie de Maupertie. ** Xenderates (354314), dsefpulo de Platén, de gran pureza de costumbres y templanzn cimientos sobrenaturales que tenemos sobre este punto, y sin tomar en consideracién los cambios que debieron o) Rem denote, et i cr de Dlr ti con gS Shs 4 Geena te paces es CR Et tomo sen is ta dag a a ead ses Sete, 210 Jean Jeeques Rousseau ast defo, deeds sobrovenir en la ‘conformacién tanto interior como exte- tior del hombre a medida que aplicaba sus miembros a rmuevos usos, y a medida que se nutria con nuevos ali- ‘mentos, 1 supondré conformado desde siempre como To veo hoy, caminando sobre dos pies, sirviéndose de sus ‘manos como nosotros hacemos de las nuestras, digiendo su mirada sobte toda la naturaleza, y midiendo con los ‘ojos Ia vasta extensidn del cielo *. ‘Al despojar a este ser as{ constituido de todos los do- nes sobrenaturales que ha podido recibir, y de todas Jas facultades attificiales que no ha podido adquitir sino ‘mediante grandes progresos, al considerarlo, en una pa- Jabra, tal como debié salir de les manos de la natura: Jeza, veo un animal menos fuerte que nos, menos égil que otros, pero en conjunto organizado més ventajose- ‘mente que cualquiera de todos ellos. Le veo saciéndose bajo un roble, apagando su sed en el primer arroyo, encontrando su lecho al pie del mismo érbol que le ha proporcionado su comida, y ya estén sus necesidades sa- tisfechas. La tierra abandonada a su fertilidad natural‘, y co bbierta de bosques inmensos que el hacha no mutilé ja- més, ofrece a cada paso provisiones y refugios, a los ‘animales de toda especie. Los hombres, diseminados en- tre ellos, observan, imitan su industria, y se clevan asi hasta el instinto de las bestias, con la ventsja de, que cada especie sélo tiene el suyo propio, y de que el hom- bre, sin tener quiz4 ninguno que le pertenezca, se los ‘propia todos, se alimenta igualmente de la mayorfa de os alimentos diversos® que los demés animales se re- parten, y encuentra por consiguiente su subsistencia con mis facilidad que cualquiera de ellos. ‘Acostumbrados desde la infancia a las intemperies del aire y al rigor de las estaciones, ejercitados en Ja fatiga y forzados a defender, desnudos y sin armas, su vida y Su presa contra las demds bestias feroces, o escapar de * Véase Virgilio, Metamorfosis, I, versos 8486. odio Patter Uc Ywosded joroie tdeadscade adueds’ cu wedia dele Sobre ol eigen de I deviguad 9 0 Lengua, redactado por Beaunée, quien contradice totalmente las ‘esis tousseaunianas de la contingencia del lenguaje, adquisiién fobrevenida en el curso de una larga historia y 00 Tigada a I ‘Geencia del bowbre, Para Beauzée la lengua seria un don divino. 26 JeanJacques Roussean nes, al razonar sobre el estado de naturaleza, evan al tema ideas adquiridas en Ia sociedad, ven siempre a la familia reunida en una misma vivienda y a sus miembros ‘guardando entre si una unidn tan intima y tan perma: ente como entre nosotros, donde tantos intereses co- runes los retinen; mientras que al no haber ni casas, ni cabafas *, ni propiedad de ninguna especie en aquel es- tado primitive, cada cual se alojaba al azar y con fre- cuencia para una sola noche; los machos y las hembras se unian fortuitamente segiin el encuentro, la ocasién y cl deseo, sin que la palabra fuera un intérprete muy necesatio de las cosas que tenian que decitse; se dejaban con la misma facilidad®, La madre amamantaba al prin- ‘pio a sus hijos por necesidad propia, Iucgo, al habér- selos hecho queridos Ia costumbre, los alimentaba después por la de ellos; tan pronto como tenfan fuerzas para buscar su pitanza, no tardaban en dejar « la madre misma; ¥ como casi no habia otro medio de volverse a encontrar {ue no perderse de vista, pronto sc daba el caso de no reconocerse siquiera unos a otros, Observad ademés que por tener el nifio que explicar todas sus necesidades, y, en consecuencia, més cosas que decir a Ja madre que la madre al nifio, es él quien deb F fuerzs. de. invent, -¥-- Tava ape, le cbe 8 en gran_parte obra propia **; lo cual multiplica tanto las lenguas como individuos Fay pata hablarlas, a lo que contribuye ademés la vida errante y vagabunda, que 0 deja a ningin idioma tiempo de tomer consistencia; por- ‘que decir que Ia madre dicta al nifio las palabras de que deberd servirse para pedirle tal o cual cosa, muestra bien ‘cémo se ensefian las lenguas ya formadas, pero no dice en modo alguno cémo se forman. ~ Ridicula suposiciém, epostlla Voltaire al margen de cabaias. ++"Son les hipotesis de Condillac en el Enseyo sobre el origen de log conociniontos bumanos. Condillac contestaria a las, spost- Ties de Rousseau en una nota desu Gramdtica. Han influido también sobre esta parte consagrada al origen de las lenguas la Tectura de Da Bos: Réflexions critiques sur la_podsie ef sur la peinture (también leldo por Condilac), 1s Rbévorigue del P. Lams, Al que cit en el Ensayo sobre el origen de las lenguas, etcétera. _ Sobre el origen de In desigualdad 2 Supongamos vencida esta primera dificultad; franquee- ‘mos por un momento el espacio inmenso que debié haber entre el puro estado de naturaleza y la necesidad de las Tenguas; y busquemos, suponiéndolas necesarias ", cémo pudieron comenzar a establecerse. Nueva dificultad, peor que la precedente; porque si los hombres necesite- ron I lara pars gprender « pnsa, mayor needed tuvieron de saber pensar para encontrar el arte de la palabra; y aunque se comprendiera cémo fueron tomados los sonidos de la voz por intérpretes convencionales de nuestras ideas, siempre quedarfa por saber