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La busqueda del poder Tecnologia, fuerzas armadas y sociedad desde el 1000 d.C. William H. McNeill siglo veintiuno editores, sa de cv (CERRO DEL AGUA 268. DELEGACION COYOACAN, 04310 MEXICO, DF. siglo veintiuno de espafia editores, sa CALLE PLAZA 5, 20043 MADRID, ESPANA siglo veintiuno argentina editores siglo veintiuno editores de colombia, Itda CARRERA 14 NUM. 80-44, BOGOTA, D.E., COLOMBIA portada de maria luisa martinez passarge primera edicién en espanol, 1988 © siglo xxi de espana cditores, s.a. segunda edicion en espanol, 1989 © siglo xxi editores, sia. de cv. ISBN 968-23-15123 primera edicién en inglés, 1982 © the university of chicago press, chicago © william h, meneill titulo original: te pursuit of power. technology, armed force, and society since A.D. 1000 derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en mexico/ printed and made in mexico 1. ARMAS Y SOCIEDAD EN LA ANTIGUEDAD En sentido estricto, la industrializacién de la guerra es casi tan antigua como fa civilizaci6n: !a introduccién de la metalurgia del bronce hizo indispensables a los artesanos especialmente habiles en la fabricaci6n de armas y armaduras. Ademis, el bronce era escaso y caro. S6lo unos pocos luchadores privilegiados podian poseer una panoplia completa. En consecuencia, surgieron guerreros especializados al lado de meta- largicos especializados, usufructuando una clase, al menos en princi- pio, el monopolio del producto de la otra. Pero la expresi6n -industrializaci6n de la guerra. no es realmente adecuada para las antiguas civilizaciones asentadas a orillas de los rios, en los valles de Mesopotamia, Egipto, India o China. En primer lugar, sacerdotes y templos competian con guerreros y comandantes de ejércitos como consumidores del bronce y otros productos artesana- les; y los primeros gobemantes basaban probablemente su poderio mas en su papel religioso que en su papel militar. En segundo término, en la sociedad en general la gran mayoria de la poblacién permanecia en los campos, afanandose en producir alimentos para su propia manutencién. Los excedentes eran escasos; y el nimero de gobernan- tes —ya fueran sacerdotes, o militares, 0 ambas cosas a la vez— y de artesanos seguia siendo proporcionalmente modesto. Ademias, en ese pequefio numero el elemento industrial era poco notable. Armas y armaduras, una vez moldeadas, duraban indefinidamente, y aun cuan- do se embotaran o mellaran en una batalla, podian recuperar su utilidad con un ligero afilado o martilleo. Por consiguiente, los armeros seguian siendo relativamente escasos, incluso en proporcién con los guerreros. ” Puesto que los minerales de cobre y estafio no solian hallarse en los mismos lugares, y puesto que el dltimo era relativamente raro y a menudo tenia que ser buscado lejos, la limitaci6n realmente decisiva que pesaba sobre la antigua metalurgia y la capacidad de hacer la guerra era mas a menudo la disponibilidad de lingotes y minerales adecuados que la habilidad para su elaboraci6n. En otras palabras, los comerciantes y el personal de transporte importaban mas que los artesanos. La politica piiblica tenia que tener en cuenta las relaciones con los posibles proveedores de metal que vivian fuera del alcance 2 William H. McNeill del control administrativo directo. Proteger las rutas del comercio de rivales e intrusos también resultaba importante y a veces dificil. Por otro lado, la disponibilidad de habiles trabajadores del metal se podia dar por hecha, normalmente, una vez que la correspondiente tradici6n artesanal hubiese quedado establecida en la comunidad. Las guerras se entablaban habitualmente con las provisiones exis- tentes de armas y armaduras, modificadas sdlo por las ganancias 0 pérdidas producto de las capturas en el curso de las operaciones. Lo que un ejército necesitaba en el camino era alimentos y forraje. Por tanto, la disponibilidad de alimentos constituia la principal limitacion de la accién militar y la dimensién de los ejércitos. Ocasionalmente, y por excepcidn, el brote de una epidemia intervenia para alterar el equilibrio militar de manera abrupta e incluso milagrosa, como lo atestigua la historia biblica del fracaso asirio ante Jerusalén en el afio 701 a.C.'