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EVOLUCION DEL CONCEPTO DE DEMOCRACIA POR Esrants.ao CaNTERO” Nunez SUMARIO: I. ‘Una NugvA wouarria—II, La pEMocRAcIA cLAsica: Forma de gobicrno.—Participacién del pueblo-en la ordenacién polf- tica—Rectitud del régimen polftico—III. De UNA DEMOCRACIA A otra: El orden natural, fundamento de 1a vida social—Un «nuevo or- den» —IV, La pemocracta moperNa: La nueva legalidad democriti- ca—Totalitarismo e ideologla democrdtica.—Libertad e igualdad—El atefsmo.—Una nueva religién.—Incompatibilidad con 1a doctrina ca- t6lica—Una objecién: 1a democtacia orgénica~—V. Ex 7A150 DILEMA. I. UNA NUEVA WoLatRia. El tema de esta reunién —gcrisis de la democracia?— se plantea en forma interrogativa. eSignifica esto que existe algu- na duda en torno a tal cuestién? En modo alguno. Se trata de un simple interrogante y de ninguna manera de una vacilacidn. El planteamiento interrogativo se debe a la polivalencia de la palabra democracia, con la que con frecuencia se entiende algo muy diferente de 1a realidad de la democracia actual, pues como veremos, ademés de la democtacia moderna existieron otras acepciones de la palabra democracia. De no set asi, no cabria plantearse la cuestién de Ja crisis de la democracia, ya que la acepcién moderna de ésta nunca ha dejado de ser una enfer- medad social por si misma incutable (1), Y ese planteamiento (1) Como afirma Eugenio Vegas, refiriéndose a la democtacia moder- na, «no admitimos la existencia de una crisis de la democracia, porque esto supondria teconocer que la Democracia de los affos anteriores a este mo- 5 ESTANISLAO CANTERO intettogativo se debe, también, a que es necesatio hacer esa pregunta ante la realidad de la democtacia que contemplamos. Si hay o no crisis; si la democracia esté o no en ctisis, en qué medida, y por qué razones, es lo que constituye el objeto de las diferentes conferencias. A mf me corresponde realizar Ja in- troduccién al tema general. Hoy en dia, y verdaderamente desde hace ya algtin tiempo —y obviamente no me refiero sdlo ni principalmente a Espa- fia—, tado ha sido englobado bajo el manto de Ja democracia Esta es como una atmésfera que todo lo abatca y en donde todo se contiene y fuera de la cual no hay més que la nada. Hoy, prdécticamente, toda 1a realidad social, para estat legitimada, ha de estar adjetivada por la democracia: universidad democrética, escuela democedtica, justicia democtética, ejército democrdtico 0 monatquia democrdtica son algunos ejemplos de ello. Ejemplos que ponen de manifiesto cémo el énfasis: recae sobre la democracia, de tal manera que, de adjetivat a una reali- ‘dad pteexistente a ella, es la realidad quien pasa a adjetivar a esa entelequia de la democracia que se sustituye en el lugar de aquélla. Nos enconttamos ante el hecho terrible que Maurras denunciaba en su época: «Francia si...», «Francia pero ...», «Francia 2 condicién de que ...» (2). Es decir, la patria, él Es- tado, la justicia, etc., si, pero, a condicién de que se trate de la patria democrética, del Estado democrético, de la justicia de mocratica. De ese modo, la naturaleza, las cosas, la realidad, pasan a segundo plano ante Ia nueva diosa, en cuyo altar, si es preciso, aquéllas han de sacrificarse. Como sefiala Vallet de mento de liquidacién constitufa una forma de gobierno normal y acepta- ble, siendo asi que se trata del término normal de un ptoceso de irivasién patoldgica cuyo triunfo decisivo Meva aparcjada la muerte del sujeto in- vadido» (Eugenio Vegas Latapie, Romanticismo y democracia, Cultura Espaiiola, Santander, 1938, pg. 137). . (2) Charles Maurtas,. prefacio del afio 1909 a Encuesta sobre la mo- narquia, Sociedad General Espafiola de Librerfa, Madrid, 1935, pég. 178; Aw signe de Flore, V.es Oeuvres Représentatives, Paris, 1931, pag. 280. 