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Las opiniones de los hombres han sido muy variadas en relación a esto. Unos han
dicho que la vida se extingue con la muerte (deja de existir); otros han dicho que
se vuelve a encarnar (reencarnación); y otros se han imaginado un cielo de
placeres mundanales. Estas teorías confunden y sumergen a las almas sinceras en
desesperación. ¿Cómo hubiéramos llegado a saber que la vida no termina con la
muerte? ¿Cómo hubiéramos sabido del juicio de Dios? ¿Cómo hubiéramos llegado a
saber que “la paga del pecado es la muerte y la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús? Sin una revelación el futuro es obscuro e incierto. La revelación disipa
las tinieblas e ilumina el futuro con las promesas de salvación en Cristo.
Los hombres necesitaban una revelación. Dios podía revelarse y quiso revelarse
para el bien de los necesitados y para Su gloria. Esa revelación es la Biblia. Dios
escogió a hombres para escribir de una manera permanente esa revelación. (II
Ped. 1:21; Ex. 17:14, 34:27; Isa. 8:1; Hab. 2:2; Heb. 1:1-2).
Los escritores de la Biblia son los mejores testigos de eso, porque ellos dicen en
estos textos que Dios les mandó escribir. Además, muchas veces usaron
expresiones como las siguientes: “Dijo Jehová”, “Así ha dicho Jehová”, “Empero
Jehová había dicho”. La Biblia del principio al fin da la gloria a Dios. El es el primero
y el último. La expresión “Gloria a Dios en las Alturas: parece estar en cada página.
De El, por El, y para El son todas las cosas. La Biblia es la Palabra de Dios; es el
libro de Dios. Este libro nos revela las realidades espirituales y las realidades del
cielo. Descorre el velo de la eternidad y nos muestra un mundo que nunca
hubiéramos podido descubrir por nuestro propio esfuerzo. “Cosas que ojo no vió, ni
oído oyó, ni han subido en corazón de hombre” son las que Dios tenía guardadas en
su secreto eterno, las cuales son reveladas en la Biblia. Por ellas podemos tener un
conocimiento suficiente del carácter de Dios para adorarle como El quiere que le
adoremos. Por ella conocemos de donde venimos y a donde vamos. En ella hay
respuesta a todas nuestras preguntas. Es el pan de vida para el hambriento, agua
de vida para el sediento, fuego que quema la impureza, espada que penetra hasta
lo más profundo del alma.
Es cierto que el hombre posee una inteligencia grande y poderosa pero también es
cierto que los conceptos vertidos en la Biblia revelan una mentalidad más elevada
que la del hombre. (Is. 55:8-9). Hay conceptos como el de la omnipresencia de
Dios - el hecho de que Dios está en todo sitio al mismo tiempo - que aún ahora
después de habernos sido revelado, nos es difícil entenderlo ¡Cuánto más
inventarlo!. En esta misma forma se puede pensar en otras verdades como la
Trinidad, la Encarnación, la Gracia y otras que están fuera de la mentalidad humana
y que nos enseñan que el hombre no ha podido producir un libro como la Biblia y
que, por lo tanto, éste tiene que ser de origen DIVINO.
Se han escrito muchos libros de moral pero ninguno puede transformar los
corazones como la Biblia. Se cuenta de un incrédulo francés que viajaba por el sur
del Pacífico, deteniéndose en una de las islas entró en conversación con su jefe.
Este empezó a contarle de todos los adelantos que tenían, haciendo énfasis de que
todo lo debían a la religión de la Biblia. El francés por su parte, dijo que ya en
Francia no creían en la Biblia. Y le puso algunas objeciones al origen divino de ella.
El isleño humilde no teniendo argumentos con que refutar al francés, repuso:
“Amigo, no puedo contestar a sus objeciones, pero una cosa le diré y es que si no
fuera por este libro, ud. No estaría aquí vivo porque ya nos lo hubiéramos comido.”
Este relato prueba elocuentemente el poder transformador que tiene la Biblia y ese
poder no sindica que la Biblia es de origen divino.
