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Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades APRENDER Tees ee ee Race Ter logia no pueden ser analizados y con . Setanart ec arena Coenen secant aes TS peaneenrns tea Ter.) eerie sefiala que en el caso de los efectos UNAM. Ha publicado eee rn a ene ered TECNOLOGIA: CONCEPTOS, PROBLEMAS Y PERSPECTIVAS Reem OMEN no a sei a aule8 Peat pene ee mer Neuen Pecdettateeies etiam enero ‘Al reconocer que existe un cédigo moral. cién, ene otros temas Ree ee oe | te evadir nuestra responsabilidad res- Seminario “Problemas eee ee tee Cees Seer teeter Peres Mca ened ec eee Eee ena creas eee Cee eee ee wk a une See nal Ce a ia ett ee eee en Peecee oe aaa Se Ce Re cn oe {que socialmente nos justifica para actuar Cee eu ees clones destructivas que nosotros mis- Gee ee Oe eB oer Eat one Re weed TECNOLOGIA Y ETICA Videoteca de Ciencias y Humanidades Coleccién ‘Aprender a Aprender Serie Tecnologia: Conceptos, Problemas y Perspectivas, TECNOLOGIA Y ETICA CoORDINADORES DE AREAS ¥ESECIALIDADES Luis de la Peta LCENGAS DE UA MATERIA Pablo Rudomin CCENCIS BE LA VIO Pablo Gonzalez Casanova CGENCS HUNANAS Rolando Garcia TeoRIAY METODOLOGIA Nydia Lara Zavala Beatriz Garza Cuarén ‘HENCAS EL LENGUAE Raymundo Bautista MATEMATIAS Hugo Aréchiga (ENCIAS DE LA SALUD Felipe Lara Rosano INCENIEAS TECNOLOGIS () oa tat me Universidad Nacional Auténoma de México: Centro de Investigaciones Interdisciplinaras en Ciencias y Humanidades Coordinacién de Humaridades México, 1999 Primera edicin, 1999 Edin cena ‘Juan Carls Villa Seto ise de portads Angeles Alegre Scttna y Lorena Salcedo Bandala 0R.0 1999 Universidad Nacional Auténoma de México Centro de Investigaciones inerdisciplinaias en Ciencias y Humanidades Cuda Universitaria, 04510, México, DF. Impreso en MésicoPrite in Mexico ISBN: 968.36.7464.x NyDia Lara ZAaua Doctora en Investigacién Biomédica Bdsica y especializada en Biomatemdticas por la Universidad Nacional Auténoma de México. Ha publicado en el pais y en el extranjero articulos relacionados con la filosofia de la ciencia, el problema mente-cuerpo y la teorra causal de la percepcion, entre otros temas. Es responsable del Seminario-Taller Interdisciplinario “Problemas conceptuales, tedricos y metodologicos de modelos computacionales inspirados en sistemas bioldgicos”. Actualmente es profesora- investigadora del Centro de Instrumentos de a. uNam en el area de neurocomputacion. TECNOLOGIA Y ETICA LA MAQUINARIA CIENTIFICO-TECNOLOGICA TIENDE ‘A ENFRENTAR LOS PROBLEMAS QUE ELLA MISMA, PROVOCA COMO SI SE TRATARA DE EVENTOS INEVITABLES Cuando pensamos en los alcances destructivos generados por el uso y abuso de la tecnologfa madera, caemos en la ‘cuenta de que un andlisis en tomo a la relacién tecnologia ¥ ética parece ser no solo un tema interesante o importante €en nuestro tiempo, sino necesario. Esto es claro sobre todo si consideramos algunos de los efectos catastroficos que esta ‘ocasionando la utilizacién de ciertas tecnologias en nues- tro planeta. Pensemos, por ejemplo, en la basura radiactiva de nuestras plantas nucleares, o en la contaminacion am- biental producida por nuestras fébricas y automdviles. En ‘este caso, como en muchos otros, es digno de llamar la atencién que lo que institucionalmente preocupa no es el ‘efecto mismo (la produccién de contaminantes que afectan la ecologia del planeta) ni siquiera el efecto que dichos ccontaminantes provocan en la salud de los individuos ex- puestos a ellos. Las redes institucionales, que en principio podriamos pensar que tienen el deber moral de proteger a los miembros de la sociedad que les dan vida y vigencia, cada vez que enfrentan un problema ecoldgico o de salud optan por tratar de solucionar el o los problemas ocasiona- dos por esa tecnologia, estimulando la produccién de nuie- vas tecnologias que ataquen, en lugar de las causas que producen los problemas, sus efectos. Sin duda alguna, con este proceder se logra mantener activa la red de investigacién cientifico-tecnolégica. Sin embargo, lo que de alguna