Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
La crisis económica que estamos padeciendo estos últimos meses en los países
occidentales y que probablemente continuará durante todo este año y el
próximo 2010, ha llegado a ser calificada de sistémica por algunos expertos en
catástrofes económicas, aunque más bien parece que se trata de una crisis
cíclica, a las que el capitalismo nos tiene acostumbrados cada cierto tiempo. Es
verdad que en esta ocasión el periodo de crecimiento previo ha sido más largo
que el habitual, rondando los catorce años, pero en todo caso resulta
homologable dentro de esa lectura. Ahora bien, en esta ocasión, las causas que
la han generado han sido diferentes de las que originaron algunas crisis
precedentes de similar alcance, como la de los primeros años setenta,
motivada originariamente por el alza repentina de los precios del petróleo
derivada de los conflictos bélicos ocurridos en Oriente Medio.
1
desarrollarse gracias a la falta de control de los mercados y de las empresas
financieras que se ha producido, especialmente en los ochos años de
presidencia de George W. Bush. Los apóstoles del neoliberalismo más extremo
han conseguido situarse en los puestos clave de las instituciones económicas
encargadas, en teoría, de vigilar las prácticas de riesgo y los fraudes y estafas.
Pero su propia ideología, unida a las amistades peligrosas que disfrutaban con
esas elites de Wall Street, especialmente con los gestores de los llamados
bancos de inversión, les han conducido a hacer la vista gorda y a permitir la
comisión de toda clase de fechorías. Al final, el Estado, o lo que queda de él, ha
tenido que intervenir, pero no para ayudar a las víctimas de esas políticas
neocon, sino más bien para salvar de una bancarrota generalizada a las
instituciones bancarias y de crédito del capitalismo, o sea, a la columna
vertebral del sistema económico dominante.
Con ello han caído en la mayor de las contradicciones. Quienes han seguido
durante estos años al pie de la letra la doctrina neoliberal de los padres
fundadores, el austriaco Friedricht A. von Hayek y el estadounidense Milton
Friedman, ponen ahora en marcha los resortes del Estado para salvar a sus
propios amigos. Pero sobre esta contradicción hablaremos más adelante,
cuando veamos el papel del Estado ante una crisis económica global.
Y es que en estos últimos meses hemos visto como han caído como castillos de
naipes fortalezas financieras estadounidenses como Lehman Brothers o Bear
Stearns, aseguradoras como AIG o agencias inmobiliarias seudopúblicas como
Fannie Mae y Fredie Mac y en el caso de Europa a bancos como Fortis o
Northern Rock, por citar a algunos de los más conocidos. Las cifras millonarias
en inyecciones de dinero público son ya incalculables, pero las decisiones
estratégicas se hacen esperar. La pretensión grandilocuente del presidente
francés, Nicolas Sarkozy, de “refundar el capitalismo”, se ha quedado en un
mero eslogan populista, y la denominada cumbre de Washington de los países
más poderosos ha concluido con una declaración de buenas intenciones y una
promesa de reforma de las instituciones financieras mundiales que habrá que
ver en qué queda. La reforma del FMI, dotándole de más competencias, parece
2
ser el primer objetivo a conseguir.
3
Si nos aproximamos a la realidad de nuestro país, nos encontramos que, como
ha ocurrido en el Estado español, ha sido el sector de la construcción uno de
los más afectados, con la suspensión de pagos o concurso de acreedores de
varias compañías, como es el caso Urazca, o la salvación a última hora de
Iurbenor, gracias a intervención de La Caixa y BBK. Asimismo otros sectores
económicos, como los relacionados con la automoción, atraviesan dificultades
importantes, incluidas algunas cooperativas del grupo Mondragon, derivadas
de la crisis global del sector automovilístico, como atestigua la propia
Mercedes. No obstante, parece que VW-Navarra no sufre esas dificultades y
aumenta su producción de automóviles. Pero la crisis no tiene fronteras y
afecta también a los electrodomésticos, la industria auxiliar de la construcción
o los componentes electrónicos, como ha sido el caso de Cegasa.
