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Sistem Ebocashvo = Vwsr- 5 «a Juan Carles Teds manera cal que en 1914 el 72% de los extranjeros que di blecimientos agricolas en Mendoza, eran propietarios del suelo" Sin embargo, como pudo observarse a través del cuadro 2, la rrancia de Buenos Aires sobre el resto del pais era manifesta. ‘mente superior. Por otta parte, la orients agratios pe del radicalisimo que, como veremos con cierto detenimiento mis adelante, no cuestioné los valores de la oli #2, puede encuadrarse el comporta- nos, a los cuales una difundida gala car: ica de ser promotores de polfti- 8". Por lo menos en el caso argentino, esta no ha podido ser verificada emy ricamente. Al con- io, algunos escudios recientes" confirman la impresién, segin a cual la clase media urbana —al igual que los sectores agratios Periféricos—, defendié el ordenamiento econdmico tradicional Cucstionando meramente ls aspectos politicos del sistema que eran, Por clesto, aquellos que impedian su partcipacién en el poder, io Bagi, Evoducién biceirica de la extra Facultad de transform p Calés y Gabriela de Civiny, prélogo de Lib. Hacheree, Bs huevos grupos urbanos: las clases medias", en Sey- (comp), Elites Imévia latina, Paid, la URC. (1890. Graciatena y colaboradores, ob. cit, 3. LA FUNCION POLITICA DE LA EDUCACION on sept es agroexportadores y no segdn unre equilibrado; la inmignacion inal de ataer al pais a una poblac industriales, provenientes de los paises del rome ce © que se arrajo masivamente a la poblacién de Ins I sur. En Jo que hace especifica i Sisién sonsist en que.na se la desarcollé-com un criteria ‘Lagmitico sino manteniendo las i “ ensefianza tradicional: materias humanisticas. El desarrollo de la educacién en este marco c 6 una uncidn pe 9 en toda s ¥en toda época histéri- saven la medida que a través de ella se tealin I proceso de soclalizacion de las nuevas generaciones dentro del ivceaeese ante —el cual, por supuesto, incluy corde pert dla legitimidad de la disribucign del poder sasads petiodo lugar determinado ese papel politico asenn fox afticulares. En el caso que aqul nos interesa, el sentido polite, debs educaciin dene vas connoxasionss, dance oe Jmportancia,— to se comprende ficil- 6 Juan Carles Tedesco ‘mente si se piensa en las teorfas en bogs en la época acerca del papel moralizador de la ensefianza. “Un pueblo ignorante siempre votard izado Sarmiento y, efecti i 3s, contribuirla con eficacia en la tarea de e cid de los focos de resistencia al gobierno central que permanecfan, especialmente, en el interior del pals. Recuérdese, en este s¢ lo, que una vex derrocado Rosas, los gobiernos posteriores cuvieron que enfientat sucesivos levantamientos en las provincias del inte- sf de caudillos montoneros. Por este motivo, no resulta mprobar el ci os de lectura, ya que un andlisis de ese tipo hacerse sobre la consulta de series completas y repre- sentativas, alas cuales no es posible accederficilmente. Sin embargo: frases como las siguientes ilustran con claridad sobre lo que aqui “El vulgo (que es decir casi todo el mundo) recibe sus opiniones ya oN ian ie en ue vale tanto como exréneas 0 poco favorables al bienestar de la sociedad", “Amar aka p. ; es amar el orden, esamar la autoridad, es respetarla,sostenerla, defenderla, es sacificar las malas pasiones. Amar la patria es detestar y combatit la tiranfa, es detescar y combatir [a anarquta”? los de lecruras ejemplifican nuestra hi- juventud americana de una obra sobre ls relaciones entre la Iglesia y el Estado”, “La libertad y sus efectos", leccin de lectus para Nacional de Educacisn, Ign, leciones icles de diverse canactres de esa La fincitn politica de la educaciin 6 ton sobre Ja libertad de prensa”, ‘Libertad de comercio”, etc, Influye bastante en esto el hecho que una buena libros de texto pertenecfan a personajes pe ‘momento. Marcos Sastre; Juan Maria Gutiére, o esctibieron sus propios libros de texto paral también, que a medida que el tiempo t perdiendo el contenido politico directo, reem: cho mds mediatizado, don Estas hipétes vo todavia un signi- los niveles medios y 29. dé hombre apto para cum-_ 01805 objetivos, tales como el de idades productivas, Al jar de inza se convirtié en patrimonia de itico que admite cualquier sistema, como el de entonces, es necesatia, Ficado migra través de tae superior— se tendio a fortiar us ‘plicpapeles politicos, exluyendo formar un hombre apeo para las sta manera su objetivo, la ens dlite, porque el personal Ja de estar destinada a perperuar en una 1: directivas dels sociedad es sae eee ign afgentina def siglo pasado como de tina educacién: oligarg ~ Pero torque unifica, ademas, a todo el pensainiento educativo de la época dentro de la categoria de oligirquico es que aun insentordiversifcadore-pr nics funcién de los colegios nacionales y [a universidad era former on lize dit Ta Rincién de la fragmentacin del sis sistema en varias ‘sculas profesiondles especializadas era la de aejar de esa lic dt recta a otros niicleos en ascenso. Antonio Gramsci planted con agudeza este problema, cuando afirmé que el cardeter social de ann escuela determinada comsiste en que cada grupo poses i tipo de escuela para perpetuar,a través de ella, ana hinet cane, coleviOn de trozosexcegies, re Cs ed. Bs.As,, 1874, 64 Juan Carley Tedesco 3s de escuela profe- sional —agregé— tiende pues a eternizar las diferencias tradicionales, pero como en esas diferencias tiende a provocat es- nes internas, hace nacer por eso la impresién de ser una tendencia democriti ue se iio ‘&tos comenzarlan a reclamar su participacidn en el poder. En paises como el nuestro, donde [a diversification del siscema ceducativo no respondia en esa época a los requerimientos del desa- | rrollo econémico —que transitaba por vias diferentes— el sentido | politico que persiguen , complementariamer ‘medios en ascenso se opusieron a ellos, defendiendo la vi sistema tradicional, Conviene, a efectos de una mayor claridad, hiscoriar sucinta- mente los acontecimientos de este periode en relacién ala ensefianza enciclopedista y a los intentos profesionalistas posteriores a 1890, para ejemplificar estas afirmaciones generales igencia del| LELENCICLOPEDISMO Existe un consenso generalizado en cuanto a ubicar el decreto de cceacién_ de colegios nacionalés en varias capit de provinci: elaborado por el gobierno del general Mitre en.1863, como la fe- cha de iniciacién en el pafs de una ensefianza media con caracretes mas o menos definidos. El sentido de esta creacién fue explicita- migité politico, Cuando, alguis afios mas tarde, Miere tuvo que atlo, se refirié a ellos con estas palabras: Antonio Gramsci, Ls inzeleezualesy la organizacién dela cultune, rad. de Rad Sciatrera, Lautaro, Bs. As. 1960, pags. 122 y 123. La fucin politi dele 6 “Lo urgent, lo vical porque tenemos que educar alos ignorantes bajo pena de vida, es robustecer la accié que ha de obrar sobre la ignoran. Sin desperdicar un slo peso del cesoro cuya gestin nos est smendada, pata aplicarlo al mayor progreso y ala mayor felicidad de a sociedad, anes que la masa bru predomine se haga ngober rable ynos alte el aliento para los caminos dela salvacién Ts por eso que al lado de ls escuclas pi los coleg nacionales, que dan la ecucacién secundaria que habilitan al hombre para la vida social, desenvolvienda en mas alta escala sus factiltades, clevando ast el nivel intelectual, de modo que el saber condensado on deeminad mire, de individuas obre en la masa de la ignorancia lifenda en ella una luz viva y sostenga con armas mejor templadas lay posiciones desde las cuales se gobierna alos pueblos™® ” Con este criterio, francamente elitista, se fueron creando col -gios.nacionales en casi todas las capitales de provincias, - El desarrollo delos.colegios nacionales y los esfuerzos que ello ic6, ocasionaro: cas. de algunos sectores. Sarmienco, se el movimiento popu- ir el niimero de los alumnos de ocho mil a once mil, de once mil a crece mil al afio siguiente y de esta cifta a diez y seis mil” (-) obrevinieron pocas de calma, periode de rigue- 24) contenzamiento, y os hombres que influyen en la dveccién dada a 4a politica se abandonaran a las inspiraciones de clase euidaron de desenvoler de preferencia la educaciOn superion,en la universidad y colegios preparatorios”*. Horacio Solari, 204 Ditcuno on el Seuad, 16 de uo de 1870, on Manuel ri del Paid, Bo “D.B Sarm nuestra) « Juan Crk Tee Guadro 9 CREACTON DE COLEGIOS NACIONALES (1863-1900) Hie Calegior Buenos