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La iniciación al
silencio y a la oración
en los niños
Módulo IV
La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo IV
OBJETIVOS
CONTENIDO
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La iniciación al silencio y a la
oración en los niños
Módulo IV
“VESTIR” el Corazón
“La preparación de un encuentro con alguien
especial nunca es una pérdida de tiempo.
Predispone el corazón para recibir mejor al
otro. En definitiva, preparar-prepararse, es
dejar de pensar en mí como el primero, para
hacer primero al otro; es empezar a amar.”
1. Preparar, prepararse
Es increíble ver cuánto tiempo lleva prepara las cosas. Normalmente se echa más energía y dedicación
en los preparativos que en el acontecimiento o en la persona a la que van destinados. El momento
cumbre, con el que tanto se ha soñado, se pasa en “un abrir y cerrar de ojos” y, a veces, nos venimos
abajo pensando que lo importante se pasa al final demasiado deprisa, “casi sin sentir”. Apenas sin darse
cuenta ya que hay que ponerse con lo siguiente.
Esto sucede cuando no se vive la preparación como un tiempo con un enorme valor en sí mismo. Es
verdad que cuando se prepara algo con la mirada puesta constantemente en el final, porque ése es el
motor y la razón por la que se hacen las cosas. Pero ya el corazón se “acelera” y se acerca a lo que
sueña, desde el momento en que diseña un “plan” para conseguir algo importante.
Para el que prepara una celebración o un encuentro con alguien especial –como es el caso de la oración‐
cualquier detalle es esencial. Todo el tiempo que se emplee en cuidar hasta lo más accesorio está bien
empleado.
Preparar tiene que ver con arreglar, acondicionar, disponer, crear un clima…; justo lo contrario de hacer
las cosas “a tontas y a locas”. Una buena preparación tiene que atender tres “frentes”:
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9 El entorno: ambiente, clima, lugar… ¿Dónde nos vamos a encontrar?
9 El contenido: lo que se va a hablar, lo que se va a proponer, el tema del día… ¿Qué vamos a
hacer?
9 El interior: qué siento, qué pienso, qué se mueve por dentro, qué busco… ¿Cómo nos queremos?
Iba la anciana abadesa recitando sus oraciones por los pasillos del claustro cuando vio
en el jardín a una joven novicia sentada a la sombra del ciprés con un pequeño objeto
entre las piernas. Estaba quieta, sin apartar los ojos de aquel misterioso paquete.
- “¿Qué haces?”, le preguntó la abadesa.
- “Nada, sólo miro. Es un regalo que me ha llegado de mi madre”.
La Novicia comenzó a abrirlo con sumo cuidado retirando una a una las pajitas que
envolvían el contenido del pequeño paquete. Cada vez que agarraba una de ellas la
besaba con enorme dulzura.
- “¿Por qué te detienes tanto en lo exterior? Debe ser muy valioso lo que hay
dentro”, comentó la anciana abadesa.
- “Es que cada una de estas pajitas ha sido tocada por las manos de mi madre. El
regalo comenzó en el momento en que mi madre empezó a pensar en mí.”
Aprender a rezar es aprender a relacionarse. Hacer una oración no es otra cosa que construir una
relación personal y común con Dios.
Una de las partes importantes de toda relación es la “disposición del corazón”; es decir, esa
emocionante preparación justo antes del encuentro.
Toda relación sale ganando cuando se dedica tiempo a pensar en la persona con la que nos vamos a
encontrar. Con Dios pasa lo mismo…
2. En construcción
Toda relación que se precie necesita tiempo y dedicación para construirse y crecer. Al igual que ocurre
con las amistades, con la pareja, o con los padres y los hijos… la relación con Dios se fragua en los
espacios en los que nos dedicamos a cultivarla en exclusividad. La atención que se presta a cada persona
es vital. Ahí se juega la profundidad de los vínculos que creamos con los demás y con el Señor. La
hondura no tiene límites; por eso se trata de una tarea que no tiene fin.
Unos esposos que nunca encontraran momentos para estar los dos a solas no serían una pareja real;
unos amigos que no compartieran los problemas mutuos… ¿alguien diría que son realmente amigos?
Lo mismo sucede con Dios, si de verdad deseamos estar con Él “cara a cara, como un hombre habla con
su amigo” (Éx. 33, 11). Es imprescindible volcar todas las energías en cuidar y aprender a combinar los
“ingredientes” que hacen que una relación sea verdaderamente exquisita y especial:
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Í Tiempo. El tiempo que invertimos en estar con alguien es lo que construye una historia. Puedo
hablar de esa persona porque ha habido espacios comunes en los que nos hemos escuchado
mutuamente. ¿Tengo una historia con Dios?
Í Lugar. Es importante tener espacios sagrados. Lugares llenos de recuerdos y de imágenes que
expresan y ayudan a tener presente las relaciones importantes de la vida. Cualquier lugar es
bueno con tal de que sea el “nuestro”. ¿Hay algún espacio que diga algo de mi historia con Dios?
