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Alejandra Erbiti

El destino que intenta


alcanzar se encuentra
congestionado
Ilustrado por Cecilia Afonso Esteves

ACTO ÚNICO DIVIDIDO EN DOS ESCENAS

PERSONAJES:

CHICHE, LA HERMANA MAYOR


BOMBÓN, LA HERMANA MENOR
MADAME CHANTILLÍ
MALABAR, EL GATO DE MADAME CHANTILLÍ
LETITBÍ, LA LECHUZA DE MADAME CHANTILLÍ
UNA VOZ DE MUJER

ESCENA I

(Chiche y Bombón caminan por una calle muy silenciosa en la que cada tanto se oye
algún ruido extraño que las sorprende, sobre todo a Bombón.
Texto © 2008 Alejandra Erbiti. Imagen © 2008 Cecilia Afonso Esteves. Permitida la reproducción no comercial,
para uso personal y/o fines educativos. Prohibida la reproducción para otros fines sin consentimiento escrito de los
autores. Prohibida la venta. Publicado y distribuido en forma gratuita por Imaginaria y EducaRed:
http://www.educared.org.ar/imaginaria/biblioteca
Alejandra Erbiti - El destino que intenta alcanzar...

Bombón mira desconfiada hacia todos lados, está un poquito nerviosa, mejor dicho,
un poquito asustada... mejor dicho, bastante asustada. Chiche mira a cada rato un
papelito todo arrugado que tiene en una mano, un mapa desplegado de la ciudad que
tiene en la otra y los números de las casas de la calle por la que van caminando.)

BOMBÓN: Chiche, ¿dónde estamos? ¿qué barrio es éste?


CHICHE: (Mirando el mapa) No leo bien.
BOMBÓN: ¿No sabés leer?
CHICHE: Sí, sé leer, pero es un mapa muy viejo y algunos nombres están un
poco borroneados.
BOMBÓN: ¿No podrías haber traído un mapa más nuevo? ¡Mirá si nos perdemos!
CHICHE: Creo que dice Vi… Viii… Viiilla… Villa de… ¡Villa de la Parca!
BOMBÓN: (Muy asustada.) ¿Villa de la Parca? ¡Ese nombre es espantoso!, ¿por
qué no volvemos a casa, Chiche?
CHICHE: ¡Ah, no, no!, ¡me equivoqué!, no es Villa de la Parca, es Villa del Parque.
BOMBÓN: ¡Ya no me importa nada el nombre!, ¡tengo miedo!, ¡esta calle
es oscurísima!
CHICHE: ¡Ay, Bombón!, ¡son las tres de la tarde!
BOMBÓN: ¡Pero hay demasiada sombra!
CHICHE: ¡Son los árboles! (Señala hacia arriba.) ¡Mirá qué lindos!
BOMBÓN: No quiero mirar nada, me quiero ir a casa.
CHICHE: ¡Qué miedosa!
BOMBÓN: ¿Yo miedosa?

(Aúlla un perro y Bombón se abalanza sobre Chiche y la abraza fuerte, con los
ojos cerradísimos.)

CHICHE: ¡Ay, Bombón, no puedo respirar!, ¡me estás asfixiando!


BOMBÓN: (Soltando a su hermana.) Perdón, es que de repente me dio un chucho
de frío.
CHICHE: ¡Sí, claro, te dio frío!
BOMBÓN: Sí.
CHICHE: ¿Con el calor que hace?
BOMBÓN: ¡Sí, nena, yo tengo frío!, ¿no ves que estoy temblando?
CHICHE: Y es por el frío, ¿no?…

(Chiche le da la espalda a Bombón y sigue caminando. Vuelve a mirar varias veces el


papelito, el mapa y los números de las casas. Bombón va haciéndole burla y morisquetas
por atrás.

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CHICHE: (Mirando el mapa.) ¿A qué altura estamos, Bombón?


BOMBÓN: A la misma de siempre, pero tus zapatillas son un poquito más altas
que las mías y por eso parece que vos fueras más alta que yo.
CHICHE: ¿Qué decís, pavota? Te estoy preguntando a qué altura estamos
de la calle.
BOMBÓN: ¡Ah!… no sé, pero seguro que estamos más lejos de lo que a papá y a
mamá les gustaría, ¿por qué no volvemos a casa, Chiche? ¿Eh?, ¡dale, volvamos!, ¿sí?
CHICHE: ¡Cobarde! ¿Y para esto una trae al mundo una hermana menor?
BOMBÓN: Pare que sepas, no soy cobarde. Estoy nerviosa por una prueba de
matemática que tengo mañana en la escuela y además… ¡vos no me trajiste al
mundo! Vos me trajiste a este lugar que yo no quería venir.