Airs Tucumén Mendoza 1865 une | Sanfuan Gatamarea Sil Jeiuy Santiago del Estero Lo Conricntes San Lats 1s7t La Rioja 1874 Rosatio 1887 LaPhea 1889 Parandé 1892. Buenos Aires (sur) 1898... Buenos Aires (oe Fuente: Cento Escolar de 1909. La distribucién de recyesos del pres buen indicador de las preferencias oficiales por este ciclo de ense~ fianza (ver cuadro 3: Pero fo que también preocupaba era que ese, Ia base de una ensefian Ga, que resultaba meramente preparatoria para la dad. [ discusidn acerca del cardcter de Ja ensefianza se-replanted alrededor 3 la reforma del plan de estudios. Desde las di ‘olegios nacionales del interior llegaron propuestas al Mi nconces ejercido por Eduard la ensefianza hacia contenidos pro cional de Tucumén, habia propuesto ya en 1881, la supre 67 colegios nacionales y su reemplazo por escuclas primarias de contenido prictico. Eusebio ‘Gémiez, director del al de Rosatio, su i correspondiente a 1884, sefialaba que “...antes que abogados, médicos, estadistas y literatos, el pais reclama imperiosamente el concurso de comercian lores en general” Proponia, en consecuencia, la supresién de materias no adecuadas 2 es0s objetivos y su reemplazo por otras del tipo de la quimica industrial, agricultura te6rica y préctica, quimic mismo afio, reclamos similares hacia el director nal de Salta, sefior Honorio Leguizamé: al nuevo plan de esc ia pritica “que le nuestro pais reclama urgentemen- el St. Telasco Castellanos rector del Colegio Nacional de esa ciudad— hacfa reclamos de ese tono'. ‘A pesatr de todos estos pedidos, el programa sancionado respe- 16 a tradicién enciclopedista y la consolidé atin més. El nuevo plan_no sdlo no preveia ninguna orientacién productiva para la ensefianza, tampoco separaba los establecimientos de con- seni hia: Tos de contenido cientifico. Esta Ainica (es deci El cuadro 10 muestra cémo, a partir de 1876 y con una leve disminucién en, 1879, las materias humanisticas fueron creciendo en importancia por sobre las cientificas; las materias de contenido prictico llegaron a desaparecer y los idiomas se mantuvieron cons- Los colegios nacionales, con programas de este tipo, se desa- rrollaron en forma desigual segiin las zonas del pais. Un desarrollo {sticas ofrece aspectos muy interesantes para el and- de estas TEL proyecto de de Instrucin Diblica del Ia de 1883, pag, 463, reclame de Telasco Ci 1883, pig, 4635 el de H. Legui ee n, en lade 1884, pig. 623 6s Cuadro 10 _HORAS DEDICADAS A CADA T1PO DE MATERIAS EN LOS PLANES DE ESTUDIO. DE LOS COLEGIOS NACIONALES (1870-1893) 1893 18761879 ‘(1884-1888 __—‘1891 66 (50%) 1874 1870 54 63 (54,39) (45,76%) 4353 51 55 (33,39) (409%) (39%) (428) 49 (37%) Humanistieas 4 34 4 (29,39) (34,74,%) (31%) 4a 50 44 (38%) (33%) (295%) (34,2%) 39 Ciensificas (36%) 24 24 25 18 19 2 (18%). (18%), (19%) (1498) (16.3%) (18,64%) 31 (249%) 32 (24%) Idiomas 1 (0,840) 12 u 8 6 6 ? (9%) (8.5%) (636) (59%) (6%)—(5%) 132 132 (1.00%) Pricticas 132013216 lis (100%) Merou, Bs (100%) (100%) (100%) 131 (100%) 129 (100%) (10096) Total Juan Carter Tedeco 7 deceio eiluciones sobre inseruccin superar secundaria, normal y especial, rcp. por}. Gi Fuente: Leye As 1900. a fein poltion dels educacin 6 lisis de problemas tales como la correlaci6n entre educacién y desa- rrollo econdmico. Los datos sobre el tipo especial de crecimiento de la escuela media argentina sirviecon a vatios autores para apoyar las hipétesis de estudios recientes que tienden a cuestionar la forma optimista con que tan frecuentemente se corrélacionan esas dos variables, El cuadro 11 muestra que en el periodo que va desde 1869 a 1895, varias provincias del interior del pais —donde el atraso econdmico con respecto a Buenos Aires y al Litoral era relevante— mantenian, sin embargo, porcentajes de ensefianza media que su- peran al resto de las provincias. Esta caracteristica ha sido verificada también por datos de otras fuentes’, y estudios sobre perfodos pos- res han comprobado que mantiene su vigencia Las explicaciones que se presentaron tendian a ver en este he- cho una manifestaci6n de la valoracién diferencial de la educacién en los sectores de clase media del interior y del Litoral. Torcuaco Di Tella sefialé esta caracteriscica indicando que “en ellas (las provin- cias del interior del pais la clase media, aunque reducida en ntimero y de débil basamento econémico, mantiene importantes tradicio- nes culturales y familiares. Efectivamente, debido a la escasa lidad social allf existent, ella proviene en casi todos los casos desde varias generaciones de otros individuos de clase media o alta” (..) “En las provincias del Litoral, en cambio, la clase media, me- ‘nos numerosa en general, se compone de individuos cuyos padres 0 por lo menos sus abuelos han sido campesinos de las zonas mas, atrasadas de Europa. Y en un par de generaciones no llegan a valorar en mucho Ia educaci6n ni las tradiciones culeurales de su nueva clase social, a pesar que econdmicamence pueden llegar a prosperat”” ‘Mas recientemente, Ana Marla E. de Babini ha tomado este hecho como un indicador més que probaria la hipévesis segiin la cual... “la asociacién entre educacién y desarrollo econémico es 7 Vase Toreuato Di Tella, Rae dl controvetaeducaona on le Arg sing, Init de Soilogs, Facultad de Flosoflay Lees, BAe Tambien Ssrvculo de Rubén Karuman,“Exatficbn educaionl cn la provinclas 2 tina’ en Desarolo enna, val. 7, 28 ellie del mismo Di snc el primer impacto en el dro ec Chonda "TDi Tella, Raices dels consrovesiaeducacionalen ta Argentina, pig U1 70 Juan Carles Tedesco wadro 1 INSCRIPTOS EN COLEGIOS NACIONALES POR CADA 10,000 HABITANTES (1869-1895) Provincias 1869 1895 Capical Federal : 74 Buenos Aires 46 8 Santa Fe - 79 Corrientes Cérdobs San Luis Santiago Mendoza San Juan La Rioja Catamarea Tucumén Salta Jujuy. 14,6 Fuente: Memorias del Ministerio de Instrcciin Piblica, Gonos Nacionales sis estrecha en etapas mis avanzadas de desarrollo, especialmente cen Jo que respecta a la ensefianza superior. Aun cuando las correla- ciones entre indicadores econdmicos y educacionales no indican el sentido de la telacidn, probando la hipétesis anterior conseguiria- mos apoyo para suponer que la educacién (principalmente la uuniversiaria) puede ser factor causal importante de la expansién eco- ‘nGmica en etapas avanzadas de desarrollo econémico, mientras que es ‘menos probable que su influencia sea decisva en etapas anteriores La fancién polities dela edueacin 7 ‘Ambas interpretaciones suponen que el crecimiento de la edu- cacién —en determi ‘rcunstancias — puede no cumpli funcién econdémica, 0, mejor dicho, puede estar as crecimiento educative no se exigenciag eco- inca que se plantea es: zen virtud de qué exigencias ible para tener acceso a los Elestudio de Dario Can- t6n sobre el parlamento argentino en épocas de cambio!” —por gjemplo— revelé que para 1889, las cimaras de diputados y sena- ores del pais estaban compuestas en un 96% y 95% respectivamente por individuos con titulo de médico o de abogado. La participa- cidn en las actividades politicas crecfa significativamente en esos afios, a tal punto que Wilde —un médico— sefialaba en su memo- de 1884, lo “La politica, gran escenario a que aspiraban a subir todos los que se sentian con aptitudes para dirigir los destinos de la Nacién, no offecta facilidades sino a los versados en derecho. Durante los primeros afios, dde nuestra organizacidn, eran los abogados quienes exclusivamente ocupaban los puestos politicos. Los médicos encontraban aplicacién lentos en a pri de cambio, 1890, 1916 y — R Juan Carlos Tedesco nes que la vida administrativa reclama los mantenta a distancia del obi "Data de épocas proximas el momento en que los médicos han exten- dido su esfera de accién, preparindose para el estudio de materias fexcrafias a su profesién para accuar en las Camaras y en el gobierno, verificdndose en esto un verdadero adelanto””. Los puestos en la administracién publica eran también, por lo regular, puestos politicos, ya sea por la funcién misma para la cual se creaban 0 por el mecat do para conseguirlo: el “fax La carrera politica y la participacién en la vida politica de la época era pat onto casi exclusive de un sector de la poblacién sen sti gran mayorla, se mantenfan margina- idades. Muy pocos se naturalizaban y no existian incentives para que lo hicieran. ‘En virtud de estos factores, es posible suponer que una zona como el Litoral con grandes poreentajes de poblacién inmigratoria dedicada a actividades econdmicas