Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

Los principios de la psicoterapia experiencial: Guías para la acción del terapeuta
Los principios de la psicoterapia experiencial: Guías para la acción del terapeuta
Los principios de la psicoterapia experiencial: Guías para la acción del terapeuta
Ebook266 pages3 hours

Los principios de la psicoterapia experiencial: Guías para la acción del terapeuta

Rating: 0 out of 5 stars

()

Read preview

About this ebook

"... El libro está dirigido a quienes han estudiado psicología y quieren profundizar en cómo aprender a hacer de la psicoterapia una experiencia de sanación y crecimiento. El valor de su contenido lo irás descubriendo en la medida que te conectes con cada uno de los temas que se exponen. Si bien se basa en la teoría del Enfoque Humanista Experiencial es una obra que expresa, desde la propia experiencia del autor, cada elemento que es relevante para el desarrollo personal y profesional como psicoterapeuta. Es un texto que entra en la profundidad de la construcción de una relación interpersonal que favorezca el «encuentro» en un espacio de aceptación, confianza, flexibilidad, conexión y resonancia entre dos mundos particulares que tienen la oportunidad de conocerse y reconocerse en su existencia y valor humano. Sumado a esto, puede permitir el desarrollo de un trabajo psicoterapéutico orientado a la transformación personal para vivir más conectado con la vida y con libertad experiencial...". Andrea Pardo Bernini, Psicóloga Clínica Humanista Experiencial.
LanguageEspañol
Release dateMay 16, 2023
ISBN9789564021546
Los principios de la psicoterapia experiencial: Guías para la acción del terapeuta

Related to Los principios de la psicoterapia experiencial

Related ebooks

Psychology For You

View More

Related articles

Reviews for Los principios de la psicoterapia experiencial

Rating: 0 out of 5 stars
0 ratings

0 ratings0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    Los principios de la psicoterapia experiencial - Gabriel Reyes Figueroa

    LOS PRINCIPIOS DE LA PSICOTERAPIA EXPERIENCIAL

    Guías para la acción del terapeuta

    Gabriel Reyes Figueroa

    Inscripción N° 2020-A-6957

    I.S.B.N. 978-956-402-153-9

    I.S.B.N. Digiatal 978-956-402-154-6

    Diagramación y diseño de portada

    Errata

    Edición y corrección de estilo

    Sergio Chacón Armijo

    www.sergiochacon.cl

    Colaboradora

    Andrea Pardo Bernini

    Fotografía de portada

    María José González

    Fotografía solapa

    Anónimo

    IMPRESO EN CHILE

    1a edición, agosto de 2020

    (c) Todos los derechos reservados. Se prohíbe la reproducción de este libro en Chile y en el extranjero sin autorización expresa del autor.

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    Dedico este trabajo con todo

    mi amor a mi querido y recordado

    maestro Salvador Cifuentes Gatica

    PRÓLOGO

    Tuve el honor de conocer a Gabriel Reyes en 1997 cuando estaba en mi cuarto año de psicología en la Universidad Central de Chile. Cuando lo escuchaba en las clases hablar con tanto amor acerca de la labor de ser terapeuta, de la maravilla que es poder acercarse, conocer a las personas y observar la belleza de cada una de ellas desde su individualidad; pude descubrir que ese era el real propósito en mi desarrollo como psicóloga.

    Él ha sido un gran maestro y el principal precursor del Enfoque Humanista Experiencial en Chile. Ha formado a cientos de personas, tanto en sus estudios de licenciatura como en aquellos más especializados, a través del Programa Tutorial de Psicoterapia Experiencial que dirige. Su propia formación como psicólogo la realizó con mucho esfuerzo y dedicación en la Universidad de Chile.

    En sus cuarenta y tres años de experiencia como psicólogo y luego de variadas investigaciones orientadas a la búsqueda de cómo hacer de la psicoterapia una experiencia transformadora y humana, ha profundizado en la reflexión de conceptos como la empatía, la soledad radical, el enfoque procesal, la relación terapéutica de calidad, la presencia del terapeuta, entre otros; los que emergen de las teorías de Carl Rogers (psicoterapia no directiva y psicoterapia centrada en el cliente) y de Eugene Gendlin (psicoterapia experiencial). Sobre esta base ha logrado hacer nuevas propuestas como los objetivos funcionales del experienciar, la atención a la diversidad, las conversaciones terapéuticas, el uso de la experiencia personal como una forma de expresar comprensión al cliente y los principios orientadores de la psicoterapia experiencial, entre otros temas que se irán revelando en la lectura de esta obra.