6 EVOLUCION DEL CONCEPTO DE DEMOCRACIA Goytisolo, «esa palabra democracia se usa como un talisman legitimadors (3). | De esta nueva idolatria, en la que la democracia quiz4 ocupa’ el més alto lugar, de esa democracia fuera de la cual hay «sdlo tinieblas exteriotes» como Juan Antonio. Widow (4) ha sefia- Jado, es de la que casi exclusivamente se va a tratar en esta XXI Reunién de amigos de la Ciudad Catélica. Y la razén es bien simple: es esa la tinica democtacia que hoy existe. Una introduccién al tema general ha de procurar dar una visién panordémica de la cuestidn, tratando conjuntamente de situar los diversos aspectos que posteriormente setn tratados monogréficamente y de sefialar las vicisitudes por las que se ha legado a la significacién actual de la’ democracia, por lo que necesatiamente ha de ser un recorrido velox acerca de dichas cuestiones. HL. La pemocracia cidsica. Forma de gobierno. La democtacia es palabra griega qué etimolégicamente sig- nifica gobierno popular (de demos y krateo). Aparece ya en He- rodoto (5) en la primera clasificacién conocida de los regimenes politicos. Platén la utiliza en La repablica (6) junto a la tita- nfa, la oligarquia y la timocracia al’ designar diversas formas de degradacién del régimen politico bueno y justo que puede ser (3) Juan Vatlet de Goytisolo, «La patticipacién del pueblo y la, de- moctacian, en Verbo, nim. 161-162, enerofebreto de 1977, pég. 166. (4) Juan Antonio Widow, «La democracia en Santo Tomés», en Phi- losophica, mim. 1 (1978, Valparaiso), pég. 210; oft.’ «La revolucién en el lenguaje politico», en Verbo, nim. 177, julio-agosto de 1979, pig, 777. (3) Herodoto, Los -nueve libros de fa historia, U1, 80-82, Theria, Ma- drid, 1976, pags. 230-233 (traduccién de Battolomé Pou). (6) Platéa, La repiblica, libro VIII, 544 y 545c, Centro de Estudios Constitucionales (traduccién de José Manucl Pab6n y Manuel Fetnéndex Galiano), Madrid, 1981, tomo IIL, pigs. 51-52. ESTANISLAO CANTERO aristocrético 0 monérquico (7}. En El politico (8) reduce la clasificacién -a tres regimenes posibles, en la que la palabra de- mocracia designa tanto a uno de los posibles regimenes justos —junto a la monatquia y a la aristocracia—, como a su corrup- cién, junto a Ja titania y a la oligarquia. ‘Aristételes que conserva esa ttiple divisién, utiliza la pa- Jabra democracia en La politica (9) y en la Etica a Nicémaco (10), para designar la corrupcién de uno de los regimenes politicos posibles —el régimen popular—, cuya forma recta denomina politeia, que generalmente se ha traducido como repéblica. En culaquier caso, aun cuando el sentido peyorativo de la democtacia no fuera de uso general, pues los discfpulos de Aristé- teles. hablaron' de democracia en lugar de politeia y a su corrup- cién la denominaron oclocracia (11), es decir, gobierno de la plebe, sin embargo, la palabra democtacia se circunscribié a desig- nar una forma de régimen politico, bien fuera recto o corrup- to (12). (7) Platén, La repzblica, libro IV, 445d, edicién citada, tomo II, pa- gina 110, (8) Platén El politico, 291d, 291e, 292, Centro de Estudios Constitu- cionales (traduccién de Antonio Gonzdlez’ Laso), Madrid, 1981, pags. 58-59. (9) Aristételes, Polftica, libro TI, 7, 1279b (trad. de Julién Marias y Marfa Aratjo), Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1983, pé- gina 81. (10) Aristételes, Esica ¢ Nicémaco, libro VILI, 1160b (trad. de Ma- ria Aratijo'y Julidn Marias), Instituto de Estudios Politicos, Madrid, 1970, pdg. 133. - (11) Cfr, Ernst von Hippel, Historia de ia filosofta politica, Instituto de Estudios Polfticos, Madrid, 1962, tomo I, pég. 189. 412) Sobre los problemas que planteé la democracia a los griegos y sus crfticas, puede verse el libro de Jacqueline de Romilly, Problémes de la démocratie grecque, traducido por Ana Marfa Aznar con ¢l titulo de Los fundamentos de ta democracia, Capsa, Madrid, 1977, Sobre la demo- ctacia directa en Atenas, en realidad una amplia aristocracia dado el con- siderable. ntimero de sus habitantes que estaban excluidos dé toda parti cipacién en el gobierno, Gonzague de Reynold, La formacién de Europa, Il, El mundo griego y su pensamiento, Pegaso, Madrid, 1948, pégs. 143 y: sigs; Eugenio Vegas Latapie, Consideraciones sobre la dersocracia, Real Academia de Ciencias Morales y Polfticas, Madrid, 1965, pags. 95 y sigs. 8 EVOLUCION DEL CONCEPTO DE DEMOCRACIA Esa clasificacién aristotélica de los regimenes polftices es Ja que sigue Santo Tomds en su De regimene principum (13) y como advierte Widow (14), «consideréndolos formalmente en sf mismos y no en su concreta realidad ... siempre designa con ed