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unea Universidad Donald N. Mg¢Claskey La retérica de la Version espafiola de Angeles Conde Alianza Editorial economia { The Roo Hamam, as oes ba doped en ings por The Univesity of Wiconin Pet Cope © 1985 The Bond of Regents ofthe Usiversiy of Wicosin Hit ugh rened © Fs, cm: Allan Estonia's, A, Medd 1990 ‘Chie ga, 38, 25003 Nadie Tle 90 09 Bop eek At Gr1900 Expres ett Lion, nave 6, Humane (Madi) Pane is Spas Ad universitatem Iowae, montuosam, humanam, urbanam, quamvis in fustibus positam . . » » . . . ° » ” ° ty ° « e * e e a INDICE Agradecimientos . Introduccién 1 La pobreza del modernismo econémico : La metodologia oficial de la economia es modernista El modernismo es un mal método Su filosofia esté obsoleta La falsacién no es convincente En economia no es posible la prediccion : El propio modernismo es imposible y no se respeta 2 De la metodologia a la retérica ee ‘Toda metodologia limitada por reglas es criticable La metodologia es burguesa : La buena cienciz es Ia buena conversacion . La ret6riea es una manera mejor de entender la ciencia Los chistes que cuentan los economistas Otras ciencias son ret6ticas 3° La anti-anti-retérica : La alternativa del modernismo no es el irtacionalismo Los argumentos politicos a favor de la metodologia son débiles. Deseamos hacer afirmaciones plausibles sean o no acientificasn, ° 10 La retoriea de la economia Las objeciones filosofieas a la retériea mo son convincenres « El antimodernismo es bonito : . La retorica es buena para usted - El caricter literario de la ciencia econémica La ciencia utiliza métodos literarios.. = «=» tee Tas prucbas de la ley de la demanda son fundamentalmente themrias eevee es 1a Lingilistica ¢s un modelo adecuado para la ciencia economics: El peasamiento liteario puede mejorar Ia economia aplicada Las figuras retéricas de Ia economia beeen Tacluse un modernista utiliza, y debe utilizar, recursos literarios: ‘el caso de Paul Samuelson Decent eee La mayoria de los recursos s6lo 3e reconocen con dificulead Los modelos son metéforas no ornamentales: el caso de Gary Beckers. - s+ En economfa, tanto el razonamiento mat craremtico deseansan en la metéfora +s «oso Los topos principales dominan la economia: el caso de Robert Solow e femnitico como el nO La tetérica del cientifismo: cémo convence John Muth Elaricalo de Muth estaba mal escrito pero era importante » » Los argumentos principales de Muth se pueden expresar en inglés oo ws cece tee El amiculo de Muth utiliza las lamadas habituales al mérodo cientifico see Deneedeneee La Tlnmada que hace Muth es, de hecho, la comunidad de eruditos . 2 ett : a Los argumentos explicitos soa complejos ret6ricaments La retorica de Muth no se puede distinguir de Ta de otros campos . : - El problema del piblico en la economia histérica: Robert Fogel como retérico . rebates Bl texto era impormante - ss teens Fl libro de Fogel plantea un problema ret6rico Hil libro de Fogel es conscientemente revérico oe La densidad retdrica explica sus éxitos y sus fracasos : El libro de Fogel utiliza intensamente los topicos comunes > El libro también utiliza los tpicos especiales de lz economia » El texto invent6 un pablico sree e tees B 7 9 82 82 85 on 94 99 99, 103 105 ut us 120 120 125 130 133 137 140 149 149 152 155 158 164 168 172 Indice 8 La retbrica sin examinar de Ia cuantificacion econémica Los eriterios retoricos son necesarios para medir Ia integracin de los mercados : eee Del mismo modo, los cfiterios retSricos son necesarios en 1a lingiifstica para medir la semejanza de las lenguas Fs decir, los actos hablados de los eruditos son actos so 9 La retbrica de los contrastes de significacion La discusia sobre la paridad del poder de compra es confura wetoricamente sve vee cette El contraste de significacion estadistica es una mala ret6rica ‘lel razonamiento econdmico Devnet La historia retOrica de la estadistica es el origen del prob La retorica sin examinar perjudica la prictica de los economists. 10 Lo bueno de la retérica en economia La retorica puede mejorar la prosa econémica La retérica puede mejorar la ensefianza. - « Brien puede mejorar las relaciones con otras disciplis La retérica puede mejorar el razonamiento econ6mico Y¥ mejorar el carfcter de los economistas - Obras citadas Indice analitico AGRADECIMIENTOS Se plantea el problema de que por qué un economista quiso aprender un poco de filosofia, de lingistica, de critica literaria, de historia de la ciencia y de otzos aspectos de la caltura no matemitica, y, luego, considerd que tenia que decir a los demas economistas que su cultura era también, en parte, no matemética. Con frecuencia, la mejor manera de entender el pensamiento de una persona’ cs considerando su autobingrafia. Este es el motivo por el que los seminarios acacémicos suelen comenzar con scémo encontré este problemay y por el que algunos cientificos se quejan de las Convenciones estrictamente no autobiogrificas de la prosa cientifica. Incluso mientras formaba parte de los ejércitos positivistas que sevolucionaron la historia economica en las décadas de 1960 y 1970, el positivismo oficial de [a economia me convencia cada vez menos, Los desordenados debates sobre historia economica, cconometria y economia del transporte que tonian tugat en los seminarios de postgeado de Harvard a mediados de la década de 1960 fueron la primera de lus muchas experiencias de contemplar a los economistas discutir de manera no positivista al tiempo que predicaban cl positivismo. Durante una docena de afios, de 1968 2 1980, me parecid que la briilantez del discurso de mis companeros de ia Universidad de Chicago, tanto en los seminarios como en los restaurantes, contrastaba de forma extrafia con la aburrida ciencia normal que recomendaban en su metodologia. La experiencia de ser un economista de Chicago, como he sido 13 “ 1a retérica de lx economia mis o menos desde mi segundo aio de estucios de postgrade en Harvard, me hizo apeender mas retérica, El dogmatismo sbsurdo de ambas partes en cualquice debate en cl que intervenia Chicago participé de distintas maneras en media docena de los principales, desde el monetarismo hasta las expectativas racionales, pasando por la esclavitud en Bstados Unidos, y tengo hetidas causadas por ulcrajados cnemigos dei dogma que asi lo demuestran - me hicieron peasar que no todo estaba bien en Ja manera en la que los economistas presentaban sus razcnamientos En todo caso, un historiedor econdmico debe considerat con seriedad las argumentaciones y las dudas de los demas, especialmente las de los historiadores. Esto me lo ensefiaron a finales de la década de 1960 estudionos de Ia historia econémica briténica, formados en. otra tradicién (y en otro pais), y, posteriormente, a finsies de la década de 1970, mis colegas del departamento de historia de Chicago, Esta experiencia me peesentd un modelo de saber alternati- vo al método oficial de la economia, que me hizo dudar ain mas del ceremonial positivista El origen de este fibro se encuentsa en una conferencia dada en el Programa de economia, politica, retérica y derecho de la Universi- dad de Chicago en 1980. La perspectiva de una ejecuciés pitblica en presencia de Wayne Booth, Ira Katznelson, Edward Levi, Philip Kurland y personas pot el’ estilo hizo que concentrara todas mis facultades en In conferencia (la ejecuci6n se llews a cabo segia lo plancado}. Poco antes, habia leido Agaiust Method (Contra el méto- do} de Paul Feyerabend, teas haberlo encontrado por casualidad en una hibreria, y me habia parecido interesante, Mdern Dogma and the Rethoric of Assent (El dogma modemo y la retorica del asentimiento} de Booth y Personal Knomiedge (Conacimiento personal) de Michael Polanyi, tecomendado por Booth, me ayudaron a preparatine paca la conferencia de Chicago, v, poco después, lef el libro de otra de mis colegas de Chicago, The Uses nf Argument (Los usos de la argumenta- cidn) de Stephen Toulmin, encontrado asimismo por casualidad cn tuna libreria, ;Vivan las librerias! so mi primer afo de cstancia en Jowa discuti estos temas con mis nuevos colegas, taito economistas como historiadores, ¢ inicié, junto con Alas Nagel, unas ccuniones tituladas «Coloquio sobre ret6rica de los profesores de Iowan, que se celebraban quincenal- mente en invicrno y en verano, para discutir ejemplos de argumen- tos y el arte de la argumentacion. Fue alli donde recibi de Nagel, Gerald Bruns, Evan Fales, Bruce Gronbeck, Paul Hernadi, Joba Lyne, Michacl McGee, Ailan Megill, Jay Semel y, sobre codo, de John’ Nelson, los elementos de una’ éducacién en teotia literaria, Agradecimientos 5 filosofia_y comunicacién oral. Bl coloquio se amplié gradualmente hacia temas mis ambiciosos, aunque siguid centrindose en lo que denominamos la aretdtica de la investigacioan. Esto lo velamos como una manera de entender y, quizé, de mejorat las conversacio. nes de los eruditos. En 1984, el coloquio Heva @ una conferencia financiada por la National Endowment for the Humanities (Funda cin Nacional para las Humanidades), fa Lowa Humanities Board (Comisién de Humanidades de Towa) y la Universidad de lowa, que dio lugar a un libro (Nelson, Mcgill y MeCloskey, de proxima publicacién) Pasé el ‘verano de 1982 en el Tastitute for Advanced Studies nstituto de Estudios Superiores) de la Universidad Nacional de Australia trabajando en estos temas. Entre la intelectualidad de tos grupos de historia econdmica, economia, filosofia e historia de las ideas de esta universidad, tuve la enorme suerte de coincidir durante un mes con Richard Rorty. Hablar con él y leer su libro Philesphy and the Mirror of Nature Pilosofia y el espejo de la naturaleza) me ayud6 a aclarar mis ideas. Me orienté, como esti orientando a siuchos, hacia ¢] pragmatismo, lo que también concuerda con mis inclinaciones. El