cudles han podido ser los intérpretes mismos de esta convencién ‘para ideas que, por no tener un objeto sensible, no po- dian indicarse ni por el gesto ni por la voz; de suerte que apenas se pueden formar conjeturas que resistan sobre el nacimiento de este arte de comunicar los pensa- mientos y de establecer un comercio entre los espiritus: arte sublime que tan lejos est4 ya de su origen, pero que el filésofo ve ain a una distancia de su perfeccién tan prodigiosa que no hay hombre lo bastante audsz para ‘asegurar que habré de llegar jamés a ella, aun cuando las revoluciones que el tiempo necesariamente ocasiona fue- ran suspendidas en su favor, aun cuando los prejuicios saliesen de las academias o se callasen ante ellas, y aun cuando ellas pudieran ocuparse de ese espinoso tema du- rante siglos enteros sin interrupcién. \ixvEl primer lenguaje del hombre, el lenguaje més uni- sOversal, el mas enérgico, el nico que fue necesario antes de que hubiera que persuadir a los hombres reunidos, es el grito de le naturaleza. Como ese grito sdlo le era ~ taco ee en las ocasiones ‘acuciantes, para implorar ayuda en Tos grandes peligros 0 alivio en los males violentos, no era de gran uso en el curso ordinario de la vida, en el que reinan sentimientos més moderados. Cuando Jas ideas de los hombres comen- 2 enderse y a multiplicarse ys cid entre ellos. una comur ‘mds estrecha, buscaron.mayor ie mero de signos y un lenguaje més amplio: multiplicaron las inflexiones de la voz y le unieron los gestos, que, 228 JeanJacques Rousseau por su naturaleza, son més expresivos, y cuyo, sentido Gepende menos de una determinacién anterior. Exprest- tban, pues, los objetos visibles y méviles por gestos, y aquellos que hieren el ofdo, por sonidos imitativos: pero como el gesto apenas indica més que los objetos presentes, (© faciles de describir, y las acciones visibles; como no es de uso universal, puesto que la obscuridad y la interposi cién de un cuerpo lo vuelven initil, y como exige aten- cién antes de excitatla, se les ocurrié en tltima instancia sustituirlo por las articulaciones de Ja voz, que, sin tener la misma relacién con ciertas ideas, son mas aptas para representarlas a todas, como signos instituidos; substitu- cién que no puede hacerse més que por consentimiento ‘comiin, y de una manera bastante dificil de practicar para hombres cuyos Srganos gtoseros atin no tenfan ningtin cjercicio, y més dificil todavia de concebir en si misma, Puesto que este acuerdo undnime debié estar motivado, puesto que la palabra parece haber sido muy necesaria para establecer el uso de la misma, ‘Debe pensarse que las primeras palabras de que los hombres hicieron uso ruvieron en su espiritu una sig- acién mucho' més amplia de Ja que tienen las que. se aplean’ én las Jenguas ya fortiadas, y que, ignorando ivisidn del discurso en sus parte? constitutivas, al principio dieron a cada palabra el sentido de una proposi- cién entera, Aun cuando comenzaron a distinguir el sur jeto del atriburo y el verbo del nombre, cosa que no fue tun esfuerzo mediocre de genio, los substantivos no fueron fd principio més que otros tantos nombres propios, el presente del infinitive * fue el nico tiempo de los ver- bos, y, respecto a los adjetivos, su nociéa s6lo.a duras penas debi6 desarrollarse, porque todo adjetivo es una palabra abstracta y las abstracciones son operaciones pe- nosas y poco naturales. Cada objeto recibié al principio un nombre particular, sin miramientos para los géneros y Jas especies, que aque- > Vasiante de la edicién de 1782. La primera deca: otros tam- tos nombres propios, el infinitivo...» : Sobre el origen de Ja desigualdad 9 los primeros fundadores no estaban en condiciones de distinguir; y todos los individuos se presentaron aislados a su espiritu, como lo estén en el cuadro de la naturaleza. Si un roble se Llama A, otro roble se Ilamaba B *, porque a primera idea que se seca de dos cosas, es que no son Ia misma; y con frecuencia se necesita’ mucho tiempo para observar lo que tienen en comin; de suerte que cuanto'mds limitados eran los conocimientos, tanto més extenso se hizo el diccionario. La confusién de toda esta nomenclatura no pudo eliminarse fécilmente, porque para ordenar los seres bajo las denominaciones comunes y genéricas, era preciso conocer las propiedades y las dife- rencias; eran precisas.observaciones y definiciones, es decir, la historia natural y Ia metafisica, en cantidad mu- cho mayor de la que los hombres de aquel tiempo podian tener. Por otro Iado, las ideas generales slo pueden introdu- cisse en el espftitu con la ayuda de las palabras, y el entendimiento s6lo las capta mediante proposiciones. Es ta una de las razones por las que los animales no,po- ddrian formarse ideas semejantes, ni conseguir jamés 1a perfectibilidad que de ella depende. Cuando un mono pasa sin dada de una nuez a otra, gpiensa alguien que tiene la idea general de esa clase de fruto, y que compara su arquetipo con esos dos individuos? Indudablemente no; pero a vista de una de sinuses re a memoria las sensaciones que ha recibido de la otra; y sus ojos, modificados de cierte manera, anuncian a su gusto le modificacién, que va @ recibir. Toda idea general ¢s pura ‘mente intelectual; por poco que la imaginacién se mez. cle a ella, la idea deviene enseguida particular. Tratad de trazaros Ja imagen de un érbol en general, nunca, le- garéis a la meta; pese a vosotros mismos tendréis que verlo pequefio 0 grande, ralo 0 espeso, claro u oscuro; y si dependiese de vosotros no ver en él sino lo que se *Voltaize