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© Nerópolis
© Montserrat Álvarez

Hecho el depósito legal


en la Biblioteca Nacional del Perú Nº: 2005-8359

Ejemplar realizado por cartoneros de la ciudad de Lima.


Encuadernado y pintado de tapas por ellos mismos.

© Sarita Cartonera, 2005


Proyecto fundador: Eloísa Cartonera. Buenos Aires, Argentina.

© Formato de encuadernado: Chunku. Hacedores de Cultura.

Diseño y diagramación de interiores:


Jaime A. Vargas Luna

Diseño de exteriores:
Pepe La Rosa, Diego Muñoz, Shylla Marcos

Agradecemos a la autora su cooperación, autorizando la publicación de este


ejemplar

Impreso en: El camarote de mi hermano


Calle 5 Mz. F-1, Los Álamos de Monterrico, Surco, Lima

Contactos:
info@saritacartonera.com / www.saritacartonera.com
teléfonos: 420 5858 / 9632 4466

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A los lectores de Sarita Cartonera:

Sarita Cartonera1, excéntrico proyecto editorial, tiene como


principal objetivo difundir la literatura latinoamericana a
partir de una propuesta que quiebre el modo de producción
convencional. Este sello editorial busca devolverle la
autenticidad al libro, haciendo del proceso de producción
de cada uno de sus ejemplares una experiencia irrepetible.

Los libros cartoneros son hechos con interiores de papel


barato y tapas de cartón comprado a quienes lo recogen en
las calles de Lima. Sus portadas integran el aspecto plástico
al libro, están escritas con témpera y a mano, dándole así a
cada volumen la condición de único: todos ellos son distintos
entre sí aunque se trate del mismo título.

El material que caracteriza a este sello editorial es el cartón.


Su uso se sustenta no sólo en la reducción de los costos de
publicación sino también en la posibilidad de aprovechar el
diseño presente en este objeto cotidiano. La propuesta de
libros de cartón trajo consigo al grupo que la ejecutaría: los
recicladores de cartón, generando trabajo a jóvenes con
escasas posibilidades de desarrollo. Un libro cartonero une
dos tecnologías de producción: el texto literario -expresión
cultural canónica, hoy informatizado- y el trabajo manual
que convierte al reciclador de cartón en artesano.

1
Sarita Colonia simboliza la esperanza popular, por este motivo fue
escogida para encabezar el nombre de este singular proyecto (o de
esta singular institución, no sabemos) y el uso del cartón, de donde proviene
el término Cartonera, nos ayuda a convertir la lectura en una práctica
popular en el Perú.

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Sarita Cartonera busca poner en circulación la literatura
latinoamericana, sin mayores prejuicios. Siendo un proyecto
comunitario, construye una red en la que interactúan
distintos actores sociales con un fin común: editar libros
atractivos, económicos y de alto nivel literario.

La historia que hay detrás de cada librito cartonero es la


celebración de la solidaridad.

Sarita Cartonera

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Montserrat Álvarez

Nerópolis

Prólogo
Cristino Bogado

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Montserrat Álvarez (Zaragoza, 1969).

Su primer libro, Zona dark, publicado en Lima hace casi quince años,
fue una de las más importantes publicaciones de poesía peruana de
la década pasada.

Ha publicado después en Asunción, donde reside desde hace varios


años, y en Buenos Aires.

Este es el segundo poemario que la autora publica en Lima.

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Los animales de Nerópolis
bajo mis caricias

Que el desparpajo de la mano en su deriva perezosa,


alejada de toda pretensión virtuosística, mero ejercicio para
descontraer los músculos, confíe a la exposición pública su
luz más plena, la solaridad que grafica toda cruz gamada en
la luminosidad de sus extremos ahora extendidos como
brazos sacados del cómic underground, la parodia infantil de
lo que alguna vez fue parodia siniestra de un rito más
antiguo, la infantilidad, que no reniega de un cierto poder
destructivo, de la imagen formada a base de pequeños
pedazos de letras a modo de un lego soñado por un poeta
entregado a los juegos de un pintor también lego. Las seis
partes del dibujo-poema, tres miembros acodados reflejando
su nomenclatura caleidoscópica, jugando a una regularidad
matemática, la que persigue el niño que juega siempre para
salvar la seriedad del mundo y del papel blanco, cómo no,
aluden al 666, cifras del maldito supremo, que corresponden
también a su representante temporal típico según la
denuncia paleocristiana, Nerón. Y es sobre la ciudad que
palpita bajo su égida sobre la que medita la mano en su
abandono. Es Lima, es Asunción... es Nueva York, aun
mutilada de sus torres gemelas (estamos hablando del poema
«Sólo para decadentes», extraído de la revista El Augur,
Asunción, número especial, octubre de 1993). Si la serpiente
intoxicada por la secreciones tumultuosas de su veneno, el
orgullo (Chirinos, Los largos oficios inservibles, Lima, 2005)
aparece aquí como el sentido denotado y en su avatar crítico
de serpiente despedazada (y no en la versión mítica y ya
ortodoxa del ouroboros), también la volvemos a encontrar
en «Tengo una serpiente», poema de Underground

