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El interregno anrquico.
(Captulo VI de La fronda aristocrtica, de Alberto
Edwards)
Las repblicas espaolas de Amrica han tenido muchas Constituciones;
pero ninguna, salvo Chile, logr formar una tradicin constitucional, un rgimen
permanente y ordenado sobre bases jurdicas o morales, un Estado en forma,
segn la feliz expresin de Spengler. Recordaba en el artculo anterior que el
cesarismo, esto es, la dictadura de hecho, nacida de la violencia y derribada por
la revuelta, fue por cerca de un siglo el sistema de gobierno real de estos
Estados que slo merecen el nombre de repblicas en cuanto no son dinsticos.
Durante los primeros aos de la Independencia este cesarismo fue por lo
general intermitente, inestable y anrquico: la poca de los grandes despotismos
duraderos y organizadores es relativamente moderna. Al principio, el
espectculo poltico del continente se asemejaba bastante al de aquel siglo
turbulento del siglo Romano, que se inicia con el asesinato de Cmodo.
En Chile tuvimos un remedo de aquel orden de cosas netamente
sudamericano, durante los siete aos que transcurren entre la cada de
OHiggins y la revolucin de 1829. Se ha dado a aquella poca el nombre
convencional de era de los pipiolos; en realidad, fue slo el tiempo de nuestros
gobiernos sin forma.
Sin duda que aqu, como en los dems pases hermanos, los jurisconsultos
y los idelogos perdieron entonces su tiempo redactando constituciones y