    El libro está dirigido a quienes han estudiado psicología y quieren profundizar en cómo aprender a hacer de la psicoterapia una experiencia de sanación y crecimiento. El valor de su contenido lo irás descubriendo en la medida que te conectes con cada uno de los temas que se exponen. Si bien se basa en la teoría del Enfoque Humanista Experiencial es una obra que expresa, desde la propia experiencia del autor, cada elemento que es relevante para el desarrollo personal y profesional como psicoterapeuta. Es un texto que entra en la profundidad de la construcción de una relación interpersonal que favorezca el «encuentro» en un espacio de aceptación, confianza, flexibilidad, conexión y resonancia entre dos mundos particulares que tienen la oportunidad de conocerse y reconocerse en su existencia y valor humano. Sumado a esto, puede permitir el desarrollo de un trabajo psicoterapéutico orientado a la transformación personal para vivir más conectado con la vida y con libertad experiencial.

    Te invito a leer con curiosidad y deseos de aprender. Cada tema es importante y tiene un propósito. La idea es que puedas mirarte como persona que también vive experiencias, que tiene una manera de sentir, diferenciar, significar y expresar lo vivenciado, por lo tanto, tu presencia es tan importante como la de quienes atiendes, pues ambos/as conforman el espacio sanador que puede llegar a ser la psicoterapia.

    Agradezco profundamente a la vida por haberme encontrado con Gabriel y ser parte de este camino, poder trabajar con personas desde el amor, la entrega y la dedicación consciente y responsable, siempre con una mirada que me invita a observarme como persona y como psicóloga en constante crecimiento y aprendizaje.

    Andrea Pardo Bernini

    Psicóloga Clínica Humanista Experiencial

    ÍNDICE

    PRÓLOGO

    ÍNDICE

    INTRODUCCIÓN

    capítulo 1

    PSICOTERAPIA EXPERIENCIAL EN CHILE:

    UNA MIRADA RETROSPECTIVA

    capítulo 2

    ¿PSICOTERAPIA O CONVERSACIÓN

    PSICOTERAPÉUTICA?

    capítulo 3

    AMPLIANDO EL RANGO DE ACCIÓN DE LA

    PSICOTERAPIA: LAS EXPERIENCIAS POSITIVAS

    capítulo 4

    LA ACEPTACIÓN DE LA DIVERSIDAD

    capítulo 5

    EL FLUJO EXPERIENCIAL Y LA IMPORTANCIA DE LA FUNCIÓN DE CONTACTO

    capítulo 6

    LA EMPATÍA DESDE UNA PERSPECTIVA EXPERIENCIAL

    capítulo 7

    EMPATÍA CON CONEXIÓN EXPERIENCIAL:

    UN CAMINO DE ENCUENTRO INTERPERSONAL

    capítulo 8

    PRINCIPIOS ORIENTADORES PARA LA ACCIÓN EN PSICOTERAPIA EXPERIENCIAL

    primer principio

    PSICOTERAPIA EXPERIENCIAL

    segundo principio

    LA NO OPOSICIÓN

    tercer principio

    DE LO PARTICULAR A LO GENERAL

    cuarto principio

    LA IRREVERSIBILIDAD DE LA EXPERIENCIA

    quinto principio

    LA ATENCIÓN AL LENGUAJE DE NUESTRA CORPORALIDAD QUE GUÍA NUESTRAS ACCIONES

    sexto principio

    LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO DE LA EXPERIENCIA

    séptimo principio

    LA PRESENCIA PERSONAL DEL TERAPEUTA EXPERIENCIAL

    capítulo 9

    APRECIACIONES FINALES

    AGRADECIMIENTOS

    BIBLIOGRAFÍA

    INTRODUCCIÓN

    El presente libro ha surgido a partir de inquietudes que he tenido durante mis largos años de trabajo en el contexto de la psicoterapia planteada inicialmente por Carl Rogers y posteriormente por E. Gendlin. Tengo plena conciencia que hay aspectos de la teoría que se reiteran a través de este trabajo. El sentido de esto es permitir impregnarlos y guardarlos para nuestra formación.