anota al margen: «Por lo menos se lamaba AB peso age se pacts «Ay El rao glen, ta spart Sbservar To que’ tienen en comino es un afadido de la edicién ‘de 1782 20 JeanJacques Rousseau encuentra en todo érbol, tal imagen no se pareceria ya ft un dsbol, Los seres puramente abstractos se ven del nismo modo, o no se conciben més que por el discurso. La sola definicién del triéngulo os da la verdadera idea de i; tan pronto como os figurdis uno en vuestro espi- rity, es tal tridngulo, y no otto, y no podéis evitar hacer las iineas sensibles, 0 el plano coloreado. Es preciso, por tanto, enunciar proposiciones; es preciso, por tanto, ha: blar para tener ideas generales; porque tan pronto como Ja imaginacidn se detiene, el espitita noycamina més que con la ayuda del discurso. Por tanto, si los primeros in- ventores no pudieron dar nombres més que a las ideas fque ya tenfan, se deduce que los primeros substantivos hho padieron ser nunca otra cosa que nombres propios. ‘Pero cuando, pot medios que yo no concibo, nuestros ‘muevos graméticos comenzaron a propagar sus ideas, y @ fgeneralizar sus palabras, 1a ignorancia de los inventores debis someter este método a limites muy estrechos; ¥ ‘asi como al principio multiplicaron demasiado los nom- bres de los individuos, dado que desconocian los géneros y las especies, hicieron luego demasiado pocas especies } géneros por no haber considerado a los seres segiin todas sus diferencias. Para llevar suficientemente lejos las divisiones, hubieran sido precisas més experiencia y més Tuces de fas que podian tener, y més bisquedas y més ‘trabajo de lo que querfan emplear en ello. Ahora bien, si jncluso hoy se descubren cada dia especies que hasta aqui Ihabfan escapado a todas nuestras observaciones, piénsese eudntas debieron ocultarse a hombres que no juzgaban Tas coses més que por su primer aspecto. En cuanto a las clases primitivas y a las nociones més generales, es su perfluo afadir que debieron escapérscles también: ¢oémo, ppor ejemplo, habrian imaginado entendido las palabras de materia, espiritu, substancia, modo, figura, movimien- to, si nuestros fildsofos, que se sirven de ellas desde hace mucho tiempo, a duras’ penas logran entenderlas, y cuan- do, por ser las ideas que se han vinculado a esas palabras puramente metafisicas, no encontraban ningin modelo para ellas en la naturaleza? Sobre el origen de In desigualdad 21 ‘Me detengo en estos primeros pasos, y suplico a mis jueces que suspendan agai su lectura, pare ee partir de la invencidn sola de los sustantives fisicos, es decir, a partir de la parte de la lengua més fécil de en- contrar, el camino que les queda por recorrer para ex- presar todos los pensamientos de los hombres, para adop- tar una forma constante, poder ser hablada en piblico influir sobre la sociedad. Les suplico que reflexionen en ‘el tiempo y conocimientos que han sido necesarios para encontrar Jos niémeros ¥, Jas palabras abstracas, los aoris- tos, y todos los tiempos de los verbos, las particulas, la sintaxis, para ligar las proposiciones, los razonamientos, y formar toda la Idgica del discurso. Por lo que a mi res- pecta, asustado por las dificultades que se multiplican, y conyencido de la imposibilidad casi demostrada de que Jas lenguas hayan podido nacer y establecerse por medios. puramente humanos *, dejo a quien quicra emprenderla va any ag ely ronments Care er ee ee fechas com rus one ig see ee cel ready Nene Bemis es Se es ee re eceenroaean el eral a ahaa ete arenas a Beare hy a rn eres pet et sel a epost Aen a ee leben ae atc cee dota ee seis ene eens Seed san ae ae o cee Ses So alee eee mupemam mucin ge cali co pron el de of i ie go rey ore ce rele Sar ea eo ee ee ee ee re spor Hoi el foes ce al le Reeds eae femmes m cos oo mame a se 0 Sees oe orn een ee aa ne ee nae ee ‘no haber sido, lejos de set admisible como principio explicativo ge ee ee dee ia ne ee ee Se hen de ibe como we en cu sey pln Se CEs Ea arene a 2 JeanJacques Rousseau la discusién de este dificil problema: qué ha sido més ‘necesario, sila sociedad ya formada para la institucién de fas lengoas, o si las lenguas ya inventadas para el este- blecimiento de la sociedad? ‘Sea lo que fuere de estos origenes, al menos se ve, por el poco cuidedo que se tomé la naturaleza en acercar {a los hombres por las necesidades mutuas, y en facilitarles {1 uso de fa palabra, cuén poco preparé su sociabilidad, ¥ cin poco puso ella de su parte en todo lo que ellos Hicieron, par extablecet oe winclos, En efestoy 6 sible imaginar por qué, en ese estado primitivo, babria Ae tener més necesidad el hombre de oto hombre que jun mono 0 un lobo de su semejante *, ni, supuesta esta necesidad, qué motivo podria comprometer al otro @ satisfacerla, ni siquiera, en este tltimo caso, e6mo podrian convenir entre ellos las condiciones. Sé que constante- mente se nos repite que nada habria sido tan miserable como el hombre en ese estado; y si es cierto, como creo hhaberlo probsdo, que s6lo tras muchos siglos pudo tener cl deseo y le ocasién de salir de él, hebria que procesar fla naturaleza, y no a quien ella babrfa constituido de esta manera, Mas, si entiendo bien ese término de miserable, es wna palabra que no tiene ningiin sentido, © que sélo significa una privacién dolorosa y el sufrimien- to del cuerpo o del alma. Ahora bien, me gustaria que ime explicasen cudl puede ser el género de miseria de un set libre cuyo corazén est en paz y el cuerpo en salud. Pregunto qué vida, la civil o Ia natural, esté més some- tida a volverse insoportable para quienes