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Informe oo te — ELMO LUE CENTRO DE C ) INVESTIGACION SUD IeS Prneeds ae eet ed _ Resumen Una de las instituciones mas importantes y, paradojicamente, menos estudiadas desde el advenimiento del nuevo proceso penal ha sido el juicio oral y, en parti- cular, el nuevo estandar de conviccién que introduce para que el tribunal de juicio oral en lo penal pueda condenar a un imputado. EI COdigo Procesal Penal cambio el estdndar de conviccién desde la plena certe- 4 2a a un estandar que solo exige que el tribunal haya alcanzado la conviccién | mds alld de una duda razonable. Este nuevo pardmetro significa una reduccién en el estindar de conviccién necesaria para condenar a alguien, lo que se justifi- | ea en raz6n de Ia Logica del Juicio oral y las garantias que subyacen a su fiincio- namiento. . Una de las caracteristicas centrales del modelo inquisitivo es que descansa en tin sistema probatorio extremadamente reglado, fo que, junto al estdndar de convic- cidn de la plena certeza, busca una fiel reproduccién de la verdad histérica. Sin embargo, este alto nivel de exigencia que el sistema demanda del proceso penal funciona por medio de una gran desproteccién del imputado en la etapa de inves- tigacién, privilegiando su confesion. El nuevo proceso penal, en cambio, se basa en el juicio oral como el mecanismo mas eficaz para discutir Ia prueba y, al final, para obtener la mejor calidad de informacion que un sistema de justicia criminal puede alcanzar en un contexto respetuoso de las garantias del imputado. En este escenario.restringido de infor- macion el sistema asume que el nivel de certeza para condenar no puede ser absoluto ni indubitado y, por lo mismo, reduce el estdndar de conviccién acep- tando ta posibilidad de condena con limitaciones de informacién, a menos que las dudas alcancen el nivel de razonables. 4 Este trabajo pretende presentar una tesis acerca de lo que debe entenderse com: duda razonable y esbozar algunos eriterios para identificar eudndo una duda alcanza esa condicién. 5 NUEVO ESTANDAR DE CONVICCION © ees Riego Rarex ‘COLECCION INFORMES DE INVESTIGACION ‘Nimero 17 /Ato 5 1 Septiembre se 2003, 20 pigs Registro de Propiedac Ineleewal N° 125.546 non tis coe Nuevo estandar de conviccion Wi Cristian Aiego Ramirez! Profesor de Derecho Penal e invesigador la Universidad Diage Portals El Cédigo Procesal Penal introduce un sistema completamente nuevo en cuanto al estindar de conviccién que el tribunal fallador debe alcanzar para dar lugar a una condena. Este nuevo estindar aparece expresado en el articulo 340 que exige que el tribunal “uadquiriere, mas alld de una duda rezonable, la conviccién...” de la ocurrencia del hecho y la participacién del acusado2, Esta norma viene a remplazar la del articulo 456 bis del Cédigo de Procedi- miento Penal que requiere para la condena que el juez haya adqui- rido: “...por los medios de prueba legal, Ia conviccién de que se ha come- tido un hecho punible y que en él ha correspondido al procesado una participacién culpable y penada por la ley”. Esta cldusula fue incorporada al nuevo Cédigo Procesal Penal en Ja etapa final de su discusién parlamentaria y, en consecuencia, no fue objeto de las discusiones y explicaciones académicas previas que abarcaron a las instituciones més importantes del Cédigo. La ¥ Blautores profesor de Derecho Procesal Penal einwestigador de la Universidad Diego Portales, fue director cela comision que redacts el proyecto de nuevo Codigo Process Penal y particip6 como asesor en la discusin del mismo en ol Congreso Nacional 2 El texto completo del articulo senala: “Conoccie de tribuaal. Nadie podré sex conde nado por delito sino cuando el tribunal que lo juzgare adquitiere, ms alld de toda duds razonable, ls conviceién de que realmente se hubiere cometido ol hecho punible objeto dela acusacion y que en él hubiere correspondido al acusado una partcipacion culpable y penada por la ley. EI tribunal formara su convicelén sobre la base de la prueba producida durante el jeio oral [No se podré