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Paver ee DOCENT ZRNASSA La individualizacion © eee del nifio t TAR AO Jacques Géls "50 (eq nae) TEDAgogin Durante siglos, y a pesar de los esferzos de Ia Ilesia para Un cuerpo -propioe o, la vera inagotable que garantisba la fenovacén del especies, y en los aos Ia natuaiza repre se veguian sin tregua, ¥ el ‘mundo era arrasrao por este movimiento sn fi, En ae Is pare {et inaje. Co culo entre ad venider Romper el lo era na responsabilidad ince ila mujer eta gun Hevaba en eno al nif ny quien seguidamente Io alimentab, desempe ral era lla a eta familia y de Ia fecundida alos que se someta ayo te 1a vida sin poder, en raid, vs sup. Su Size debe ea data vida ela vida y del cuerpo anos le com smunitaro, pare del gran everpo eae sposiion 92s genertconer, exec a {nga Por coniuicnte,perteascl a inaje al menos into ce 4 sus padres, En ete set, era un no =poblicos. Sin embrg fi Sctsche oslo que ly tis su made basta el dstel, so Sontadel, en parigge con ea ntrpetacon. Baia ‘cis expnal sepa any seta: eo ipa ‘abados, La mare, tras haber alent Con su sangre durante Si priode de pestacbn le aliments cons leche, qu se consi fabs sane blanqueada?Destetago alos vente, os wintcato, Saosticint meses, nifgeneabs progtsameate nese periods tu primera Infancia en el gue la pare publica desu educeion ada amet, ung rane much eng in ein Gel padeey de Ia madre sigeran sco peponderasiey es dade su ascent, so pico y so privdos se pada ete Tarados con foraa ya que s condicion depend, precsamente, tanto defo uno conto de ooo. El nto vena fimundo en ut es? rrado, ens Habsacon ena ue vivian a es, peo en mid nat plo, Su res pases os ata con crt! sinc £1 Sond reposatan los anepasas, en el cement © tambien Chia ils, Goramte lamba Goel momento de ex. Por con Imam: put slong nminds de dar ef nombre del abuelo o dels abla al nietoo seta, como para afianaat mejor la permanencia de la famiia”* Teas ests Gas comportamientor se adivina la estructura circular de u ial origina ys tasiae Ta idea de un mundo pleno, de una gran Familia de vivosy muertos siempre igual en nlmeto, que peed aqui To que recupese ali Beta ‘conpaca de la vida y estzimagen del supersede 1s ‘enetacioyesremitian una concent del everpo pay diereate de {noes Dichsinagen del cuerpo ers ambival ss everpo, su propio cuerpo, ps in solardad de sangre eraptanfuertes quyélindviduo np/pocta Senfer su cuerpo como plefamente aut S90, pero era también in poco el de yfos demise, eh Gili de Jos vivos y El destino cles yel distrte iin 2 Squerer vivir 9 propia vidas gee nosotros edesiderams leit tra, eran copfeadiorion, Iyproridad se Grin al cuerpo ya petennidad bybia que garantie a toda cota, at everpo dl linge Efinaividug¥sto pon defsuyo en a medida en que este drut no contrarfara los tnterases de Ts famia, En_clerto satiso, el oechamente oer (hr Bt ane) ee 294 {ORMLS DELA PRINTIZACION de susnietos, :Acasonno se perpetué durante mucho tiempo la cos- tumbre de dar el nombre del abuelo o de la abuela al nieto o nie= fa, como para afianzar mejor la permanencia de la familia? Tras tetas ereencias ycomportamientos se adivina la estructura circu- Forde un eiclo vital original y se tasluce Ta idea de un mundo ple- 'a de vivos y muertos siempre igual en no, de una gran famili niimero, que pierde aqui lo que recupera all’. vee ista conciencia de la vida y esta imagen del sucederse ce las geferaciones remitéan a una conciencia del cuerpo mUy diferen- aede ln nuestra. Dicha imagen del cuerpo era ambivalente. Cada ser tenia su cuerpo, st propio cuerpo, pero la dependencia respecto del Tinaje, la sol daridad de sangre eran tan fuertes que el indivi tuo no podia sentir su cuerpo como plenamente autonome: este cuerpo era