manera indigna es que todo indica que basta con que cierta tecnologia quede instituci rnalmente aceptada para que ya no parezca importante re- flexionar sobre la conveniencia 0 inconveniencia de su uso para evitar sus efectos nocivos. La maquinaria cientifico- tecnologica sigue su implacable marcha y tiende a confron- tar los problemas negativos que ella misma provoca como si se trataran de eventos inevitable. ‘Ahora bien, si choca un cometa con la Tierra y destruye iudades y mata a una multitud de gente, es evidente que tenemos que reconocer y confrontar este evento como i evitable. Sabemos que en cierto sentido muchos fenéme- nos naturales lo son. Sin embargo, también sabernos que parte del quehacer cientifico consiste en estudiar los fend- ‘menos naturales que nos representan algun peligro, no s6lo para entender y predecir su ocurrencia, sino para ver si hay forma de tomar las medidas pertinentes para evitar, en lo posible, el dafio que dicho fend meno pue- da causar. ‘Asimismo, se reconoce que del conocimiento cientifico cen general se desprende otra interesante faceta. La que re- fiere la posibilidad de entender y predecir, para manipular, algunos de los fendmenos naturales. Es evidente que aqui la ciencia y la tecnologia se vinculan fuertemente para lo- sgrar producir ciertos efectos que se controlan a voluntad. Desafortunadamente, la manipulacidn de la naturaleza es lo suficientemente complicada como para que no siempre responda a nuestras expectativas de absoluto control: En ‘muchas ocasiones nos topamos con el hecho de que junto 10 con lo que quer‘amos provocar acontecen efectos secunda- ios indeseables que nos gustaria poder eliminar, EXISTEN AGENTES MORALES RESPONSABLES DE LOS EFECTOS NOCIVOS QUE OCASIONA EL USO DE CCIERTAS TECNOLOGIAS Hablando en términos metodoldgicos, el proceder del cien- tifico para comprender las causas de un fendmeno natural ‘que nos representa algun peligro y el de un efecto indesea- ble producido por nuestra tecnologia se parecen. En los dos casos, la labor del cientifico consiste en analizar los patrones de regularidad que propician la produccién del fendmeno, no solo para entenderlo y predecirlo, sino para encontrar el mejor camino para controlarlo o evitarlo. En este sentido, un cientifico puede dedicar su vida a estudiar el. fendmeno radiactivo para tratar de encontrar la manera de evitar la produccién de la basura radiactiva 0, en su defecto, de neutralizar los efectos no deseados que nos da- fan o contaminan al producirse. Si dicho cientifico logra su objetivo, !estupendo! Los resultados de su investigacién derivan en el descubrimiento de una manera de eliminar los dafios que ocasiona la produccién de dicha basura. Pero Jo que no se puede pasar por alto es que la produccién de la basura radiactiva que mata o daffa a los habitantes 0 produce una terrible contaminacién no es un problema in- evitable, en el mismo sentido que lo es et choque de un cometa con la Tierra. Aun suponiendo que el dafio y la contaminacién producidos por la basura radiactiva y los producidos por el choque del cometa con la Tierra sean en {é:minos generales idénticos, éticamente hablando un acon- tecimiento y el otro no pueden tratarse, estudiarse y con- frontar su solucién de manera idéntica. La raz6n es obvia, en el caso de un fendmeno natural devastador no existen agentes morales responsables del acontecimiento negativo, u en tanto que en el caso de los efectos negativos generados por el uso de una tecnologia que social e institucionalmente se sabe y reconoce como daffina, no se puede ignorar y ‘menos atin pasar por alto el hecho de que, por ocultos que estén, sin duda alguna hay agentes morales que directa- ‘mente son responsables de los dafios generados por el uso prematuro de tecnologtas nocivas.. LOS EFECTOS NOCIVOS DE LA TECNOLOGIA. NO SON INEVITABLES Cabe aclarar que no estoy tratando de sostener nada seme- jante a las posturas que presentan a la tecnologia como intrinsecamente amenazante o dafiina para el planeta y sus habitantes. Creo que dichas posturas no sdlo no