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El documento describe una reunión entre Juan Domingo Perón y Amadeo Sabattini, un líder del partido radical, que tuvo lugar en 1944. La reunión duró solo 15 minutos porque Perón y Sabattini estaban en desacuerdo en casi todo. Perón pensó que Sabattini era demasiado rígido e impermeable a la realidad política del momento. Más tarde, Perón dijo que el cerebro de Sabattini cabría en una caja de fósforos, debido a su incapacidad para comprender la situación política.
Descrizione originale:
Perón sobre Sabatini: "SU CEREBRO CABE EN UNA CAJA DE FÓSFOROS"
El documento describe una reunión entre Juan Domingo Perón y Amadeo Sabattini, un líder del partido radical, que tuvo lugar en 1944. La reunión duró solo 15 minutos porque Perón y Sabattini estaban en desacuerdo en casi todo. Perón pensó que Sabattini era demasiado rígido e impermeable a la realidad política del momento. Más tarde, Perón dijo que el cerebro de Sabattini cabría en una caja de fósforos, debido a su incapacidad para comprender la situación política.
El documento describe una reunión entre Juan Domingo Perón y Amadeo Sabattini, un líder del partido radical, que tuvo lugar en 1944. La reunión duró solo 15 minutos porque Perón y Sabattini estaban en desacuerdo en casi todo. Perón pensó que Sabattini era demasiado rígido e impermeable a la realidad política del momento. Más tarde, Perón dijo que el cerebro de Sabattini cabría en una caja de fósforos, debido a su incapacidad para comprender la situación política.
Este Sabattini no entiende nada! Su cerebro cabe en una caja de fsforos. (Juan Domingo Pern) Pern aprendi y aprenda con gran velocidad porque era muy inteligente. Por ejemplo, sobre la vieja poltica argentina, creo haberle sido muy til para informarle o para conocer, pero aseguro que pronto saba ms que yo. Y tena ciertas aptitudes revolucionarias que los hombres ya formados no tenemos, una capacidad para no sorprenderse de nada, para aceptar hechos nuevos y para adaptarse a la realidad. (Arturo Jauretche)
Promediando el ao 1944, bajo la presidencia del
general Farrell, el por entonces coronel Juan Domingo Pern detentaba los cargos de vicepresidente de la Nacin, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsin. Haba logrado triunfar en lainterna que mantena en el seno del gobierno con el general Luis Csar Perlinger, ministro del Interior quien, sustentando criterios opuestos a los suyos, lo haba venido obstruyendo cuanto poda. Desembarazado de Perlinger, Pern era el hombre fuerte del gobierno y como tal, tena innegablemente parte del poder; pero de ninguna manera -como lo hiciera notar sagazmente
Jauretche- todo el poder. Cules eran los motivos de
la controversia que entre esos dos hombres se haba desatado? La historiografa liberal, antiperonista toda ella, y tambin la de inspiracin marxista (la contraria al peronismo y an la que le es afecta) sostienen que Perlinger era un nacionalista de derecha, pro nazi, que por pureza de principios no aceptaba laactitud hbrida de Pern (?). Nada ms lejos de la realidad. En todo caso, se tratara de algo discursivo, pour la gallerie, o de ltimas, metodolgico; porque Perlinger integraba el GOU, con lo cual deben descartarse matices ideolgicos en el enfrentamiento. Lo que en verdad ocurra, era que Perlinger y quienes lo seguan, entendan que el gobierno militar deba sostenerse y prolongarse sin trmino definido, hasta que el pueblo, "una vez que estuviese regenerado y reeducado", acertara a elegir a "los mejores" que habran de gobernarlo (y de suyo, ellos descontaban que estaran entre esos "mejores", obviamente). Pern, en cambio, tena una postura ms pragmtica y crea que haba que profundizar las reformas introducidas hasta all, fortalecer la poltica obrerista y las conquistas sociales, y luego de todo eso llamar a elecciones. En medio de esa disputa con Perlinger, Pern empez a tomar contacto con los referentes polticos de distintos sectores del conservadurismo y del radicalismo, y entre estos ltimos; con Amadeo Sabattini, exponente ineludible de la intransigencia radical. La intencin de Pern era absorberlos para la
fuerza poltica que estaba empeado en formar. Jos
Mara Rosa le escuchara pronunciar: "La realidad efectiva, hoy por hoy, son los radicales y conservadores. Fagocitemos a los que estn ms prximos a nosotros". El historiador Norberto Galasso deja entrever, sin afirmarlo taxativamente, que Arturo Jauretche fue fundamental artfice a la hora de concretar esa entrevista: "Jauretche ha mantenido varias conversaciones con el caudillo cordobs, de las cuales nace una reunin Pern-Sabattini, hacia mediados de 1944, que se realiza en el despacho del administrador de Ferrocarriles del Estado, mayor Juan C. Quaranta", dice. La verdad es que por entonces, Jauretche se hallaba disgustado con Pern, con quien haba tenido un cortocircuito (que no fue el primero ni sera el ltimo), y la iniciativa de la reunin entre Pern y Sabattini (que dicho sea de paso, no era cordobs, como consigna Galasso; sino porteo afincado en Villa Mara) haba sido de Quaranta; no fruto de las gestiones oficiosas de Jauretche. Y same permitida aqu una digresin: hay en el llamadoprogresismo, una tendencia a presentar a los forjistas como teniendo una capital influencia sobre Pern, a quien pintan siguiendo sus consejos como si se tratasen del infalible Orculo de Delfos. La cosa era bien distinta: Jauretche, Manzi, etc., fueron hombres de extraordinaria relevancia en el campo del pensamiento y las letras; pero actuaron como asesores de Pern, aportndole a ste ideas y acercndole personas. No era que los