. Salvaguardar de la enfermedad y otras manifestaciones de la indignacion divina era competencia de los sacerdotes, con sus conoci- mientos de los rituales religiosos y las oraciones. Hacer algo para incrementar las provisiones locales de alimentos y forraje para el abastecimiento de los ejércitos itinerantes era competencia de los gobernantes y administradores: Lo mas facil era siempre recurrir al ejercicio directo de la fuerza, o sea saquear a los productores locales de alimentos quitandoles sus provisiones de grano o animales para consumirlas en el momento o al cabo de poco tiempo. Un ejército semejante tenia que aplastar la oposicion con presteza y seguir adelante, pues ripidamente agotaba las provisiones locales, dejando devastacion a su paso. Era probable que los campesinos privados de sus provisiones murieran de hambre, pero era seguro que tuvieran muchas dificultades para hallar semillas para sus campos al aio siguiente. Varios afios, incluso décadas, tenian que pasar antes de que los estragos de una campaiia tal pudieran ser remediados. La carrera de Sargon de Acad, quien saqueo todas las tierras de Mesopotamia situadas alrededor de su capital, Kish, hacia el afio 2250 a.C., ilustra las posibilidades y los limites de este tipo de robo organizado. Asi reza de sus inscripciones: Sarg6n, rey de Kish, treinta y cuatro campajias gand, destruy6 muros tan lejos como Ia orilla del mar... A Sargon, rey y mano de Enlil [jefe de los dioses], no le estaba permitido tener rival. Cincuenta y cuatro mil hombres comian diariamente en su presencia *. ' TL Reyes 19, 20-36. 2G. A Barton, ed. y tt. ing, Royal inscriptions of Sumer and Alkad, New Haven, 1929, pp. 109-111 Armas y sociedad en la Antigtiedad 3 Un séquito perpetuo de 54000 hombres otorgaba sin duda al gran conquistador una segura superioridad sobre cualquier rival local; de ahi sus treinta y cuatro campanas victoriosas. Pero mantener esas fuerzas requeria asimismo una campaiia anual, con la consiguiente devastacion de un paisaje fértil tras otro a fin de avituallar a sus soldados. Obviamente, los costes para la poblacién en general eran muy grandes. Desde luego, los ejércitos de Sargon pueden muy bien parangonarse con los estragos de una epidemia que destruye una parte significativa de la poblacion huésped, pero cuyo paso confiere una inmunidad duradera durante varios anos. Los ejércitos de Sargon hacian lo mismo, ya que la disminuida productividad de la tierra, re- sultante de semejante saqueo, hacia que para cualquier ejército de di- mensiones similares no fuese practico pasar nuevamente por esa ruta > mientras la poblaci6n y el area cultivada no se hubieran recuperado. Pero la guerra, al igual que una epidemia, se hace endémica cuando la interaccion entre el organismo infeccioso y la poblacion huésped se vuelve lo suficientemente masiva y estrecha. Por tanto, si desviamos la atencién del tiempo de Sargon al del imperio aqueméni- da (539-332 a.C.), observamos que la guerra se habia vuelto menos destructiva para los stbditos de un gran rey durante ese largo intervalo. Por ejemplo, cuando Jerjes decidid su famosa invasion de Grecia (480-479 a.C.) dio drdenes a sus agentes, desde su palacio de Persépolis, para que reunieran provisiones de alimentos en los terriio- tios bajo su control y los entregasen en puntos situados a lo largo de la ruta propuesta. Como resultado de ello, Jerjes pudo entrar en Grecia con un ejército algo mayor que el de Sargon sin devastar los campos a través de los cuales pasaba. Indudablemente no podia mantener una fuerza tal durante mas de unas pocas semanas en un pais tan pobre en provisiones locales como Grecia. Asi que cuando un pufiado de ciudades griegas del extremo sur se negaron a someterse, el Gran Rey tuvo que prescindir de una parte sustancial de su fuerza invasora, pues no habia forma de que pudiera alimentar a la totalidad de su ejército en el campo durante el invierno '. } En palabras de un contemporineo: Contra Kasalla [una regin vecina] marché, y convirtié a Kasalla en timulos y montones de ruinas, destruy6 (la tierra y no dejo siquiera lo) suficiente para que un pajaro se sustentara de ella, L. W. King, ed. y tr. ing, Chronicles concerning early Babylonian kings, Londres, 1907, pp. $6. * Herodoto es, por supuesto, ia fuente basica para la campaiia persa, pero sus cifras del tamafio de las fuerzas de Jerjes son terriblemente exageradas. Mi interpretacién de la 4 William H. McNeill Por lo que sabemos, el paso del ejército de Jerjes no interrumpié el curso de