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la ley, en tanto que los tribunales de justicia deben restablecer, con absoluta imparcialidad y
celeridad, la soberana legal.
Cuando no rige el imperio de la ley, entonces se da paso a la anarqua, al caos proveniente de
gobiernos sin autoridad, a la impunidad en lo delictivo, a la arbitrariedad y a la subversin.
En ese sentido, Guillermo Cabanellas afirma que el imperio de la ley subsiste, en todas las
esferas, mientras cada cual conoce y ejerce sus derechos, con criterio social; y en tanto que
todos cumplen con sus obligaciones y deberes, que permiten la hermandad de la tica con el
Derecho.
Por supuesto, las leyes pueden ser reformadas, sustituidas por otras o, incluso, derogadas por
el Poder Legislativo, cuando las mismas no responden a la voluntad general o no se ajustan a
la realidad imperante. La Constitucin misma puede sufrir cambios o modificaciones.
No obstante, eso no significa que, en tanto las leyes estn vigentes en un rgimen de legalidad
democrtica, puedan ser desobedecidas apelando a objeciones de conciencia o simplemente
burladas. Si alguno no est de acuerdo con la vigencia de una ley, lo procedente es que
promueva su reforma o supresin por los canales adecuados.
Por otro lado, los tribunales de justicia son los nicos que pueden interpretar y aplicar las leyes
a los casos concretos. Sus fallos y resoluciones deben ser acatados y cumplidos. El primero
que debe velar por la plena efectividad de las sentencias de los tribunales es el Organismo
Ejecutivo, porque a l le compete velar por el cumplimiento de la ley. Dura lex, sed lex!
Los que pretenden obstaculizar, impedir o retardar el cumplimiento de las resoluciones
judiciales, deben ser castigados, porque alientan y estimulan el desorden pblico, la
inseguridad jurdica y la desmoralizacin ciudadana.
El imperio de la Constitucin y la ley ante todo.