el suyo, pero era también un poco el de “Tos dems", el de la gran familia de los vivos y de los antepasados muertos. El destino colectivo al que uno se hallaba asociado estre- chamente y el disfrute individual de los placeres de la existencia soja aspiracidn a “querer vivir su propia vida” que nosotros con- sideramnos legitima— eran contradictorios, la prioridad se dirigia +I enerpo cuya perennidad habia que garantizar a toda costa, al uerpo de linaje. Elindividuo slo disponia del suyo en la media en que este distute no contrariara los incereses de Ia familia. En Gyeteo sentido, el hombre transmitia la vida sin poder, en realidad, vivir la suya, Su tnico deber era dar la vida. En esta concepcidn de la vida y del cuerpo, al nifio se le con sideraba vastago del tronco comunitario, parte del gran cuerpo olectivo que, mediante la superposicion de las generaciones, excedia al tiempo. Por consiguiente, pertenecfa al linaje al menos tanto como a sus padres. En este sentido, era un nitio “puiblico” Sin embargo, el estrecho vinculo que le unfa a su madre hasta el dlestete, se contradecia, en apariencia, con esta interpretacion. En realidad, esa relacién excepcional respondia a una necesidad: elnino es incapaz de subvenir solo asus necesidades elementales, porque nace “inacabado”. La madre, tras haberlealimentado con gu sangre durante el periodo de gestacién, le alimentaba con su leche, que se consideraba sangre blanqueadla. Destetado a los veinte, a Jos veinticuatro oa los treinta meses, el nifio entraba progresivamente en ese periodo de la primera infancia en el que la parte publica desu educacisn tendfa a aumentar, aunque durante mucho tiem- LAINORIDUALIZACION DEL SISO 295 po las ensefianzas del padre y de la madre siguieran siendo pre- ponderantes. Y es que, desde su nacimiento, “Io pablico” y “lo pri- Vado” se hallaban entrelazados con fuerza, ya que su condicién dependia, precisamente, tanto de lo uno como de lo otro. Eni venfa al mundo en un lugar privado, en la habitacién en la que vi- vian sus padres, pero en medio de una asistencia de parientas y veci- nas que convertia su nacimiento en acto piblico. Sus primeros pasos los daba con caricter simbélico en donde reposaban los antepa- sados, en el cementerio, o también en Ia iglesia, durante la misa,en el momento de alzar. Por consiguiente, era otro ritual piblico lo que mareaba el inicic de una relativa autonoma del niio. Esos pri- eros pasos que daba solo tranquilizaban alos padres y probaban ante todos la perennidad del linaje. : El bautismo, ala par sacramento que borraba el pecado ori- y tito de socializacién del nifio, era también ocasién de cer- ciorarse, mediante procedimientos magicos, de la calidad de los sentidos de la criatura. Tras la ceremonia y en ausencia del sacer- dote, la “rodadura” del cuerpo del nifio sobre el altar tenfa por fin fortificar el cuerpo, evitarle més tarde el raquitismo y la coje Para que no fuera “baboso”, esto es, tartamudo o mudo, los padri= nos tenan que besarse debajo de la campana, al salir dela iglesia. Avveces incluso “la juventud” desempeiiaba un papel importante en el ritual. En Massiac (Auvernia), a comienzos del siglo pasa- do, los muchachos que habfan seguido el cortejo armaban un estré= pito espantoso, con carracas y martillos, inmediatamente después de que el nifo recibiera el sacramento: era la garantia de que el nifio tendria més tarde voz y buenos ofdos y de que la nifia habla ria y cantaria bien. i. : La primera infincia era la época del aprendizaje. Aprendi- zaje del espacio de la casa, del pueblo, del terruio. Aprendizaje del juego, de la relacidn con los demés nifios: nifios de la misma edad o mayores, que sain mis y que se atrevian a mis Apren- izaje de las técnicas del cuerpo, aprendizaje de las reglas de per tenencia a la comunidad lugareda, aprendizaje de las cosas de la vida, Padre y madre ocupaban un lugar importante en esta primera educacién, Si, desdelos siete u ocho afios, os muchachos seguian a su padre’a los campos, antes de que les “colocaran” en casa de tun vecino o de un pariente, las muchachas se quedaban, por lo gene- ral, con su madre, junto la que aprendian su futuro papel de mujer. 