disfrutan de ella, Casi no vemos en toro nuestro més que gentes que fe quejan de su existencia, muchos incluso que se privan de ella cuando pueden, y la reunién de las leyes divina y humana apenas basta a detener este desorden. Yo pre Ja preciosa facultad de hablar, la, puso incluso al instante en fete elercicio, inspirdndales inmediatamente el deseo y el are de Pisines les palabras y loe giros necesaios para las necesidades ade fa sociedad nacienten. Fd. citade, paps. 134135 y passin ‘Voltaire cxplice al margea: «Porque hay en el bombre un instinto y tna aptitud que n0 esté en al simion. Sobre el origen de la desigualded 23 gunto si alguna vez se ba ofdo decir que un salvaje en Iibertad haya pensado siquiera en quejarse de la vida y en darse In muerte. Jizguese, pues, con menos orgullo de qué lado esté Ia verdadera miscria. Nada, por el cot trario, habria sido tan miserable como el hombre salvaje deslumbrado por las luces, atormentado por las pasiones, y razonando sobre un estado diferente al suyo. Fue gra Gias a una providencia muy sabia como las facultades que tenfa en potencia no debfan desarrollarse més que con las cocasiones de ejercerlas, a fin de que no le fueran ni su- perfluas y una carga antes de tiempo, ni tardias e inttiles en la necesidad. En el solo instinto tenfa cuanto necesi- taba para vivir en estado de naturaleza, de igual modo que en una razén cultivada no tiene sino lo que necesita para vivir en sociedad. Parece en primer lugar que, no teniendo entre sf los hombres en ese estado ninguna clase de relacién moral, ni de deberes conocidos, no podian set buenos ni malos, yy no tenfan ni vicios ai virtades, @ menos que, tomando estas palabras en un sentido fisico, se lame vicios en el individuo a aquellas cualidades que pueden perjudicar su propia conservacién, y virtudes a las que pueden contri- buir a ella; en cuyo caso, habria que calificar de més virtuoso a quien menos resistencia oponga a los simples impulsos de la naturaleza, Pero sin apartarnos del sentido cordinario, Io oportuno es suspender el juicio que podria- ‘mos hacer sobre tal situacién, y desconfiar de nuestros prejuicios hasta que, balanza en mano, se haya examinado si hay més virtudes que vicios entre los hombres civili- zados, 0 si sus vistudes son més ventajosas de lo que funestos son sus vicios, si el progreso de sus conaci- rmientos es.compensacién suficiente a los males que mu- ‘uamente se hacen, a medida que se enteran del bien que debieran hacerse, 0 si, considerado todo, no estarfan fen una situacién més feliz, sin mal que temer ni bien que esperar de nadie, que estando sometidos a una de- pendencia universal y obligarse a recibir todo de quienes no se obligan a darles nada. 234 JeanJacqués Rousseau ‘No vayamos sobre todo a concluir con Hobbes * que, por no tener ninguna idea de la bondad, el hombre es haturalmente malvado, que es vicioso porque no conoce Ja virtud, que rehisa siempre a sus semejantes servicios gue no cree deberles, ni que en virtud del derecho, que on rizén se atribuye, a las cosas que necesita, se ima- gina neciamente que es el ‘nico propictario de todo el tmniverso. Hobbes ha visto bien el defecto de todas las definiciones modernas del derecho natural; pezo las con- Secuencias que saca de la suya muestran que la toma en tun sentido no menos falso. Al razonar sobre los principios que establece, este autor debiera decir que, siendo el estado de naturaleza aquél en que el cuidado de nues- tra conservacién es menos perjudicial para la del préjimo, dicho estado es por consiguiente el més apto para la paz, fl més conveniente para el género humano. Dice precisa- mente lo contratio por haber introducido inadecuadamen- te en el cuidado de Ia conservacién del hombre salvaje Ja necesidad de satisfacer una multitud de pasiones que ‘son obra de Ia sociedad y que han hecho necesarias Jas eyes. El malvado **, dice, es un nifio robusto; queda por saber si cl hombre salvaje es un niffo robusto, Y aunque se lo concediéramos, zqué se concluiria de ello? Que si, cuando es robusto, este hombre es tan dependiente de los demas como cuando es débil, no hay clase de excesos ala que no se entregue, que no golpee a su madre cuando Gta tarde demasiado en darle el pecho, que no extran- gule a uno de sus hermanos menotes’ cuando sea in- comodado, que no muerda Ia pierna de los demés cuando tropiece con ella 0. esté enfadado; pero son dos su- pposiciones contradictorias en el estedo de naturaleza ser Uae cts de Pufendost ofrece el texto de Hobbes, aqul ata- ado: ein el estado de naturaeza no se encuentran’ més que pa Siones que reinan en libertad, guerras que teme, miedo, pobreza, oy lla, bsbar, ene, Fie a TO yoltare subraya esta palabra 5 anota al mazgen:, «El salvaje sélo es malvado como un lobo que tiene hambren. La, hipétesis fefotade por Reussem se encyentta en Hobbes: De Cive, «Pre- facio ad lectores: vita ut vir malus idem fere sit, quod puer robusts, vel vir anito poet... Sobre el origen de Jn desigualdad 25 robusto y dependiente; el hombre es débil cuando es dependiente, y se emancipa antes de ser robusto, Hobbes ro ha visto que la misma causa que impide a los salvajes usar de su raz6a, como pretenden nuestios jurisconsultos, Jes impide al mismo tiempo abusar de sus facultades, como él mismo pretende; de suerte que podria decirse ue los salvajes no son precisamente malvados porque no saben lo que es ser buenos; porque no es ni el des- arrollo de las luces, ni el freno de la ley, sino la calma de las pasiones y la ignorancia del vicio lo que les impide cobrar