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Enel 1-27 8856 Gard Bacon) maps en Espa Priced i Spain Para Janet y Lauren, con carifio Lo que perturba nuestra mente no son los acontecimientos, sino la manera como los enjuiciamos. Epicteto, siglo 1d. C. SUMARIO Prdlogo: ;Podemos enftentarnos a la ira sin ita? . . 1, Los funestos costesdelaina soe eee 2, Falacias sobre oémo enfrentamos ala ia 3. La TREC les fundamentos de la ira 4, Aspectos racionales ¢irracionales dela ira 5. Descubtir nuestras creencias generadoras de rabia 6. Tres apreciaciones sobre las creencias autocncolerizadoras 66. eevee eens 7. Disputar nuesiras creencias auroencolerizadarss 8, Otras ideas para liberarnos de la ira. 9. Méiodos eemotives» para liberarnos de la ira. to: eon ace iestonn de bs 11, Aprender a relajanos . 12. Mis ideas para liberarnos de la ira 13. Maneras suplementarias de reducit la ia. . 14, Aceptamos con nustra id ee eee ee 15, Observaciones a modo de conclusién Apéndice: Formal de auroayuda de la TREC. Bibliografia. . 70 God ace mm Prdlogo :PODEMOS ENFRENTARNOS A LA IRA SIN IRA? No hace falta buscar mucho para encontrar ejemplos del po- der descructivo de la ira en la vida humana. Basta con encender el televisor o leer el periddico para damos cuenta de la constan- te presencia de la ira en toda suerte de atrocidades, geandes y pe- quefias. La ira puede tener efectos igualmente desastrosos en ‘iucstra propia vida. Si no le ponemas coro, puede destruir algu- nas de nuestrasrelaciones més {ntimas eir minando poco a poco nuestra salud, isica y pslquica. Una de las grandes paradojas de la psicoterapia es que, sien- do la ira una de las emociones mas destructivas, la gente suele es- tar bastante confundida al respecto y la escoge caras veces como tema de investigacién, Aunque existen numerosos libros y revistas que tratan de cémo dominar la ira, ninguno de los consejos que brindan pare- ce fograr su objetivo. ;Y en cudntas contradicciones incurren, ademds! A veces se nos aconseja que, cuando alguien nos rrate mal, adoptemos una actitud pasiva, de no resistencia. Pero la re- signacién a memudo conduce a la perpetuacién de la injusticia, ‘oslo que es peor, puede incluso acrecentarla. (tras veces se nos invita, en cambio, a expresar libre'y ente- ramente nuestros sentimientos de ira, a desfogatlos sin ninguna Inhibicién, a darles tienda suelta, a no traicionar nuestro yo co- lético, Asi meteremos mejor en cintura a nuestros advetsacios., Tal vez. Pero, asf como el amor engendra amor, Ia edlera en- ‘gendra represalas. Hagamos la prueba, sino, y no tardaremos en velo, B Qué hacer, entonces, visto que ambos enfoques producen unos resultados poco convincentes? ;Debemos tragarnos nuestra rabia mansamente o expresarla sin contemplaciones? Esa es la cuestisn, Solucién? Epicteto, un fildsofo estoico particularmente sax bio, sefialé hace unes dos mil afios que solemos sobrerreaccionar ance la conducta odiosa e injusta de los demas. Este es un proce- der nada recomendable. Es més sensato teaccionar de otra ma- ‘era completamente distinta. Esta es una de las principales ense- ‘nanzas de la Terapia Racional Emorivo-Conductual (TREC), que deriva de la antigua sabiduria de numerosos flésofos asidt- 05 ¥ europeos, combindndola con algunos de los métodos més modernos de psicoterapia. Segxin la TREC, si conseguimos cam- biar nucstos pensamientos, sentimientos y comportamientos de ira, estaremos en condiciones de miniznizar nuestra oblera y te- net una vida més feliz y mas ficiente, gPodemos hacer esto solos? Ciertamente, podemos hacer eo- sas importantes en cuanto a convivir con y enfrentaros ala ira Esch comprobado que, con un poco de esfuerzo, podemos aprender a superar los estallidos de ira y a dejar de despoticar. Los autores de este libro hemos dedicado gran parte de nuestra carrera a tatar de comprender y ayudar a las personas que pade- cen problemas de ira. Ast pues, compartitemos aqui con nues- tus lectores algunos de los métodos que nos han parecido mas eficaces en el tratamiento de este problema, Desde la primera publicacién de este libro, hace ya mis de dos décadas, yo (A. Ellis) no he dejado de recibir muestras de agra- decimiento de parte de muchas personas que han aplicado con &xito los principios de la TREC a sus problemas de ira. Aunque en la presence ediciéa hay muchos capleulos nuevos y partes 6o- sregidas que reflejan algunos de los interesantes avances habides en la investigacién de la ira, la mayor parte de los principios ba- sicos expuestos en la primera edicién siguen siendo validos toda- ‘ia, més de dos décadas después, Asi pues, en esta nueva edicién revisada y actualizads, mi colaborador, el doctor Raymond Chip 4 ‘Talrate,y yo vamos a intentar explicar una vex més cémo crea- ‘mos los seres humanos nuestra propia filosofia dela ira recutricn- do, de manera consciente ¢ inconsciente, al pensamiento abso- lucista y dictatorial. Asimismo, trataremos de mostrar eémo, si logramos cambiar nuestros pensamientos, sentimientos y com- portamientos dietados por Ia ira, estaremos en condiciones épti- ‘mas para minimizarla y nuestra vida serd mds feliz y mds cficaz: 6 Capitulo 1 LOS FUNESTOS COSTES DE LA IRA Probablemente estemosleyendo este libro porque o bien no- sotros o bien alguien a quien apreciamos especialmente tiene un problema de ira. Pero, antes de mostrarle a usted o a sus seres queridos cémo se puede reducir este sentimiento, echemos un somero vistazo a algunos de sus costes ms funcstos. Por qué nos esforeamos por desterrar de nuestra vida la ri- bia, un sentimiento sincero que brota esponténeamente del co- ranbn? Nacurelmente, no hay ninguna ley del universo que nos obligue a hacerlo, Pero hay algunas razones importantes que pueden decidirnos «ello. LA.IRA DESTRUYE IAS RELACIONES PERSONALES Uno de los costes mas corrientes de la ia, probablemente ef ‘mis elevado de todos, es el dafio que causa a nuestras relaciones personales. Curiosamente, las relaciones que quedan danadas suelen ser las mejores que tenemos. Muchas personas creen que la ira la dirigimos principalmente hacia la gente que nos cae mal. {Nada mds falso! Varios estudios recientes, entre los que destaca uno de la Universidad de Hofstra (Kassinove y otros) y otro de la Universidad de Massachusetts (Averill), confirman que esto no es cierto. La mayor parte de las veces nos enfadamos con las perso- nas que mejor conocemos. Entre los blancos més frecuentes de la ira figuran los cényuges, los hijos, los compafieros de trabajo y los amigos. Los siguientes ejemplos ilustran esta afirmacién. 7 Jeff rondaba los sesenta cuando acudié al terapeuta para in- tentar controlar su temperamento explosive. Estaba divorciada, yy enla dos hijos. Dijo que su mujer, hana de sus esallidos de irs sde su conducta auroritaria, se habla divorciado de él hacia ya vax rios anos. Aunque atin mantenia coneacto con sus hijos, rela cin con ellos solla ser tensa, En cierta ocasiGn, mientras visita. ba a su hija, se enziesé en una discusi6n con su yerno. Jeff se acaloré tanto que llegé a golpearlo, Desde entonces, sus dos hi jos se hablan negado también a dirigile la palabra. Volviendo la vista atris, Jeff se daba cuenta con tristeza de que a causa de ra habla deed de elaconarse con I mayor parte de sus fami es, Nancy tenia veintistsafios cuando acudié en busca de ayu- da terapattica, Llevaba viviende aproximadamente dos aos con su amigo Fred, Hablan pensado en caarse, pero los areba- tos de inde Nancy eran destuyendo lead, Era eco- nocfa sentir: celosa y no soportar que A trabajara en estrocha solaboracién con otras mujeres, yse quejeba de que a ela no le prestaba demasiada atencién. Sin tener prucbes de que Fred cs. tuvier implieado romdnticamente con eualquiera de sus com Pafieras de trabajo, buscabs constattemente sorprenderlo en al- sua falta Periddicamente lo acusaba de voda suerce de horrores ¥-2 veces chillaba y lanzaba al suelo objetos de fa casa. Final- mente Fred se hares de sus escenas de Fula, romp con ela y se fie a vivira ora parte. ‘Aunque estos dos casos pusdan parecer algo extremados, en realidad no son nada inhabicuales. Las personas como Jeff suclen echar la culpa a los dems cuando sus telaciones se yuelven ten- sas, se niegan a cransigiro limar asperezas cuando surgen desave~ ‘sencias, no cargan con la responsabilidad de su ira ni se dan real- ‘mente cuenta de los funestos costes de ésta hasta que no empieza a resquebrajarse alguna de sus mejores telaciones. En muchos ca- 06, no se dan cuenta de que por sus sentimientos y atrebatos co- lericos estén perdiendo amigos y dejan de influir en Ia gente has- ta que ya es demasiado tarde, 18 El de Nancy es un easo algo distinto, La pérdida de una