Los autores de la Biblia declaran que escribieron guiados por Dios. El apóstol Pablo
dice enfáticamente que toda Escritura es inspirada divinamente. (II Tim. 3:16) A
esa influencia divina que cobijó a los autores mientras que escribieron la Biblia se le
llama inspiración. No debe confundirse la inspiración así descrita con la inspiración
de los poetas, pintores o los músicos; eso es un don natural que Dios da a ciertas
personas; la inspiración de los autores sagrados no fue natural sino sobrenatural,
milagrosa. Nunca hubo hombres igualmente inspirados antes, ni los habrá en el
futuro.
Esta teoría es a veces conocida como la teoría natural. Hoy mas que nunca hay
muchas personas que la Biblia es un producto de la mente humana. Creen que la
Biblia debe estimarse por su antigüedad, por contener datos históricos de mucho
valor y por haber sido el libro que más influencia ha ejercido sobre la humanidad.
Por supuesto, circunscribir el valor de la Biblia a sólo esto, es negar su inspiración.
Es conocida a veces como la teoría mecánica. Los que así creen sostienen que Dios
dictó la Biblia palabra por palabra según aparece en los idiomas originales. Según
esta teoría los autores fueron meras máquinas que escribieron aún sin sentir lo que
escribían. Esto sería un atropello de las facultades humanas y una violación de la
personalidad, lo que Dios nunca haría. La primera teoría descarta a Dios y da el
énfasis al hombre; ésta por el contrario, descarta al hombre y le da el énfasis a
Dios. La primera teoría carece de fundamento porque el mismo libro reclama ser
inspirado y la segunda, porque está a la vista el rastro del hombre, cada uno con su
propio estilo literario y con sus propias palabras.
Los siguientes versículos dan énfasis a las “palabras”, I Cor 2:13, Juan 17:8, y Ex.
20:1. Dios dejó a los escritores libres para escoger las palabras que le eran
conocidas y las que acostumbraban usar, o sea Dios los dejó usar su estilo
individual; sin embargo, fueron palabras de Dios. Leemos una y otra vez, “Así dice
el Señor” y “El Señor habló, diciendo” o “Así ha dicho Jehová”.
Unas personas dicen que en partes son más inspiradas que en otras. Por ejemplo,
que las palabras de Cristo en los Evangelios valen más que los escritos de Pablo o
que las cartas de Pablo so más inspiradas que el Antigüo Testamento. “Toda
Escritura” es inspirada divinamente.
RESTRICCIONES DE LA INSPIRACIÓN
2. La inspiración no implica que los escritores fueran impecables, sino que como
instrumentos de Dios en la revelación divina estaban exentos de error en todo lo
que debía constituir parte de esa revelación.
LA BIBLIA - SU MENSAJE
A pesar de que los libros de la Biblia fueron escritos por distintos hombres, en
distintos sitios y en distintas épocas, sin embargo, todos los libros, ya sea en
profecía, y en tipos o narraciones, unos en verso y otros en prosa, todos presentan
un sólo mensaje para el hombre; redención en la persona de Jesucristo. La primera
promesa del redentor está en Gén. 3:15, donde se le llama “la simiente de la
mujer:. En el mismo capítulo se verifica el primer sacrificio, al sacrificar Dios dos
corderos para vestir con sus pieles a la primera pareja que había pecado. De ahí en
adelante corre por toda la Biblia una vena de sangre; de sangre redentora. Los
sacerdotes la aumentan con sus sacrificios, los profetas la proclaman con su
mensaje y los salmistas la cantan con sus Salmos. Ese mensaje de redención que la
Biblia proclama, es anunciado en el Antiguo Testamento por medio de las profecías
y los tipos y en el Nuevo Testamento por el relato del cumplimiento de esas
profecías y tipos de la persona de Nuestro Señor Jesucristo; es narrado en los
Evangelios, predicado en los Hechos, explicado y analizado en las Epístolas y
consumado en Apocalipsis.