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(Arandurá, Asunción, 2000), en este caso enclaustrada en la
covacha moderna del cuerpo burgués minado diariamente
por las disciplinas de rigor, en apariencia definitivamente
domesticada, salvo por una nota discordante no soñada por
los ingenieros del nuevo orden del mundo, la del verbo, que
serpea caliente y obsceno desde las ruinas hasta el lector en
una enésima revirovuelta, en una cotidiana mutación, la de
lo ctónico transfigurado en lo espiritual.

La polis de Montserrat Álvarez podría ser definida, en


un intento apenas sugestivo y provisorio, por su trasfondo
totémico. Hay como un linaje, de realeza solar-incaica, de
cognatio severamente pura y de blasones satánicos, que se
remonta a una cópula originaria, la de la primera de sus
mujeres con la serpiente totémica, esto por jugar con el
posible mito primigenio de una estirpe necesariamente
rizomática por definición. Porque, y no pocas veces, veremos
que, dependiendo del poema, el animal totémico cambia,
de elemento, de figura, de armas... Es el caso de «Raposa»,
poema del mismo libro ya mencionado, donde el animal
cognativo es identificado con un perro. La Raposa reconoce
al poeta como uno de los suyos, concediéndole su gesto más
valioso, el de la lengua que impregna con su saliva-panacea
la mano que ella reconoce como la de un igual, el tendy que
todo lo sana, las heridas, la soledad existencial, etc.; palabra
ésta, tendy, que en guaraní tiene un extraña duplicidad en
su valor semántico, pues también designa el fuego, la llama,
la luz, el resplandor, lo que claramente nos retrotrae a lo
solar. La Raposa habitaba hasta antes del encuentro los
páramos interminables de la incomprensión y el ostracismo
de los suyos, los mismos que habita el poeta, todo poeta
«que la tiene». (Acá nos es necesaria una pequeña digresión
para acotar que la soledad plena y absoluta ya no le es posible
al poeta modernizado e integrado a las redes de la
civilización, aquella soledad mencionada en un artículo de
Octavio Paz en relación con el indio chaqueño que se interna

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en lo oscuro, lanzado a la explosión obsesiva del canto
durante toda una noche sin que intervenga oyente ni
espectador alguno en esta escena y sin que queden huellas o
testigos de su poema-canto. Se trata sólo del poeta ante el
mundo natural, de la lengua que en su actividad salivosa
forma un engrudo-mandala para mantener la estabilidad del
cosmos, su permanencia originaria y plena, con su canto
chamánico como humus y energía inagotables para la
continuidad de los seres). Que el lugar de aparición de la
Raposa, según fuentes de primera mano, haya sido el
Instituto Superior de Estudios Humanísticos y Filosóficos,
de orientación jesuítica, casa de estudios en aquel momento
de la autora, no es un simple hecho anecdótico sino que
viene a completar el contexto satánico que une íntimamente
el poema con su correlato empírico. Para ahondar en el
concepto de lo satánico que hasta aquí hemos desarrollado
sería bueno traer a colación la lectura que hace del mismo la
teórica de lo fantástico Rosmary Jackson. Para esta autora
inglesa, la forma de lo fantástico en literatura, y en especial
la de su variante de lo siniestro, no es más que el minucioso
y permanente socavamiento de lo real burgués-capitalista.
Uno de los topoi que lo fantástico frecuenta para realizar este
trabajo de subversión es el de lo satánico, junto a temas o
motivos como el del doble, el de lo vampírico, el de los
fantasmas y un largo etc. La literatura de fines del siglo XVIII
y comienzos del XIX, la literatura romántica, y, dentro de
ella, la «gótica», que hacía uso y abuso de ellos, fue
considerada como una literatura inferior, alejada de la seria
y respetable literatura realista. Por sus orígenes y el desprecio
que por lo general ha recibido de parte de los detentadores
de la «gran cultura», en general lo fantástico ha pugnado
siempre por la problematización de lo real. Y en el siglo XX,
que es cuando empieza a ser estimada en su auténtico valor
esta corriente, las aportaciones del psicoanálisis, por ejemplo,
revelan que lo demoníaco o lo satánico pueden ser
interpretados modernamente ya no como simples

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supersticiones retrógradas sino como simbolismos
portadores de verdades profundas e íntimas para el sujeto
moderno. Lo satánico o demoníaco aparece así como el otro
yo reprimido por la conciencia burguesa, que se concreta y
al mismo tiempo se independiza del sujeto. Se externaliza y
mira desde fuera al yo que lo había negado siempre. Es por
ese lado que convendría leer lo satánico en Montserrat
Álvarez.