en expansién, no haya percibi- do la educacién como una via de ascenso aconsejable, fendmeno Gque se mantuvo durante las primeras genetaciones de hijos de in- igrances Cuadro 12 EXTRANJEROS NATURALIZADOS POR CADA 100 EXTRANJEROS REST- DENTES EN CADA ZONA (1895-1914) ee 1895, 1914. eS Buenos Aires 02 23 Resto del pats 1 0.9 ___ Reso et pas Puente: G, German, sda. en) 1885, pig. XC. La fancidn politica dela educaciin 73 Algunos colegios de la zona evidenciaron no sélo una cién de estancai Nacional de Ros: iento, sino también de retroceso. El Colegio io, por ejemplo, registré continuos descensos en su mtimero de inscriptos, que pasaron de 169 en 1885 a 108 en 1889. Ese afio, su director traté de explicar motivos de esta decadencia y adujo, entre las principales causas“... la indole esen- cialmente industrial y comercial de esta ciudad” Pero el hecho que avala con mayor fuerza la hipétesis de las motivaciones politicas del crecimiento de la ensefianza en el inte- riot es que los colegios nacionales de esa zona no aparecieron como as propias, sino como manifestacién del inte- 0 central por lograr la formaci6n de elites integradas 10 bonaerense. Los colegios n: en los valores En el cuadro 9, donde figuran los afios de fundacién de los colegios, se ads impulso inicial estuvo puesto en las pro- vincias del inc en 1874 se cre6 uno en Rosario y en la década del 80 aparecieron otros en La Plata y en Parand. lo més imporcante de este proceso es que la.e juenos Aires. Si acept: resis sepin la cual : ape Scones apacionales genera algun tipo -de_ Eh concep de la pol poder os allan empenados en ener acceso ae. Deno de la ze pol Exe un grupo parteaar y mde reducido —Le dite police o dirgente, qe compas por apelln nding ivamente cl poder enn crninado, Vs. B, Boctomore, Minority tiedad, Gre ‘ 4 Joan Carles Tedesco crementecargado de planteos donde la aspiracion a.com arti el poder era el elemento fundamé i la revolucién del 90 como Iicica fue el elemento clave radic: iodo, Por encima de las diferen- ‘as que separaban a hombres como Alem, Mitre, Goyena, Estrada, Aristobulo del Valle, etc., codos se unieron en un programa basado cn las reivindicaciones ace ee por Ja consigna del sufragio universal. Es importante observar que el programa apro- See del as Florida, donde qued6 constituida la Unidn Civica, realizado el 1° de setiembre de 1889, no incluia ninguna apreciacién sobre la politica econémica oficial vigente. te efi sobre los aspects polos de Is exractars socal ha permitido hablar de la accién del radicalismo como complemen taria de la accién de la generaci6n del 80. “En cierto modo —han afirmado Gallo y Sigal— el radicalismo completa en el plano poli- ibn al modelo europeo: es medernoalli donde la dite El analisis del comportamiento de los sectores medios repre- sentados por el radicalismo”con respecto a Ia educacién permite aclarar desde este Angulo el contenido de esa complementariedad. La funciin politi dela educacién 5 Como vimos hasta aqui, Ja dite de 1880 llevé sus planteamientos modernizantes a la educacién dentro de’ chos. Al difundir en sectores relativamente amplio . oda optar par Ta conviccion de que el desarrollo-edu- cativo era garantia y signo de progreso estaba muy arza —sinceramente 0 no, no interesa— en la gran mayorla de los cos dela época,independientementedesu tendencia. Las recisamente, modernizay ja orientacidn de la ensefianta Estasalida —que era oherente con el pensamiento de orientacién positivisea de tn ni cleo importante de la élite de 1880 — se manifest. El arribo al poder de Hipélito Yrigoyen en 1916 determiné la anulacién de escas reformas y un regreso al plan tradicional. Esta actitud —aparentemente paradéjica— era coherente con el com- fa esos momentos habfan tenido frente a la res tadicales: en a medida que la preparacién a eta un medio eficaz de preparacién para reclamar la participacién en el poder politico, los sectores medios defendicron su vigencia y la mantuvieron, oponiéndose a cualquier intento renovador de la indole antes mencionada. Los argumentos "Los antecedentes y datos sobre ese intento se concentran en la obra de amas. Reforma orgies en le ence publics ms ance imentos, Peuser, Bs. As., 1916. a we ark 6 Juan Carlos Tedesco sd con los esgrimidos frente jsta de la oligarquia: se de- aban al espiritu nacional zante”. Lo que al radica- car Ia estructura de la para esta oposicién tienen mi tendencia marcadamente economi n de las p ahi dl contenido democratizador de sus reivindicaciones en este plano. Con este marco de referencia, crecmos, es posible intexpretar las actitudes del radicalismo frente a fenémenos como los de la de 1918 que, como se sabe, afecté princi- palmente a los aspectos politicos de la ensefianza superior y no a la brientacién de los estudios, en la cual se mancuvo Ia preponderan- cia de derecho y medicina. ficientes para atemorizar a \versores europeos con respecto a la Argentina. Internamente, de salarios y la desocupacién creciente motivaron una reti- rada masiva de inmigrantes. Para esa fecha el ntimero de personas que ingresaba al pais era similar al que regresaba a Europa 0 se tembarcaba hacia Brasil. El excedente de inmigrados sobre emigra- dos en 1890 fue de sdlo 49.320 personas, frente alos 220.260 del afio anterior. En 1891, el%saldo fue todavia peor: salieron 29.837 personas més de las que ingresaron. ‘Sin embargo, debido a la desocupacién motivada por la sus- pensién de los planes de obras publicas, construcciones, ete., no se fdvietié la falta de mano de obra. La tarea de recuperacidn estuvo a cargo —fundamentalmente— del aumento de la produccién local La vestauraciin nacionalsta, Cr diode las bu os de la edcasion a y de los bajos salarios. Si bien esta situacién pudo haber motivado fen parte a algunos sectores de la oligarquia para orientar la ense- fianza hacia contenidos productivos, no parece posible que haya sido cl elemento clave. Mas bien debe pensarse en la existencia de una combinacidn de factores, donde, adems de la crisis econds ca, actuaba como motivo importante la crisis politica que sobrevi con la Revolucin del 90. Fate fue un movimiento donde, seg st descripciones conocidas, igé un papel relevance la juventud uni Se Ne ee ier al poder palfico®. No es causal, por es0, que los proyectos ministeriales de est En el andlisis de estos proyectos tenemos que dis planos diferentes: el del proyecto en sy el de ls realizaciones con- -cretas, En este segundo nivel, lo tinico que puede sefiaarse es la eacién de dos escuelas comerciales en Buenos Aires (una para vvarones y otra para mujeres) en 1890 y 1897, respectivamé era en Rosatio, en 1896, y al final de la década, a creaci6n de la prime Mientras esto sucedia en Ia ensefianza media, también la es- _auiela primatia recibia la influencia de las nuevas corsientes. A par de la accidn de las primeras generaciones de maestros normal 7% Juan Carlos Tedesco dirigido por Santiago Fite Simon, habia incorporado el trabajo ma- nual en calidad de cursos libres; en 1892, el Poder Ejecutivo nombré una comisién para que estudiara la aplicacién de esta asignacura 2 la escuela ya los Jardines de infantes. La mayoria de la ‘manual con carse- ter educativo y recomend6, en su dictamen, la adopcién de ese ilo que era el inico que satisfacia las finalidades con oportuni jcar sus concepciones en algunos lugares del Litoral. En la provincia de Corrientes, por plo, la experiencia realizada en las escuelas populares, permi- «Pedro Scalabrini presentar un proyecto de reformas dela escuela primaria que dividia la ensefianza en dos ciclos; en el primero, de shanaa comin y general; en el segundo, Los talle nnomia de la educacién, Poco a poco, el trabajo manual quedé reducido a una materia mds en los programas de estudio, sin conse- guir impregnar su carécter al resto de la ensefianza. lo primatio y medio no in ‘cobargo anjvel ministerial se plantearon proyectos implicaban esa modificacién, pero que no consiguieron la sancidn legislativa correspondiente. En 1895, el entonces istro de Instruccién Publica, Dr. Antonio Bermejo, sefialaba la necesidad de modificar los planes de estudio de los colegios nacionales " ‘que la ensefianza sea eminentemente prictica"', Dos afios después, volvia a repetir sus criticas a la ensefianza oficial caracterizéndola de esta manera: ia prsentada .. (en) 1896, «Le pig. XU a XXII. ciertas ramas del comercio, de la age ere. nes: tras principales fuentes de que no pueden desarrollarse sin el auxilio de conocimientos variados