Ahora bien, también es cierto que bajo el paraguas protector de la crisis global,
algunas compañías están aprovechando la coyuntura para llevar adelante
planes de ajuste que ya tenían más o menos diseñados, pero que se han visto
acelerados. Empresas como Muebles Xey, Heineken, Comansa o Cegasa son
algunos ejemplos de esa práctica, que puede traducirse en prejubilaciones,
bajas incentivadas y en el peor de los casos, cierre de las instalaciones, como
es el caso de la cervecera de Arano. Por lo tanto, hay que constatar que la
crisis está haciendo mella en nuestro tejido industrial, y probablemente lo siga
haciendo en los próximos meses. Cuestión aparte es que aún no hay una
derivada clara de esa situación en los hábitos sociales y en el consumo. Las
últimas fechas navideñas han mostrado un comportamiento social muy similar
al de años precedentes y aunque las cifras de ventas hayan sido algo menores,
lo cierto es que es muy bajo el porcentaje de la población que verdaderamente
ha renunciado al consumismo masivo en esas fechas.
4
ha conseguido disfrazar de algún modo los efectos más llamativos de la crisis.
Con el petróleo a menos de 50 dólares el barril, tras haber estado medio año
antes rozando los 150, la sensación de alivio en el consumidor de combustible,
que es la inmensa mayoría de la población, es notable. A ello se añade que
quienes deben de renovar sus préstamos hipotecarios van a verse beneficiados
por sensibles rebajas en sus cuotas mensuales, debido al descenso del índice
de referencia. En resumen, que la situación económica no es blanca o negra,
sino que se dibuja en una escala de grises, como otras muchas cuestiones.
En resumen, que nos encontramos dentro de una crisis cíclica, que comporta
un importante aumento del desempleo, quiebras y suspensiones de pagos de
empresas, y según parecen indicar los últimos datos, una clara recesión o
disminución del PIB. En general, se da una sensación de pesimismo y de
pérdida de confianza de la población en las posibilidades de mejorar o
simplemente mantener sus condiciones económicas vitales. Es este un hecho
comprobable que afecta directamente en la propia marcha de la economía,
basada en un buen porcentaje en el consumo, que va seguir cayendo en los
próximos meses. La constatación de que las cosas van a peor, ya que la crisis
toca cada día más de cerca a un vecino, a un familiar o a uno mismo, está
logrando que se ralentice el consumo y se paralice la inversión en bienes como
la vivienda o el automóvil. Al estrangulamiento de la situación está
contribuyendo de forma decisiva la actitud miedosa de la banca, que ha
cerrado el grifo de los préstamos, denegando muchos y encareciendo y
dificultando los que concede con cuentagotas. El terror a un aumento aún
mayor de la morosidad es el argumento esgrimido por el sector, que no
obstante ha recibido importantes ayudas estatales para facilitar su nivel de
liquidez.
5
socialdemócratas, que se están mostrando incapaces de detectar los graves
problemas presentes y posicionarse como una alternativa creíble, bien sea
para gestionar el capitalismo con un enfoque más justo y social o, en su caso,
para impulsar programas de transición a un modelo de tintes socialistas.
Después de tantos años realizando vaticinios sobre las debilidades del
capitalismo, cuando llega una crisis profunda a éste, resulta que no hay
alternativa creíble para sustituirlo.
6
propio (o en su caso de crearlo ex novo). Lo cierto es que partidos,
asociaciones y foros independentistas coinciden en señalar esa necesidad,
entendiendo que la conquista de la soberanía para nuestro pueblo es sinónimo
de creación de un Estado propio. Ahora bien, quienes defienden esa idea,
desde postulados conservadores, socialdemócratas e incluso comunistas, no
parece que se hayan detenido demasiado en especificar cual sería la
estructura de ese Estado, ni que funciones albergarían sus instituciones.