Pues si la figura totémica es, las más de las veces, proteica,


no ocurre lo mismo con el «espíritu de su raza»,
invariablemente satánico. Los animales totémicos rotan su
danza verbal alrededor de un centro descentrante, vacío en
su satanismo. El poema «A Satanás» es la reivindicación de
esa sangre matrilineal, ya lo dijimos, quebrada, rizomática,
devorada por el olvido, pero irrestañable por esencia. Las
posturas que ha asumido su cuerpo y el pescuezo de las
botellas de cerveza rotas remiten sin piedad al mundo sin
exorcismos posibles de Linda Blair, a ese mundo de las mil
voces que la penetran en su célebre postura más esquizo
que yogui, con el cuello que gira 90 grados sobre el eje del
bien y del orden y la boca que lanza escupitajos de locura,
poética, chamánica y mental, sobre la letanía agnativa del
sacerdote y su cerebro falogocéntrico y del mundo que ha
confeccionado esos vaqueros para aprisionar a sus hijos
réprobos. «Tomates, tomates, hijos de la sangre / grandes nabos,
blancas / fibras de la luna...»: he aquí el conjuro satánico en
su vitalidad gastronómica, acaso caníbal también, para
seguir con las asociaciones; canibalismo, por otra parte,
achacado a todo espíritu cuando no se deja someter a las
nuevas leyes indiferentes a toda consanguinidad que no sea
exclusivamente blanca, humana, patrilineal. A la Epístola a
los corintios se remonta la tradición que acredita a la posesión
satánica tanto la esquizofrenia del cuerpo como la
multiplicidad verbal que sobrepasa el pequeño coto del
lenguaje o idioma dominante, mayor, codificado por el poder.

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La Blair se expresa con toda la variopinta lengua de la familia
totémica, la del perro, la de la serpiente, desde el bisbiseo
hasta el aullido, formas que la poesía de Montserrat, como
sobrina del zoofílico Lautréamont, a través de una
palingenesia retoma para minorar, como diría Deleuze, toda
liturgia fiel al lenguaje mayor, reiterativo, ultracodificado,
abriendo dentro de él una zona huamaniana, paródica,
descoyuntándolo hasta el paroxismo con versos como estos:
«De verdes anhelos está llena mi alma, / de jugo de berro, de
sangre de palta, / de los entremeses, los engañabobos, / la lengua
del pato, la boca del lobo, / el huevo del dodo y el del
avestruz...».
En «Elogio de la noche» no sólo accedemos a ese espacio
superior, el del alma que ha pasado por todas sus figuras,
sino también a aquella noche del chamán que busca a través
de su vigilia poética la novedad del verbo al mismo tiempo
que su reintegración a la hermandad de sus iguales. El poema
«Instante» quiebra la ilusión burguesa del paso del tiempo
y fija sus versos sobre la eternidad de X con su vaso de cerveza,
eternizado por la gracia con que convoca al poeta para
retratarlo, y el poema realiza la transfusión de esta gracia
con la que aquél escancia la cerveza a los lectores. Idas y
vueltas de la vida al poema, del poema a la felicidad del lector,
que no sabrá nunca acaso con certeza que ha quedado
ineluctablemente atrapado en la palpitante corriente de un
saber originario.

«Dios del sueño», poema de la colección Alta suciedad


(Buenos Aires, 2005) no es la imprecación desesperada de
un insomne ante el Sueño que se niega a aparecer, sino que
va más bien por el camino alquímico de encontrar al dios
que nos hace «susurrar el universo». «Cuán grato...» fluye
escandido en la prisión de una prosodia que se quiere dorada,
antigua, acaso la de los ancestros españoles. La serie de
negaciones aparentemente condescendientes con la ideología
de la resignación de la España negra de Felipe II se cierra,

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como con un portazo, con un sí moderno, antihumanista,
corroborado hoy día en la práctica cotidiana más que en el
ocasional devaneo pesimista que segregan las horas muertas.

De Zona dark (Lima, 1991), lo que nosotros podemos


agregar a lo mucho y bien que otros autores han dicho al
explayarse sobre él es, modestamente, poco: señalar, acaso,
para reforzar alguna postura planteada en estas páginas, por
ejemplo, en su «Ars poética» aquella definición de la poesía
como «...asunto raro de bichos raros de largos dedos...», y, en
«La metamorfosis», cómo las manos de Gregorio Samsa en
aquella fatídica mañana se convierten en «precarios recortes
de papel». Sin olvidar «Circe», con «mis animales bajo mis
caricias», ni, por último, «Paradoja», poema gracias al cual
hemos aprendido que «todo hombre bueno tiene dos ojos como
dos peces...».