consideran, hasta qué punto nos hemos beneficiado con ella, sino en ué medida en la actualidad dependemos de sus logros para sobrevivir. Lo que estoy tratando de decir es que la gran mayoria de los efectos daffinos que producen algunas tec- nologias no son inevitables, sino que sus perjuicios respon- den més bien a su uso masivo prematuro. Voy a tratar de explicar esto ultimo. ‘Dada cierta situacién, hay ocasiones en que toda nues- tra ciencia y tecnologia son incapaces de prevenir, evitar 0 retrasar un fenémeno natural, como podria ser, por ejem- plo, el choque de un cometa con la Tierra. Este evento no se puede aplazar hasta que se encuentre la solucion que permita eludir los daffos que sabemos va a causar el cho- que. Pero no es éste el caso de una tecnologia que se ha comprobado que es daffina para el planeta y sus habitan- tes. Una tecnologla que hace estragos puede, si se quiere y conviene, no eliminarse del mundo de la investigacion cien- tifico-tecnolégica, pero sf podemos aplazar su uso masivo hasta encontrar la manera de solucionar los problemas que ‘ocasiona 0 puede ocasionar. En mi opinién, el conflicto 2 que estd detras de lo que nos hace ver en la tecnologia una amenaza es el hecho de que aplazar el uso de una tecnolo- fa daflina no es la politica que normalmente se sigue. Las Fazones que justifican el uso prematuro de una tecnologia nociva son de muy diversa indole. En este trabajo, empero, ‘no voy a analizarlas. Mi tema es otro: el que atafie al ocul- tamiento de los agentes morales que promueven, constru- yen 0 utilizan una tecnologia, conscientes de sus posibles destrozos. Aqut, pues, més que cualquier otra cosa, me interesa revisar algunas de las ideas basicas que conforman el cédigo moral que socialmente nos justifica a actuar de manera irresponsable ante las situaciones destructivas que nosotros mismos promovemos y creamos. Para ello, me gustaria seffalar que, tal como yo lo veo, el denominado ‘problema de a tecnologia’, que seriamente se trabaja cuan- do menos desde la segunda guerra mundial, en buena me- dida responde al conflicto que se suscita al tratar de recon- ciliar dos visiones encontradas respecto a la manera como la tecnologia afecta la vida de los seres humanos en funcién de su desarrollo y uso. Permftaseme especificar ese punto, EL DOBLE PAPEL QUE LE ADJUDICA A LA TECNOLOGIA Historicamente hablando, tenemos, por un lado, la tradi- cidn baconiana que nos presenta el desarrollo tecnol6gico 1no s6lo como un arma indispensable para la sobrevivencia humana, sino como la panacea que le dard al hombre el control del acontecer de la naturaleza y, junto con ¢l, la posibilidad de liberarlo de los trabajos pesados, peligrosos Y repetitivos (Bacon 1952). Con el tiempo, se nos dice, gra- cias al desarrollo tecnolégico el humano disfrutaré de los momentos de ocio que requiere para perieccionar y am- pliar todas sus capacidades intelectuales y creativas. No obstante, por otro lado, topamos con los horrores de la préctica, donde claramente se reconoce que no s6lo la su- 13 pervivencia humana, sino la vida del planeta que la sosti re esté amenazada por la misma tecnologfa que en princi- pio tiene como fin conservatla. Nicola Abagnano, por ejem- plo, menciona en su Diccionario de filosotia (1974) cus- les son los cinco puntos negativos més recurrentes en la literatura ligados a las consecuencias del desarrollo tecno- 6gico. Estos son: La explotacién intensa de los recursos naturales mas alld del limite de su recuperacién esponténea y, por ende, el empobrecimiento répido y progresivo de tales recursos. La contaminacién del agua y del aire debida a los dese- cchos industriales, a la multiplicacién de los medios mecé- nicos de transporte y al aumento de la poblacién. La destruccién del paisaje natural y de monumentos his- t6ricos y artisticos debida a la multiplicacién de plantas industriales y a la extensin de los centros habitados. El sometimiento del trabajo humano a las exigencias de la automatizacién, que tiende a hacer del hombre un acce- sorio de la maquina. La incapacidad