(Chiche mira otra vez el papelito y constata los números de las casas.)

CHICHE: Estamos bien.


BOMBÓN: ¡Vos estarás bien!
CHICHE: (Señalando casas.) Me parece que es una de ésas, creo que es ésa de ahí…
BOMBÓN: ¿Ésa?, ¿ésa es la casa de la bruja?
CHICHE: ¡No es una bruja! Es una adivina.
BOMBÓN: ¡Qué va a ser divina!, ¡es horripilante!
CHICHE: ¡A-di-vi-na, no divina! y además, madame Chantillí no es horripilante,
¡es simpatiquísima!
BOMBÓN: A mí me da miedo esa mujer. Me parece que está un poco (Hace un
gesto con la mano.).
CHICHE: ¿Qué querés decir con eso de que está un poco? (Imita el gesto de
su hermana.).
BOMBÓN: ¡Ay, Chiche, vos sabés!, como que se le voló alguna chapa del techo.
CHICHE: ¿Se está quedando pelada?, ¡no me había dado cuenta! Debe usar
peluca… ¿vos cómo te diste cuenta?
BOMBÓN: ¡No, no se está quedando pelada! ¡Lo que digo es que le faltan unos
caramelos del frasco!
CHICHE: ¿Me estás diciendo que le entraron ladrones a la casa y lo único que le
robaron fueron unos caramelos del frasco? ¡Es increíble! Se ve que eran ladrones
muy, pero muy golosos...
BOMBÓN: ¡Pero no! ¿No entendés? Me parece que a madame Chantillí se le salió
un patito de la hilera.
CHICHE: ¿En serio?, pero ¿cómo puede ser?, ¡con los años que hace que la
conozco! Nunca me contó que criaba patitos. ¿Dónde los tiene?
BOMBÓN: ¡Ay, Chiche, tan grande y tan zonza!, ¿en qué idioma hablo? ¡Lo que
te estoy diciendo es que madame Chantillí está totalmente de remate!

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CHICHE: ¡No me digas!, ¡pobre!, yo no sabía que tenía problemas económicos.
¿Cómo te enteraste de que le van a rematar todo?, ¿también le van rematar la lechuza?
BOMBÓN: ¡No y no! ¡No le van a rematar nada!
CHICHE: ¿Entonces por qué me decís que está de remate?
BOMBÓN: ¡Porque está chapita, colifata, del tomate, del marote, de la cabeza,
del bonete, se chaló, se zafó, chapeó, piró, le patina el embrague, se le torció el
moño!... ¡le falta un tornillo!
CHICHE: ¡Ah!, ¿vos decís un poco loca?
BOMBÓN: ¡Sí, un poco loca!, ¡un poco loca!, ¡por fin nos entendemos!
CHICHE: Sí, nos entendemos, pero… no sé por qué decís que madame Chantillí
está un poco loca.
BOMBÓN: ¿Cómo por qué?
CHICHE: ¡Sí!, ¿por qué?
BOMBÓN: ¿No te acordás lo que estaba haciendo la última vez que me trajiste,
mejor dicho, que me arrastraste a este lugar?
CHICHE: No, ¿qué estaba haciendo?
BOMBÓN: ¡Le estaba enseñando a hablar a la lechuza!
CHICHE: ¿Y qué tiene de malo?
BOMBÓN: ¡Cómo que qué tiene de malo!
CHICHE: Sí, ¿acaso nosotras no le enseñamos a hablar a Dionisio?
BOMBÓN: ¡Pero Dionisio es un loro!
CHICHE: ¡Bueno, no a todo el mundo le tienen que gustar las mismas aves! A
nosotras nos gustan los loros y a madame Chantillí, las lechuzas.
BOMBÓN: ¡Pero los loros sí, aprenden palabras, las lechuzas, no!
CHICHE: ¡Bueno, no todo el mundo tiene la cultura que tenemos nosotras, que
miramos todo el día documentales en la televisión!
BOMBÓN: ¡Ay, Chiche, cualquiera sabe que las lechuzas no aprenden palabras!
CHICHE: Por ahí, a madame Chantillí nadie le explicó que las lechuzas no hablan.
BOMBÓN: ¡No hace falta que se lo expliquen! ¡Todo el mundo lo sabe!
CHICHE: No, señor. Si lo supiera todo el mundo, también lo sabría madame
Chantillí. ¿O acaso madame Chantillí no es parte de todo el mundo?
BOMBÓN: ¡Aunque no lo sepa!, ¿no se da cuenta de que la lechuza no aprende a
decir nada?
CHICHE: ¡Chisss…! (Mira el número de una casa y su papelito.) ¡Es acá! Ahora,
cerrá esa bocota, ¡no sea cosa que te escuche madame!