mal: tanto plus in illis proficit vitiorum ignoratio, quam in bis cognitio virtutis*. Hay, ademés, otro prin- Cipio del que Hobbes no se ha percatado y que, dado’ al hombre para suavizer en ciertas circunstancias la feroci- dad de su amor propio, o.el deso de conservarse antes del nacimiento de ese amor, templa el ardor que tiene por su bienestar mediante una repugnancia innata a vet sufrir @ su semejante. No creo que haya que temer nin- guna contradiccién al conceder al hombre Ia tinica vir- tod natural que el detractor més extremado de les virtu- des humanas se vio obligado a reconocerle **. Hablo de Ia piedad ***, disposicién conveniente @ unos seres tan Tan provechosa es en ells la ignorancia de lot vcis como en dos of conoeimiento de la vttude, cia de Jstino, Historie GieTT, Gap. by ndm. 13) selerida alos escias, que Rousseau 3 halla en Groct (De jare bell 2c pact, I, eb. i) ‘Mandeville, al que resume més aba. Berard. Mandesile, ‘nacido en 1670, reais estudios de medina en Leiden para luego Mincase en Tnglaer. En 1 obea ptiacpa, The Fable of the ‘Gees or private Vices public Benefits (Tabla e la sbeas, 0 Vi Gionpetvadosbenefiis.pblicon, Londres, 1723), mantiene una poskionacnicas ante ef ordensmicnto socal: <..s necesrio Zoe el faude, cl iojo y Ia vanidad subsite, si gueremos que ‘Rrownen los dilces fates. Hl vieio estan neesario en un estado FHorecene como el hambie e3 necesara para obligeros comer. EBs imposible que la vrtad sola haga nnes a una naci6n clebre F lonose, Baz hacer tevvir el fais siglo. de oro, es imperiose: Thante necsario que ls honesdad yecobre Ta bellota que sivi6| {Ee alimento a nuestros primeros padrers, Rousseau fesume a €o0- tingasién un ampli pasaje de Mandevlc, SHG tema de la pledad en Rousscau ha sido objeto de abun- antes enlcotamientos entre los etisr: predaamente este fag 236 JeanJecques Rousseas débiles y sometidos a tantos males como somos; virtud tanto més universal y tanto més dtil al hombre cuanto gue precede en él al uso de toda reflexién, y tan natural que las bestias mismas dan a veces signos sensibles de els, Sin hablar de Ia termara de las mates por, 38 bios, de los peligtos que arrostran para protegerlos, todos fos dias observamcs le repugeancia que los cabalos tie- nen a pisotear un cuerpo vivo; un animel no pasa sin inguietud junto a un animal de su especie muerto; hay incluso algunos que les dan una especie de sepultura; y Jos tristes mugidos del ganado al entrar en un matadero anuncian Ja impresién que reciben del horrible especté teulo que los hiere, Con placer vemos al autor de Ia Fé. bula de las abejas, forzado a reconocet al hombre como tun ser compasivo y sensible, salir, en el ejemplo que de cllo nos da, de su estilo frio y sutil, para ofrecernos la Smo Sd Doewro sobre le dian, oo 6 Ens be sea i Dec sos i deter sen fe ols ean, 7 on i oan oe Tin & see Ea cmc ne fears ey oe ai ame clean es Ein de el ee ror ge mse em, amie se oe eye nad ee ew gree eee nS A Sana, al i ese a ee ae ee fe fice ame erg ano See iy, Hoa pe a Se es rl ed Elin ETc ed se 1s aa ll 2 te en seal lta etme her a mea a ee Fe a a ete diatoms cn ‘etrrrlios fon de secs siete ns ee ee le le ee ecgn et inf Sencha aes ae ian oe he ini a wl oe 9 Blea Eine fe ay rn 070 a 2? pe Sees me ee et Oban ade un se ls ne ae nd tl es pao Se ee nae Sobre el origen de la desigualdad 27 patética imagen de un hombre encerrado que percibe fuera a una bestia feroz arrancando del regazo de su madre a un nifio, destrozando bajo su dentadura asesina Jos débiles miembros y desgatrando con sus uss las entraias palpitantes de ese nifio, ;Qué horrible cin no experimenta ese testigo de un suceso en el que ningin interés petsonal ee! QU snestig 20 sufre ante esta visi6n por no poder llevar ningtin socorro a la itadee deovanesds fal hi moribund ‘Tal es el movimiento puro de Ia naturaleza, antetior a toda reflexién: tal Ja fuerza de Ja piedad natural, que tanto les cuesta todavia destruir a las costumbres més, depravadas, pues todos los dias vemos en nuestros ¢s- pectéculos enternecerse y llorar por las desgracias de un infortunado que, si estuviera en el puesto del tirsno, agravaria més atin los tormentos de su enemigo, igual que el sanguinario Sila, tan sensible a los males que no habia €l causado, o que ese Alejandro de Feres que no se atrevia a asistir Ia representacién de ninguna trege- dia por miedo a que le vieran gemir con Andrémaca y Priamo, mientras que escuchaba sin emocién los gritos de tantos ciudadanos que degollaban todos los dias por orden suya. Molisima corda Humano generi dare se Natura fatetar, Que lacrymar dedit.* ‘Corazones blandfsimos, es9 es el don que Ja natursleza tes- timonia haber dado al género humano déndole las ligrimase (Ju- venal, ‘Sétirz, XV, 131199, Desde cigual que el sanguinario Sila.» hasta estos’ versos de Juvenal, es un afadido de la edie cin de 1782, que Rousseau toma de su Letie a dAlembert sar les Spectacles (salvo los versos). Sobre Sila, Rousseau mancjaba Tos datos que Plutarco da en su Vide de Sile (Vidar de los bom- bres dustry en cotnt® 4 Alejandro do Fetes, le anéedota se encuentra en Plutaeo (Vide de Pelépidar [XOUX]), y ea los Ensayos de Montaigne: el tirano de Peres (ciudad de ia Grecia ‘antigua, en Tesalia, boy Tlamada Velestino) fue asesinado a ins- fdgacidn de su mujer ‘Tebe en el aio 398. Segtin el testimonio dde Platarc, enterraba vivos a sos enemigos o los vestia de osos ppara lanzar ‘contra ellos sot mejores perros de caza. Hijo de Pol ‘doro ¥ sobrino de Jeséa, Iuch6 por set reconocido como xarrds, 238 