Instituto fue el lugar ideal para tehacer el trabajo que habia presentado en Chicago. He trabajado on él durante afios. Ein el afio 1982, que pasé en las antipodas, lo presenté en la propia Universidad Nacional de Austea- lia, y en las universidades de Adelaida, Melburne, Monash, Nueva Gales del Sur, Australia del Oeste, Auckland y Victoria en Welling- ton. Aunque cn todos estos lugares me quedé sorprendido por la ealurosa acogida que los ccosomistas brindaron a un trabajo que eriticaba su manera de expresarse, la recepeién de la Universidad de ‘Tasmania fue especialmente alentadora. kn Estados Unidos presenté algin que otro capitulo en la Tercera Conferencia sobre la Argu- mentacion de la Speech Communication Association (Asociacion de la Comunicacion Oral) celebrada en Alta, Utah, en 1983; en la Confetencia sobre Codigos reunida en el Humanities Center (Centto de Humanidades) del Brooklyn College, CUNY, en 1983; en la Conferencia sobre Ja Retotica de la Economia que tuvo lugar en el Middtebur College en 1984; en la Conferencia sobre Kenneth Burke organizada por la Temple University y la Speech Communication Association y celebrada en Filadelfia en 1984; y en la reunion de la American Economic Association (Asociacion de Economistas Nor teamericanos) que tuvo lugar en Dallas en 1984, Presenté otros fragmentos del trabajo en seminarios celebrados ea el Banco Mundial, la National Science Foundation (Fundacion Nacional para la Ciencia), el seminario de historia econdmica del le La setdrica de a economia de Washington), el seminario de historia econémica de Colurnbia y la Universidad Miami de Ohio, asi como en las universidades de British Columbia, California en’ Davis, Chicago, Connecticut, Ne~ braska, Pacifico, Pensilvania, Toronto, Virginia; en los colleges de Baruch (CUNY), Grinnell, Queens (CUNY), Union y William's y en las universidadés de Ball State, Emory, Indiana, Iowa State, MeMas- ter, North Carolina State, Princeton, Rutgers, Simon Fraser, Wes leyan y Yale, Hn todos estos seminarios aprendi algo mas que la forma de enfocar los temas. E publico asistente formulaba pre guntas que yo no me habia planteado. Como en la oratoria, el argumento depende para sus virtudes de las virrudes de su pablico, Fred Carstensen, A. W, Coats, Stanley Engerman, Arjo Klamer, Robect Higgs, Thomas Mayer y Robert Solow me caviaron por escrito sus comentarios sobre mi trabajo «pronto y a menudo», como dice 1a expresién de Chicago, Este hecho da una fuerza especial a la metifora de la vida intelectual como conversacién. Muchos otros cconomistas ¢ histotiadores ccondmicos han realizado comentarios Por escrito de borradores de los capitulos o de los articuios publicados, algunos de ellos en profundidad ¥ repetidas veces, Los comentarios —favorables 0 adversos— han sido alentadores ¢ instructivos. Soy absoluramence consciente de que la lista amite a algunos, pero ineiuye a Irma Adelman, Moses Abramovicz, J. D Alexander, Edward Ames, Peter Bauer, M, Cristina Biechier, Mark Blaug, Richard Boltuck, Thomas Borcherdiag, William Breit, Mar- tin Bronfenbrennez, James Buchanan, Phillip Cagan, Brace Cald- well, Rondo Cameron, Filippo Cesarano, Gregory Clark. Robert Glower, Ronald Coase, John Cochrane, Gordon Crovitz, Stephen De Canio, Arthur Diamond, J. E, Easley Jr, Billy Eathedy, David Felix, Alex Field, Robert Fogél, Milton Friedman, Walter Galenson, Allan Gibbard, Robert Goodia, Robert Gordon, Frank Hahn, Gary Hawke, Robert Heilbroner, Willie Hendersea, Abraham Hirsch, Albert Hirschman, A. B, Holmes, J. R. T. Hughes, Esic fones, Charles Kindiebergez, Claudia Goldin, John Latham, Edward Lea mer, Harvey Leibenstein, David Landes, Timothy Lane, Richard Langlois, Nathaniel Leff, Axel Leijonhufvud, Wassily Leontiet, David Levy, H. G. Lewis, Peter Lindert, Rodney Maddock, Pedro: Carvalho cle Mello, Neil de Marchi, Terry Marsh, John Marin, Charles Nelson, ‘Thomas MeCaleb, Michael MeBherson, Philip Mirowski, David Mitch, Richard Natham, Richard Nelson, D. P O'Brien, Avner Offer, [an Parker, William Packer, Mark Perlman, Boris Pesck, Sidney Ratner, Joseph D. Reid Jz, Robert Renshaw, Vernon Ruttan, T.'W. Schultz, Amartya Sea, Frank Spooner, Paul Agradecimientos reeten, Job Thorkelson, Thomas Ulen, Larry Westphal, Oliver El supuesto lector de este libro es un economists, pero he Intentado «jue ia argumeatacion también fuera inteligible y convine Gente pasa los a0 economistis, A este respect 5 a autem, lor detallados comentarios que Wayne Booth y Riehard Rory tealzaron Sobre distintas versiones del hbro, especialmente sobre el penihimo bormador, fueron inmensamense ‘tiles. Sin su conssjo, este libeo hubiera ofeadide atin mis la sensibilidad de los criticos literarios y losofos. escrito haciéadome comentarios sobre ¢] libro sc encuentran (sospe hd gue agui tambien estoy olvidando a algunos), Keith, Baker, Charles Bazerman, Howard Beckes, Robert Boynton, Bernard Cohn, Harty Collis, John Comaroft, Colin Day, Mary’ Douglas, Ovs Dudley Duncan, Stanley Fish, James ©. Freedman, Tlizabed Fricker, Clifford’ Geertz, Gerald Geison, Nelson Goodman, Aflen Grauberd, Stephen Graubard, Joseph Gusfielé, Daniel Hausman, Martin Hollis, Martin Kessler, J. Morgan Kousser, William Krus- kal, Laurence Lafore, John Laffey, Donald J.evioe, Leonard Liggio, Michael Mahoney, Baraid Morshall, Wiliam McNeill, Laura Mex Gloskey, Franklin’ Mendeis, Denson, Morvison, Peter Novicle Sa. muel Patterson, Amelie Oksenberg Rorty, Renaro Rostldo, Martin Rudwiek, Joha Schuster, Herbert Simons, Donald Sutherland, Stephen Toulmin y David Warsh. Los humanistas se quedan menos sorprendidos que los ecosomistas con el mensaje de que Ia economia téchica abarca temas literavios, ficos y retbricos. Les agradezco su indulgencia para con cl mensajero. . gern SS MAEM economics Jona Simon Guggenheim Foundation Fandaciéa John Simon Guggen- hicim), al Tastirare for Advanced Studies, al National Endowment for the Humanities (por su Programa sobre humanidades, ciencia ¥ tecnologia y, especialmente, a David Wright) y a la Universidad de lowa. El libro tomé realmente su forma actual ea cl eriode 1983-1984 en el que estuve alejado de cuslquier otco tipo de igaciones. aan Askin del College of Business Adminisraion (Facultad Je Administeacion de Empresas) de la Universidad de Iowa cuidé de sie Stans Fnancieras, tuntsticade ol anime cuando los, lobos postussias se comian 4 alguna de elas, Leanne Swenson coal ome ayudante de investigacion y Marguerite Knoedel mecanogea- fio los borradores con ls mceligeacia li enerpia.propias dels persons nacidas en lows, 18 La setorica de la economia Mi editor de Wisconsin, Gordon Lester-Massman, me ha anima- do mucho més de lo que justificaba la basqueda det beneficio. A él hay que attibuirle ci inicio de esta serie sobre la retérica de la investigacién. Ginalie Swaim y Carolyne Moser pusieron un cvidado extraordinario ea el manuserito y lo mejoraroa Doy las gracias a los directores y editores de Jas siguicutes sevistas y colecciones de ensayos por haberme dado autorizaciéa para publicar en esta obra versiones corregidas de materiales que aparecieron por primera vez en sus paginas: eThe Rethoric of Economics» (La retdrica de la economia), Journal of Economic Literature 3, junio de 1983, paps. 434-461 «The Character of Acgument in Modern Economics: How Muth Persuades» (El cartcter de la argumentacion en la economia moderna: como convence Muth), en Argument in Transition: Proceedings of the Third Summer Conference on Argumentation (An- nandaic, Virginia: Speech Communication Association, 1983). «Phe Literary Character of Economicsn (El caractet literario de ta economia), Daedalus, verano de 1984, pags. 97-119. «The Problem of Audience in Historical Economics: Rethorical ‘Thoughts on a Text by Robert Fogel» (El problerna del pablico en Ia economia historica: pensamicatos retoricos sobre un texco de Robert Fogel), History and Theory 24, 1985, pigs. 1-22. «The Loss Function Has Been Mislaid: The Rethoric of Significance Tests (La funci6n de pérdida se ha extraviado: la retdrica de los conteastes de significacion), American Economic Review 75, mayo de 1985, pags. 201-205 «The Dismal Science and Mr. Burke: Heonomic as Critical Theory» (La ciencia triste y el Sr. Burke: la economfa como teoria exitica), ene! libro editado por Herbert Simmons y Trevor Melia, The TLeqasy of Kenneth Berke (EL legado de Kenneth Burke), de proxima publicacién, Al relecr las obras més importantes para mi pensariento he perdido toda ilusion de originalidad. Las ideas incluso las formas de las palabras que habia liegado a imaginar como propias resultaron proceder_ de Paul Feyerabend, Wayne Booth, Michael Polanyi, Stephen Toulmin, Richard Rorty, Thomas Kuhn y Kenneth Burke (segrin et orden en el que las habia tomado de 1980 a 1984), El inico Consuelo es otra frase de Rorty, que 2 su vez habia tomado prestada de Michael Oakeshott, de Ia vida intelectual como conversacion, y que ahora tiene unos 3.000 afios. Al fin y al cabo, nuestros interlocutores tienen que habernos influido y debemos aceptar como propias las formas de sus palabras. INTRODUCCION Si se tradujera al inglés, la mayor parte de lo que dicen tos economistas cuando conversan sonaria bastante plausible a poctas, periodistas, hombres de negocios y a otras personas respetables que no se dedican a la economia, Al igual que cualquier conversacion setia —por ejemplo, entre disefiadores de barcos y aficionados al beisbol—, ésta es dificil de seguir cuando no se ha adquirido la costumbre de escucharla durante un tiempo. La cultura de la conversacion convierte las palabras en arcanos; pero las personas que hablan de temas poco conocios no sap marcianos Ea el fondo h frase favorita de los economistas) los hibitos de conversaciéa son similares. La economia utiliza modelos mateméticos, contrastes