los pagos de impuestos y rentas en las regiones por las que avanz0. Muy al contrario: fue la continua corriente de tales ingresos, concentrados en almacenes a lo largo de la ruta del ejército, la que inmunizo a las poblaciones locales contra la destructiva exposici6n al saqueo. El beneficio mutuo de semejante sistema de exacciones reguladas, comparado con el sistema de depredacién de Sarg6n, resulta obvia. El rey y su ejército se garantizaban un suministro mas seguro de alimentos y podian ir mas lejos y llegar al escenario de la batalla en mejores condiciones que si se hubieran detenido a saquear por el camino. Asimismo, las poblaciones campesinas, al entregar una parte mas o menos fija de su cosecha a los recaudadores de impuestos y rentas, evitaban la privaci6n esporadica y el riesgo del hambre. Por dificil que pudiera resultar efectuar dichos pagos —se puede suponer que la situaci6n de los campesinos en los imperios antiguos se aproximaba al minimo exigido para la supervivencia biolégica—, la superior previsibilidad y regularidad de los impuestos y las rentas hacia que el sistema imperial de Jerjes fuera preferible al pillaje sin freno de Sargon, aun cuando el ultimo pudiera producirse s6lo a intervalos de varios afios, mientras que los impuestos y las rentas eran exigidos anualmente. Por consiguiente, aunque la recaudaci6n de impuestos y rentas hacia que los intereses de gobernantes y propietarios chocasen con los de los productores campesinos, ambos bandos tenian un interés real en sustituir el pillaje por tales exacciones regulares. El desarrollo de los sistemas de impuestos y rentas en otros imperios antiguos es atestiguado menos vividamente en documentos llegados hasta nosotros que en el caso de Oriente Medio. Sin embargo, queda claro que el sistema burocratico imperial surgié en la antigua China, en India y, ya en el presente, en el mundo mediterraneo con el auge de Roma. También las civilizaciones amerindias, aunque en otras épocas, desarrollaron sistemas administrativos comparables para trans- ferir excedentes agricolas a los agentes de un gobernador distante, que empleaba los alimentos y otros géneros que de esta forma caian bajo su control para la guerra o para el culto, como lo decidiesen él y sus consejeros inmediatos. Vale la pena senalar que la guerra no siempre era preeminente. Hubo gobernantes que, a veces, prefirieron organizar complejas ceremonias religiosas y grandiosas empresas de construcci6n en lugar de dedicar sus recursos al mantenimiento de ejércitos. En el antiguo logistica de la campaita de Jerjes proviene sobre todo de G. B. Grundy, The great Persian war, Londres, 1901, y Charles Hignet, Xerxes" invasion of Greece, Oxford, 1963. Armas y sociedad en la Antigtiedad 5 Egipto, donde las condiciones geograficas hacian relativamente sencilla Ja tarea de la defensa de las fronteras, los faraones de la quinta dinastia movilizaron a la mano de obra del pais para la construcci6n de piramides —una por reino— cuyo notable tamaiio atestigua el vasto numero de trabajadores de que podian disponer para la tarea. Incluso en la Mesopotamia desgarrada por la guerra la construccién de templos competia con las operaciones militares en el consumo del ingreso de los impuestos. Y en otras épocas y lugares, en la antigtiedad asi como en tiempos mis recientes, la division de los recursos entre la guerra y el bienestar* varid indefinidamente. Sin embargo, parece mas correcto sostener que, independiente- mente de los fines a los cuales se dedicaran los recursos, en la antigiiedad la accién publica a gran escala solia ser conseguida a golpe de mandato. El gobernante 0 su agente y subordinado daban una orden, y otros obedecian. Los seres humanos estan quiza fundamental- mente adaptados a este modo de gobierno piblico por la experiencia infantil, ya que los padres dan rutinariamente Ordenes e instrucciones a las cuales se espera que los niftios obedezcan (y a menudo se les obliga a hacerlo). Los padres saben mis y son fisicamente mas fuertes que los nifios; los reyes antiguos también sabian més, a causa de su superior acceso a la informaciOn transmitida por la jerarquia administrativa; y, con la ayuda de la tropa profesional, eran también mis fuertes que sus stbditos. A veces, asimismo, eran dioses vivientes, con acceso a una forma mas de poder. El elemento embarazoso en la totalidad de la estructura era el comercio