JeanJacques Roussess Mandeville se ba dado perfectamente cuenta de que, con toda su moral, los hombres jemés habrfan sido otra cosa que monstrucs si la naturaleza no Jes hubiera dado Ta piedad en apoyo de la razén; pero no ha visto que de esta sola cualidad se desprenden todas Jas virtudes so- Ciales que quiere disputar a los hombres. En efecto, equé es la generosidad, Ia clemencia, la humanidad, sino le piedad aplicada a los débiles, a los culpables, o a Ja cs: pecie humana en general? La benevolencia y la amistad {incluso son, si bien se mira, productos de una piedad constante, fijada sobre un objeto particular; porque de- sear que alguien no sufra, qué es, sino desear que sea feliz? Aun cuando fuera cierto que la conmiseracién no cs sino un sentimiento que nos pone en el lugar del que sufre, sentimiento oscuro y vivo en el hombre salvaje, desartollado pero débil en el hombre civilizado, equé importaria esta idea a la verdad de lo que digo, si_no cs para darle més fuerza? En efecto, la conmiseracién serd tanto mds enérgica cuanto més fntimamente se iden- tifique el animal espectador con el animal sufriente. ‘Ahora bien, es evidente que esta identificacién ha debido ser infinitamente més estrecha en el estado de naturaleza que en el estado de razonamiento, Es 1a razén la que en- gendra el amor propio”, y es la reflexién la que lo fortifica; es ella Ja que repliega al hombre sobre si mis- ‘mo; es ella la que lo separa de cuanto le molesta y afliges es la filosofia la que lo aisla; por ella es por lo que dice fen secreto, ante la visién de tun hombre que sufre: perece i quieres, yo estoy a salvo, Sélo los peligros de la socie~ dad entera turban el suefio tranguilo del filésofo y Je frrancan de su lecho. Se puede degollar impunemente a jefe supremo, por Jas demds ciudades tesalias. Tebas mand6 en Juda Ge Gtas'2 Pelépides, que venci6 a Alejandro, spoyado por ‘Reena, en, Cinoseéfalos (364), aunque la victoria supuso la muer- te del caudillo tcbeno. Fores fue obligada a incorporarse entonces te Liga Beocia, y a reconocer la libertad de las restantes ciude- tesa. * Voltaire sobraye ala riaén Ia que engendra el amor propioe y aot: Vee en (Se neem enone ronan Pek ‘querer ef bienestaz?». Sobre el origen de Ja desigualdad 239 tun semejante bajo su ventana; no tiene més que taparse Jos ofdos y argumentar un poco* para impedir a la naturaleze, que se revuelve en él, identificarle con é&e ‘a quien se asesina, El hombre salvaje no tiene ese admi- rable talento; y falto de sabidurta y de rsz6n, se le ve siempre entregarse atolondradamente al sentimiento pri- mero de la humanidad. En las revueltas, en Jas peleas callejeras, el populacho se agolpa, el hombre prudente se aleja: es la canalla, son las verduleras quienes separan a los combatientes, y quienes impiden a las personas hon- radas degollarse entre si * Es cierto por tanto que la piedad es un sentimiento natural que, moderando en cada individuo la actividad del amor de s{ mismo, concurre a la conservacién murua de toda le especie. Es ella la que, sin reflexién, nos lleva en socorro de aquellos a quienes vemos sufrir; cs ella Ia que, en el estado de naturaleza, hace de leyes, de cos- tumbres y de virrud, con le ventaja de que nadie se * Voltaire subraya el término, francés cargumenters, quizi por elvempleo insdlito que de él hace Rousseau de edarse 1s20- ese, Cuando ef Litré explic este acepci6n de «argummenter» em- ples precisamente este passe de Rousseau, ‘Una nots del capitulo VILL de las Confesiones,afadida al manuscrito bastante tardiamente, atribaye este pass a la mal ‘duetencia de Diderot, que fue quien Jo inspiré: al hablar de a Utlidad de los consejos de Dideroe sobre este discurso, Rousseau sede; sen la época en que lo escrbia no teafa adn ninguna fospecha del gran complot de Diderot y de Grimm; de habecla tenido, fcilmente habria reconocido cuénto abusabe el primero de imi confianza dando # mis escritas ese tono duro y ese aire negro que inds tarde, cuando él ces de dirginme, no tuvieron. El tozo AE filsofo que ee argumenta tapéndose los ofdos para endure- fetse alas quejas de un desgraciado es de su cosecha, y me habla proporcionado otros, més fuertes ain, que no pude decidirme femplear. Pero atribuyendo aquel humor negro al que le habia ‘edo Ta cfreel de Viceones, y del que en su Clair! se encuentra tuna dois bastante fuerte, jamds se-me ocursi6 eospechar la menot Imalded en éllo» (O. . I, Les Confessions, pég. 389). Bo una arta ¢ M. de Seint'Germain de 26 de febrero de 1770 (Correspon- dence Générale, t. XIK, pl. 246) Roussean va més lejos ain, fludiendo s tronoe de fa cosecha de Diderot «que € me hizo ingertar casi a pesar mow. 240 JeanJacques Rousseau siente tentado a desobedecer a su dulce you: es ella la que hard desistir a todo salvaje robusto de quitar a un débil nif, o a wn viejo invélido, su subsistencia adquiti da con esfuerzo, si él mismo espera poder encontrar la suya en otra parte *; cs ella la que, en lugar de esta ‘méxima sublime de justicia razonada, baz con otro lo que quieras que bagan contigo ** inspira a todos los hom- bres esta otra méxima de bondad natural mucho menos perfecta, pero més util quizé que le precedente: Haz tu bien con el menor mal posible para ofro. En una pala- bra, es en ese sentimiento natural més que en los argu- mentos sutiles donde hay que buscar la causa de la re- ugnancia que todo hombre experimentaria en hacer el mal, independientemente incluso de las méximas de la educacidn. Aunque pueda ser propio de Sécrates y de los espititus de su temple adquirir la