de la tecnologta de ir al encuentro de las necesidades esteticas, afectivas y morales del hombre y, en consecuencia, su tendencia a favorecer 0 determinar el aisla- tmiento de los individuos y su incomunicabilidad reciproca. En todos estos puntos, lo que llama la atencién son dos cosas. La primera, como lo mencioné més arriba, tiene que ver con el doble papel que se le asigna a la tecnologia, ya ‘que, bien analizado, son los mismos puntos negativos que se le adjudican los que en principio se dice que deben de encontrar solucicn a través del propio desarrollo tecnoldgi- co. La segunda tiene que ver con la manera de tratar de entender las causas negativas de la tecnologia. En este caso, se le adjudica a la tecnologia la responsabilidad de sus efec- tos nocivos, no a sus promotores, creadores 0 usuarios. Los, humanos aparecen en escena mas bien como las victimas ‘que sufren y padecen las consecuencias destructivas de sus mismas armas de supervivencia. “ El agotamiento de los recursos naturales, la contamina- ccidn del aire y del agua, la destruccicn de los paisajes y de ‘nuestros monumentos culturales, la subordinacién del hom- bre a la maquina, asf como la carencia de valores estéticos, afectivos y morales se presentan como la consecuencia de tuna accidn que se desarrolla con total independencia de los seres que la promueven, la producen y la utilizan. Visto as{, Abbagnano, como muchos otros, piensa que es correc- to hablar de la tecnologia como si efectivamente ella fuese ‘capaz de realizar por su propias cuenta las acciones bené- ficas 0 desastrosas de las que gozamos 0 padecemos. Des- de esta perspectiva, todo parece indicar que lo Unico que pueden hacer los seres humanos frente a los efectos noc vos de la tecnologfa es lo mismo que hacen cuando tienen que enfrentar los efectos nocivos de un fenémeno natural, fs decir, buscar y encontrar un camino que ayude a tratar de prevenirlos 0 neutralizarlos analizando los problemas de ‘manera cientifica para encontrar soluciones técnicas via- bles. Pero las cosas no son tan simples. HAY AGENTES HUMANOS CON EL PODER Y LA CAPACIDAD DE PREVENIR Y EVITAR LOS EFECTOS NOCIVOS DE LA TECNOLOGIA ‘Como lo mencioné més arriba, los problemas generados por la tecnologia no son problemas que puedan ser anali- zados y confrontados de la misma manera que se analizan y confrontan los desastrosos efectos que pueden ser causa- dos por fendmenos naturales. En el caso de los efectos no- ccivos de una tecnologfa lo que es importante reconocer es ‘que hay agentes humanos con el poder y la capacidad no s6lo de prevenirlos, sino de evitarlos a voluntad. ‘Ahora bien, seguin Platén, nadie hace un dato de manera voluntaria, por lo que cuando una accién humana gene- ra un dafio, lo que normalmente sucede es que esté 15 involucrado un error intelectual, esto es, un desconocimiento de los resultados © consecuencias de la accién realizada. Aristételes, sin embargo, claramente distingue entre error intelectual y responsabilidad moral. Un dafio causado por falta de conocimiento en efecto puede catalogarse como Un inocente error intelectual, pero si de antemano se sabe que el uso de cierta tecnologia esté provocando un dafio y continuamos utilizéndola, es evidente que no estamos li- diando con un problema de ignorancia, sino con uno que atafie a nuestra responsabilidad moral. La verdad, sin em- bargo, es que nadie deja de comprar un auto porque pro- duce contaminantes que dafian la ecologia del planeta y aun nuestra propia salud. La necesidad de resolver un pro- blema practico de transporte parece suficiente para justfi car nuestra accién. De hecho, tendemos a sentimos vict mas que padecemos la carencia de una alternativa en el ‘mercado que nos permita solucionar nuestro problema per- sonal de transporte sin dafiarnos. Pensamos y nos justifica- mos diciendo que ni el problema ni su solucién dependen de nosotros, cuando en realidad nosotros mismos forma- ‘mos parte de los agentes que, por medio de nuestras accio- nes, contribuimos a producir los contaminantes que nos afectan. Pero atin