Hablar de la poesía de Montserrat Álvarez, que ahora


Sarita Cartonera pone en nuestras manos, es tan fácil y, al
mismo tiempo, tan difícil, que uno en algún momento tiene
que romper el tenor ex cátedra, la retórica academizante,
para poner en claro eso, como sería necesario hacerlo para
hablar de su acento limeño impregnado de tics españoles –
y, por supuesto, bien sazonado con algún vocablo guaraní,
porque así lo exige su respeto de las reglas de la cortesía–,
pero aquí no hemos hecho más que esbozar un ápice de la
vasta gama de lecturas de las que su obra es susceptible, y si
hemos privilegiado la faceta totémica o zoomorfa no ha sido
más que con el objeto de abrir un nuevo espacio allí donde
ella no ha hecho más que socavar y agrandar el mundo para
así poder reconciliarnos con la poesía y sus inagotables formas
de vida y de placer.

Cristino Bogado1.

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Poeta paraguayo. Dirige además la editorial Jakembo en Asunción.

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de ZONA DARK (Lima, 1991)

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Paradoja

Todo hombre bueno tiene dos ojos como dos peces


naufragando en un grueso mar de lentes atónitas
Todo hombre bueno tiene una boca entreabierta
de la que se descuelgan (como hilos de baba
—pero con sorprendente regularidad—)
consejos y consejos y consejos
Pero lo más repugnante de todo
es que cada hombre bueno tiene dos manos húmedas
que lo auxilian en la emotiva tarea
de ganarse a alguna pobre criatura pecadora
mojándole la frente o las manos respectivas
con su bondadosísima transpiración
Y así todo hombre bueno genera —oh paradoja—
precisamente aquello que quiere destruir:
las más bajas pasiones, el odio más siniestro.

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Vegetación miraflorina
(Los ricos también lloran)

Feas en su belleza uniforme pasean


con ropas relucientes a la última moda
Bajo el sol, el chillón
color de sus cabellos
es aún más amarillo
—ciegan, qué duda cabe—
Los suyos les darán
lógicos matrimonios,
planificadas vidas, besos planificados
Caerán los años sobre su bronceada
desnudez sin poesía
Envejecerán en medio de sus baños
sauna y de sus aeróbicos
Y un día enfrentarán en silencio el espejo
y clavarán sus ojos en los ojos de vidrio
Y ya será muy tarde para abrirlos

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Circe

Parias con nuestra sangre han comprado los hombres


sus altas torres donde se guarecen
de vicios ancestrales
Somos las malas sombras de sus noches
Como extranjeros son en sus propias ciudades:
la vida que hay en ellos es la nuestra
porque para nosotros es que brillan las luces
y anuncia sus caminos el cemento
Para vivir jamás pedí permiso
para morir tampoco
y nunca me arrepiento de mis actos
Parias la fealdad de sus vidas compradas
de su legalidad y de su hastío
doblará sus espaldas arrugará sus frentes
Cuando no sirvan más los dejarán los suyos
al borde de una zanja como engranajes rotos
Los desprecio y desprecio su desprecio
Mi orgullo es alto como mis caderas
Lo alimenta el respeto de mis bestias,
mis animales bajo mis caricias
Ellos son mis hermanos / Los hombres no me importan
Morirán como mueren los esclavos
Yo seré interminable

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La metamorfosis

Una mañana Gregorio Samsa se despertó y vio que sus


manos
ya no eran de carne y hueso sino precarios recortes
de papel. Acobardado,
quiso retener con ellas lo último de noche que quedaba,
para evitar el día inevitable, el vil enfrentamiento
con sus viejos y con
todo el resto del género humano, pero eran
inútiles recortes de papel. Quiso lavarse la cara,
peinar la cabellera, que le daba
un aspecto feroz, pero temió mojarlas y perderlas,
a esas tristes miserias, su único tesoro.
Quiso llamar a alguien, mas se dijo
yo ya no tengo hermanos, mis hermanos
ya no son mis hermanos. Entonces vio,
pegados al cristal de la ventana
que tenía a un costado de su lecho,
manos que un día fueron carne y hueso,
rostros de seres que fueron humanos.
Entonces comprendió: «Somos los desterrados
de la vida», se dijo, apartando las sábanas,
se levantó del lecho, abrió la puerta,
salió a la madrugada ensombrecida.

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Afuera, aquellos hombres de manos de papel
le volvieron la espalda, para huir con la noche
de aquel lugar en el que amanecía.
Samsa empezó a seguirlos; sin volver
la mirada hacia atrás, sabiendo que sería
inútil todo adiós, se adentró en la humedad
de las últimas sombras, abandonó la luz
de los días futuros, abandonó la casa
paterna,
para siempre.