sola atmistad importante fue suficiente para que viera claramente que tenfa que hacer algo para controlar su ira, Al principio, sin em- bargo, echs incluso la culpa de su rabia a su ex novio, Su razo- ‘namiento era sencillamente que, como se sentia tan agraviada y airada, Fred debia de rener la culpa. No hizo progresos en la te- rapia hasta que no acepté la responsabilidad por su falta de con- trol emocional. Pensemos ahora en nuestra propia vida. :Ha deseruido nucs- ta ira alguna relacién importante? ‘Tendemos a hacer a los de- més responsables de la manera como nos sentimos? Si seguimos en este plan, lénde nos encontraremos de aqut a ustos aos? Li- beramos de nuestra ira y ser més transigentes y flexibles con nues- «ras amistades nos reporraré, con toda seguridad, grandes venta- jasa largo —y también a corte— plazo. LAIRA AFEGTA NEGATIVAMENTE A NUESTRAS RELACIONES LABORALES No nos engafiemos: el trabajo es a menudo muy frustrante. Jefes demasiado exigentes, colegas envidiosos, clientes airados, plazos inflesibles, injusticias de todo tip... motivos de sabra para poner a pruicba nuestra paciencia. Pero enfureccrnos a causa de Jas fruscraciones puede frustrarnos més atin, En primer lugar, puede perjudicar seriamente las relaciones laborales y envorpecet ‘nuestro éxito profesional. En segundo lugar, puede bloquearnos ala hora de abordar cuestiones importantes ylimitar nuestra ca- pacidad para realizar un trabajo de calidad. Llevarnos bien con los demds es importance pata tenet éxito en ef trabajo, canto incluso como nuestra capacidad para hacer se mismo trabajo, A nuestros colegas y superiores les molesca trabajar con nosozros si mostramos frecuentes estallidos tempe- sramentales, Nos verdn como a un cliente dificil y estarén desean- do perdemnos de vista cuanto antes. Segin un estudio realizado 9 por ci Centro para el Lideraago Creative (Center for Creative Leadership) de Carolina del Norte; la incapacidad para domefiae fa ica entre los ejecutivos, especialmente en situaciones de pre- sign, figuraba como una de las principales causas de los ascensos laborales frustrados, de los despidos y de las sinvitaciones» a pe- die la jubilacién anticipada. Y no sélo encre ejecutivos. La hostilidad puede hacer su ne~ fasta aparicién en todos los niveles del escalafon laboral, Veamos uun pat de ejemplos bastante distintos: Jemy, obrero de la construccién, acudié a la terapia porque fenfa miedo de que sus arrebatos de ira pudieran acarrearle la pérdida del puesto de crabajo. Aunque era fisicamente capaz de realizar su ttabajo, Jery era hajito. Su compafieras se metian con él a menudo por su escasa estacura. Coma respuesta 4 estos insults, Jerry se deaba llevar de a edlera, lo que a su vez hacla aomencar las buras, En un determinado momento, Jery se en- fad6 tanto que amenazé con zurrar a otro empleado. Lo alejaron Temporalmenre de su empleo y le avisuron de que, si yolva a ppetder otra ver los estribos, lo despedizian definitivamente Por fortuna, Jerry utilizé los eétodos de la TREC pasa re- uci sus sentimientos de ira, gracias a lo cual después se sintid mis capaz de enfremtarse eficazmente a las burlas de la gente. ‘Veamos oteo caso: “Howard era el propitario de una pequeiia emipresa de con- tabled Su negocio vl formaban your ine ttativo. Howard estaba deprimide porque el negocio no iba bien: especialmente porque, sélo ex cl afio anterior, habla cam- biado cinco veces de ayudante. El trabajo importante no se ha «ia porque el tenia que formar constantemente a un asistente nuevo, Howard sobrerreaccionaba fuertemente a cualquier tipa dde feusracidn, gritando, aporreando los mules y hasta rom fiend el tlfonn en mds de una ocsin, Creft infundada- ‘mente, que le asista el 1 enfadatse porque el negocio era suyo ypagaba el sueldo de sasiente, nas casas sconce de 20 ‘TREC le ayudaron a darse cuenta de que sus accesns de ira et- panraban a la gente y le estaban saliendo muy caros. En estos dos casos, vemos cémo unas importantes relaciones laborales se estén yendo a pique a causa de sentimientos y arre- bbatos de ira. Jerry necesitaba el apoyo de sus colegas y superiores ppara conservar su trabajo y poder promocionarse. Por su parte, Howard ctefa, erténeamente, que dado que él era el jefe, codo el ‘mundo tenia que aceprar sus rabietas. Saber controlar nuestras emociones en el erabajo, a pesar de las imevitables frustraciones, es a menudo crucial para la buena marcha de nuestra vida profesional. En cambio, aunque dar rienda suelta a nuestra ira nos parezca a menudo una cosa estu- ppenda, suele ser hart perjudicial para nuestro negocio a para las telaciones con nuestros compatieros de profesién. 1a ira have también que desviemos nuestra encrgia y aten- cién del trabajo. ;Cémo? Obsesionéndonos con alguna situa cidn sinjusta> (ddndole mil vueltas en la cabeza) o con la idea de ‘vengatnos de un compafiero de trabajo o superior; o también in- duciéndonos a realizar algiin tipo de saboraje sucl, a negamnos a seguir directrices sensatas, a dejar que cosas importantes se ven gan abajo o incluso a hacer un esfuerzo deseomunal con ral de destruir el trabajo de otra persona. No pensemos que obsesionarnos con Ia sinjusticias de algu- na persona, 0 vengarnos de ella, nas ayudaré a resolver constrc- ivamente los conflictos 6a hacer un trabajo de calidad. Ni mucho menos, Con el tiempo, nucstra ira no logrard pasar inadvertida a quienes nos rodean, Observemos el caso de Jane: Jane acudié a la consulta porque no hacia mds que darle -vueltas al hecho de que no la hubieran ascendido, Llevaba més de cinco aos en la empresey esperaba que l ascendieren = un puesto administrative. Como esto no habla ocurtido, te sentia agraviada y cxasperada, Cuanto ms lo pensaba, mis rabia le aba, Si bien Jane oculeaba su ira al jefe, su entusiasmo por el trabajo decling, su rendimiento se resintié.y no logré levar a a stoma ningun de os proyeces que ele ere anon, Un ses despuss, su jefe la llamd a su despacho para expresarle su preocupacion y hacere saber quel hecho de no haber obtenido el ascenso tenia més que ver con problemas de presipueseo que «on su sendiemiento labora Le aseguré que serla la siguiente en set ascendida; aunque, si no recuperaba su productividad habi- ‘ual, la empresa se verfa obligada a ascender a otra persona en su Jane habla pasado tanto tiempo y gastado cantas energias en- tabietada contra su jefe que no se le ocurtié que pudiera haber otras razones por las que no la ascendian, de manera que actud de una manera muy poco adecuada para sus posibilidades de as- censo, Resultado; estuvo a punto de dar al traste con sus pasibi- lidades de ascenso profesional. Por supuesto, a veces podemos topamos con sicuaciones la- borales que son a todas luces injustas y nada gratificantes. Pero al reaccionar alradamente o «salir huyendo» impulsivamente alen- tamos @ la genre a suponet que no sabemas domefiar la frustra- cidn y que nos enfidamos en cuanto las cosas se ponen feas. Una alternativa mucho mejor es controlar nuestra ira y hacer lo posi- ble por mejorar la situacién, Si esto no funciona, podemos deci- dir que nos vamos tanquilamence con la misica a otra parre en busca de un entorno laboral mds fructifero, EMPEORAMOS La sITUACION A pesar de lo que acabamos de decir, :no tiene la ira ningu- 1a ventaja? {No nos ayuda a yeces una actitud airada a enfren- tarnos a situaciones dificiles? ;No nos ayuda a sentirnos fuertes Ya no perder el control cuando nos acecha la adversidad? ;No es bueno expresar nuestra rabia para imponemnos y hacer valet ‘nuestros argumentos? Interesantes preguntas. La investigacién psicolégica no se ha inclinado atin de manera concluyente sobre R sila ira hace que aumente o disminuya nuestra capacidad para afrontar situaciones dificiles. En realidad, son pocos los investi- gadores que se han molestado en estudiar esta cuestién concre- ‘a, Con todo, son muchas las personas, incluidos algunos tera~ putas y escritores famosos, que afirman que debemos mostrar nuestro enfado cuando nos hallemos frente a una situacién in- justa. Encontramos una perspectiva algo diferente en algunos fl6- sofos asidticos, griegos y romanos de hace més de dos mil afios. En uno de los primeros ensayos sobre la ira, el fldsofo estoico Séneca la describe como la més fea y frenética de las emocio~ nem. Para los estoicos, la ira puede nublar la capacidad de las personas para razonar de manera eficiente, Entre los umerosos clientes con problemas de ira que he- ‘mos atendido, bay un alto porcentaje de personas inteligentes con una especial habilidad para resolver conflictos y dificulta- des... cuando no estén enfadadas, claro. Una vez que se han se- renado, suclen reconocer que existen otras