condenar a uns persona con el solo mérito de ou propia declaxacisn®. (le egrillaes nuestra). : GUIs motivacién para su inclusién provino de la experiencia prdctica en el funcionamiento del juicio oral adquirida por algunos de los académicos que participamos en el proceso de reforma, en el contexto de programas de entrenamiento de destrezas de litigacion y en simulaciones de juicios que tuvieron lu- gar paralelamente a la discusién legislativa. En el desarrollo de estas actividades, en muchas de las cuales tomaron parte jueces y abogados con experiencia en el viejo sis- tema, constatamos que la magnitud del cambio en el sistema probatorio derivado de la introduccién de la oralidad era bas- tante mayor de lo que imaginébamos origi- nalmente, y una de las preocupaciones que surgi6, de la cual deriva la cléusula objeto de este estudio, fue la de constatar que se requeria dar una sefial muy potente en cuanto a la necesidad de utilizar al juicio oral como un mecanismo intenso para el anélisis de la prueba en contextos de infor- macién restringida. Esta motivacién produ- jo otros cambios importantes respecto del proyecto original, en especial en las reglas que regulan la prueba y el modo en que esta se debe presentar en el juicio, todos los cuales estuvieron inspirados por la misma dindmica que, a la larga, hicieron que el jui- cio oral chileno tomara un cardcter marca- damente més adversarial que los que se han generado tanto en otros paises de Amé- rica Latina?, como los que existen en Euro- 3 Dehhecho, en el informe comparative del CEJA (Centro dle Estudios de justicia de las Américas), a propésito de un estudio empirico sobre la implementacién de 10s pprocesos de la rofocma en algunos paises de ia egion, ‘xpecificamente en Chile, Cordoba (Argentina), Costa Rica y Paraguay, se sefiala que “Aparentemente, Ios re sultados de este aspecto de la reforma {lo celtivo al ‘modelo de juicio) s0n bastante disimiles. Bn el caso de Chile ges fogrado el estableciiento de un jaicio oral suyo desarrollo se apega bastante 3 a nocién mse 24+ verserial, en que los Jueces intervienen muy limitada ‘mente y en que el centro de Ia actividad probatoria esti lentregada a las partes”, Informe Comparative Proyecto “Seguimniente de los Procesos de Reforma judiciel en AvUrice Latina”, en hetps/ /wwweesja.cl/informes? comparatives/informecomparativo.complete-pdé, en especial pp. 46 60 (la negrili es nuestra), En et musta pa continental, y que habian sido los mode- los considerados originalmente’. En el tiempo en que el proceso de reforma lleva funcionando’, nuestra percepcién es que esta cléusula se ha aplicado general- mente de modo consistente con la légica del juicio oral. Sin perjuicio de lo anterior, existen algunos fallos* que dan cuenta de ‘sentido vid, BAYTELMAN, Andrés (tedactor), "Eonlua- ‘hon de In Reform Pocestl Penal Chilene", para quien “Ia bralicad (.) se a instalado como el principal paradig- mma procesal en las nuevas précticas, Ie audiencias #08, en grandes rasgos, genuinas audiencias” p. 1 4 Hustrativas, en este aspecto, son las expresiones de RO- DRIGUEZ, quien a referee al modelo de juicio oral de Cordoba ~que fue donde se origins el proceso de rofor rma hacia 3 oralidad en Is region, seRals: “Quien sabe, lo que nunca entendieron los partidarios de Ia Escuela Procesal de Cérdoba, es el significado det julcto. Obse- sionados como estaban en su idea fandtiea dela perse- ‘cucibn de todos los delitos, de averiguar precisa y exac- tamente ts verdad real del hecho investigedo (--), olvidaron de un modo perverso, por su puto afén de poder, de ejercicio isracional del poder que el Estado hhabia"delegado en Ia jurisdiccién, los razonamlentos ‘mas simples acorca de ests parte del proceso: el jicio” RODRIGUEZ, Comentarios al nuevo CEP Cordoba, cade por BOVINO, Alberto, “El Debato” en MAIER, JulloB {comp}, E! nuevo Cédigo Proceel Pana d i Nasi, Edi tores del Pucrto, 35. Altes, 1993, p. 194 5 Aun cuando a esta eltura es sabido que al proceso de Implementacion de la reforma process! penal en mes fro pais se ha hecho en forma