estadisticos y argumentos de mercado, todos los cuales parecen extrafios a la mente literaria, No obstante, si se examinan con atencion no son tan extraflos, pues se pueden considerar figuras retéricas: metiforas, analogias y Mamadas a la autoridad. Las figuras ret6ricas no son meros adornos: piensan por nose tros. Alguien que considere el mercado como una «mano invisible», Ja organizacién del trabajo como una «funcién de produccién» y sus coeficientes como «significativos», tal y como hace un economista, le esta dando al Ieaguaje una enorme responsabilidad. Parece uaa buena idea, pucs, examinar con rigor su lenguajc. Si se deseubriera que la conversacion econémica depende en gran medida de las formas orales, esto no quertia decir que Ta economia no es una ciencia, o s6lo una cucstion de opiaién alsin 19 oH La retériea de la economia pe de juego confidencial. Los buenos poetas, aunque a0 son cientificos, son serios pensadores de sus simbolos; los buenos historiadores, aunque av son cientificos, son setios pensadores de sus datos. Los buenos cientificos también hacen uso del lenguaje, y Jo que e> mas (si bien hay que demostrarlo} emplean la sutiees del lenguaje sin proponerselo de forma especial. El lenguaje empleado es un objeto social, y utilizar ei lenguaje es um acto social; se necesita habilidad (0, si se prefiere, consideracién} y prestar atencion 2 las Personas que estén presentes cuando se habla. El prestar atencion al propio pablico se denomina «retériea», una palabra que emplearé con asiduidad. Naturalmente, la retoriea se utiliza paca avisar de la cxistencia de un fuego cn un teatro o para provacar la xenofobia entre el electorzdo, Este tipo de vociferacion cs cl significado vulgar de la palabra, al igual que la «retérica acaloraclan del presidente en una conferencia de presisa, o la «simple etSricar a la que se rebajan nuestros enemigos. No obstante, desde que se encendié la lama griega, la palabra se ha utilizado’ en un sentido mas amplio y atractivo para referirse al estudio de todas las maneras de lograr cosas con el lenguaje: incitar a la muchedumbre a gue linche al acusado, por supuesto, pero también convencer los lectores de una novela de que los personajes estin vivos o hacer que Jos eruditos acepten el mejor argumento y rechacen ¢l peor. la cuestion & si el erudito — que gencralmente se imagina como tua anunciador de «resultados» 0 un expositor de «conclusionesy lee de retérict— habla tecorienmentes sintenta convener hae parece. Acabo de decir que el lenguaje no cs un logro solitario. El erudito no babla cn el vacio © para si mismo. Habla para una comunidad de voces, Desea que se le tenga en cuenta, que se le alabe, que se le publique su trabajo, que se le imite, que se le rinda homenaje y que se le conceda el premio Nobel, Todos estos son sus deseos. Los medios son los recursos del lenguaje. da retérica es la adecuacién de los medios a los deseos en la conversacién. La retorica es la economia del lenguaje, el estudio de como se asizaan medios eseasos a los insaciables deseos que tienen las personas de que se les oiya. A la vista de esto, parece una hipétesis razonable La de que los economistas son como las demas personas al conversar, que descan que les escuchen tanto cuando van a la biblioteca o al laboratorio como cuando van a la oficina o a votar. Mi objetivo es comprobar si esto es verdad y si es til: estudiar Ja retériea de la eradicién econémica. . . Pl tema es Ia etudicion, no la economia o la adecuacién de ta tconia econémice como na dercripcion de ln economia at aera el papel del economisea en la economia, El tema es la conversneion Ieeroduecion a que los economistas mantienen entre si con el fin de convencerse mutuamente de que la elasticidad de la demanda de inversion al tipo de interés es cero o de que la oferta monetatia esta controlada por la Reserva Federal Desgraciadamente, sin embargo, las conclusiones tienen un interés mas que académico. Jas conversaciones de los estudiosos de los clisicos 0 de los astronomos rara vex influyen ca la vida de los demas. No ast las de los economistas, que lo hacen en gran eseala. Un chiste muy conocido describe el desfile del primero de mayo ea Ja Plaza Roja con Ia cantidad habitual de soldados, proyeetiles teledirigidos y lanzacohetes. Al final marcha un numerose grupo de personas en traje gris, y una persona del publico pregunta «quiénes fon esos?» «Abo, le responden, «esos son eonomsistas, ino sabes el dafio que pueden hacer!» Son sus conversaciones las que provecan este tipo de comentarios, No son solamente los economistas de Mosc y de Washington los que hacen dao. Incluso fuera del aleance de los congresistas y de los burécratas, la mancra en la que hablan los economistas tiene consecuencias. J. M, Keynes seftalé este hecho ea otra observacion citada hasta la saciedad: «as ideas de los economistas y de los flésofos politicos, tanto cuando son ciestas como cuando es equivocadas, tienen mis fuerza de lo que se cree aormalmente, En realidad, cl mando esté gobernado fundamentalmense por cllas. Los locos que detentan el poder, que escuchan voces en el aite, estén destilando su locura a partir de algunos esetitorzuclos académicos de unos pocos aos atras. El propésito de pensar sobre como convetsan los economistas es ayudara que madure este campo y no atacarlo. A pesat de todos los Chistes, desde Shaw a L. J. Peter («Si se pusieran en fila todos los economistas, no alcanzarian ninguna conclusion»; «Un economista es un experto que sabri maflana por qué las cosas que predijo ayer no ocurrieron hoy») la economia tiene éxito. No tiene éxito como parte metenroldgico social, un papel que la tetérica de la politica y tel periadismo Je han impuesto, pero si lo tiene como historia social, La economia, como la geologia, la biologia evolutiva o la misma historia, es una ciencia histérica mas que una ciencia predictiva “Aunque no se le considera de forma generalizada como una creacion impresionante de la mente humana, silo es. Es una autocomprension social (una teoria critica, de hecho, como 1 marxismo 9 el psicoané- Isis}, mis importante, incluso, que la antropologia @ la historia. Bn el vuclo de los coheres espaciales, el protano puede ver las maravillas de la fisica, y en el aplauso del pablico las maravillas de Is musica. Nadie entiende bien las maravillas de la economia sino Ia ba 2 La retorica de la economia estudiado con atencién. Este hecho deja su reputacion en manos de politicos y periodistas, que tienen otras cosas en Ia cabeza. El resultado es criticar equivocadamente a la economia por ser demasia- do matematica, por no ser suficientemente «realista» 0 por no salvar ‘al mundo de su locura. Esta desinformacién es una pena realmente y tiene interés tratar de compensarla. Con todo, no se puede culpar a los observadores de la economia ajenos a ella de entenderla mal, pues la economia tampoco se entiende demasiado bien a si misma. Si comprendiera su propia manera de conversar —su ret6rica— tal vez dejarian de existir algunos de sus comportamientos neuréticos, como su lavado de manos compulsivo en los procedimientos estadisticos. El servicio que la literatura puede prestar a Ia economia es ofrecerle Ia critica literaria como un modelo para su propio entendi miento. La critica literatia no juzga simplemente diciendo si algo es bueno o malo; en sus formas mas recientes este tema apenas parece plantearse. La critica literaria se preocupa principalmente de hacer Que los lectores vean cémo los poetas y los novelistas consiguen sus resultados. Una critica econémica como la que se realiza a continua- cién no es una manera de juzgar a la economia, sino que es una forma de mostrar como logra sus resultados. Aplica los recursos de la critica literaria a Ja literatura de la economia. No hay demasiados economistas que piensen de este modo, aunque existe una mayor proporci6n, todavia pequefia, de cientificos sociales que si lo hacen. Esta linea de pensamiento no es desconocida rien la antropologia ni en la sociologia. Lo que los franceses denominan generalmente «ciencias humanas» —las disciplinas, desde el inglés a la paleoantropologia, que estudian el género humano— pueden reunir hoy en dia a bastantes personas que piensan de forma Eritica en este sentido. Y, como se hard evidente, numerosos especialistas en matemiticas, fisica, informatica, biologia, paleonto- logia, comunicacién, ciencias politicas, derecho, sociologia, antropo- logia, historia, historia de la ciencia, filosofia, teologia, literatura comparada ¢ inglés han visto cualidades especiales en la critica retorica. ’A continuacién se examinara, pues, la retorica de la investigacion en economia, Para ello se utilizar un antiguo recurso ret6rico, la figura @ fortiori, «desde lo més fucrten: si incluso el estudio de los ctiadores de cerdos o el de los ferrocarriles es literario al tiempo que matemitico, si incluso la ciencia de Ja maximizacion humana bajo restricciones es parte de las letras tanto como de las ciencias, entonces, todo «lo més fuerte» es Ia esperanza del resto. | Capitulo 1 LA POBREZA DEL MODERNISMO ECONOMICO Los economistas estin de acuerdo en mis cosas de las que normalmente se cree. Su desacuerdo sobre la prediccién y la politica econémica les da una mala reputaci6n, y, sin embargo, coinciden c1 muchas cosas: el problema de los mimeros indices, la ley de !s demanda, la légica de la entrada, Estin de acuerdo, sobre todo, «1 hablar como economistas. Ya desciendan de Marx o de Menger « «le Marshall, entre los nietos de Adam Smith, todos participan en sm conversacién que comenz6 hace dos siglos, una conversacién clar mente separada en su estilo de conversaciones vecinas sobre hist sociologia o ética. ‘La conversacién econémica ha escuchado discussos muy clo cuentes, pero sus pasajes més convincentes han sido matematic«s