Í Predisposición. La conciencia y el ánimo con el que afrontamos una relación pueden cambiar el
curso de un encuentro. Esa predisposición se puede “trabajar”: recordando “los viejos tiempos”,
mirando mis actitudes para no achacarle al otro lo que viene de mí, poniendo medios concretos
que me ayuden a vivir las cosas con paz (pararse, estar en silencio, quitar ruidos innecesarios…),
etc.
IMPORTANTE
Las historias cargadas de anécdotas, encuentros y desencuentros, objetos cargados de valor
sentimental, miradas furtivas y llenas de complicidad… Y cuanto más nos importa una relación más
invertimos en ella: el mejor tiempo, el mejor espacio y la mayor dedicación. Si queremos que la oración
llegue a ser uno de esos momentos inolvidables, de los que dejan huella, es necesario que nos
esmeremos en el cuidado de todos los detalles.
3. Presten atención
Poner la máxima atención en todo lo que rodea la construcción de una historia no quiere decir que
tengamos una garantía del cien por cien de que todo salga según los planes previstos. Si hay una ley que
funcione a la perfección en esto de las relaciones es que existe un amplio margen para la sorpresa (Dios
es un especialista en este tema).
La relación con Dios es un bis a bis, un asunto de dos. No puedo ir a mi aire sin contar con el otro.
Es la gratuidad el aspecto en el que se debe poner más atención y cuidado. Todo el esfuerzo que se
dedica a los preparativos, sean del tipo que sean, deben hacerse “¡porque sí!”, la mejor razón del amor.
No tiene sentido pretender que Dios nos devuelva en función y en proporción a lo que le damos.
Cuando los padres les echan en cara a los hijos “todo lo que han hecho por ellos y lo poco que lo
agradecen” empiezan los problemas.
La preparación de todo encuentro de todo encuentro, y de la oración, es un auténtico detector de la
calidad del amor que me mueve:
9 Expreso cómo valoro a la persona con la que me voy a encontrar.
9 Ejercito la gratuidad, el amor al detalle, la paciencia, el cuidado y la responsabilidad.
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Algunas actividades para ejercitar la Oración
CATEQUISTA
Párate en un lugar tranquilo y expresa en una petición el deseo de oración: “Señor, que mi oración sea
cada día una profundización en nuestra historia de amistad”. Sólo podré comunicar aquello que vivo.
Trae a la memoria las energías, las sensaciones y el tiempo que dedicas a preparar, por ejemplo, las
catequesis. No se puede llegar a la catequesis con el papel en blanco…
Lee detenidamente el texto de Éx. 3, 1‐6: Moisés va a encontrarse con Dios. Es un momento especial
porque es Alguien especial. Pero Moisés no se da cuenta. Se acerca por curiosidad. Es Dios mismo quien
le pide que se descalce.
Mira cuánto te descalzas tú, si es que te descalzas, o trata de detectar cuántas cosas impiden que te
encuentres con el Señor en paz.
APTO PARA JÓVENES
Que la oración sea un elemento más de la catequesis. Dedicar, por ejemplo, diez minutos al final de la
reunión a “recoger” lo más importante de la sesión.
Buscar entre todos un “esquema” para las oraciones, por ejemplo: silencio‐petición‐lectura de un texto‐
compartir‐cantar. Hacer variaciones sobre ese esquema en función del tema.
Que cada uno se encargue, por semanas, de la preparación de la oración (llevar por escrito lo que se va
a hacer para que nadie se pierda, música que ayude al silencio, velas para ambientar…). Todo muy
sencillo, pero significativo.
Un texto para ayudar a caer en la cuenta de que también a Jesús le gusta preparar las cosas pensando
en nosotros: Jn. 14, 2‐10: “voy a preparaos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar,
volveré y os tomaré conmigo”.
APTO PARA NIÑOS
Dedicar un tiempo breve (unos cinco minutos) en cada reunión de catequesis a que los niños se
ejerciten en la “compostura”: el silencio, la postura, la lectura pausada de los textos… Hoy es difícil
encontrar niños que sepan “guardar las formas” en las iglesias. No saben distinguir los espacios ni los
momentos.
Plantearlo como un juego, buscando incentivos.
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Una sesión para preparar una oración especial del grupo: uno se encarga de las peticiones, otro de leer
un texto o un cuento, otro de las canciones… (como cuando preparan la obra de fin de curso o un
cumpleaños). Que puedan experimentar que se trata de algo importante.
APTO PARA TODOS LOS PÚBLICOS
Leer el capítulo XXI del famoso cuento “El Principito”, de Saint‐Exupéry. Es el momento en el que el
Principito se encuentra con el zorro. Habla de la importancia de “vestir” el corazón, de prepararse para
recibir a las personas a las que se quiere.
Leerlo en alto (en la catequesis o en familia).
Comentarlo.
Expresar en forma de petición o deseo lo que me haya sugerido.
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“¿Quieren saber de qué se trata?
Del corazón de la Virgen sale el deseo que nunca nos olvidemos de estos, sus
recuerdos. “Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en
todo momento, llevándola a recorrer con el pensamiento los distintos episodios de
su vida junto al Hijo” (Juan Pablo II. R.V.M).