gradual, esto 8, por re giones, conviene sehalar que la reforma actunimente Se encuentra en plena vigencia en fas tegiones | U,V, ‘VM, 1X, XL Xi, y que al 16 de diciembre de 2004 debe racstar funcionado en todo el pais, 6 Asi, por ejemplo, en la sontencia dictada por el Tribu nal de Juicio Oral de Curie, del 11 de julio de 2002 contra Miguel Angel Mufioz Allendes y Juan Carlos Salgado Lienan, por el deito de rabo can violencia 0 intinidacisn, ef magistrado Hermosilia en voto dis dente seftalé: “4° Que, aun cuando toda Ia praca producida haya sido apreciada Hbremente por lo fall Sores, con lab limitaciones yen ta forma antedichss, debe traspasarse una barrera mis alte stn, que ls conviecign, mas allé de todn duda razonable, de que realmente se haya cometido el hecho punible motivo de ln acusacidn del Ministerio Publico ¥ que en él haya cortespondido 2 los acusados tna patticipacion culpa. ble y penada por la ley; 5% Que, eabe concordar las razones anotadas con ia presuncién de inocencia que protege a les encausndes, de donde se desprende logicamente que el extindar de prueba que se necesita para condenar, debe necesaia- mente ser mucho mis alto que el que se le exigin 3 los falladores del antigo sistema procesal penal (.) :” (a negrillaes nuestra) iste et problemas en su comprensién yj asimismo; algunos programas de capacitacién han transmitido a los actores del sistema nocio- nes que consideramos erradas en torno a la cuestién en comento, Es a partir de estos problemas que surge la motivacién de ha- cer una explicacién mas detallada acerca de Jo que esta clausula pretende expresar. Este nuevo esténdar de conviceién, al que en general no se ha otorgado la misma atencién que a otras instituciones del nuevo Cédigo, constituye en nuestra opinién una de las piezas fundamentales de su estructu- ra, En este trabajo intentaremos explicar que esta nueva regla debe ser entendida como una rebaja de los requerimientos de conviccién respecto del antiguo sistema Mostrazemos, también, cudl es el funda- mento de esta reduccién, sus vinculaciones con una mayor proteccién de la persona del imputado en las etapas iniciales del proce- dimiento y con el funcionamiento del juicio oral como sistema destinado a resolver con- troversias. Finalmente, intentaremos pre- sentar algunos criterios destinados a apli- car correctamente el concepto de duda razonable contenido en el nuevo estindar de conviccién, EL SISTEMA INQUISITIVO; EL ESTAN- DAR DE PRUEBAY LA TORTURA Para comprender el modo en que esta cues- tidn aparece regulada en el antiguo Cédigo de Procedimiento Penal es necesario enten- der la logica del sistema inquisitive”, 1a que ‘Vatias son las maneras de defini los modelos inqust- vo y acusztorio, y de hecho esto no eb una cuestisn pacifica; cin ombargo: definizenos,siguiondo a FERRA- JOLL, como modelo Inquisitive a todo sistema procesal donde el juez procede de oficlo ala busqueda, recolec- cide y valoracién de las pruebas, legéndose al Juicio ‘espucs de una instrucciGn eserita y secreta de Ia que estén excluidos o, en cualquier ca30,limitados la con ‘tadicci6n y los derechos del imputad. & la iaverss, centendoremes por sistema Acasatorio, a todo sistema orn st bae- weep gi - Senne 2 serefleja de manera més clara en sus expre- siones més clésicas®. Una de las caracteristi- cas més usuales de los sistemas inquisitivos tradicionales es la existencia del sistema de prueba legal o tasada que establecia, entre otras cosas, requisitos muy exigentes para Ta condena, En palabras de Langbein, este elevado nivel de exigencia probatoria se re- flejaba en la regla de que la condena tenia que ser fundada en dos testigos oculares in- objetables en relacién a Ja comisién del he- cho -prueba que debia ser, segtin la famosa frase, “clara como el sol del mediodia’~. Sin esos dos testigos, un tribunal penal no podia condenar al acusado que negara los, cargos formulados en su contra’, En térmi- ‘rocesal que concibe al juez coma un sujet pasive righ Samente Separado de les partes y al juicio como una contienda entre igualesiniclada por Ia acusacién, 