CRISTO EN LA BIBLIA
Para que Ud. Pued tener una idea más clara en cuanto al lugar que Cristo ocupa en
cada libro de la Biblia, le damos a continuación la lista respectiva.
El término LOGOS o VERBO está usado 200 veces a indicar Palabra de Dios escrita
y 7 veces a indicar el Hijo de Dios Vivo. (Juan 1:1, 14:1;Juan 1:1, 5:7;Apoc.
19:13)
Considere los atributos de la palabra de Dios en Sal. 119:86 - fiel. 119:96 - ancho,
119:128 - recto, 119:129 - maravilloso, 119:140 - puro, 119:160 - eterno,
119:172 - justicia y lea también Sal. 19:7-11.
La Biblia es:
Luz para nuestro entendimiento - Sal. 119:105.
Espejo para nuesto conocimiento propio - Sant. 1:23.
Espada para nuestro conflicto - Ef. 6:17.
Miel para nuestro deleite - Sal. 19:10.
Leche para nuestr nutrición - I Ped. 2:2.
Carne para nuestro fortalecimiento - Heb. 5:14.
Martillo para nuestra obstinación - Jerm. 23:29.
Fuego para nuestra purificación - Jerm 23:29.
Oro para nuestro enriquecimiento - Sal. 119:72.
Semilla para nuestra siembra - Luc. 8:11.
¿En cuáles aspectos se manifiesta esa potencia del Santo Libro? Veamos:
Los otros libros se adaptan a cierta categoría o a cierta raza pero la Biblia se adapta
universalmente a todos los hombres: es el libro del niño, del joven y del adulto; del
ignorante, del mediocre y del sabio: de la raza blanca, negra, amarilla y de todas
las razas es el libro para todos los hombres. Es, además, el libro de todas las
edades, que nunca envejece, nunca pierde actualidad. Es el libro eterno.
(II Ped. 1:21) Los demás libros son del hombre; este es el libro de Dios. Dios es el
autor de un solo libro - LA BIBLIA.
A. La Unidad de su Mensaje.
Todos los autores, a pesar de haber escrito en distintas épocas y en distintos sitios,
siguen una linea de pensamiento, presentan un solo tema y un solo propósito. Esto
es algo maravilloso y sólo tiene una explicación posible: hubo una mente que dirigió
a los escritores.
La Biblia es una historia de los seres humanos en relación con Dios. La Biblia en
todas sus partes, tanto en la profecía como en la historia o la Salmodia. En todo
persigue un fin y es el restablecimiento de las relaciones entre los hombres y Dios.
En toda ella se condena el pecado y se ensalza la pureza y la santidad.
A. La Profecía.
Uno de los argumentos más fuertes para probar el origen divino de la Biblia y para
demostrar que es un libro digno de ser creído y digno de confianza es la profecía
cumplida. Es interesante ver por ejemplo las profecías acerca de Cristo en el
Antiguo Testamento y constan su fiel cumplimiento en el Nuevo. Hay muchas
profecías que aún no se han cumplido pero el hecho de que algunas se han
cumplido nos hace creer que las demás se cumplirán. Recordemos que la Biblia es
un libro principalmente profético y que ésto le hace ser un libro distinto a los
demás.
B. La Preservación de la Biblia.
Ya hemos dicho que la Biblia ha sido atacada como ningún otro libro. A pesar de
eso no ha podido ser destruída, antes cada día se traduce a nuevos idiomas y las
prensas siguen sacando miles y miles de ejemplares para satisfacer la demanda
cada vez más creciente. Eso en sí es un milagro y nos señala que la Biblia es un
libro de origen divino digno de ser creído y obedecido.
Cualquier libro escrito tiene palabras, ideas u oraciones que necesitan explicación.
