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La iniciación al
silencio y a la oración
en los niños
Módulo VII
La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
OBJETIVOS
I. Reconocer el llamado de ser Santo.
II. Identificar en la vida de los santos la Oración como
fuente de encuentro con Dios.
CONTENIDO
I. Historia de un encuentro… Jesús y Zaqueo
“Todos estamos llamados a ser Santos”
II. Vida de algunos Santos, testimonio de oración.
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
“En mi primer libro…” (Hech. 1, 1)
Los evangelios, aunque de inspiración divina, son obras anónimas. El tercer evangelio dispone de un
prólogo literario clásico y sabemos a quién se dirige: al “ilustre teófilo” (v.1). Pero el autor no menciona
su nombre. Lo mismo sucede en el prólogo del libro de los Hechos de los Apóstoles.
La tradición marca como autor de ambos escritos a san Lucas. El Canon Muratori (170‐180 d. C. aprox)
es la primera referencia de la tradición. Un antiguo “prólogo del Evangelio” menciona que Lucas es el
autor, que nació en Antioquía de Siria, de profesión médico, que no se casó y que murió “lleno del
Espíritu Santo”, en Beocia, a los 84 años.
Posiblemente, Lucas poseía una vasta cultura helenista: “Lucas, el médico querido” (Col. 4, 14).
Procedía del paganismo, pero era un extraordinario conocedor del mundo semita y de la tradición
veterotestamentaria.
Compañero y colaborador de san Pablo. AL parecer, estuvo junto a él en la última prisión de éste: “El
único que está conmigo es Lucas” (2 Tim. 4, 11).
Lucas no fue apóstol sino discípulo de apóstoles (Cf. Hech. 1, 3).
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La iniciación al silencio y a la
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Módulo VIII
Escribió Lucas el tercer Evangelio, según algunos críticos literarios, antes del año 63 d. C., año de la
cautividad romana del apóstol Pablo. Con esta noticia concluye su segundo libro. (Cf. Hech. 28, 30‐31).
Pero otros consideran que ha de ser posterior a la toma de Jerusalén por el emperador Tito en el año
70, ya que parece estar bien descrita aquélla en Lc. 21, 20‐24.
Se han encontrado papiros en Egipto que datan del año 125, aproximadamente, ya que contienen
fragmentos del tercer Evangelio. Así pues, en fecha temprana, el evangelio de Lucas era conocido en la
tierra del Nilo.
El evangelio está escrito en el griego de la Koiné.
Y, ¿cómo era la persona de Lucas? Debemos deducirlo de sus escritos (Lc. y Hech.). El temperamento del
evangelista se refleja en la atmósfera que creó en torno a la persona misma de Jesús: serena, amable,
tranquila, cordial.
Lucas parece ser un alma muy sensible, pues elimina o aminora sistemáticamente lo violento, lo cruel…
Cautivado por el mensaje de salvación de Jesús. El es el único que llama a Jesús “El Salvador”.
Eminentemente cristológico. En Jesús, el Santo de Dios, ve este evangelista el cumplimiento de la
palabra profética, pues él es el Hijo de Dios, la palabra decisiva, la revelación final. Lucas es el “cronista
de la historia de la salvación”.
Un hombre universal: su evangelio está dirigido a los gentiles.
Exigente en la justicia social y en la relación hombre‐hombre.
Amante del perdón que Dios concede a todo corazón arrepentido. Hombre eclesial, que considera a la
Iglesia como el cuerpo y la familia de Cristo, su fundador. Lleno de inspiración del Espíritu Santo y muy
mariano.
Pero, sobre todo, Lucas es el reflejo de la gran bondad divina a los pobres, enfermos, perdidos,
proscritos, alejados, pecadores…
Quien mejor lo define es Dante: “Scriba mansuetudines Christi” (De monarchia 1, 18), escritor de la
bondad de Cristo.
b. Evangelio, Buena Noticia
El término evangelio se deriva etimológicamente del griego: eu: buena y aggelion: noticia.
Evangelio es un género literario específico que se inició y concluyó en torno a la persona de Jesús. Él es
quien proclama la Buena Nueva de Dios Padre revelada en su persona, y que se conserva y acrecienta
en nosotros por el don del Espíritu Santo:
“El ángel les dijo: `No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el
pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor´”
(Lc. 2, 10‐11)
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Módulo VIII
Jesucristo es la personificación de ese “cheque en blanco” de Dios Padre hacia nosotros. Él es la Buena
Noticia. Buena noticia para todos, incluidos preferentemente los alejados, pecadores, enfermos.
“Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la
altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.”
(Lc. 1, 78‐79)
Las palabras, los hechos, los milagros, las actitudes, la cercanía a los desvalidos, la misericordia hacia los
aleados y pecadores, el sufrimiento, la muerte, la esperanza contra toda esperanza, y la resurrección de
Jesús, que se “ha presentado a rostro descubierto” (S. Hipólito), llenan la sed y el hambre del hombre.
En Jesús, Dios hecho hombre, toda persona se humaniza.
En Jesús, Dios verdadero, todo hombre estrecha la mano a Dios.
El Evangelio de Jesucristo es Buena Noticia porque él ha venido a crear un hombre nuevo de corazón y
de espíritu.
Que se lo pregunten a Zaqueo.
c. Los pobres son evangelizados
Ya hemos recordado que Lucas nos transmite que Jesús es la epifanía de la bondad del Padre en el
mundo.
Jesús se inclina sobre la miseria material y espiritual del hombre: se acerca a todos, cura a los
enfermos, devuelve la dignidad a los pobres, libera de ídolos y de ideologías, redime a los pecadores.
Cuando inicia su vida pública, encontrándose en la sinagoga de Nazaret, presenta su “programa” de
evangelización:
“El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena
Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y al vista a los ciegos, para dar
libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.”
(Lc. 4, 18‐19)
Jesús retoma toda la trayectoria teológica veterotestamentaria reflejada en los libros históricos,
proféticos, proféticos y sapienciales, que manifiesta la preocupación de Dios Padre a favor de sus
creaturas más desvalidas.
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Son significativos los términos utilizados para designar al pobre. En lengua hebrea:
- Ebion (Ebionim, en plural): mendigo.
- Dal, rash: miserable.
- ani: encorvado.
- Anaw (anawin, en plural): pobres carenciados. Este último término más usado. También con
connotación espiritual: “los que ponen su confianza en Yavé”.
En griego, los términos más comunes son:
- Tochós: pordiosero.
- Tapeinús: necesitado.
- Penés: carenciado.
En castellano, el término pobre procede del latín pauper: poco, es decir, el que no tiene, no produce.
Los pobres evangelizados por Jesús son los deficientes en las dimensiones económica‐social‐religiosa‐
emocional‐intelectual. Es decir: los carenciados, explotados, desposeídos, los que no cuentan, los
sometidos, los marginados, los ideologizados, los alienados, los enfermos, los leprosos, los considerados
impuros, los ignorantes, las prostitutas, los extranjeros…
Jesús, amplía aún más el concepto de pobre a aquellos que son “pobre gente” porque son “ricos de sí”,
de soberbia, de prepotencia…
El pecador es un pobre.
Bienaventurados los pobres (LC. 6, 20), sí, pero ¿por qué? ¿Porque son de categoría ejemplar? ¿Acaso
todos los pobres son buenos y piadosos? Ni mucho menos. ¿Porque están en el mundo para dar
compasión y mover al bien? En absoluto. Dios nunca acepta que el hombre sea medio. El hombre
siempre es fin.
Son bienaventurados porque so categoría privilegiada evangélicamente. ¿Por qué? Por la opción que
Dios siempre manifiesta a favor de sus hijos que no tienen, no saben, no pueden y están en tinieblas de
muerte, aunque no lo reconozcan y no lo alaben como Padre.
Es una cuestión de fidelidad de Dios con Dios mismo.
El encuentro de Jesús con Zaqueo es el encuentro de Dios con un hombre pobre. Zaqueo es:
Í Paria social
Í Pecador público
Í Condenado al ostracismo religiosa: “Sin derechos” ante la promesa de Abraham
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Í ¿Zaqueo es un pobre siendo rico?
Í Sí, porque era un rico tan pobre, tan pobre, que sólo tenía plata.
Los pobres son evangelizados.
d. La cuestión social
Lucas expresa un seguimiento a Cristo con desprendimiento y desapego de todo (Cf. Lc. 9, 57‐62; 14‐33).
No se queda corto en las exigencias de las obligaciones del hombre redimido por Cristo, incluida las
sociales, ante todo.
En él se encuentra la más dura crítica de la riqueza y de los ricos. Invita a éstos a hacerse conscientes de
su responsabilidad como tales, urgiendo a los cristianos, más insistentemente que los otros evangelistas,
a una ascesis en esta materia.