8 ia que compete Ia carga de Ia prucba, enfrentada a la de- fensa en un juicio contadictorie, oral y publice y 25- sualta por el juez eegin su libre conwvicein, FERRAJO- Ll, Lutgi, Derecho y Razér. Teor del garmiismo pe Trad. Perfecto Ibsfes y otto, Gditoral Trotta, Madsid, 2001, p. 554. Respecto a Ia diseusign en tomo sla elas ficacién y la utidad dela dicotomia Acusatorie-inguic sitivo, véase DUCE, Mauricio y RIEGO, Cristtn, intr uceiGn al nueve sistema proceeal penal, Ediciones Universidad Diego Portales, Sig, 2002, pp. 38 a 43. ‘Ademés, sobre este punto, véase LANGER, Méximo “La dicotomia acusatorio-inguisitiva y In importacién de mecanismos procesales de le tadieidn juricicn ane Blossjona Algunas veflexiones a parti del proced- miento abreviado” en HENDLER, Edmundo (comp) Ls garatins penalesy proceals; Eafe histileo-compar sri, Editores del Puto, Bs. Aires, 2001, pp. 239 ys. 8 Cabe destacar, como sovtiene FERRAJOLI, que el items Inquistivo habriatenido un origen en algunos procesoe ‘penales de la Roma lmyperial y que, en verdad, Ia inqut 1 Sick habria eqparecido en Siglo XIll, especficaments om las Constituciones de Federico Ily los procesos ec Slasticas por los deltos de here y Brojrta. FERRA]O- LL, op. cit, p. 565. En el mismo sentido véase FOUCAULT, Michael, La verdad Is formas juris, Bl Gedisa, 8° eimpresiGn, Barcalona, 2001, pp. 78 280. Sin cembargo, es incudable que fue en el siglo XIl donde [Bnalmenie 9 asents la inquisicién para no moverse en ‘un buen tiempo, en este sentido, véase ZAFEARONI, Eu genio Radl; ALAGIA, Algjandro: SLOKAR, Alejandro, Derecho Pensl, parte general, Ea. Baar, Buenos Alves, 2000, pp. 289 y $s. MATER Julio BJ, Derecho Preceal Pe. na, findamenos, Bd. Det Puerto, Buenos Alzes, 2 edie ign, 1999, pp. 288 y ss, Er esta misma obra tambign 50 inclaye un adlisisRistérico del inguisitivo, 9 LANGBEIN, Joh, “Tortuca y Plea Bargaining", en MAIER, Julio B.J.¥ BOVINO, ATberto (comps) El Pros= Aimienta Abreviads, Editores Del Puerto, 2001, p. 5. GIJie= ic sate cca nencrneme nos generales, podemos decir que en esos sistemas la exigencia de la reconstruccién de Ia verdad histérica exigia alcanzar la plena certeza tanto de la ocurrencia del he- cho como de la participacién del imputado. Este estado de plena certeza suponfa Ia su- presién de cualquier forma de duda y re- queria, en consecuencia, de la existencia de pruebas capaces de lograrlo. Esto es, prue- bas que dieran cuenta de los hechos de modo tan claro y directo que permitieran suprimir por completo cualquiera otra ver- sidn que aquella que daba lugar a la conde- na. Esta exigencia probatoria tan alta se expre- saba en concreto en la formula de Ia llama- da plena prueba. De acuerdo con ella, una condena debia basarse en prueba que al- canzara esa categoria y, para eso, la ley in- dicaba qué medios de prueba y bajo qué supuestos eran capaces de producir el efec- to requerido de supresién completa de la duda"®, Ahora bien, esa exigencia probato- ria importaba un esfuerzo del sistema legal por petfeccionar el modelo de enjuicia- miento criminal, basicamente como una forma de excluir lo mas posible la posibili- dad de condenar a un inocente® Sin embargo, este exigente estandar de prue- ba requerido por el sistema inquisitivo aca- b6 siendo “demasiado” rigido para lo que una sociedad estaba dispuesta a tolerar, bé- sicamente porque permitia condenar solo ante dos hipétesis, a saber, la eventualidad 30 Al respecto, vase, LANGBEIN, John, Torture and the lew of proof Europe and England it the ancient regime, University of Chieago Press, Chicago, 1977. Bn el mis: mo sentido, véase FERRAOLL Luigi op. cf, pp. 134 AL LANGBEIN, John, op. cit. supra nota 9, p. 6 MAIER critica esa posiion, argumentando que la verdad tra; que e sistema no puede funciona sin la eutorize. én para obtener te confesién compulsivament, tes fiante la tortuca, centro de graveda de toda le invest gacida, y que la regulacién probatoria solo cumple sl fin do’ reguerie minlmos reeaudor para posible sl tormento”. MAIER, julio 8.J. 0p. cf, supra nota Bp. #48 de un