amable en tu respeto por todos en su diverso extravo, tu alma, tan secretamente engrandecida, fue as recompensada en el gratificante reposo del Jardn. Con idntica docilidad con la que el cadver se entrega a su ltimo lavado, gastaste tu ltimo aliento en pos del reencuentro. Rendido, arropado, tu entrega al verdadero dador es ya plena por certera. Ahora que el tiempo se desvanece, aguarda presto a responder en cada pulso a su ntima llamada. Suya es la senda, suya la puerta, suyo el umbral Tuyo ni tan siquiera ese reverente temor a la verdad tras el que pretendes fingir esconderte. Queda algn resquicio en el que an creas haber elegido? Algo se resiste en ti a ser aniquilado? Nadie tan activo como quien tras comprender- descansa.