manetas mejoves pata enfrentarse a tales conflictos, ‘Tratemos de recordar la tltima vez que nos dejames llevar por la ira: :que fue lo que absorbié nuestra atencién y cm ac- tuamos? ;Fuimos capaces de buscar sensatamente buenas solt- cones de orden préctico? Fuimos capaces de ver todas nuestras ‘opciones? . Si desfogar la ira sucle tener un efecto multiplicador de la misma, zpor qué impera entonces la falacia contraria? La ses- puesta podrfa tener algo que ver con la naturaleza de la propia ira. Como se ha sefialado en el capfeulo 1, lairaes un sistema que ayuda a preparar nuestro cuerpo para la accién contra una ame- 7 »aza potencial. Cuando se producen los cambios fiscos que for- ‘man parte de ese sistema, nuestro cuerpo se carga y prepara para emprender cierto tipo de acciones. En tales casos, aremeter con- tra Jo que nos enfurcee parece lo mds natural. Podemos incluso sentir cierto alivio inmediaramente después de haber protagoni- zado un snumeritor violento © habedle cantado las cuarenta a alguien, Como tras descargar la ira puede ocurrit que nos sinta- ‘mes bien, es ambiéa probable que volvamos a intentarlo, necia- ‘mente convencidos de que esta es lo més saludable que pademos hacer. ‘Otra razé de la persistencia dela susodicha falacia es que la mayor parte de los tetapeutas quieren ayudar como sea a sus clientes a sentrse y a «rendit» mejor. Como éstos pueden sentir cierto alivio temporal después de dar rienda sucleaa la ira, mu- cchos terapeatassuclen creer equivocadamente que estén hacien- do algo iil al alentarlos a ssoltar el vapor». Adem, los terapen- tas quicren apoyar a sus clientes. Después de haberlos ofdo escribir su indignacién por un incidente injusto, suelen creer ‘correcto y oportuno dejatlos expresar libremente sus sentimien- tos. Es como una manera de mostraries que los entienden y que s¢ preocupan por ellos ealmente, A pesar dela evidencia, dar rienda sueltaala furia es algo que sigue alentandose en muchas formas de psicoterapia, as! como ‘en nucstra cultura en general. Pero si atin ereemos que desfogar ‘nuestra rabia es lo mds saludable y productivo que podemos ha- ser, ya va siendo hora de poner en tela de juicio esta idea anti- cuada, Empecemos resistiéndonos a la tentacién de dejarnoslle- var por Ia ira. Tratemos de contenerla la préaima vez y veremos sino, al inal, nuestro despecho y ouestro betrinche irén pet= diendo fuelle. Y ahora sigamos leyendo para aprender la manera cde no vernos arrastrados, en primera instancia, al interior del circu lo vicioso de la ira. 38 FALACIA N? 2: TOMARNOS UN TIEMPO MUERTO CUANDO: NOS ENFADEMOS Ante los dafios y costes que supone dar rienda suela a fa ia, algunos profesionales de la salud mental nos dicen que catemos por todos los medios de evitar —o escapar de— las situaciones en las que mas probabilidades tengamos de suftir un acceso de célera. A csto, ellos lo aman el recurso al etiemapo muerto». Es decir, que si nocamos, por ejemplo, que nos vamos a enfadar con ‘nuestros hijos, es conveniente fomarnos una pausa: y si nuestro ‘mal humor hace su aparicién en el trabajo, que vayamos a dar un seo hasta que notemos que emperamos a calmarnos.Dicho as parece un buen consejo, :no es cierto? ;Pucs tal ver no lo scal Hay varios peros que poner a esta manera de solventar nuestra ira. Consideremos el caso de dos personas que utlizaron este método: Fred « menudo se senta fustrado y antipdtico con sus ammi- fas. Aunque nunca las agra, gritabay chillaba y a veces rom- fa algin abjero cuando perdia los estibos. Tras la pérdida de ‘ava anaesu a commu. Su cepa reo 45 que, cuando notara que emperaba a seni arabia, se coma- yu dose Prd poe cade co sie a, la cosa parecis ficicnar bien durante un par de meses. Sin Cis ache sated wal acd tesa Se quejaba de que no se comunicaba con ella, y de que, como siempre sc iba a otta parte, difcilmente podian trata de esolve: sus discrepancias. jor también estaba procicando la estrategia del tiem- po outs ‘empleaba casi siempre en el trabajo, cuando se sentla abrumada por las exigencias de sus clientes y superiors. Si bien no incursia en arrebatos de ira ni exabraptos, su téctica de quitarse de enmedio Fue notada enseguida por fa gente que la trataba més asiduamente, con lo que se gané la fama de set una ‘petsona emocionalmentefrégil, Sus superiotes y colegas dejason de encomendarletareas de especial difculead por miedo 3 que 39 xo pura levaelas a eérmino, Al Gnal, fue apartada del trabajo porque su director no creia que pudiera hacer frente. a presién. (que éste acarzeabs, ‘Tanto Fred como Matjoric estaban practicando activamente la tdctica de la evitacién. El primero evitaba cualquier tipo de desavenencia, pero también la comunicacién necesaria. para ‘mantener cn pie una relacién intima. Pot su parte, Marjorie evi- taba en el trabajo cualquier cosa quc, segin ella, pudiera aumen- tar su agitaci6n, por lo que era incapaz de rendit bien. Dentro de un plazo de tiempo suficientemente largo, al final Ja tderca de la evitacin suele facasar. En primer lugar, porque po abordames unos problemas que estén pidiendo a gritos una répida resolucién. Cuando huimos de las dificulcades, étas no desaparecen por arte de magia. Antes bien, tienden @ enconacse ya convertrse en problemas ain mayores, En segundo lugar, al dar la espalda a nuestros sentimientos no conseguimos descubrir cudl es la mejor manera de enfrentar- nos a ellos, Reflexionemos un poco. Si huimos de una situacién estresante, iqué aprendemos sobre nosotros mismos? {Muy po- co! La maduracién personal sdlo se produce cuando nos enfien- tamos a las dificultades, Si no nos inbibimos, sino que nos cal- smamos y tratamos de abordar la situacién de manera diferente, entonces aprenderemos de nuestra experiencia y es probable que seamos mds eficientes en el futuro ‘A veces la téctica del tiempo muerto puede resulta dil. To- marnos cierto tiempo para calmarnos puede ser importante si corremos el riesgo de hacer dafio a los demas con nuestra fu Asimismo, si estamos aprendiendo a domefiar nuestros estalli- dos de ira, romarnos un respiro puede ser dil en las primeras fa- ses del cambio. Sin embargo, como estraregia a largo plazo, el he- cho de tomamos un tiempo muerto sos impediré conseguir el control emocional necesario y encarar las dificultades con efica- cia. Sélo sirve para esquivaslas. 40 FALACIA N® 3: LAIRA NOS AYUDA A CONSEGUIR LO QUE QUEREMOS Tal vez, como ocurre con muchas personas, también noso- tos creamios que nuestra ira nos ayuda a conseguir lo que quere- ‘mos, 0 a superar la adversidad a Ia injusticia. Como ya dijimos cen el capitulo 1, lejos de ayudarnos a lograr nuestros objetivos, lo mas probable es que esto constituya un obsticulo en nuestro ‘camino. 2Creemos de verdad que, sino nos mostramos encoletizados, la gente no nos escuchars, respetard ni atenderé a nuestros de- scos? Esto rl vex.sea cierto con algunas personas; y otras pueden plegarse también a nuestra sabia. Es posible que nuestra esposa 0 nuestros hijos hagan lo que queremos a fin de no oft nuestros es- tallidos. También es posible que nuestros colegas traten de sua- vizar nuestra furia, Ast que, gpot qué no seguir este método? Pues porque aunque es posible que la gente savstaga nuestros deseos mientras estamos chillando © amenazando, Jo hace sola- ‘mente a causa de nuestra constante presién. Pero, con el paso del tiempo, lo més probable es que !a gente nos guarde rencor y ‘muestre una actitad distante hacia nosouos. Esto es lo que le ‘ocurrid a Ned con su familia: [Ned rondaba los cincuents cuando acudié en busca de tr tamiento. Llevaba casado veintsice aos y tenia dos hijo, com los cuales se mostraba muy critic y exigente. Cuando «se lo ll- vaban los demonios, su mujer, Nora, y sus hijs se plegaban a ‘menudo a sus deseos con tal de no oirlo berrear. Nora dijo que toda la Familia viva constantemencescon el alma en vilo> y que he- bia decidido no enfrentarse ad abiertamente, por lo que anda~ 'ba siempre como de puntillas en su presencia. Pero si bien Ned consegufa a menudo lo que queria (a corto pzo), su familia acabé aprendiendo el modo de sabotear su omn{modo control. Resultado: desaparecié la confianza y Ia in- timidad, 4 ‘Son muchas las personas que vienen a la consulta tras haber alimentado el esr de atender soto alas recompensas de su agre- sividad a corto plazo. La gente puede plegarse a nuestros descos, Puede satisfacer al punto nuestras exigencias airadas, Pero no ol- vemos que a largo plazo tendremos que pagar un precio muy alto, de lo que se resentied findamentalmente el wéxito» por el que suspiramos. Asimismo, perderemos muchas de nucstras amiseades a largo plazo. FALACTA N* 4: EL ESTUDIO DEL PASADO HACE DISMINUITE [NUESTRA 