Así lo expresa en las bienaventuranzas (Cf. Lc. 6, 20‐23) y en las malaventuranzas (Cf. Lc. 6, 24‐25).
“¡Ay de ustedes, los que ahora están artos, porque tendrán hambre!”
(Lc. 6, 25)
Pone en boca de Juan el Bautista, su afán por la justicia y la solidaridad.
“La gente le preguntaba: `Pues, ¿qué debemos hacer?´
Y él les respondía: `El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga
para comer, que haga lo mismo´.
Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: `Maestro, ¿qué debemos hacer?´
Él les dijo: `No exijan más de lo que les está fijado´.
Le preguntaron, también, unos soldado: `Y nosotros ¿qué debemos hacer?
Él les dijo: `No hagan extorción a nadie, no hagan denuncias falsas, y queden contentos con
vuestra paga´.”
(Lc. 3, 12‐14)
Recalca la tentación a la que fue sometido el mismo Jesús: idolatras los bienes (Cf. Lc. 4, 5‐8).
Refiere el engaño de quien pone toda su seguridad en los bienes materiales, narrando la parábola del
rico imprudente (Cf. Lc. 6, 16‐21).
Insiste con palabras del Divino Maestro.
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“Donde esté vuestro tesoro, allí estará también tu corazón.”
(Lc. 12, 34)
En el capítulo 16, reúne dos parábolas y varios logia de Jesús referentes al buen y mal uso del dinero:
“No se puede servir a Dios y al dinero.”
(Lc. 16, 13)
Conmina a los fariseos
“Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de él.”
(Lc. 16, 14)
¿Quién no conoce la insensibilidad del rico epulón hacia el mísero Lázaro, a quien hasta los perros
venían a lamer sus llagas? ¿Y la negativa del hombre rico a seguir a Jesús?
“Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico.”
(Lc. 18, 23)
Y la sentencia tan conocida:
“Viéndole Jesús, dijo: ` ¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!
Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de
Dios´.”
(Lc. 18, 24‐25)
El evangelista narra cómo Jesús realza la actitud generosa de la viuda:
“De verdad les digo que ésta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han
echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo
cuanto tenía para vivir.”
(Lc. 21, 3‐4)
Nadie ha de olvidar que los bienes‐y la economía‐ son para los hombres. No los hombres para los
bienes.
Es fácil creer que la plata traerá, sin más, la felicidad y la plenitud. Es fácil que el dinero suplante a Dios.
Es fácil que las riquezas atraigan la ambición y achiquen al corazón, estrangulando la justicia y la
solidaridad.
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Jesús también rechaza la pereza, la ineptitud, la mediocridad. Es enemigo de la miseria (Lc. 19, 11‐28).
El peligro no son las riquezas, sino su mal uso y su idolatrización.
¿No es así Zaqueo?
e. Un relato ejemplar
En el tercer evangelio, en líneas generales, prevalece el esquema sinóptico. Pero en él se contempla una
directriz literaria y teológica muy definida: el viaje lucano (Cf. Lc. 9, 51; 19, 17).
En ese trayecto de Jesús hacia la ciudad santa de Jerusalén se narran relatos exclusivos de Lucas, muy
conocidos por nosotros:
Z El buen samaritano (Cf. Lc. 10, 25‐37)
Z El hijo pródigo (Cf. Lc. 15, 11‐32)
Z El rico Epulón (Cf. Lc. 16, 19‐31)
Z El fariseo y el publicano (Cf. Lc. 18, 9‐14)
Y, por supuesto, nuestro relato: Zaqueo, el publicano (Cf. Lc. 19, 1‐10).
Estos relatos dan una singularidad propia al tercer evangelio. Son relatos ricos en humanidad,
misericordia, bondad, conversión… que presentan el rostro verdadero de Dios Padre.
“Un caso verdaderamente típico de la narración evangélica de Lucas es el de Zaqueo, que bien se puede
considerar como paradigmático del auténtico discípulo de Cristo” (J. A. Fitzmeyer).
En este relato encontramos los vocablos más queridos por Lucas:
Cuando escribí lo de
1. Viaje a Jerusalén Zaqueo se me
2. Pequeño conmovió el corazón…
3. Publicano Y me vino sólo un
4. Ver a Jesús deseo: ¡Vivir en estado
5. Hoy de conversión!
6. Prisa
7. Hospitalidad
8. Alegría
9. Rico-conversión
10.Pecador arrepentido
11. Generosidad: dar a los pobres
12. Salvación
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Veamos el mensaje de humanidad y de salvación de este episodio lucano.
f. ¡Título, por favor!
Rogamos al amble lector que a continuación nos acompañe en la meditación de este texto de Lc. 19, 1‐
10. Por eso, le vamos a pedir a usted, a su equipo de pastoral, a su grupo de reflexión bíblica y a su
comunidad que nos ayude a encontrar un título sugerente para este relato. Título que ha de condensar
su mensaje, Buena Noticia para los hombres de todos los tiempos.
¿Qué título resultó?
Permítanos sugerir algunos
¾ ¿Dios en el bolsillo o el bolsillo para Dios?
¾ Zaqueo: no todo lo que brilla es oro
¾ Encuentro con Jesús: operación redituable
¾ ¡Salvación y cuenta nueva!
¾ Poderosos caballero es don… Jesús el nazareno
¾ Ver a Jesús: un “interés” con “valor”
¿Qué le parecen a usted?
g. Jericó: la vetusta ciudad de Zaqueo
“Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad” (v. 1)
Conozcamos algo de Jericó, la ciudad de Zaqueo. Se considera una de las ciudades más antiguas del
mundo. Una y otra vez fue destruida y reconstruida. Pruebas arqueológicas evidencian que los
cazadores de finales del mesolítico tenían un lugar de culto en la fuente de Jericó, que condujo al primer
asentamiento. Su antigüedad queda atestiguada en los restos de la muralla defensiva, datada en torno
al 8000 a. C.
Está situada en el valle del Jordán, en la llanura fértil, con clima semitropical, muy agradable en invierno,
en un oasis de aguas que surgen de un copioso manantial, en un lugar muy estratégico. La ciudad está
descrita por el historiador Flavio Josefo: “Jericó dista de Jerusalén 152 estadios y 60 del Jordán; la región
hasta Jerusalén es desértica y pedregosa” (Cf. De bell Iud. 4, 8).
La ciudad dominó el mercado de la sal, del azufre y del betún, productos naturales de la región del mar
Muerto y se ubica a ambos lados de la histórica entrada oriental al terreno montañoso de Palestina.
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Es la primera plaza que conquistaron los hebreos después del Jordán (Cf. Jos. 5, 13; 7 26), hacia el 1200
a. C. El hecho de la toma, obra providente de Yavé liberador, que está inspirado en una procesión
religiosa, se popularizó como una epopeya nacional.
En esta “Ciudad de las Palmeras” (Jc. 3, 13), el juez Ehud mató al rey Eglón de Moab, que la ocupó por
18 años. Fue reedificada por Jiel hacia el 870 a. C. (Cf. 1Rey 16, 34), sacrificando a sus hijos, el mayor y
menos. En tiempos de Elías y Eliseo, era un importante centro de actividad profética (Cf. 2 Rey 2, 5). En
el 160 a. C., Báquides levantó una fortaleza (Cf. 1 Mac. 16, 11‐17). Fue destruida por los babilonios,
reconstruida después del exilio e invadida por Pompeyo. Marco Antonio la regaló a Cleopatra (34 a. C.),
restituida a Herodes por Octavio cuatro años después. Herodes las desplazará de lugar (al sudeste de
Jericó cananea) y la adornará con lujosos edificios al estilo romano helenístico, como el hipódromo y
anfiteatro. En ella seguramente murió el rey a los 70 años de edad, en la primavera del año 4 a. C,
cuando se dirigía a recibir tratamiento médico. Inmediatamente se levantó una revuelta, siendo
quemado su palacio y otros edificios. El esclavo Simón desencadenó una sublevación de esclavos y se
hizo coronar rey. Tras ser aplastado, Arquelao, hijo de Herodes, según el testamento de éste, quedó
como heredero de Judea, Idumea y Samaría, con el título no de rey sino de etnarca. Arquelao la reparó y
la ciudad continuó prosperando.
El etnarca fue depuesto por Roma, en el año 6 d. C. por déspota, poniendo al frente a un procurador, de
rango ecuestre, con poder judicial, militar y fiscal, responsable no ante el senador sino ante el mismo
emperador, a través de la jurisdicción del gobernador de Siria.
Está comunicada Jericó con Jerusalén a través del tórrido desierto de Judá, por una ruta escarpada,
propicia al bandidaje. En este escenario, Jesús sitúa la parábola del buen samaritano (Cf. Lc. 10, 30‐37).