(Chiche llama a la puerta.)

BOMBÓN: ¡Al final, no sé por qué tenemos que venir acá!

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CHICHE: Venimos para conocer nuestro destino. ¡Ahora callate! (Vuelve a
llamar a la puerta.).
BOMBÓN: Chiche, creo que yo no quiero conocer mi destino, ¡me gusta más
la sorpresa!
CHICHE: ¡Chisss, callate, ahí viene!

(Crujen muchos cerrojos, se abre muy lentamente y rechinando la puerta y aparece sólo
la cabeza de madame Chantillí, mirando hacia todos lados. Tiene puesto un turbante
en la cabeza, con una gran piedra preciosa que le cuelga sobre el entrecejo y la obliga
a parpadear muy seguido, como si tuviera un tic nervioso. Enseguida, asoma el resto
del cuerpo. Es una señora enorme, altísima y con una panza inmensa. Viste ropa de
muchísimos colores muy brillantes. Trae una lechuza sobre un hombro y con la mano
del otro brazo sostiene una botella que contiene un líquido incoloro.)

CHICHE: ¡Hola, madame Chantillí!, ¿llegamos tarde?


MADAME CHANTILLÍ: ¡Nunca es tarde cuando la chicha es buena! (Se ríe a
carcajadas.) ¿Un traguito?
CHICHE: ¡No, gracias!
BOMBÓN: Nuestros padres no nos dejan tomar bebidas alcohólicas.
MADAME CHANTILLÍ: ¡Es una broma que me enseñó Pachamama! ¡Esto no es
chicha, es agua mineral, nomás!
CHICHE Y BOMBÓN: ¡Ah!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Pasen! ¡Pasen y les sirvo unos vasos! ¡Deben tener sed,
con este calor!
CHICHE Y BOMBÓN: ¡Sí, gracias!
LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Ah, disculpen a Letitbí! Recién está aprendiendo a
hablar y todavía le cuestan algunas expresiones, pero les aseguro que eso que dijo
recién es una especie de “hola qué tal” en lengua ñacurutú.
BOMBÓN: ¿En lengua qué?
MADAME CHANTILLÍ: Ñacurutú.
BOMBÓN: ¿Ñacu qué?
CHICHE: (A Bombón, al oído.) ¡Callate!, después averiguamos qué quiere decir
esa palabra.
MADAME CHANTILLÍ: Secreto en reunión, mala educación.
CHICHE Y BOMBÓN: Perdón.
MADAME CHANTILLÍ: ¿Olvidasteis que soy adivina? Yo veo y escucho todo.
BOMBÓN: Eso no es ser adivina, ¡eso es ser chismosa!
CHICHE: ¡Bombón!
MADAME CHANTILLÍ: (Suelta una risotada.) ¡Dejala que se exprese libremente!

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(Sirve agua en un vaso a cada una de las chicas.)

BOMBÓN: (Tomando el vaso.) ¡Gracias! Yo solamente quería saber qué era eso de
ñacu... ñacu…
MADAME CHANTILLÍ: Ñacurutú.
BOMBÓN: ¡Eso!
MADAME CHANTILLÍ: Y me parece muy bien que quieras saber.
BOMBÓN: (Le saca la lengua a Chiche.) ¿Viste?
MADAME CHANTILLÍ: Ñacurutú es el nombre de una especie de lechuza, ¡una
de las tantas especies de lechuzas que existen!
BOMBÓN: ¡Ah!
LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!
BOMBÓN: ¿Y ahora qué dijo?
MADAME CHANTILLÍ: Letitbí quiere saber qué estamos haciendo acá afuera,
en la vereda. ¡Y tiene razón! ¡Adelante, chicas, pasen de una buena vez! ¡No
hagamos esperar a los espíritus!
LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!
MADAME CHANTILLÍ: (Soltando una carcajada.) ¡Ay, Letitbí, vos siempre
haciendo esos chistes! ¡No le hagan caso! ¡Es una lechuza loca!
BOMBÓN: ¡Me parece que dejé algo en el fuego! ¡Y también la plancha
enchufada! ¡Y la canilla abierta! ¡Y…!
CHICHE: (Cazándola de un brazo.) ¡Vení para acá!
BOMBÓN: ¡Ay! ¡Está bien, me quedo, pero no me pellizques!
CHICHE: (Empujando a Bombón hacia el interior de la casa de madame Chantillí.)
¡Pasá! ¡Pasá!
BOMBÓN: ¡Sí, sí, ya paso, ya paso!