virtud racionalmente, hhace mucho tiempo que el género humano no existiria ya si su conservacién hubiera dependido solamente de los Tazonamientos de quienes lo componen. Con pasiones tan poco activas, y un freno tan salu- able, los hombres, més hurafios que malvados, y més atentos a protegerse del mal que podian recibir que ten- tados a hacérselo a otros, no estaban sujetos a reyertas muy peligroses ***: como no tenfan entre sf ninguna es- pecie de trato, ni conocfan, por consiguiente, ai la vani- Gad, ni le consideracién, ni la estima, ni el desprecio; 7 Woltaie nota al margen: «Cualouier dir que Jos iroque ses son mis compesivos que nosotros». oonedio tegin son Mate, 7, 12; segdm sem Lucas, 6, 1. ‘Ene fragmento, drgido ent tzalidad contce Hobbes, me- recié in siguiente note al margen de Voltaie: «stis Toco, 200 {Shes que los amercanos sepentionales se han exterminado me- Giant la pucten?y Yen su carta Rootseny incideé en el mimo femas ah puedo coburcame para ir en buses de los salvajes Sa Gand, So primer logar porque las enfermedades a gue estoy Scape fn ea opi Baers C17 Segundo lugar, porgue hay ocr en ese pels y lon cjemplot ‘Sess oaciones ban vuelto a los salves cast tan. malvados Enmo nosotrese (Comespondance ginérdle, t 11, pig. 203) Sobre el orgen de la desigualdad 2a como no tenfan la menor nocién de lo tuyo y de lo mio, ni ninguna idea verdadera de Ia justicia; como mitaban las violencias que podian recibir como un mal fécil de reparar, y no como una injuria que hey que castigar; y ‘como no pensaban siquiera en la venganza a no ser ms- quinalmente y de forma inmediata, como el perro que muerde la piedra que se le tira, sus disputas raramente he- brian tenido secuelas sangrientas si no hubieran tenido tun tema més sensible que el alimento: pero veo uno mas peligroso, del que atin me queda que hablar. Entre las pasiones que agitan el corazdn del hombre, hay una ardiente, impetuosa, que hace un sexo necesario para el otro, pasién terrible que arrostra todos los peli- agros, derriba todos los obsticulos, y que, en sus furores, parece propia para destruir el género humano que estd destinada a conservar. En qué se convertirin los hom- ‘bres presa de esta rabia desenfrenada y brutal, sin pudor, sin contencién, y disputindose cada dia sus amores al precio de su sangre? En primer lugar, hay que convenir que, cuanto més violentas son las pasiones, més necesatias son las leyes para contenerlos; pero, adems de que los desérdenes y Jos crimenes que aguéllas causan diariamente entre nos- cotros, muestran de_sobra Ia insuficiencia de las leyes a este respecto, también serfa bueno examinar si estos desérdenes no han nacido con las leyes mismas; porque eentonces, aunque fueran capaces de reprimirlos, lo me- rnos que deberfa exigirseles serfa que detuvieran un mal que sin ellas no existirfa en modo alguno. Comencemos por distinguir Ia moral de Jo fisico en el sentimiento del amor. Lo fisico es ese deseo general que Teva a un sexo a unirse al otro; lo moral es lo que de- termina ese deseo y lo fija sobre un solo objeto exclusi- vamente, o que al menos le da un grado mayor de ener- sia para este objeto preferido. Ahora bien, es fécil ver que la moral del amor es-un sentimiento ficticio; nacido del uso de la sociedad, y celebrado por las mujeres con mucha habilidad y cuidado para esteblecer su imperio, y m2 JeanJacques Rousseau convertir en dominante al sexo que deberfa obedecer *. Hlalléndose fundado ese sentimiento sobre ciertas no: ciones del mérito 0 de la belleza, que un salvaje no esté fen condiciones de tener, y sobre comperaciones que no est en situacién de hacer, debe ser casi nulo para él, Porque igual que su espfritu no ha podido formarse ideas abstractas de regularidad ni de proporcién, tampoco su corazén es susceptible de sentimientos de admiracién y dde amor que, incluso sin que uno se dé cuenta, nacen de In aplicacién'de estas ideas; escucha tinicamente el tem- peramento que ha recibido de 1a naturaleza, y no el des- ‘agrado ** que no ha podido adquirir, y cualquier mujer es buena para él. Linitados slo a to fsco del amor, y bastante sfor runados para ignorar estas preferencias que irritan fentimiento.amoroso.y-aumentan las dificaltades, los hhombres deben sentir con menos frecuencia y menor viiveza los ardores del temperamento y, por consiguiente, tener entre s{ disputas més raras y menos crueles. La imaginecién, que tantos estragos hace entre nosotros, no hhabla a los corazones salvajes; cada cual espera pacifica- mente el impulso de la naturaleca, se entrega a él sin leccidn, con més placer que furor, y, satisfecha la necesi- dad, todo el deseo se extingue. . Es, pues, una cosa indiscutible que el amor mismo, asf como todas las demés pasiones,a6lo en sored ha juitido ese ardor impetuoso que Io hace con frecuencia aoe ee ara lot Hombres, y es tanto més rideulo representar a los salvajes degolléndose entre sf constante- ‘mente para saciar su brutalidad cuanto que esa opinién es totalmente contraria a la experiencia, y cuanto que los ‘Waltsse aubraya «que deberfa obedecer» y anota al margen: «xePor qué?e, Voltaire mancuvo, en distintos pasajes de sus obras, iskplena igueided de la mujer y del hombre; en su correspondencia (Carta'« Berger) puede leerc: «Las mujeres son capaces de‘ todo Jo que nosotros hacemos y... a nica diferencia que hay entre tiles y nosotros ex que son més amables», En cambio, Rousseau firma In existencia entre los dos gexos de unt Voltaire arremete “que la tierra no es de nadie *.» Pero faribundo contra este fragmento: « Conae