nombre de democracia a la corrupcién de la repiblica», por lo que, pata Santo Tomés como afiade Widow (15) «en el plano de su significacién esttictamente conceptual este término es, pues, univoco», No ocurre Jo mismo cuando se trata de regimenes concretos, ya que en este caso la frontera entre e| menos bueno —a reptiblica— y el menos malo —la democracia— es «practi- camente indefinible» (16), por lo que se da una asimilacién mutua entre ambos. Participacién del pueblo en Ja ordenacién politica. Puede también admitirse que la democracia ademés de esa acepcién, de esa significacién como forma de gobierno o régimen polftico —en su doble acepcién de régimen justo o corrupto—. se utilizé como patticipacién del pueblo en el gobierno y no ya como ejércicio del gobierno por el pucblo, Significado que ve- remos en Santo Tomds y que es el que expresaria el concepto de democracia en el régimen mixto al que se refieren Aristéte- Jes (17) y Polibio (18). Junto a esos dos significados de. la democracia que «designa en primer lugar la cortupcién del régimen republicano» (19) y (13) Santo Tomés de Aquino, De regime principum, I, 2, 9-10, in- troduccién, versién y comentarios de Victorino Rodrlguez, O, P., Bl régi- men politico, Fuerza Nueva, Madtid, 1978, pags. 30 y 32. (14) J. A. Widow, «La democracia en...», pég. 204, (15) J. A. Widow, «La democtacia en...» pag. 204. (16) J. A. Widow, «La democracia en...», pag. 205. (17) Aristételes, Politica, VI, 11-13, 12952-1298a, edicién citada, pé- ginas 186-193. (18) Cf. B: von Hippel, op. cit., t. I, pigs. 232 y- sigs. (19) J. A. Widow, «La democracia en...», pég. 211. ESTANISLAO CANTERO «luego se extiende a todo régimen en el que la multitud domine pata bien o para mal» (20), Santo Tomds utiliza la expresién como participacién del pueblo en el gobierno. Asi, en la Suma Teoldgica (21) razona por qué el mejor ré- gimen es el mixto: «La mejor constitucién en una ciudad o na- cién es aquella en que uno es el depositatio del poder y tiene la presidencia sobre todos, de. tal suerte que algunos participen de ese poder y, sin embargo, ese poder sea de todos, en cuanto que todos pueden ser elegidos y todos toman patte en Ia eleccién. Tal es la buena constitucién politica, en la que se juntan la mo- narquia —por cuanto es uno el que preside a toda Ja nacién—, la aristroctacia —porque son muchos los que patticipan en el ejercicio del poder— y la democracia que es el poder del pue- blo, por cuanto éstos que ejercen el poder pueden ser elegidos del pueblo y es el pueblo quien los elige». En Santo Tomés, pues, como advierte Widow (22), «el sen- tido que tiene la democtacia como elemento del régimen mixto €s, pot consiguiente, el de participacién del pueblo en la orde- nacién polftica, no pata gobernat, sino. para tener directo interés en el buen gobierno»; «el régimen mixto no es un régimen de- moctético, sino una monatqufe con algunos elementos democr4- ticos; entendida Ja palabra democtacia aqu{ como patticipacién del pueblo en Ja ordenacién politica y no como potestad de go- bierno radicada en la multitud». Rectitud del régimen politico. Sin embargo, hay una cuestién importante que merece resal- tarse, pues es la que marca una diferencia esencial con Ja demo- cracia modertia.. (20) J. A. Widow, , en Es- tadio sobre juentes..., pig. 967. 18 EVOLUCION DEL CONCEPTO DE DEMOCRACIA Es decir, se parte del hombre absiracto (64), en ugar del hombre concreto asentado en sus comunidades naturales que eta el punto de partida del realismo aristotélico tomista, y consideréndolo como tinica realidad, se construye, a partir de él, una sociedad nueva y «perfecta», conforme al respectivo modelo imaginado. Y para salir de ese «estado. natural» es preciso establecer un pacto en el que los asociados ceden sus derechos «naturales» voluntariamente y se agrupan bajo una autoridad, con lo que queda constituida Ja sociedad (65). Asf, de ese pacto brota la ley (66), cuya fuente es Ja voluntad de los que la instituyen. De esa maneta, la ley, la sociedad, la autoridad y el derecho tienen un origen exttinseco, superpuesto y violento respect a Ja natu- taleza. IV. La DEMOGRACIA MODERNA. La nueva legalidad democratica. Con este nuevo planteamiento y desde esta