a larga distancia y quienes a él se dedicaban. Con todo, algunas importaciones lejanas resultaban esenciales. Por ejemplo, el estafio necesario para fabricar el bronce era normalmente inasequible en las cercanias. El mandato no era suficiente para obligar a las poblaciones a excavar en busca de minerales, convertirlos en lingotes y después transportarlos a través de mar y tierra hasta donde reyes y altos dignatarios los necesitaran. Ouos productos escasos eran igual- mente recalcitrantes al método directo de la movilizaci6n a golpe de mandato. Gobernantes y detentadores del poder tenian que aprender a tratar a los poseedores de tales géneros mas o menos como a iguales, sustituyendo el mandato por modales y métodos diplomiaticos. Ia transicién fue, a no dudarlo, lenta y dificil, En épocas muy > La propiciacion de los dioses mediante ceremonias espléndidas y la consecucion de la inmortalidad a waves de tumbas masivas se consideraban bienestar tanto como la construccién de canales y diques para extender el Area de tierra irrigada, Todas estas empresas estaban calculadas para incrementar la cosecha. 6 William H. McNeill tempranas, los reyes organizaron expediciones militares para asegurar- se los necesarios y lejanos géneros. Asi, por ejemplo, es como Gilgamesh, rey de Uruk (;c. 3000 a.C.?), se prepar6 para un viaje en busca de madera de cedro de bosques lejanos. -Estoy decidido a penetrar en el Bosque de Cedros, quiero fundar mi gloria Pero, antes, quiero dar trabajo a los herreros, que forjen nuestras armas delane de nosotros.» Sefialaron un lugar a los herreros, los cuales fundieron su equipo: fundieron hachas de tres talentos cada una, fundieron también punales de dos talentos cada uno, y uno y otro tuvieron a su lado una lanza de treinta minas, la empufadura de oro de sus puiiales pesaba treinta minas*. Pero las incursiones en busca de géneros escasos constituian una empresa de alto riesgo. Gilgamesh, segiin el relato nos informa, perdid a su amigo y compafiero, Enkidu, a su retorno del bosque de cedros, una especie de justicia poética ante la negativa de Enkidu a aceptar un trato, tal como el siguiente pasaje indica: Entonces Humbaba [sefior del bosque de cedros] se rinde y dice a Gilgamesh]: +{No me aniquiles, oh Gilgamesh! Tw eres mi amo; yo seré tu esclavo. jOlvidate de todas mis amenazas!- Entonces Enkidu pregunt6 a Gilgamesh: =¢Qué dice, pues, Humbaba? No lo escuches.- Y cortaron la cabeza de Humbaba’. Asi pues, los dos héroes mataron a Humbaba y volvieron triunfan- tes a Uruk, llevando presumiblemente consigo los troncos de cedro. La decision de matar a Humbaba reflejaba una constelacién de poder altamente inestable. Gilgamesh no podia permanecer mucho © A. Heidel, ed. y tr. ing., The Gilgamesh epic and Old Testament parallels, Chicago, 1946, tablilla Ill, col. iv, lineas 156-167. La epopeya de Gilgamesh es conocida a través de fragmentos de varias versiones distintas, todas correspondientes a fechas mas tardias que la hist6rica de Gilgamesh. Con todo, los textos incluyen indudablemente elementos: arcaicos, que reflejan las condiciones en Sumer hacia los comienzos del desarrollo civilizado. |Citamos segin la version de Agusti Bartra, La epapeya de Gilgamesh, Plaza y Janés, Barcelona, 1972, tablilla Ill, col. iv, lineas 77-87 (NT). * Ibid, tablilla V, col. iv, lineas 20-28, [Tablilla V, col. vi, lineas 70-76] Armas y sociedad en la Antigtiedad 7 tiempo en el bosque de cedros; slo durante un tiempo limitado podia ejercer una fuerza superior, y ello con dificultades. Tan pronto como se retirase la fuerza expedicionaria, la posibilidad de Humbaba de desafiar los deseos de los extranjeros se veria restaurada en caso de que Enkidu y Gilgamesh no lo matasen. Obviamente, un suministro adecuado de madera para Uruk resultaba dificil de conseguir mediante semejantes métodos, independientemente de que Gilgamesh aceptara o no la sumisi6n manifestada por Humbaba. Un modo mas seguro de obtener recursos escasos de regiones demasiado lejanas para ser plegadas a la habitual estructura de mandato consistia en ofrecer alguna mercancia tangible a cambio, 0 sea sustituir el saqueo por el comercio. Lo que las sociedades civilizadas podian ofrecer, caracteristicamente, eran productos y espe- cialidades de habilidades artesanales, desarrolladas inicialmente para delectaci6n de dioses y gobernantes. Tales articulos de lujo, por