y positivos””. Recomendaba, ac tn plan de estudios con un ciclo bisico de cuatzo fos y luego un perfodo de dos, epecializadosegtin la distribucién de las fuentes de produccién de todo el pais. Alafio siguiente, astegui reemplazé a Bermejo, pero continué manteniendo las intenciones de su antecesor. Recomen- daba, on su Memoria, la adopcién del plan de Bermejo, repitiendo Jas eriticas de aquél sobre el conjunto del sistema educativo, lo reemplazé Osvaldo Magnasco. Magnasco joes, obteniendo los mis- La prosperidad econémica habia renacido en el pais, pero no en virtud del adelanto técnico en la produccién —a pesar de que esto en cierta medida se habia logeado—, sino por la abundancia de ti la indiferencia tradicio- jos estudios que se apartaran de las carreras “doctorales”. En 1898, el director de la Escuela Nacional de Comercio de la ciudad de Buenos Aires sefialaba lo sigui “Con mucho sentimiento debo declarar que nuestra escuela no ha recibido apoyo alguao de parte de los hombres de negocios de la Ca- pical, ni de tantas otras personas de quienes bien podria esperarse tna que pres ‘Aduana ignoran por completo la co. Hace algunos afios tuve ocasién de recomendar un excelente estudiante al Ministerio de Hacienda, y Juan Carlos Tedesco joven sele dijo wuna persona influyen «en aquel departamento nadie conocia la escuela en que se habfa edu- Cuadro 13 MATRICULA EN LAS ESCUELAS COMERCIALES (1890-1900) Aiio Capital Rosario (mujeres) 1890 153 1891 225 - 1892 36 : 1893 475 - 1894 491 7 1895 512 e - 1896 530 50 a 1897 582 133 142 1898 659 153 2 1899 666 132 p 1900 673 238 i Fuente: Censo Ficalar de 1909.4 Los reclamos a favor de una mayor lis economia fueron, inclusive, refle discurso que Roca pronuncié ante las ¢ expresaba ese deseo, aunque enfatizando la orientacién hacia la agri- cultura “El pais —decia Roca en el mensaje de 1899— debe en aumentar y mejorar en cantidad, calidad y precio, aquellos ra- ® Memoria presencada .. (en) 1898, pig. 83, La faci pollen de bt educacn a1 ‘mos de produccidn que tienen ya ficil acepracién en los mercados -anjeros, abstenién eras, en. condiciones de irremediable inferioridad, con evidence menos- y verdaderas industrias, la ganaderfa y la agricultura, tan susceptibles todavia de adquirir un inmmenso desen- volvimiento” (..) “La insteuccién general para ser fecunda, ha de contraetse a ciencias y artes de aplicacidn, a cosas pricticas, a las lenguas vivas y a conacimientos de utilidad material ¢ inmediaca -0 que sc hace indispensable entrar resueltamente en ese orden. de ideas y abandonar tradiciones y costu se y palparse no sélo entre nosotros sino en todas las civilizaciones esperanza de poder contribuir a esos objetos, operacidn para la fundacién de colegios y escuclas de agricultura, y demés indusctias de inmediata aplicacién”®. Sin embargo, los proyectos fueron rechazados™. La econo: ssenvolverse satisfactoriamente sin esas escuclas, y el opti- s. Cuando la oligarquia se dio realmente ® Comisign Nac del presidente Roe tl pi EI 31 de mayo de 1 ima de Julio A. Rocay Osvaldo Magnas- 9, se elevd al Congreso Nacional un proyecto de Plan de EnseRanaa General y Universitaria, acompafado de un mensaje en el cul del gobierno en el ud, el gobi de Monumento al Tre. Gra, Julio A. Roca, Mensajes 201 2203. p purados durante ‘qus, nalmente, fue rechazado. Es iil recordat que la oposi- ‘Alejandeo Carbs —un represeneance destacado del wentosradicaron en el ex 0 dejaba a un sector de las pros Nacién, mayo-setiernbre de 1900. 82 Juan Carlo Tedesco TUNA INTERPRETACION DIFERENTE Esta interpretacién del sistema educativo creado en las dos tiltimas décadas del siglo pasado en nuestro pais difiere de las escasas expli- caciones que hasta ahora se dieron sobre el mismo fenémeno. Sin precender desviar el curso de este trabajo hacia la critica de otras postulaciones, puede ser ttil intentar una confrontacién con algu- na hipétesis diferente, Una de las pocas que ha sido presentada con ese caricter y desde la cual se intenté offecer una versién coherente del funcionamiento de la educacién argentina es la que Gustavo F. J. Cirigliano planted en sus dltimos esctitos. Para Cirigliano, la variable central en la explicacién de este problema reside en las necesidades econdmicas y no —como se intenta probar aqui— en las necesidades polfticas. Segin esta hi- pétesis, el sistema edueativo creado en las dltimas décadas de pasado seria una respuesta a los requerimientos de una estructura econdmica dependience, basada en la exportacién ce materias pri- mas y concentrada en las actividades portuatias. “La estructura educacional del pais —afirma Cirigliano— estaba pensada en fun- cién de preparar funcionarios portuarios: individuos discretamente cults, liceraria y cspiritualmente alienados, we6ricamente prepara dos para la vida de gran urbe, pero de hecho intitles para salirse de In esfera de lo aprendido y fundamentalmente dependientes. Esto fue posible porque la estructura educacional del pais fue pensada para Buenos Aires y para Buenos Aires concebido como simple puerto. Este puerto capitalino, para toda la maniobra de importa- cidn, depésito, control y exportacién, necesita una hilera de burécratas: desde los més tltos abogados presidenciables hasta el ms modesto escribiente. Ya esa formacisn estaba otientada la edu- cacién, de manera proporcional, en sus tres niveles””. Cirigliano no intenta probar empiticamente sus afirmaciones, sino que las presenta en calidad de esquema previo de trabajo. Sin embargo, a través de toda esta investigacién no aparecié ninguna iano, Educacin y futuro, Columba, Bs. As. pigs. 80 rmbidn, del mismo autor, Edcacién y politic; el puradgal sistema dele educa argentina, del Colegio, Bs. As., 1969. La fein pote de ba eb 3 evidencia can fuerte como para probar una hipétesis de ese tipo. La correspondencia que se puede establecer entre educacién y econo- fa dependiente esté a nivel de decir que la educacién correspondis a dicha estructura econdmica en la medida que no incluyé dentro de si a ninguna forma de preparacién de recursos humanos para actividades técnicas, y no, como parece sugerir la hipétesis de Ciri- gliano, a través de la formacién de funcionarios portuarios. Inclusi Ia descripcién que él mismo oftece de esos funcionarios no coin de con lo que Ia economia puede requerir en calidad de tal. A pesar de la gran imprecisién que caracteriza el enguaje con el cual Cirigliano planteé sus hipétesis, algunos pétrafos confir- ‘man la impresidn segiin la cual trata de decimnos que entre economia y educacién existe —en ef periodo que aqui estamos analizando— luna correspondencia activa, o sea, que la educacién responde a las necesidades de la economfa formando los recursos htsmanos que ella precisaba para su fancionamiento. Ast, por ejemplo, afirma . todo estaba determinado para un previo mercado de pues- . La clase baja cosecha y fuera: la clase media embala; la clate aka Adirige la operacién de exportar”™ La descripcidn de la estructura econémica de la época no pare- ce confirmar una apreciacién tan rotunda, Si bien algunos sectores de la clase baja se dedicaban a tareas de tipo rural, otros sectores se radicaban en el émbito urbano, rechazados por las pocas posibili- dades de tener acceso a la tierra, y comenzaban a desarrollat actividades de tipo semiartesanal. Por otra parte, para las aetivida- des que Cirigliano asigna a la clase baja no se requerfa una escuela primaria obligatoria, porque esas tareas se podtan cumpli perfec- tamente sin saber leer y escribir. Al respecto vale la pena recordar los conceptos de James Scobie acerca de lo técnicamente ficil que 7 sulta el cultivo del trigo, por ejemplo, que fue uno de los cultivos sicos. Con respecto a la clase media, los datos empiticos rechazan aun mds la esquemitica caracterizacién de Cirigliano. Los sectores medios formados por el colegio nacional no estaban vinculados con ninguna actividad productiva. El burécrata era un funcionario »G. E J. Citiglano, of ct, pig, 83 (bastarillaen el original) eee 84 Jaan Carls Tedesco de la adminiscracién estatal y no estaba ligado sino muy mediata- mente con las actividades del puerto. Por otra parte, esta hipéresis ‘ar por qué los colegios nacionales tuvieron tanto jor del pais, donde no existfa ninguna forma de actividad portuaria. Ademas, y segiin este esquema, los colegios comerciales debieron haber tenido un desarrollo mucho i jeron; sin embargo, hemos visto que t jo, una muy escasa importancia numérica y que stu asta por