ESCENA II

(Interior de la casa de madame Chantillí.


Hay poca luz, lámparas raras y velas encendidas por todos lados, arriba, abajo, a los
costados, en el piso y sobre los muebles.
Hay una mesita redonda, con un mantel hasta el suelo, de modo que no se le ven las
patas. En el centro de la mesita hay una bola de cristal —que en realidad es un globo
inflado con helio.
Hay sillas en torno a la mesa y, sobre una de ellas, hay un bonete muy alto y
puntiagudo, de color negro, con estrellas y lunas que brillan en la penumbra.
Sobre un almohadón muy mullido, Malabar, el gato de madame Chantillí, está
lavándose la cara, al estilo gato ¡obviamente!)

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MADAME CHANTILLÍ: (A su gato.) ¡Malabar!, ¡Malabar, mirá quién llegó!

(Malabar deja de lavarse, maúlla y se abalanza sobre las dos chicas. Ronronea y se les
refriega por las piernas, se tira al piso patas para arriba y juega con los cordones de sus
zapatillas.)

CHICHE: ¡Qué lindo!, ¡me encanta este gatito!


BOMBÓN: ¡Mirá, me desató las zapatillas!
CHICHE: ¡Sí, cómo juega! (A Malabar, rascándole la cabeza.) ¡Qué travieso sos!,
¿eh, Malabar?, ¡sinvergüenza!
BOMBÓN: ¡Qué simpático! Me encantan los gatos.
MADAME CHANTILLÍ: ¡Son imprescindibles! ¿Ustedes tienen gato?
CHICHE Y BOMBÓN: No.
MADAME CHANTILLÍ: ¡Ah, pero eso es terrible!
CHICHE: No podemos tener un gato en casa, porque ya tenemos un loro y…
MADAME CHANTILLÍ: ¿Y qué tiene que ver?
BOMBÓN: ¡Y!, el gato se podría comer al loro.
MADAME CHANTILLÍ: ¡No, no, no, no, no! Si uno sabe cómo enseñarles, los
animales aprenden cosas maravillosas. Malabar y Letitbí se respetan el uno al otro.
¡Yo los eduqué! ¡Miren qué bien se llevan!

(Letitbí le da besitos con el pico en la cabeza a Malabar y él se queda quietito, quietito,


sin hacer un solo movimiento.)

CHICHE: ¡Qué ejemplo de convivencia y tolerancia!


BOMBÓN: ¡Son un amor!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Ustedes lo han dicho, mijitas!
LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!
MADAME CHANTILLÍ: ¿A ver, Letitbí? ¿A ver cómo llama a Malabar?
¡Malabar! ¡Malabar!
LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Muy bien!

(Sin que nadie lo advierta, mientras las chicas están distraídas, observando cómo
madame Chantillí trata de enseñarle a hablar a su lechuza, Malabar va enredando los
cordones de las zapatillas de Chiche con los cordones de las de Bombón. Después, se va
lo más pancho a su almohadón, donde prosigue con su aseo personal.)

MADAME CHANTILLÍ: ¿A ver? Ahora diga “Chiche”, ¡Chiche!


LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!

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MADAME CHANTILLÍ: ¡Muy bien! Ahora diga “Bombón”.
LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!
MADAME CHANTILLÍ: (Aplaudiendo.) ¡Bravo! ¡Bravísimo!
CHICHE Y BOMBÓN: (Siguiéndole la corriente a Madame Chantillí, para no
herir sus sentimientos, también aplauden.) ¡Bien! ¡Bien!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Bueno, Letitbí, ahora a descansar, que mami tiene
que trabajar!

(Letitbí se acomoda en una percha especial para lechuzas.)

MADAME CHANTILLÍ: ¿Comenzamos, chicas?


CHICHE: ¡Sí, estamos ansiosas!
BOMBÓN: Por mí no hay apuro.
CHICHE: ¡No le haga caso a mi hermana, siempre está haciendo chistes!
LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Igual que Letitbí! (Riéndose.) ¡Callate, loca!, ¡ya te dije
que mami tiene que trabajar! (No puede parar de reírse.) ¡Ay, disculpen, chicas, pero
esta lechuza me hace reír tanto!, ¡tiene cada ocurrencia!
LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!