petspectiva, gqué es la democtacia? Ya no es una forma de gobierno; al menos no es unicamente eso; y si-se Ja sigue considerando una forma de gobierno, ésta es radicalmente diferente de lo que hasta entonces se habia en- tendido con esa expresién. Y, desde luego, su catacteristica pri- tmordial no es Ja de ser una forma de gobierno, Su catacteristica principal estriba en que se ha transformado en una forma de (64) Cfr. J. J. Rousseau, Discurso sobre..., pigs. 27-39; J. Vallet de Goytisolo, «Rousseau, de las conjeturas al mito y del mito a Ja ficcién», en Verbo, ném. 177 (1979); «La nueva concepcién de...9; Jules Lemai- tre, «El discurso sobre la desigualdad y el contrato social de J. J. Rousseau»; en Verbo, ném. 183-184, matzo-abtil de 1980. (65) Cfr. J. J. Rousseau, El contrato social, 1, 6, edic. cit., pigs. 37- 40; Francisco Puy Mutioz, «El mito del contrato socials, en Verbo, mime- to 74, abril de 1969. (66) .Cfr. J. J. Rousseau, El contrato social, 11, 6 y IV, 2, edic. cit., pégs. 66-70 y 161-164. 19 ESTANISLAO CANTERO Estado, en una forma de comunidad polftica. M4s precisamente, en que se ha convertido en /¢ forma de Estado, la tinica forma que legitimamente puede tener la comunidad politica. La esencia de la democracia, de esta nueva democtacia, de la democtacia modetna, tetminologia que es preciso adoptar para deshacer cualquier equivoco (67); consiste en que el presupuesto esencial de la concepcién clésica, constituido, como vimos, por el fin propio de la comunidad politica asi como la naturaleza es- pecifica de lo que debe set gobernado, ha desaparecido. La. democracia moderna tiene en si misma su propia: justi- ficacién al tiempo que ella justifica todo. No hay realidad alguna de la que dependa, como tampoco hay realidad alguna diferente de ella misma. La democracia moderna se hace as{ un dios, inauguréndose un pantefsmo democratico o pendemocratismo, que sélo en sf mismo encuentra su propia justificacién. La afirma- cién de que la democtacia moderna es asf, de que la democracia moderna se sustituye en el lugar de Dios, es ciettamente espan- tosa; sin embargo, no hay exageracién alguna como veremos en esta Reunién. Asi, el sujeto de la soberanfa de quien emanan todos los po- detes es el pueblo, tal como Io consigna la Declaracién de Dere- chos del Hombre de 1789. Pero no el pueblo que tiene vida propia (68), sino la volonté generale, que es quien se sustituye en el lugar del pueblo. En esta voluntad reside el poder, todo el poder (69). Un poder independiente; un poder que no reco- noce para nada ni su origen divino, ni al mismo Dios ni a sus (67) Por eso Engenio Vegas habla de «dos democracias antagénicas», Consideraciones sobre la democracia, Real Academia de Ciencias Morales y Politicas, Madrid, 1965, pags. 95 y sigs. Cir. J. A. Widow, «La revolu- cién en el lenguaje politicos, en Verbo, mim. 177, julio-agosto de 1979, pégs. 776 y sigs. (68) Cf. Pio XII, Besignitas et humenitas, 15-16, BAC, Doctrina Pon- tificia, Documentos politicos, Madrid, 1958, pdgs, 879-876; J. Vallet de Goytisolo, Algo sobre temas de hoy, Speito, Madtid, 1972, p4gs, 77-81. (69) J. J. Rousseau, Ei comtrato social, 1, 7; U1, 1,2; ILE, 1; IV, 2, edic. cit., pags, 4243, 5153, 94 y 162-163. 20 EVOLUCION DEL CONCEPTO DE DEMOCRACIA leyes, ni al orden de la naturaleza por El establecido. Todo lo més, Dios queda relegado al plano de la conciencia individual, peto sin que quede sometido a El el ciudadano, el hombre po- Ktico que surge del contrato social, Con lo que con esa blasfema ptetensién de limitar el poder de Dios se niega su omnipoten- cia; lo que equivale a rechazarle. Toda Ja realidad de la democtacia se encuentra ahi: en la sustitucién de un orden creado por Dios, al cual el hombre y la sociedad han de someterse, por un orden surgido ex novo de la-voluntad general. Asi, la democracia de ese modo concebida, la democracia modetna es la forma, Ia constitucién- que se da asf mismo el conjunto de los individuos al crear la sociedad mediante el con- trato social. Ya no es una forma de gobierno o de régimen po- Ktico, porque no se limita a set un medio de designacién de los gobernantes ni un medio. de ejercer el gobierno la comunidad politica, La democtacia clésica, directa