184, = ‘Esta es otra falacia bastante corciente entre los profesionales de la salud mental. Estos eayudadoresssostienen que, para hacer frente a nuestra ira, debemos tener presences y tememorar los ‘traumas de la infancia que nos enfurecieron en otro tiempo, y que atin siguen enfureciéndonos. Si acepramos esta falacia, po- demos pasar muchos afios de terapia tratando de imaginar por ‘qué somos como somos. Muchos terapeutas nos ayudarén en- cantados a explorar cada detalle de nuestra infancia y adolescen- cia. Peto, si bien esta autoexploracién puede ser interesante, contribuiré 2 hacer que disminuya nuestra ica? (Lo dudamos bascantel ara explicar mejor cata idea, recurcamos a una analogta. Su- pongamos que somos aficionados al tenis y que nos gustarfa me- jorar nuestro nivel de juego, 2 cuyo fin contratamos los servicios de un entrentador. Tras varias lecciones y un perfode suficiente de observacién, el entrenador idencifica 0 diagnostica algunas de las Fazones por las que no jugamos mejor. Dice que cogemos la ra- queta de manera excesivamente angulada © que nuestra postara en la pista es torpe e incorrecta, {Qué eficacia tended el entrenador si pasa vatios meses tra- tando de ayudarnos a recordar cdmo sc fue gestando nuestra ma- nera viciada de jugar a tenis? Tal vex aprendimos a coger de de- 2 ‘crminado modo la raqueta jugando con nuestra hermana du- ante una acampada estival, 0 tal vez adquirimos un mal habito tenistico en el polideportivo del insccuto en el segundo afo de bachillerato... ;Nos ayudaran estos descubrimientos a jugar me- jor tenis? ;Dificl parece! Para mejorar nuestro juego de verdad, no sirve de mucho descubrir dénde o cémo adquirimos nuestro extlo defectuoso, Seria mucho més cl pasar con nuestro encrenador todo ese tiempo aprendiendo y pracricando la manera correcta de coger la raqueta y de movernos en la pista. Por supuesto, tal vex estos cjercicios no nos gusten demasiado al principio, pues suele ser bascante duro desprenderse de los viejos hbitos. Pero, con [a re- peticidn y mucha préctica, empezar 2 gustarnas la manera co- rrecta de coger la raqueta y de movernos en la pista, y nuestro juego mejorard sensiblemente. ‘Naturalmente, para aprenider a ser menos irascibles es preci- so ser conscientes de lo que estamos haciendo mal, no de cSmo se fueron gestando nuestros errores en el pasado. Aprender y practicar nuevas maneras de pensar y comportarnos nos ayudaré sin duda a jugar un mejor «tenis» emocional. Por supuesto, es posible que en nuestra infancia padecidra- ‘mos algtin tipo de abuso, negligencia o maltrato que dieran pie uworigen a nuestra furia posterior. Pero seguir hoy obsestonados por aquellos hechos pasados dificilmente nos ayudaré a vivir de ‘manera saludable. En cambio, si aprendemos a replantear estas experiencias y a cuestionar algunas de las creencias «coldsicase que atin tenemos sabre elas, conseguiremas, a buen segura, re- ducie considerablemente nuestra ira acrual. FALAGIA N° §2 LOS ACONTECIMIENTOS EXTERNOS PROVOCAN NUESTRA IRA, Cuando la gente se enfada, raras veces carga con la responsae bilidad de sus sentimicntos. ;Cudntas veces hemos pensado o di- “a cho; «Bse tio me cabrea», «Esa tfa me revienta» 0 «Esos tiparra- 0s me sacan de quicio»? Con semejantes enunctados damos por Supuesto que nuestros sentimientos de ira se hallan fuera de nuestro contol, ;Pobrecitos! Somos victimas indefensas cuyas emociones bailan fatidicamente al compés que les imponen las circunstancias de este mundo... Si cualquier acontecimiento externo nos sacara realmente de quicio, todos reaccionariamos de la misma manera ante aconte- ‘imientos parecidos. Por ejemplo, consideramos uta sicuacién en la que diez personas estén atrapadas en un embotellamiento y ‘van a llegar tarde a una reunién importante, ;Se conducieén to- dos exactamente de la misma manera? Por supuesto que no, Algunas personas «embotelladas» se irritan visiblemente y empiczan a tocar el claxon y a chillar a los demds conductores ‘mientras picnsan: «Por qué habrén dado el carnet de conducir a semejantes tarugos? (Me dan ganas de matarlos!». Otros, asimis- smo, se dirén exacerbados: «;Por qué no habré salido con mas tiempo? jMira que soy imbécil..!». Otros, Finalmente, manten- drin la calma, diciéndose para sus adentros: «Son cosas que pa- san de-vez en cuando, Ast que... paciencia» ‘Vemos, pues, cémo diferentes personas teaccionan de diver- sa maneras ante un mismo acontecimiento, En realidad, son ra- fas las veces que nosotros mismos respondemos de la misma ‘manera ante una situacién idéntica, ;Qué es lo que nos dicen es- tas distintas reacciones emocionales? En la mayorla de los casos, fnuestras creencias sobre lo que ocurre determinan nuesttas res. puestas emocionales, En el caso de a ira, ewando sentimos que erdemos el control, nuestras reacciones pueden dar la impre~ sidn de ser pricticamente aucométicas. Puede parecer que nucs- twa rabia surge como simple reaccién ante un acontecimiento ex- tetno. Pero, como no dejaremos de decit a lo largo de este libro, es fil ver que nuestras creencias son las que nos llevan al borde de la ia y las que nos haven esclavos de ella. Somos nosorros —y ‘no esos stiparracos de mierdan— los que ereamos la ira. {No lo dudemos! “4 Para reducir con éxito muestra iray haces frente con mayores garantias alas dificuleades de la vida, conviene desterrar la idea de que las situaciones injustas, las personas dificles y las frustra- ciones importantes son las que nos ponen automdcicamente fu- riosos. Sin duda conttibuyen también en parte. Pero siempre crean lo que nosotros ya sentimos. Aceptar esta responsabilidad es Fundamental para hacer frente con elicacia a nuestros fucuros arrebatos, Estas cinco falacias son las que hemos observado més co- trientemente en las personas que han acudido a nosotros en bus- cca de ayuda para hacer frente a sus problemas de ira, Hay tam- bign otras falacias en tomo a la ira, como nos sefialan Carol Tayris, Bud Nye y otros escritores, Pero, por ahora, nos limita- remos a las cinco que acabamos de describir, suficientes para abordar de lleno nuestro tema sobre cSmo vivir con y sin los sen- ‘imientos de ira. 6 Capitulo 3 LA TREC Y LOS FUNDAMENTOS DE LA IRA. Una recta comprensién y utilizacién de la TREC (Terapia Racional Emotivo-Conducnual) puede tener resultados insospe- chados en el tratamiento de nuestea ita. Sin embargo, no se trae ta de ninguna férmula magica. La TREC busca simples solucio- nes a nuestros problemas, alos que aborda de manera realist, no mdgica. 3Cémo surgié la TREC y qué la hizo diferente de las otras formas de psicoterapia? Yo (Allert Ells) creé los principios dela TREC partiendo de mi propia investigaciOn y de mis experiencias clinicas. Posterior- ‘mente, estos principias se vieron refrendados por cientos de es- tudios empiricos. Durante mi carrera de terapeuta he utilizado nnumerosas técnicas para tratar a mis clientes. Tras largos afios de experimentar e investigar, he llegado a la conclusién de que la imayorfa de las terapias al uso —especialmenee el psicoanalisis clisico, que yo misma practiqué durante cierto tiempo— son ineficaces y, por ranto, suponen una onerosa pérdida de tiempo tanto para el client: como para el terapeuta. De este modo, en 1953 empect a buscar otros procedimientas ms eficaces. ‘Muchos de los principios de la ‘TREC se inspiran en la filo- sofla antigua, asf como en la psicologla propiamente dicha. Des- de mi juventud siento una aficidn especial por el estudio de la fi- Josofia; a incorporar algunos de sus principios a la psicoterapia, descubri que mis clientes obtenfan mejores resultados en mucho ‘menos tiempo que cuando seguia planteamientos no filosdficos. Ast, en enero de 1955, fundé la TREC, y desde esa fecha no he v7 dejado de ayudar a formar a miles de terapeutas en la préctica de ta. Siguiendo las pautas por mi trazadas en los afios sesentx y setenta del siglo pasado, Aaron Beck, David Burns, William Glasser, Maxie Maultsby Jr., Donald Meichenbaum y otros des- tacados terapeutas iniciaron la Terapia de la Conducta Cogniti- va (TCO), parecida a la TREC en muchos aspectos, La TCC es tuna forma general de rerapia ideada segtin la TREC y que utli- ‘za muchas de as tcorias y précticas de ésta. Sin embargo, no hace tanto hincapié como la TREC en las necesidades primordiales dela gente y ¢s menos emotiva y experimental, En este libro va- ‘mos a mostrar la manera de utilizar la TREC de manera espect fica, yal mismo tiempo cnsefiaremos también a aplicar la TCC ‘nuestra ita y a ottos problemas emocionales. Como los autozes de este libro somos terapeutas practican- tes, como es légico aconsejamos al lector acudit a un terapeuta que conozea bien la TREC 