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HISTORIA DEL IGLESIA DE JESU-CRISTO, LOS TRES PRIMEROS SIGLOS: EL REV™ JOSE MILNER. TRADUCIDA DEL INGLES. ‘Londres1 en la Imprenta de 5, Bowman, 6, Blewitt’s Bulldings, Fetter Jame. INTRODUCCION DEL AUTOR. AA TR ADVERTENCIA. Pocas obras se han escrito en inglés, ni mas utiles, ni que hayan sido mas generalmente apreciadas que La fistoria de la Iglesia de Cristo, por Milner, cuyo primer tomo acaba de publicarse en espafiol. El traductor y los editores se contentaran con que el publico, & quien la ofrecen, reconozca unicamente en la traduccion el merito de la exactitud, en que tanto se han esmerado. Se queda disponiendo para la prensa el segundo tomo, y 8i la aco- gida del primero fuere tan favorable como se ., conti- nuaran publicandose todos los demas hasta el fin de toda Ja obra, en obsequio de los espafioles de ambos emisferios. El tomo indo abrazar& la continuacion de la historia hasta el siglo quinto inclusive. vias 20 agree UNO! dy a YUE MAYS pes UGMOCIUU, Ne pretend entrar’ con sobrade nimizdad en’ la his- tovia'de cus’ Fespectives ritos y ceremonias, ni en las formas del! gobierno evlesiastico, ni mucho menos é sw historia secular. Se omitiran hasta las contro- versias’ relipivsay, si se esceptuan uellas que nos parézcan fener al; relacion con la esencia de la Yeligion’ de Jesu-Cristo; y de las que Ja historia de siy Verdaderd iglesia parece que reclama’ alguna no- tidia. Quiet aguarde, pues, el lector que'le pre- a Londres: en ta Imprenta de J. Bewzaan, 6, Biewit’s Buildings, Fetter Lane, INTRODUCCION DEL AUTOR. Cuando ofrect imprimir esta historia de la Igle- sia de Jesu-Ctisto, promett una Historia Eclesiastice bajo un plan muevo. lector por lo tanto esperaré naturalmente una idéa clara del plan, que en una materia tan general- wiénte conocida, reclama alguna novedad, 4 fin de que pueda jwzgar por st mismo si es bastante in- teresante para empetiarle & leer la obta. No hay duda que desde el tiempo de nuestro Salvador hasta el dia, ha habido siempre hombres duya condueta y carketer han sido arregladds 4 las maximas dél Nuevo Testamento ; cristianot vérda- eros, y no meramente de nombre; que han creido las doctrinas del evangelio, y las han amado ; razon de su excelencia divina; y que ham sufrido en gusto “la perdida de todas las cosas por & Gristo, y en éF hallarse.” (Filip. iii. v. 9, 10.) La historia pues de estos hombres es la que me Proper. goescribir, Niesde consecuencia con respecto 4 mi plan, ni aun creo que sea de una importancia esen- ¢ial la. iglesia: drterna, 4 que hayan ‘pertenecido. No preteitdo' entrar con sobrada nimiedad en la his toria'dé sus respectivos ritos y ceremonias, ni en las formas deli gobierno eclesiastico, ni mucho menos ¢w su historia secular. Se omitirén hasta las contro- versias religivsas, si se esceptuan aquellas que nos mn fener alguna relacion: edn la esencia de la feligion’ de Jesu-Cristo, y de las que la historia de sw verdaderd iglesia parece que reclame’ alguna no- fidia. Que’ vo aguarde, pues, el lector que'le pre- a vi gente las acciones de los grandes hombres, quiero decir grandes en sentido politico. Solo hablaré de lo-que me parezca pertenecer al reino de Jesu-Cristo : la verdadera piedad es lo tnico que me propongo * celebrar. : Un observador atento habra notado no sin sor- presa un vacio de esta espécie en las historias ecle- fsticns anteriores. La malignidad ha sido satis- fecha hasta la saciedad con la estensa publicacion de'las maldades de los eclesiasticos. Las relaciones de los hereges mas desenfrenados y visionarios- han , Henado las paginas de la historia; y sus delirios tearicos y practicos se han reputado dignos de re- ferirse minuciosamente. Las disensiones interiores de-las iglesias se han descrito por apices. Los en-. redos y las intrigas de cualquiera sistema secular que afecta cubrirse con el manto de la religion, se han procurado desmascarar con una cuidadosa Particularidad: la conexion: entre la iglesia y el estado ha subministrado muy abundantes materia- les. para.lo que se lama ordinariamente Historia de Iq. Iglesia ; y han sido mucho mas.acatadas la lite- Tatura y la flosofia que la piedad y la virtud. . No hay duda que algunos historiadores de la iglesia mas antiguos y estensos, como el Sir. Mo- eim .en. su compendio, nos han dado noticias muy importantes; si se les considera absolutamen- te como historiadores profanos, no merecen gran cénsura. Y si hubiesen ademas incluido en sus Rarrativas politicas una noticia de los progresos de la piedad, no me hubiera tampoco atrevido 4 re- prenderlos: como 4 historiadores eclesiasticos; pero ellos muy 4 las claras dieron proporcionalmente una éstension mucho mayor 4 la Fistoria de 1a perversi- dad, que 4 la de la piedad en general. De aqui-es que: los males que han ocurrido en la cristiandad aparecen aun mucho mas graves de lo que real- mente han sido; y el desagradable efecto que. ha wii pfoducido'en' mi anirito la Wctira dé Mosheim; it sera ‘ptdbableniente'un caso-singular; es decir, qui por esta lectura 4 muchos les podr& parecer que hii” verdadera religion ‘apenas haya‘existido. La mali+ cia de los incredulos ha triunfado, aunque sin razon,' con este motivo: los vicios de los cristianos de nom- bre han sido ciertamente exagerados en su totalidad$- y tos deistas y los escepticos se han aprovechado! parte de esto, y parte de la escasez de noticias relati-- vas 4 mahometanos y gentiles, para presentar 4 und§ y 4 otros mas virtuosos que 4 los cristianos. vie “4 Qué idéa se podré formar de un examen por des! gracia tan parcial de la historia de Ja iglesia?’ ‘Ea verdadera piedad ama el -retiro y es esencialmenté humilde. No busca la alabanza de los hombres, sind: la gloria de Dios; y oculta 4 los ojos.del mundo ‘el bien que hace, con mas cuidado que la maldad sux iniquidades. Sus mas sinceros profesores han sido por lo regular y en el mayor numero, personas pri+ vadas, que rara vez han figurado en las escena¥ publicas y ruidosas de la vida humana. _Los histo- riadores mas celebres que han aparecido hasta adrd} segun notamos, ni han mirado con mucho interes, tif hecho tanto caso de la piedad, que creyesen desu deber tomarse el trabajo de sacarla de su: modesth* oscuridad*. El predominio que ha tenido la'per- * El Libro de los Martires, escrito por Fox, es, sin em| y ura excepcion particular de esta nota. Los Centuriadores Magde- burgenses, obra deque no he tenido noticia hasta despues de hubét concluido este volimen, estan igualmente -esentos, 2,lo menos én parte, de la tacha que he reprendido, de escribir la Historik Ecle< sjestica, girando sobre las cosas del sig'o, Sin embargo, omiten’6 focan muy por encima algunos hechos importantisimos del cris- fidnismo, al paso que refieren ‘con una fastidiosa puntuslidad mu- Ghos Yormenores poco interesantes. Parece, con ‘todo, haber side hombres de: wendatera piedad, laboriosos é ilustrados, y pueden ser- me de mucho provecho para las partes que siguen de esta historia, si la continuare. an ‘El tomo del Sefior Newton-es bien conocido, y su‘merito le re- a2 versiddd en: todos los siglos, ha ‘aunientado ésta difi- enka’, Man de aqui proviene que la escasez de mate- Ie qu we propiamente merece el nombre de’ poe ani de lp iblecia, es mucho mayor de lo que puede concebir cualquiera que no haya exa- Sieake bien ef asunto. He consultado, sin embar- Siempre lo mejor que he sabido y podido las’ tes originales, y nunca me he contentado con copiar-las opiniones de los historiadores modernos. pero, pues, que se me permitird llamar al plan are ropongo, un plan no desacertado. Es cierta- palabras “iglesia y cristiano,” en su sentido Primitivo y mas natural, tienen relacion solamente ean-los hembres virtuosos. El Divino Fundador de nuestra religion ha prometido que “ las puertas del’ inferno no prevaleceran contra ella.” Debe, por consiguiente, haber existido en todos los siglos ung” serie sucesiya de hombres piadosos; y no sera de poce provecho una histaria como esta, si por ella se. prueba que en todas épocas’ ha habido verdaderos disefpules de Jesu-Cristo Otras ventajas, ademag de.estas, se. conseguiran tambien. Ver y delinear la. _bondad de Dios, preservando. su iglesia en. todos. — con su providencia: y gra ia, sera Pars el’ : devota uno de los. consuelos mas agradab! les: lara bien sentade el honor del cristianismo ; canacen y confiesan los hombres de mayor piedad y discernimiento. Una ver penaé comenzar aii obra en donde’ acaba In saya. Pero. Se gay form ua gln ie denise coos ea peculiar de todo oe a ae Ty cites 3 commo, 2m secs untae to realmente del modo de pansar le este respetabilisimo au- = mudé de opinion, contentandome con reconocer en este lugar, ee, segrun lo que puedo acordarme, le lecture do esto instructivo valumen de Is historia 06 Ia primera & sugerirmo Is m de = © La historia de las maldades x sbusos da la religion, no. @8, pro- piamente una historia de Ia iglesia; esto seria tan absurdo como suponer que Te istvie do joe ‘de camino, que han infes- cualquier pais, faese la historia de 1g nacion. i” moguredd -@: valor de sus doctrinas: esenciabérs39 ademas frecuentes ocasiones para establee ce lo que es y Jo que no es: evangelio. De-este mvultare que los triunfos de los escepticos destituidos de toda verdad, cuando se evidenciaras todo .bien considerado, que la religion de Jesux Cristo he, pristide siempre, y producido sus propio, frutog, & lo que ningun otro sistema puede aspirant . con'ragon; y finalmente que los males de que low qristianos de nombre han sido culpables, nacieren, ne del evangelio, sino. de la hipocresia. de los que \eurparon un nombre tan digno, y é el cual ni su Se nj su eondueta los hacian acreedores. . = Estas y otras palpab les ventajas que de semejanta historia deben , son las que me han emprenderla. Oprimido me siento bajo el da: tamafia mole; sin embargo, con la ayuda @ Dios debo proseguir. “In magnis voluisse sat at.” (Harto es querer en las empresas arduas.) 3 Aun me restan dos promesas que anticipar. Prig mera, asegurar al lector que tendré por un indis= pensable deber mio presentarle unicamente hechos verdaderos; y que si soy mas difuso en reflexiones de lo que permiten las leyes severas de la historia, debera tener presente que las equivocaciones y falsas noticias que ha introducido la moda en la historia antigua, exigen gran atencion. segundo lugar, prevengo al lector ingenua:, mente que no espere de mi condescendencia alguna respecto del gusto moderno del escepticismo. No afectaré dudar del credito de antiguos y respeta+ bles historiadores. Y asi como no es fheil evitar, del todo el contagio del siglo en que uno vive, 4 causa del impetuoso torrente de las opiniones domix nantes, asi tambien me creo, por otra parte; suficien- temente esento del extremo opuesto de supersticio- sa_creencia. Ambos deben evitarse; pero, por de: contado, como. el mas insidioso, debe evitarse aquel: © x estremo que esti sostenido por las apariencias de un’ extraordinario discernimiento, por la autoridad de gente de nombradia, y por el amor de los aplausos. 1 siglo actual, en materias de religion, puede justa- mente Iamarse el siglo del amor propio. Condena- mos 4 los antiguos en -masa, sin oir sus defensas ; sospechamos de sus relaciones historicas, sin verda- dera critica; consolidamos la malevolencia y la im- piedad. con semejante proceder;, hemos legado 4 os que no tiene igual nuestra penetracion : saber; y nos pasmamos de que nuestros antepase> sados hubiesen sido, por tanto tiempo, el juguete de to absurdo, sin reflexionar que algu: BO ‘de, los iglos venideros nos contents vez, 6 nos re- convendra por la insensatez de que nos creemos per- Sectamente esentos. J.M. “SIGLO PRIMERO; Idéa sucinta de la Iglesia, hasta donde puede cole. ” girse de la Sagrada Escritura. Capek Jerusalen....... IL. Judea y.Galilea . XIV. Las siete iglesias del Asia XV. Resto del primer siglo... . SIGLO SEGUNDO. iL ‘Historia de Jos cristianos dorante el reinado de Tra- VI. Los martires de Lyon y Viena Vil. Estado de los cristianos bajo los reinados de Com- modo, Pertinax, y Juliano.—Historiade Peregrino 201 VIIL. Tdéa sucinta de los mutores cristianos que florecieron eneste Siglo 62... ce ceee eee ee ee eeneeeeee 207 TX. Revista de las heregias y' controversia de este siglo, -y una idéa del estado y progresos del cristianismo durante 8U CUTEO...- 1.26.6... seen ee seeeee 213 \ ‘ xii SIGLO TERCERO. ras. " Clemente. Alejandrino. . V. Estado de la iglesia durante 10s reinados de Severo y Caracalla 11... sess ee eee ee eee e rece eens 246 VI. Estado del cristianismo durante los reinados de Ma- crino, Heliogabalo, Alejandro, Maximino, Pupieno, Gordiano, y Filipo ....... VII. Conversion de Cipriane . +. 