delito flagrante, o la confesién del im- putado, Ast, entonces, como resultado légico de la pretensién de conseguir pruebas que no dejaran espacio a la duda, que produje- ran plena certeza, en fin, que dieran cuenta de una cierta verdad, el sistema inquisitivo dirigié su mirada preferentemente -en todos los casos que no fueran flagrantes, que por lo demés son los més— hacia la persona del imputado y a su confesién!?. De hecho, la historia inquisitiva demuestra hasta la sacie- dad cémo la instruccién procesal se dirigi6, basicamente, al interrogatorio del imputado en procura de la extraccién de la “maxima verdad” 3, incluso con el uso de técnicas so- fisticadas de tortura. Como seftala Ferrajo- Ii, el interzogatorio del imputado representa- ba el “comienzo de la guerra forense”, es decir, “el primer ategue” del acusador contra el reo para obtener de él, por cualquier medio, la confesi6n', En el mismo sentido, y en pa- labras de Maier, “Ia exigencia para condenar que imponia la ley debié conducir natural- mente a aceptar la tortura del reo para que confesara, pues, de otra manera, debié resul- tar muy diffcil condenar”'®, Es bastante cla- 12 Pare MATER, la confesién oe transforms en un fin det procedimisnfo ~'el precio de Ia victor” y, por ende, ‘uslguier modio dtl para obtenesa se reputaba legit 1h prsin, el ayuno obtigad, la vgilancn para evita ac tos privades dal imputado.o sorprenderto en ellos, por fin, el tormentofsico. MATER Julio Bop tp. 292 13. BUENO DE CARVALHO, "Nis, jules, inguisidores, ima vez revised en hitp://wivwjustchacriminalcl/ trabajos him. 14 Respecto del tema de la tortura, y ou wtlizacion en et Sinbito del procedimiento inguisiivo, yease, MELLOR, Alec, Lr Torlura, Bd, Estla, 1964; TOMAS Y VALIENTE, Francisco, La Torta jusicil en Espafa, Centro de Est los Constitucionales, Madsie,3997; FOUCAULT, Mix shael, Vigilar y Castignr, Nacimionto dels Priston, 36 ed, Siglo XXI, México DF. 1997, MAIER, Julio BJ op. ct. .297 a 299; BECCARIA, Cesare De las Dales y de las Penns, 2a, ed. rev, Temis, Bogots,1990; PAILLAS, Eni que Derecho Procesl Penal, Vol. 1, Editorial Juridica de Chite Stgo., 1984 p.38 845 15 FERRAJOLL, Luigi, op. cit. supra nota 7, p. 607. En el mismo sentide, véase, TEDESCO Ignacio, "La liberiad de la declaracién det imputada: un analisis histortco- compacado", en HENDLER, Edmundo (comp), oP ct 34 (ls cursiva es nuestra) 16 MAIER, julio BJ. op. ct. p. 299, ot ate ro que la fuente més directa y cierta de in- formacién fidedigna es el propio imputado, €1 sabe si cometié o no el delito, y en el pri- mer caso sabe cémo lo cometié, conoce to- dos los detalles sobre las circunstancias del hecho, los que serfan imposibles de saber para quien no hubiese participado en la co- misién del delito. Esta capacidad del impu- tado de dar cuenta de los detalles permite descartar confesiones falsas, entregadas por temor, para proteger a terceros 0 por otros motivos que distorsionen su veracidad. Es a partir de esta nocién que la confesién pasé a ser considerada “la reina de las pruebas”. Es por eso que uno de los capitulos centrales de los sistemas inquisitivos tradicionales consistié en la regulacién detallada del uso de la tortura; se trataba de obtener confesio- nes de calidad, es decir, que contuvieran in- formacién cierta, posible de ser verificada con otras pruebas y que condujeran en con- secuencia a la certeza plena y al objetivo central de la reconstruccién de la verdad histérica. De hecho, como sefiala Maier, la aplicacién de los “instrumentos” de tortura fue regulada detalladamente, incluso como garantia del imputado, para moderar su préctica indiscriminada y los riesgos fisicos que ella suponfa. Ademés, se exigia que la confesiGn fuera ratificada -sin tormento- al dia siguiente, para apreciarla como valida, acto que, al mismo tiempo, pretendfa corro- borar Ja perseverancia en la contricién!