sabiendo esto, no dejamos de comprar autos que contaminan. Nos quejamos del problema que ros representa la contaminacién y pensamos que hay ins- tancias guberamentales que tienen el deber de tomar car- tas en el asunto y exigirles a los fabricantes de autos que busquen la manera de darle una solucién. ¥ lo hacen. La Ford, por ejemplo, tiene todo un centro de investigacién dedicado a este asunto. Las instituciones gubernamentales dan plazos razonables para que la red cientfico-tecnolég a trabaje sobre el problema y lo resuelva. En el inter, si embargo, sufrimos las consecuencias causadas por la tecno- logfa que utilizamos como un hecho inevitable y culpamos a la tecnologia por los desastres que ocasiona, no a nosotros. 16 DETRAS DEL ‘PROBLEMA DE LA TECNOLOGIA’ HAY UN CODIGO MORAL Y UNA POSTURA ETICA Es obvio que detrds de esta actitud no sdlo hay una ldgica, sino un cédigo moral socialmente establecido que nos per- mite seguir justficéndonos, y evadiendo nuestra responsa- bilidad culpando a otros. Para entender el trasfondo moral ue justifica nuestra actitud, en este trabajo me impuse la tarea de averiguar sus fuentes, sus motivos y las razones que se esbozan para ver culpables siempre fuera de noso- {ros y nunca responsabilizarnos de las situaciones nocivas ‘que sabemos con certeza que son posibles de evitar 0 con- trolar. Lo que quiero sostener es, pues, que el denominado ‘problema de la tecnologia’ involucra una cuestién directa- ‘mente relacionada con una postura ética; por lo mismo, no se puede pretender encontrar una via de solucién recurrien- do tinica y exclusivamente a lo que puede, en principio, evitarse a través de la investigacién cientifico-tecnoldgica. Para mostrar esto, voy a empezar por aclarar que la rama de la flosoffa que se denomina ‘ética’ se inicia con Sécrates durante el siglo v a.C. El problema filoséfico surgié cuando Sdcrates se impuso la tarea de mostrar a sus contempord- rneos que habia necesidad de ser més criticos respecto a las ccreencias que fundamentaban muchas de sus practicas co- tidianas. Para entender la preocupacién de Sécrates hay ue tomar en cuenta que la sociedad griega del siglo v a.C. vivia en ese momento una situacién de cambios sociales interesante para el tema que nos ocupa. Grecia, en ese entonces, pasaba de ser una monarqufa agraria a una de- mocracia comercial e industrial. Fueron introducidas nue- vas reglas de conducta por los requerimientos del mercado econémico, donde el dinero empezd a adquirir mucha més importancia que la sangre ennoblecida. El nuevo mundo parecfa reducirse a una sociedad de vendedores y compra~ dores cuyo quehacer de alguna forma impulsaba de mane- ra natural el desenvolvimiento de una industria y una tec- v7 nologia cientifica propias, obviamente con sus respectivos valores ¢ intereses intrinsecos. El cédigo de honor, que pre- viamente guiaba la conducta de la aristocracia en decaden- Cia, poco a poco se sustituyé por el de la conveniencia. Lo socialmente bueno 0 malo fue reemplazado por la valora- in subjetiva 0 por consideraciones relacionadas con el parecer personal. En este ambiente de comercializacién, 1 solo de objetos, sino de valores sociales, surgi6 la ética, entendida como el ‘arte de vivir’ 0 ‘del cuidado del alma’ ‘Sécrates, de hecho, la conceptualizé como una actividad semejante a la medicina y la puso en préctica convencido de que se trataba de una especie de higiene mental: El pen- 36 que con las armas de la raz6n individual era factible encontrar los principios éticos que nos dieran luz sobre las. formas de conducirnos para que de alguna manera se lo- ‘graran reconciliar los intereses meramente personales con los del bien comiin. Desafortunadamente, Sécrates no nos pudo dar una respuesta satisfactoria a este problema, por lo ‘que, hasta la fecha, la busqueda de principios éticos que ‘nos permitan dirimir el conflicto entre el bien personal y el social es justo uno de los temas fundamentales que trabaja la ética filos6fica (Abelson y Nielsen 1967: 82). Ahora bien, quiero hacer notar que es s6lo por el