Especialmente desde Ia década de 1930, los economistas de todas las tendencias se han quedado encantados con la nueva manera cientifics de hablar. Actualmente, la mayor parte de las revistas de economt parecen revistas de matemiticas aplicadas o de estadistica tedri Por el contrario, la American Economic Review de los aftos treit apenas contenia una ecuacidn; los supuestos no se formalizaban; low geificos representaban series, pero no eran muy comunes; el ajuste Ge una recta a una nube de puntos era raro. La consecuencia de ests maquinaria primitiva para conversar fue una incapacidad para hablt de forma clara. Los economistas no pudieron aclarar, por cjempl, lt diferencia entre el movimiento de una curva en su conjunto y cl movimiento a lo largo de ella. Al carecer de conocimientos mater 23 “ La retorica de a economia twas, no pudieron hablar en metéforas curvilineas. Podian pensar, Siuno hizo Harry A. Millis en su discurso inaugural de la reunion de 1 American Economic Association celebrada en diciembre de 1934, tu tl problema del trabajo tenia algo que ver con la produetividad snanjinal (pags. 4-8). ‘Tras leer el bro de J. R: Hicks publicado en Tin, The Theory of Wages (La teoria de ios salarios), como habia lech Mills, podian admitir que la productividad marginal influia en oo tularios, Pero, antes de utilizar las matematicas, los economistas ‘iycron de cabeza, al igual que Millis, en confusiones que se podian luler resuclto com un poco de matematicas: confusiones sobre las veiuliciones Iaborales (que no consideraron simplemente como otro Jijumento, junto con Ta renta, de la funcién de utilidad) o sobre el Inner de “negociacion, (que, na se dieron cuenta de que estaba Jetcrminade por las productividades marginales agregadas y por Hw uae, or as pee es Pere regia todavia no ‘ushaun a disposieion de Ia mayoria de los economistas ‘Alwara estan disponibles a granel, especialmente para los econo- juntas burgueses de habla inglesa que dominan la profesién (y de los vii yo any un ejemplo). De los 159 articulos regulares publicados en 1 Tieericun Heonomic Review durante 1981, 1982 y 1983, sdlo seis ttulvaron anicamente palabras y solo cuatro afiadieron a sus palabras Muumente tablas estadisticas, el nico recurso formal existente en Tit 145. Las tecaicas matematicas y estadisticas, los graficos y las inulaciones explieitas, que los economistas consideraron en un iempe initiles ¥ arcanas, se han hecho rutinarias. iis tercios de los articulos empleaban explicitamente las mate- duatieasy la mayor parte de los demas hablaban en un entorno viiundo tle matematicas en el que las palabras «funcién de produc- vibe y wewrva de demanda» recordaban de todos modos a las \uuucuniticas, Casi la mitad de los articulos utilizaban gedficos de la ‘nanent que los economistas los usan, desconcertando a otros Vihutioset de la sociedad al hablar categéricamente de curvas que 20 Ttuneu hermas definidas, Cerca de un tercio de los articulos emplea- lia anilisis de regresion, a menudo de modo bastante complejo. Nis cle una déeima parte de ellos hacia uso de simulaciones explicitas (jue solu ingenieros superiores y fisicos podian haber seguide hace sie dent afios. El andlisis matemético ilustrade mediante grificos (y sie techos, de acuerdo con el cardcter abstracto de la conversacion evra) uid en 60 de los 159 articulos. Cualquiera de estas teenies hubiera deslumbrado y desalentado a un pal on0- tev ones bir y desalentado a un piblico de econo: Sin embargo, este logro, como cualquier otro, tuvo un. coste Lan limos sobre economia tecnica ya no son accesibles, ni siquiera 1. La pobreza del modernismo econdmice 25 de forma superficial, para los profanos en el tema; y los cconemeny jévenes sobreestiman una pequiefa, y a veces absurda, ingeniosidad joven. ie Dero el coste princinal no se suele percibir. Pete 6010 procede de que, al convertirse a un modo matemitico de hablar, los eee enistas adoptaron una fe propia de las eruzadas, yn con}eno, de seers filosdficas que les hace propensos ahora al fanavisme 4 © la soc as ee Bista fe se compone del cientifismo, del behaviors. Gel operacionalismo, de la economia positiva y de ove entusiasmos et ope sClones de ta década de 1930. A la manera de la fe de las cpapadas, estas doctrinas se han consolidado en un ceremonial y, Ghora, existen monjas, obispos y catedrales a exit Mucha por Jerwsalen se aecesitaba algin tipo de fe. Ningun joven economista de 1950 hubiera arriesgado su carrera profesional simplemente por los valores de, la tolerancia y del Prallibrio metodologico, Los que teaian el pelo cane, ace admira- caer Sobeias virtudes, no poseian la energia suficiente. Pitt pan ar ciudacielas al asalto. Muchos de los economiseas que carecian seeSnocimientos matematicos alrededor de 1950 eran ‘obstinados por ignorancia: no lo consentir‘an, y, con frecucnci*. contaban con Poe ign erajetitucionales para evitarlo. Los tiempos justifieaban cl asalto de la ciudadela. to oe Mor, tanto tiempo después de la. victoria, habla de preguntarse si la fe que se halleba detras de ella sigus teniendo una Pee eatetial, Habria que preguntarse asimismo si la charla ett fancier bre la ciencia en economia, que ayudé mucho 2, aPOrat Glaridad y rigor a este campo, ha sobrevivido a su utilidad. La metodologia oficial de la economia es modernista Los economistas tienen dos actitudes respecto a su discurso, fa oficial y In no oficial, la explicica y la implicita, La mayor Pare ‘de lo que tengo que decir tiene que ver con tas ‘actitudes no oficiales, EXpuestas en la manera en que los economistas argumen tin realmen’ CxP fo obstante, los economistas valoran en mucho sus actitudes Seales, que ellos creen que proceden del mejor pensamicnso, de la cca ey da Glosofia de la ciencia. La actitud oficial dificult el que historia ¥ SJrgumentan en realidad. No pueden ver como to haces porque el escenario esta oculto por ciertas filosofias. Por lo tanto, porgue el Pordar el tema principal de examinar lo que hack” annet deramente los economistas, debo tratar ——me remo que de {era ramymite extensa— como describen ellos oficialmente 10 que hacen. 26 La ret6riea de la economia Sus reglas oficiales de hablar bien, a las que los economistas rinden homenaje en la reflexion metodolégica y en la enseflanza a los jvenes, los declaran cientificos a la manera moderna. El credo de la metodologia cientifica, conocido por sus criticos como la «vision recibidan es, basicamente, el «positivismon. Este mantiene que el conocimiento tiene que ‘seguir el modelo de entendimiento de comienzos del siglo XX de ciertos temas del siglo XIX y, especial- mente, de la fisica del siglo XVIL No obstante, para poner de relieve su penetracién en el pensa- miento actual més alld de la ciencia, se le denomina «modernismo». El modernismo brilla como un diamante desde muchas facetas, y Ia palabra s6lo se puede definir completamente usindola. Pero se puede afirmar de forma preliminar que es, como ha dicho el critico literario Wayne Booth, la nocién de que conocemos tinicamente lo que no podemos poner en duda y no podemos conocer realmente aquello a lo que solo podemos asentir. Es la actitud de que el inico conocimiento real es, en el habla corriente, «cientificon, es decir, el conocimiento contrastado mediante ciertos tipos de escepticismo riguroso. Filoséficamente hablando, el modernismo es el programa de Descartes, dominante en la filosofia desde el siglo XVII, para construir ef conocimiento sobre la base de la duda radical. El modernismo es coherente en todas sus facetas. Hay filésofos modernistas, arquitectos modernistas, musicos modernistas, politi- cos modernistas y economistas modernistas. Este es el motivo de emplear una palabra tan multifacética: la misma cosa es multifacética. Se puede detectar el modernismo tanto en el Symphony Hall y en el Museo de Arte Moderno como en los templos a la ingenieria social de Washington o Londres. El modernismo que han abrazado los economistas se refuerza por todos los lados. A medida que, en los siglos XIX y XX, disminuia la fe religiosa entre la intelligentsia, se introdujo una fe modernista. Toda su influencia se muestra en la manera en que hablamos. En la calle se escucha: «Esto es s6lo tu opinién»; «Mis sesgos son tales y cuales»; «Llegué a esta conclusion basindome en hechos»; «No estas siendo objetivon; «Esa es una opinién muy subjetivan; «Eso es sélo teologian; «Eso ¢s tnicamente un juicio estético»; «Si no puedes meditlo, no creo que sea objetivon; «Cuéntame los hechos, que yo decidiré los valores»; «No estas siendo cientifico: gpor qué habtia de escucharte?». Los estudiantes universitarios de segundo curso hablan de esta manera. Sus profesores también hablan asi, aunque de forma ins literaria: sélo las hipétesis que se pueden refutar tienen sentido; la evidencia es consistente con la hipétesis; de gustibus non est disputandwm —sobte gustos no hay, por supuesto, nada escrito. 