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Monólogo de Marilyn Monroe antes de suicidarse

Yo de nada me quejo: en este mundo


jamás hubo una víctima: sólo existen culpables
Yo no tengo miedo de la vida
La vida no es aquel envejecer suburbano
que pudo destinarme el dios de la rutina,
las carnes flácidas bajo los delantales
manchados de miseria cotidiana
Yo no tengo miedo de la vida
Y pienso en todos aquellos jóvenes vaqueros solitarios
que partían heridos de muerte sobre el lomo
de algún caballo fiel, asesinados
por la humanidad,
rumbo a un salvaje ocaso en technicolor
La vida es aquel súbito desafío del alma
que puede levantarse en cualquier noche incógnita,
las bebidas azules en la luz estelar
de las constelaciones de una ciudad maldita
No ha de sobrevivirme ningún hombre:
Yo seguiré riendo en la última luz
de neón que se refleje sobre el líquido
de la última copa que alguien levante y beba.

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Ars poética

La poesía debe ser como el amor,


asunto raro de bichos raros de largos dedos
sensitivos
La poesía debe ser como el amor,
refinada y violenta
y que haga daño y muerda
sin llegar a romperse
ni a romper
Pero a veces la poesía debe llegar más lejos que el amor
y más lejos que todo
Y romper cosas

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de CUATRO POEMAS Y UN
MANUSCRITO (Revista El Augur,
Asunción, 1993)

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Tomates, tomates…

Tomates, tomates, hijos de la sangre,

grandes nabos, blancas

fibras de la luna,

espléndidos apios, locos de remate,

amo vuestra dulce vocación canora

de llenar de fauces más de mil y una

en la oscuridad de las altas horas.

De verdes anhelos está llena mi alma,

de jugo de berros, de sangre de palta,

de los entremeses, los engañabobos,

la lengua del pato, la boca del lobo,

el huevo del dodo y el del avestruz,

la vaca sagrada que hunde la testuz

en la fuente ansiada –la transustanciada

sangre de Jesús–

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Abrid vuestras bocas hambrientas, hermanos,

al maná que blanco tiembla en vuestras manos

al maná de ciegos y de comedores,

al maná de cojos y devoradores

Abrid vuestras bocas hacia este futuro,

extended a él vuestros brazos duros,

que a nuestros estómagos enormes y magros

llegarán celestes, oleosos milagros

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Cuán grato…

Cuán grato el sordo fluir es de la propia insustancia

el ser transeúnte no siendo jamás en un punto; esencia

que, fluyendo, se aniquila a sí misma en su inconstancia

cuán absurdo este no ser que está siendo, sí, qué drama

curioso este discurrir no-verde de las no aguas

que, imposible, es y no es fin, inicio, nudo y trama

Cuán grato el sordo fluir es de la propia inconsciencia,

renunciar al acto, al hecho, a la obra y a la ciencia

ansias ilusas de ser que son del no-ser la suerte

Cuán burdo engaño la vida,

que de sí misma se muere como de mortal herida,

y cuán perfecta la muerte.

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Aquel que a solas…

Aquel que a solas se inclina sobre el plato

en el vacío comedor del pecho, aquel que baila, aquel que


se emborracha

de doliente alegría, aquel que se contempla en el espejo

Aquel que a solas se inclina sobre el plato

humeante y sorbe tenaz, pacientemente,

con humildad la vida, gota a gota,

sin pedir nada a cambio

Aquel que engulle la limosna enjuta sin saber quién la da ni


para qué,

aquel que enjuga con su pan los restos serenamente, sin


pensar que un día…

Ese que de mi mano ha de comer, ese que aguarda en ese


paradero,

aquel que baila, aquel que se emborracha,

aquel que se recoge para hundirse en la negra pantalla de su


sala

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El que cierra las puertas de su casa por miedo a los ladrones,
el que enciende la estufa, el que trajina

para comprar el pan, la sal, el agua, para cuidar la dádiva


mezquina,

el pobre cuerpo, la fugaz limosna de ser para no ser, al fin


un día

Polvo que el viento anima brevemente mas que deja caer,


de nuevo, al suelo,

muerte por un segundo vuelta vida, silencio roto, pero, al


fin, silencio

Hermanos míos, ilusos, ingenuas, inocentes madres mías,


hijos

míos sin número, esposos incontables, hijos huérfanos míos,


cada uno precioso:

¿qué he de hacer por vosotros? ¿qué puedo yo hacer? –esta


pregunta

de día me consume, de noche me desvela, no me deja –


¿qué he de hacer,

qué he de hacer por vosotros?

31
La vida…

La vida, la vida, la vida: ¿qué es este torbellino

que nos atrapa el alma y nos encierra

como en estrecho círculo de insania?

¿qué es esta conjunción de sinsentidos

que a diario y diariamente nos arrastra

al núcleo monocorde de su trama

cenagosa, incesante y arbitraria?

¿Deberemos beber desde su entraña

su oscura secreción de oscuridades

–ya queridas, ya odiadas–? ¡Qué pregunta!

El tiempo, que conforma mi sustancia,

humano es, como todo en esta taza

de cicuta tan dulce y tan amarga

¡Apurar de un tirón, hasta las heces,

el veneno mortal de nuestra nada!