270 VIII. Principio de la persecucion de 5 de. Cipriano hasta su retire ..--+eeeeeee eee e sees 278 IX. Historia de. Ci 7 de la iglesia de occidente, ’ durante los dos afios de'su retira..... daeeeneee 281 x. Azreglo que hizo Cipriano en.su iglesia despues de vuelta, é historia de la iglesia de occidente fens percep imperio de Galo .... 311 XI. Hise de la iglesia durante el reinado de Galo . XIII. Periodo pacifico del reinado de Valeriano .. XIV. Ultimos hechos y martirio de Cipriano XV. Cipriano comparado con Origenes. XVI. Otras particularidades de la de XVII. Desde el reinado de Galieno hasta el fin del righ XVIII. Idéa sucinta de Gregorio el Taumaturgo, de Teog- nosto y Dionisio de Roma . 416 XIX. Ulterior extension del yen él tercer sigio .. 422 XX. Idéa sucinta del esterior de 1a iglesia en el tercer 424 . siglo XXI. Testimonios 4 favor de la iglesia de Jesu-Cristo sacados de sus enemigos.....-.....s.ereesee 435 %EXII. Conexion entre la doctrina y la Priction de los crie- tianos primitives......... Peete erent eenee 449 SIGLO PRIMERO. ) IDEA SUCINTA DE LA IGLESIA, HASTA DONDE PUEDE COLEGIRSE DE LA . SAGRADA ESCRITURA. CAPITULO PRIMERO. JERUSALEN. Que “a penitencia y remision de los pecados se pre- dicise en nombre de Jesu-Cristo, empezando por Jerusalen” ‘S. Luc. xxiv. 47), es un de la Escritura que sefiala, un mismo tiempo, lo que es la religion cristiana, y 4 donde hemos de acudir para ver su principio. Vamos 4 deseribir elorigen de una dispensacion la mas gloriosa 4 Dios y la mas benefica para los hombres. El cristianismo encontrd el género humano en un estado universal de pecado y mi seria. En Judea solamente se daba algun culto al Dios verdadero. Las formas de la economia de Moisés subsis- tian, pero muy oscureci@ws y degeneradas por las tradiciones farisaicas, y por la impiedad de Jos saduceos. EI antiguo ueblo de Dios se habia corrompido con la perversidad de los gentiles, y, aunque no faltaba entre ellos multitud de maestros, sin em! , cuando “ aquel que conocia lo que habia en el hombre,” vié la condicion spiritual de este pue- blo, se compadecié de el, porque “ya desfallecia, como la oveja ain pastor.” Ellos, a la verdad, no dejaban de tener algun grado de instruccion 4 lo menos moral, bien que muy defectuosa, y, bajo no pocos aspectos, esencialmente erronea: pero carecian enteramente de aquel conocimiento, en el que consiste la penitencia y remision de los pecados. No obstante la luz del Antiguo Testamento, la institucion de sacrificios, Ja declaracion de tantas profecias concernientes al Mesias, y los ejemplos de tantos santos varones, que, en aquella os- B . 2 cura y preparatoria dispensacion, aprendieron 4 temer 4 Dios y a creer en las promesas de gracia, no aparece que el cuerpo de la nacion judaica fuese, como religioso, material- mente mejor que el resto del mundo. Eran ideas enteramente desconocidas en la Judea las de que el hombre necesitase de un cambio tal de disposicion, cual expresa la Escritura por Ja palabra mETAN 1A, debiendo hacerse nuevas criaturas, y recibir el perdon de los pecados por la fe en el sacrificio del Cordero de Dios ; si exceptuamos, empero, la opaca luz que visit6 las almas de Zacarias, Simeon, Ana, y pocas mas per- sonas devotas, que aguardaban la redencion en Jerusalen. ~ - Tan lugubre noche era en la que ed Sol de Justicia se apa- Tecié en el mundo. Con dificultad en ningun siglo han tenido un predominio mas general la ignorancia y la iniqui- dad. Lo prueba la historia de Josefo. Este autor se de- tiene, es verdad, en los sucesos publicos y politicos principal- mente, sin embargo arroja bastante luz sobre las costumbres de los tiempos, y muestra que la estrema impiedad y los crimines de los principes herodianos, estaban retratados con -demasiada fidelidad en la vida de sus subditos. Ha habido i de la historia de los judios mas favorables 4 1a pie- lad i por ejemplo, la época de Josué, de David, de Esdras, y de Nehemias. Porque siempre hubo algunas a8 que, ‘a lo menos implicitamente, descansaban en el Dios de Israel, :y confiaban en el Redentor que habia de venir. Pero aquel “que ha puesto los tiempos y las estaciones en su propio : pte, eng Ja mas tenebrosa para la manifestacion de la ocer nuestra. ia corrupcion y desamparo, y, por la -fe en Jesu-Cristo, abe, por pple cxpariensia, “Ve nedio ‘conveniente y eficaz, es, sin duda alguna, el secreto genuino de la piedad verdadera. Mas en cualquiera parte en donde la impiedad -y-la maldad se han difundido muy general- mente, el conocimiento de estas doctrinas comunmente se pierde. En medio de mil debates, aun sobre materias reli- giosas, se borraron estas de la creencia de los hombres, 4 pesar de ser el {ico medio para libertarse del vicio y de la ansensatez. La ignorancia en que los judios vivian, respecto de estas cosas, fué lo que movid al Hijo de Dios 4 lamen- tarse en sus dias de su monstruosa condicion. Pero yo no trato de formar una dilatada historia del mismo Jesu-Cristo. A la verdad unas pocas almas se convirtieron durante su permanencia en la tierra. Los quinientos hermanos, que le vieron todos 4 la vez despues de su resurreccion, pareee que 3 incen la sama total de sus discipuios. Y ademas se puede observar, que todos estos, y los mismos once sinceros apés- toles, estaban poscidos de las ideas de un reino temporal ; wa contra la cual sus paisanos desgraciadamente se estrella- von, al hacer exposiciones de la Sagrada Escritura, en tode io relativo ai Mesias esperado; ni tampeco habian aprendido, todavia con claridad y firmeza de conciencia, 4 poner sux sfectos 6 inclinaciones en las cooas oclestinles. 