1, La pobreza del modernismo econdmico 7 E] modernismo contempla‘a la ciencia como axiomitica y matemitica y considera que su campo esta separado de los de la forma, el valor, la belleza, ia bondad y todas las cantidades no mensurables. Al ser funcionalista y dado a la ingenicria social y al utilitarismo, el modernista es antihistérico y se muestra poco interesado en tradiciones culturales 0 intelectuales, al menos mien. tras esta en la iglesia. La fe se puede ver en algunos cientificos y en muchos que desean especialmente ser cientificos. En el mejor de los casos, el modernismo prodace un investigador desinteresado y eficiente; en el peor un doctor Strangelove. Hay que sefalar que cl modernista se presenta en otra forma irracional: en el mejor de los casos ¢s un artista 0 un predicador, en el peor un frivolo atrapado en el diltimo misticismo. El racionalismo y él irracionalismo rezan al mismo Dios. Un irracionalista se cree diferente del racionalista, y, a veces, lo es en la manera de cortarse el pelo, pero no en su teoria del conocimiento. Es simplemente un protestante, irritado por los rituales de la iglesia de la ciencia y Gesdefioso de su venta de inéulgencias, si bien comparte con ella su creencia en una trinidad de hecho, definicién y valor sagrado. De acuerdo con este punto de vista, cada parte de la trinidad puede tener sus propios devotos: el cientifico, el matematico y el literato. Desde la perspectiva modernista, ya sea racionalista o irracionalista, estos distintos adoradores no tienen por qué entorpecerse. Cada uno se puede especializar en un tipo de razonamiento. Estos no se entfecruzan: el PNB de este afio es una cosa; un axioma de eleccién social es otra; y tener compasion de los pobres otra. La reaccién a la teoria modernista del conocimiento es ya muy extensa, Sus principales figuras van desde fildsofos profesionales (Willard Quine, Nelson Goodman, Stephen Toulmin, Paul Feyera- bend y Richard Rorty) hasta una diversidad de profesionales de la quimica (Michael Polanyi), del derecho (Chaim Perelman), y de la critica literaria (Wayne Booth) convertidos en fildsofos. El aleance de Ia idea de que el hecho es algo mas que un experimento y de que el argumento es algo mas que un silogismo es ya grande, como, por ejemplo, en el licido tratamiento que de ella hacen Glen Webster, ‘Ada Jacox y Beverly Baldwin en «Nursing Theory and the Ghost of the Received View» (Teoria de la educacién y el fantasma de la vision recibida) (1981, pags. 25 35). No obstante, esta idea no esté demasiado extendida en economia, y no ha Ilegado a la economia neoclisica. Naturalmente, los economistas austriacos, los institucionalistas y los ‘marxistas han atacado durante un siglo cicrtas partes del positivismo como la base del conocimiento econdmico. Pero se han aferrado a otras con 28 La retériea de la economia esfuerzos redoblados y han expresado el resto de sus dudas de forma oscura. A su manera, han sido tan limitados como los concienzudos positivistas: el rechazo de la econometria por parte de los economis- tas austriacos, por ejemplo, seria razonable solamente si se tomaran fen serio las afirmaciones mas ingenuas de la econometria. Por lo que se sefiere al resto, los economistas Fan dejado que escritorzuelos de filosofia de unos pocos afios atras | yrcionaran su pensamien- to oficial sobre un buen argument. Pensa La marca del modernismo es evidente en la economia anglo- americana a partir de la década de 1930. A pesar de que sus destellos tienen un brillo acerado, ya ha producido numerosos economistas tullidos. Muchos estén hartos de la historia, desprecian a otros cientificos sociales, ignoran su civilizacién, no toman en considera- cién la ética y son irreflexivos en cuanto al método. Incluso a los sabios y buenos de la congregacion, que son numerosos, les parece dificil reconciliar su fe con las ceremonias que se les piden los domingos. Sélo la religién puede ser asi: noble y corrupta al mismo tiempo. Los diez mandamientos y la regla de ‘oro del modernismo en economia y en otras ciencias son: 1. La prediccién y el control son los fines de la ciencia. 2, Sélo las implicaciones observables (o predicciones) de una teoria importan para afirmar que es verdadera, 3. La comprobacién conlleva experimentos objetivos y reprodu- cibles; los simples cuestionarios que interrogan a las personas son inttiles, ya que éstas pueden mentir, 4. Siy s6lo si la implicacin experimental de un teoria demuestra ser falsa, la teoria también lo es. 5. Hay que valorar la objetividad; la «observacién» subjetiva (introspeccién) no es un conocimiento cientifico, porque la objetividad y la subjetividad no se pueden unit. 6. La maxima de Kelvin: «Cuando no puedas expresarlo con nameros, ta conocimiento es pobre ¢ insatisfactorion ', 7. La introspecci6n, la creencia metafisica, la estética, etcétera, Kelvin, 1683, vol, pig. 73, citado en Kuln, 1977, pigs. 178 y 183. Una aproximacia a esta Veru60 Std inscrta ca la tached del Soeel Scene Research ihilding (Balifcio de lnverigacion de ls ciencia sociales) de la Universidad de Chieage: Se dice que el famoso economia de est universidad, Jacob Vinee, dijo tn ‘lia acerca de dicha inseripeion: «Si, y cuando pueder expresatlo con nomergs, ta conscience pobre eiuaeiactrio Frank Kn, ef fameno economia de iene eee Sy caro 0 pcs tinned odo mon 1. La pobreza del modernismo econémico 2» pueden tenet importancia en el descubrimiento de una hipote- fis, pero no en su justificaci6n; las justificaciones no estin condicionadas por el tiempo y la comunidad de ciencias que las rodean es irrelevante para su verdad. 8, Es la metodologia la que tiene que separar el razonamiento cientifico del no cientifico, el positive del normativo. 9. Una explicacién cientifica de un hecho, lo ampara bajo una ley protectora. 10. Los cientificos —por ejemplo, los economistas— no deben tener nada que decir como cientificos sobre los deberes del valor, ya sea moral 0 artistico, Y la regla de oro (el «tenedor de oro» de Hume): «Cuando vayamos a las bibliotecas convencidos por estos principios, equé estragos debemos hacer? Si cogemos cualquier libro, de divinidad © de metafisica, por ejemplo, preguntemos: ZContiene alin raonamiento ‘abstracto relativo a cantidades 0 nimeros? No. gContiene algin razonamiento experimental relative a hechos reales? No. Batreguémoslo pues a las llamas, porque no puede contener nada excepto sofisterias ¢ ilusio- nes» (Hume, 1748, altima pagina). Es en el imbito de la filosofia aplicada, no en Ia tedrica, entre los economistas profesionales, no entre los fildsofos profesionales, es donde tienen éxito estos mandamientos. Sdlo unos pocos filésofos cteen ahora en, al menos, la mitad de los mandamientos. Una minoria sustancial, respetable y en crecimiento no cree en ninguno de ellos. Sin embargo, la mayoria de los economistas (y psicélogos, socidlogos, estudiosos de las ciencias politicas, cientificos médicos y otros no filsofos encantados con el modernismo) creen en todos. ‘Naturalmente, la generacién anterior de metoddlogos de la economia creian en ellos. La metodologia y su biisqueda de la certidumbre ha contagiado a todas las facultades de economia. No obstante, en la economia norteamericana la metodologia del moder- nismo y del cientifismo se asocia especialmente a la Escuela de Chicago. Los, principales textos del modernismo econémico tras la obra de Terence Hutchison, The Significance and Basic Postulates of ‘Economic Theory (Bl significado y los postulados bisicos de la teoria economica) (1938), tales como «De Gustibus Non Est Disputan dum» (1977) de Gary Becker y George Stigler y, sobre todo, «The Methodology of Positive Economics» (La metodologia de la econo- mia positiva) (1953) de Milton Friedman, llevan el matasellos de Chicago; y las interpretaciones mas extremas de los textos aparecen Ehtre los economistas que han estudiado en Chicago. Histo es extrafio. Bs raro que un grupo tan molesto para otros 30 La retbrica de la economia economistas en la mayoria de sus actividades deba tener su consenti- miento en la cucstin del método oficial. Sin embargo, una version aguada del ensayo de Friedman de 1953 es parte del equipo intelectual de la mayoria de los economistas norteamericanos, y sus razonamientos aparecen con facilidad en sus labios. Escribit de forma premeditada sobre el método es generalmente més agradable que hacer observaciones metodologicas en el curso de asuntos no metodolégicos. En el precepto se puede ser agradable~ mente vago y obtener el asentimiento universal; en la practica se hacen enemigos. Para dar un ejemplo tipico de la metodologia propia del primer capitulo en el apogeo del modernismo, Kalman Cohen y Richard Cyert, en su de otro modo admirable obra, presentan un esquema del modernismo y afirman que es el método templeado en todos los andlisis cientificos» (1975, pag. 17). El «método» que exponen, con una bibliografia sesgada hacia el positivismo y sus aliados, no es mucho mas que una llamada a ser honestos y serios. Unicamente cuando a una frase como «al menos que en principio se pueda contrastar mediante el experimento y la abservacion» (pag. 23) se le da contenido a través de la practica, se hace evidente lo que esta en juego. Cierto es que los preceptos agradablemente vagos tienen su uso. Volviendo de nuevo al ejemplo principal, cuando en 1953 Friedman publicd su ensayo, la practica de la economia estaba dividida entre teoria sin hechos y hechos sin teoria. Su canto modernista, respalda do por coros de filésofos encapuchados, fue probablemente entonces bueno para el alma. Con todo, hay que preguntar nuevamente si no es hora de que cese el canto. El ensayo de Friedman es el documento fundamental del moder- nismo en economia y merece un respetuoso examen. Aun cuando se publicé pronto, antes de que el modernismo se hubiera introducido en las ciencias humanas, era mas postmodernista de lo que se podria deducir de un conocimiento superficial del texto. Por ejemplo, Friedman mencioné con aprobacién los criterios estéticos de simpli- cidad y productividad que un economista puede usar para elegir entre una multitud de teorias con las mismas predicciones, aunque 7 Nada de lo que se dice aqui es para animar a los enemigos de Chicago. Al haber sido durante mucho ticmpo wna victims del dogmatismo anu-Chicago, me es difteil dar credo a la afitmacion de que la economia que se hace en Chicago es mrticularmente dogmitica, Chicago parece simplemente una versién sincera de un [mpulso dogmatico comin a la economia, que se expresa a si mismo en imperativos merodologicas.. Los economistas parecea creer que la economia es demasiado Importante para dejarla en manos de personas imparciales. Chicago no es peot que el testo. Immo. sivis Chicagonas inne, subspecies TP (Reder, 1982). 