¿Qué otra cosa debemos

32
–o podemos– hacer? ¡Si nada somos,

o, por mejor decir, si somos nada!

33
34
de UNDERGROUND (Asunción, 2000)

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36
Tengo una serpiente

Tengo una serpiente entre las piernas


un enigma en la cara
un as en la manga
Tengo una serpiente entre las piernas
un nudo en el cuello
una aparente calma
Un haz de luces que desdeña
todo lo que los necios ven y piensan
Un alma que sueña y que sueña
Tengo una serpiente entre las piernas
que muerde y envenena a los vivientes
que emponzoña las pieles de las bestias
Tengo una serpiente entre las piernas
que anhela devorarte con su alma de fiera
Soy aquella que se yergue en las tinieblas
aquella que no posee sino sus garras y dientes
y pese a todo quiere poseerte
Yo soy aquella que desnuda se yergue
a la desnuda luz de las estrellas
y sobre los huesos de los muertos muere
Porque tengo una serpiente entre las piernas como un río
de fuego

37
como un tenue demonio como un callado cielo
Como un callado cielo

38
Elogio de la noche

Nada hay en el día que me atraiga; el crepúsculo


es como un amanecer para mi alma, y este anuncio
de las próximas sombras da una oscura alegría a mis entrañas
La noche trae consigo un negro mundo insondable, y su
extraña
belleza transfigura las cosas
más feas, insuflándoles
un alma nueva y misteriosa
que purifica de todos sus pecados la tierra
Tórnanse extraños, sagrados,
todos mis rituales solitarios
Sagrados el fulgor
y las azules espiras de mi tabaco
De mi copa el licor,
también, sagrado
De lo Eterno la casa misteriosa,
de arquitectura ciclópea,
son las sombras
en las que reina mi sombrío fuego, y un horrible placer
llena mi pecho
y el atroz universo

Más lejos que en el día llega la mirada

39
durante la noche, y más los ojos ven en las tinieblas
que en la luz engañosa y los falsos colores
y formas de las cosas rutinarias
Adentrando la mirada en la oscuridad impenetrable
–¡aunque esto sea una contradicción!–,
de la negrura plena en la intangible calma,
penetra el hombre en su propia infinitud,
borrándose los límites, mas también las distancias,
y accede así a un espacio superior
al espacio terreno: el de su alma

40
A una vieja

«¡las regularidades matemáticas me fascinan!»


–exclamó la rubia teñida
Y: «¡NO-NO-P EQUIVALE A P!» (con su ridículo «NO-NO-
P» quería
decir «negación de negación de ‘p’»)
«¡las regularidades matemáticas me fascinan!»
–exclamó la vieja puta
Y: «¡En el logotipo de Benetton veo
una regularidad acromegálica, pitagórica, mayéutica!»
Yo le dije: «Vieja puta del Infierno
que serás coronada de laureles otras doscientas veces
es mejor que cierres tu boca barbuda
porque yo podría enfurecerme
y entonces
si te degüello de tripas a rabo
el cuello te saldrá por el cogote
PORQUE TU ALIENTO REDUCIRÍA A POLVO
los mástiles más altos de los barcos
PORQUE TU CULO ES DE AIRE ACONDICIONADO,
y tu boca,
una cochina máquina de vomitar libros
de malos versos malas artes mal aliento
VIEJA NARIGUDA

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ay de ti si no aprendes a olerle el culo al Diablo
PORQUE A ESO ESTARÁS DESTINADA
una vez –una bendita vez–
que –¡destripaterrones! ¡desgarramantas!
¡CUERNOENPANZA!–
hayan callado las torpes loas de tus satélites,
hayan callado los cielos y la tierra, yo misma haya callado,
Y, FRÍO YA EL SOL, tus vanas glorias
se hayan evaporado como el hielo
AH EXTINCIÓN BENDITA DE ESTE MUNDO IMBÉCIL
AH BENDITA EXTINCIÓN DE LOS VENENOS
Ah, bendita extinción de la maldita sierpe
que, estéril ya, aún pare hijos
y, frígida, chilla en orgasmos fingidos
Bendita el águila y bendito el nido
de tu condena, enana yerta,
corcovada y negra
¡UF!

