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darse cuenta de a que venan los gritos, los lloros, las amenazas
de castigo, l haba olvidado el tema del robo en el momento en
que dejara de serle til. Aquella fue la primera gran vergenza de
Indalecio y Claudina, an no demasiado grande, an caba dentro de
las denominadas cosas de peques, una travesura.
El peque creci y con l sus travesuras y los esfuerzos por
taparlas as que, cuando le dio por el arte, padre y madre
respiraron con alivio, poco dao poda hacer pintando maragatos en
unos lienzos, lo subestimaron, como siempre. Se sorprendieron,
incomprensible pero s, se sorprendieron cuando Antonio les fue
con el cuento de las copias, cuando les present todas y cada una
de las camisetas que Tobas copiara y vendiera como obra propia.
Suplicaron, lloraron, chantajearon, amenazaron... cualquier cosa
con tal de frenar aquel escndalo. Todas las pginas que el
Informador le dedicara pasaban en modo presentacin por la cabeza
de Claudina. Todos los hilos que haba tenido que mover se
enovillaban en la cabeza de Indalecio. El amor fraternal poda no
ser, de esta vez, justificacin suficiente para la ceguera ante
los actos de su hijo o para la mentira una vez conocidos.
Indalecio y Claudina tenan que saber que su hijo haba copiado,
Herminia acudi a declarar a la comisara con la camiseta que
inspir "Catarsis", no podan pretender no darse cuenta; supona
que lo haban dejado ir porque les convena o porque consideraban
que el resto del mundo nunca lo descubrira. Cuando vieron que no
era as no les qued otra que deshacerse de el, su muerte las
converta en vctimas y no se atacaba con la misma crueldad a un
muerto que a un vivo. Lidia saba que la mejor defensa ante
cualquier situacin comprometida era la lstima, el cambio de rol
de criminal a vctima les devolva de manera automtica la honra.
Por eso los puso en la lista, estaba casi segura e que llevaban
tiempo planendolo, el drama de la muerte en llamas entre sus
obras pareca escrito para una portada superventas en el peridico
de mayor tirada de la ciudad. Su amistad con Antonio les daba
cierto acceso a las llaves y el hecho de que el culturista del
primer piso trabajase un par de das a la semana como monitor en
el gimnasio del club de golf, aunque jurasen y perjurasen no
conocerse, algo tena que significar.