En tiempos de Jesús, era una de las principales ciudades sacerdotales. Según J. Truck Billerbeck,
veinticuatro son las clases sacerdotales en la tierra de Israel y doce de ellas están en Jericó.
En esta ciudad rica, tirado en el camino estaba también un pobre y un mendigo, Bartimeo (CF. LC. 18,
35‐42).
En Jericó, importante estación impositiva lindante con la provincia de Perea, Jesús fue recibido por
Zaqueo, probablemente en una de las casas más elegantes de la ciudad.
Allí, Jesús iba a derrumbar las “murallas”… de Zaqueo.
h. Los publicanos
“Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos.” (v. 2)
¿Quiénes eran los republicanos? No eran los funcionarios de las finanzas, ni tampoco los funcionarios
aduaneros. Eran los negociantes que vivían de la especulación en la recaudación de impuestos
indirectos.
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En efecto, la recaudación de los impuestos directos no era asunto de los publicanos sino de los
procuradores romanos, Aquéllos se ocupaban únicamente del cobro de los impuestos indirectos, de las
aduanas o arbitrios.
Los tipos de aduanas estaban establecidos por Roma y por los tetrarcas. Se cobraban arbitrios por
calzadas, pasos, puentes y vados; por zarpar o atracar en puertos; en las fronteras provinciales, por
entrada y salida de productos en las ciudades; y por tránsito, especialmente vestidos, perlas y esclavos.
Roma estableció un rígido sistema impositivo, incluso en territorios autónomos (Cf. Lc. 5, 27‐28). Para
ello hacía censos de población. Recaudaba por sí misma los impuestos directos: tributum capilis (por
cabeza o persona) y tributum soli (productos de la tierra).
La recaudación de arbitrios no exigía un cuerpo específico de funcionarios o empleados. Se subastaban
al mejor postor entre gente adinerada. Había puestos muy codiciados, como los existentes en la
cuenca occidental del Jordán, desde el sur del lago Genesaret hasta el Mar Muerto, entre ellos los de
Jericó.
Cada puesto lo administraba, total o parcialmente, un publicano o aduanero que pagaba una fuerte
suma anual al procurador o al tetrarca a fin de poder luego explotar todos los puestos aduaneros de su
distrito. La suma del arrendamiento era ya alta. Subía la puja.
En las provincias procuratorias se concedían los puestos romanos. Eran los grandes negociantes de
arbitrarios, pero no trataban directamente con el público, sino que subarrendaban los distintos
puestos a los publicanos. Y, ¡claro, que querían ganar…!
El precio de los impuestos aduaneros por mercancías estaba regulado. Pero los publicanos falseaban el
peso y las cuentas, y engañaban con motivo del cambio de moneda de las muchas existentes, y así
obtenían rédito, tras pagar a los arrendatarios y éstos, a su vez, a Roma o a los tetrarcas.
Los publicanos eran producto de un sistema impositivo cruel. Eran nativos del lugar. Así que
concentraban el odio y el desprecio de la población. Los fariseos (Cf. Lc. 18, 9‐14) y toda la población,
los catalogaron de impuros. Y una impureza ritual. Eran “am‐ha‐ares”. Eran ellos impuros y también su
casa, sus vestidos y objetos, ya que por su cargo se relacionaban con gente impura, según aquella
concepción.
Por extorsionadores, no podían pagar el diezmo. Su limosna no era meritoria. No podían ser ni jueces
ni testigos.
Estaban clasificados en esta fórmula: “pecadores publicanos y publicanos” (Cf. Lc. 15, 1).
Eran “adúlteros”, en sentido figurado, pues no eran leales a la Alianza. Estaban fuera de las promesas
de Abraham.
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Para colmo, eran acusados de colaboracionistas con el poder colonizador de Roma, por el cobro de
impuestos, prostituyendo su fidelidad al pueblo de Israel.
El tributo a los gobernadores (Cf. Lc. 20, 20‐26) fue siempre una espina clavada en la fe de Israel. El
impuesto, entonces, era una cuestión de sometimiento. Israel sólo reconocía a Yavé como a su Señor,
aunque ya venía pagando tributos desde la monarquía (Cf. 1 Sam. 8, 14‐17). Salomón dividió el Reino
en 12 distritos que tributaban por mes y en especies (Cf. Rey. 12, 3). Impuestos sobre la mercancía se
conoce en Israel desde la época persa (Cf. Esd. 4, 13‐20; 7, 24).
Los seléucidas cobraban derecho de aduana e impuestos por la sal (Cf. 1 Mac. 10, 29; 11, 35). Pero fue
el fiasco romano quien regularizó el sistema impositivo, guardándose mucho de impedir signos
paganos en las monedas. Recién Pilato se atrevió a imprimir en la moneda el simpulum y el lituus,
signos paganos.
Cualquier acto “mesiánico” o de revolución contra Roma hacía escuchar proclamas como ésta de Judas
de Gamala (“Judas el Galileo” Cf. Hech. 5, 37): “No está permitido pagar el tributo al César”.
Existía el tributo al templo, que era un impuesto personal para el sostenimiento del culto público en
Jerusalén. Era obligatorio para todo varón, también de la diáspora, mayor de 20 años.
¡Pobres publicanos! ¡Qué situación la suya! Además, ¿cómo hacer penitencia si no podían devolver lo
robado a sus dueños? Ya lo decía el Talmud de Babilonia: “A los pastores, a los recaudadores de
impuestos y a los publicanos les es difícil la penitencia” (B. Q. 94b).
Estaban en un callejón sin salida para la Torah. Estaban entre la espada (de Roma) y la pared (de los
judíos).
Esta era la condición lamentable del pobre Zaqueo.
i. ¿Zaqueo o Saqueo?
“… y rico.” (v. 2)
Zaqueo no era el primer arrendatario, sino que más bien subarrendaba. Y probablemente era uno de
los que había comprado varios puestos aduaneros y de los que se ocupaba personalmente.
Sólo en el despacho directo al público era donde podía defraudar, y así lo reconoció:
“… y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.”
(Lc. 19, 8)
Zaqueo era, pues, un “recontra‐publicano”.
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Por eso, ¿qué nombre le viene mejor: Zaqueo o Saqueo?
El nombre Zaqueo se deriva del hebreo y arameo Zakkay, forma abreviada de Zakaryá: Zacarías, que
significa “Dios se acordó de nuevo”.
Algunas creen que le nombre de Zaqueo significa “El (que es) puro”.
Pero creo que a Zaqueo, de pies cortitos pero de manos “largas”, le cae mejor el nombre de Saqueo.
j. Autorretrato
Mi nombre de pila es Zaqueo. Como estoy en este “laburo” de los impuestos, algunos, como no poco
gracejo, me llaman Saqueo. No es difícil imaginarse el porqué.
Los impuestos de los dominadores romanos hieren la sensibilidad religiosa ‐y el bolsillo‐ de los judíos.
Por eso, mi situación “profesional” es delicada, porque, por su lado
“tiendo la mano” a los invasores, por el otro, no puedo estrecharla
amistosamente a mis paisanos y correligionarios que me consideran
“colaboracionista”.
Soy una persona de buen pasar, pero mi riqueza no es demasiado
transparente. Sí, soy rico en plata, pero también rico en ambiciones
desmedidas, negociados, viles sumisiones y miles de injusticias. Rico
también en decepciones, en rechazos y en vacíos. Rico en amar las cosas
y en utilizar a las personas.
Y en cambio, cuando era joven y lleno de ideales… A veces, me detengo y
me digo: ¡pobre rico Zaqueo!
Siento como si faltara transparencia y aire fresco en mi vida. Anhelo la libertad de espíritu. Necesito
mirar con ojos limpios. Tengo hambre de ser feliz en sana humanidad.
¡Pero Zaqueo, si no te falta nada! Es fácil caer en la seductora tentación de creer que la riqueza da la
felicidad, la paz del alma y la verdadera amistad; que va a tapar todos los vacíos.
¡El endiosamiento de la plata ‐y del poder‐ estrecha el corazón del alma! ¡Cuántas esclavitudes sociales
y personales! ¿Qué les estaba dejando en herencia a mis hijos? ¿Qué iba a quedar de mi memoria tras
mi muerte?
Me veía más atado ‐y esclavo‐ que la pata de uno de estos romanos, precisamente yo que, como
observan soy espontáneo, sin orgullo, cariñoso, sin sentido del ridículo, amiga de la vida.
¿Y Dios? Hubo un tiempo en que me consideré dios de mí mismo. ¡Claro que creía! Pero no hacía
experiencia de Dios, no buscaba encuentros personalizados con él, huía de su intimidad, su voluntad
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me asustaba. ¡Un buen “aduanero” como yo debía saber “comerciar” bien con Dios! –pensaba
entonces.