42
Instante

X escancia la cerveza, y mientras escancia


brillan sus ojos con febril mirada
Yo contemplo la elegante, fina mano que la botella levanta
con tanta gracia
Es de noche sobre Asunción, y el invierno se está yendo
Como X, otros muchachos, en iguales o parecidas
circunstancias,
escancian la cerveza en la noche estrellada
Y otros tantos lo harán, a lo largo
de los años y los siglos venideros
Pero que quede claro: sólo X,
en este fugaz instante irrepetible,
y de ello dan fe mi tinta y mi palabra,
es capaz de escanciar con tanta gracia
y de mirar con tan febril mirada

43
Raposa

Os querría contar de la Raposa


Ahora que estamos aquí, todos con todos
y nadie con nadie, en la foresta umbría, la recuerdo
Era un ser de los bosques, rojo y fiero
Huraña y altiva, cultivaba
su misantropía entre las sombras, en ocultos
rincones, donde no llegaba nadie
Yo la observaba largamente, y ella me miraba con franca
hostilidad
Pero tenía hambre, y la obligué a quererme
Recuerdo aquella magnífica primera mirada de
agradecimiento
Yo la comprendía
Yo siempre fui como ella yo siempre tuve miedo
Pero algo se quebró en su interior merced a mi silente
persistencia
Algo, una rígida coraza, un catafracto
de hielo y de fuego, una armazón
de acero, y nos miramos a los ojos
Y luego desapareció
¿Balazo? ¿Veneno? No lo sé
Sólo sé que paseaba su silueta
desgarbada para mi recreo, y me lamía la mano

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Era feroz, y los hombres le temían
Pero a mí me lamía la mano
Quiero que sepáis esto, antes de que su recuerdo
se pierda para siempre en el pasado
Los hombres y las fieras se odian entre sí por un fundamental
malentendido
La prueba es mi raposa
Ella me miraba sin temor al rostro, y yo a ella, y, ya veis,
ahora que la he perdido hasta tengo
como un puñal clavado en el abdomen, y no sé
No sé
Nunca fue hermosa
Su pobre rabo perdía pelo, su cuerpo
tenía demasiados huesos
Pero lamió mi mano y me miró a los ojos
Y luego desapareció
Desdeñosa de la maldad y la vileza de los hombres, buscó
la soledad de los bosques, el silencio
de la tupida floresta para rumiar sus temores, y vivió a salto
de mata,
cazando aquí alguna paloma, aquí alguna gallina
Y luego desapareció
Era un bicho desgarbado y triste, lo sé, pero lamió mi mano
¿Quién pudo hacerle daño?
Por culpa mía, quebró su desconfianza
justificada, abrió su corazón
a un ser humano, lamió con su tibia
lengua de terciopelo mi diestra indigna

45
Y luego desapareció
Saltó por un instante entre mis días, correteó
llena de júbilo por vez primera, me miró
a los ojos con los suyos hondos,
graves y melancólicos, en los que anticipaba
la traición implacable de este género vil, y su destino, y luego
desapareció

46
A Satanás

En aquellos días y por aquel tiempo, las noches eran largos


festines de lujuria, de vino, de veneno, de muerte y sacrilegio
Yo me embriagué mil veces
Las noches eran largas revelaciones de desnudos torsos, de
afanosos
esqueletos, de volutas de humo
Comulgué, sí, comulgué con el Diablo
Le canté mil veces en mis versos; nadie se percató
ni me excomulgaron; ni mis sacrosantos,
respetables padres, ni los curas
Luego probé la mendicidad, acuñé monedas con mi efigie,
fui reina y prostituta
He conocido las alturas de la santidad, de la unión mística
con el Dios terrible, y los abismos de la profanación
En mí se han profanado todas las criaturas
He hecho de todo, señores: de pie,
de costado, abajo, arriba
al revés incluso –¡y vaya si es difícil!–
Con éste, con aquél, con aquel otro, ¿con quién no?
Nadie puede ufanarse de haberme poseído
Yo los engullí a todos, como un ogro
engulle a las princesas inocentes; entre mis largas piernas
bebí su sangre

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Yo bebí su sangre yo los dejé exhaustos
Yo he salido invicta de todos los abrazos; ninguno pudo
nunca someterme
Éste es mi triunfo; éste es mi pesar
Ved con qué nobles palabras puedo hablar de mis ruindades,
de mis vicios,
de mis siete pecados capitales –pero no divaguemos,
no escurramos el bulto–
A lo que iba:
en medio de todo esto, yo te amaba; sí, te amaba, mi dulce
Satanás,
que me diste a beber entre tus rojas manos el vino turbulento
de la furia,
que me enseñaste la locura de la alegría y la alegría de la
locura
Contigo me emborraché cada noche, y ahora
que no te rindo culto a ti ni a nadie, que he crecido en libertad
y no voy más a tu iglesia, sino que por mi propia cuenta me
embadurno
con cerveza y retuerzo el pescuezo de las botellas,
sueño largamente contigo, y sé,
sé que sabes que he de volver a Ti, si alguna vez me he ido,
sí,
sé que sabes, sé que sabes, mi dulce Satanás
Me he armado contra Dios y Sus tentáculos
Sus tentaciones, Sus trampas
Me he armado y no tengo perdón ni salvación ni temor,
porque me aguardas

48
entre tus ígneos resplandores, y ahora que acaricio
mi sexo con mi desteñido vaquero sé que me tienes y sé que
te tengo
–¡ah, es magnífico!– igual que tantas veces, mi viejo
compañero