    En tanto, he utilizado un método de trabajo denominado por Rogers como la enseñanza centrada en el alumno, paulatina y especialmente, a partir de los cursos de postítulos que he ofrecido, han surgido muchas inquietudes y dificultades en los alumnos. Por ejemplo, no darse cuenta de su lenguaje no verbal para comunicarse y cómo este impacta en la interacción con el cliente o también, cómo hacer uso de la experiencia personal con resonancia para expresar comprensión, etc. Esto y mucho más fue generando indicaciones que posteriormente he ido plasmando en lo que hoy llamo los principios de la psicoterapia experiencial. Esto con el fin de entregar una guía o marco de referencia que permita el desarrollo personal y profesional de aquellos que han tomado este camino maravilloso de acompañamiento a través de la psicoterapia experiencial.

    En realidad, desde que yo era un joven estudiante y a partir de la significativa relación con mi maestro Salvador Cifuentes Gatica quien ya no está con nosotros físicamente, mi gran inquietud ha tenido que ver con la empatía. A través de la práctica, del estudio de la teoría, de las investigaciones realizadas y de las tesis dirigidas se fueron haciendo presentes una serie de reflexiones e indicaciones, que me he permitido compartir con mis alumnos que se han formado en esta línea de trabajo. Todo esto ha ampliado mi visión de la comprensión empática que indudablemente se liga a la aceptación positiva e incondicional y a la autenticidad o congruencia interna.

    Los seis artículos que anteceden a la presentación de los denominados principios han sido un pilar para dicha propuesta. En realidad, son muchos más los textos que he ido generando para apoyar la formación de los alumnos, pero los aquí expuestos han sido centrales y más englobadores.

    Por esta razón, en la presentación de cada uno de dichos principios aparecen y reaparecen ideas de la teoría básica que probablemente generen inquietud o molestia en quien acceda a este libro. No obstante, y considerando que esto está dirigido de modo especial a quienes se están preparando como terapeutas, pienso que podría tener un beneficio pues les ayudará a tener y mantener plasmadas dichas ideas.

    Por último, necesito aclarar que es mi propuesta y no otra cosa que eso, «una propuesta». Aun así, en mi opinión y desde mi experiencia es posible fundarla y concordarla con las ideas centrales de la psicoterapia de Carl Rogers y especialmente de E. Gendlin.

    Espero que todo esto sea de utilidad para quienes estén interesados en esta línea de trabajo.

    1

    PSICOTERAPIA EXPERIENCIAL EN CHILE: UNA MIRADA RETROSPECTIVA

    Transcurridos ya más de cuarenta años de mi adhesión a la inicialmente denominada Psicoterapia No Directiva, luego Psicoterapia Centrada en el Cliente y posteriormente Psicoterapia Experiencial, me veo en la necesidad personal de recabar, con un carácter testimonial, mis recuerdos y experiencias de lo que ha sido mi formación y trayectoria dentro de este ámbito.

    Algunos recuerdos

    De mi época de estudiante secundario recuerdo mis caminatas en los recreos conversando con algún compañero y escuchándolo contar sus experiencias. Recuerdo, asimismo, a una profesora de castellano que nos dio una tarea que implicaba leer un texto al que yo no tenía acceso por razones económicas. Al momento de iniciar la prueba, preguntó quiénes habían leído y quiénes no. Levanté mi mano junto a otros dos compañeros para expresar que no lo había hecho. Ella nos pidió que ocupáramos el tiempo de la prueba para escribir las razones por las cuales no habíamos realizado la tarea. Me dediqué a describir mi situación familiar y las condiciones en las cuales vivía para explicar por qué no había tenido acceso al texto. A la semana siguiente, ella llegó con los resultados de las pruebas y las fue entregando con las notas correspondientes. Entregó todos los textos y el mío no. Al término de este proceso, ella dijo (mientras mantenía sus manos atrás) que había una persona que no había leído y que había explicado sus razones. Dijo que el texto estaba tan bien escrito y tan desde el corazón que se iba a permitir, con el permiso de los compañeros, adjudicarle un siete. Ella dijo: «Esta persona es don Carlos Gabriel Reyes Figueroa». Yo no podía creerlo y recibí aquel texto con una gran emoción. Nunca olvidaré a la señorita Angelina Chiang. Esto implicó uno de los primeros y más fuertes reconocimientos que yo recibía.

    A partir de los nueve años pertenecí a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. La música fue uno de los más fuertes vínculos. El cantar en coros y cuartetos vocales era para mí un espacio de conexión y de expresión de amor. Allí supe lo que era la Navidad lo que antes desconocía, allí me hablaron del amor al prójimo y de la bondad. Creo que todo esto ha tenido una gran influencia en mí y en mi adhesión a esta forma de psicoterapia.