Es cierto que me veía impuro por mi ocupación “non sancta”. Me notaba sucio ante los ojos de Dios,
ojos enfurecidos contra un pecador. ¿Acaso podía sentir un am‐ha‐ares como yo el amor de Dios?
Y en el fondo, quería encontrarse mi “Zaqueo verdadero” con el Dios verdadero, pero… ¿el Dios
verdadero acaso no quería encontrarse conmigo? La voz de la “inocencia original” que todo hombre
guarda en la mochila de su conciencia susurraba dentro de mí pidiéndome algo nuevo. ¡Qué difícil es
cambiar! ¡Qué fácil es escaparse de uno mismo para introducirse en “paraísos perdidos” que ahogan la
sed de plenitud!
Un día alguien comentó que un joven rabí de Nazaret traía una buena noticia. Musitó su nombre:
Jesús. Añadió que hablaba del reino de Dios que se ofrece a todos, que se explayaba hablando de la
misericordia de Dios que se ofrece a los pecadores…
Presentí algo hermoso y desconcertante. Dios estaba viniendo. Había que salir al encuentro de aquel
Jesús, escucharlo y verlo. Aunque uno tan “petiso” como yo tuviera que subirse a un árbol…
k. Por las ramas
“Se adelantó corriendo y se subió a un sicomoro para verlo.” (v. 4)
A Zaqueo le quema el deseo de ver a Jesús con sus propios ojos. Su escasa estatura “y la multitud” (v.3)
no se lo permiten. ¿Y qué es lo que se le ocurre? Subirse a un árbol, a un sicomoro.
¿Qué sabemos de este arbusto? El árbol del sicomoro crece preferentemente en las tierras bajas, como
en el caso de la región de Jericó, y en la costa. Probablemente fue introducido en Canaán durante el
período egipcio de Palestina (entre 1550 y 12225 a. C.), habiendo sido transplantado desde el país del
Nilo.
En Egipto, su madera extraordinariamente dura se utilizaba para los sarcófagos de las momias. El fruto
se colocaba en la tumba junto al difunto.
Los frutos del sicomoro, que crece en forma de arbusto. Sólo tienen buen sabor cuando se raja un poco
cada uno de ellos y se les deja que maduren.
El profeta Amós se define: “Yo soy vaquero y picador de sicomoros” (Am. 7, 14).
Así como el trabajo de hacer comestible el fruto del sicomoro resultaba pesado, el trepar al árbol
resultaba de lo más fácil. El tronco grueso, por lo general cubierto de ab8undantes ramas ya desde el
mismo suelo, y con una densa y esponjosa copa que empieza casi desde las mismas raíces, ofrecía
agarraderos por doquier para poder encaramarse. Martín Descalzo nos recuerda: “Todavía hoy hay en
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
Jericó sicomoros con raíces en arbotante que salen fuera de la tierra y se unen casi con las ramas bajas.
No es difícil subirse a ellas, ganando medio metro”.
¿Por qué Zaqueo se subió a un sicomoro y no a una de las casas de aquellas calles, que tenían una
escalera lateral que posibilitaba el acceso al techo? Posiblemente, por su condición de publicano im‐
puro.
Y Jesús ve a Zaqueo en aquel improvisado observatorio.
Zaqueo miró a Jesús. Jesús vio a Zaqueo.
Nadie para Dios es descartable, aún cuando en la vida estemos “por las ramas”.
l. ¿Y ese tal Jesús, qué?
“Pues iba a pasar por allí.” (v. 4)
El pequeño Zaqueo es corto de cuerpo, pero no de ideas y de intuiciones. Se informa sobre Jesús. Al
parecer, le iba siguiendo los pasos.
- Dime, ese tal Jesús, ¿qué?
- Zaqueo –comenta algún amigo suyo o conocido‐, he oído que
empezó su predicación en Galilea (Cf. Lc. 4, 4), anunciando a
los pobres la Buena Noticia del Reino de Dios y proclamando
un año de gracia (Cf. Lc. 4, 18‐19).
- ¿El Reino de Dios? ¿Será un nuevo revolucionario?
- No, Zaqueo, no busca poder, te lo aseguro. El habla siempre
del Reino del Padre. Es taumaturgo (Cf. Lc. 4, 33‐35), realiza
numerosas curaciones (Cf. Lc. 4, 40‐41), purifica y toca los
leprosos (Cf. Lc. 4, 12‐13), trata con cariña a los extranjeros
(CF. Lc. 17, 11‐19) Y admírate: ha elegido de entre sus
seguidores a uno de tu oficio, a Leví el recaudador (Cf. Lc. 5,
27‐28).
- ¿Ah, sí?
- Sí, Zaqueo. Ha llegado a decir que Dios es como un padre que
tenía dos hijos… (Cf. Lc. 15, 11‐31) y que “No he venido a llamar a conversión a justos sino a
pecadores” (Cf. LC. 5, 32). Perdonó los pecados a un paralítico en Cafarnaún (Cf. Lc. 5, 24).
- ¿Perdona él a los pecadores? ¿Qué más predica ese rabí galileo?
- Parece que “baja la caña” a los ricachones explotadores e insensibles.
- ¿Y él cómo vive?
- Ah, no, Zaqueo, te lo aseguro: es humilde, sencillo, pobre y quiere que llamemos al Santo de
Israel: ¡Abba!
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
- ¿Cómo los niños pequeños?
- Zaqueo no seas ingenuo. No sólo con los labios sino con una confianza y ternura filial. Dice que
Dios es padre de todos: justos e injustos.
- Y ese tal Jesús, dime, ¿es de esos de “hagan lo que yo digo y no lo que yo hago”?
- Zaqueo, Zaqueo, no hay doblez en su vida. Además recibe a todos. Viste ahí mismo, entrando en
Jericó: se paró para atender a un mendigo ciego, y ¡con qué humanidad! Te lo digo: es un
profeta.
- Ya, ya.
Hay experiencias de vida o encuentros que desnudos el alma. Es difícil leer el interior de Zaqueo. Un
gran vacío dentro de él pujaba por encontrarse con algo, con alguien que lo llenara.
El vacío ya estaba encontrando su plenitud.
m. Cruce de miradas
“Cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista...” (v. 5)
La mirada es el telescopio del alma. A través de ella, un mundo interior sumergido sale a flote.
La mirada es un semáforo en verde. Es la mirada serena, pacífica, profunda, hospitalaria, atrayente,
respetuosa, discreta, limpia, amistosa, empática, contemplativa, amorosa, espiritual.
La mirada es un semáforo en rojo. Es la mirada irónica, aviesa, utilitarista, dosificadora, impura.
La mirada es también un semáforo apagado. Es la mirada perdida, distante, escapista, autista, solitaria.
Y sin olvidar la mirada inquieta, temerosa, abrumada, suplicante…
Hay miradas que cautivan. Miradas que hacen retroceder. Miradas sin horizonte.
Hay miradas que piden un “salvavidas”.
El hombre mira a Dios, ¿cómo lo mira? ¿Cómo lo ve?
Dios mira al hombre, ¿cómo se deja éste mirar? ¿Cómo se deja ver?
Hay personas que temen la mirada divina por exigente, justiciera y hasta castigadora. La mirada de Dios
Padre es la misma mirada de Jesús a Zaqueo.
Debo reconocer que imaginar esta escena del encuentro en Jericó me causa un poco de gracia. Jesús iba
caminando con la gente por las calles de Jericó y un “enano ricachón”, subido a un árbol. ¡Qué mofa la
de la gente! ¡Qué cara la de Zaqueo sorprendido! Escena de película.
E interesante la posición. Dios mira de abajo hacia arriba. El hombre de arriba hacia abajo. Dios, en la
tierra. El hombre en las alturas.
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
Imaginemos la mirada de Jesús y la de Zaqueo. Y las miradas de la gente a la mirada de Jesús sobre la
mirada de Zaqueo.
Zaqueo: “Mira que Dios te mira, con dulzura y con amor” (Santa Teresa de Jesús).
n. El encuentro
“Zaqueo, baja pronto...” (v. 5)
En la vida hacemos encuentros, desencuentros y… encontronazos.
Todo depende de nuestra actitud relacional. De nuestra atención e intención hacia los otros.
Entre Jesús y Zaqueo se produjo un encontronazo de encuentro.
Allí, Dios y el hombre. La santidad y el pecado. Jesús, Hijo de Dios altísimo
y Zaqueo, el “petiso”.
Allí la bondad por el prójimo y el desprecio por lo ajeno. La paz interior de
Jesús y el desconcierto interior de Zaqueo.
Allí, Jesús, Dios que mira de abajo hacia arriba, y Zaqueo, el hombre, que
mira de arriba para abajo.