0 la TCC en caso de que tenga un grave problema emocional, Pero hemos descubierto también que, utilizando Ia TREC, podemos sterapeutizarnoss nosotros mis. ‘mos. En este libro se sostiene que la ica la ereamos nosotros filo- séficamente es deci, recurriendo a un pensamiento absolutista y autoritario. Asi pues, si sabemmos observar bien y controlar nues- ‘ros pensamientos, estaremos en mejores condiciones de reducit nuestra ira destructiva, La TREC incluye unos métodos autodidécticos que nas ayu- dan a combatir nuestra rabia incluso en circunstancias inhabi- tualmente desquiciadoras. ‘También cuanda se nos trata injus- tamente o nos han engafiado? SI, también en estos casos! Pondremos un ejemplo para ilustrar mejor la maneta de con- trolar sanamente nuestros sentimientos intensos de ira, rabia y venganiza, Imaginemos que Jack y Joan se han comprometido a compartir piso con nosotros, y también el alquiler, con tal de que nosorros lo acondicionemos y amueblemos debidamence. Esta idea.no nos parece mal, pese a los quebraderos de cabeza y {gastos personales que nos supone. Pero he aqui que, en el ultimo ‘momento, nuestros amigos nos dicen que tienen otros planes y 48 no pueden cumplir su parte del acuecdo. Como consecucncia, nos sentimos sumamente enfurecidos con ellos. No sélo hemos gas- tado mucho dinero, sino que, ademés, en el itimo minuto te- nemos que buscar a otra persona que comparta el piso con no- sotros, {Cémo hacer frente a nuestra ira con eficacia? Guardindo- nos nuestros sentimientos s6lo para nosotros. Peto, como toda- via los tenemos, nuestro resentimiento latente afecrard negativa- mente a nuestra amistad con Joan y Jack. Como no decidimos tnada, nuestra rabia afecta a nuestras otras actividades. Esta solu- cién no funcionart. Podemos decidir enfrentarnos a Jack y Joan con nuestros sentimientos, expresindolos libremente. wMirad —Ies decimos— quiero que sepdis que mo teneis derecho a tratarme de eta ma neta. Despucs de todo, dijisteis que compartiriais el piso conmi- go una vez que lo hubiera arreglado y amueblado. Yo nunea hu- bers hecho esto si vosotros no hubierais accptado compartir el piso conmigo, Me habéis hecho la pascua y os habeis portada de ‘manera malvada. ;Cémo habeis podido hacer seragjance jugarte- wa un amigo? Yo nunca os he hecho nada tan feo, y, la verdad, ‘no veo cémo poddis esperar amistad de nadie si eratis a la gente de esa manera.» Dando libre expresién a nuestra ira, podemos mostrar con rauén a Joan y a Jack lo mal que se han porrado, Pero con esta respuesta estamos criticando a la ver su conducta (la accién) y a ellos mismos (los actores). Con semejante respuesta, lo més nor- sal es que ellos pasen 2 la defensiva, nieguen los hechos y em- prendan un feroz contraataque. No olvidemos que Jack y Joan, al igual que la mayorfa de los seres humans, probablemente tengan una fuerte tendencia au- ‘oinculpadora. Por tanto, a sefialares sus crrores, eenderin a sqn- tirte peot de lo que nosotros precendemos que se sientan. Como resultado de nuestras observaciones critica, ndependientemen- te de lo acertada 0 creativamente que las hayamos formulado, nuestras amigos se sentitén con toda probabilidad terriblemente 49 ‘culpables y se esforzardn para que también nosotros nos sinta- mos culpables. Ast, expresar con otal franqueza nesta ira pue- de perjudicarles no sélo 2 ellos, sino también a nosotcos mismos, (Otra aernativa —la del perdém evstiano—consiste en poner la otra mejilla, Pero en este mundo tan explotador y agresivo en que vivimos, ta solucién puede resulrar imposible de llevar a la prdctica, Sin duda la gente se sentiré menos intimidada ance no- sotros, pero también ms tentada a aprovecharse de nuestra pa- sividad y ebuena pastas. Desde luego, nos habremos portado maravillosamente, pero es0 no significa en absoluto que los de- amas nos respeten y traten igual de bien que nosotros a ellos. Resumiendo las alrernativas para hacer frente a la ira acviba resefiadas, vemos cémo, aunque cada una de ellas pueds funcio- nar a veces, aplicarlas en todos los casos puede suponeenos ver- daderos inconvenientes, Ast, ¢s preciso buscar otras soluciones que nos permitan hacer frente a situaciones diftciles y conseguir Jo que deseamos sin faltar a la franqueza ni alentar la agresividad © una postura defensiva en los dems, i exponemos tampoco a tlteriores malos tratos, Podemos airmar rotundamente que no existe ningin mérodo Perfecto para hacer frente ala ira desquiciadora. Com todo, vamos 2 presentar algunas de los procedimientos generalmente ttilizados en la TREC yen la TOC (Terapia dela Conducta Cognitiva) que ‘més éxito han tenido durante la dkimas cuatro décadas en cuan- tw a ayudar ala gente a solucionat sus problemas de ira. Si nos de cidimos a medicar seriamente en y a experimentar con las précti- casdela TREC y la TCC que vamos a describira continuacién, y si las practicamos lo largo de un determinado perfodo de tiem po, no dudemos que también nosotros seremos capaces de solu- cionar con eficacia nuestros problemas relacionados com la ira. {Cémo solucionar el problema de nuestra agresividad weil zando los métodos de la TREC? Examinemos los principales pi- Fares en que se apoya esta terapia. En primer lugar, est la C 0 consecuencia emocional (0 con uctual) decir, nuestra ita. 50 Luego buscamos la Ao experiencia activadona 0 adversidid: Joan y Jack no cumplieron su palabra en un pacto importante para nosotros. Si cotejamos A con C, podria parecer que A produce C. La teoria de la TREC presupone, no obstante, que, aunque nuestra experiencia activadora conctibuye direetamence a nuestra conse- cuiencia emocional, o ira, no la praduce realmente, pues, si escu- diamos detenidamente la relacién entre A y C —como haremos alo largo de todo este libro—, descubriremos sin duda que el in~ ‘cumplimiento deo pactado por parte de nuestros amigos nos pro- duce un gran fatidio y una gran decepcién —pues esto 10s impi- de obtener lo que querfamos—. Pero su marcha arcés no provoca necesariamente por s sole que nos sintamos indignados con ells. jEn absolutot En efecto, si nuestra ita, C, es fruto directo de A, tenemos que suponer que siempre que encontremos cualquier A concre- ta sentiremos la misma emocién en C. Pero ocurre que éste no es el caso, Por ejemplo, sabemos que el agua hierve a determina- dda temperatura y se congela a otra distinta, y esto vale para todas las situaciones en. que se hallen implicadas el agua y la tempera- ‘ura, Sin embargo, cuando se produce una interaccién entre per- sonas y situaciones, las leyesflscas no siempre se cumplen. A me- nudo nos sentimos sorprendidos por la reaccién de una persona ante una situacién dada, come, por ejemplo, el caso de las victi- mas de un delito que, en vez de colaborar con las autoridades para llevar cuanto antes al delincuente ante la justicia, hacen jus- 10 lo contratio. Por extrafio que parezca, estén ayudando a su ageesor a evitar su procesamiento. Si cxamindsemos a cien perso nas, todas victimas del mismo delito, descubrisfamos muchas reac- ciones diferentes, Unas reaecionarfan con sentimientos de per- . Si no obtenemos una respuesta clara, podemos intentar el segundo planteamiente. Conocemos tanto A como C. Si C es malsano —como, por ejemplo, la ira, la ansiedad y la depresin—, cabe suponer que algin tipo de Cri ha influido en nuestro sentit. Ya hemos enumerado las cuatro Cri con las que la mayos parte de la gente crea su ira, Pero las detallamos de nuevo: 1. Es terrible que haya gente que me trate de una manera tan poco atenta y can injustals 2. «iNo soporte que me traten de esta manerals 3. «(Bajo ningin eoncepto deberian portarse tan mal conmigo!» 