o no, presuponfa una realidad social que no eta cteacién suya. Y al mismo tiempo, Ja legitimacién no estaba en si misma, ni atin en el caso de que fueta el pueblo quien ejerciera el poder. Por el contrario, en la democtacia moderna, tal como nos muesttan las mayores atroci- dades que se quieren elevar al rango de ley, y tal como afirmé Sieyés (70), «la voluntad nacional no tiene necesidad mds que de su realidad para ser siempre legal, ella es el origen de toda legalidad». Totalitarismo e ideologia democratica. Esa constituci6n nueva de la sociedad destruye el pueblo’ y arrasa Jas sociedades inferiores o cuerpos intermedios que la forman. No los puede soportar, porque admitirlos supondrfa (70) Emmanuel. Joseph Sieyes, Qué es el Tercer Estado, cit. pot J. A. Widow, «La revolucién en...», pag. 786. . 21 ESTANISLAO, CANTERO admitir la. sociabilidad natural de los hombres y significarfa la refutacién del contrato social. Entre la voluntad general y el in- dividuo no puede interponerse nada ni nadie, Asi lo sefialé Rousseau (71), asi lo establecieron las leyes D’Allarde (72) y Le Chapelier (73), y as{ lo afirmé categéricamente Sieyés: los intereses corporativos <«forman los més terribles enemigos del bien comin» (74). Yoesa nueva concepcién supone la confusién entre sociedad y Estado. Y esa confusién es lo’ que constituye el totalitaris- mo. (75), Que esa confusién existe’ en las Ilamadas democracias populares es algo evidente, por lo que no me voy a detener en ello (76). ‘Ademés, la democracia popular no es considerada una auténtica democracia por los teéricos y partidarios de la demo- cracia moderna, que prefieren Wamarla régimen totalitario sin més (77). En cambio, los partidarios de [a democracia moderna, desde sus orfgenes hasta cualquiera de sus formas en las democracias constitucional-pluralistas, afirman gue eso no ocurte debido al pluralismo de los partidos, a las reglas constitucionales de elec- cién de los gobernantes y al cardcter constitucional del ejercicio de Ja autoridad, segiin expresa uno de sus modernos defensores como .Raymond Aron (78), a lo que podria afiadirse, como ad- (71) ‘J. J. Rousseau, El contrato social, II, 3, edic. cit. p&g. 57. (72). Cfr, Louis Salleron, Liberalisme et socialisme du XVILI© sidcle @ nos jours, C. L. C., Paris, 1977, pags. 13-15. (73) Cfr, L, Salleton, op. cit, (74) E. J. Sieyes, cit. por Joseph Hitiner, Problemas éticos de la época industrial, Rialp, Madrid, 1962, pégs. 172-173, : (75) Cfr, J. Vallet de Goytisolo, Mds sobre temas de hoy, Speiro, Ma- drid, 1979, pags. 364 y sigs. . (76) Cfr. R, Aton, Democracia y totalitarismo, Seix Barral, Barcelona, 1968, pégs. 187 y sigs; JeanFrangois Revel, La sentation totalitaire, La- ffont, Le livre de Poche, Patis, 1976; Estanislao Cantero, «Propiedad y...». (77) R, Aron, Democracia y totalitarismo, pags. 238 y sigs. (78) R. Aron, Democracia’y totalitarismo, pigs. 62-66. 22 EVOLUCION DEL CONCEPTO.DE DEMOCRACIA vierte Friedrich (79), el sentido del compromiso (80), y la to- lerancia y el respeto con las opiniones distintas (81), Sin embargo, ese planteamiento es falso, En primer lugar, porque la autolimitacién del Estado de derecho no es garantia alguna de libertad, puesto que no hay notma superior al propio poder del Estado (82). El respeto por la norma constitucional o por los:derechos del hombre, no significa nada cuando pueden ser ‘catnbiados por el voluntarismo en que se basa la construccién de ‘las normas (83). El ejemplo del aborto es bien expresivo, pues habla por si mismo. La libertad depende de un puro vo- Juntarismo que no es mds que un totalitarismo en acto o en potencia. En segundo lugar, los partidos polfticos son agrupaciones ar- tificiales, como el mismo Kelsen reconoce, fuera de los cuales, - el individuo aislado «carece por compleio de existencia politica positiva» (84). Como he sefialado en otro lugar (85), «las liber- des politicas de la democtacia moderna al no asentarse ‘sobre Ja realidad, de la vida de un pueblo, a cuya estructura mira’con re- celo, no constituye suficiente garantia de las libertades civiles, y el pluralismo propugnado, de cardcter ideolégico, es el susti- tutivo de las libertades concretas, que quedan sometidas al po- (79) Carl