Allí, la mirada generosa de Jesús y la mirada anhelante de Zaqueo.
Allí, nada de reverencias y protocolos, de superficialidades o escapismos:
un encuentro cara a cara.
Allí, Jesús, Dios humanizado escucha a Zaqueo. Allí, Zaqueo que da la
palabra a Jesús.
Allí, Jesús que concede espacios para que el hombre sea el mismo. Y
Zaqueo que no se considera intruso sino huésped.
Allí, la misericordia de Jesús empujó la justicia de Zaqueo.
¡Allí Zaqueo se encontró con Jesús, “doctor en caridad”! (San Agustín).
Pero, ¿acaso este encuentro fue sólo para hacer “bueno” éticamente a Zaqueo?
Algo más. Aquí hubo experiencia con Jesús, intimidad con Dios.
Un encuentro muy rentable para Zaqueo.
o. Recontento y reapresurado… como un niño
“Se apresuró a bajar y lo recibió con alegría.” (v. 6)
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La iniciación al silencio y a la
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Módulo VIII
La alegría es la hermana trilliza de la serenidad y de la bondad. No es un lujo de la vida, es una
necesidad.
En castellano, distinguimos: “estar alegres” y “ser alegres”. De hecho, decimos: “Juan está alegre” y
“María es alegre”. Ser alegre es un talante existencial, un estilo de afrontar serena, pacífica y
confiadamente la vida con sus adversidades. Es un estilo de relación con los otros.
Constatamos alegrías superficiales (pseudoalegrías) provocadas por bagatelas, por acontecimientos
anodinos, por puro materialismo, por actitudes sin hondura… Son alegrías sin trascendencia, sin
frescura, sin duración, sin compromisos, “sin ángel”.
¡Y constatamos esa alegría y paz interior que nacen del servicio altruista y constante! ¡Y esa otra alegría
de valorar y gozar lo sencillo, lo genuino, lo transparente, las delicias cotidianas de la vida, la amistad
pura!
Zaqueo era un hombre sin paz interior; un hombre fraudulento. Un hombre, por lo tanto, sin alegría
profunda.
Al escuchar las palabras de Jesús, vislumbró que algo nuevo estaba naciendo. En realidad, era un “nuevo
Zaqueo” que estaba naciendo. Se lo estaba diciendo la alegría interior que ya le estaba picando por
dentro. Y esa alegría nadie se la iba a quitar.
Y, con suma naturalidad, a toda prisa, el cuerpecito de Zaqueo se desencarama del sicomoro. Algunos se
volverían a reír. Otro, seguramente, ya lo empezaban a envidiar.
Y allá corre Zaqueo, como un niño, a preparar un banquetazo al Señor.
p. Invitado sin invitación
“Conviene que hoy me quede yo en tu casa.” (v. 5)
Jesús se autoinvita a casa de Zaqueo. ¡Qué caradura! ¡Qué atrevimiento!
Pero en realidad, el significado de este “ir a comer a tu casa” es otro.
Esta iniciativa de Jesús de ir a comer a casa de un jefe de recaudadores es todo un gesto profético.
Comunidad de mesa se interpreta en Oriente, y en tiempos de Jesús, como expresión de una unión
íntima, pues todos los que participaban de un banquete común participan también de la bendición que
se pronuncia al principio.
Comiendo Jesús con los pecadores y recaudadores de impuestos, da testimonio público de la
misericordia de Dios que se ofrece a los pecadores.
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
En el Salmo 15 se ora:
“Yavé, ¿quién morará en tu tienda?,
¿quién habitará en su santo monte?
El que anda sin tacha,
y obra con justicia
que dice la verdad de corazón,
y no calumnia con su lengua,
que no daña a su hermano,
ni hace agravio a su prójimo;
con menosprecio mira al réprobo,
mas honra a los que temen a Yavé;
que jura en su prejuicio y no se retracta.
Que no presta usura su dinero ni acepta
soborno en daño de inocente.
Quien obra así jamán vacilará” (Sal. 15)
¡Qué importante es la “urdimbre ética” en la vida de las personas y en la vida espiritual!
Pero aquí, en el encuentro de Jesús con Zaqueo, la misericordia de Dios ha revelado su propia lógica. La
cuestión ya no es sólo que el hombre justo vaya a Dios. Dios va al hombre pecador alejado,
atormentado, carenciado… La fidelidad de Dios hacia el hombre no conoce impedimentos. El encuentro
con Zaqueo es un buen botón de muestra. Es una iniciativa divina salvífica. Dios quiere ser hospedado
por todos. Dios siempre viene a nosotros. De continuo golpea la puerta. No se impone, pide permiso
para plenificarnos. Quiere ser bendición, porque el huésped siempre bendice.
“¿Hay algo que puede declarar más inequivocadamente la misericordia de Dios que el hecho de haber
aceptado nuestra miseria?” (San Bernardo).
Está en nosotros el que “no lo dejemos pasar de largo” (San Agustín)
Y Zaqueo no perdió su oportunidad.
q. El chimento
“Al verlo, todos murmuraban diciendo: `Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador´.” (v. 7)
No puede faltar el chusmerío y el ataque “despiadado” de los “piadosos”:
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La iniciación al silencio y a la
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Módulo VIII
- “Fíjate, va a comer con un impuro”
- Mira entra en la casa de un ladrón
- ¡Cómo hace eso, con las casas tan decentes que hay aquí!
- ¡Privilegios a un pecador! ¿Dónde se ha visto eso?
Y la verdad es que estaban más que admirados de la actitud y comportamiento de Jesús, porque
miraban sin la hondura del espíritu.
Jesús no estaba ofreciendo a Zaqueo ninguna ideología, se estaba ofrendando a sí mismo. Estaba
ofreciendo a Dios Padre.
No era aquel un encuentro de transacciones:
- ¿Qué le voy a sacar? ¿Qué puedo conseguir de él? ¿Qué me va a ofrecer?
Zaqueo captó bien el mensaje de Jesús:
- Zaqueo, “vales” para “alguien”, vales para mí, vales para tu “abba celestial” que te ama. No vales
por algo, por tu plata. Vales por ti mismo.
Jesús estaba removiendo el espíritu de Zaqueo. No lo estaba halagando. No lo engañaba “con paños
calientes”. No aprobaba su comportamiento. Aceptaba su persona.
Y el chusmerío seguía. Y nacían muchas dudas:
- ¿Será este Jesús un profeta “como Dios manda”?
Dios nos suele desconcertar. Y más cuando nos empeñamos en hacerlo en nuestra pobre imagen y
semejanza.
Jesús está liberando a aquella gente de una idea insana de Dios, y la conversión de Zaqueo ya va
llegando.
r. La casa por la ventana
“Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Daré...” (v. 8)
El hospedado ahora es hospedero. Zaqueo recibe a Jesús como huésped y como bendición.
Ya están abiertas las puertas de la casa, de la mente y del corazón del Zaqueo renovado.
Ahora hay que abrir las puertas del reconocimiento, del agradecimiento y de la generosidad.
Dios es providente, quiere hacer de Zaqueo su providencia.
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La iniciación al silencio y a la
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Módulo VIII
Este no se conforma con cumplir lo estipulado por la ley romana sobre furtum minifestum, y por la
Torah sobre la restitución de bienes (CF. Lev. 5, 20; Éx. 21, 37). Empieza a “tirar la casa por la ventana”:
“Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres” (Lc. 19, 8)
Lo que da Zaqueo, ¿es un favor que hace a Dios? ¿Es una “transacción” para borrar sus pecados? ¿Es
para blanquear su conciencia?
No, ni mucho menos. Zaqueo sabe que no se puede comprar el amor misericordioso de Dios. Se recibe
gratuitamente.
Pero, si no se compra ni se vende el cariño verdadero, sí se muestra y se demuestra.
Zaqueo quiso agradecer a Dios que le había posibilitado reelaborar sanamente su pasado, siendo
generoso con el hombre su hermano:
“Con el amor al prójimo aclaras tu pupila para mirar a Dios” (San Agustín).
Conversión a Dios es conversión al hombre.
Zaqueo: ¡salvación y cuenta nueva!
s. Convertido hasta el bolsillo
“Hoy ha llegado la salvación a esta casa.” (v. 9)
Zaqueo ha recibido el don gratuito de Dios que él anhelaba y en el que él puso la iniciativa.
Zaqueo se veía lejos de sí, distante de los hombres, desertor de Dios. Un hombre disperso. “Yo no
estaba ni contigo ni conmigo” (San Agustín).
Conversión es retorno a la identidad que nunca debió perder.
¿Qué motivó la conversión de Zaqueo?
Zaqueo se siente amado por Dios. Ya no sólo se sabe amado. Ahora lo palpa. Lo constata con la visita de
Jesús.