¡Cuánto más la Biblia! Es un libro escrito con temas que abarcan el cielo y la tierra,
el tiempo y la eternidad, lo visible y lo invisible, lo material y lo espiritual; un libro
que fue escrito por personas de varias naturalezas y en épocas remotas, en países
distantes entre sí y en medio de gentes de costumbres diferentes y más que eso,
en un idioma que no es el nuestro. Es cierto que todos los hombres tienen derecho
de leer e interpretar las Sagradas Escrituras, pero no caprichosamente; lo que ha
traído por consecuencia tantos errores y tantas herejías, sino ciñéndose a las leyes
de interpretación. El estudio de las leyes de interpretación de las Escrituras se le
llama Hermenéutica. En seguida se encuentran algunas leyes de interpretación.
Esto no merece discutirse. Hay pasajes que cuando se estudian a fondo, ofrecen
dos o tres posibles soluciones. Entre ellas el intérprete de la Biblia debe escoger la
más natural y la más evidente, tratando en todo de conocer el propósito del Espíritu
Santo al hablar en tal o cual forma.
Tanto en la Biblia, como en cualquier otro libro, hay palabras y frases cuyo
significado varía mucho, según el sentido de la oración o argumento en que se
emplean. Para determinar cual es el pensamiento que se propone expresar el autor
se necesita, en estos casos, un cuidadoso estudio.
C. Cuando los recursos anteriores fallan para poder interpretar correctamente una
palabra o frase, debemos de tratar de explicarla a la luz del objeto y designio donde
se encuentra. El propósito del libro se entiende leyendo el libro. En algunos casos el
mismo libro dice claramente cual es su propósito. Por ejemplo: El propósito de toda
la Biblia se encuentra en Rom. 15:4 y II Tim. 3:16-17; el propósito de los
Evangelios está claro en Juan 20:31 y el de la segunda Epístola de San Pedro en II
Ped. 3:2. Otro ejemplo: Las epístolas de Pablo parecen estar en contradicción con
la de Santiago porque una dice lo contrario de las otras. Pablo afirma que el
hombre se justifica por la fe solamente, sin necesidad de las obras, (Rom. 2:23),
mientras que Santiago afirma que si alguno tiene fe y no tiene obras, su fe es
muerta. (Sant. 2:14, 17,20). La presente contradicción que hay aquí desaparece
cuando se toman en consideración los designios de ambos libros. Pablo escribe para
refutar el error de los que confiaban en las obras de la ley Mosaica para su
justificación delante de Dios y hace bien claro que el hombre delante de Dios se
justifica solamente por fe; mientras que Santiago no está hablando de la
justificación delante de Dios sino delante de los hombres. Como los hombres no
pueden ver la fe, tenemos que mostrársela por medio de buenas obras, que son el
fruto de la justificación que hemos alcanzado delante de Dios. Sobre todo en las
epístolas es muy necesario conocer el propósito inicial con que fueron escritas para
una recta y fácil interpretación de ellas.
5. Figuras Retóricas
Otros ejemplos: “Como el relámpago, que sale del Oriente”, (Luc. 17:24). “El reino
de los cielos es semejante a la levadura”, (Mat. 13:33).
C. Sinécdoque - Se hace uso de esta figura donde la parte se toma por el todo o el
todo por la parte. Por ejemplo: El salmista pone la parte por el todo al decir: “Mi
carne reposará segura”, queriendo decir: mi ser, mi todo, reposará seguro. Cuando
Pablo exhorta que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, está
tomando la parte por el todo, queriendo decir que debemos presentar toda nuestra
vida y nuestro ser entero en sacrificio vivo.
E. Hipérbole - Cuando una cosa es presentada mucho más grande o más pequeña
de lo que realmente es apra presentarla más viva a la imaginación, entonces, se ha
usado la hipérbole. Tal fue el lenguaje que usaron los espías a su regreso de la
tierra prometida: “Vimos allí gigantes - y eramos nosotros a nuestro parecer, como
langostas…las ciudades son grandes y amuralladas hasta el cielo”. Ese lenguaje es
el que usamos nosotros en la conversación diaria al decir, por ejemplo: “Te lo he
dicho mil vece,” o “Ya todo el mundo lo sabe”; expresiones en las que se aumenta
la cantidad para dar fuerza a la expresión. También se dice: “Espérame un
segundo”, queriendo decir un rato. Aquí se habla de la cosa disminuyendo su valor
con el mismo propósito.