4, «Como se conducen como no debieran, json unas perso- nas malvadas que no merecen una buena vida y debertan ser cas- tigadass Aunque estos apéscrofes valen sobre todo para la ira, a me- rnudo se aplican de forma diferente cuando experimentamos an- siedad, en vez de ira, en C. Sentimos ansiedad cuando tememos no conseguir algo que queremos realmente —como, por ejem- plo, éxito o placer—o cuando proclamamos que debemos conse- uirlo absolutamente. Por lo general la ansiedad es fruto de las Gri que tenemos sobre nosotros mismos, mientras que la ira lo es de las Cri que tenemos sobre los dems. Volviendo al ejemplo antes citado, supongamos que hemos cofdo algiin rumor 0 comentario indirecto en el sentido de que Jack y Joan se van a echar atrés en lo pactado con nosotros. Su- pongamos que ofmos decir que han dado a entender a un amigo que piensan romper su trate con nosotros. Nosotros aiin na s2- 6 bbemos a ciencia cierta que se van a echar ands y no nos decidi- mos a enfrentamos con ellos por esta causa, Ast, en el punto A creemos que pueden echarse ari, pero abrigamos dudas al res- ecto. En el punto C (consecuencia) nos volvemos ansiosos y nnerviosos. {Cues son las Cei que en gram parte crean niuestca ansiedad (C)? Son éstas, probablemente: 1, {Seria horroreso que Joan y Jack se echaran atrds respecto ‘alo que hemos hablado! jYo no podsfa apaférmelas solo, y eso sevia terrible 2. {De confirmarse el rumor, mo soportarda los inconvenien- tes que se desprenderian de ello!» 3. {No deberfa haberles dejado ponerme en este brete y soy tun debilucho por haberlo permitido!s 4, «(Si no salgo adelante tras st probable marcha atrés, 65 {que soy una persona inferior y merezco lo que me pasa por no ha- cer frente esta sntaciGn coma deberaly ‘Como se puede ver ficiliente, las Cri arriba descritas que 'nos tornan ansiosos se parecen bastante a las qiie hacen que nos encolericemos. La principal diferencia estriba en que, en el pri- ‘mer caso, estas crecncias versan sobre nosotros mismos micncras ue, en el segundo caso, versan sobre Jack y Joan. ura manera de crear sentimientos negatives malsanos en el punto C y, por tanto, de alterarnos innccesariamente, podrla ser Ia siguiente: supongamos que, en vea de echarse atris, Joan y Jack se hubieran mudado a otto piso fuera de la ciudad. Reco- ocemos que ticaen relativamente poces opciones al respecto porque sélo podtian conservar sus trabajos mudindose. Asi que Comprendemos su decisi6n. Pero, aunque no nos enfadamos can ellos, descubrimos que nos sentimos sumamente deprimidos en el punto C. Entonces podriamos tener Cri como éstas: 1. jBs terible que me haya tenido que pasar esto a mi pre- cisamentely 66 2. No soporto que me salgan las cosas tan mally 3. «(Las cosas no deberian suceder de esta manera tan certi- blemente fastidiosel» 4, «Nunca me sale nada como quiero. La vida es siempre in- _justa conmigo, iy eso no deberia ser ast!» Obviamente, las creencias arriba enumeradas son irraciona- les y contraproducentes, Sin embargo, gquién de nosotros no ha cenido rales pensamientos cuando se ha sentido deprimido? Con esto se intenta mostrar que los tips de Cri que producen ira, an- siedad y depresién son bastante parecidos. Las Cri generadoras de ira ponen de vuelea y media © humnillan a los demds, mientras ‘que las Cri generadoras de ansicdad nos humillan a nosotros mis- mos y las Cri generadoras de depresién humillan a las condiciones del mundo, Los profesionales de la TREC siguen buscando posibles Cri ‘que la gente tiene y utiliza para enfadarse, yolverse ansiosa y de- primirse. Sin embargo, tras un detenido examen, hemos descu- bierto que podemos clasficar casi todas estas Cri en tres categorlas principales, presididas por imperativos obsesivo-dogmticos: d) sansiedad y depresién: «:Debo actuar absolutamente bien y set apto- bado por personas importantes; b) ira y rabia: «Debéistracar- ime bien y con amabilidad!; ) baja tolerancia de la frusracién, ina y depresiin: «las cosas debertan ser como me gustarla que fueran's. Estos imperatives obsesivo-dogméticos parecen presi- dir cast rodas las neurosis humanas. Ast, cuando no se satisfacen, como es lo més corriente, la gente que «imperativiza dogmética- mente» tiende a sacar varias conelusiones dégicass: 1. Horrbilizar «Bs horrible que me salgan las cosas tan mal (cuando me deberian salir muchisimo mejor)». «(Es terible que me tratéis tan rudamente (cuando deberias tatarme con suma amabilidad)'s 2. No-lo-puedo-coportar: «Coando me tratdis tan mal (cosa que no debertais hacer bajo ningsin concepte), no o soporte». «Can o do las cosas se ponen realmente feas para mi (cosa que mo debe- ra ocuanir bajo ningin concepte), no lo puedo soportar.» 3. Condenacién: «Cuando acaio muy mal (cosa que no debe- via hacer bajo ningin concepte), soy wna condenada y malvada ppetsona que merece suftit. «Cuando acto de manera estipida incompetente (cosa que: no deberia hacer bajo ninglin concept), soy wna persona jnitil y completamente inadecuada.» «Cuande ‘me tratdis mal c injustamente (cosa que mo deberlais hacer ‘bajo ningsin concepto), sois unas personas condenables y absolu- tamente malvadas.s 4, Masimalismo, generalizacién indebida: Si fracaso alguna ven en una meta importante (cosa que no debe ocurrirme bajo ning concept, sempre volveré a fracasat, ntenca tendré éxito demostraré que no valgos. «Si me eratdis de manera ruda e in- justa (cosa que no debertais hacer bajo ningin concepta). sois unas personas malvadas que nunca me tratards bien.» Se habré troado que cuando, como les ocurte a tantas otras personas, nos alteramos 0 perturbamos, tendemos a utilizat una 0 més de estas Cri. jY a veces todas ellas! Horribiliaamos sobre las adversidades (A) ¢ infortunios. Insistimos en que no-lo-podemos- seportar. Nos condenamos 0 maldecimos 2 nosotros mismos, a ‘tras personas y alas cosas en general por haber producido di- chas adversidades. Generalizamos indebidamente en torno 4 elas y las concepruamos en términos de todo 0 nada, blanco 0 negro. No sélo damos importancia y pew a desaforeunades acon- tecimientos activaclores o adversidades, sino que ademds los exa- _gemmas enormemente, os tomamos demasiado a pecho, gor qué? Porque esto es lo que tendemos a hacer los seres bumanos. No lo que tenemos que hacer, sino lo que tendemos 2 hacer. Para mantenernos vivos y ser feices, genetalmente damos Prioridad a cicrtas cosas; como, por ejemplo, conseguir aire y agua suficientes, cobijo, etc. De lo conteacio, motiriamos. Pero preferiblemente deberlamos priorizar otras muchas cosas, como, ppor ejemplo, llevarnos bien con los demas, tener algunos amigos 6 fntimas, un trabajo o profesién adecuados, unos objetivos o me- tas s largo plazo y disfrutar de algunos momentos de acio. De la contrario, tendremos dficultades para sobrevivit medianamente bien. Seguin la TREC, nuestros deberlaldeberias.. son admisibles rieneras sean prefiriblemente eso: wleberta/deberias.... Asl, po- demos creer sensatamente estas cosas: «Yo deberia tener éxito preferiblemente, lograc la aprobacién general y vivir acomodada- mente; pero esto ne tiene por qué ser as Puedo vivic y set ta20- nrablemente feliz aunque fracase, coseche la desaprobaci6n y viva sin comodidadess. También podemos creer esto: oSi quiero al- unos resultados palpables, como, por ejemplo, conseguir y con- servar un buen trabajo, entonces tengo que solicirarlo, superar la entzevista, acudir al trabajo con regularidad, levarme bien con mis superiores, etc. Pero no es absolutamente necesario que con- sign un buen trabajo, sino sélo muy deseable. La TREC hace particular hincapie en los malos resultados {que genetalmente —aunque no siempre— cosechamos de los imperatives degméticos, Como se ha dicho més arriba, nos per~ nubamas y entorpecemas a nosotros mismos mediante tres exi- gencias fundamentals: «Yo tengo que hacerlo absolutamente bien, «Los demds siempre tienen que actuar con amabilidad y «Las cosas siempre rienen que salir como yo quiero que salgane. Si queremos sentirnos innecesariamence disgustados, ansiosos © deprimidos, bastard con que nuestros deseos se conviertan en nevesidades asumidas, nuestras preferencias en exigencias ¢ insiscencias, y nuestros deseos relatives en dictados absolutes, ‘Siempre que nos sentimnos verdaderamente perturbados emo- cionalmente, tendemos a recurrit a uno, dos o tres de estos im- ppetativos obsesivo-dogméticos. Aunque muchos problemas hu- manos tienen poco o nada que ver con estas exigencias internas, ls problemas emocionales suelen ser producto de estas formas de pensamiento y conducta, ‘Tras haber hablado con miles de personas con distintos niveles de perturbacién emocional, atin no hemos encontrado a una sola que no sea responsable de crear, 9 con sus dardos verbales autopunitivos, gran parte de sus innece- sarias percurbaciones emocionales, Casi todos los hombres y mujeres tenemos un gran nuimero de Cri importantes, cada una de las cuales suele contribuir a au- mentar nucstras dificultades actuales. Como ya se ha sefialado, todas estas Cri se pueden incluir en unas cuantas categorias im~ portantes. A continuacién describiremos algunas variaciones ha- bicuales de las creencias iracionales que conttibuyen a causir, 0 causan ellas directamente, las perturbaciones emocionales, LOGRO IRRACIONAL F IMPERATIVO DE APROBACION «Tiene que irme bien, tengo que ganar la aprobacién de los demas y no ser rechazado munca; de lo conteaio, eré una perso- na malvada ¢ inadecuada.» ‘Una vee que creemos esto, como parece creer mucha gente «en todo el mundo, solemos sacar la siguiente conclusién légica: «Como soy una persona malvada o inferior, que raras veces 0 nunca cendré éxito en proyectos importantes, ;para qué me ser- vird intentarlo?», Este logro