296 FORMS BELA PRIVATEZACION Por tanto, el aprendizaje de la infancia y de la adolescencia debia robustecer el cuerpo, aguzar los sentidos, hacer al individuo apto para triunfar de les malas jugadas del destino y, sobre todo, capaz de transmitir la vida para que, legado el momento, garantizase la permanencia de h familia, Fsto suponfa una forma de educacién en comiin, un conjunto de influencias que convertian a cada ser en producto de la colectividad y que preparaban a cada individuo para el cometido que de él se esperaba. Existia poca intimidad en semejante contexto; pero dia tras dia se tenfa cada vez.con més ea Ja sensacidn de pertenecer a una gran familia a la que se estaba -vinculado para lo bueno y para lo malo. fo quiero que muera!” ; ‘A comienzos de la década de 1580, cuando estaba crisndo- se, uno de los hijos del contrdleur des finances*y alcalde de Loudun, Scevole de Sainte-Marthe, cayé enfermo de gravedad. Los médi cos mas habiles fueron llamados a su cabecera, “pero sus cuida- dos fueron inatiles; desesperaron de que sanara”, En ese final de siglo xV1 Scevole era uno de esos hombres que no querfan resig- narsea la muerte prematura de un hijo enfermo. “Como era muy buen padre y muy docto”,acept6 el desafio, sustituy alos medi- cuchos claudicantes y “empez6a curatle por si mismo. Para ello, bbuse6 con gran aplicacién todo lo que habia de mas curioso o de méssabio en relaci6n con la naturaleza y la complexién de los nifios. Por la bondad y la vivacidad de su espiritlleg6 a penetrar hasta en Jos secretos més ocultos de la naturaleza y dela fisica,y tan acer- tadamente se sirvi6 de ellos que arrancé a su hijo de los brazos de Ja muerte”, Seguramente el caso de Scevole sea ejemplar. Sise cono- ‘ce 6s porque el feliz padre, instado a “conservar para la posteri dad sus curiosas averiguaciones”, las recogié en un poema latino, Ja Paedotropbia, en el que Hamaba la atencién sobre la manera de a los nifios pequefios. aoe peade nals del iglo xv, en los medios acomodados de las ‘ciudades aparecen indicios de una nueva relacién con el nifio. Se trata, mds que de nuevas muestras de afectividad, de una volun- tad de preservar la vida del nifio que se afirma cada vez més, Dos * En esa época, funcionario encargado de verificary vigilarciertaséreas de la hacienda rea LaspnnpuaLzicid pet sso 297 siglos més tarde, el ejemplo de Scevole de Sainte-Marthe es abso- Jutamente significativo de la actitud de las nuevas elites sociales del Renacimiento. Esta voluntad de salvar al nifio no hace sino aumentar en el transcurso del siglo xvil y madame de Sévigné de prueba de ese rechazo de Io peor, cuando su nieta est enferma “{No quiero que muera!”, exclama, Librar a un nifto de Ia enfermedad y de la muerte prematu- ra, repeler la desgracia intentando curarlo: ésta es en adelante la meta de padres angustiados. Entendémonos bien: anteriormen. telospadres tampoco aceptabanla muerte de wn ser querido; pero !a conciencia de la vida, del ciclo vital, era diferente, y los padres no tenfan otro recurso que engendrar otro hijo. Porque la vida era dura y porque era preciso perpetuar la estirpe... El rechazo de la enfermedad del nifio slo constituye un aspecto —sin duda esen. cial— de la nueva concepeién de a vida y del tiempo. Prolongar 'a propia vida, abreviar