(Cada vez que Letitbí hace “¡Buú! ¡Buú!” madame Chantillí suelta una risotada.
Bombón pone caras y le da codazos a su hermana. Chiche la ignora y se ríe con
Madame Chantillí.)

MADAME CHANTILLÍ: (Respira hondo.) ¡Ah, qué risa! ¡Basta, Letitbí! ¡Ah, qué
lechuza! (Se calma.) Bueno, chicas, ahora sí, tomen asiento, por favor. (Señalando
cada silla.) Vos, Chiche, sentate en ésa y vos, Bombón, en ésa otra.

(Cuando las chicas intentan ir a sus respectivas sillas, se caen de trompa al piso.)

MADAME CHANTILLÍ: ¡Epa!, ¿qué les pasó?


CHICHE: (Masajeándose la nariz.) ¡Ay, no sé!
BOMBÓN: ¡Mirá, Chiche, los cordones de mis zapatillas están atados con los de
las tuyas!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Pero, chicas, a quién se le ocurre atarse las zapatillas así!
CHICHE: Yo no fui.
BOMBÓN: Yo tampoco.
MADAME CHANTILLÍ: Entonces… ¿quién habrá sido?

(Malabar se acurruca en su almohadón y se hace el dormido. Ronca fuertísimo.)

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BOMBÓN: El único que anduvo jugando con los cordones de nuestras zapatillas
fue… (Señala al gato.).
MADAME CHANTILLÍ: ¿Malabar?
CHICHE: ¡Pero cómo le vas a echar la culpa al gato!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Ay, no! ¿Malabar? ¿Mi Malabarcito? ¡Imposible!
CHICHE: ¡Claro que es imposible, los gatos no pueden atar cordones de zapatillas!
MADAME CHANTILLÍ: Además, ¿no ven que está dormidito?

(Malabar espía con un ojo y ronca más fuerte que antes.)

BOMBÓN: Pero si no fue Malabar… ¿entonces quién fue?


MADAME CHANTILLÍ: No sé… (Mirando hacia el techo.) Tal vez los espíritus
del porvenir ya están aquí.
BOMBÓN: ¡Ah, los espíritus!, (A Chiche.) ¿Cuándo nos vamos?
MADAME CHANTILLÍ: ¿Adónde querés ir tan pronto?
CHICHE: (Tapándole la boca a Bombón.) Mi hermanita pregunta cuándo nos
vamos a sentar donde usted dijo.
MADAME CHANTILLÍ: Ya mismo… ¡Bah! en cuanto desenreden los cordones
de sus zapatillas.
BOMBÓN: (Tratando de desatar los cordones.) ¡Están réquete anudados!
CHICHE: ¡Mejor, nos sacamos las zapatillas y listo!
BOMBÓN: ¡Sí, mejor!

(Las chicas se quitan las zapatillas.)

CHICHE: ¡Ya está!


MADAME CHANTILLÍ: Entonces, ¡vengan rápido a sentarse!

(Las chicas toman asiento en sus respectivas sillas. Madame Chantillí se quita el
turbante con la piedra y se coloca el bonete puntiagudo, con las estrellas y las lunas que
brillan en la penumbra. La luz de la habitación se hace más tenue.)

BOMBÓN: (Cuchicheando con Chiche.) ¿No te dije que era una bruja? ¡Mirá el
sombrero que se puso!
CHICHE: ¡Es un sombrero de adivina, no de bruja!
BOMBÓN: ¿Qué diferencia hay?
MADAME CHANTILLÍ: (Con los ojos cerrados y una voz muy grave.)
¡Sileeeencioooo! ¡Cierren los oooooojos! ¡Reláaaaaajense! ¡No piensen en naaaada!
CHICHE: Eso es muy fácil para mi hermanita.

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BOMBÓN: ¡Ay, mirá quién habla!


MADAME CHANTILLÍ: ¡Silencio! (Agita unas sonajas muy ruidosas, que saca de
sus bolsillos.) ¡Domingo!, ¡Faustino!, ¡queremos conocer el destino!
BOMBÓN: (A Chiche.) ¿Está hablando con Sarmiento?
CHICHE: (Se encoge de hombros.) No sé.
MADAME CHANTILLÍ: (Agita más fuerte las sonajas.) ¡Domingo!, ¡Faustino!,
¡queremos conocer el destino!

(Madame Chantillí agita tan fuerte las sonajas, que las chicas, aturdidas, se sueltan de
las manos y se tapan las orejas.)

MADAME CHANTILLÍ: ¡No suelten sus manos que se corta la comunicación!