1, La pobreza del modernismo econdmico at en Ia frase siguiente traté de confinarlos a cuestiones de prediccion (pig. 10). Aceptd que los cuestionarios, prohibidos para _los modernistas en economia, son utiles para sugerir hipotesis, si bien en la frase siguiente afirmé que son «casi totalmente inutiles como medio para conirastar la validez de las hipotesis econdmicas» (pi- gina 31). Hizo hincapié en el papel de la comunidad a la que se diti- ge el cientifico para producir la conviccion —ya esté compuesta de Socidlogos o de economistas—, aunque en la frase siguiente volvid a una teoria «objetivan de la contrastaci6n. En resumen, Friedman, al igual que Karl Popper, otra figura de Ja transicion, parecia estar luchando por escapar del positivismo y de sus tradiciones intelectuales con un éxito s6lo esporadico. El locas dlassieus del modernismo ecoaémico contiene mucho antimodernis mo, lo que sugiere que el modernismo no puede sobrevivir a una discusiéa inteligente, ni siquiera por parte de sus mejores defenso- tes, Abraham Hirsch y Neil de Marchi (1985) han argumentado Convincentemente que la explicacion de la disonancia cognoscitiva de Friedman se debe a que, en su ensayo, no intentaba, ser positivista, ni siquiera_popperiano, sino que estaba siguiendo a Bewey. Seguir a John Dewey significa set pragmatico y norteameri cano, estar mas la utilizacion del conocimiento que en sus_fundament fia Tectura agradable que a Friedman también Te gusta. El problema esta, pues, en encontrar una raz6n para el error que ha asociado durante tanto tiempo a Friedman con El positivismo mas europeo de, digamos, Paul Samuclson. Tal vez fue que el pragmatismo, junto con algunas otras doctrinas norteame- ticarias, habia adquitido a principios de la década de 1950 un olor a Cerrado. La nueva gobernadora procedente de Europa ya lo habia desterrado al atico.- Como quiera que se interprete a Friedman, el comentario > Cuando los economistas 0 lcs filésofos afirman, como hizo Friedman, que s¢ deben sliminat ea primer lugar las teorias con predicciones inferiores y, lucgoy las welts de menor belleza, estan afirmando —en los casos que he visto, sin Tobhamientos adicionales—— que Ia eleccion entre las tcorias, 2 diferencia de la Eliadin entre la mayoria de [as cosas, debe ser lexicogrifica, es decir de la manere én GhShercamos elexicogedficon en el diccionario, primero yendo a Is /,huego buscando Bi isego Ta lex, ete: Psicologos como Marlow creen que primero se satisfacen las vimicsidelese peicologicas, luego las necesidades de seguridad, a continuacion see ego as del propio ego y inalmente las de ta realizacion personal. Lor seals ctastcendiea a considerar stacional esta clasificaciGn. Indican que la persona cor ciue teck mis felis si se permite un poquito de realizacion personal al mismo Einpotuc busea la segucided, secordando uns historia de Jack London mientras Lemp eee fucge’ El y el cientifico que supuestamente busca el poder de prediccion podrian estar més seguros. 32 La ret6rica de la economia improvisado al calor del razonamiento econémico tiene generalmen- te un contenido netamente modernista que suele utilizar las palabras de Friedman‘. Una importante articulo de Richard Roll y Stephen Ross sobre finanzas afirma, por ejemplo, que «la teoria debe contrastarse por sus conclusiones, no por sus supuestos» y que «del mismo modo, no se deben rechazar las conclusiones procedentes de la maximizacion del beneficio por parte de In empresa sobre la base de encuestas en las que los directivos afirman que sacrifican los beneficios al bienestar social» (1980, pég. 1093). Lo mismo se puede encontrar en otros lugares, en términos casi idénticos, remontindose hasta el ensayo de Friedman. William Sharpe (1970, pag. 77), por cjemplo, escribiendo sobre el mismo tema que Roll y Ross, toma como notma de comportamiento cientifico educado que el «realismo de los supucstos importa poco. Si las implicaciones son razonable mente consistentes con los fendmenos observados se puede decir que la teoria “explica” la realidad». Entonadas con tanta frecuencia, cn armonia con otras, estas frases se han convertido en conjuros. El modernismo econémico es una fe revelada con rituales propios. La mayor parte de los economistas, al menos los de habla inglesa, se emocionatian con el epiteto de cientificos modernistas. Esto es realmente una prueba de que los economistas son filoséficamente modernistas. Existe otra prueba: el predominio de declaraciones metodologicas como las de Friedman y, especialmente, las de sus seguidotes; la sensacién que tiene cualquiera que sepa de economia «le que el modernismo proporciona la gramatica para el discurso cconémico; y la reaccién a los razonamientos antimodernistas, por la «que se puede contar con que alguien salte y declare que «en altima instanciay la Gnica prueba «fundamental» de una afirmacién econé- mica son las «contrastaciones» cuantitativas «objetivas». Es dificil no creer en el dominio del modernismo en economia, aunque una contrastacion cuantitativa objetiva del mismo, o de cualquier afirma- cidn, lo haria més creible, por lo que mereceria Ja pena Ievarla a cabo. Un muestreo adecuado de los informes de evaluacién de los uuticulos de la Arerican Economic Review bastaria, estando atentos a la uiilizacin del ucase modernista («No preguntes nunca a los hom- es de negocios lo qué estén haciendo: no te pueden decir la verdad», «Mide las cosas pase lo que pase»). En cualquier caso, el modernismo domina, ésta es la conclusion principal. No valdré decir de las reglas metodolégicas de los cconomistas, como podria decir un filésofo profesional, que: «nadie "0 las palabras de Fritz Machlup (1955), que todo el mundo interprets que sv wndaban las de Friedman. | 1. La pobreza del modernismo econémico 33 cree ya en eso». Quizé nadie lo haga en las mas altas instancias de la sofisticacién de los departamentos de filosofia. (Aunque incluso alli, segiin observa una persona ajena a ellos, la ira producida por Richard Rorty o Stephen Toulmin pareceria indicar Ia existencia de dicha fe). Pero, repitiendo, una fe modernista de un tipo menos tefinado y mis limitado sigue teniendo éxito en ciencias como la economia. El modernismo es un mal método Su filosofia estd obsoleta Hay muchas cosas equivocadas en el modernismo como metodo- logia para la ciencia o para la ciencia econémica’. La primera es que, como se sabe desde hace mucho tiempo, sus argumentos filos6ficos no son convincentes. Incluso los economistas filésofos patecen leer tanto sobre filosofia como los filésofos sobre economia. No cs sorprendente, por tanto, que la noticia del ocaso del modernismo no haya legado a todos los oidos. Los positivistas légicos de la década de 1920 despreciaron en su tiempo lo que denominaron «metafisica». Sin embargo, desde el comienzo, el desprecio se ha refutado a si mismo. Si se fuera a arrojar a las llamas a la metafisica, entonces, las declaraciones metodol6gicas de la familia modernista desde Descar- tes a Russel, Hempel y Popper, pasando por Hume y Comte, serian las primeras en atder. Por esto, y pot otras razones, los fildsofos coinciden en que el estricto positivismo légico esti muerto. El periodo que leva muerto plantea la cuestin de si los economistas son sensatos al seguir con su necrofilia®, En economia se discute con torpeza la postura metafisica similar al positivismo légico, probablemente porque procede de la filosofia de filésofos aficionados, desde Mach a Bridgeman, mas que del pensamiento paralelo de los propios filésofos profesionales. Mach, Pearson, Duhem y Ostwald, es decir, los cientificos con un interés por la historia de la ciencia, resucitaron el positivismo en la década = Ta muy discutida cucstion de si puede existir una ciencia social libre de valores no 2 vetand dematiato en este libro. Sin embargo, cf echo de que el moderne Eslogue los argumentos morses fuera de la diexsion racional es un defecto. w Vease Passmore, 1967, Karl Popper ha desempeado un papel importante tanto co lado. mesderasia como on ef ansimoderin, Poppet’ ca 2 Passmore con Sprobacion por el epigrafe de uno de sus capitulos teulado «Quien mat al Pontvismo Logics? (Popper, 1976, pags. 87-90) eh el que confess elsscsinato. «Yoo, Bice Popper, facon mi pequetia hacha, mate al positivism logico» 34 La retérica de la economia de 1890, si bien el positivismo logico, la version de los filésofos, fue un acontecimiento mas tardio. Por lo tanto, en economia, las reglas modernistas se hacen valer, aunque rara vez se discuten. Considérense las reglas maestras, Tan a tnenudo como se han repetido, es dificil percebir a primera vista el atractivo de las «afirmaciones significativas desde un punto de vista operativon (Samuelson 1947, pig. 3 y a lo largo de toda la obra), de las «predicciones validas y significativas sobre fendmenos todavia no ‘bscevados» (Friedman, 1953) © del «valor de prediccién de la generalizacién hipotética» (Machlup, 1955, pag. 1) como criterios Eon los que hay que juzgar toda afirmacion no matematica. Ninguna persona normal sigue una metedologia como ésta en el pensamiento Brdinario, y sus defensores no discuten por tratar algunos tipos de pensamiento como extraordinarios. El argumento que Hutchison, Samuelson, Friedman, Machlup y sus seguidores dieron para adoptar la metafisica fue un argumento de autoridad, en ese momento adecuado, que afirmaba que esto era Jo que estaban diciendo los filésofos. La confianza en la filosofia fue un error téctico, ya que la propia filosofia estaba cambiando al mnismo tiempo que hablaban. (v.g- Quine, 1951), Como filésofo de la | Gconomia, Alexander Rosenberg, sefialé en 1976: «Numerosos ¢co- fomistas han descrito sus opiniones como positivistas y ellos mismos se han ganado el descrédito que en las altimas décadas ha adquirido este enfoque en la filosofia de la ciencian’. Actualmente, algunos fildsofos tienen dudas sobre la epistemologia, que afirma Oftecer los fandamentos para el conocimiento; y muchos mas, como ya he mencionado, dudan de los presuntuosos preceptos de la epistemologia modernista. La falsacin no es convincente Un precepto que los modernistas econémicos tienen en comin, por ejemplo, es cl énfasis en el crucial contraste de_falsacion, Eupuestamente cl sello del razonamiento cientifico. El. método Sientifico limita el razonamicnto a la légica y limita Ja légica a una Proposicién en légica, la denominada modus tollens. Si H implica O, entonces no O implica no H. 7 Rownberg, 1976, pig x, Rosenberg continta diciendo que wla nociéa de que sos Fens posiciviime logico debem hacer abandonar el empirismo como una so, ioe er ecnaible cx abeurdan (pig. 3)- Por sempitismon quiere decir una SPistemolopia centtiea modernist. 