La conversión, ya lo hemos mencionado, supera la acción ética de un ser corrupto fraudulento a llegar a
ser un ciudadano honesto. ¡Que no es poco!
Zaqueo, en plena hospitalidad con Dios, se siente amado y pecador. De hecho, “nadie se considera
pecador si no se siente amado por Dios” (Rahner) Pecado es defraudar al amor de Dios y del hombre.
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
La conversión es un acto de cristologización.
Zaqueo ya empieza a vivir como Jesús, a amar como Jesús, a pensar como Jesús.
Y la conversión es tan profunda que le ha llegado hasta… el bolsillo, que es el segundo corazón del
hombre.
t. Pedagogo de la relación de ayuda
“El hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.” (v. 10)
Cada día somos más conscientes de la importancia de las relaciones humanas en la vida de las personas
y de los pueblos.
El desarrollo de la psicología, de las escuelas terapéuticas y de la pedagogía han aportado elementos
valiosos que facilitan la relación de ayuda hacia quien sufre o está conflicto.
La disciplina de la relación de ayuda implica:
¾ Saber ser
¾ Saber estar
¾ Saber hacer
¾ Saber conectarse interpersonalmente
¾ Saber manejar las destrezas o las técnicas relacionales
La relación de ayuda necesariamente ha de asumir un concepto muy sano de ayudar. En efecto, para
nosotros ayudar es intervenir participativamente en un encuentro interpersonal en el que el ayudado
reactive todos sus recursos (materiales, técnicos, relacionales, espirituales). Si no los tiene, se le ofrecen
para que, asumiéndolos, dé vía libre a su problema y su persona.
Pues bien, en el encuentro con Zaqueo observamos a un Jesús experto pedagogo de la relación de
ayuda. Destaquemos tan sólo algunos rasgos de su habilidad relacional.
¾ Se detiene ante las personas en crisis
¾ Toma iniciativas para el encuentro
¾ Se colocan a la misma altura que el ayudado
¾ Se relacionan interpersonalmente, no a nivel de roles
¾ Personaliza cada encuentro
¾ Practica la actitud de escucha
¾ Acepta a las personal por sí mismas
¾ Evita juicios morales descalificadores
¾ Aporta una visión serena de la crisis
¾ Confronta empáticamente, reactivando los recursos de las personas
¾ Catequiza con su persona sobre la verdadera imagen de Dios
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
Zaqueo vio en Jesús un experto en humanidad y la presencia de Dios. Con razón Jesús es sano,
saludable, sanador y salvador.
Encuentro de Jesús con Zaqueo: un examen a la calidad y calidez de nuestra relación de ayuda.
u. El Zaqueo que todos llevamos dentro
Todos llevamos dentro un “pequeño Zaqueo”.
En efecto, está incrustada bien interiormente en nosotros la seductora tentación de endiosar las
riquezas. Creemos que, automáticamente, ellas nos aportan la felicidad, con las riquezas viene el poder,
que nos van a respetar y temer, que vamos a ser “alguien” en la sociedad.
Y hasta podemos llegar a pensar en la solución de los problemas del mundo es asunto exclusivamente
de mayor tecnología y producción.
¡Qué error! Nuestro endiosamiento materialista entorpece las sanas relaciones humanas; achica la
inteligencia y la acción de la caridad y de la solidaridad; y hasta acalla y justifica nuestra mala conciencia.
Los santos padres de la primitiva Iglesia sostenían: “Cuando habla el dinero, calla la justicia”.
La vida es como la bolsa: cuando suben los intereses, bajan los valores; cuando suben los valores, bajan
los intereses.
Pero el Zaqueo que llevamos dentro es también ejemplo de búsqueda de plenitud, de deseo de cambio;
modelo de superación de la mediocridad, del aburguesamiento, del “borreguismo vital”; es paradigma
de hospitalidad interior para acoger una conciencia indomable que anhela una vida de océano adentro y
que no se conforma con “sorbitos de río”.
Zaqueo es dechado de apertura a la trascendencia y de iniciativas concretas para salir al encuentro con
Dios.
Y el Zaqueo que llevamos dentro demanda una reubicación en la vida. La vida es un desafío, hay que
asumirlo. Hay que vivir con garra, con coraje. No hay que dormirse en el pasado, sea positivo o negativo.
Hay que reelaborar lo insano para vivir saludablemente, no dando excusas al pasado y sí motivos al
presente y al futuro.
Voy a hacer el firme propósito de aceptar “la humanidad de Zaqueo” que llevan los demás dentro de sí
y que llevo dentro de mí, con sus luces y con sus sombras.
v. El don de hospedar
La hospitalidad de Jesús y de Zaqueo invita a la meditación. No hay dudas: el que ama, hospeda. Dios es
amor, luego es rico en hospitalidad. Hospedó en su “para sí” al hombre. Le dio vida, creó una casa para
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
él (el mundo), y lo recreó con su amistad, con su perdón, con el envío de su Hijo Jesús y con el don del
Santo Espíritu. Es la hospitalidad divina.
El que ama, hospeda. El hombre tiene vocación de fraternidad. Y constata como valor hospedar a todo
hombre asumiendo la libertad democrática, la tolerancia y la solidaridad; rechazando racismos y
violencias; no blanqueando la mentira, la injusticia, la maldad.
Un antiquísimo dicho chino nos recuerda: “Todo hombre es mi hermano”. De esta convicción surge la
hospitalidad, que es “la habilidad para atender óptimamente al huésped” (H. Nouwen). Es la
hospitalidad humanitaria, filantrópica. Es la hospitalidad universal.
El que ama, hospeda. Dios ama al hombre en primer lugar, Dios lo hospeda. El hombre ama a quien lo
ama y hospeda a quien lo hospeda. Acoge el misterio de Dios y desarrolla su vocación religiosa. Es la
hospitalidad espiritual.
Dios, es rico en hospitalidad, nos quiere como él: buenos hospederos.
En un mundo “sin hogar”, seamos hospitalarios. Nos lo enseñó Jesús con Zaqueo.
Propuestas concretas para la enseñanza y oración
2. Historias de santos
Agustín
¿Alguna vez viste a un hipopótamo en el zoológico? Bien, este santo era el
obispo de una ciudad llamada “HIPONA”. Como bien sabes, el hipopótamo
es uno de los animales más grandes del zoológico y Agustín es uno de los
santos más grandes de la Iglesia, no por su tamaño, ¡sino por la gran
cantidad de cosas que hizo!
La madre de Agustín era una mujer buena y piadosa que le enseñó a su hijo
todo acerca de la Cristiandad desde que era pequeño; pero cuando creció y
se fue de su casa, Agustín olvidó todas las enseñanzas de su madre y llevó
una vida disipada y licenciosa.
La madre de Agustín no dejó de rezar por él.
Finalmente, él se dio cuenta del error que había cometido, regreso a la
Iglesia y se convirtió en uno de los líderes más célebres en la historia de la
Iglesia. Agustín fue un escritor tan magnífico, que sus libros aún se estudian, cuando ya han pasado
cientos de años de su muerte. Durante su vida, Agustín escribió doscientos tratados (explicaciones de
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
principios y enseñanzas de la Iglesia), trescientas cartas de instrucción y casi cuatrocientos sermones,
además de sus libros.
A pesar de su mal comienzo, Agustín cambió su vida y le dio un final maravilloso.
¿Alguna vez cometiste un error y pensaste que nunca podrías perdonarte por hacer algo tan tonto?
Bueno, no importa lo que hagas, Dios SIEMPRE te perdonará si estás realmente arrepentido/a y se lo
dices. No importa la gravedad de la falta que hayas cometido, siempre puedes CAMBIAR y hacerlo mejor
la próxima vez. Así que si alguna vez te desalientas por algo tonto que hiciste, di que lo sientes y
convéncete de no volver a hacerlo. Luego pídele a Dios que te ayude a cambiar como lo hizo san Agustín.
Antonio de Padua
¡Rápido! ¿Recuerdas los nombres de todos los países de América? ¿Puedes decir en qué año se
descubrió América o qué distancia hay de Buenos Aires a Bogotá? Bien, tal vez te vendría bien una
ayuda de san Antonio para poder responder.
San Antonio era famoso por su increíble memoria. Cuando era muy joven, comenzó a estudiar la Biblia y
gracias a su buena memoria (que le permitía retener y recordar todo lo que aprendía), logró tener un
vasto conocimiento de las Escrituras.
Antonio quería ser misionero, así que abandonó su casa en Portugal para ir a
Marruecos, pero estando allí se enfermó gravemente y tuvo que regresar.
En el camino de vuelta, su barco se desvió de su curso original y Antonio
terminó en Italia en lugar de Portugal.