®, Si se examinan las reglas del Cédigo de Procedimiento Penal, y su préctica, es posi- 17 De hecho, como sostiene BUENO DE CARVALHO, no es easualidad que desde siempre la confesin baya sido onsidetada como la reina de las pruebas, y que si bien ahora Ia doctrina ensene que ella no tiene valor en lo absoluto, en verdad, en el plano de la practica, incluso hoy su valor es espectacular, casi defintivo. BUENO DE CARVALHO, Amilo, Nos utzs,inqusidores”, Ut- sma vez revisado en. http//wwirjusticiacriminal.cl/ trabajes.nin. Por lo mismo, planteamos que més que abolit doctrinariamente Ia confesion, o incluso legal: ‘mente, e5 preferble estsblocer condiciones que per tan controlar la calidad y legalidad de su obtencidn, 18 MAIER, Julio 8}. op. cit. 293. en nee estat ae 5 Stn ble reconocer los principales rasgos de la logica descrita aunque en una versién cla- ramente modernizada y matizada. Esto se podria explicar porque el Cédigo de Proce- dimiento Penal de 1906 est4 vinculado, de manera directa, con un modelo de enjui miento de cardcter preliberal, es decir, co- rrespondiente a una etapa anterior al desa- rrollo de los estados democraticos de derecho y a la idea del individuo como un sujeto de derecho frente al poder estatal”®. En ese sentido, el articulo 456 bis del anti- guo Cédigo exige para ia condena la con- viecién del juzgador sobre la base de las pruebas que la ley luego enumera y regula Esta cléusula da cuenta en realidad de una especie de solucién de compromiso entre la férmula tradicional del sistema inquisitivo, basada en la exigencia de plena prueba, y la formula mas modema tipica de los sistemas mixtos, la Hamada intima conviccién, la que en realidad debiera otorgar al juez un mayor margen de apreciaci6n. En la regula- cién més especifica de las pruebas y su va- loracién se encuentra el mismo tipo de am- bigiiedad. Por una parte existe un catélogo rigido de medios de prueba con reglas que indican su valor, pero al mismo tiempo se plantea su derogacién en las areas de los delitos de mayor importancia en cuanto a su frecuencia, como son lo delitos de dro- gis y contra la propiedad™, y su reemplazo 19 DUCE, Mauricio y RIEGO, Cristtn, op. cit, p. 62 20 En a prictica, esta altisima exigoncia de prucba habia sido rebajada para los casos de mis comin ocurrencia por dos vias. En primer lugar, por medio de la Intro- Suceién de elfusulas especiales oplicables a tos proce- 508 por algunos de los delitos mas comunes como son por ejemplo los delitos contra Ia propiedad 0 los deli tos vinculados a las drogas llegales. En este sentido, ef artieulo 36 del D-FL. 1 que fia el taxtorefundide, co- ordinado y sistematizado de la Ley N* 19365, que Senciona el Trafic Iifito de Estupefacientes y Sustn- as Sicotedpicas, o bien el acticulo 59 de la Ley N° 11.625 sobre Estados Antisociales (para un completo listado de excepclones a la prugéa legal, en donde ef legisador contempla la apreciacign de 1a prueba en coneiencia, véase LOPEZ, Osvaldo, Derecho Procesal Penal Chileno, Ediag-Conosur, Stgo., 1983, p. 260.. En por una f6rmula extrema de desformaliza- cién que incluso insinia la falta de necesi- dad de fundamentacién como es la de la aprobacién de la prueba “en conciencia”, A Io menos en teorfa, los tribunales operan sobre a base de una exigencia probatoria de certeza absolitia, procurando, en su cali- dad de investigadores, conseguir pruebas inequivocas que supriman todo atisbo de duda sobre cada uno de los hechos que constituyen la imputaci6n, La Corte Supre- ma, por su parte, en algunas ocasiones ha traducido la exigencia del articulo 456 bis como “plena certeza”, esto es, como supre- sién completa de la duda”! La contrapartida de esta alta exigencia de certeza para Ja condena es la desproteccién de la persona del imputado en la etapa de investigacién, lo cual permite que dicha pretensién probatoria pueda satisfacerse por medio de obtener confesiones de los imputados. Esta afirmacién puede parecer estas disposiciones especiales ge uilizé la formula do apreciacin de la prucba en conciencia aque mas alg dle ou ambigiedad ha sido siempre interpretade on cl sentido de otorgee 2 los jueces tna amplla disecnice nalidad en euanto 9 la decision acerca de una posizic

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