1. Era la costumbre de los hebreos llamar a la persona hijo de la cosa que más le
caracterizaba, de modo que al pacífico y bien dispuesto se le llamaba Hijo de Paz al
iluminado o entendido, Hijo de Luz; a los desobedientes, Hijos de Desobediencia.
3. Con frecuencia usaban los judíos el nombre de los padres para designar a los
descendientes. Decían: “Maldito sea Canaán”, por decir, “Malditos sean los
descendientes de Canaán”.
Ya hemos estudiado que la Biblia es la revelación de Dios. Por ella podemos conocer
Su carácter y saber como adorarle en una forma correcta y agradable ante Sus
ojos. Es el privilegio de toda persona que lea la Biblia. Pero nos damos cuenta que
muchos la leen y no sacan el verdadero provecho de ella. La razón es que no leen
el Santo libro con el verdadero espíritu con que debe leerse. Estudiemos a
continuación algunas disposiciones necesarias para el estudio provechoso de las
Escrituras.
Por ejemplo, un hijo irreverente, ligero y frívolo, ¿qué caso hará de los consejos,
avisos y palabras de su padre? La Biblia es la revelación omnipotente. Es el milagro
permanente de la soberana gracia de Dios. Es el código divino sellado con la sangre
de Cristo. Ante tal maravilla, el hombre irreverente se hallará como el ciego ante
los majestuosos Alpes de Suiza, o peor aún, como el insensato que echa lodo sobre
el monumento artístico, al que todo el mundo admira. He aquí el Espíritu, a la vez
reverente y humilde con que contemplaban la Palabra de Dios, los cristianos del
primer siglo. “Damos gracias a Dios sin cesar de que habiendo recibido la palabra
de Dios que oísteis de nosotros recibisteis no palabra de hombre, sino, según es en
verdad, la palabra de Dios.” (I Tes. 2:13) Ahora, fíjese lo que dice Dios: “A aquel
miraré que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra.” (Isa. 66:2)
Estudie la Biblia con este sentimiento de humildad y reverencia y descubrirá, como
el Salmista, “las maravillas de su ley.”
En nuestra oración debemos pedir la asistencia del Espíritu Santo para poder
comprender las lecciones que Dios ha querido enseñar por medio de Su Palabra. La
oración del salmista debe ser nuestra oración: “Abre mis ojos y miraré las
maravillas de tu ley”. (Sal 119:18) El Espíritu Santo debe ser nuestro maestro
(Juan 14:26, 16:13). La oración, además prepara nuestro Espíritu para poder oir
con claridad la voz de Dios por medio de Su Santa Palabra. Hemos de encontrar
pasajes difíciles de interpretar, pero, por medio de la oración podemos pedir
sabiduría del Señor, según El nos lo ha prometido para obtener la interpretación
correcta. (Sant. 1:5)
¿Qué adelanto hará una persona impaciente e inconstante en cualquier trabajo que
emprenda? Para el estudio provechoso de la Biblia se necesita esta virtud. Al decir
Jesús: “Escudriñad las Escrituras” (Juan 5:39) se vale de una palabra que denota el
trabajo del minero que cava y revuelve la tierra buscando con diligencia el preciso
mineral. Las Escrituras, necesariamente deben ser ricas en contenido e inagotables,
como las entrañas de la tierra. Y por lo mismo, sin duda, Dios ha dispuesto que en
algunas partes fuesen profundas y de difícil penetración. Por otra parte, el fruto de
la paciencia es deleitoso y cuanto más paciencia se ha empleado para encontrar un
tesoro, tanto más se aprecia y tanto más felicidad produce. En el estudio de las
Escrituras debemos manifestar esa “nobleza” que manifestaron los cristianos de
Berea de quienes nos dice la Biblia que “fueron más nobles que los que estaban en
Tesalónica, pues, recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las
Escrituras”. El estudio paciente de las Escrituras nos hará exclamar como el
salmista: “!Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.”
(Hech. 17:11, Sal. 119:103)