J. Friedrich, La democracia como forma politica y como for- mda de vida, Teenos, 2°-ed., Madrid, 1966, cap. VIL, pags. 93-107. (80) Cfr, Hans Kelsen, «Forma de estado y filosofia», en Esencia y valor’ de la democracia, Labor, Barcelona, 1934, pdg. 141. (81) También R. Aton, Democracia y. totalitarismo, pags. 71-73. (82) Cit. J. Vallet de Goytisglo; «El Estado de Derecho», en Verbo, nim. 168, septiembre-octubre de 1978, pégs. 1035-1047. (83) Cfr. J. Vallee de Goytisolo, «Del legislar...», en Estudios sobre juentes..., pigs. 958 y sigs; Michel Villey, «Essor et décadence du: volun- tarisme jutidiques, en Lecons d'histoire dela philosopbie du droit, Dalloz, Paris, 1962, I, pégs. 272-277. (84) H. Kelsen, Esencia y valor de la democracia, Labor, Barcelona, 1934, pdg. 36, (85) E. Canteto, «Propiedad y otden polftico», én Verbd, nim, 185- 186, mayojunio de 1980, pég. 644, 0 en cl volumen Propiedad, vide hu- mana y libertad, Speiro, Madrid, 1981, pag. 182. 23 ESTANISLAO ‘CANTERO der del. Estado,-y, més concretamente, de -aquellos grupos que detentan su -poder».-Estos, lo:que buscan es imponer sus con- viccidnes desde el poder (86),-y cambiar la sociedad (87), De ahf que sea esencial mostrar’ la antinomia entre idéologia y par- ticipacién. En tercer lugar, se: Se ‘afiema que ese pluralismo supone la dis- tincién. entre dos drdenes, el politico y el econémico, y la sepa- racién entre ambos, Pero vernos como. es en la democtacia mo- detna, en los -regimenes constitucional pluralistas, donde existe una poderosa: tendencia. a absorber el: poder polftico el poder econémico, por lo que Ja-confusién entre sociedad y Estado se acentia hasta parecer bien cercana (88). Si, como sefiala Raymond Aron, lo fundamental del totalite rismoes «la voluntad de transformar fundamentalmente el o1- den existente.en’ funcién’ de una. ideologia» (89), est4 claro el ofigen totalitario de la democtacia moderna. Porque lo esen- cial, aun siendo importante, no se. encuentra en saber de qué ideologfa se trata; lo fundamental no esté en qué ideologfa, sino precisamente en que esa operacién. es producto de Ja ideolo- gia (90), Cualquiera que esta.sea; El mismo Kelsen lo pone de relieve cuando, comentando a Rousseau, sefiala que, «cabe ad- (86) Cfr. E. Cantero, «Caracterfsticas de Ia participacién», en. Verbo, mim, 155-156, mayo-junio de 1977; «El futuro de In libertad», en Verbo, mim, 167, julio-agosto de 1978. (87) Cfr. E. Cantero, «El mito de la reforma de estructuras», en Verbo, ném. 145-146, mayo-julio de 1976, o en el volumen La sociedad a la de- riva, Speito, Madrid, 1977. (88) Cfr, Pierre de Calan, Renaissance des libertés économiques et so- ciales, Plon, Paris, 1963, pag. 292; J. Vallet de Goytisolo, Sociedad de masas y derecho, YI, V1,.Tauras, Madrid, 1969, p&gs. 387-423. (89) R. Aron, Democracia y totalitarismo, Seix Barral, Barcelone, 1968, pg. 240, (90) Cfr. J. Wallet de Goytisolo, Mds sobré temas de boy, Speiro, Ma- drid, 1979, pags. 4-31; Ideologia, praxis y mito de Ia tecnocracia, Monte- corvo, 2" ed, Madrid, 1975, pdgs. 19-43; Henrique Barrilaro Ruias, Ideo- logia, ensaio de anélise bistérica e critica, Biblioteca social e corporativa, Edigao de Junta da Accao Social, Lisboa, s. f., pags: 83-88, 24 EVOLUCGION DEL CONCEPTO DE DEMOCRACIA mitir que el individuo obligado a obedecer el orden politico ca- rezca de libertad» (91), porque «el ciudadano sélo es libre mer- ced a la voluntad colectiva y que, por lo tanto, al que se niegue a someterse a esta voluntad, debe obligérsele a ser libre some- tiéndole de modo coactivo a la voluntad del Estado» (92), ya que, como el mismo Kelsen sefiala, «la democracia —siempre que el poder del Estado sea exclusivamente determinado por los in- dividuos sujetos a él— es compatible ain con el mayor predo- minio del poder del Estado’ sobre el individuo e ‘incluso con el total aniquilamiento de la libertad individual» (93). ¢Qué distancia hay, entonces, de Ja democracia moderna, de la democracia liberal o constitucional pluralista a la democracia popular? gQué distancia hay de Ja libertad de la democracia moderna al totalitarismo, mds absoluto? La que separa a la Cons- tituyente y la Legislativa de la Convencién. La que separa a la utopia de