los sufrimientos gracias alos cuidados que prodiga ese especialista del cuerpo que es el médico, no coma tuyen tampoco un empeito nuevo; pero la voluntad de cuidarse y de curarse se manifiesta con tanta fuerza desde el siglo XVt que deno. £3, a todas luces, que el hombre se ve a si mismo con otros ojos. Ahora bien, todavia a fines del siglo xvi, el cuerpo médico, mal reparado para su cometido, resulta absolutamente incapaz de res- Ponder a Ia peticién de asistencia que surge de todas partes Moliére se hizo eco de ello. ¥ también otros, como John Locke, cuya obra La educacin de los nite. publicada en Londres en 1693 y traducida al francés por Pierre Coste ya en 1695, se convirtié, en uno de los clasicos de la pedagogia europea en el siglo XVit Desde el principio, el autor Hlamala atencién de los padres sobre !as virtudes de la prevencién como medio mas seguro de preset. var la salud de sus hijos: “Al hablar aqui de la salud —precisa— mi propésito no es hablaros de la manera como un médico debe ‘ratara un nifio enfermo o doliente, sino sélo sefialar lo que los padres deben hacer sin el socorro de la medicina, para conservar Y aumentar la salud de sus hijos 0, cuando menos, para hacer que tengan una constitucién que no sea propensa a enfermedades”, Un cuerpo “propio”, un bijo “propio” eg if Noes facil conciliar las exigeacias del linaje, la necesidad de Perpetuarlo que se siente atin con viveza, con el deseo creciente 298 Fos Be Lvaivsti2acios del individuo de vivir su propia vida plenamente, de disponer de ella libremente. Elemento que mantiene el linaje, que establece el vinculo entre pasado y futuro, hasta entonces no habia tenido que preocuparse de si mismo, o muy poco, Luego resulta que este hombre se pone a pensar en su propio interés, inmediato y veni dero; aprendea contar; sabe que tiene el tiempo contado; el tiem- po de vivir, A finde resolver lo mejor posible la contradicci6n que se sien- te entre la aspiraci6n a vivir y la voluntad de perpetuarse, se empie- zan a modificar los comportamientos familiares. El espiritu de cél- culo no se limita al terreno de la mercancfa; se insintia en la estrate- gia familiar en una forma desconocida hasta entonces, lleva a que se establezcan nuevas reglas. El debate sobre el préstamo con interés y la usura habia levado a hacer ajustes con el Cielo y al establec miento denuevas structuras comerciales; |as contradicciones le los intereses del inaje con los el individuose resolvern mediante ajus- tes sucesivos, a medida que se vaya debilitando el espiritu del linaje ¥y quese vayan acrecentando los poderes del individuo. A este nuevo modo de relacién entte el individuo y el gru= po corresponde una nueva imagen del cuerpo. Mientras que los vinculos de dependencia respecto de los parientes se vivian antaiio de manera carnal, en adelante van a aflojarse; el cuerpo gana autonomfa, se individualiza: “mi cuerpo es mio”, e intento librarle de laenfermedad y del sufrimiento; pero sé que es perecedeto y, por tanto, sigo perpetuindolo a través de la semilla de otro cuerpo, el cuerpo de mi hijo. El hecho de que el cuerpo individual se desgaje simbélicamente del gran cuerpo colectivo de la estirpe constituye, seguramente la clave de muchos comportamientos de los siglos del clasicismo. Este modelo permite, a buen seguro, comprender mejor por qué el nifio ocupa en adelante un puesto tan importante en las preocupaciones del padre y de la madre: un nifio al que quieren por si mismo y que es su alegria de cada dia. Ala conciencia de un ciclo de vida circular sucede gradual- mente —primero en las clases acomodadas, luego en las categorias sociales menos favorecidas; primero en las grandes ciudades, Iuego en los burgos y, mis despacio, en ef