4 precisamentte el critico momento en que plu Dios erigir la primera i Jesia orstiana en Jeraralen Fete fué la primera de aquellas efusiones del Espirita de Dios, que, de tiempo en tiempo, ha visitado la tierra desde la ve- nida de Jesu-Cristo, y salvadola de la total ruina que la amenazaba por la ignorancia y el pecado. Es una ventaja inesplicable que fengamos la historia sagrada, que no nos deja dada alguna esto. La falta de un recurso seme~ jante aparecer& mas de Ileno en la historia de las sucesivas efusiones* del Espiritu Divino. Nuestro deber, sin embargo, 20 es quejarnos, sino ser agradecidos. Si atendemos cui- & este primer ejemplar, servira como de mues- ta examinar otros fenomenos religiosos, y ler j Erde eos en general, y si contuoes one's Preece piedad, mediante su conformidad 4 oposicion con este. Observemos, pues, las circunstancias en que fué concedida esta efusion del Espiritu Santo. Como la penitencia y re- Riision de los pocados eran las doctrinas que servian de guia 4a religion de Jesu-Cristo, se hizo el mas estenso lugar & elas con el complemento de la redencion. El se habia ofre- ‘ido sactificio para los pecados de los hombres, “ habia re- suscitado” de entre los muertos para nuestra justificacion, 7, 41a presencia de sus discipulos, acababa de subir al cielo. que el Evangelio, esto es la nueva alegre para los peca- dores arrepentidos, el dulce anuncio de reconciliacion con Dios, em, en Jerusalen, escena de tanta maldad come- tida, y de tanta gracia de que se habia abusado, era una. prueba no pequefia de las riquezas de la divina bondad, y tna declaracion ilustre del gran objeto del Evangelio, esto * En la palabra ¢fusion, tan significante por mas que no sea moda, po incline ie en de las on eerie Pitas 'y extraordinarias del Espiritu de Dios, sino solo aquellas que, en todos tiempos, concede a m iglesia. El plan de esta historia tiene poca conexion con las primeras. Debe, no obstante, tenerse presente, que una notable dispensacion de la di- viina gracia en cualquiera época particular, seexpresa siempre por las ex iones Hfusion del Espirita de Dios, & efusion del Divino & Sento Espiritu, B2 4 es, purificar & los impios y dar vida 4 los muertos. Los apéstoles, por mandato de su Divino Maestro, se quedaron en Jerusalen, esperando al prometido Espiritu Santo, “ pro- mesa la cual,” dijo, “ oisteis de mi boca” (Hechos, 1. 4.), y ecieron en mutua, caridad, y en fervorosos ejercicios le oracion y suplicas. Parece que tenian poca idea de lo que el Espiritu Santo iba 4 hacer con ellos, si se puede con- jeturar por la filtima pregunta que hicieron 4 su Maestro: “4 Si restituiras en este tiempo el reino 4 Israel?” Es na- tural el pensar que ellos estarian recreando su imaginacion con la hermosa perspectiva de un reino esplendido, acom- pafiado de todas las circunstancias de pompa y grandeza esterior. Imaginarian que los principados y sefiorios iban 4 substituirse & fas redes y barquichuelos de pescador, y se regocijarian con la idea del dominio esterior de su Maestro enel mundo. Pero no Porque ellos dejasen de tener una verdadera propension hacia alguna cosa infinitamente mejor. Sea de este lo que fuere, nos dan una leccion provechosa ; “ellos continuaban en oracion y suplicas.” En todos tiem- pos los que lo hicieren comprenderan, sin duda alguna, cuando sea del agrado de Dios, lo que significa el reino de los cielos, y hallaran, por una feliz experiencia, este reino " establecido en sus propios corazones, es decir, “ justicia, paz, y gozo en el Espiritu Santo.” rurante esta interesante crisis no les vemos ocuparse en otra cosa mas que en la oracion, si se exceptua la precisa operacion de completar hasta el nimero de doceel conclave apostolico, substituyendo 4 Matias en lugar del desgraciado Judas, que, por amor de un mezquino logro en este mundo, se inhabilité para las riquezas del venidero, y se hizo indigno de tener parte en las maravillosas escenas que iban 4 presen- tarse. Ved, pues, 4 los doce apéstoles, Pedro, Santiago, Juan, Andrés, Felipe, Tom’s, Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simon el Zeloso, Judas hermano de Santiago, ‘atias, esperando y anhelando las bendiciones inefables lel verdadero cristianismo. Pentecostes, una de las fiestas de los judios, fué la época de la divina visitacion. Los apéstoles estaban todos armorfiosamente reunidos, cuando, he aqui! vino de repente un estruendo bajado del cielo, como de un viento que sopla con impetu, y Iené toda la casa en donde ellos estaban sen- -tados. Su Maestro, en la conversacion que tuvo con Ni- codemo (S. Juan, iii.), habia comy lo las operaciones del Espiritu Santo con el viento, y el ruido que percibieron en 5 esta ocasion venido del cielo, era un emblema verdadero del poder y de la influencia divina que empezaba 4 obrar. “Aparecieron sobre ellos unas lenguas iidas como de fuego, y repos sobre cada uno de ellos.” Hechos, ii. Otro emblema no menos exacto, y de qe la Iglesia Anglicana se sirve en su himno al Espiritu Santo, en el oficio de la Ordenacion : . « Esta tu santa y celestial uncion Es vida, es consuelo, y es llama de amor.” A la verdad ellos se encontraron entonces que estaban “bau- tizados en Espiritu Santo y en fuego.” S. Mateo, iii. 11. Muy pronto se manifestaron efectos hasta entonces descono- cidos, purificando sus corazones, iluminando sus entendi- mientos, y prov lolos de dones, de celo, y de intrepidez. “Fueron todos llenos de Espiritu Santo, y comenzaron 4 hablar varias lenguas, como el Espiritu les daba que habla- sen.” Delos muchos milagrosos dones que se les repartie~ Ton entonces, este de las lenguas, tan dtil 4 un mismo tiempo para la propagacion del Evangelio, y testimonio tan fuerte de su verdad, fué el primero que desplegaron 4 la admira- cion de una muchedumbre de judios de todas las naciones del mundo, que oyeron hablar 4 estos galileos cada uno en su propia le Hay fundamentos para creer que, como muchos de ellos eran hombres piadosos, estarian prep los por la divina gracia para la efectiva recepcion del Evangelio, yave una parte considerable de los primeros convertidos ese de su cuerpo. Mientras muchos manifestaban su admiracion 4 la, vista de este estrafio suceso, otros, 4 quienes debemos suponer, por la mayor parte, nativos de Judea,-y que no entendian estas diversas lenguas, se mofaban de los apéstoles, tenien- dolos por embriagados con vino ; y entonces el celo de Pedro fué excitado predicar ya 4 los que admiraban, ya 4 los’ que se burlaban. Les suplicaba que tuviesen siquiera el candor de no suponerlos entonces ‘Tominados por el vino, cosa que la misma hora del dia hacia improbable, pues que era la hora de tercia, que corresponde 4 nuestras nueve de Ja mafiana, cuando parece que jamas se habia visto 4 ningun judio en semejante estado. como su auditorio profesaba un de respeto 4 los sagrados oraculos, les sefialé una profecia notable en el capitulo segundo de Joel, que enton- ces se cumplia, es decir, la promesa de una efusion del Es- piritu sobre toda carne, acompafiada de terribles castigos é para los que la