los funcionarios dela Surgimiento ea existencia era desconocida inch ‘Aduana del puerta de Buenos Aires. En cuanto a la clase alta, es cierto que dirigfa o controlaba las operaciones de exportacidn, pero seguramente no lo hacia a part de los conocimientos adquiridos en insticuciones de educaciéa y, menos aun, en la universidad. " intentar explicar el sen- argentino a través de una correspondencia lineal y un tanto mecénica entre educacién y economfa, La corres- pondencia que existe entre esos dos sectores de la estructura social se dio al nivel que una econom{a agroexportadora basada en la produccién extensiva no requerfa un aparato de formacién de re- cursos humanos capacitados técnicamente. De allf que el sistema educativo argentino no incluyera por mucho tiempo ninguna for~ ma para satisfacer requisitos de ese tipo. Pero si nos quedéramos fe en el planteamiento de la relacidn entre economia y educacidn, tendrfamos que concluir que no hacia falea estructurar un sistema de ensefianza como el que se formé, ni hacer crecer | ceducacién de la poblacién de la manera como se lo hizo. Ante la presencia de estos hechos as necesario intentar alguna explicacién ue se enfrente satisfactoriamente con los datos empiricos explicarlos. Creemos que la hipétesis de las motivaciones p satisface suficientemente la prueba y permite explicar, adicional- mente, hechos tales como el origen oligirquico de los proyectos que tendian a modificar en un sentido industrialist el sistema edu- cacional, o el comportamiento de lo sectores medlios que consolidaron el sistema tradicional y no intentaron modificarlo. 4, EL ESTADO Y LA EDUCACION Ente los autores que se han ocupado de este perfodo de la historia argentina, existe un relativo consenso en el sentido de enfatizar el papel quc el Estado jugé en al proceso de desarrollo iniciado en la segunda mitad del siglo pasado. En la obra de Ferns 0 en la de Gallo y Conde, por ejemplo, se ha sostenido con justeza que la parc Estado n las gestiones para la obtencién de pr tamos, la ampliacién de tierras productivas disponibles (conseguida a través de la lucha contra el indio), el crecimiento del comercio 1, etc., fue crucial para el desarrollo obtenido. Los autores coinciden también en que este desarrollo fue paralelo a la consoli dacién del sector terrateniente, en la medida que toda esa politica favoreci6, por encima de cualquier otra consideracién, a dicho sector. ien el peso politico de los sectores rurales fue decisivo, fue- ron abogados y —en menor medida — meédicos, quienes se ocuparon de las tareas de gobierno. Los terratenientes —en cambio— per- manecicron como grupo decisivo en cuanto ala presidn para es, especialmente las de tipo econémico. Sergio Bagt caracterizd a este sector sefialando que muy pocos de ellos partici- paban en forma directa de la gestién politica, aunque casi tod tenfan trato con los hombres de gobierno!. Esta profesionaliza. de la actividad politica permitié el desarrollo cada vex. mayor de cierta autonomia de la dite dirigente con respecto a los sectores sociales sobre los que se apoyaba, autonomia que se acentué signi ficativamente por dos caracteristicas importantes de la vida politica 86 wan Carlos Tedesco argentina de esa ¢poca: la concenonacién progresiva del poder y la carencia de mecanismos efectivos para lograt la participacién de la poblacién en [a esfera de las decisiones. La concentracién del poder se dio tanto desde un punto de vista geogrdfico como humano. Buenos Aires, sobre la base de su progreso econémico que se diferencia del resto del pafs, acentué su predominio politico. La federalizacién de la ciudad, saludada en su momento como un triunfo del incerior?, acentué aun més ese pre- dominio, al mismo tiempo que orargé fuentes importantes de poder al gobierno central, La carencia de mecanismos de participacidn de la poblacién en la vida politica permiti6 que esa concentracién de poder escuviera fuera de control, de manera tal que el Estado se convirtié en un organismo desde donde se tenia acceso a decisiones importantes que, al no ser controladas, podian asumir ficilmente cl cardcter de arbitrarias, Esta situaci6n dio lugar a negociados es- candalosos y a un grado relevance de corrupciSn administrativa’. El periodo presidencial de Judrez Celman agudiz6 esta situacién, cristalizada en la apariciGn del fendmeno denominado del unica- tot, que expresa claramente la nocién de concentracién no controlada del poder. B. Alberdi, Obras escgidas, Lue del Dia, Bs. As., 1952, tH. en su artieulo sobre la revolucisn del'90, c Victoring dela Plaza quien, en su calidad de funcios su servicios ala casa bancara del barén Es oh cpg 8) ero gu dl ue at conf en presen ip ecg clos polscas. No in aucriad uiendbiaensbsidos amo aparceo, bi pola nega el pesdene fo que el cull renia que prometer As lege transanmores en a providence grtecn,encargaa de tar lard nes ecdar lar vena y sta var far ntpar de ss ago. Bajo i iu den amo se habia cada un prisoner as de cada snassmo ory ra de ead vor nega se prepara como va amano en os degcontentos el presi el stema se mantenn cone ‘sspusigio dl presideme= Guan Bale El ven wa coli poli a rine Rolin Be. Ba 1999), sla oftecida EL Bsada y la Elucacin 7 En repetidas ocasiones los autores han llamado la arencién, sobre la paradoja de la coexistencia de formas oligirquicas de gobierno con una idcologia liberal. Se propusieron diversas ca- tegorias de andlisis para explicar ese fendmeno, tales como “liberalismo no democrético”, “despotismo iluscrado”, etc, avala- das todas ellas no sélo por las précticas efectivas de los gobiernos (fraude electoral, etc.), sino por sus postulados ideolégicos en el plano politico. Diego de la Fuente, el prologuista del Censo Nacional de 1869, afirmaba, en dicha obra, por ejemplo, lo si- guiente “La democracia, no la hacen sino los inscruidos, los que pueden llamarse ciudadanos, es decir, los que estén en aptitud de conocer sus deberes y sus derechos, como miembros de la sociedad constituida. El ignotante no entiende ni de una ni de otra cosa; el ejercicio que se le concede o es una supercheria o es una espada en manos de un loco. ¥ si no, hgase sin engafio efectiva en todo el terti- Corio su voracién, y se veréel resultado. Pudiera ser éste bien terrible a Ja verdad, y sin embargo serfa legal” Una sintesis de este pensamiento la reflejé el mismo Judrez Celman, en sit discurso de 1887, cuando expresaba que “el gobier- no del pueblo y por el pueblo tiene por condicién que el pucblo sea ilustrado”. Pero la coexistencia de pricticas politicas oligdrquicas dentro de un matco liberal fun cativa fluidez como para pensar en una simple “contradiccién’. Francisco C. Weffort ha ofte- ido recientemente una explicacién muy fructifera acerca de este hecho, En un estudio sobre la Argentina y el Brasil donde analiza las condiciones para el surgimiento de movimientos populistas’, ha Diego de la Fuente, pr6logo al Censo Nav STL Mabrafiaga, Los mensajes. Historia de 1 redsctal conoligicament po sus gober le Fisforos, Bs, As, 1910, pig, 21 ” Francisco C, Weffort, "Clases populares y desarrollo soci Pusaguaya de Suciaogia, a0 5, n° 13, diciembre de 1968. Ee 88 Jan Carles Tedesco indicado que esta doble situacién se aj una estructura econémica exportadora y a la necesidad de mante- ner el dominio y el control do la participacién de ‘ros sectores de la oligarqufa y de la poblacidn en general. Asi, por su telacidn con los pafses dominantes, se impone a los productores tun comportamiento econdmico que se ajuste a los principios libe- rales, mientras que, en el pl necesidad de mantener ‘ol del poder para asegurar la idad interna supone la parte de la poblacién. de los paises dependences, del caricter de gran parte de las medi- vos y funciones manifiestas de tipo “democrético”, incorporaron mecanismos oligirquicos. ‘Acesta altura del andlisis puede resultar dil ubicar conceptual- ‘mente —aunque sea en forma esquemética— la educacién dentro de la esfera del poder. ‘La concentracibn del poder que tuvo lugar durante este perfo- do, supone la posesién pot parte de la élite dirigente del mangjo de Jos mecanismos de control s0 acepta la definicién de con- trol social como “...Ja determinacién externa de las acciones individuales por otros que ejercen el poder ala influencia”, no hay dificulcades en analizar la educacién en tanto mecanismo de control. ‘A través suyo, precisamente, se sacializa a las nucvas generaciones dentro del marco de referencia (valores, pautas, etc.) de