campo— una conciencia ds lineal y més segmentada de la existencia. En este contexto, el individuo tiene el valor que tiene, yla sombra del grupo familiar, del parentesco, ya no borra la personalidad. LAINE ALZacio BEL ISO. 299 Un nuevo sentimienta de la infaneia Este cambio de actitud respecto del nifio, que es funda- mentalmente mutacién cultural, tiene una duracién indefinida. Es imposible que establezcamos una cronologfa precisa. A falta de cer- tezas, tenemos algunas observaciones, ya que la evolucin no lle- v6 el mismo paso en todas partes, sufriendo, por efecto de las fuer- 2a politicas y sociales, aqui bruscos frenazos, alld aceleraciones repentinas. Nadie duda de que la ciudad, lugar de innovacién por excelencia, diera la pauta. :Acaso no fue en la ciudad donde emer- gid progresivamente, desde el siglo xv, la “familia moderna reducica a la pareja con sus hijos? En la ciudad del Renacimien- to, la relacién intima con la tierra madre tiende a desaparecer, | percepcisn de la sucesin de las estaciones se pierde. En conse- ‘cuencia, la referencia a los antepasados, que hasta ayer era esen- Cial, se debilita: en la ciudad, cada vez hay menos sitio y menos tiem- po que dedicarles; en cuanto a los problemas de esterilidad de la pareja, evidentemente ya no van a solucionarse con recursos “naturales” y magicos. En este medio reconstruido por el hom- bre, en esta ciudad del Renacimiento “pensada como cuerpo” cada vez.con mis frecuencia, la reduccién a la familia nuclear implica el acondicionamiento de un espacio doméstico més intimo. Las ciudades italianas, en particular Florencia, iniciaron una evolucion en este sentido ya en el siglo XIV; en el siglo XV y sobre todo en el Xv1, Inglaterra, Flandes y Francia las seguirsn. Laevolucién del sentimiento de la infancia no se manifies- ta de manera lineal. En Francia, por ejemplo, el siglo XVIl cons- tituye un momento si no de reacci6n, por lo menos de freno. Las conmociones politicas y religiosas de siglo xv1 constituyen los sin- tomas de una crisis profunda de los valores; de ello da prueba tam- bién la “epidemia de brujeria” que afecta entonces a buena parte de Europa, ysu represién, Puede discernirse un nuevo sentimiento de Ja infancia ya en la primera partedel siglo, y temas que con dema- siada frecuencia consideramos que datan del siglo Xvi se suelen tocar enel discurso literario y médico dos siglos antes. Por ejem- plo, los fajos: el nitio, al Hegar al mundo, entra en un universo de imposiciones del que se convierten en simbolo los fajos, ya que le rivan de toda libertad corporal, lo que —dicen algunos médicos del siglo xv1, como Simon de Vallambert—, no puede ser sino funes- to para su desarrollo y su salud. Por ejemplo, las deformaciones 300 FORMS DE La pauvsTi24c1ON -voluntarias del créneo que gorros y capillos mantienen durante toda la primera infancia: el nifio es una cera blanda sobre la que se puede actuar para que su fisonomia se ajuste a un modelo esté- tico ideal. Por ejemplo, la crianza por un ama ajena a la familia. Su prctica, por lo general, es desaconsejada y hasta condenada por los moralistas: es peligroso para un nifio pequefio atin no “ter- minado” que se le alimente con “leche mercenaria”; y ya que se admite que “lo que en la leche se mama, en Ja mortaja se derra- ma”, zno correra peligro su propia identidad de resultar afectada por una “transfusion” que atafie tanto al cuerpo como al espiri- tu? En este sentido, la cuesti6n de la lactancia debe situarse en el, debate mas general entre la naturaleza y la cultura, lo innato y lo adquirido. Dar un nifio a criar no es una novedad del siglo xv1: en Flo- rencia la prictica se conoce ya desde finales del siglo XIV y se extiende en el transcurso del siguiente