énfasis ‘que la misma actividad social reinante le da a los intereses individuales, que surge el contraste entre el bien personal y cl bien comtin. Como efecto de este conflicto el problema ético aparece. La gestacién de la dificultad ética presupo- ne, por tanto, la idea de individuo, concebido como una entidad distinta e independiente del contexto material y social del que emerge. Curiosamente fue el griego el que anteriormente utiliz6 el término t5tatn§, de donde se deri- va la palabra ‘idiota’, para referirse a aquellos individuos ue s6lo se preocupaban por encontrar solucién asus asun- tos o problemas personales (Peters y Mace 1967: 4). En este sentido, Sécrates —al enfatizar de la manera como lo hizo la importancia en el auto-conocimiento y el cuidado 18 del alma individual— gest6 los primeros pasos para estruc- turar el c6digo moral del idiota, es decir, del individuo que se concibe como autosuficiente y que se declara libre para definir y decidir sus acciones, sin tomar en cuenta lo que éstas pueden provocar en el resto del mundo que lo cobija Los sighos xvi y xvi, que vieron caer el sistema feudal para darle entrada a la edad de la democracia industrial ‘que caracteriza el mundo moderno, vivid situaciones se- mejantes a las que dieron origen al conflicto ético que se gest6 en el siglo v a.C. En este caso, como en el anterior, se retoman muchas de las précticas sociales que conforman la actitud de lo que estoy llamando ‘el cédigo moral del idio- ta’. Sin embargo, el desarrollo del comercio y la industria de nuestra modernidad van acompafiados de otras empre- sas. Dentro de ellas podemos destacar la exploracién y el descubrimiento de nuevas regiones del mundo y del cos- mos, ademés de todos los avances tedricos y tecnol6gicos que dan lugar a la revolucién cientifica. El reconocimiento de la pluralidad cultural aunado a la nueva cosmovisién del hombre y su mundo dan pie al cientificismo metafisico ‘que empieza a hablar del cerebro como el elemento que 1nos permite acceder al conocimiento de la realidad mate- rial. Se introduce ast la teorfa causal de la percepcién y con ella se crean las bases del solipsismo, esto es, de la doctri- nna que sostiene que no hay mas realidad que la que uno percibe y experimenta de manera directa. Con esto no slo se exacerba el individualismo, sino que surge la duda de la cexistencia de otras mentes. Como uno de sus resultados, se plantea la separacién metafisica de la realidad material y la mental. Se interpreta el mundo material como un conjunto de atomos en movimiento que obedece ciegamente las le- yes de la mecénica. Por analogia, se habla de la sociedad ‘como un agregado de individuos aislados, y se buscan las ‘causas que motivan la conducta social en el interior del individuo. Con base en las supuestas “leyes” de la biologta y la psicologia se introduce la aberrante idea de que la obten- 19 Cidn de placer es el objetivo de todas las acciones humanas y se sostiene que las nociones de ‘bien’ y ‘justcia’ derivan de las sensaciones de placer y dolor. Como es de suponerse, un cédigo moral que exalta la obtencién de placer como gufa de la conducta social 0, en su defecto, evitar el dolor, confronta serias dficultades para integrar el interés individual con el social. De hecho, la exaltacién del placer individual cancela toda posibilidad de promover el bienestar comuin y la actividad colectiva.. Como atinadamente lo reconocié Thomas Reid, cualquier doctrina que proponga el placer como la medida del bien, 1o tinico que logra es rebajar el objetivo de la accién humana al nivel de la existencia puramente animal. For desgracia, yo creo que algo mas vil promueve el cédigo moral del idiota. EL UTILITARISMO COMO FUNDAMENTO ETICO DEL CODIGO MORAL DEL IDIOTA El desarrollo tecnol6gico esté socialmente inmerso en un mundo que habilmente establece el divorcio entre lo men- tal y lo material. Esto propicia que se trate al ser humano peor que un animal. El trabajador, visto como un elemento material, adquiere la categoria infima de un componente mas de la maquinaria