Sei sulla pagina 1di 9
Benjamin Bradlee, el mitico director de The Washington Post, el periodista que sacé de la Casa Blanca al presidente de Estados Unidos Richard Nixon al desvelar el escandalo del Watergate, reflexiona sobre la vida y el periodismo. LA LEYENDA DEL WATERGATE Texto: "RANCISCO G. BASTERRA (blanco, anglosajén y protestante) de la Costa Este de Es tados Unidos, tres generat pes este patricio yanqui compendio del wasp jones pasadas por la Universi- dad de Harvard, sea el principal responsable de que el periodis mo se haya convertido en una carrera de moda. Porque Benja min Crowninshield Bradlee, nacido en Boston en 1921, dura te 23 afios director de The Washington Post, es el periodista que acabé politicemente con el presidente Richard Nixon arrastrin- dole a una deshonrosa salida de la Casa Blanca gracias a la co bertura informativa del caso Watergate, que él diseié, mantuvo y defendié frente a las fortisimas presiones del Ejecutivo de Esta dos Unidos. Anteriormente, en 1971, Bradlee se habia enfrenta- do, con el firme apoyo de la propietaria del periédico, Kathari- ne Graham, a las acusaciones de traicidn formuladas por el pre- sidente, el Tribunal Supremo y el fiscal general porque el Post, pot motivos de principio, habla decidido publicar los famosos Papeles del Pentdgono, que explicaban los motivos de la implica- cién norteamericana en Vietnam. Ben Bradlee tiene ahora 75 afios muy bien llevados; una be- lla mujer, Sally Quinn, 20 aftos mas joven, también periodista y a la que sedujo cuando formaba parte de su redaccién, y una vida intensa en la que ha ocupado una sila de pista en alguno de los momentos claves de este siglo. Ha escrito sus memorias, publicadas en Estados Unidos con el titulo A good lif, y que en Espafa verin la luz en los proximos dias como La vida de un pe- riodista, editadas por El Pais/Aguilar. Bradlee es el padre periodistico de los dos reporteros més fa- ‘mosos de este siglo: Bob Woodward y Carl Bernstein, y ¢! mis- mo es el personaje real interpretado por Jason Robards en la pelicula Tados los hombres del presi- dente (Robert Redford hizo de Woodward y Dustin Hoffman de Bernstein). Ni siquiera ahora, 22 afios después de la dimisién de Nixon, Bradlee quiere revelar la identidad de Garganta Profunda, la fuente anénima que permitié a su periédico tirar de la madeja del ovillo del Watergate. Fiel a su imagen, Bradlee contin vistien- do las camisas a rayas, aunque ahora sin el cuello blanco, que hoy sus falsos imitadores asocian al periodismo agresivo. Ahora, como vicepresidente de la com- pafia del Post -el periédico que cogié en sus manos en 1968, en- tonces un diario bastante provinciano y sin talla nacional, para convertirlo en el competidor mas directo de The New York Times, la biblia del periodismo mundial-, mira sin nostalgia hacia el pa- sado. Bradlee es posiblemente el tiltimo eslabén de una serie de periodistas de raza, que empalma el periodismo de puro y atmésfera cargada de Primera plana con el mejor periodismo de informacién de los grandes diarios norteamericanos surgido después de la II Guerra Mundial, al que Bradlee aport6 el arma del auténtico periodismo de investigacion. Es el representante de un mundo que esté dejando de existr y también de una raza de directores en trance de extincién. Vecino, confidente y ami- 40 intimo de John F. Kennedy y de Jackie, vivid desde dentro y Ta conté para Newsweek, la revista donde entonces trabsjaba, la presidencia frustrada de Camelot. Incluso ~Bradlee asegura que lo supo después- su cuiiada fue amante del presidente asesina- do. Bostoniano como JFK, Bradlee tambien tuvo serios proble- mas de salud, Iuché contra la poliomielitis a los 14 afis, y pe- le6 a bordo del destructor USS Philip contra los japoneses en el Pacifico, Desde su despacho en el séptimo piso del edificio de The Washington Post, Ben Bradlee desgrana sus reflexiones sobre el periodismo, las redacciones, el poder y el futuro de la pro- fesion Describe la suya como.una buena vida, una vida de aven- tura, Se puede estar en el periodismo sin sentir un cierto grado de pasién por este oficio? =Yo creo que no. Mucha gente lo intenta y, como resultado, dirige malos periddicos. Probablemente es mas ficil encontrar tun redactor o un director con esta clase de pasién que un pro- pietario. A muchos propietarios lo que les gusta ¢s el dinero, ésa ‘es su pasin. Pero he tenido suerte y la familia Graham [duefios de The Washington Post] mantiene ese romance extraordinario con el negocio. Les encanta, les encantaba cuando perdian di- nero y les encanta cuando ganan dinero. ~<éSu carrera se debe a una combinacién de suerte, instinto, buenos vecinos y amigos en los momentos oportunos? “&COMO VOY YO A ODIAR A RICHARD NIXON? EL FUI La suerte tiene mucho que ver, pero es importante saber qué hacer con ella. No fue todo cuestién de suerte, aunque tuvo mucho que ver. El otro dia, cuando lef todo lo rela- tivo a la subasta de la familia Ken- nedy, estuve pensando en el hecho de que Kennedy se mudase 2 una casa que estabs a cuatro casas de distancia de la mia, en la misma ‘manzana, en el barrio de George- town, en Washington. ~£Qué distancia deben mante- ser los periodistas con los politicos, existe una frontera que no debe franquearse para no perder la independencia? ‘Usted la sobre- pas6 con Kennedy? “Si eres periodista, se desarrolla una clase de relacién con las fuentes de informacién, independientemente de que sean poli- ticos, exrtores, autores de teatro 0 amigos. Puede que no te gus- ten, puede ser una relacién teéricamente roméntica. Se desarro- Ila una relacién. Pero no creo que por el hecho de que un ami- go llegue a ser presidente por casualidad, yo tenga que dejar el negocio de los periédicos. Lo que hay que hacer es asegurarse de no ser el inico que conoce la posibilidad de contficto, sino que también lo sepan tus jfes, y, desde luego, los rivales también lo sabrin, En la historia de los periédicos norteamericanos probable- mente no haya existido nunca una conexin tan estrecha entre un periodista y un presidente como la suya con Kennedy. =A Kennedy le gustaban mucho los periodistas, le gustaba ccémo iban de un lado para otro y hablaban con mucha gente di- ferente; los periodistas siempre son buenos cotillas. Cuando eres presidente no tienes la oportunidad de hacer es0, estis encerra- do en ese edificio con las amistades que tienes. Hay gente que Ben Bradlee charla en la redaccin del ‘Pot’ com Bob Woodward (de pie) y Carl Bernstein, las des reporters que destaparon el ecdndalo del Watergate, que obligd a ddimivi al presidente Richard Nixon. quiere hacerse amiga tuya después de que eres nombrado presi- dente, que esté atenta a ver qué puede sacar. Los viejos amigos no hacen eso, Pero esti claro que existe una posibilidad de con- flicto y hay que decidir si se quiere ser un hombre del periodis- mo 0 un amigo del presidente, y yo sabia perfectamente que queria ser un hombre del mundo del periodismo. Si ademis era amigo del presidente, pues magnifico, pero si hubiera tenido que elegir, habria elegido el periodismo, -En aquella época, usted y los periodistas en general pro- tegian mucho la vida intima del presidente.

Potrebbero piacerti anche