la realidad del terror (94), Porque los jacobinos cons- (91) H. Kelsen, Esencia y..., pig. 26. (92) HL Kelsen, Esencia y..., pags. 27-28. (93) H, Kelsen, Esencia y..., pag. 24. (94) Como muestra de ello, Saint Just exclamaba: «No tenéis que. tra- tar con miramientos a los enemigos del nuevo orden de cosas, y la liber- tad debe vencer. al precio que sca... No: se puede esperar ningin tipo de prosperidad mientras quede un enemigo de la libertad que respire. Tentis que castigar no solamente a los traidores, sino también a los indiferentes; ten¢is que castigat a cualquiera que sea inactivo en Ia Repiblica y no haga nada por ella: ya que, una vez que el pueblo francés ha manifestado su voluntad, todo Io que se le oponga est4 fuera del soberano; todo lo que est4 fuera del soberano es enemigo» (Saint-Just, Discursos. Dialéctica de Ja revolucién, Taber, Barcelona, 1970, pag. 144). Y Robespiette, por. su parte, clamaba: «Hay que ahogar a los enemi- gos extetiores © interiores de la Reptiblica o petecer con ella. Asf, pues, em esta situacién, Ia primera méxima. de vuestra politica debe ser conducir al pucblo por medio de la raz6n y a los enemigos del pueblo por medio del terrors. «Si la fuerza del gobierno popular en la.paz es Ja virtud, la fuerza del gobierno popular en la revolucién es, a la vez, Ia virtud y el terror: la virtud. porque, sin ella, el terror es funesto. El tertor porque, sin 41, a virted es impotente. El terror no es otra cose que la justicia actuando con rapidez, con severidad, con inflexibilidad: es, pues, una cmanacién de la 25 ESTANISLAO CANTERO. ~ tituyeron la més pura y petfecta expresida de las teorias de Rou- sséau (95). ¥ esa distancia la historia ha demostrado, en més de una ocasidn, que es bien pequefia (96). virtud, Es menos un principio particular que utia conséciiencia del prin- cipio general de la democracia, “aplicada a las més apremiantes necesidades de Ja patrias (M. Robespierre, Discursos e informes en la Convencién, Ciencia Nueva, Madrid, 1968, pag. 148). 2 Y¥_¢s que, como afitmaba Saint-Just, «lo que constituye una Repiblica es la destruccién de lo que se le opones (op. cit., pdg; 173) (Repdblica no es una forma de gobierno més, sino que equivale 2 Democtacia, la que cstaban «construyendor) 0, como decla Robespierre, «la democracia eg un estado en ef cual el pueblo soberano, guiado por leyes que son. obra cuya, realiza por sf mismo cuanto puede realizar, y por medio de delega- dos cuanto. no puede iealizar por s{ mismo» (op. cit, pdg. 141). (95) Como ha sefialado Pierre Gaxotte, el terror «eta el reino del contrat social: "la enajenacién total de cada individuo con todos ‘sus de- sechos, a la comunidad”, segiin la exacta férmula de Rousseau» (P. Ga- xotte, Le Revalucién francesa, Doncel, Madrid, 1975, pag. 300). ¥ tal como indica Brinton al explicar la doctrina de la voluntad gene- ral de Rousseau, maestro de los jacobinos, les lev6 a que «en su rectitud y claridad de conciencia desembocaran en el Terror» (...) «Si el individuo no comparte la mistica Iealtad de ‘Ia voluntad general, si opone su volun- tad a la de la sociedad, es prueba de que no se halla en estado de gracia. Su voluntad se orienta al mal, Pero ningéin hombre cs libre de hacer el mal. Impeditlo es libettatlo, y dejar libre su voluntad que es la de la s0- ciedad». Y recuerda esta frase de Robespiette: «El gobierno revoluciona- tio es al despotismo' de ta libertad contra Ia tiranfay. Y afiade Brinton: En tal forma se eliminé el consentimiento y tos jacobinos pudieron’ con- tinuar desarrollando todos los elementos autoritarios y colectivistas que se hallaban implicitos en las ideas de: Rousseau» (Crane Brinton, Los ja cobinos, Huemul, Buenos Aires, 1962, pég. 238). Véase, también, F. Elfas de Téjada, «Qué es el jacobismo», en Verbo, mim. 169-170, noviembre-diciembre de 1978; Jacques Castelnau, Le Tri- bunal Révolutionnaire, Tallandier, Parfs, 1981, como ejemplo’ de cbmo la justicia, toda justicia, puede Uegar a “desaparecet. (96) Sobre el Tettor ef Ia Unién Soviética, Robett Conquest, ET gran terror, Caralt, Barcelona, 1974; R. Aton, Democracia y..., caps. XIV y XV; Viadimito Lamsdorff Galagane, «La dialéctica matxistan, en Verbo, nie mero 173-174, marzo-abtil de 1979, donde da-Jas espeluznantes cifras de I. Kurganov, de 110,7 millones de bajas humanas debidas al «sistema de terror més despiadado de que hay memoria en Ia historia de Ia humanidad» (pags. 370 y 371). 