1, La pobreza del modernismo econémico % Se puede decir que, esto es bastante cierto, Hero no Io suticicnte (Boland, 1979, pag. 505). El eécepticismo cartesiano y, especialimen te, el de Hume hizo de éste el nico contraste real, fundamental y liltimo. No podemos afirmar nunca (se dice, ni siquiera afirma qué Ia clase tendra lugar hoy), sino sdlo falsar. manera de hablar, como sefialé una vez el filésofo J. L. Austin (197 [1955], pag. 54), ignora la verdadera riqueza del discurso cientilies y del habla corriente: «La verdad de una afirmacién puede estat relacionada de forma importante con la verdad de otra sin que s¢ «ke el caso de que una implique la otra en el tinico tipo de sentuly preferido por los légicos obsesivos». Sin embargo, los filésofos han reconocido hace mucho ticnspy+ que la doctrina ‘de la falsacién, incluso en su propia mance le Hablar, entra en conflicto con la critica realizada por el fisice y filésofo Pierre Duhem en 1906. Esta critica es evidente, sin haber realizado estudios filoséficos, para cualquier economista que hay. tratado de usar la falsacion, Supongamos que la hipotesis 11 («+ hombres de negocios britinicos poco éxito en relacion con I norteamericanos y los alemanes a finales del siglo XIX») implica wis observacién contrastada O («Las medidas de productividad total «le Jos factores en las industrias del hierro y del acero muestran una y: diferencia entre Gran Bretafia y los otros paises»). Una implies la otra, pero no por si misma, sino s6lo con la adicion de las hip auxiliares H,, Hp, etc., que hacen posible la medicion («La tcoria «le a productividad’ marginal se puede aplicar a Gran Bretaia «esl 1870 a 1913»; «El acero briténico no tenia factores de proxtuccws! ocultos que compensaran la mala gestion empresarial»; ctc.). Natw ralmente, por tanto, no O implica no H, 0 no Hy, 0 n0 Hy 0 Hy, © cualquier nimero de negaciones de premisas itrelevantes pars la hipétesis principal en cuestién. Esta hipétesis se aisla del contrante crucial mediante las hipotesis auxiliares necesarias para someter cualquier contraste. Puede que merezca la pena hacer el contrast, como lo fue en el ejemplo dado. Es un buen argumento entre varie contrarios a la nocién de que la empresa britinica fracas6. Pero noe. el que detiene Ia conversacion como supone la metodoloy nista. No es una certidumbre, ni el expetimento crucial, ni cl dnicw contrast@ verdadero. “Este aislamiento del contraste crucial es la base de la mayotia «le los desacuerdos cientificos. Los economistas y otros cientifices quejaran ante sus colegas: «Tu experimento no se controlé de fora adecuada», «No has resuelto el problema de la identificaciénm; «I las utilizado un modelo de equilibrio (competitivo, de una dns ecuacion) cuando era relevante un modelo de desequilibrio (mon: les se Tuvala moder 6 La ret6rica de la economia polistico, de 500 ecuaciones)». Bn ciencias como la biologia humana, la astronomia 0 la economia, en las que los experimentos controla: los son costosos y no siempre convincentes, la conversacién apenas pucde iniciarse sin suponer las respuestas de numerosas cuestiones adyacentes. Es decir, no puede comenzar sin suponer que el cicntifico conoce el mundo bastante bien y que se ocupa de adaptar los nuevos hechos a las teorias existentes. No se produce ninguna «falsaciony. — El quimico y filésofo Michael Polanyi describe un articulo escrito por Lord Rayleigh que tiene resultados demasiado sorpren- lentes para ser creibles: «Cuando... pedi a varios fisicos su opinion se encogieron de hombros. No pudieron encontrar ningdn fullo en los experimentos y, sin embargo, no slo no crefan en sus resultados, sino que tampoco pensaban que merecia la pena conside- fur que era lo que estaba mal, y menos ain comprobarlo. [Rayleigh] debia haber ignorado su observacion, porque debia haber sahidlo que habia algo equivocado» (Polanyi, 1966, pag. 64 y ss.). Comparenlo con un comentario realizado por el fisico ¢ historiador ile In ciencia Thomas Kuhn acerca de que «el cientifico parece a menudo que esta Iuchando con los hechos al tratar de ponerlos de wcuerdo con una teoria sobre la que no tiene ninguna duda (1977, viy,, 193). Al nivel de las leyes cientificas generales, los cientificos iilizan simplemente sus teorias y rara vez intentan falsarla Hsto es por lo que la simulacion —probar Tos argumentos tientificos en papel para ver si son convincentes— es importante en cconomia y en campos similares. La simulacion es afirmativa, no talsadora, y pregunta si se puede defender esto o aquello, no si se puede probar que esta equivocado. Contrasta sistemas, no hipotesis uisladas, y afirma un marco en el que contrastarlos. Contrasta la verosimilitad de una afirmacién, no la posibilidad de duda. En economia, por ejemplo, la econometria viene a ser simulacién. El método de duda y falsacién, conservado en la versién oficial del método econométrico, es fundamentalmente impracticable. E incluso si la hipétesis en cuestién se puede aislar, la naturaleza probabilistica de las hipétesis, muy especialmente en economia, Convierte a los expetimentos cruciales en no cruciales: el azar ec la alternatva siempre presente, IaH, que estropea la falsacion. Los mismos falsadores han reconocido y han lamentado esto hace tiempo. Ciertamente, la falsacién ha sido falsada. sobre 1. La pobreza del modernismo econdmico x En economia no es posible la prediccién La afirmacién habitual de que la prediccién es la caracteristica que define una ciencia verdadera y de que la economia posee esta caracteristica es también dudosa. Bs un lugar comén entre los filésofos ¢ historiadores de la ciencia, por ejemplo, el que una de las teorias cientificas con mas éxito, la teoria de la evolucién, no hace predicciones y que, por lo tanto, no se puede falsar mediante la prediccion. Cierto es que con la mosca de la fruta y con las bacterias se puede contrastar la teoria de la manera admitida, pero sus hechos fandamentales, los huesos de los dinosaurios y los pajaros multicolo- res son cosas que se tienen que explicar, no predecir. La geologia y la evolucién, © por el mismo motivo una astronomia de objetos a muchos afios luz, son ciencias historicas mas que predictivas. El hecho de que la teoria de Darwin estuviera relacionada con la economia clasica de Smith, Malthus y Ricardo (un sistema que, por cierto, se demostr6 erréneo en la mayoria de las predicciones que realizd) sugiere, por lo menos, algo extrafio en la prediccién como criterio para una economia propiamente modernista. Inexplicable- mente, en medio del trabajo sobre metafisca predictiva mas famoso de Friedman, éste cita la reaparicién de esta relacién en Armen Alchian (1950). Friedman dice (1953, pag. 19) que la teoria evolutiva de los arboles, al igual que una teoria de las empresas realizada en Chicago, supone que «las hojas estin colocadas como si cada hoja buscara deliberadamente maximizar la cantidad de luz de sol que recibe». Alchian y Friedman son muy conocidos por su apoyo a la metodologia modernista. Increiblemente, pues, el razonamiento no predictivo, histérico y evolutivo en economia —una variante de la ereencia del doctor Pangloss de que cualquier cosa que existe, existe por algin motivo— es mas popular entre los economistas que se consideran muy rigurosos en cuanto a la prediccion, En todo caso, predecir el futuro de la economia esté, como indica Ludwig von Mises (1948; pig. 867) «mas allé del poder de todo hombre mortal». Lo que dice que esté mas alla de su poder es la mista economia utilizada para hacer predicciones. El economista de un gran banco predice que Ins ripos de interés hajarin después de Navidad. Si antes de hacer esta prediccién no ha colocado sus activos netos marginales en bonos, adecuadamente cubiertos ¥ asegurados, se esta comportando irracionalmente o se esta engaian- do a si mismo. Afirma conocer el valor esperado del futuro, y, sin embargo, por alguna raz6n, elige no hacerse con la riqueza ilimitada que este conocimiento de Fausto le puede tracr. En su lugar, esta dispuesto por algiin motivo a perder esta oportunidad al decirsclo a 38 La retdrica de Ia economia Jos dems. Si no conoce el futuro realmente, no se enfrenta a esa oportunidad; pero, entonces, no tiene por qué hablar como si lo conociera. La prediccion no se puede rescatar argumentando que el econo- mista del gran banco hace simplemente predicciones condicionales cl déficit gubernamental contintia creciendo, los tipos de interés »). Las predicciones. condicionales son faciles de hacer: si el mar fuera a desaparecer, una roca aceleratia su caida desde el nivel del mar hasta el fondo del mismo en 32,17 pies por segundo. No obstante, una prediccidn seria tiene condiciones de partida serias. Si las tiene, debe contestar la Pregunta Norteamericana: gsi eres tan listo, por qué no eres rico? Como ditia un economista, en su modo gnomico, en el margen (ya que aqui es donde trabaja