forjistas formaron a Pern, sino que ste se form a s
mismo; porque siempre fue hombre de inducir sus propios raciocinios. Volviendo a lo de Pern-Sabattini, mucho se ha escrito sobre la reunin que mantuvieron y mucho ms se ha especulado acerca de ello por parte del radicalismo y del antiperonismo en general. Y claro, se comprende: es una manera de exaltar la importancia de Sabattini (y de paso, del desprestigiado, alicado radicalismo) en el mapa poltico argentino de la poca y de poner de relieve aquellos supuestos grandes mritos de su frrea intransigencia, factor este que, afirman, lo habra conducido a rechazar una supuesta candidatura a la vicepresidencia que en esa oportunidad le habra ofertado Pern. Pamplinas. No hubo nada de eso. La reunin dur como mucho 15 minutos, que bastaron para que ambos se diesen cuenta de que estaban en las antpodas el uno del otro. Segn afirm Sabattini, Pern le ofreci al radicalismo todos los cargos del prximo gobierno, excepto la presidencia que reserv para el Ejrcito pero dejndole el segundo trmino de la frmula, y a esa propuesta l habra respondido que la nica candidatura posible sera la de un radical como presidente, porque "el radicalismo es la fuerza rectora del pas; nada de frentes populares"; agregando: "estamos contra el 6 de setiembre de 1930, contra el 4 de junio de 1943 y contra cualquier intervencin militar", y adems; con un seco y tajante "yo no soy contubernista" (frase que por otra
parte, usaba como muletilla siempre, por pura
imitacin del Peludo Yrigoyen). Por su parte, el general Ral Tanco afirmara luego de realizada la entrevista, que Pern exclam: "Este Sabattini no entiende nada! Su cerebro cabe en una caja de fsforos". Preguntado por Flix Luna, Pern le contestara que en modo alguno se habl de candidaturas: "Entre los polticos con los cuales convers, habl con Sabattini. Pero no me pude entender con l: era totalmente impermeable. Un hombre fro que no tena posibilidad de entrar en una cosa como la nuestra... l estaba en los viejos cnones". Luna: "-Usted ofreci a Sabbatini todas las candidaturas reservndose la presidencial?". Pern: "-No. De ninguna manera. No tratamos de eso. La impresin que saqu es que si yo le hubiera ofrecido algo para ser, hubiera aceptado, pero yo... qu le iba a ofrecer a Sabattini?". Y en efecto, lo que le dijo Pern a Luna era estrictamente cierto, porque pensemos: si no poda Pern imponer su candidato para la intervencin a la provincia de Buenos Aires, y tuvo que consentir en que lo fuera el general Juan Carlos Sanguinetti, identificado con Perlinger y en cuyo gabinete slo logr poner a uno o dos ministros de entre la lista que le haba acercado a peticin suya Jauretche, cmo podra entonces ofrecerle a Sabattini -o para el caso, a cualquier otro- nada menos que todos los cargos electivos excepto la presidencia? No estaba en condiciones de hacerlo, desde luego, y no lo hizo, sencillamente porque no hay que olvidar que Pern no era el gobierno; el gobierno era el
Ejrcito, y dentro de ese esquema, Pern tena una
parte importante, decisiva si se quiere, del poder; pero como consign precedentemente, no todo el poder. No le era dable ni posible hacer lo que se le antojara; deba necesariamente consensuar y acordar. Y Sabattini, innegablemente posea en un altsimo grado hermosas y loables virtudes cvicas que lo enaltecan y una escrupulosa honestidad puesta mil veces a prueba y jams desmentida; pero viva inmerso en un mundo ficcional, totalmente alejado de la realidad que lo circundaba, a la cual no comprenda ni siquiera remotamente. Se crea llamado a la alta misin de ser el continuador de la obra -segn l, inconclusa (y debo confesar que me cuesta no poco agregar "felizmente, gracias a Dios" a eso de "inconclusa")- de Hiplito Yrigoyen, al cual admiraba con una devocin rayana en el fanatismo. Se vea a s mismo como un apstol regenerador de la poltica y no vislumbraba otro arbitrio que reeditar la intransigencia, los silencios y el misterio que en sus tiempos haba empleado elPeludo como estrategia y sistema. Pero as como la utilizacin por parte de Patroclo de la armadura de Aquiles no necesariamente converta a aqul en ste; la adopcin que haca Sabattini de los mtodos y estilo de Yrigoyen, no lo mostraba ms yrigoyenista, sino que lo haca aparecer como (y lo era) un yrigoyencito. Despus, en octubre de 1945, se lo ver a Sabattini instigando al general Eduardo Avalos a la deposicin de Pern y vanaglorindose de ser el que haba "sacado de un ala a Pern" y jactndose de "voy a volverlo a sacar cuantas veces
sea necesario" (se nota a las claras que lo suyo no era
profetizar, decididamente), oportunidad en la que pudo ser presidente, llevado al silln de la mano de Avalos, y que desperdici inexplicable e ingenuamente por haber reiterado el error de persistir en lo absurdo y extemporneo de la intransigencia que imitaba. No le quedara ni siquiera el dudoso privilegio de ser en 1946 el candidato de aquel radicalismo amuchado al influjo de Braden en la inicua Unin Democrtica. Ah! y tena razn Pern: Sabattini no entenda nada. Nunca entendi nada. Y es que la esfinge de Villa Mara era, en efecto, irremisiblemente impermeable a la realidad. -Juan Carlos Serqueiros-