despreciasen, pero que no obstante, si con et fundo conocimiento de su corrupcion y miseria implora- el nombre del Sefior, se salvarian. Les manifest, al mismo tiempo, que Dios habia Henado sus designios en la. muerte de Jesus, al paso que ellos habian sido ejecutores de Jas maximas de su propia malicia. Procedié luego & testifi- car tambien su resurreccion, conforme al testimonio de David en los Salmos xvi. y cx. en los cuales esta evidenciado que el mismo Jesu-Cristo, y no David, era el sugeto de la pro- fecia. Abiertamente declaré que é! y sus hermanos fueron testigos de la. resurreccion de su Maestro, que este habia su- bido & los cielos, y recibido del Padre la promesa del Espi- ritu Santo, el cual aora habia derramado sobre los apéstoles, regpecto; de lo cual ellos tenian, entonces mismo, una clara y: sensible evideneia. La consecuencia que sac6 de esta serie de raciocinios, sostenidos por la fuerza mutua de los hechos y¥ de las ias, fué, que la misma persona, tan vilipen- diada, y 4 la que ellos cneyeron indigna de la vida, que habia: sido destinada 4 la mas ignominiosa y cruel muerte, era la tie habia. reconocido el Dios de sus padres Para ser el fior y. el Mesias, que era la esperanza de los judios, r quien Jolamente te oftecia Ja salvacion 4 los peeadores.. po E] fin de todo el sermon es claro que era producir la con- viccion del pecado en los oyentes, y Dios se sirvié coronarlo eon un feliz resultado. Muchisimos se sintieron compungi- dos de corazon, y se reconocieron culpables de haber da wauerte al Cristo de Dios, y tan fuertemente se les imprimié la idea de su estrema indignidad, que se hallaron absoluta- mento destituidos de todo recurso én si mismos. “ Varones ermanos, j qué haremos?” prorrumpieron, dirigiendose & Pedro y,4 los demas. Como el principio de todo-verdadero arrepentimiento es, en verdad, el que tienen los hombres cuando se reconocen absolutamente perdidos y sin remedio, ¥ desean entrar en el camino, sea cual fuere, que Dios guste, Porque no tienen fuerzas en si mismos, y porque “no hay salud en ellos*:” por eso Pedro les dijo, “ Arrepentios y. sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesu- Cristo, Ja remision de los pecados, y recibireis el don del Espiritu Santo. Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que estan lejos, para cuantos Hamaré 4 si el Sefior nuestro Dios.” Asi empezé la doctrina de la penitencia-y. remision de los * Confesion de la Liturgia de la Iglesia Anglicana. 7 : pecados en Jerusalen, eri el nombre de Jesus. Se convidd al pueblo, para que cada individuo detestase en si mismo sus pasadas iniquidades, y para que se entregara 4 Dios, & fin que se digndse renovar enteramente su corazon, y la gracia de Dios en Cristo se ofrecié & cada uno de ellos. Ek apéstol exorté 4 todos & que recibieran esta gracia, creyendo en Jesus para la remision de los los, con sumision & su orden es} del bautismo, emblema de la purificacion de sus os} y les aseguré que Dios los recibiria de este modo en su 3 que, aunque fuesen ¢ les, les gerian donades todoe sus COMO ni neaca los hubiesen co-: metido; y que el Espiritu Santo se derramaria sobre ellos- tambien, porque esta. promesa era muy general, & saber, para clos, pare su hijos, para jas mas distantes tierras, de donde Dios & los hombres & reconciliarse con ellos en Jesux Cristo. De este modo San Pedro convencié & sus oyentes del pecado, y les instruyé en el camino de la salvacion. Aquellos cuyo corazon habia Dios herido con la conviecion desu culpa, se eonsolaron con Ia gracia del perdon, “ y con otras muchisimas razones con que lo atestigué y exortd, di- ciende, Salvaos de esta generacion depravada. Y los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron i aquel dia cerca de tres mil pereonas.” ‘De este modo las convicctones y los consuelos del Espiritu Santo acompafiaron el primer sermon de San Pedro. Y esta gran multitud aparece haberse convertido del todo al _cris- tanismo ; porque “ ellos perseveraban en la doctrina de los apéstoles, y en la comunicacion de la fraccion del pan, y" Ke eremos a regul: dejé ver la pri qui vemos la forma lar en que se dejé ver la primera. iglesia de Cristo. No eran cristianos de nombre solamente ; entendian y creian la doctrina de los apéstoles concerniente al arrepentimiento y la remision de los los en el nombre. de Jesu-Cristo; continuaron unidos 4 los pastores & quienes Dios habia hecho instrumento de su conversion; recibian’ constantemente la ordenanza dela cena del Sefior, en la cual gozaban de la verdadera comunion de su Salvador; y la: oracion era su diaria ocupacion y complacencia. Su santa: confianza en Dios, y su agradable del perdon, estaban. templados por un santo temor. Todas las almas estaban poseidas de esta bien ordenada mezcla de santo y te mor. Habian one las tias del reato, habia visto precio con que se suredencion, y “se regocijaban con temblor,” como hombres que acababan de escapar del abin- 8 mo de la destruccion, y el mismo Espiritu que clamaba en su corazon Abba, Padre (Galat. iv. 6.), les ensefié 4 reveren- ciar su justicia y su santidad, 4 temerle, y 4 temer al pecado sobre todos los males. Aunque no aparece que hubiese ha~ bido ningun mandato de los apéstoles, para que ellos vivie- sen juntos en la comunion de bienes, y aunque la experiencia ensefié pronto 4 los primeros cristianos cuan impracticable era, en general, esta comunion, y cuan dificil de establecer, sin embargo ella fué, sin duda, entonces un ejemplo singular de su mutua caridad, y probé con cuanta rapidez las opera- ciones de la divina ia habian hecho desprender sus co- razones del apego 4 las cosas del mundo, para que pudiesen menos de desdefiarlo entonces. _Y asi “ vendieron sus pose- siones y haciendas, y las repartieron 4 todos, conforme 4 la necesidad de cada uno.” on esta hermosa disposicion de animo empleaban mucha parte del tiempo que tenian en el templo, y en mutuos oficios de beneficencia social: hasta su aliento corporal lo tomaban con una alegria que antes no habian experimentado. La gracia de Dios daba un realce agradable 4 todos los objetos de que ellos trataban; y al paso que la alababan de boca y de corazon, hallaban todavia gracia con todo el pueblo. No se manifesté al principio la natural enemistad del corazon contra el Evangelio de Jesu- Cristo; y la pureza de su conducta no pudo menos de gran- gearles