el que ba plantado, sembrado y cercado no tiene derecho al fruto ‘Congue_ ese hombre injusto, xe ladrén ha et género homano! He ahi 1a flosofia de un bribéa. que quis | ee Rousseau hay rads implicacones: en Jd) res Er et pasale FREER. eacitura y publicacén del Disearso comienas a exten Tes br Francia el cereado de los terzenos rurales con objeto de | mejorar al rendimiento, se ‘al como habla demostrado la prfctca el primero, ae Notas: Sobre el origen de Ia desigualdad 301 los soberanos no tardaran en tomarse tantos culdados para des teraz este arte terrible de sus estados como hicieron para intro- Gucirles, El sultin Achmed ", cediendo a les importunidades de algunas pretendidas personas ‘de gusto, habia conseatido en ests blecer un imprents en Constentinopl. Pero apenas estuvo & pur to It prensa, se vieron obligados a destruiria'y a arzojar los ins- ‘trumentos a un pozo, Se dice que consultado ef califa Omar sobre To que debia hacerse con la biblioteca de Alejandsia, respondid fen estos tEzminae? «Si los libros de esa biblioteca contienen cosas Spann al Cri, om mals y bay que goamris. no conti ‘nen mis que la doctrina del Corda, quemadlos también: son su perfludee, Nuestros sabios han citado este razooamiento como el ‘colmo dei absurdo. Sin embargo, imaginaos a Gregorio Magno. fen lugar de Omer, y el Evangelio en lugar del Corda:, Ie biblio- {cca bubjera sido quemada, y quizé seria ése el rasgo de Ta vide de ese lustre poatiice. a hermoso Discurso sobre el origen de la desigualdad * Hiroto cuenta que habiéndoe reanide tras cl assinato del fag Eonerdis*** ly set Iberidores de. Pera pera delberae fobre ln forma de gobierno gue arian al Exade, Otenes opind Secdidamente or a Repiblcn opinin tanto mds exrordara Sx boar de un sitapa, Cmte st, ademér dela petersisn que fodie dl natal imperio, los Grandes temen mis que «la mocte Finn expec de gobem gue ler furce#respetara los hombres. Goo Hen se poste supose, Otaes no foe erachado, viendo She se ibe « proce 9 a teoan ce om monmes, 2 que 50 Sheva at obedecer nf andar, cedié vluntariamente a es demas SSqpellrs 1 derecho ¢vcomnnpllendo por fda comes Sid ser bce indepeniens, ys posteridad, foci le foe ‘Slorudo: Aunque Heroiote no box djeralarenielén °°" gue se = Aged TH ulti, de Constantiela (DIT, Omar 1, cate oe ee an Se, ee veut irae ec irs § eile Be Gicuentraye ef pensaelento de la tima frase de Ia nota. Greqous Rago fse on ote 207 8 PAU TERE Seaerda Sundo to de Cr, poe sy bermano (Ganbien gs muerte fin salad Bemagy ft, cbcoedor deo Seed dhurpel sh puesto en aucncn de’ Cambie ym apoio: Fined Hg" oatmlidoe fcp."Coando Camaes se Spon a Bian S°Q, Sits" fra Bistro Sep mets mace se SERED Ghee 9 mia GS tasceaby mers por be gH ae ie ae mesa iace Eicores UL. 284, eile» gues seers anes os Se fess yo Sera gue cs ibe) no eid sme. fhe er ue Sucment quer, So anne Tes 302 JeanJecques Rousseea puso a este privileglo, habela que soponerla necesariamente; de tro modo Cranes, al'n0 recondcer ninguna especie de ley y sin fener que rendir cuenta a nedie, hubiera sido todopoderoso en el Estado y mis poderoso que el fey mismo. Pero epenss era vero- simil que un hombre capex de comtentarse en semejante caso con tal privilegio fuese capar de sbusar de él. Ea efecto, no se sabe que tal derecho aya provocado la menor perturbacién en el rei- ‘Ao, ni por el sbio Otanes, ni por ninguno de sus descendientes. 3 Detde mi primer paso ine apoyo confiado en une de esas auto- ridades tespetables para los fildsofos, porque proceden de une ra: 26a sélida'y sublime que sélo ellos sien encontrar y sentir" ‘ ps es se ee gape ie Sues seat Bim ond alg cob eee sea ele oe ca ar oe teria ri a a Sem, a a ae aa mee pe a Pee ee 8 ae ee neon veer i pine yc fy de oe rt ele see i enn, yo my ee se es eee Ne ea i mimi i a oe FO eet erg en oe col iS m7 Sees ost fe Sn Saree foe ccna liar sem nen of Hy be foes, Mena i, Fe ye a i SRS SSE Digg cane ibe font agen ee 8 Br SC ST cats ee ee Boe eee fords cone Se seo ity op 204, J i ant one Se i A ee ‘patio que Rousseau se reflore os In experiencia, de, crc, apontndaiaia, Sadan’ stare ten 0 cepitle sobre cl Asto de wu Palate’natarefe Et saturates pare del coco del sno Pare cot ‘rg ret que son io a crc de pave & Son esses #00, Me rimera edicién decis: ese qncuentre que son hombress; la ‘vvianie Lortespoade sa ediion'de fa. Notas: Sobre el origen de Ja desigualdad 3a dos que no se parecian en nada los de un hombre? Pasé mucho Gempo, coatings el mismo fldsfo que me. proporcona este hecho, antes de que pudiera proferir algunas palabas, y_aun Jo hho de’ una manera bizbare. ‘Tan pronto como podo hablar, se le interrogs sobre si primer estado, pero no se acord6 de €l nds de lo que nosotros nos. scordamos, de lo ‘gue nos bt pasado en in cana, Si por desgraca para €l* este nito hubiera cxido en = os, n0 se porde dudar que tas haber ‘beervado st silencio y aa estupide, habrian edoptado la decision Ge valverio « mandar’s los boequer,o eocerarlo en une casa de Sen; uti ul vay hablo doves de lo os Bat reluciones como de una bestia muy cutiosa que se parecia bar fante al hombre a ‘Desde hace trescienton 0 cutroientos afior que los hebitantes de aropa inandan las demés partes del mundo y publicn ince Sentemente nuevos libros de viajes y de telaciones, estoy conten ‘ido. de que no conocemos otros hombres que los caropecs s6lo; pre, filing ae edo fos els preucor 20 mn extinguido, a siguiers entre ls gentes de lea, cade cual spenas si ace bajo el sombre pomporo de estudio del hombre

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