supuesto, eran escasos; s6lo unos pocos podian poseerlos. Por tanto, durante muchos siglos el comercio estuvo limitado mayormente a los intercambios de géneros escasos entre gobernantes y administradores de paises civilizados y potentados locales de comarcas distantes. Los gobernantes y funcionarios civiliza- dos eran los dnicos que tenian acceso a los productos de lujo que artesanos especialmente habiles realizaban por encargo. Ademas, los gobernantes y funcionarios civilizados s6lo estaban interesados en ofrecer dichos productos a aquellos distantes detentadores del poder que podian organizar las labores necesarias para extraer el mineral, cortar la madera o realizar cualquier otra tarea que fuera necesaria para preparar y luego enviar los géneros en cuestidn a los consumidores civilizados. Tal comercio, por tanto, tendia a reproducir las estructuras civilizadas basadas en el mandato en las comunidades humanas de los alrededores (a veces en miniatura para comenzar), de la misma forma que el ADN y el ARN reproducen su compleja estructura molecular en medios favorables. Negociar los términos de intercambio podia responder, y lo hacia, en parte a las fuerzas del mercado de la oferta y la demanda y en parte a consideraciones de poder, prestigio y ritual. La dependencia de proveedores lejanos no sujetos firmemente a los mandatos imperiales constituia un limite para el gobierno de los imperios antiguos. Pero raramente se presentaba, ya que la mayoria de los géneros realmente importantes para el mantenimiento de los ejércitos y las burocracias administrativas —los pilares del poder de Jerjes y de todos los otros grandes reyes—- eran asequibles dentro de los confines del Estado, pudiendo ser movilizados efectivamente a golpe de mandato. De éstos, 8 William H. McNeill los alimentos eran con mucho los mas importantes. Todo lo demas resultaba minimizado por el simple hecho de que los hombres (y los animales de transporte) no podian permanecer activos mas de unos pocos dias sin ingerir alimentos. E] contraste entre las relaciones comerciales con los extranjeros y la administracin interna del Estado no era tan grande como lo afirmado mas arriba podria sugerir. Los gobernantes locales y otros administradores que servian al rey como agentes suyos en esas localidades tenian que ser recompensados por sus servicios con una mezcla apropiada de emolumentos, alabanzas y castigos. La moviliza- cion a golpe de mandato solo funcionaba cuando los hombres obedecian; y la obediencia tenia a menudo que ser comprada a un precio que diferia Gnicamente en grado del precio pagado a los potentados locales mas lejanos y mas plenamente independientes. Las primeras civilizaciones existieron gracias a la transferencia de alimentos de sus productores a los gobernantes y hombres del poder que se mantenian, conjuntamente con un séquito de especialistas militares y artesanos, con los alimentos asi conseguidos. A veces, también, !a mano de obra de la mayoria productora de alimentos era reclutada para realizar algun tipo de obras publicas; excavar un canal, fortificar una ciudad o erigir un templo. Esta transferencia basica de recursos de la mayoria a una minoria era complementada por la circulacion de articulos de lujo entre los miembros de las elites gobernantes, que en parte eran regalos de los poderosos a sus seguidores y subordinados y en parte tributos de los subordinados a los poderosos. El comercio a través de las fronteras politicas constituia en realidad una variacion dentro de este amplio esquema de intercam- bios entre los hombres del poder. Diferia de los otros intercambios por ser mas facilmente interrumpido, y por hallarse menos fuertemen- te desvirtuado por los modelos de deferencia y condescendencia del tipo que prevalecian dentro de las élites gobernantes de los Estados civilizados *. Merece destacarse otra caracteristica de los imperios antiguos, a * Sin embargo, en el Lejano Oriente, en ef siglo 1 a.C., el imperio chino establecié un modelo de -comercio tributario- con los gobernantes vecinos. La deferencia ritual ocupaba un lugar central en esta relacion; de hecho, las autoridades chinas pagaban muy caro en géneros tangibles e! reconocimiento ceremonial de su superioridad, No obstante, en sentido opuesto, los hsiung:nu y otros pueblos fronterizos, al someterse diferencial- mente a los rituales cortesanos chinos, se expusieron a la