industrial. Dicha maquinaria, empe- ro, es vista como aquello que fabrica los bienes que requie- ren los individuos para ser felices. De aqut surge la doble reputacién de la tecnologia. Como lo vimos més arriba, por un lado, se dice que ella relega al ser humano a la catego- ria de engrane, por otro lado, se dice que su desarrollo es la promesa del bienestar “comtin’. Eticamente hablando, se dan las pautas para estructurar las bases del utilitarismo, doc- trina que sostiene que el sacrifcio de “algunos” se justfica en aras de la obtencidn del bien para el mayor ntimero de gente. Detrds de ello est4, por supuesto, la identificacién del bien con el placer, identficacion que, a su vez, le da al 20 ‘comercio una dindmica social propia. La moda, lo mejor 0 lo nuevo se vuelven el objeto de deseo, tanto para los que tienen la economfa para acceder a ello, como para los que no la tienen. La “realizacién” personal no tiene nada que ver con el trabajo que se desarrolla, sino que se limita a tratar de obtener los “bienes” que el comercio ofrece. El objetivo del trabajador es ganar més para obtener mas “bienes”. Dichos bienes son, por supuesto, los objetos del mercado y no hay nada espiritual en ellos. Convenientemente se ig- nora lo que propiamente deberfa entenderse como el bien social, ya que el bien comiin, o la retribucién que la socie- dad le ofrece al individuo, queda tramposamente identifi- cado con los objetos que produce el mercado. Los principios de productividad y eficiencia se vuelven los valores que mueven a las sociedades industrializadas. Dichos valores no tienen otro objetivo que el de la produccién de los ahora denominados ‘bienes de consumo’. Desafortunadamen- te, junto a ellos estén dadas todas las condiciones sociales ue nos hacen ver en los objetos de consumo la obtencién de la felicidad personal. Si esto implica aplicar tecnologias contaminantes que causen dafios en la salud 0 acaben con los recursos naturales, no nos importa. Los efectos daftinos de la tecnologia se ven como problemas ajenos a nuestro objeto de deseo. De hecho, dentro de las premisas del uti- litarismo que rigen las politicas sociales del consumo, esté inmersa la idea de que a otros les compete ver la manera de auitarle “al bien” lo indeseable, no a nosotros. Pero trate- mos de entender cémo se justitica esta actitud de indiferen- cia ante los dafios que genera la aceptacién de productos contaminantes revisando brevemente algunas de las premisas que fundamentan el utiltarismo moral que rige a nuestras sociedades de consumo. El utilitarismo sostiene que una accidn debe catalogarse como correcta o incorrecta dependiendo de lo bueno 0 lo malo que acarreen sus consecuencias. Empero, |.J.C. Smart reconoce que hay cuando menos dos formas de utiltaris- a1 mo: el que habla de las acciones particulares y el que habla de las acciones reguladas (Smart 1967). En la primera, nos dice Smart, lo que se considera es la accién individual, por lo que las consecuencias buenas 0 malas de estas acciones se miden en relacién con lo que se obtiene individualmen- te con ellas. La segunda no considera importantes las ac- ciones particulares, sino las consecuencias buenas 0 malas que acarrea la adopcién de una regla general, como puede ser, por ejemplo, la regla que dice “paga tus deudas”. La adopcién de una regla, sin embargo, puede ser interpreta- da de dos maneras diferentes. Como una regla que el indi vviduo puede o no aceptar, 0 como una regla institucional, ¢s decir, socialmente aceptada. La regla socialmente acep- tada, sin embargo, tiene, a su vez, dos modalidades: la moral y la legal. En realidad, en nuestra sociedad nosotros jugamos con las dos. Hay una clase de deudas, por ejem- plo, que podemos pagar o no segtin nuestra conveniencia y socialmente se puede ver mal, pero legalmente no pasa nada. Empero, hay otra clase de deudas que, si no las pa- ‘gamos, son legalmente sancionadas. De aqui la idea de que lo que no esta legalmente prohibido est permitido y 10 permitido, segiin lo establece el utilitarismo, esta intima- mente ligado