la estimacion de los demas. “El Sefior agregaba cada dia 4 la iglesia los que habian de salvarse en esta uni- dad.” Asi San Lucas indica claramente de quien era la gracia que realizaba todo esto, y gue su mano, en la divina efusion que acaba de describirse, debe ser por siempre reco- "tT milagroobrado | Pedroy J f ~ Ef milagro obrado lu r Pedro y Juan en un cojo diosero, de cerea de cuaenta, afios de edad, y conocido e- neralmente de todo el mundo en la ciudad, confirm6 muchi- simo mas la autoridad que Dios les habia conferido. Pedro, en su consecuencia, se dirigié 4 predicar 41a multitud mara~ villada la misma doctrina de arrepentimiento y remision, y en- salz6 al Sefior Jesus, al Justo, y al Principe de Vida, & quien ellos habian infamemente referido un hombre asesino, cual era Barrabés. Ni ue él y sus compafieros te merito 0 en el rmilagro yimaniflesta que Dios habia glerificado 4 su Hijo Jesus, que mediante la fe en su nombre se habia obrado aquel prodigto. Alega caritativamente su ignorancia, como unico aligeramiento posible de sus culpas, y el que pudo solamente impedir que fuesen imperdonables. tes 9 exorta 4 que se arrepientan y conviertan, y les pone de ma- nifiesta la perspectiva del reino no temporal, sino espiritual, en cuya esperanza debian regocijarse, y sifrir con paciencia las aflicciones de la vida presente; les avisa, mismo tiempo, de las amenazas anunciadas por Moisés contra los que desprecien al Mesias, por quien tinicamente se ofrece la salud & todos los pueblos, aunque la primera oferta se haya dirigido & los judios. 1a iglesia se habia ya aumentado hasta el namero de cinco mil nas, cuando se dié la sefial de persecucion por los magistrados de Jerusalen, muchos de los cuales eran sadu- ceos, enemigos de la doctrina de la resurreccion, y, por lo mismo, de cualquiera otra cosa que tuviera tendencia 4 levan- tar mas de la tierra los corazones de, los hombres Los dos apdstoles fueron puestos en la carci uel le, su juicio se dilaté asta el dia siguiente." El pnpe de los sacerdotes, y las personas de la mayor autoridad, consider’- ton este negocio como cosa grave, y de bastante consecuencia para exigir la reunion de un solemne tribunal. Pedro fran- camente contesta 4 sus preguntas, diciendoles, que el mila- gro “se habia hecho en el nombre de Jesus, & quien voso- tros habeis crucificado, y & quien Dios resuscit6 de entre los muertos.” Les reprende con valentia el desprecio que ha- bian hecho de el, que es el (nico Salvador ; porque “no hay otro nombre debajo del cielo dado & los hombres para su salvacion.”” La sabiduria y firmeza de dos pescadores idiotas, que habian sido compafieros de Jesus, caus6 gran admiracion al concilio. Mas no hallando 4 la sazon conyuntura para sa- tisfacer su perversidad, con motivo de la publicidad del ilagro, los echaron fuera, con el estrecho encargo de que, - en lo sucesivo, guardasen silencio acerca del nombre de Jesus, aunque los apéstoles ingenuamente confesaron su im- posibilidad de cumplirlo, porque “ debian obedecer 4 Dios antes que 4 los hombres.” Habiendo vuelto los apéstoles 4 los suyos, y contandoles las amenazas de los magistrados, todos juntos unanimamente suplicron al Seftor les concediese fuerzas para continuar, 4 pesar de las amenazas de los onemigos de su magestad y de ellos mismos. Fueron Ilenos de Espiritu Santo, y alen- tados para proseguir con una placida intrepidez. Se conservaba entre los cristianos la mas perfecta union, de manera que, no solo profesaban tener los bienes comunes, sino que practicaban tambien esta mancomunidad con la 10 mayor alegria. La gracia de Dios estaba abundantemente difundida entre ellos. Los pobres no carecian de nada; los hermanos mas ricos vendian sus posesiones, y dejaban la distribucion de todo el dinero 4 la discrecion de los apés- toles. Y Bernabé de Chipre, levita, que tenia tierras pro- pias, probablemente en su pais nativo, se distinguié eminen- temente por su generosidad. Aparecia claramente que el gozo de los apéstoles por la eficacia y poder de la religion de Jesu-Cristo, era entonces mucho mayor que el que disfrutaron en todo el tiempo que su Maestro estuvo con ellos sobre la-tierra. Tal era el efecto de la efusion del Espiritu Santo, y, desde este momento, se aeabaron de una vez sus suefios relativos al reino temporal. La firmeza de Pedro, en las contestaciones con los magistra- dos, forma un perfecto contraste con su timidez en la nega- ion de su Maestro. En donde quiera que aparezea la misma penitencia, la misma fe, caridad, y espiritu acia las cosas celestiales, alli est4 el verdadero cristiamismo, y alli se levan- tar4 tambien contra él la enemiga del mundo. Algo de esto se empieza ya 4 descubrir, y aun tambien otra cosa que llama mas nuestra atencion, como de consecuencias tan terribles ; esto.es, la manifestacion de la. hipocresia en algunas. per- sonas que profesaban el cristianismo. El ejemplar de Judas habia ya preparado la iglesia 4 que erase la aparicion de la cizafia entre el trigo ; z la para- bola de nuestro Sefior, 4 que se alude, aseguraba 4 los cris- tianos su existencia. Sin eml cuando ocurren tales cosas, los hombres virtuosos muchas veces se sorprenden demasiado, y los triunfan sin razon. Habia un tal Ananias entre los discipulos, cuya conciencia estaba mo- vide hasta el punto de respetar la doctrina y 1a comunion & la que el mismo se habia agregado }_ pero cuyo corazon no se habia divorciado del amor al mundo. La consideracion & su misma reputacion le indujo 4 vender sus haciendas, como los demas ; pero el temor 4 la miseria, y la falta de fe en Dios, le indujeron igualmente 4 reservarse una parte del precio, cuando llevé el resto 4 los.apéstoles. Pedro le re- conviné por haberse dejado tentar de Satands, “ mintiendo al Espiritu Santo :” le manifesto que la culpa de su hij cresia se agravaba con la consideracion de que la tnaldad cometida, no era contra los hombres, sino contra Dios ; y que nada podia ale; para disminuir su bajeza, porque él no tenia necesidad alguna de vender sus bienes, 6 de poner su precio 4 los pies de los apésteles despues de. haberlos ven- i dido. Inmediatamente este desventurado cayd mmuerto e Fepente, y como tres horas ues, SU Mt i te otro ejemplar de la dyving justicias por haber te- nido parte en la culpa de su marido. Semejante prueba de discernimiento de espiritus, y de