    Estando en el liceo donde estudié, escuché una vez al profesor de filosofía decir que «uno es feliz cuando cree que es feliz». Recuerdo que esa frase me impactó y levanté la mano para preguntar si la felicidad dejaba de lado las condiciones en las cuales cada uno vivía. «¿Si vivo en la pobreza extrema y todo lo que eso implica, bastaría con creer que soy feliz para ser realmente feliz?». El profesor quedó impactado con la pregunta y no supo qué responder. Al término de la clase mis compañeros me decían «¡Bien Reyes!, prepara otras preguntas para la próxima clase…», ellos querían incomodar al profesor y disfrutaban con eso. En las clases siguientes hice otras preguntas, yo supongo para ganarme la admiración de mis compañeros. Qué vergüenza me da recordar esto, pero es la verdad. En aquel momento no lo tenía tan claro. Las cosas siguieron así y nuestro profesor dirigiéndose especialmente a mí, dijo: «en realidad yo no soy profesor de filosofía, soy profesor de historia y me encargaron hacer estas clases. Reyes, quiero pedirle que siga haciendo sus preguntas… si no sé las respuestas las prepararé y se las traeré a la clase siguiente». Esta actitud humilde del profesor me apenó y me sentí muy mal. Cuando salíamos de la clase, él se acercó y me puso la mano en el hombro para preguntarme «¿Reyes, qué le gustaría estudiar a usted?». Eso yo nunca lo había pensado. Más de una vez me planteé ser pastor de la Iglesia Adventista, pero en ese momento me quedé helado por la muestra de interés del Sr. Cuba. Él era un hombre inmenso de alto, entonces mirándolo hacia arriba le dije: «yo quiero estudiar psicología, señor», lo cual nunca había pensado. Él me dijo: «…Ahhh, por eso hace tantas preguntas. Yo voy a tratar de ayudarlo…». A partir de esa experiencia empecé a anidar el deseo de estudiar psicología sin tener para nada claro de qué se trataba.

    Así también, tuve una profesora de francés que vivía en casa de un compañero y más de una vez nos reuníamos a cantar. Ella compartió conmigo sus penas. Recuerdo alguna vez haberle dicho: «cuando yo sea psicólogo te voy a ayudar». Al parecer todas estas experiencias, y seguramente otras más, me llevaron a orientarme hacia la psicoterapia sin saber que la psicología era bastante más amplia.

    La presencia de Salvador Cifuentes Gatica: mi maestro

    Cuando cursaba el quinto año de psicología en la Universidad de Chile conocí a Salvador. En aquel tiempo, había pasado casi sin hablar en las clases durante los cuatro años anteriores. Percibía a mis compañeros como seres inmensos, inteligentes, con familias y recursos. Vivía atemorizado pues suponía que cualquier pregunta que me surgiera en las clases no tendría relevancia y temía ser descalificado, entonces era mejor callar. Fui reconocido porque me gustaba cantar y tocar guitarra, armamos un cuarteto vocal con mis compañeros y yo lo dirigía. Esa era mi zona de seguridad. Muchos de ellos aún me recuerdan por eso y por mis canciones, lo cual hasta ahora sigue siendo una de mis pasiones.

    En cierta ocasión, estando ya en quinto año de psicología, Salvador se acercó para preguntarme qué opinaba de la empatía, ante lo cual me sentí abrumado, asustado. Con gran timidez comencé a decir que no me parecía posible «ponerse en el lugar del otro». Salvador se sorprendió con mi respuesta y me incentivó para que yo siguiera hablando. Él me miraba fijo y me decía: «hable, hable…» Le dije que me parecía que siendo personas distintas nunca podríamos ponernos en el lugar del otro. Con cara de asombro me preguntó: ¿y entonces cómo se puede comprender al otro?… Tímidamente respondí, «tal vez imaginando que lo que él cuenta nos puede estar sucediendo a nosotros». Él dijo: «¡¡¡eso es muy interesante!!!».