Un día, mientras estaba en ese lugar, asistió a una gran reunión de dominicos
y franciscanos. Alguien tenía que predicar, pero debido a un malentendido
nadie había ido preparado para la ocasión. Así que le preguntaron a Antonio si
se animaba a levantarse y decir lo primero que el Espíritu Santo le inspirara.
Antonio aceptó la propuesta y comenzó a hablar muy lentamente, pero en
cuanto se sintió cómodo, pronunció un discurso tan maravilloso que todos
comprendieron que debía dedicarse a predicar. ¡Y eso fue lo que hizo!
Su magnífica memoria le permitía recordar lo que se suponía que debía decir
y tenía una voz clara y potente que le permitía pronunciar largos sermones,
un detalle importante en aquellos días, cuando todavía no habían inventado
los micrófonos.
Cada vez que Antonio hablaba, las multitudes acudían a escucharlo y él convencía a muchas personas de
que se convirtieran.
Gracias a su memoria, sus largas horas de estudio y un barco desviado de su curso, Antonio descubrió su
misión como predicador en Italia y pasó los últimos años de su vida en una ciudad llamada Padua.
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
¿Te resulta fácil recordar lo que tienes que leer, memorizar fechas y datos o escuchar una historia y ser
capaz de contarla a otras personas de la misma manera en que la oíste? ¿O te resulta difícil? Algunas
personas tienen facilidad para recordar las cosas y otras deben esforzarse mucho para lograrlo. Algunas
personas saben exactamente la carrera que quieren seguir y lo hacen, pero otras comienzan en una
dirección y luego su barco se desvía en un NUEVO rumbo. Unos no son mejores que los otros sólo son
diferentes.
Agradece tus cualidades especiales, cualesquiera que sean y reza una plegaria a Dios para que lleve tu
barco en la dirección que ÉL quiere que sigas.
Catalina de Siena
Esta santa era la más pequeña… ¡en una familia de veinticinco hermanos! Fue una niña
alegre y vivaz que cuando creció se convirtió en una de las mujeres más destacadas y
brillantes de su época.
Gracias a sus consejos y sugerencias, muchas personas cambiaron sus vidas y regresaron a
la Iglesia. Debido a su habilidad conciliadora la gente acudía a ella para que los ayudara a
resolver sus diferencias. Gracias a su sabiduría, Catalina se convirtió en una gran
influencia para aquellos que leían sus escritos. Por su bondad llegó a ser consejera del
mismísimo Papa. Y por su amor a Dios, llegó a ser una santa.
¿Tienes una familia numerosa como la de santa Catalina o la tuya es pequeña? Pocas
personas tienen una familia tan grande como la de santa Catalina, pero el tamaño no es
lo que hace que una familia sea feliz. ¿Qué crees que se necesita para hacer que una
familia sea feliz? ¿Qué podrías hacer HOY para alegrar a alguien de tu familia?
Cayetano
A este santo podría llamárselo el “llanero solitario”, pues defendía la justicia y protegía a los
necesitados. Hasta podría decirse que fue el primero que puso una casa de empeños. O al menos el
primero en formar una cooperativa de crédito.
Cayetano logró muchas cosas importantes en su vida. Era de una familia noble y obtuvo títulos
universitarios tanto en ley canónica como civil. Fue senador y el Papa le asignó un cargo muy elevado.
Pero él prefirió renunciar a todo eso para dedicarse a trabajar con los pobres y enfermos de Roma,
recorriendo las calles y visitando las viviendas humildes, en busca de aquellos que necesitaran su ayuda.
Sus amigos se escandalizaron al ver que se dedicaba a un trabajo tan “sucio”, peor Cayetano quería
servir a los demás.
Cuando vio que los usureros se aprovechaban de los pobres, recargándoles elevadas tasas de interés,
Cayetano decidió poner punto final a esa explotación. De modo que inició un negocio que les daría
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
préstamos a los pobres y cobrándoles tasas de interés justas. Podría
compararse son las cooperativas de hoy en día, donde los empleados
pueden recibir préstamos a bajo costo o a las casas de empeño, donde la
gente lleva algo que posee y recibe un préstamo hasta que puede
comprarlo nuevamente.
Como las personas pobres, a menudo necesitaban desesperadamente un
préstamo para poder mantenerse un tiempo, todos le agradecieron a
Cayetano por resolver la situación de tal modo que ellos pudieran recibir el
dinero sin ser engañados. Y es por eso que podría decirse que Cayetano era
como un “llanero solitario”, siempre dispuesto a ayudar a quienes lo
necesitaran.
El llanero solitario de la televisión siempre llevaba una máscara para proteger su identidad y andaba a
caballo. ¿Alguna vez te sentiste tan avergonzado que hubieras querido tener un antifaz? Si alguna vez te
sucede, confiésate de inmediato. Después de que digas que lo lamentas y recibas el sacramento de la
penitencia, podrás prometer que nunca volverás a hacer lo que hiciste y de ese modo no tendrás que
volver a sentirte mal otra vez.
Francisco de Asís
¡Francisco es el santo al que se le ocurrió armar todos los años el pesebre para Navidad en la Iglesia!
Hoy en día, en la mayoría de las iglesias católicas y en los hogares, imitan la idea de Francisco. Pero
cuando él era joven, sólo tenía una idea fija. ¡Lo único que quería era divertirse!
Francisco era hijo de un hombre rico y le gustaba llevar la típica vida
de un joven de familia acaudalada. Pero cuando decidió cambiar su
vida, lo hizo drásticamente. En lugar de usar vestimentas costosas,
usaba un simple hábito marrón y en ocasiones hasta regalaba sus
zapatos y caminaba descalzo. Se hizo monje, rezaba mucho y era
amigo de todos, hasta de los animales.
Un día, durante una Navidad se le ocurrió que la gente debía sentir
que estaba presente en el momento del nacimiento de Jesús. Así que
se ocupó de armar un pesebre y cuando los fieles ingresaron a la
iglesia para la Misa de Medianoche, vieron la escena del nacimiento,
con el niño Jesús, María y José. Pero el pesebre de Francisco era
diferente a los que vemos hoy en día, pues incluyó algunos de sus
amigos animales de verdad, para que posaran junto a la cuna.
Francisco, le hijo de un hombre rico, aprendió a amar a Dios y a todas sus creaturas. Y al igual que en su
juventud, llevó una vida plena y divertida, sólo se trataba de una diversión muy diferente.
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La iniciación al silencio y a la
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Módulo VIII
¡A todos nos gusta pasarla bien! Pero algunas personas tienen la idea de que eso implica ir a fiestas
alocadas y hacer cosas que no son buenas. ¿Cuál es tu idea de pasar un buen momento?
Francisco Solano
Este santo nació en 1549 en una localidad de España llamada Montilla. Cuando tenía veinte años ingresó
a la orden franciscana. Tras ser ordenado sacerdote, alternó la vida de
oración y penitencia, con la de predicador y enfermero, hasta que fue
nombrado maestro de novicios. Desde entonces trabajó mucho con
jóvenes estudiantes. Se dice que cuando éstos cometían alguna falta, en
lugar de imponerles penitencia, Francisco se la imponía a él mismo, pues
consideraba que él era el verdadero culpable de la conducta de sus
discípulos.
Después de trabajar intensamente en España, Francisco viajó a América y
se instaló en el Alto Perú y Tucumán, donde los franciscanos poseían
varios conventos. Durante diez años trabajó en el norte argentino al
servicio de los indígenas de diversas tribus. Para acercarse a los indígenas,
cuando aún desconfiaban de él, aprovechó su habilidad con el violín para
encantarlos con la música. Su amor a los nativos y su simpatía atrajo a los
pueblos que evangelizaba y así logró muchas conversiones.
¿Alguna vez te pusieron en penitencia o te castigaron porque habías hecho algo malo o habías
desobedecido a alguien? Cuando esto sucede, seguramente no piensas en la persona que te impuso el
castigo (tus padres o un maestro). Pero si pudieras ponerte en el lugar de ellos, verías que a menudo
ellos sufren más que tú, por tener que reprenderte. Así que la próxima vez que te pongan en penitencia
recuerda a Francisco Solano y pídele que te ayude a sobrellevar ese momento no sólo a ti, sino también a
los que te castigaron.
Isidro el Labrador
A Isidro lo bautizaron con ese nombre e honor a san Isidoro, el intelectual que escribió una enciclopedia,
pero sus vidas fueron muy diferentes.
Este Isidro nació en el seno de una familia pobre en España y, cuando tuvo edad suficiente, se convirtió
en labrador y comenzó a trabajar para un hombre rico que tenía una propiedad fuera de la ciudad. Éste
no fue sólo el primer trabajo de Isidro, fue el ÚNICO, pues trabajó en esa granja durante toda su vida.
Se levantaba muy temprano por la mañana para ir a misa y luego pasaba todo el día trabajando en el
campo.