los sectores dominantes. Los medios usados para lograr efectivamente ese con- fol son de tuna gama muy variada, que va desde la determinacién curriculums hasta la glecci6n del personal, o desde la dif de ciertos valores hasta impedir a sectores de la poblacién el acceso 1 determinadas esferas del conoci “Todas éstas son formas ‘que, de una manera w otra, determinan las acciones individuales de Tos sujeros alos cuales afectan, Si bien puede haber diferencias en la forma de ejercer la determinacién, los efectos son en todos los ca- sos alramente significativos. explica ademés la dupli das internas que, con ol idad * Wilbur B. Brookover, Sociologia de le edueactén cos, Lima, 1964, pig. 68. EL Bada y la Educa a Debido, precisamente, a este cardcter de mecanismo de con manejo es muy codiciado, — cal 0 privado responden.a— esta cqusa. Pero para no establecer confusiones es preciso disting: dos esferas diferentes: oan @ la educacién como mecanismo de control, y @el control que se ejerce sobre la educacién misma, Lo que aqui interesa més especificamente es la segunda de estas dos esferas mencionadas. Esto es asf porque en el marco de estudiado— es vilido suponer que se acentiien aquellos rasgos que tienden a darle el manejo de los medios de control ala élite gober- ante En este sentido, es posible pensar la discusién de aquella época en lo relativo a este problema como una discusién centrada en tres modelos claves: el control estatal, el control privado pero de caréc~ Teriinsdtaclonal (Iglesia, ete), el control popular a través de agrupaciones de vecinos. Estos modelos no eran defendidos, en su forma pura, por nadie. Tados, sin embargo, mezclaban las tres for- mas dando énfasis pronunciado a una de estas alternativas. As, a que rendié a dar la mayoi pretendid el control cotal sobre la ensefianza, pero quiso darle a ca su propio cardcter; los defensores de la educacién a cargo de la ini popular buscaron, por su parte, el apoyo del Estado, por- que de otra manera carecerfan de los mds elementales recursos para su trabajo. A concinuaci de deseribir se impuso la primera de 90 Juan Carles Teerco |. EL PROBLEMA DE CONTROL EN LA ENSENANZA PRIMARIA (ey 1420) in asigna al debate de la ley 1420 un papel destacado en de la educacién argentina, Este mérito lo obtuvo, para- bate donde se discutié cast con proximo. Bastenos, por ahora, analizar espe fn entre la educacién y las autoridades politicas, para determinar la presencia o ausencia de la tendencia a a concen tracién del poder en este Ambito. . ‘Como se sabe, el trimite del debate fue, sintéticamente, el si= guiente: la Comisién de Instruccién Paiblica de la Camara de Dipucados presents un proyecto de ley a través del diputado De- marfa, que respondia a la posicién de la fraccién catdlica de la Camara. Onésimo Leguizamén fue el encargado de responder des- deel sector liberal y de presentat, a su vez, un proyecto alternativo. El cotejo de ambos permite apreciar que las diferencias, salvo la del articulo sobre ensefianza religiosa, eran muy escasas. Los dos esta blecian la obligatoriedad y la gratuidad de la ensemianza, prevefan la creacién de un Consejo Nacional de Educacién y de consejos esco- lares de distrito y creaban un sistema de financiacién que daba auconomia al presupuesto educacional. El proyecto liberal intro- ducia la nocién de gredualided en la ensefianza y, por supuesto, la del laicismo, Peto ademés,y esto es lo que interesa ahora, establ sistema de eleccién de las autoridades escolares de tipo ve al Poder Ejecutivo le estaba seservado jugar un papel decisivo, “EI Con- sejo Nacional de Educacién —dice el art. 53, cap. VI—se compondri de un presidente y de cuatro vocales”, y—en el articulo siguiente— se agrega: “El nombtamienso de los consejeros seri hecho por el Poder Ejecutivo por s{ solo, y el del presidente con acuerdo del Senado”. Por otra parte, en cl art. 52 del mismo capitulo se establece que el Conse- jo funcionara “...bajo la depen del Ministerio de Instruccién, Puiblica” y por un articulo anterior (el n° 38 del cap. TV) se otorga al Consejo Nacional la facultad de nombyrar a los miembros de los, ‘consejos escolares de ‘Mediante este sistema, el Poder Ejecuti- vo y una de las Cmaras mi fas personas a cuyo cargo est Fl Esadoy le 3 El proyecto catélico, por su parte, pretendia un aumento en el fan nombrados por el Poder 1 Senado. En lo que respecta ala depend. nal Ministerio, el proyecto catélico no la a los consejos de mencionaba en nin distri Planteadas de las razones de su posicién. Los catélicos intentaron apropiarse de la defensa del principio de la autonomia de la educacién, dado que fen su proyecto el Poder Ejecutivo compartia con el Senado la ma- yor responsabilidad en cuanto a las elecciones. Ast lo expresé el iscurso de presentacién del proyecto ca- jo en esa ocasién— ha tratado de todos los caras sectores publicos, con- ncados que sean los hombres que desempefian esos altos puestos, hay momentos en los pueblos en que los gobiernos pretenden servirse de estos hombres para influir en la sociedad con todos los medios a su alcance" (..) “Es por esto aque establece el proyecto que el nombramiento de los vocales y el presidente, si bien puede hacerse por el Poder Ejecutivo, en perso- rnas de determinadas calidades, debe requerir también el acuerdo del Senado”. Onésimo Leguizamén, en su respuesta a Demaria, caracterizé sropuesto por los catdlicos como un intento de crear un sexto ministerio. “No creo, dijo Leguizamén, que puedan encontrarse mayores garantias de acierto para la direccién de la ensefianza, en tuna comisién compuesta de tl o cual mimero de personas —sin la calidad determinada por un tiempo considerablemente largo— que Tas que puede dar al pais entero un ministro de Instruccién Pablic, clegido generalmente entre personas de conocimientos notorios y que jerce sus funciones delante del Congreso y con la obligacién de some- tera su ctiterio la mayor parce de sus esoluciones de trascendencia” de Educacién, Cincuentenario de la ley 1420. Debate ig. 14. Todas las citas del debate de esa ley mnada en adelance como Debate pala Thidem, pig, 2. 92 Juan Carlo Tedesco Por muy paradgjico que esto pueda parecer, ls lit recieron como los negadores de Ia autonomia de la cat6licos como sus defensor P td cuando intervino en el debate el ministro de Instruccién Piiblica, Eduardo Wilde, afirmando que, en st oj ‘onal debia ser nombrado exclusivamente por el Poder Ejecutivo!'. Si bien esta postura fue rechazada, en su conjunto todas las posiciones representaron un paso atrés en lo que respecta al problema de la auiconomia, especi ¢ considera la legislacién existente en sos momentos en la provincia de Buenos Aires y las resoluciones del Congreso Pedagégico de 1882. En Ia provincia de Buenos Aires, existia, desde 1875, una ley de educacién que establecfa la eleccién popular de los miembros de los consejos de discrito. La experiencia de este sistema no habia sido, por cierto, muy posit in popular se habia practica- do en muy raras ocasiones y con los vicios comunes a toda cleccién en ese periodo y el funcionamiento de los consejos habia sido muy deficiente desde el punto de vista de la participacién popular efec~ tiva, En su Informe de 1877, Sarmiento afirmaba que los dos afios de experiencia en este aspecto dejaban mucho que desear. “En la préetica —decfa el entonces director general de Escuelas— fallan Ips resultados, o faltan en muchas localidades vecinos que se incere~ sen vivamente en ef progreso de la educacién, o no saben siempre cuales son los medios de impulsarlas; o bien los que tienen recono- idas aptitudes no quieren o pueden contraerse a estas atenciones, ‘ iileimamente los partidos politicos, las enemistades y prefetencias de aldea o barrio, la inasistencia de los unos acaban de embarazar la accién de los que tientn buena voluntad, suscitar divisiones y abandonar en definiciva la gestién a un secretatio rentado, que se ocupa de llevar las cuentas, pasar las planilla al Consejo General, y cobrar los salarios de los maestros”'* Esta critica de Sarmi {que provenia de orros sectores fondo este sistema. N. Larrain, en l berales apa- xcaci6n y los fa, sin embargo, con la , interesados en combatic a sesiones del Congreso Peda- ‘Obras completa, t. XLIV, pig. 334. BL Bind y la Ede 3 gogico de 1882, expresé en una parte de su trabajo sobre Legisle Cin vigente en materia de educacién comin que constituyentes parece que no conocfan nuestras poblaciones, que no consultaron las condiciones