poder en castigar Ta hipocrosia, que se veian existir entre los moderadores de la iglesia, lend de sobresalto 4 todos cuantos oyeron estas. cosas. El Sefior habia manifestado su santi- dad, asi como su gracia; y fué la vez castigado, com ana extraordinaria interposicion del cielo, el amar 4 las cosas del mundo, heregia verdadera y constante, que infesta y ha infestado & su iglesia en todos Hempos. Muchisimas gentes, de uno y otro sexo, se agregaron & la iglesia, por la mayor parte del pueblo bajo. De los demas, en verdad, aunque al- gunos no podrian dejar de tener sentimientos favorables al cristianismo, sin embargo ninguno se atrevia entre los ricoa y los grandes 4 aventurar su caréeter hasta el punto de abra- i a parece que 4 Ia ian la primera luceos e que sazon tenian au- toridad en la soctedad de los judios. Formaban una secta licenciosa, y con el corazon dado 4 las cosas del mundo, y ex sus opiniones eran las gentes mas corrompidas de todas euantas en este tiempo existian en la Judea. El principe de los sacerdotes y su comitiva eran de esta secta, y estaban Uenoa de Tmbia al ver loe p os del evangelio. Su pri- mer paso, pues, fué & los apéstoles, quienes de noche, por ministerio del Angel, fueron puestos en liber- tad, y se les ordend que predicasen en el templo. La mafiana siguiente se junt6 concilio pleno, y se mand6 que com reciesen los apéstoles ante el tnbunal. Un bagel al i abierto las puertas de la carcel, y el concilio quedé mara~ villado al saber que.se habian escapado los presos: supieron, sin embargo, despues, que estaban estos predicando en eb templo. consideracion favorable con que les miraba el vulgo, obligé & los del concilio 4 usar de cierta delicadeza, uciendo los presos de un modo fino ante el tribunal. El principe de los sacerdotes los reprende por su desobe~ diencia 4 su primer precepto de guardar silencio, 4 lo que ellos contestan con su primera respuesta, de que “ debian. obedecer & Dios antes que 4 los hombres.” Dieron testi- monio de la resurreccion de Cristo, y declararon que “ Dios le habia ensaizado con su diestra por Principe y por Salva- dor, dar arrepentimiento 4 Israel, y remision de los jos,” y que “el Espiritu Santo, que Dios da 4 todos 12 Tos que le obedecen, atestiguaba lo mismo.” Con esta cla~ ridad pusieron de manifiesto estos primeros cristianos la verdadera esencia del evangelio, y la presentaron como una cosa enteramente diferente de un mero sistema de moral, si bien en el se incluye esencialmente toda la buena moralidad. E] testimonio de Jesus, el perdon de los pecados mediante su sangre, y las operaciones del itu Santo, asi como eran sefiales ¥ dubsablemente Oe oe del cristianismo, eran tambien cosas que ofendian muchisimo 4 los gobernan- tes de la Judea, y han sido realmente, en todos tiempos, el principal motivo de la enemistad de los no convertidos. El espiritu de persecucion iba 4 ponerse en accion, como resultado de sus violentos acuerdos. Habia, sin embargo, entre ellos un fariseo, llamado Gamaliel, de una secta, 4 la verdad, no opuesta 4 la doctrina dela resurreccion, y de nin- gun modo tan heterodoxa en general como la de Jos sadu- ceos, aunque, en el fondo, enteramente de acuerdo con estos, acerca del odio al cristianismo. Este hombre, segun todas Jas apariencias, era juicioso, sabio, respetable, y adornado de toda la prudencia del siglo. La providencia de Dios hizo un uso importante de su persona en esta ocasion, prolon- gando la apreciabilisima vida de doce sugetos designados difundir el evangelio por todo el mundo; y, por medio le sus inspirados escritos, ninguno de los cuales se habia publicado todavia, 4 hablarnos 4 nosotros hasta en el dia de oy. Gamaliel manifesto 4 los miembros del concilio, con algunos datos historicos autenticos, que las personas que se levantan para propagar nuevas sectas, no siendo enviadas de Dios, pronto legan & ser aniquiladas. Deseaba que trata- sen 4 los apéstoles con moderacion é indulgencia, porque su influencia, decia, pronto se reducira 4 la nulidad, si es pura- mente humana, mas, si viene de Dios, el intentar destruirla es 4 un mismo tiempo locura é impiedad. Se adopté este sabio er, y se despidié libres 4 los apdstoles, pero no sin haberlos hecho antes azotar, ni sin encargarles, con todo Tigor, que se abstuvieran de predicar en el nombre de Jesus. Sin embargo no por eso dejaron “de ensefiar y predicar & Jesu-Cristo, y se regocijaron de haber sido dignos de suftir afrenta por su nombre.” - La iglesia entonces se habia aumentado sobre manera, y se componia, parte de judios, hijos del pais, parte de foras- teros, que hab! el griego, y por esta razon eran Hamados helenistas, 6 grecistas. Supusieron estos que, en la, limosna diaria & los pobres, los apéstoles no subministraban igual 13 sustento & sus viudas que & las de los hebréos. Los hombres pe tengan a. idea de la obra de Dios, en la visitacion . e su Santo Espiritu, y esten enterados del amontonamiento de ocupaciones 4 que tienen que atender los ministros cris- tianos en grandes y populosas ciudades, instruyendo, conso- lando, dando avisos, y dirigiendo los espiritus despiertos reflexivos, no se admirar4n si, por inadvertencia, ocurren al. gunos descuidos momentancos. Los apostoles, pues, con grande sabiduria, arreglaron este mn cio. inforearon ® los discipulos que ellos ‘debvan atender con preferencia al ministerio de la palabra de Dios, el cual no debia’ descuidarse por ir & socorrer & los pobres. Les aconsejaron, pues, que pusieron los ojos en siete varones de buena reputacion, 4 quienes pudiera encomendarse este ne- gocio. “ Porque nosotros,” afiadieron, “ atenderémos de continuo 4 la oracion, y & la administracion de la palabra.” Hechos, vi. ; Ojala que los que se titulan sucesores de los toles imitaran siempre esta conducta! Todos aplau- dieron esta propuesta. Se nombraron amistosamente para esta comision siete diaconos, que fueron Estevan, Felipe, Procoro, Nicanor, Timon, Parmenas, y Nicolis, cada uno de los cuales tiene nombre griego, y, por consiguiente, deben haber sido helenistas. Por este teh medio se debarataron los primeros asomos de desavenencia en la iglesia, y sé die- ron 4 los apéstoles siete coadjutores, de los cuales algunos, 41o menos, hicieron sefialados servicios, no solo en las cosas temporales, sino tambien en las espirituales. Toda esta dicha leva consigo el vivir bajo