7
en fin, puede adoptar un sinfín de formas. Hablar de Estado sin especificar
nada sobre él, es una generalización que no debería continuar entre nosotros
por mucho más tiempo. Aunque me temo, todo hay que decirlo, que en un país
al que no somos capaces de ponerle un nombre que satisfaga a todos,
difícilmente vamos a acordar un modelo de Estado común.
8
interesa, especialmente en las que corresponde a la economía (aunque
también lo suelen hacer en temas religiosos), pero se cuidan muy bien de
proponer esa misma disminución del Estado en otras esferas, como son las
fuerzas policiales o el mismo ejército.
En pura lógica, si uno defiende que debe ser la sociedad, leáse los accionistas
de las sociedades anónimas, quienes gobiernen con sus decisiones soberanas
la marcha de la economía, debería también hacer lo mismo en cuanto a la
seguridad pública o las relaciones internacionales. Sin embargo, en estos
campos, estos sujetos apoyan la represión policial contra ladrones,
delincuentes varios y en general con quienes no piensan como ellos, y además
utilizan a sus ejércitos para imponer sus planes internacionales, por ejemplo
para asegurarse el suministro del crudo iraquí.
Un Estado que según mi parecer debería contar con poderes centrales amplios,
dado el tamaño de la república a constituir y que estaría estructurado en
comarcas y municipios, con una muy amplia autonomía de ambos en todo lo
concerniente a las políticas locales. Un Estado bascón en el que desaparecerían
las provincias actuales, germen de divisiones bizantinas y obstáculo para la
conformación de una verdadera nación.
9
de su extensión geográfica, sin centralismos en lo económico o en lo cultural.
Un Estado que en la cuestión territorial fomentaría las relaciones económicas y
culturales y el consiguiente intercambio con todas aquellas regiones y ciudades
que a lo largo de la historia han pertenecido o tenido lazos con Baskonia o el
Estado navarro, tanto al norte como al sur de los Pirineos. Todo ello sin caer en
tentaciones anexionistas, pero contemplando la unión al proyecto de quien así
lo decidiera de forma democrática y soberana.
10
que Iruñea sería la capital en la que residirían las principales instituciones
basconas.
Sería esta una fase de transición hacia la definitiva configuración del proyecto
de Estado bascón. Es decir, algunas de las empresas nacionalizadas pudieran
más adelante ser privatizadas, una vez consolidado el sistema económico
nacional.
La cuarta fase, por tanto, trataría de establecer las reglas de juego definitivas
de la economía del país. Ya sabemos que tras la caída del Muro de Berlín, las
izquierdas han intentado, con poco éxito por cierto, reconstruir un modelo
socialista compatible con las democracias europeas y alejadas tanto del
leninismo original que abogaba por la dictadura del proletariado, como de los
modelos burocráticos que albergaba el llamado “socialismo real”. Coincidiendo
en lo básico con esos intentos, creo que tampoco hay que tener remilgos a la
hora de defender un sector público amplio y saneado, que impulse la economía
nacional, sin caer ni en burocratismos trasnochados ni en paternalismos
caducos. El sector público debe funcionar basado en la eficiencia y en
competencia directa con el privado. Una democracia no es más perfecta por
carecer de empresas públicas. Quienes mentan al franquismo para descalificar
la existencia de un sector público industrial y financiero, ejercitan la demagogia
más rastrera. La clave en este terreno es lograr un equilibrio en el tejido
económico, para que no haya un encorsetamiento del sector público, ni
tampoco una reducción del mismo hasta mínimos insostenibles.
11
Por lo tanto, esa cuarta fase sería la de constitución de un sistema de
economía mixta, en la que conviviera un sector estatal con banca pública,
industria tractora, medios de transporte e infraestructuras públicas, junto a un
sector privado con libertad de actuación, pero dentro de unas reglas claras que
impidiesen los abusos que hemos conocido en estos últimos meses,
especialmente en el caso de Estados Unidos.