itracional y este imperative de aprobacién son contraproducentes porque a menuido originan fuertes scatimien- tos de ansicdad, depresi6n, falta de autoestima y odio contra uno mismo, as{ como acticudes de evitsciéa, inhibicién, aplazamien- 0 indefinido y otras conductas rchuidoras, Para empeorar las cosas, cuando nos decimos en plan exi- gente que tenemos que cosechar buenos resultados 'y sce bien aceprados por los demés, en scalidad estamos actuando menos adecuadamente y originando los problemas emocionales y com- portamentales antes mencionados. Acto seguide solemos simpe- rativizars dogméticamente sobre estos sintomas de la siguiente manera: «No debo scatir ansiedad. Debo evitar proyectos en los que pueda fiacasare, De este modo, creamos unos slatomas se- ceundatios en torno 2 nuestros sfntomas primarios —especial- 70 mente ansiedad en torno a nuestra ansiedad y depresién en torno @ nuestra depresién—, jcon lo que ahora estamos dablemente contrariados! IMPERATIVOS IRRACIONALES RESPECTO A LOS DEMAS «Los demés tienen que teatarme por todos los medios de ma- nera atenta y afable, ral y como a mal me gustaria que me trata- ran, Si no lo hacen, son personas malas que deberian ser conde- nadas y castigadas por su horrible conducta.» sperativo iracional suele ponernos de malas pulgas, por tuna parte, ys por la otra, suele hacer que nos sintamos indignados, ‘ines, agresivos ylo vengativos, y, por supuesto, a menudo alien- faa la gente que nos cae antipdtica a traramnos peor que antes, ‘Tambign podemos decienos: «iNo debe ser irritable ni vengativo», 1 luego irritamos con nosotvas por habernos irritado con ello, IMPERATIVOS IRRACIONALES RESPECTO A LAS COSAS El mundo (y la gente que lo puebla) tiene que organizarse de manera que yo consiga practicamente todo lo que quiero de ver- ad y cuando lo quiera. Y ademds; las cosas tienen que organi- zarsé de manera que no me ocurra lo que no quiera. Asimismo, debo obtener lo que quiera répidamente y con facilidad.» Estas exigencias contraproducentes crean en nosotros una baja tolerancia de la frustracién y de la minima incomodidad. ‘Cuando pensamos de esta manera, nos sentimos airados por las circunstancias adversas y a menudo nos rebelamos contra la ne- cesidad de cambiar o de enftentarnos a ellas. Tendemos a sentir- nos deprimidos y desesperanzados, a abandonar y a ahuecar el ala, y a lamentarhos y gintotear porque las cosas son expanzosas y no las soportames, Luego puede que nos pongamas de vuelta y me dia por tener una tolerancia de frustracién tan baja n Estas tres Cri bdsicas presentan, por supuesto, innumerables variaciones. Pero podemos afirmar de nuevo que, cuando las abonamos, nos empujan a recurs al terbilismo, al no-lo-pue- do-soportar, a condenarnos a nosotros mismos y a los demds. y 4 otras generalizaciones indebidas e ineficaces Capieulo 6 ‘TRES APRECIACIONES SOBRE LAS CREENCIAS AUTOENCOLERIZADORAS Empezaremos este capiculo retomando uno de los principios bisicos de la TREC, a saber: puede que los demas inteaten en- rabietarnos, pero, como dijo Eleanor Roosevelt sobre el senti- miento de inferioridad, necesitan nuestro permiso para ello. Por regla general, somos nosotcos quienes nos encolerizamos a noso- {ros mismos, Esto lo hacemos creando Cri (cteencias irrazona- bles) sobre la conducta «no equitativay e winjustas de los demas. Y ahora pasemos yaa teatar las tes apreciaciones especiales de la TREC sobre nucstras creencias generadoras de ira ‘La apreciacién n* 1 es que nuestra ira actual puede cener cierta telacién con nuestra vida pasada: pero no tanta como los priconanalistas freudianos y oes psicélogos quisieran que tu- viera, Cuando nos sentimos fariosos ahora, en el presente (en el punto C 0 consecuencia}, las adversidades (A) por las que esta- ‘mos furiosos contribuyen a C, pero no la causan directarnente. Antes al contrario, son nuestras creencias (Cs) actuales sobre las A injustas» las que por lo general, y directamente, wcausans C. Es posible que nuestros traumas infantiles fueran importantes en exte proceso, pero dificilmente se pueden considerar cruciales Nuestras adversidades zetualesy nuestras creencias aetuale sobre dichos traumas son atin mds importantes. Por supuesto, esta afic- macién discrepa de la mantenida por ciertos terapeutas. Con ello no pretendemos decir que muestras experiencias pa- sadas no ejerzan ningsin efecto sobre nuestra conducea actual. En, este sentido, varios investigadores han descubierto que los nitos que son severamente castigados por sus padres tienen eendencia B a sentitse mas airados y a conducirse de manera mds violenta ha- cia los demés durante toda su vida que los nifios tratados de ma- nera menos violenta o severa. ¥ aunque esto indique que, hasta cierto punto, existe una telacién entre los afios de formacién de luna persona y su conducta posterior, ereemos conveniente no ctigit en posculado esta afirmacién, Es mejor tener también en cuenta posibles factores genéti- ‘0s, ast como posibles influjos medioambientales durance la in- fancia, Tras la mayor ira y violencia de quienes se han criado en ircunstancias hostiles puede esconderse una disposicién hereda- da, pero también adquirida, En efecto, si los padres tienen una tendencia agresiva heredada, la pueden transmitir a suis hijos. En tal caso, los padres pueden reaccionar a la agresividad de éstos con un disciplina férrea. Lo que a su vex quizd referee su dispo- sicién violenta, Con lo cual se crea un circulo vicioso, en ef que Ja violencia pide m4s violencia; cieculo que la TREC trata de romper. En la intuicién n° 1 se hace hincapié en la importancia de las creencias que tenemos en la actualidad. En Ja TREC no nos de- tenemos particularmente en la manera en que adquirimos dichas creencias, Las enscfianzas que recibimos de nuestros mayores durante la infancia pueden ejercer sin duda un gran influjo en ‘uestras creencias actuales. No obstante, como se ha dicho an- tes, las humanos podemos cambiar estas creencias, independien- temente de cémo las hayamos adquitido. Por eso conviene saber cdmo hemos adquirido nuestras Cri; pero saber qué son ahora tnismo y trabajar para cambiarlas es mucho mis importante to- davia. Pasemios ahora a la apreciacién n° 2: independienremente de cémo hayamos adquirido nuestras Cri contraproducences, las smantenemos vivas cwando nos las repetimos nosotros maismos, re- feradndales de distintas maneras, actuanda segisn cllas ynegéndo- ‘nos a ponerlas en tela de juicio. Es posible que otras personas nos hayan ayudado a adquiri nueseras Cri ¢ incluso que nos hayan jnculeado muchas de ellas. Pero la az6n primordial por la que 74 las mantenemos vivas es porque atin seguimos wcomiéndonos el coco» con ella. En la apreciacién n° 2 aparecen dos puntos imporcantes es- ‘rcchamente relacionados. En primer lugar, perpetuamos nues- ‘ras tempranas Cri generadoras de ira al repetirmoslas de vez en cuando y al actuar a menudo segin ells, Al parecer, esto lo ha ccemos de manera automética 9 inconsciente; pero, si profundi- zamos mas detenidamente, yeremos que seguimos reafirmando sactivartente nuestras Cri, Una vez mds, aunque parezca que nues- ‘ca ira persiste de manera natural cuando notamas que odiamos alguien, la realidad es que la mantenemos viva activamence al decimos que la persona en cuestién bajo ningin concepta deberta hhaberse portado tan mal y que es malvada por haber actuado as En segundo lugar, la TREC nos dice que nuestra inicial frus- tracién, derivada en rabia, tiene poco que ver con el hecho de que mantengamos en pie nuestra ira durante perlodos de tiem- po prolongados, Nuestra opinién persistente sobre exa frustta~ ign inicial nos mantiene siempre airados; el culpable no cs el elemento frustrador propiamente dicho. ‘Supongamos que estamos poseidos de Furor porque nuestros padres nos trataron mal de nifios. Si atin los odiamos en la ac- ‘ualidad, lo més probable cs que repitamos las mismas creencias que nos dijimos a nosotros mismos afas atris: yMe trataron de ‘manera injusta y cruel cuando era nifia y bajo ningun concepto debertan baberme trarado asl. (Qué malvados son!» Pero si no repetimos nucstras Cri sobre nuestra adversidad inicial, y no n0s obligamos por tanto a seguirlas felmente, fo mis probable es que no sigamos airados con nuestros padres aunque, por supuesto, atin recordemos con desagrado lo mal que se por- taron con nosotros. Asi, la visiém en curso, 0 sostenida, de nues- tra adversidad inicial, y no la adversidad como tal, es la que nos smantiene bisicamente cxasperados. Segtin la apreciacién n° 3 de la TREC, para cambiar nues- ‘ros sentimientos y conductas percurbados, y las Cri que los eean, se requiere por lo general una buena daxis de trabajo y de