49
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de ALTA SUCIEDAD
(Buenos Aires, 2005)

51
52
Alta suciedad

En estas negras calles se trasnocha


y se bebe aguardiente con las putas
No me baño hace meses
Sé que carezco de principios
y que frecuento los abismos
mientras vosotros yacéis
en limpios, decentes lechos,
entre lujosas sábanas, con la conciencia recta
Pero más celeste es mi corazón que el vuestro
En mi alma llevo versos, y no estiércol

53
Decadencia

Más alto que el vuestro es mi corazón


desde que amo; orgulloso y feroz, sabe rendirse,
aunque niegue, con sardónica risa,
todos los infortunios de la vida.

¿En cuánto valoraréis mi amor, lectores de poemas?


¿En cuánto tasaréis cada verso, escrito con violencia y sin
escudos?
¿Os gustará, tal vez, más mi época frondosa,
cuando lejos de los dioses y cerca de los demonios se movía
mi palabra,
más soberbia, más implacable, más gélida?
¿Hablaréis, tal vez, de decadencia?

La muchedumbre, de la que sois parte,


tan sólo adora al déspota; el desprecio
es fuente de su amor, y los criados
únicamente honran al que insulta.

54
Dios del sueño

He tatuado el nombre de Dios bajo la piel de mi diestra


el nombre de Dios
de Dios, que es negro y lleno de peligro, como la cueva del
lobo,
la del oso, la del monstruo
Dios, que es también humilde y silencioso, como
el cereal, que nutre y que no habla
Dios es también aquel con quien juegas a las cartas
y apuestas y pierdes todo y nunca te lo devuelve
Jamás
Pero Dios hace del féretro una hermosa embarcación
para surcar los mares de los sueños
Dios es redondo y sin forma como el corazón del mundo
Dios es el Tú que decimos a la noche
Dios no es el ídolo Tiempo al que se ofrece la vida en sacrificio,
los minutos, las horas:
Dios es el Dios del Sueño, que escancia lo vivido
en una eternidad bajo los párpados
Dios es el Sueño que en la noche rasga las tinieblas
Se extiende sobre el océano hasta el fondo, como un país de
luz
que sólo puede verse con los ojos cerrados
He hecho con Él un pacto le he dicho

55
Dame la poesía
Dame una garganta para recoger las cosas
Para susurrar el universo.

56
Págs.

Los animales de Nerópolis bajo mis caricias .................. 9

De ZONA DARK

Paradoja ......................................................................... 17
Vegetación miraflorina (Los ricos también lloran) ...... 18
Circe .............................................................................. 19
Monólogo de Marilyn Monroe antes de suicidarse .... 22
Ars Poética .................................................................... 23

De CUATRO POEMAS Y UN MANUSCRITO

Tomates, tomates… ...................................................... 27


Cuán grato… ................................................................. 29
Aquel que a solas… ...................................................... 30
La vida… ....................................................................... 32

De UNDERGROUND

Tengo una serpiente ...................................................... 37


Elogio de la noche ......................................................... 39
A una vieja ..................................................................... 41
Instante .......................................................................... 43
Raposa ........................................................................... 44
A Satanás ....................................................................... 47

De ALTA SUCIEDAD

Alta suciedad ................................................................ 53


Decadencia .................................................................... 54
Dios del sueño .............................................................. 55

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Para tolerar los fastidios en el micro o la combi, para no
desesperar en la cola, para espantar cualquier tipo de fantasma
o para cuando tengas simplemente ganas de leer.
Un libro cartonero, tu mejor cómplice.

ALGUNOS TÍTULOS PUBLICADOS


Underwood portátil modelo 1915, Mario Bellatin
Mi poncho es un kimono flamenco, Fernando Iwasaki
Manifiesto (hablo por mi diferencia), Pedro Lemebel
El arte nazi, Santiago Roncagliolo
Fuga última, Aldo Miyashiro
Final aún, Edgar Saavedra
El príncipe, Miguel Ildefonso
Arriba está Solano, Gerardo Ruiz
El mago, Carlos Yushimito
Vacas negras en la noche, Romy Sordómez

COEDICIONES ELOÍSA CARTONERA


El ángel izquierdo de la poesía, Haroldo de Campos
Mil gotas, César Aira
El pianista, Ricardo Piglia
Evita vive, Néstor Perlongher

Puede conseguir un ejemplar de Sarita Cartonera en cualquier


buena librería de Lima, en Dédalo, en los libreros de Quilca, en
Fotocopiadoras Mary (Ciudad Universitaria UNMSM), en el kiosko
de Daniel (Al costado de la PUC), en Trujillo en la librería Adriática,
en Arequipa en cualquier librería que se respete o pidiéndolos a
quierounlibrito@saritacartonera.com

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