la direccion del Espiritu Santo, ytan lablemente, como entonces, arregla siempre los sentimientos de su pueblo el amor de Jesu-Cristo. Hasta muchos sacerdotes obedecieron & la sazon 4 el evangelio, y Jerusalen vié que continuamente se aumentaba el nimero de Jos fieles en la iglesia. De los siete diaconos Estevan fué el primero, y él que mas sedistinguié. Una sinagoga de judios helenistas tuvo una dis- ta. con él, de cuyas resultas qued4ron aquellos tan resenti-. los, que fueron 4 sobornar 4 algunas personas para que acus4- ran Estevan de blasfemo contra Moisés y contra Dios. Con esta intriga Je trajeron delante del concilio, en donde Dios hizo brillar con tal resplandor su rostro y toda su persona, que aun sus enemigos no pudieron menos de observarlo. En su fensa reprendié Estevan fuertemente 4 los judios, y les manifesto que su conducta no era mas que un fiel remedo de la que habian tenido sus padres, tratando 4 Moisés y & los as profetas con io, y asesinando & muchos de los que abian izado la venida del Jnato, a quien ellos habiwn sido tradores y de quien fueron bomicidas; al paso que se vanaglorisban de Ja magnificencia de sus temptos, y substi- tuian sus ceremontas exteriores 4 1a verdadera piedad. Asi Estevan se propuse, como Pedro, convécer 4 su sa- ditorio en primer le pecado, jue no les que- daba esperanza ‘gens fundada oe ou pro in fusticta. fom vez se habré visto un contraste mas Grofante entre el espi- ritu del mundo y el espiritn de Dios. “ Reventaban de.co- en su interior, y crujian los dientes contra é1;” mas como él estaba “Ileno de Espiritu Santo, mirando al cielo, vi6 la gloria de Dios, y & Jesus que estaba en pie 4 Ja diestra de Dios,” y todo cuanto vié lo confes6 claramente. A vista de esto se enfurecieron, y lo apedrearon hasta quitarle la vida, mientras él estaba clamando 4.su divino Maestro, “Sefior Jesus, recibid mi espiritu.” Tan firme y constante era su fe, su caridad no era menos sublime: porque se puso de rodillas, y exclamé en alta voz, diciendo, “ Sefior, no les imputeis este lo ;” probando de este modo cuan fuera de todo rencor habian estado las acriminaciones fuertes que habia hecho contra su corrupcion, y que estan dispues- tos 4 reprobar en todos tiempos los hombres de caracter pu- silanime. Y cuando habo dicho estas palabras, “durmié en el Sefior” (Hechos, vii.), que es la hermosa y usual frase del ‘Nuevo Testamento para expresar la muerte de los justos, y para denotar al propio tiempo la esperanza de su resur- reccion. No basta la elocuencia de un Ciceron para describir este suceso. Todas las alabanzas son inferiores 4 la sublimidad de alma que se manifest6 en el protomartir Estevan. Sirva, pues, de modelo del caracter verdadero del martirio, de fe verdadera en Jesu-Cristo, y de amor sincero & los hombres ; xP bajen Ja cabeza los heroes del siglo avergonzados y con- La Judea parece que estaba en aquella é sin procu- rador; porque Ponce Pilato, que lo oe habla eaido & des- * gracia. Vitelio, gobernador de la Siria, era hombre muy moderado con los judios. En estas circunstancias Ia dulzura del gobierno de los romanos fué cabalmente motivo de que la iglesia sufriese una persecucion atroz. Los magis~ los judios, que, muy poco tiempo antes, no tenian facul- tades para juzgar sobre la vida y la-muerte, y que no pudie- ron sacrificar al Sefior de la vida sin intervencion de sus ats sxperiores los Tomanos, quedaron aora duefios de si mismes, 410 menos en negocios concernientes 4 religion, y fué su primera victima. La iglesia lo enterr con duelo, y un considerable nimero de cristianos sufrieron juego el martirio. in_jéven llamado Saulo, un helenista* de Tarso, per- sona de caracter ambicioso y de genio activo, educado en Jerusalen bajo la direccion de Gamaliel, y que habia eiian ae aise i compafieros en los estudios de jos j , Se distinguié igualmente en esta persecucion. Cus- todié las ropas de los testigos em, log en apedrear & Este- van, y la iglesia, “ent lo por las casas, y sacando con violencia hombres y mugeres, los hacia poner en la carcel, y cuando estaban sentenciados 4 muerte, daba su voto contra ellos.” Hechos, viii. En verdad que los discipulos parecian es~ tar abandonados 4 la furia de hombres nada inclinados 4 tener- les misericordia ; y cualquiera que observase, aun superficial mente, pudo haber supuesto que la suerte de Theudas y de Judas, de que hizo mencion Gamaliel, era 1a que sguardaba 4 los cristianos. Los hombres no habian aprendido todavia que la sangre de los martires es la semilla de la iglesia. El enlto refigioso de los discipulos debia eufrir, sin duda, una sensible interrupcion. A la verdad ninguno de ellos se ‘crey6 seguro, quedandose en Jerusalen. Los apéstoles Gnica- mente tavieron por conveniente permanecer en su puesto, y,: mediante el eficaz cuidado de su Dios, pudieron preservarse, Los cristianos, dispereos por toda la J ‘dea y Samaria, predi- ‘caron la palabra en todas las partes 4 donde fueron. Asi esta. persecucion fué la primera ocasion de que se difundiera el lio por diversos paises ; y lo que se intent para des- irlo vino 4 resultar el medio & aumentarlo extraordinaria- mente. Pero en esta seccion nos concretaremos 4 la iglesia de jerusalen. aa ulo, que no tenia otro anhelo mas que el de per ir, te incomodé al oir que cierto némero de cristianos se habian huido 4 Damasco, antigua ciudad de Siria ; y pidié al prin- cipe de los sacerdotes, que le comisionara para ir alla, y traerlos atados 4 Jerusalen. El viage era largo, pero la gloria religiosa era eu idolo. Cuando estaba ya cerca de Damasco, tinamente una luz venida del cielo, mucho mas brillante que la del sol (Hechos, ix.) pard 4 este intrepido zelador, y * Esto es, um judio nacido y educado en algun pais en donde se habla Ia lengua griega. 16 lo derribé-al suelo. Al mismo tiempo “ le lamé una voz, diciendo, Saulo, Saulo, iRorque me persigues? Y 61 dijo, {quien sois vos, Sefior? Y el Sefior dijo, Yo soy Jesus, 4 quien tu persigues. Dura cosa te es cocear contra el agui- jon.” De este modo maravilloso el Hijo de Dios hizo cono- cer su verdad, su magestad, y su poder, & este atrevido per- seguidor, evidenciando para siempre lo que puede hacer “ Ja exaltacion de la gloria de su gracia.” La voluntad de Saulo se quebranté y se sometié, por la primera vez, 4 Dios. “

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