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SÍNTESIS CRÍTICA DE 1931 A 1975

El 14 de abril de 1931 se proclama la Segunda República en España. Este


acontecimiento va a ser posible por el agotamiento del sistema monárquico de la
Restauración, que incluso se había tenido que servir de la dictadura de Primo de Rivera
para sostenerse, y por la necesidad de conseguir para el país un sistema verdaderamente
democrático.
Políticamente, la República va a consistir, por una parte, en un intento de los
grupos reformistas (republicanos moderados o de izquierda como Azaña o Alcalá
Zamora, socialistas moderados como Indalecio Prieto y ciertos nacionalistas como
Companys) de realizar una serie de cambios más o menos profundos como la reforma
del ejército, de la educación, de las relaciones laborales, de las relaciones con la iglesia,
de las reivindicaciones nacionalistas y la reforma agraria, como cambio más simbólico
de los que se intentan (quedan plasmados en la constitución de 1931), y, por otra, el
rechazo de los grupos amenazados por esas transformaciones, Ejército, Iglesia y
terratenientes.
Esto nos lleva a que socialmente, la República suponga el enfrentamiento entre
esos grupos que ven peligrar su hegemonía socioeconómica y política (agrupados
entorno a la CEDA de Gil Robles o a la Falange de José Antonio Primo de Rivera)
frente a la aparición de un fuerte movimiento obrero (sindicatos de gran implantación e
influencia como la socialista UGT o las anarquistas CNT y FAI, junto a un Partido
Comunista cada vez más influyente dentro del obrerismo español y unos sectores
radicales del PSOE representados por Largo Caballero) y de una burguesía reformista
cansada de que el poder lo tuvieran siempre las mismas clases poderosas.
Si a este panorama social y político le añadimos una economía estancada y en
crisis, tanto por la depresión internacional de los 30 como por la desconfianza
empresarial y las reivindicaciones obreras, podemos comprender mejor el
enfrentamiento que va surgiendo dentro del país y que va derivando a un odio social y
político que termina demostrándose en las elecciones de 1936 donde miden sus fuerzas
una coalición de derechas y otra de izquierdas (el Frente Popular) y que culmina con el
estallido de la Guerra Civil.

La Guerra Civil significa, por tanto, la demostración de que las diferencias se


entendían como insalvables por métodos pacíficos y que cada concepción de España,
una reformista y democrática y, en la medida de que esto no había sido nunca así,
también revolucionaria y otra tradicional, defensora de la unidad de la patria y de los
intereses de las clases más influyentes. Entendida como una consecuencia de la lucha
ideológica dentro de país, no podía, sin embargo, pasar desapercibida en una Europa
también afectada por estos conflictos y que se enfrenta a una situación problemática
bajo la hipócrita “no intervención”.
La sublevación militar del 18 de julio de 1936, que da lugar a la guerra por su
relativo fracaso, se va a convertir en un conflicto con una doble vertiente: una militar, el
desarrollo de las diferentes fases de la guerra hasta que la República la pierde y otra que
podríamos llamar política, más interesante tanto porque demuestra las diferentes
maneras de entender el país como porque también explica el anterior aspecto militar y el
éxito final de los sublevados. Desde el primer momento se observa la presencia no sólo
de dos bandos enfrentados en una guerra sino de dos modelos completamente
diferentes: la República se debate en una duda continua entre el respeto de la legalidad,
el deseo de revolución y la ayuda extranjera, soviética principalmente, que condiciona
su actuación. Por lo tanto, a la zona republicana, le falta unidad de acción en una
situación de guerra y le sobra división y dudas. Por otra parte, en la zona sublevada, la
función dirigente del ejército y la visión autoritaria de la política de los que apoyan la
sublevación hacen posible un mando unitario y la creación de un nuevo estado
claramente totalitario que facilita el orden y el mando en la guerra.
La victoria sublevada en abril de 1939 tiene dos consecuencias. La primera es la
represión y el exilio de los no afectos al nuevo régimen y de los más comprometidos
con la República y la segunda es la creación de un nuevo sistema político que da paso a
una nueva etapa en la historia del país: el Franquismo.