    Más adelante, Salvador se acercó para invitarme a ser su ayudante y le dije: «¿quién yooo? ¡Si no sé nada!, podría pedirle a Jorge Muñoz, él sabe bastante». Me respondió: «lo que él sabe usted lo puede aprender, a mí me interesa alguien con quien yo me entienda bien, así es que presente su currículum». Yo respondí: «Pero… qué puedo poner si yo no he hecho nada». En fin, de estos recuerdos puedo desprender la poca valoración que tenía de mí mismo y puedo apreciar de qué manera estas personas me incentivaron a iniciarme en este difícil pero maravilloso mundo que es la psicoterapia.

    Los inicios

    El tema de la empatía fue una de mis grandes pasiones, es probable que esto tenga que ver con una de las carencias más importantes en mi vida.

    Mi trabajo de tesis fue una investigación respecto de un entrenamiento de lo que denominamos desarrollo de la agudeza empática que alude a la expresión verbal de la comprensión empática. A partir de un entrenamiento, que fue elaborado con la colaboración de mi gran compañero Leonardo Villarroel, iniciamos sesiones de escucha de mensajes para lograr distinguir lo que las personas estaban queriendo comunicar y modelar la forma de transmitir la comprensión. Los resultados indicaron la efectividad del entrenamiento, pero a partir de allí se comenzaron a abrir innumerables factores de influencia en el logro y expresión de la comprensión. La comisión examinadora me felicitó y me hizo comprometerme a seguir investigando el tema.

    Más allá de mi interés por la investigación, fue fundamental el trabajo de supervisión que me brindó formalmente Salvador por al menos dos años. Cada vez que atendía a una persona, él me concedía quince minutos para comentarle lo sucedido. En aquella época, años 1972-73, el enfoque que se impartía y ejercía, era lo que se conoce como la psicoterapia no directiva. Poniendo el acento con gran intensidad en la creencia respecto de la capacidad de las personas, en donde el terapeuta orientaba su acción solo a reflejar. Eso es lo que se conoce como un reflejo reiterativo. Esto implicaba repetir lo que «el cliente» planteaba. Era necesario respetar el ritmo del cliente y no hacer intervenciones desde la persona del terapeuta. Esto último, si bien lo comprendía, me producía gran incomodidad. Al parecer quería interactuar, lo cual no estaba permitido. No se debían expresar sentimientos, ni dar opiniones, ni hacer preguntas, etc., solo reflejar aquello que el cliente expresaba. Surgían a partir de estos encuentros, por llamarlos de ese modo, una serie de interrogantes: ¿qué sucede si el cliente no expresa verbalmente nada?, ¿qué hacer cuando el cliente solo relata situaciones externas?, ¿es posible atender al lenguaje no verbal?, etc. Una sensación de impotencia aparecía en mí más de una vez, pues no sabía cómo actuar.

    Comenzó a imperar la línea teórica de avance en este enfoque denominada Psicoterapia Centrada en el Cliente, que esta vez indicaba que podíamos atender a los sentimientos de la persona y a reflejarlos. A esto se le denominó reflejo del sentimiento e indicaba la necesidad de reflejar los sentimientos expresados explícita o implícitamente por el cliente. Por otra parte, se agregó el denominado reflejo elucidatorio que consistía en expresar el sentimiento que se derivaba de las expresiones del cliente luego de un relato más extenso En cierto modo, era derivar del discurso lo que el cliente estaba queriendo transmitir.

    Las múltiples inquietudes que surgían fueron generando lo que después se transformó en una línea de investigación. Esto se llevó a cabo a través de la dirección de tesis y de diversas investigaciones realizadas en la Universidad de Chile con el apoyo de una hermosa persona, el sociólogo y metodólogo Dagoberto Benítez. Alrededor del año 1975, Salvador debió ausentarse del país y comenzó a trabajar en Venezuela. Al igual que mi querido compañero Leonardo Villarroel, quien, dada la dictadura imperante, también debió abandonar el país. Todo esto implicó que tuve que hacerme cargo de la cátedra. A raíz de mi corta experiencia y en función de mis múltiples inquietudes empecé a darme cuenta de que los nuevos planteamientos de E. Gendlin, respecto de lo que denominó psicoterapia experiencial, calzaban con lo que yo intuía. En el año 1976 cambié el nombre de nuestro curso y comenzamos a dictar el primer curso de Psicoterapia Experiencial. Mis primeros ayudantes, en realidad ayudantes de la cátedra, fueron Alberto Iturra y Alejandro Celis Hiriart. Con este último, tuvimos largas horas de estudio respecto de la nueva teoría. Al menos desde un punto de vista teórico, me di cuenta allí que esto tenía

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1