la economia) y én promedio (porque algunas personas tienen suerte) Ia industria de hacer predicciones econémicas, que incluye a las universidades, obtiene simplemente rendimientos normales. El propio modernismo es imposible y no se respeta Sin embargo, la més perjudicial de estas ctiticas menores a la metodologia modernista es que si se toma tal cual, la metodologia es imposible. Considérense, de nuevo, los pasos que hay que dar hasta obtener un conocimiento modernista, desde la prediccion hasta el tenedor de Hume, pasando por la maxima de Kelvin. Si los ‘economistas (0 los fisicos) se limitaran a las proposiciones economi- cas (0 fisicas) que se ajustan literalmente a dichos pasos, no tendrian nada que decir. El escepticismo cartesiano o el de Hume es un criterio de fe demasiado corrosive para un verdadero estudioso, de las ciencias humanas, como Descartes y Hume sabian. Como dice Polanyi (1962, pag. 88), la metodologia del modernismo establece unos «criterios quijotescos de significado valido que, si se siguieran de forma rigurosa, nos llevarian a todos a la imbecilidad voluntariay. El modernismo promete un conocimiento sin dudas, sin metaff- sica, sin moral y sin convicciones personales. Lo que es capaz de proporcionar da el nombre de metodologia cientifica a la metafisica, [imoral y las convicciones personales del cientifico y, sobre todo, del economista. No puede proporcionar lo que promete; probable~ mente no lo deba hacer. Sospecho, como muchos que han pensado sobre este asunto en los ultimos afios, que el conocimiento cientifico no es tan distinto de otros conocimientos. Estoy argumentando que la aplicacion literal de la metodologia modernista no puede producir una economia util. Queda por ver si, 1, La pobreza del modernismo econémico en la prictica, los razonamientos econdmicos utilizan el modertiisine como algo mas que una fachada. Mientras tanto, la mejor evidenc 1 ¢ hist6rica. En su Against Method (1975), Paul Feyerabend hace wo» de una interpretacién de la carrera de Galileo pata atacar lv afirmaciones de la metodologia prescriptiva en la fisica, que se pies aplicar a la economia. Si los contemporéneos de Galileo hubicra adoptado el criterio modernista de persuasion, mantienc Feyerabend, la tesis defendida por Galileo hubiera fracasado. Un proyecto «lr investigacion que consistiera en utilizar la extraha premisa cle que ts Sptica terrestre también se podia aplicar a la esfera celeste, ur afirmar que las mareas eran las salpicaduras del agua sobre uint Hier mévil y para suponer que la borrosa vision de las pretendidas lisa de Jupiter demostraria, por una analogia absurda, que tambicn ley planetas gitaban alrededor del sol, como Io hacian las lunas aleve dor de Jupiter, no hubiera superado la primera ronda de evalwac ton en una National Science Foundation de 1632, sobre todo si ¢sta (al contrario que la nuestra) hubiera adoptado la idcologia modernist Este razonamiento se puede aplicar en términos gencrales a la historia de la fisica: las anomalias de observaci6n en los experimen tos realizados pata contrastar las teorias de Einstein se pasaron jv alto durante muchos afios, hasta que se revelaron como crrares «le medicién mucho despues de que se hubieran adoptado las (evra sobre la base de «la razén de la cuestién», como a Einstein le yustalna decir (Feyerabend, 1975, pags. 55-57). Los historiadores de la biologia han puesto al descubierte numerosos casos en los que se habian amafiado los resulted estadisticos para que se ajustaran a los preceptos modernistas de I» que cuenta como evidencia desde Pasteur y Mendel hasta la actualidad. Gerald Geison ha mostrado (Geison, de proxinia publi cacién; Farley y Geison, 1974) que Pasteur, entre otros, mint acerca de los resultados de sus investigaciones. Se ha sabide durante mucho tiempo que los expetimentos de Mendel eran demasialis buenos pata ser verdad®. Desde ¢l principio, la medicion «lel coeficiente de inteligencia ha supuesto un fraude y un engano en T Bin «Mendel and Methodology» (Mendel y Ia metodologts), Rohiert Ket Becntln (583) sabaita a Mende de on mode’ muy interesante, Manene ur Beate Aiea gaeatee algunos. son Obviamente Unos, cxrus wr cane upotos, pero algunos no sot mi To tno ni Io-otro. Mendel obruvo sus tel seats peracios no mediante el faude més desesiado, sino haciendo lo que Ki qetoe Sesbaiten como algo coman en fisces defini las cotegorias para que eshte LW sfnce ceorts matemitien- elites categoria no existlan objeuva oie Socamente en In maturalezn, sino que el mismo Mendel se las tawo que invent (pig. 289) 40 La ret6riea de la economia nombre del método cientifico (Gould, 1981). El modernismo parece ijustarse mal a las complejidades de la ‘biologia y la psicologia: csforzarse por obtener una evidencia de un tipo que solo se eneuentra en los experimentos mas simples de la fisica, no les va El modernismo se adapta bastante mal a la economia. Para bien 0 para mal, la revolucion keynesiana en economia, por hablar del caso principal, no se hubiera producido bajo la legislacién modernista de a ciencia, Las ideas keynesianas no se formularon como proposicio- nes estadisticas hasta comienzos de la década de 1950, quince afios . Entre lo mis alto y lo mas bajo, un dicectivo medio en traje verde, por debajo de la serena majestad de la sprachetrk y por encima de la utilidad diarta del metodo con mm miniscuia, Se halla la Metodologia. Al no poder exigir la especificidad del consejo prictico a los economistas, 0 2 los heridos de amor, no es método, Al ne tener la generalidad de como hablar bien cn nuestra cultura, o en economia, no es prachefbrk, Afirma, en cambio, ser una universaliza- cién de fas ciencias particulares en una ciencia de Ia ciencia en general, Lo que hace que lx Metodologia sea cmica es lo que Beneralmente hace que él bourgeair gentithonme sea comico. La broma esté en sa posicidn dual, amo y siervo a la yer, inclinado, por lo tanto, a la hipocresia y a tas palabras con doble sentido, humilde y, sin embargo, ostentoso. . ; Cada escucla econdmica tiene sus vinculos cémicos con la metodologia, Una metodologia econémica marxista, por ejemplo, diene reglas tales come: 1a historia de toda sociedad existente hates Ia fechs es la historia de la luchs de cs TEmplee estalisticas, som cineers. ‘Tonge ceidads ton low comentarios lenis fea eonocimiento. La metodologia neoelasica, la dominante en el mundo de habla inglesa, dice entre otras cosas: Le hlocorla de cod sociedst exitente bases Mk fc es te fatto de as isc ste Pena epi Emplee cusses, aon cetiens ‘Tanga cada con les comentarios que no se pede fey gue no se pueden comprobar La metodologia austriaca afirma: La historia de coda sociedad existente hasta Ja fecha es Is hicuria de las interacciones entte personas egoistas Fmplee las estadistiess con cautela, si es que to bnee, pues son feciones “Tens caidado cn los comentarios que ao estén de acuerdo con los preceptor merndoligicos austriaces. és ty, 1982, pags. 165 9 7 Mi dizcasion de la conversacion procede de Richaed Rorty, 1982, pig 172; ibid, 1979, pags, 161, 170, 318 p 39, y a lo largo de todo el Kibro; Bolanys, 1966, pigs 84 7 99. p ato lage de toda le obra; y Habermes, 1973 fa La setiries de ln economia Reglas similares son propias de otras escuclas modermas, 0 de subescuclas divididas més sutilmente. Comparten Ia divertida nocion cartesiana de que la prictica, de acuerdo con lo que quiera que haya por debajo de la upractethié 0 por encima del método, es posible, y que producira una cosecha de verdad. Ta mavoria de las justifiaciones de Ia metodologia obtienen su fucrza tamando peestade el prestigio de la spracberbik o la utilidad del _método. Por ejemplo, fa respuesta de que cdebe tener una mmetodologia escondida e alguza partes cs verdad en la prictica solamente sila metodologia pretende ser una regla prictica del método, y cs verdad cn la moral ‘inicamente si asume las reglas morales de la sprachetbik. El problema ¢s que esto es poca cosa cuando esté sola. Ea la ptictica, la metodologia sirve fundamentalmente para diferenciaenos a Nosotros de Fos, para distinguit la ciencia de Ja 20 Ciencia, Una vez que los modernistas han encontrado us Batustan para las no ciencias tales como Ia astrologia, cl psicoandlisis, ia Acupuntura, la medicina de la nutricién, fa economia marxista, el doblar cucharas o cualquier otea cosa que no desean diseutis, pueden proseguir con lo que estaban haciendo sin ninguna preoeupacion. La mmetodologia y su cotolatio, el Problema de la Demarcacién (Qué es la ciencia? Pars gnalquier uso que el filsofo légico le quiera dar) para decir «que obedece todas las leyes de una logica estrecha segiin las ha estableci- do ef propaladoz local de falacias» (Stebbing, 1943, pag. 161; Copi, 4978, pag. 87). Dado que se ha asumido la conchisién por definicion, no es un ardid reducir la verdad, la correccidn, la solidez, y lo que sabemos a una logica formal de cipo silogistico, eliminando lo demas por ser falacias® Ha pasado mucho tiempo hasta que Ia queja favonada de Newman, escrita en 1841 (1870, pag. 90), se ha con- vertide en una opiniéa comin entre los filosofos: filésofos Jogicos estén mis dispuestos a obtener conclusiones como es debido que a llegar a conclusiones verduderas» FE} antimodernismo es bonito FJ tema principal va mucho mis alla de Ia Filosofia técnica y mis alla de las malas snierpretaciones filos6ficas de los ceonomistas. El tema es el modcrnismo, mientras que la economia ¢s simplemente un campo preparado para ser sembrado, He mencionado que el moder- Tc ol ppcediizeo, de mae, em e.agseulo de JF Maca ale Wasduccion cl leben a pair det ses» se deschibe Hlaramense coma an er 1 detest mes ero al ig metodo Fuerte pap 1. noe See oe Los aed Gn Toke eae Jo Abt yen wate Sede Sean han comes om ec

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