sinificacion, pagando de este modo un precio alto aunque intangible. Gf el interesante andlisis de esta relacién en Ya Ying-shih, Trade and expansion in Han Cbina: a study in the structure of Sino- Barbarian economic relations, Berkeley y Los Angeles, 1967. Armas y sociedad en la Antigtiedad 9 saber el hecho de que habia una dimension Optica para tales politicas. El buen funcionamiento de una administraci6n de recaudaci6n de impuestos requeria que el rey residiera al menos parte del afio en una capital. La informacién necesaria para otorgar recompensas y castigos a los servidores clave de la Corona era mas facil de reunir en una tnica localidad. Tales asuntos tenian que ser atendidos con prontitud, pues de lo contrario la maquinaria administrativa se estropearia rapidamente y dejaria de ser capaz de concentrar los recursos a su maxima capacidad. Era igualmente vital mantener una guardia alrededor de la persona del gobernante, suficiente para intimidar 0 derrotar a cual- quier posible rival que pudiese pensar en rebelarse. Esto, asimismo, se lograba mejor si se residia buena parte del tiempo en una localidad central en donde las rutas naturales de transporte, en especial los cursos de agua, permitieran obtener las provisiones necesarias de alimentos afio tras afio en el campo circundante. Pero si una capital era esencial, y si la residencia del gobernante durante una parte del afio, o todo 4, en la capital era igualmente esencial, entonces se imponia automaticamente un limite a la exten- si6n de las fronteras imperiales. Para ejercer con efectividad su poder soberano, un gobemante tenia que ser capaz de oponer una fuerza superior si era forzosamente puesto a prueba por una revuelta desde dentro o por un ataque desde fuera. Pero si el gobernante y su guardia tenian que residir al menos parte del afo en una capital, una marcha de mas de noventa dias desde esa capital se convertia en un riesgo. Cuando invadié Grecia, Jerjes super en mucho el radio de accién de noventa dias desde su capital en Iran’. Como resultado de ello, su temporada de camparia fue demasiado corta para obtener una victoria decisiva. Al invadir Grecia, los persas, de hecho, excedieron el limite de la expansi6n imperial. Otros imperios, en otras partes de la tierra, se ajustaban a limites similares, excepto cuando no existia ningtin enemigo formidable mas alla de las fronteras imperiales. En tales casos, guarniciones relativamente modestas y fuerzas expedicionarias a caballo en la periferia (como la que Jerjes condujo hasta Grecia) podian resultar suficientes para reforzar y extender la soberania. Este parece haber sido el caso, por ejemplo, en el sur de China durante la mayoria de las fases de la expansién china mas alla del Yangtsé. * No se dispone de pruebas concluyentes sobre el tiempo de la marcha de Jerjes, pero of el minucioso analisis de lo que un siglo 0 mas de erudicion ha podido conjeturar en Hignett, Xerxes’ invasion of Greece, ap. 14, -The chronology of the invasion-, pp. 448- 457, Herodoto nos dice que el ejército de Jerjes tardé tres meses en llegar desde el Helesponto hasta Atenas (8.51.1). 10 William H. McNeill Cuando, sin embargo, los chinos encontraron una resistencia local efectiva, sus ejércitos corrieron la misma suerte que el de Jerjes en Grecia. Vietnam debe su independencia histérica a este mismo hecho. El transporte y el aprovisionamiento eran, por consiguiente, los principales limites que debian afrontar los antiguos gobernantes y ejércitos. El suministro de metal y de armas, aunque importante, rara vez constituia una variable decisiva; y el aspecto industrial de la guerra seguia siendo, consecuentemente, trivial. Sin embargo, puede detectar- se en la cronica hist6rica una serie de importantes cambios en los sistemas armamentistas, como resultado de inventos y descubrimien- tos técnicos esporadicos que bastaban para alterar las condiciones preexistentes en la guerra y la organizaci6n de los ejércitos. Trastornos sociales y politicos de largo alcance acompafiaban a tales cambios, como era de esperar; y el conglomerado de la historia imperial y dinastica antigua alcanza cierto grado de inteligibilidad cuando se contempla el ascenso y la decadencia de los imperios dentro del marco de los cambios sistematicos en las bases militares del poder politico". Ya se ha mencionado el primer punto de partida: Ja introducci6n. de las armas y