con las consecuencias buenas 0 malas que acarreen nuestras acciones ‘Ahora bien, dejando de lado las acciones reguladas por la ley, tenemos que reconocer que con frecuencia nosotros podemos optar por dos clases de acciones: las que consi- deran las consecuencias buenas o malas a nivel particular y las que consideran las consecuencias buenas 0 malas a ni- vel social. Aqui tendemos a hacer otra divisién. Desde la perspectiva que justifica el cédigo moral del idiota, se con- sidera que hay una gama de acciones que dependen direc- tamente del parecer individual. Dentro de ellas esté, por supuesto, la eleccién de lo que individualmente se decide consumir. Pero en apariencia la produccién de bienes de consumo no depende directamente del consumidor, sino 22 de las instituciones que los producen. Suponemos, por lo tanto, que hay dos clases de decisiones: las individuales, que definen qué “bienes” consumir y las institucionales, ‘que definen qué clase de “bienes” producir. Los contaminantes que afectan la ecologia del planeta y la salud de la sociedad en general, evidentemente estén ligados a los efectos secundarios de la tecnologia que se utiliza para la produccicn de bienes de consumo. Pero este problema se enfrenta de una manera muy peculiar. Las con- secuencias nocivas que se derivan del uso de ciertas tecno- logfas estén socialmente ligadas con la idea de que su fina~ lidad es la produccién de un bien de consumo individual. Si la produccién de dicho bien acarrea consigo la produc ién de un mal, nosotros tendemos a pensar que no tene- ‘mos ninguna responsabilidad moral sobre dicho mal. Esto se justifica asumiendo que las acciones que producen el mal, si bien nos afectan, no dependen de nuestras decisio- nes y, por Io tanto, sentimos que no somos responsables de las consecuencias negativas que acarrean. Cémodamente ensamos que los efectos negativos de las tecnologéas utili- zadas son el resultado de decisiones y acciones de agentes ‘que nada tienen que ver con nosotros. Pensamos que a esos agentes, en consecuencia, les corresponde reparar el dafio ‘que gestan. El problema es que no es ni medianamente claro quiénes podrian ser los agentes responsables del dafio causado. En este caso, tendemos a hablar de la tecnologia, del gobierno o de las empresas como agentes. Bien enten- dido, sin embargo, hay que reconocer que é0s no son agen- tes. Se presentan asi porque hemos creado la distincién conceptual entre el individuo y su sociedad. Pero estamos partiendo de un mito. Basta recapacitar en el hecho, men- ‘cionado mds arriba, de que nuestra nocién de individu no es més que el resultado del énfasis que la dinémica comer- cial de la misma sociedad reinante le da a los intereses individuales, para darnos cuenta de que la distincién indi- viduo-sociedad es totalmente espuria, No obstante, tene- 23 mos que aceptar que mientras nos siga rigiendo el cédigo moral del idiota, el mito del individuo seguiré vigente y con él la amenaza, no de la tecnologia, sino de la irrespon- sabilidad moral que sin duda alguna nos esté conduciendo a acabar con los recursos naturales del planeta y, en conse ‘cuencia, con nosotros mismos. 24 BIBLIOGRAFIA ‘Abbagnano, N. 1963. Diccionario de filosofia. Alfredo N. Galletti(tr.). México: Fondo de Cultura Econémica. Abelson, R. y_K. Nielsen. 1967. “History of Ethics’. Encyclopedia of Philosophy, vol. 3. Londres: ‘Macmillan Publishers Bacon, F. 1952. New Atlantis, Britannica Grat Books. Esta- dos Unidos: The University of Chicago. Peters, R.SyC.A, Mace. 1967. “Psychology”. Encyclopedia of Philosophy, vol. 7. Londres: Macmillan Publishers. Smart, J.J.C. 1967. “Utilitarianism”. Encyclopedia of Philosophy, vol. 8. Londres: Macmillan Publishers. 25 ke ca de Ny aa Elemis deta ciptinie ens Sone dhrare bree 199, enlortallees de Spm Edie, SA de CV, Cale el Hos 140, ol sacs de Coa. Se tron 500 [nese pope bard 72 ps ys compo Sin se rleon tps Opina de 2, 10,98 frm La comeccion de exo eatno 3c Sshan Caron Vile de pcs, han Fancsco Exalons Ares.

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