CHICHE Y BOMBÓN: (Tomándose rápidamente de las manos.) ¡Perdón!
MADAME CHANTILLÍ: (Vuelve a agitar las sonajas.) ¡Mantengan los ojos cerrados!
CHICHE Y BOMBÓN: (Cerrando muy fuerte los ojos.) ¡Sí!
MADAME CHANTILLÍ: (Agita las sonajas cada vez más fuerte y grita.)
¡Domingo!, ¡Faustino!, ¡queremos conocer el destino!

(Las tres aguardan unos segundos en completo silencio. Madame sigue con los ojos
cerrados. Las chicas espían con un ojo y miran hacia arriba.
De pronto, se oye un tono como de teléfono ocupado.)

MADAME CHANTILLÍ: ¡Ay, no! (Arroja las sonajas por el aire.) ¡Otra vez, no!

(A Malabar le caen las sonajas tan cerca, que se asusta y se esconde debajo de la mesa.)

MADAME CHANTILLÍ: ¿Pero qué tienen últimamente estos espíritus del


destino, que no contestan?
CHICHE: ¿Cuántos espíritus son?
BOMBÓN: (Cada vez más asustada.) ¿Son muchos?, yo pensaba que era uno solo
y ya no me gustaba nada...
MADAME CHANTILLÍ: ¡Son dos: Domingo y Faustino!
CHICHE Y BOMBÓN: ¡Ah!
MADAME CHANTILLÍ: Voy a probar otra vez.
CHICHE: ¿Quiere que vaya a ver dónde cayeron las sonajas?
MADAME CHANTILLÍ: No, querida, dejalas. No sé qué les pasa a esas
sonajas. ¡Ayer no me pude comunicar en todo el día y parece que hoy tampoco
quieren funcionar!
BOMBÓN: ¡Ah! ¡Entonces lo dejamos para otro día! (Intenta ponerse de pie, pero
Chiche se lo impide.).

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MADAME CHANTILLÍ: No pierdan la concentración. Voy a probar con mi
vieja bola de cristal.
BOMBÓN: (En secreto, a Chiche.) Por lo menos ya no nos va a aturdir con
esas cosas.
CHICHE: (Entre dientes.) ¿Te podés callar?
MADAME CHANTILLÍ: (Con voz temblorosa.) ¡Sileeeencio! (Agitando las manos
sobre la bola de cristal, pero sin tocarla.) ¡Hooooola, booooooola!, ¿estás lista para
conectarnos con los espíritus del destino?, ¿Booooooola?

(La bola - que en realidad es un globo inflado con helio- se eleva y vuelve a su lugar.
Mientras se eleva se escucha un silbido en escala ascendente, mientras baja, el mismo
silbido pero en escala descendente.
Las chicas la observan atónitas.)

MADAME CHANTILLÍ: Bueno, por lo menos funciona el MODEM.

(Las chicas no pueden despegar los ojos de la bola de cristal.)

MADAME CHANTILLÍ: Vamos a ver si podemos comunicarnos con los espíritus


del destino. Ustedes pongan las manos así.

(Madame Chantillí levanta las manos a la altura del rostro, con las palmas hacia
afuera. Las chicas hacen lo mismo.)

MADAME CHANTILLÍ: ¡Muy bien, así! Esto funciona como antena parabólica,
¿entienden?

(Las chicas dicen que sí con la cabeza, pero no entienden mucho qué está pasando y
mucho menos, qué va a pasar.)

MADAME CHANTILLÍ: ¡Booooooola, boliiiiiiiiiiiiiiita!, ¡queremos hablar con


Domingo y con Faustino! ¡Queremos ver el destino!

(La bola hace lo mismo que antes. Las chicas están muy impresionadas y se quedan con
la boca abierta.)

MADAME CHANTILLÍ: ¡Domingo!, ¡Faustino!, ¡queremos conocer el destino!

(Se produce un gran silencio. Madame mira hacia arriba, las chicas también. Luego,
madame cierra los ojos. Las chicas se miran entre sí y se encogen de hombros.)

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MADAME CHANTILLÍ: (Levantando la voz.) ¡Domingo!, ¡Faustino!, ¿qué pasa
con el destino?
VOZ DE OPERADORA TELEFÓNICA: EL DESTINO QUE INTENTA
ALCANZAR SE ENCUENTRA CONGESTIONADO.
MADAME CHANTILLÍ: (Furiosa.) ¿Qué? ¿Otra vez lo mismo? ¡Me tienen harta!
¡No puede ser!
CHICHE: Pruebe de nuevo, madame, a veces me pasa lo mismo con el teléfono.
MADAME CHANTILLÍ: ¿A ver? (Junta aire y grita.) ¡Domingo!, ¡Faustino!,
¡el destino!