econémicas de la provincia y, en fin, que se engafiaron creyendo que en materia de escuelas debfa tenerse en cuenta el con- do, sin que se contase con el fund: de una legislacién justa y sabia. Hasta hoy, sdlo se debe a gobiernos cuanto se ha hecho sobre educacién pill Creacidn de los consejos escolares, es pues un error de cién provincial, que la ley de su reglamentacién h: de lo que permite la conveniencia y el interés de las escuelas” Enfrentando precisamente este ipo de planteamiento, un gru- po de congresales intenté retomar el modelo estado DorganizaciGn escolar y adecuarlo ala estructura local. Francisco Berra y José Pedro Varela—ambos uruguayos— sostuvieron una mocién donde se establecfa la conveniencia de separar claramence la ense~ anza del poder politico. “Es preciso —sostenta Varela— establecer terminantemente una especie de premisa, de principio para todos pueblos de la tierra que han aleanzado esta is llama vulgarmente educacién comin: el éxito de la educacién co- tin seré tanto mayor cuanto menor sea la intervencién que tenga en ella el poder politico; es decir, separemos del Estado a la escuela yentreguémoslaa la familia, que sirve de base al municipio” (..)"De- pender del poder politico en materia de educacién es casi equivalente no existie"“, No debe verse en esta segunda pos favorable ala enseftanza privada tal como se laentiende comiinmente hoy, es decir, a cargo de entidades religiosas o particulares, donde la poblacién ticne poca o ninguna participacién en las deci modelo de Berra y Varela era el de una educaci6n a cargo de la inci tiva popular en lo que hace a difusién, administracién, contenidos, etc. pero contando con el apoyo estatal especialmente en financiero, de manera que garantizara la difusién dentro de los marcos, dela gratuidad, en la que todos estaban de acuerdo. iente, el Congreso aprobé una resolucién relativa a esta 4 fan Cares Teer cuestién donde se decia lo siguiente: “La accién exclusiva de las autoridades escolares nunca podra ser tan eficaz como fuera nece- satio para difundir la educacidn comiin, y es por tanto indispensable, no sblo que los padres y eutores cooperen al buen éxito de la ense~ fianza, sino que todo el pueblo propenda por su propio esfuerzo y por todos los medios a su alcance, a extender los beneficios de la educacidn comiin, fundando sociedades para el fomento de la edu- cacién, empleando la propaganda, las conferencias piblicas, formanda bibliotecas populares, etc.””. E| modelo de institucién dentro de este esquema era el de las sociedades de amigos de la educacidn, desde donde los miembros de ias comunidades locales impulsaran el desarrollo de una ense~ fianza adaptada a las necesidades de la misma comunidad. En 1882, el mismo afio de celebracién del Congreso Pedagdgico, Sarmiento sa- Iudabucon tas palabra lacreseid delaprimeraAsociacin de Amigos de la Educacién Popular, formada en la localidad de Mercedes: “Bis éste el primer ensayo, y lo auguramos feliz, de asociarse volunta- riamente y sin la injerencia del poder publico, para promover la educacién del mayor nimero” (...) “En la ciudad capital de Buenos ‘Aires nunca se pudo formar una. La fncidn del gobierno en este respee- to fe casi siempre quebrar la accién individual, hasta que debia legar el tiempo en que se hiciese la educacién comiin asunto de distribuir cempleos y dar canonjfas a cuancos ocho y nueve quedaban sobrantes de la baraja politica, bajo la impresidn que en cosa tan minima todos, son aptosy aun sobresaentes, echindos a imagina nsitucons 1ue no pudieron ser abogadgs 0 no quisieron tomarse la molestia de po- = craplasnas, ‘como Tike igo ala mula de don Bartolo”. Es muy dificil probar hasta qué punto el gobierno obstaculizé realmente a iniciativa popular del tipo que alude Sarmiento. iva no podia surgir esponténeamente, debido a la idem, pig. 269. WD. f Sarmiento, Obntscomplets, XLVIL, pags. 159 y 160 (basardilla puesta). Véase XAT, pags. 155, 161 y siguientes iénel El Eada y le Edcavion 95 falta de tradiciones de ese tipo en la poblacién del pais, la tenden- cia oficial a controlar fa participacién popular, al mismo tiempo que se adectuaba mis a las condiciones reales del momento —y por lo tanto no promovia ningtin cambio—, reforzaba el proceso de cen- tralizacién del poder y de paternalismo estatal en las funciones piiblicas, El Estado llegé a dudar, inclusive, de la capacidad de sus propios organismos descentralizados para llevar a cabo esa carea. En su Memoria ministerial de 1883, Eduardo Wilde sefialaba que si bien reéricamente era inaceptable que el Estado tuviera a su car- go referente a la instruccién publica, ello era inevitable. “Pensar de otra manera —decia— y dejar en la actualidad exclusivamente li- Srada la suerte de la educacién comin a la accién de los particulares, de los municipios y aun de las provincias es exponerse a tener en poco tiempo un Estado sin ciudadanos apros, aunque con numerosos habirances En este ambiente, el debate de la ley 1420 represents el triunfo de las tendencias que negaban la posibilidad de una autonomia real entre educacidn y poder politico. Ninguno de los dos sectores (ca- tlicos y liberales) reivindicé la legislacién bonaerense. Onésimo Leguizamén la elogié como forma ideal, pero manteniéndola en su forma abstracta, para luego enumerar todos los defectos de su apli- cacién concreta, de la cual resultaba gue la eleccién popular estaba tefida de mayores riesgos politicos que la eleccién vertical desde el Estado. “Debe pensarse —expresé Leguizamén— que el resultado de una eleccién popular (como lo han acreditado el sistema de la provincia y algunos otros) no daria resultados satisfactorios, la elec- cién no responderfa tal vez a los verdaderos méritos de los candidatos, ni a las verdaderas condiciones de consagracién de los vecinos por el tiempo de que dispongan, por su amor a la ensefian- zay las escuelas, sino a lo que puede responder una eleccién hecha en esa forma por objecos de ambicién”™. Leguizamén queria salvar la incoherencia de sus postulados liberales con la negacién de la eleccién popular como sistema legi- 96 Juan Carlee deco timo de expresién, proponiendo un sistema donde por sortco se designarfan los consejeros sobre una lista de veinte personas pro- puestas por el Consejo. Los catélicos no lo apoyaron y, como muy bien lo expres Demaria en esa ocasidn, ninguna de las dos propo- siciones (la del sorteo o la de eleccién por el Consejo) tenia nada que ver con la eleccién popular. Ya ef Consejo se las arcepari, fagregs, para que aparezcan “... designados por la suerte aquellos gue sean los mejores 0 los que él hubiera nombrado de antema- Si ninguna de las dos tendencias representaba la defensa del principio de autonomia de la educacidn, el intenco catdlico de apro- parse de este principio fue una mera maniobra politica destinada a dar mayor participacién al Senado, que era, precisamente, el lugar donde los catélicos tenfan més fuerza. I, AUIONOMIA Y DEPENDENCIA EN LA ENSENANZA SUPERIOR Bl rdmite de discusién y sancién de la ley Avellaneda ya ha sido desctipto con precisién®. Como se recordari, Nicolis Avellaneda, miembro entonces de la Cdmara de Senadores y rector al mismo tiempo de la Universidad de Buenos Aires, presenté un proyecto de ley que constaba solamente de cuatro articulos de cardcter m general, dejando para los estacutos que posteriormente se di cada universidad los aspectos més detallados de administracién y gobicrno, El argumento que Avellaneda esgrimié para justificar un texto de esa naturaleza fue el de la posibilidad de su sancién. Si se hiciera un proyecto —sostehia— las Cémaras tardarian mucho tiem- po en estudiarlo y discutitlo, retardandose sensiblemente la organizacidn definitiva de las universidades nacionales. Pero por detrés de este argumento “administrativo”, la significacién real de tun texto tan general era otorgar a las universidades un amplio mar- Tbider, pig. 333. » Debate parlamentaria sobre lt ky Avellaneda, inroduccién de N. Rodriguez Bustamanee, Universidad de Buenos Aires, Departamento Ed 1939. Bl Bid pla B gen de auronomia para dictar sus propias formas de funcionamien- to. Avellaneda reconocié este caricter de su proyecto a poco de iniciado el debate. "Seria intitil negarlo y debo confesarlo desde el primer momento —dijo en su intervencién del 23 de junio de 1883—. Este proyecto tiende a constieuir bajo cierta autonomla al régimen de nuestras universidades’ La manera de garantizar esta autonomia residfa no solo en la