Las manos, son sus manos, que quieren tomar las nuestras para que nos pueda ir
contando todo sin olvidarse de detalles.
Y… ustedes ¿saben qué es este collar?, (seguramente ellos responderán que es
un Rosario).
El Rosario es el camino con el que la Virgen nos cuenta estos recuerdos y quiere
que lo vivamos (actualicemos).
Del corazón de María nació el Rosario, y cuando rezamos ella nos toma de la mano y nos cuenta
sus recuerdos, para que nosotros nunca nos olvidemos.
La Señal de la Cruz
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Creo en Dios Padre Todopoderosos, Creador del cielo y de la tierra; creo en Jesucristo, Su Único Hijo,
nuestro Señor; que fue concebido por obra gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos;
al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre
Todopoderosos. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa
Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la
vida eterna. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora, y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida dulzura y esperanza nuestra. ¡A ti clamamos los
desterrados hijos de Eva!; ¡A ti suspiramos, gimiendo y llorando es este valle de lágrimas! Ea pués
Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Amén.
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Misterios Gozosos
(Lunes y Sábados)
Mientras rezamos el Ave María una y otra vez, pensamos en los momentos felices de la vida de María.
Llamamos a estos Misterios, Misterios Gozosos.
Z La Anunciación
El ángel Gabriel le pide a María que sea la Madre de Jesús.
Z La Visitación
María visita a su prima Isabel. El bebé de Israel (San Juan el Bautista), ¡reconoce al bebé de María (Jesús)
en el vientre!
Z La Natividad
María da a luz a Jesús en un pesebre.
Z La Presentación
María y José llevan a Jesús al Templo, y Simeón y Ana reconocen a Jesús como el Mesías.
Z El encuentro en el Templo
María y José temen que Jesús esté perdido. Lo encuentran enseñando en el Templo.
Misterios Luminosos
(Jueves)
Mientras rezamos nuestras Ave Marías, pensamos en momentos de la vida de Jesús. Llamamos a estos
misterios, Misterios Luminosos. Luminoso significa lleno de luz. La luz nos ayuda a comprender.
Z El Bautismo de Jesús
Jesús es bautizado por Juan el bautista en el Río Jordán.
Z Las Bodas de Caná
Jesús convierte el agua en vino en la celebración de una boda.
Z La proclamación del Reino
Jesús habla de poner a Dios primero en nuestra vida.
Z La Transfiguración
Jesús lleva a Pedro, a Santiago, y a Juan a una montaña. El habla con Moisés y con Elías. Él está brillante.
Z La Ofrenda de la Eucaristía
Jesús nos da su Cuerpo y su Sangre por primera vez en la Última Cena.
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Misterios Dolorosos
(Martes y Viernes)
Mientras rezamos el Ave María una y otra vez, pensamos en los momentos más difíciles de la vida de
Jesús. Llamamos a estos Misterios, Misterios Dolorosos.
Z La agonía en el Jardín
Jesús ora en el jardín de Getsemaní, pero sus discípulos se duermen.
Z Los azotes atado a la columna
Jesús es arrestado y llevado a la cárcel, donde los soldados toman una liana espinosa, la enrollan en
forma de círculo, y se la colocan en la cabeza a Jesús, haciendo presión.
Z Llevando la Cruz
Jesús es forzado a llevar el pesado madero de la Cruz.
Z La Crucifixión
Jesús es clavado en la Cruz.
Misterios Gloriosos
(Miércoles y Domingos)
Mientras rezamos las Ave Marías, pensamos en los momentos maravillosos de la vida de Jesús y de
María después de la crucifixión. Llamamos a estos Misterios, Misterios Gloriosos.
Z La Resurrección
Jesús resucita de entre los muertos.
Z La Ascensión
Jesús asciende al cielo después de decirle a sus discípulos que Él estará con ellos en Espíritu para
siempre.
Z La Venida del Espíritu Santo
El Espíritu Santo viene como un regalo maravilloso de Jesús, para enseñarle a nuestro corazón y a
nuestra mente sobre Dios.
Z La Asunción
María es llevada al cielo en cuerpo en cuerpo y alma.
Z La Coronación
Dios le da a María un lugar especial en el cielo, coronándola como Reina del Cielo y de la Tierra.
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Actividad Oramos con María
El 15 de agosto los amigos de Jesús nos alegramos porque celebramos la ASUNCIÓN de María al cielo...
¿La ASUNCIÓN?!!! Sí, ya sabemos... es una palabra rara, pero si seguís leyendo vos también vas a tener
ganas de festejar.
Después de haber vivido juntos a Jesús, cuidándolo (así como saben las mamás) escuchándolo y
poniendo en práctica todo lo que Él le enseñaba, desde la cruz Él la hizo Madre de todos... Sí, de todos!!!
Y después de un tiempo la llevó con Él al cielo. Desde allí nos cuida y nos mira con amor, nos acompaña,
nos alimenta y nos protege siempre.
A María la llamamos...Madre de Jesús, y por eso Madre de Dios; la invocamos como Madre de la Iglesia,
Protectora de familias, Reina de la Paz...
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ANEXO
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