(Suena un pip y, enseguida, la misma voz de antes.)

VOZ DE OPERADORA TELEFÓNICA: EL DESTINO QUE INTENTA


ALCANZAR SE ENCUENTRA CONGESTIONADO. POR FAVOR,
INTENTE MÁS TARDE. DISCULPE LAS MOLESTIAS OCASIONADAS.
MADAME CHANTILLÍ: ¡Ah, no!, ¡esto no lo soporto más! ¡Voy a volver a mi
antiguo método para ver el destino!
BOMBÓN: ¿Nos va a leer las líneas de la mano?, porque yo no me las lavé.
MADAME CHANTILLÍ: No, la líneas de las manos no.
CHICHE: ¿La borra del café?
MADAME CHANTILLÍ: No, el café me quita el sueño, ¡después no pego un ojo
en toda la noche!
CHICHE: ¿Nos va a tirar las cartas?
MADAME CHANTILLÍ: ¿A ver? (Saca un mazo de naipes de su bolsillo y se lo
arroja a las chicas por la cabeza.) No, es un método muy violento.
BOMBÓN: ¿Nos va a leer una vela derretida?
MADAME CHANTILLÍ: ¡Si hay algo que no soporto es el olor de las velas derretidas!
BOMBÓN: ¡Menos mal!, ¡a mí tampoco me gusta!
CHICHE: ¿Y cómo es su antiguo método para ver el destino, madame?
MADAME CHANTILLÍ: Leo pizzas.
CHICHE Y BOMBÓN: ¿Pizzas?
MADAME CHANTILLÍ: Sí, es un método muy, muy antiguo y muy, muy, pero
muy secreto.
BOMBÓN: ¿Y usted lo usa muy seguido?
MADAME CHANTILLÍ: Casi siempre, ¡es el único que jamás me falla!
BOMBÓN: ¡Sí, se le nota en los cachetes y en la panza!
CHICHE: ¡Bombón, no seas maleducada!
MADAME CHANTILLÍ: ¡No, si yo no me ofendo! Es cierto que estoy un poco
rellenita, pero ¡qué se le va a hacer! ¡Es mi profesión y yo me tomo muy en serio
mi profesión!

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Alejandra Erbiti - El destino que intenta alcanzar...
BOMBÓN: Se la toma, pero sobre todo, ¡se la embucha!
CHICHE: ¡Bombón!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Tranquilas! Voy a traer una pizza que sobró de una
sesión que tuve ayer por la noche.
CHICHE: ¿Una sesión de adivinación del destino?
MADAME CHANTILLÍ: No, una sesión de pizzas a la piedra (Habla mientras va
a buscar la pizza.) Vinieron unas amigas mías y pedimos como diez pizzas. Estoy
segura de que sobró una. Debe estar en la heladera…

(Madame Chantillí sale de escena.)

CHICHE: (Gritando.) ¿Cuántas amigas vinieron?


VOZ DE MADAME CHANTILLÍ: Dos.
BOMBÓN: ¿Y se comieron diez pizzas entre usted y sus dos amigas?
MADAME CHANTILLÍ: (Regresando con una pizza.) ¡No!, ¡cómo vamos a comer
diez pizzas entre tres personas! Comimos nueve, ¿no ven que sobró ésta?

(Madame Chantillí intenta colocar la pizza en medio de la mesa, pero no puede,


porque está la bola de cristal.)

MADAME CHANTILLÍ: Necesito que me ayuden. Hay que sacar la bola de cristal.
CHICHE Y BOMBÓN: ¡Sí!
BOMBÓN: ¿Dónde la ponemos?
MADAME CHANTILLÍ: No sé, pónganla por allá, donde puedan.

(Las chicas forcejean con la bola de cristal, pero no pueden quitarla de la mesa.)

BOMBÓN: ¡Está como atascada!


CHICHE: ¡Sí, es como si alguien o… algo la estuviera tironeando desde abajo!
BOMBÓN: (Aterrada.) ¿Alguien o… algo?
CHICHE: ¡Ay, no puedo! ¡Está empacada!

(El globo-bola de cristal revienta. Chiche, Bombón y madame Chantillí sueltan un


alarido del susto.)

MADAME CHANTILLÍ: (Acomodando la pizza en el centro de la mesa.)


Tranquilícense, chicas, estas cosas suelen pasar.
BOMBÓN: ¡Me da miedo esa pizza!
CHICHE: ¿Te da miedo una pizza?