brevedad y generalidad del texto, sino en algunas disposiciones con- tenidas en él. Dos de ellas interesan muy particularmente porque fueron, ademds, fas que ocuparon mayor espacio en el debate: 4a) al régimen de concursos para la provisién de citedras, y 4) la participacién de los profesores en la composicién de las facultades. El primero de estos puntos fue discutido con mucha amplitud en la Cimara de Senadozes, Wilde fue quien encabez6 la oposicién al sistema de concursos propuesto por Avellaneda en su proyecto de ley y planted, como sustituto, el sistema de eleccién por el Poder Bjecutivo a través de una tera de candidatos presentada por las facultades y, aprobada previamente por el consejo superior de la respectiva universidad. En el curso del debate, tanto Wilde como Avellaneda trataron de hacer girar el eje del problema alrededor de disquisiciones hist6ricas y no politicas. Fue otro senador, entonces, quien planteé el problema en sus términos verdaderos. “El profe- sor que se nombra por el Poder Ejecutivo —dijo el senador Baltoré en la sesién del 23 de junio— cualquiera que sea la forma que se establezca, puede ser separado por el mismo Poder Ejecutivo y éste es bastante motivo para que no tenga la tranquilidad necesaria aquel. que se dedica a la ensefianza”®, ‘A pesar de la oposicién de Wilde, la Camara de Senadores aprobs, por diez voros contra nueve, la adopcién de] régimen de cconcursos. El proyecto pasé entonces a la Camara de Diputades, donde se replanted la discusién, pera ahoraen un ambiente mucho sis “oficialistd” que el anterior, lo cual permitié que se rechazara el sistema de los concursos y se lo reemplazara por el de la terna a 38 nan Carley Tedesco decisin del Poder Ejecutivo. Pero, ademds, este marco oficialista permitié a Wilde expresar con mucha mayor claridad su posici¢ frente a la auconomia tniversiraria. “Nuestras universidades —dijo en esa ocasién— no pueden vivir por sf solas: es un hecho. Viven del poder piblico; si el poder paiblico no les da los medios de sub- sistencia, no pucden subsisti, sino se les paga su presupuesto, tienen que cerrar sts aulas. No tienen fondos propios. Por consiguiente no se puede invocar todavia, su independenciz” . Esta manera de concebie el problema de la autonomifa univer- sitaria equivale a su negacién como principio. La tinica forma que existe para que una universidad tenga medios propios de subsisten- cia es cobrando la matricula y esto la convertiria en una entidad privada més. Es decir, que si fa universidad estacal recibe recursos del Estado tiene, segiin Wilde, que seguir subordinada a los reque- rimientos, las oricntaciones y el control estatal. Y no cabe duda de ‘que una de las formas de control ms eficiente es manejar el meca- nismo de seleccién de los docences. También en relacién al segundo de los puntos mencionados antes, la Cémara de Diputados se mostré més inclinada que la de Senadores a limitar los margenes de autonomia. El Senado habia aprobado la propuesta de Avellaneda en el sentido de que al menos tuna tercera parte de los profesores participaria de la composicién delas facultades. Si bien esto ya equivalia a excluir a los dos tercios restantes, la Cémara de Diputados entendid que cra demasiado y resolvié que esa tercera parte seria el limite mdxino de participacién docente. En esto, como bien lo sefialé Rodriguez Bustamante, no ubo casi excepciones, Tanto catélicos como liberales estuvicron de acuer- do en la exclusién de latmayoria de los profesores, rechazaron de plano una propuesta en el sentido de dar cabida alos graduados" y, por supuesto, ni siquiera se mencioné a los estudiantes. Este sistema de gobiemo fue la base para la constitucién de camarillas oligrquicas y extrauniversirarias en las facultades, que generaron las violentas reacciones del movimiento reformista de i918. FL Budo yl 99 Un primer balance de las descripciones precedentes parece con. firmar la afirmacién segiin la cual el Estado tendié a concentrar en | sus manos uno de los medios més eficaces de control sobre la edu- | cacién: la eleccidn de las personas encargadas de dirigirla, En la cjecucién de esta tendencia conté con la oposicidn circunstancial de sectores desplazados que no reivindicaban la tendencia contra- ria sino una adecuacién a sus propias conveniencias de poder. Pero el Estado llegé no sélo a controlar los sistemas de eleccibn de personal sino que, pricticamente, se constituyé en la tinica agen- cia educativa. Los secrores que —por su importancia— pudieron en cierta medida competir con él fueron las comunidades extranje- ras y la Iglesia. Pero, como veremos enseguida, su accién fue decteciendo y quedaron finalmente bajo control estacal. Como se recordard (véase capitulo 1), la funcién que en el programa de Sar- ‘mienco tenia este monopolio estatal de la ensefianza era una funcién activa. Esa funcién era, biésicamente, la de ejercer una politica de modificacidn de las orientaciones clisicas con el objetivo de impul- sar tendencias pragmaticas que en los sectores rurales dominantes no aparecerfan esponténeamente. Sin embargo, los hechos no se dieron de ese modo. El cuasi- ‘monopolio estatal de [a ensefianza implicé no sélo el mantenimienco sino la consolidacién de las orientaciones clésicas. Las deformacio- nes que esto trajo fueron advertidas en repetidas ocasiones, lo cual permitié [a aparicién cle nociones sosprendentemente claras acerca diel papel planificador que puede ejercerse desde el Estado, Sarmien- to, por ejemplo, en una de las muchas ocasiones en que sefialé el peligro de aumentar indefinidamente el nimero de abogados y mé- dicos, sefialaba que ya en esa época “ ...a economia politica se desattolla répidamente y puede irnos diciendo poco a poco con ‘gran precisién y certeza, la conveniente proporcidn entre las cuatro profesiones que llamamos agricola, mecinica, comercial e indus- trial”, La dlite dirigente mantuvo, fiente a objeciones de este tipo, una actitud pretendidamente liberal. “Los gobiernos encargados de difundir la instruccién, obligados aello por cl convencimiento y lets, XLIV, pgs. 200 y 201 carlos Tedesco 100 por la ley —decfa Wilde en 1884— tienen que permanecer como ‘eros espectadores ante los mates relativos y parciales que ella engendra -y deberdn esperar, con espera la sociedad, gue la misma naturaleca ‘del conflicto corrija sus ‘deers si alga ved han de ser corregidos™®, Una posicidn de este tipo, en realidad, no tiene nada de pres- cindente. El Estado no fue indiferente a las orientaciones de la ensefanza y, como vimos en los capfeulos anteriores, participé acti- vamente en la promocién de algunas y en el desaliento de otzas. (en) 1884, pigs, 166 y 167 (bastacdilla nuesta. prow 5. LA ENSENANZA PRIVADA En las péginas anteriores se afirmaba que los tinicos sectores con posibilidades de llevar a cabo una accién educadora al margen del Estado eran los inmigrantes y la Iglesia. Analizaremos esto con cierto detenimiento, para luego enfocar el problema que ofrecfa la Iglesia ‘como agente tradicionalmente competidor del Estado en esta esfera. ‘Nuestro pais se incorporé a la corriente inmigracoria mundial ‘en momentos en que ésca invertia el cardcter que venia mantenien- do con respecto a los paises desde donde se originaba la mayor salida de personas. Asf, mientras gue a mediados del siglo XIX, el 99% de todos los inmigrantes provenia del noroeste de Europa, en 1870 solo un 65,4% tenia este origen. En 1880 ese porcentaje ha- bla descendido atin més: 51,5%; en 1890 estaba en el 37,2% y en 1900 en 30,9%. Este aspecto del problema inmigratorio habia merecido una atencién muy especial por parte de aquellos que con- cibieron la inmigracion como salida a los problemas més acuciantes del pais. Son de sobra conocidas las opiniones de Alberdi y Sar- miento, por ejemplo, sobre la necesidad de promover la legada de inmigrantes provenientes de los paises industrializados y no de cual- quier parte de Europa. “Pata civilizar por medio de la poblacién —recordaba Alberdi— es preciso hacerlo con poblaciones civiliza- das; para educat a nuestra América en la libercad y en la industria es preciso poblarla con poblaciones de la Europa més adelantada en libertad y en industria, como sucede en los Estados Unidos”. ‘embargo, la Argentina recibié constancemente poblacién de origen italiano y espaol en su mayorfa, aun en aquel que todavia babfa un margen muy amplio de inmigracién que salfa del noroeste europeo. la organiza

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