12
intervención prioritarias se contaría con un banco público capaz de intervenir
con su propia política crediticia, tanto para las pequeñas y medianas empresas
como para las familias y particulares. Un banco que presionaría a la baja el
precio de las hipotecas, por poner un ejemplo, obligando a la banca privada a
ajustar sus precios en ese campo. Ese banco público impulsaría determinadas
políticas en sectores tan diversos como la industria, la energía, la
agroalimentación, las infraestructuras o la vivienda, dinamizando inversiones
en las áreas que el Gobierno de turno estimase oportunas. Sería la pieza
principal del sistema financiero propio, en el que también podrían participar la
Caja de Ahorros Unida y el Instituto de Crédito Oficial.
Pero no queda ahí el recorrido financiero del Estado propio, ya que el Gobierno
dispondría de capacidad fiscal, la cual le permitiría, por ejemplo, gravar las
inversiones en productos derivados, sean éstos de índole hipotecaria, materias
primas o alimentos básicos. Una política fiscal que además tiene capacidad
para repartir la riqueza de un modo más ajustado, obligando a quienes más
tienen a aportar más a las arcas públicas y limitando las aportaciones fiscales
de quienes menos poseen. Asimismo, el Gobierno estaría en condiciones de
poner límites salariales a los ejecutivos de empresas incluidas en los planes de
ayuda en tiempos de crisis, como es el caso de la banca privada o las
empresas automovilísticas.
13
Además, el Gobierno de ese hipotético Estado tendría la posibilidad, mediante
un instrumento como los Presupuestos, de incentivar las inversiones públicas
para contrarrestar la previsible caída del empleo. Se trata de un mecanismo
tradicional utilizado por toda clase de Gobiernos, sean de la ideología que
fueren, y permite lograr respuestas rápidas en épocas de recesión o peligro
inminente de caer en ella. Como es obvio, la planificación de las inversiones
debiera estar bajo un estricto control parlamentario que impidiese tropelías en
la ordenación y el respeto a nuestro territorio, un bien cada vez más limitado y
en peligro de agotamiento.
Por último, y por resumir, el Estado navarro contaría con presencia en todos los
organismos y foros internacionales de naturaleza política y económica,
donde podría defender sus posiciones de forma soberana, ejerciendo su
influencia, aunque fuese pequeña, en el apoyo a los intereses generales del
14
país sin depender de terceros como hasta ahora. Se trata en este caso de una
ventaja cualitativa enorme, ya que durante demasiados siglos hemos visto
silenciada nuestra voz como nación soberana, en la escena internacional, y
nuestros intereses han sido defendidos por otros, o simplemente no han sido
tenidos en cuenta.
Conclusiones
Conviene adelantar que sin un gran acuerdo de las fuerzas soberanistas no hay
posibilidad de alcanzar un estadio superior, al contrario, corremos el riesgo de
retroceder, víctimas de nuestras divisiones y de estrategias equivocadas. Pero
al margen de que ese acuerdo debe pasar por alto detalles, en aras al logro del
mismo, también considero que es necesario un mínimo consenso a la hora de
establecer las pautas que debería seguir el futuro Estado propio, aunque fuera
sin entrar en grandes elucubraciones.
15
sólo un mecanismo de representación nacional, sino una valiosa herramienta
para nuestro desarrollo socio-económico, debería ser una de las premisas
fundacionales a la hora de abordar ese pacto soberanista. Tiempo habría
después, una vez conseguido el objetivo superior, para establecer mediante las
estrictas reglas del juego democrático, las características de detalle del Estado
propio.
Pero a fin de cuentas, se trata en este caso de una simple opinión personal. Por
lo tanto, reivindicando una vez más la necesidad de esa unión política
soberanista, que nos acerque al objetivo deseado, doy por concluida mi
intervención, para dar paso a las preguntas, si las hubiere. Esker mila.
16