prdc- 6 tica. En efecto, independientemente de lo conscientes que se2- ‘mos de la natucaleza contraproducente de nuestras actitudes y acciones irracionales, dicha conciencia no nos sirye de nada a no set que disputemos —y actuemos con eficacia contra— tales ideas. ¥ dificilmente podremos hacer csto sin una buena dosis de rictica y de trabajo. ‘Todas nuestras creencias, ya sean racionales o itracionales, pueden set mas o menos debiles o fuertes, Por ejemplo, pode. mos tener ciertas creencias supersticiosas, pero 2 distintos ni- veles. Aunque sepamos racionalmente que los gatos negros y Los espejos rotos no producen mala suerte, es posible que sigamos eviténdolos por creer que cs asi. Esto muestra que existe una di- ferencia considerable entre decimmos « nosotros mismos que algo es racional y entar convencidos realmente de que es as, ‘Como las creencias tienden a variar en intensidad, es mejor disputar enéricemente nuestras Cri en el punto D (disput). Por muy conscientes que seamos de que una creencia es ireaci nal, nuestra intuicién especial nos servird de poco si no tenemos cierta destreza a la hora de dispurar esca Cri. Y si no dispucumos rnuestras Cri endygicamente, tendremos tendencia a seguitlas Bel- ‘mente. La intuicién y el conocimiento, pot s{ sles, suelen tenet poco valor. Recordemos que, cuanto mds enérgica y consistentemente disputemos nuestras Cri generadoras de ansiedad o de ira, antes ‘staremos en condiciones de cambiarlas. En el siguiente capiu- 4 abordaremos las pautas bisicas para examinar y desafiar nues- tras Cri, 76 Capitulo 7 DISPUTAR NUESTRAS CREENCIAS AUTOENCOLERIZADORAS En la TREC, D significa dispucar. En primer lugar, estén las, cexperiencias activadoras 0 adversidades (A), que preceden a nuestras conseciencias (C) emocionales 0 condluctuales negati- vas. En seguade lugar, descubrimos nuestras creencias raciona- les (Cer) y nuestras creenciasirracionales (Cri) sobre nuestras A. En tercer lugar, reconocemos claramente que nuestras Cri ayu- ddan a crear nuestras consecuencias perturbadas 0 malsanas (C) ‘Yen cuarto lugar, disputamos vigorosa y persistentemente nucs- tras Cri Kishor Phadke, psicélogo que prictica y ensefia la TREC en Bombay, divide el disputar (D) en tres partes principales, a saber Detectar Diferenciac Debatir jPerfecto! disputar consiste fundamentalmente en detectar puestras principales Cri, diferencidndolas luego claramente res- pecto de nuestras Crr y debatiendo estas Cri activa y enérgica- mente, Hasta ahora hemos hecho particular hincapié en los prin- . O, de forma mds abreviada: «Qué es lo que hace zerrible su comporramiento injusto?», Por supuesto, podrimas demostrar que la conducea de Joan y Jack nos ocasiona bastantes molestias y gastos innecesarios. Sin duda. Peto si silo es esto lo que nos parece enojoso y desventajoso, nos sentiremos decepcio~ nnados y pesarosos, si bien no realmente airados. Nuesteo rerribi- lizar a propésiro de su conducea injusta desencadena nuestra ‘malsano sentimienco de rabia. El ildar de «feo» o sinjustor cl hecho de que Jack y Joan ha- yan incumplido su trato con nosotros es perfectamente defen- dible, pues hubo efectivamente un trato, que ellos incumplie- rom, y nuestras metas e intereses se han visto saboteadas con dicho incumplimiento. Pero pretender que su conducta sea ze- rrible inoplica unas creencias suplementarias harto cuestiona- bles: 1, lackey Joan me estén tratando tan feamente como podla tratarme cualquier otra persona, Nada podrfa ser peor que esta manera de tratarme 2, «Me estén tratando ciento por ciento mal; Iuego no pue- do disfrutar de la vida en absoluro.» 3, «Baja ningiin concepto debertan wetaame tan mal.» 4, «AL ser amigos, bajo ming concepto deberian eratarmie mal, sino que deberfan cratarme Gnicamente bien, como han de hacer especialmente los amigos.» Podemos disputar estas creencias dudosas mediante las si- ‘guientes preguntas, con sus correspondientes respuestas: Dixputar: »;Me han tratado Jack y Joan tan mal como podrta hhaberme tratado cualquier otra persona? :Es cierto que no hay nada peor que la manera como me han cratado?s, 79 Respuesta: WNo, Me han tratado bastante mal, pero podria haber sido peor. Por ejemplo, podrfan haberme matado. O po- . Asi, una bucna preguna serfa: «Por qué © cémo es que no s0- Porto este trato injustos ‘Cuando nos entra rabia porque Joan y Jack han incumplido su compromiso de compartir piso con nosotros, podemos decir- nos igualmente a nosotros mismos: «Me han tratado de manera muy fea y me han causado muchos perjuicios ianecesarios, y no soporte que me hagan esto a mio. 83 Ahora nos podemos formula la siguiente pregunta: «;Por qué no lo soporto?s. Probablemente nos parezce intolerable la si- tuacién porque crcemos haber experimentado demasiado dolor, demasiado sufcisnienco por la accién injusta de Jack y Joan. De modo que hemos convertide mucho dolor y Fastidio en deriasia do dolor y fastdio, El rérmino «demasiado», tal y como lo emt pleamos aquf, parece tener una connotacién mas o menos magica. Suponemos que s6lo podemos permitir a Jack y Joan causarnos mucha dificultad y fastidio, pero ro mds, Por tanto, definimos el fastidio que nos ocasionan en términos de demasia, encendemos modos enérgicos, implacables y a veces espectacula- res de intercampir y cambiar nuestra ira centréndonas en nues- tos sentimientos o deseos. Como veremos en el capitulo six guiente, hay determinados métodos «conductuales» que pueden tener algunos elementos en comin con los métodos emotivos, si bien tienden a hacer mayor hincapié en las acciones que en los sentimientos. También tendemos a servirnos de ellos con menor contundencia 0 dramatismo. El primero, y tal vezel mds importante, de los mérodos emo- tivos para superar la ira y otros problemas emocionales consiste en la incondicional aceptacién de uno mismo. Esto enerafa el decidido propésito de aceptarnos plenamente, independiente- ‘mente de lo que podamos hacer, incluso petmitir insensacamen- te que la ira se apodere de nosotros. ara quien venga a vernos con la intencién de recibir erata- miento segiin la TREC, y nos diga que sigue dejando que se apodere de I Ia ira, trataremos de ser un ejemplo —mediante tuna actitud y conducta correctas— de lo que hemos dado en lla- mar la aceptacién incondicional. Ast, estaremos de acuerdo con Alella en cuanto al cardcter destructivo de su ira, pero lo acepra- remos como tin ser humano con una pobre conducts, y en. nin- {gin momento se nos ocurtird ponerlo de vuelta y media. Nuestra aceptacién a pesar de su conducta podrla animarle perfectamen- ea aceptarse asf mismo y a dedicar mds tiempo y energlas para ou cambiar de conducta, Pero, aun cuando ningin rerapeuta lo aceptara, y todo el mundo tendiera a criticarlo sin contempla- ciones, ese alguien podria aceprarse atin asi mismo plenamente por muy mal que hubiera actuado, Mientras que, si se toma a pecho las crticas de los demas, y conviene con ellos en que es tuna persona despreciable, ¢s que ha decidida aceptar esas ideas que la gente tiene sobre él, {No lo olvidemost Podemos escuchar pacientemente a nues- ‘08 criticos, reconocer plenamente sus opiniones negativas so- bre nosotros y conceptuar nuestra canducta como mala, y, sin embargo, no conceptuarnos a nosotros mismos como unas mma- Jas personas pot haber actuado mal. Asimismo, si tendemos a condenainos por nuestros sentimientas y actos malos, podemos decidir no aceprar tales tendencias, sino aceptamos con todos suestros falls. Esta decisién, tomada resueltamente, es un mé- todo emotivo de eleccién propia. (Cuanto mds decidida, enérgica y firmemente nos aceptemos a nosotros mismos y nos neguemos a ponemnos de vuelta y me- dia, independientemente de lo que hayamos hecho, mis sense ‘mos la autoaceptacién. Podemos acceder a este tipo de senti- miento positivo excuchando las alabanzas que nos tributan otras personas y haciéndolas nuestras. Pero también podemos conse- Buirlo decidiendo simplemente tenerlo; si, decidiendo acepramnos ‘nosotros mismos com todos nuestros defectos. El siguiente paso que hay que dar es trabajar asiduamente ata mantener estos sentimientos de autoacepracién. Creemos firmemente en una idea no sélo porque se nos ha ocurtido sin mds, 0 porque ciertas personas no dejan de repcticla, sino porque srabajamos tepitiéndonosia una y otra vez a nosotros mismos. Incluso cuando tencraos una idea fsicamente predispuesta o preestablccida de algo, como, por ejemplo, que la tara sabe bien Yel filete no, no dejamos de repetimnos esta idea a nosottos mismos ‘muchas veces, y asf nos demostramos —especialmente cuando comemos tarta— lo buena que esté sobre todo en comparacién con

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