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo VIII
Isidro se casó con una joven tan pobre como él y juntos vivieron una vida
cristiana y piadosa. Dicen que Isidro oraba todo el día mientras araba la tierra y
era tan generoso con los demás que, a pesar de su pobreza, les cedía
generosamente cosas a los que eran aún más pobres que él. Si no tenía otra
cosa para ofrecer, compartía su comida.
Isidoro e Isidro tuvieron estilos de vida muy diferentes, pero ambos fueron
santos.
¿Te gustaría ser campesino? ¿Qué te gustaría cultivar: espinaca, calabaza,
tomates, zanahoria, radicheta, coles y otras deliciosas hortalizas como ésas?
¡Qué pena que no podamos cultivar plantas de chocolate o racimos de
caramelos! Pero aunque no tengas esas cosas, sí tienes la libertad de elegir entre estilos de vida muy
diferentes, como el de Isidro el Labrador o el de Isidoro el Enciclopédico. Pero debes recordarlos siempre
para tener presente que, no importa el estilo de vida que escojas, de todos modos puedes ser santo.
José de Cupertino
¿Sabías que hay un santo patrono de los astrónomos? ¡Sí! Éste es el santo. Hay muchos santos llamados
José. Pero éste fue una persona que empezó como un fracasado.
Su familia era tan pobre que tuvo que vender la casa donde vivían para pagar
sus deudas y José nació en una cabaña.
Cuando era niño, era tan distraído que todos se burlaban de él. Comenzó a
trabajar como aprendiz de zapatero, pero era tan inepto para ese trabajo que lo
despidieron. Luego trató de ingresar en un monasterio, pero los superiores no lo
aceptaron, de modo que se fue a otro. José era tan torpe en sus quehaceres que
le pidieron que se fuera apenas a los ocho meses. Finalmente fue aceptado en
un tercer monasterio y comenzó a trabajar en los establos. Estando allí, trabajó,
rezó mucho y fue tan amable que finalmente fue aceptado como estudiante
para ser sacerdote.
Tras ser ordenado, José siguió haciendo tareas simples y rutinarias, pero pasaba la mayor parte del
tiempo orando. Muchos dijeron que se producían curaciones milagrosas cuando José rezaba por ellos.
Las personas vieron unas setenta veces a José rezando con tanta intensidad que se elevaba y quedaba
suspendido en el aire. Eso se conoce como “levitación” y es una de las razones por las que José fue
nombrado patrono de los astrónomos.
¿Te gustaría ser astrónomo o te gustaría ser un santo? Bueno, tal vez podrías ser ambas cosas. Y si
alguna vez te sientes fracasado y crees que todo te sale mal, piensa en José de Cupertino, un hombre que
parecía destinado a fracasar pero que a pesar de ello se “elevó” a grandes alturas como santo.
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Módulo VIII
Juan Bosco
¿Alguna vez pensaste que un santo podía ser malabarista? Bien, Juan
Bosco lo era. Su tarea principal consistía en ayudar a los niños pobres:
les enseñaba a comerciar para ganarse la vida y les daba a conocer a
Dios, para que tuvieran una vida feliz. Él sabía por experiencia propia lo
que era ser pobre.
Cuando Juan Bosco entró en el seminario para convertirse en
sacerdote, tuvo que recurrir a la caridad para procurarse el hábito de
seminarista. La capa se la dio un párroco, la sotana un vecino, un amigo
le dio los zapatos y el alcalde el sombrero.
Cuando Juan Bosco empezó a trabajar con los niños, todos eran una
banda de pilluelos. Juan trató de ser estricto, pero como ellos no le
prestaban mucha atención, decidió ser un poco más divertido. Todos los domingos tenían un momento
para la lección y también para el juego. Juan Bosco mezclaba sus divertidas pruebas acrobáticas y sus
trucos de magia con las lecciones y, los niños se reían y aprendían al mismo tiempo.
Finalmente, Juan Bosco pudo reunir suficiente dinero como para abrir un hogar para niños y un taller
para enseñarles los oficios de zapatero y sastre. Su madre, “mamá Margarita”, lo ayudó y pronto
muchos otros colaboraron. En pocos años, sus seguidores, los “salecianos” se expandieron por todo el
mundo, fundando hogares para contribuir a que los niños comenzaran una vida cristiana feliz. Pero
probablemente ninguno de los seguidores de Juan fue tan buen malabarista, juglar o mago como su
santo líder.
¿Crees que para ser un buen católico debes ser serio y solemne, siempre rezando y sin reírte nunca? Bien,
¡piénsalo otra vez! Un cristiano debería estar lleno de la alegría de Dios, así que sigue el ejemplo de Juan
Bosco y no dejes de sonreír.
Juan de la Cruz
¡He aquí un santo poeta! El nombre original de este santo era Juan de Yepes y
nació en Ávila, España. Después de estudiar en la universidad, se ordenó como
sacerdote.
El poco tiempo fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos, una orden
caracterizada por la contemplación y la austeridad extrema. Sus ideas renovadoras
y algo críticas le hicieron ganarse muchos enemigos, quienes finalmente lograron
encerrarlo en prisión. Pero a pesar del encierro, Juan de la Cruz, no perdió el
tiempo y se dedicó a escribir poemas.
Finalmente logró escapar y se refugió en un monasterio.
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Módulo VIII
Posteriormente fundó varios conventos, pero nunca dejó de escribir, y hoy es valorado no sólo como
santo, sino como uno de los poetas más importantes de la literatura universal.
¿Te gusta la poesía? ¿Alguna vez intentaste escribir un poema? Juan de la Cruz logró hacer poesía de su
experiencia interior y a través de sus versos materializó su relación con Dios. A veces la poesía sirve para
expresar los sentimientos más íntimos y las experiencias más movilizadoras. Ve por papel y lápiz y trata
de escribir uno. Tal vez, como san Juan, lleves un poeta muy adentro.
Rosa de Lima
Con un nombre como ése, seguramente crees que santa Rosa es la
patrona de los jardines y las flores. No sólo eso, a Rosa le encantaba
trabajar en el jardín y hasta vivía en uno.
Rosa nació en Lima, Perú, y era una joven muy bonita, pero no le gustaba
que le mencionaran su belleza. Cuando sus padres perdieron todo su
dinero debido a un negocio de minería que no funcionó, Rosa quiso
ayudarlos: cultivaba hortalizas y ganaba dinero para ellos trabajando en el
jardín durante el día y cosiendo hasta tarde durante la noche.
Más tarde, sus padres quisieron que Rosa contrajera matrimonio, pero ella
se negó. En lugar de casarse siguió trabajando, pero se mudó de su casa a
una pequeña cabaña en el jardín. Allí, pasaba todo su tiempo libre
dedicada a orar. Mucha gente se burlaba de ella, pero otros acudían para
pedirle que rezara por ellos y muchos recibieron respuestas felices a sus plegarias.
¿Alguna vez rezaste por otra persona? Es bueno que reces por ti: cuando necesitas ayuda o tienes miedo
o te sientes mal por algo malo que hiciste o quieres agradecer por una bendición especial. Pero hoy, ¿por
qué no rezas por otra persona? Piénsalo. ¿Conoces a alguien que necesita ayuda? Di una oración, o
MUCHAS, por esa persona.
Vicente de Paul
Capturado por piratas, enviado en misión secreta a Francia, designado capellán de una reina, éstas
fueron algunas de las aventuras de Vicente de Paul, un santo que llevó una vida emocionante y, en
ocasiones, peligrosa.
Cuando era joven, Vicente fue capturado por piratas y vendido como esclavo. Dos años después, logró
escapar y regresó a Roma para continuar sus estudios. Pero luego fue enviado en misión secreta y más
tarde fue nombrado capellán de la reina. Luego pasó a ser maestro en la casa de un conde, que era
general a cargo de las galeras (grandes embarcaciones con muchos remos impulsados por esclavos: ¡en
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Módulo VIII
esa época no había barcos a motor!). Obviamente, los esclavos de
las galeras llevaban vidas muy tristes y Vicente comenzó a
evangelizarlos.
Aunque era amigo de nobles y personajes de la corte, toda la vida
de Vicente estuvo dedicada a servir a los esclavos, labradores y
pobres. Pronto tuvo muchos colaboradores y su trabajo se extendió
por muchos países. La vida de Vicente fue emocionante, pero lo
más importante es que ¡fue una vida dedicada a servir a los demás!
¿Crees que tu vida es emocionante? ¿Crees que algún día lo será?
Lo más importante, ¿crees que tu vida valdrá la pena: que será una
vida de servicio, de bondad y buenas obras? ¿Qué puedes hacer
para ayudar a los demás? ¿Y qué puedes hacer hoy mismo?
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