El Franquismo ocupa desde el final de la Guerra Civil en 1939 hasta la muerte


del dictador en 1975. Este largo período lo podemos caracterizar de forma simple,
aunque luego desarrollemos más algunos aspectos, como un período donde bajo la
apariencia de una cierta homogeneidad en el sistema y en su evolución política,
caracterizada por ser un sistema dictatorial y de falta de libertades, se producen cambios
sociales y económicos importantes que explican la transición política posterior. Por ello,
todo el período puede dividirse en dos grandes etapas, una de 1939 a 1959 donde se
define el sistema político, se orienta la economía nacional de manera autárquica y se
vive un aislamiento internacional del que se va saliendo en la década de los cincuenta y
otra de 1959 a 1975 donde se produce un desarrollismo económico y unos cambios
sociales importantes a la vez que el régimen entra en crisis por su agotamiento.

a) 1939-1959
Políticamente, el franquismo comienza siendo un sistema totalitario de clara
imitación de lo sistemas alemán e italiano, más de éste último que de aquel, que habían
sido aliados de Franco durante la guerra y que aparecían como los modelos a imitar.
Desde esa perspectiva se va creando un sistema de Leyes Fundamentales (que culminan
con la Ley Orgánica del Estado en 1967) que van dando al país ciertas características:
sistema totalitario o dictatorial con un control total del poder por Franco, como Jefe del
Estado, una representación orgánica, donde los representantes lo eran por pertenecer a
los distintos organismos del Estado y no por ser elegidos por el pueblo y un control
social e ideológico mediante los Sindicatos verticales de tendencia corporativa o como
pueden ser una educación adoctrinadora de los principios del régimen y de los
religiosos. Frente a esta situación, la oposición se redujo al exilio y a la guerrilla o
“maquis” en algunas zonas.
Desde el punto de vista económico se establece el principio de la
autosuficiencia o autarquía, tanto por las condiciones exteriores, la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945) como por el convencimiento de los nuevos dirigentes. La
autarquía empeoró las condiciones del país tras una guerra, desabastecimiento,
racionamiento, estraperlo, etc., y provocó un estancamiento importante en la economía
nacional. Esta política económica también se explica por el aislamiento que
internacionalmente vivió España tras la guerra mundial al haberse identificado tan
claramente el régimen franquista con las potencias perdedoras. El fracaso de la
autarquía, el comienzo de la “guerra fría” y la llegada de una nueva clase política menos
dogmática e intransigente da paso a la siguiente etapa.

b) 1959-1975.
Esta es una etapa marcada por el cambio de rumbo económico iniciado
con el Plan de Estabilización de 1959 que intentó poner las bases para un rápido
desarrollo económico, el desarrollismo de los 60, que terminó de transformar a España
en un país industrializado aunque con ciertos desequilibrios: poca creación de empleo
que motivó el fenómeno de la emigración, tanto interior como exterior, contraste centro-
periferia, y un desarrollo tecnológico relativamente escaso. Sin embargo, los cambios
fueron tan profundos que modificaron la estructura social con una ampliación de la
llamada clase media y un aumento del número de obreros. A la vez, el mayor contacto
económico con el exterior propició una mayor apertura y una mejor y más variada
información y formación de gran parte de los españoles lo que provocó una menor
influencia de la mentalidad tradicional que había dominado anteriormente el país.
Desde el punto de vista político, el régimen se asentó dentro de una cierta
institucionalización y reconocimiento externo, gracias a la política de bloques, aunque
desde 1970, su agotamiento fue claro tanto por que la falta de cambios políticos que se
adaptaran a los cambios sociales que se estaban produciendo como por la propia
decadencia física de Franco que nombró a Carrero Blanco como presidente de gobierno.
Los deseos de apertura chocaban con la intransigencia de algunos defensores del
régimen que formaban lo que se conoció como el “bunker” y se dudaba de la salida que
la monarquía daría tras la muerte del dictador. Junto a estos problemas de definición del
régimen aumentaron todos los conflictos: los económicos por la crisis del petróleo de
1973 y que empezaron a descubrir el problema del paro, los sociales por el aumento de
la conflictividad sindical (debido a la aparición de las Comisiones Obreras) y la falta de
salida política y los políticos por el terrorismo de ETA y el FRAP y la formación de una
serie de grupos de oposición cada vez más fuertes y apoyados en el interior del país.

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