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BOMBÓN: ¿Y si explota, como la bola de cristal?
MADAME CHANTILLÍ: No tengas miedo, lo único que puede hacer esta pizza
es indigestarte, pero como la única que la va a comer soy yo…
BOMBÓN: El que come y no convida tiene un sapo en la barriga (Saltando en la
silla.) ¡Ay!
CHICHE: ¿Qué te pasa?, ¿por qué gritás y saltás así? ¿Tenés un sapo en la barriga?
BOMBÓN: (Asustadísima.) ¡Nn… n… no sé!
CHICHE: ¿Qué?
BOMBÓN: (Con voz quebradiza.) Se… se… sen… sentí algo que me rascó
las piernas.
MADAME CHANTILLÍ: ¿Qué les dije? ¡Nunca me falla! ¡Son los espíritus de la
pizza que ya están haciendo contacto!
CHICHE: (Saltando en la silla.) ¡Ay! Cre… cre… quecre… creo que yo también
sentí algo en las piernas.
CHICHE Y BOMBÓN: (Saltando a la vez.) ¡Aaaaaaaay!
BOMBÓN: (A punto de llorar.) ¡Estos espíritus me hacen cosquillas!
CHICHE: (Mete una mano debajo de la mesa y pone caras raras.) ¡Y son muy
peludos!
BOMBÓN Y MADAME CHANTILLÍ: ¿Peludos?
MADAME CHANTILLÍ: No se asusten, me parece que ya sé lo que está
pasando acá.
BOMBÓN: ¡Apúrese, madame, que los espípi… los espípi… los espíritus de la
pizza mes… mes… me están lamiendo la rorro… la rorro… la rodilla!
CHICHE: ¡A mí también!
MADAME CHANTILLÍ: ¡Tranquilas! Contamos hasta tres y juntas levantamos el
mantel de la mesa.
CHICHE Y BOMBÓN: Bubu… bubu… ¡bubueno!
MADAME CHANTILLÍ: ¿Están listas?
CHICHE Y BOMBÓN: Sí.
MADAME CHANTILLÍ, CHICHE Y BOMBÓN: ¡A la una!... ¡A las dos!... y a
las… ¡Tres! (Levantan el mantel y Malabar queda al descubierto.)
MALABAR: ¡Miauuuu!
MADAME CHANTILLÍ, CHICHE Y BOMBÓN: ¡Malabar!
BOMBÓN: ¡Ah, menos mal que era el gato!
CHICHE: Sí, reconozco que yo también me asusté un poquito.
BOMBÓN: (Burlona.) ¿Un poquito?
MADAME CHANTILLÍ: Bueno, esta experiencia no ha sido en vano, ¿saben
por qué?
CHICHE Y BOMBÓN: No.
ME CHANTILLÍ: ¡Porque yo ya estoy viendo el destino!

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Alejandra Erbiti - El destino que intenta alcanzar...
CHICHE Y BOMBÓN: (Sorprendidísimas.) ¿De veras?
MADAME CHANTILLÍ: ¡Sí, por supuesto que ya lo estoy viendo! ¡Ahora mismo
lo estoy viendo frente a mis ojos! ¿Les gusta la pizza fría?
BOMBÓN: ¡A mí me fascina!
CHICHE: ¡A mí encanta!
MADAME CHANTILLÍ: Y a Malabar y a Letitbí y a mí… ¡ni les cuento! Así que
voy a buscar unas servilletas de papel y ya mismo le damos un buen destino a esta
grande napolitana.
CHICHE Y BOMBÓN: ¿Qué destino?
MADAME CHANTILLÍ: ¡El mejor destino que pueda tener!

(Madame Chantillí sale corriendo y regresa corriendo, trayendo servilletas de papel.)

MADAME CHANTILLÍ: ¡Vamos a compartir esta pizza entre amigos! ¿Qué


mejor destino que ése?
CHICHE: ¡Mm, qué rica!
BOMBÓN: ¡Se me hace agua la boca!
LETITBÍ: ¡Buú! ¡Buú!
MALABAR: (Relamiéndose.) ¡Miaaaaaú!

(Cada cual se sirve una porción de pizza y antes de dar el primer mordiscón, Madame
Chantillí propone un brindis.)

MADAME CHANTILLÍ: ¡Brindo por nosotros y por todos los que se animan a
inventar el destino que más les gusta! ¡Salud!
CHICHE Y BOMBÓN: ¡Salud!
MALABAR Y LATITBÍ: ¡Salud!
CHICHE Y BOMBÓN: ¡Hablan!

TELÓN O APAGÓN

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