26 ¢ EVOLUCION DEL CONCEPTO DE DEMOCRACIA Es un hecho, sin embargo, que la democracia moderna permi- te mds libertades que las llamadas democracias populares. Pero no es gracias a.la democracia sino a pesar suyo. Todavia la herencia del ctistianismo es demasiado grande y en Ja conciencia de mu- chos hombres atin existen, en todo o en parte, los principios de la religién catdlica. A esto se debe y no al compromiso ni a la tolerancia (97): Cuando esos principios desaparezcan por comple- to, todos los despotismos serén pocos, tal como advittié Dono- so Cortés en su famosa comparacién de los dos termémetros (98). Asf, pues, est4 claro que hay que tratar del totalitarismo demo- ctatico. (97) Como observa Creuzet, no se tolera el bien sino el mal, con miras a alcanzar un mayor bien, por ello a Je tolerancia «no se la puede considerar como un principio fundamental de sabidurfa, valedero en todas las condiciones, bueno en s{ mismo y por sf mismo, regla perentotia y uni- versal de prudencia polftica, aplicable en todo tiempo, en todos Jos Iuga- res, en todos los medios y pata todos los problemas» (Libertad, liberalismo y tolerancia, Speito, Madrid, 1980, pags. 96-97). Por ello, escribia Mau- tras que, «M. Lavisse equivoca el camino al intentar imponer la toletan- cia a les personas por Ia via de la persuasién moral. Las costumbres tole- rantes en materia filos6fica, sen Jas costumbres de la’ indiferencia hacia las ideas. La tolerancia no es una vittud humana, no es una actitud indi- vidual. Hay que comprenderla como una institucién polftica 0 como una necesidad social, derivada no de un dogma, no de un ideal, como dirfa M. Lavisse, sino de un estado de hecho. Es efecto pero no causa. ¢Alguien tiene la pasién del orden? ¢Alguien ama apasionadamente a sx pafs? {Bien! Si este pais estd dividido, si‘el tinico orden realizable es un orden com- puesto, si implica elementos muy divérsos. —hasta la enemistad—, ese’ serf apasionadamente tolerante, pero, lejos de observar Ja tolerancia por sf mis- ma, se someterd y desearé sencillamente Ia condicién del orden y de la fuerza de la patrian (Les Princes des Nuées, Tallandier, Parfs, 1928, pé- gina 240). {98) Juan Donoso Cortés, Discurso sobre la dictadura, Obras comple: tas; BAC, tomo IT, Madrid, 1970, p4g. 319. Puede verse este discurso en Verbo, nim. 8 (1962). 27 ESTANISLAQ CANTERO: Libertad e igualdad. Y esa forma de Estado o de comunidad politica es correlativa a un nuevo tipo de sociedad democrdtica e igualitaria, en la que se ptetenden compaginar las nuevas ideas de libertad e igualdad. Es esa sociedad que Tocqueville (99) advirtis por primera vez en América: un estado de la sociedad catacterizado, segin comenta Raymond Aron (100), por una tendencia hacia la igual- dad econémica y una uniformidad de maneras de vivir. Peto si esa sociedad podfa dar lugar a la democracia liberal —con una igualdad de condiciones, un sistema representativo y el respeto de las libertades personales ¢ intelectuales—, también podfa con- ducir a la esclavitud en nombre de la igualdad, como sefialé el mismo Tocqueville, al hablar de la opresién que amenaza a los pueblos democrdticos y que para definitla las viejas palabras de despotismo y tiranfa no servian porque la cosa era nueva (101). Y la consecuencia la extrajo Marx, plenamente, al sefialar que la igualdad no podia limitatse a ser politica, sino que habia de set econémica; suefid de todos los socialismos y realidad’ para casi todos —excepcién hecha de la nueva clase (102) y de la nomen- Klatura (103)}—. en la democracia popular. EI orden de 1a Cristiandad, ese orden. que la modetnidad re- chaz6, se catactetizaba. por una pluralidad de drdenes en los que cada uno de ellos realizaba su propio y espectfico firi (104). La (99) Cf. Alexis de Tocqueville, De le démocratie en Amérique, Unién Générale D’Editions, col. 10/18, Parfs, 1963, p4gs. 295-298. Sin embargo, adviette el: surgimiento de una, nueva desigualdad, fruto de la

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