armaduras de bronce a comienzos de la historia civilizada, comenzando por Mesopotamia hacia el afio 3500 a. C. Antes de que las estructuras de mandato imperial del tipo de las que Jerjes ienia a su disposicion estuvieran firmemente enraizadas en Ja antigua Mesopotamia, se produjo el siguiente cambio importante en el sistema armamentista. Fue el resultado de mejoras radicales en el disefio de los carros de guerra, Movilidad y potencia de fuego se vieron elevados a un nuevo nivel con la invencion, poco después del ao 1800 a.C., de ligeros pero robustos vehiculos de dos ruedas que podian circular por el campo de batalla tras un grupo de caballos al galope sin volcarse ni romperse. La mejora decisiva que convirtio a los carros en instrumen- tos supremos de la guerra fue la invenciOn de la rueda con radios, disefiada de modo que se redujera la fricciOn entre cubo y eje. Fabricar ruedas con cubos de madera y lograr que fueran totalmente circulares y estuvieran dinamicamente equilibradas para que el rapido movimien- to, con un peso de varios quintales, no las hiciera pedazos no era tarea facil y requeria las habilidades de carpinteros especializados. El arco compuesto —corto pero fuerte— era una parte no menos importante ® Los puntos considerados en el resto de este capitulo son analizados mas extensa- mente en William H. McNeill, The rise of the West: a bistory of ibe buman community, Chicago, 1963 [La civilizacion de Occidente, Barcelona, Vosgos, 1973]. Armas y sociedad en la Antigtiedad u del equipo de los aurigas, y su construcci6n también exigia un elevado nivel arte: a Cuando se perfeccioné el disefio del carro, un arquero habil de pie al lado del conductor podia lanzar una Iluvia de flechas sobre las fuerzas de infanteria opuestas, al tiempo que disfrutaba de una comparativa impunidad, debido a la rapidez del movimiento del carro. En campo abierto, carros de gran movilidad podian sobrepasar facilmente a la infanteria, 0 aislarla de su base de suministros. Nada podia detenerlos —al menos en los primeros afios en que los carros eran una novedad—, aun cuando el terreno abrupto o las cuestas inclinadas siempre ofreciesen un refugio seguro ante los carros de guerra. Pero puesto que todos los centros mayores de fa vida civilizada estaban localizados en terreno llano en la época en que se introdujo el tipo de guerra con carros, esta limitacién no resultaba decisivamente importante. Lo decisivo era el acceso a los caballos, juntamente con las habilidades de los constructores de ruedas y arcos. También la metalurgia del bronce seguia siendo importante, ya que los aurigas Ilevaban espadas y lanzas y se protegian con armaduras metalicas, tal como era antigua costumbre entre los guerreros civilizados. Las poblaciones més capacitadas para beneficiarse de las posibili- dades de la guerra con carros eran las de los habitantes de las estepas, cuya forma de vida les aseguraba un facil acceso a los caballos. Consecuentemente, hordas de conquistadores barbaros equipados con carros circularon por todos los paises civilizados de Oriente Medio entre los afios 1800 y 1500 a.C. Los tecién Ilegados establecie- ron una serie de Estados -feudales-, en los cuales una pequeiia elite de guerreros con carros ejercia una fuerza militar decisiva y compartia el ejercicio practico de la soberania con sefiores cuyas 6rdenes sdlo eran efectivas cuando eran aprobadas por una mayoria de la clase propieta- ria de carros. Cuando las victoriosas bandas de aurigas se extendieron por todas las tierras conquistadas de Oriente Medio, reunieron en sus \" Sigue siendo un punto discutido si los arcos compuestos, que acrecentaban su potencia al forrar la madera con fibra expansible por un lado y con cuemno comprimible Por cl otro, eran nuevos entre los aurigas o eran conocidos con anterioridad. Yigael Yadin, The art of warfare in Biblical lands in the light of archaeological Study, 2 vols., Nueva York, 1963, 1, p. 57, dice que estos arcos fueron inventados por los acadios de la era de Sargon. Da base a esta opinion una estela que representa a Naram Sin, nieto y sucesor de SargOn, con un arco cuya forma se parece a la de Jos arcos compuestos Posteriores. Pero la interpretacién de la curva de un arco grabado en piedra obviamente no es concluyente. Sobre el arco compuesto y sus posibilidades, véase W. F. Paterson,

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