siglo. Fsta separacién, que se pretende siempre temporal y que a menudo se termina, como se sabe, con la muerte de la eriatura, es condenada con fir- meza por un discurso médico y letrado moralizador, que tiende a culpabilizar a los padres: los animales alimentan a sus erfas. Si los padres hacea caso omiso de ello, es porque en el mundo de la ciudad se imponen otros valores, diferentes de los del mundo rural en que los nifios viven con las amas de erfa, Efec- tivamente, la esposa del hombre de condicién se ve liberada de una de las més pesadas tareas que de ordinario le incumben; y aunque por aceptar que a sus hijos los crie un ama el tiempo que media entre sus embarazos se acorta, le quedan periodos de tiempo libre que puede dedicar a la conversacién, la lectura 0 el paseo. Fsta es una manera distinta de plantearse la existencia aun- que la mujer pague por esa libertad un alto precio: alejamiento de los seres queridos, dependencia cada vez mas acentuada del marido. En efecto, lo que se pone en juego al separar la fecun- didad y la crianza del nifio cs a la par la imagen y el puesto de la mujer en el ciclo vital. La separacién de dos funciones comple- mentarias y estrechamente asociadas hasta entonces va a contribuit a reducir a la mujer al papel de simple reproductora: se espera de ella que sea fecunda, que Heve al nifio en su seno y que le dé a luz. Porque en la ciudad el nifio procede en primer lugar del padre y del linaje paterno. El nifio que mama o que descansa después de Ia toma es Ia imagen misma de la felicidad. El hecho de que se acepre privarle del seno materno por una “leche mercenari:” prueba que en la sociedad urbana se imponen nuevos valores. (Georges de La Tour, EI recién nacido, Rennes, Museo de Bellas Artes.) En la época en que ciertos padres dan a su hijo a criar, otros hallan en su compania “entretenimiento y alegria”, Las dos acti- tudes no son contradictorias; son prueba de que, ahora, se puede elegir. Desde luego, la “naturaleza” contintia hablando en favor del nifio criado por su madre; pero ésta no sdlo tiene deberes; de ahora en adelante pretende tener también derecho vivir, y reci- 302 FORMAS DFLA PRIATIZACION bela aprobacién del padre cuando manifiesta el deseo de conser- var un cuerpo integro y agradable. Sin embargo, la elecci6n no siem- pre esobvia. Noes ficil conciliar los intereses del nifio con los de Ja madre. Por tanto, no hay que extrafarse de que se den distin- tas respuestas a estas cuestiones. Afectividad y educacién Las nuevas relaciones que establecen estos “nuevos padres” con sas hijos influyen, claro est, en los comportamientos de estos tiltimos. Los textos de los sighos Xvi y xvit se hacen eco de ese “nuevo nitio”, Es mas despierto, mas maduros esto se obser- va y causa asombro, Por ejemplo, a comienzos del siglo Xvit, Louise Bourgeois, partera de la reina Marfa de Médicis, anota en sus Instrucciones a su hija que “los nifios pequefios del presente son muy sutiles”. Es entonces cuando los moralistas empiezan a denunciar la complacencia culpable de los padres y las madres res- pecto de sus hijos. Y su discurso se extiende a lo largo del siglo. *Conmucha sabiduria la naturaleza ha inspirado a los padres amor hacia sus hijos —observa Locke en 1693— pero si la Razén no modera ese afecto natural con una extrema circunspeccién, dege- nera ficilmente en indulgencia excesiva. Que los padres y madres amen a sus hijos pequefios, es lo més justo; su deber les obliga a ello. Pero sobre todo, no contentos con amar sus personas hasta Iegan a estimar sus defectos”. Y estos padres “demasiado apasio- nados de sus hijos” no se dan cuenta del daiio que les causan, “pues cuando los nifios se hacen mayores y sus malos habitos erecen en proporcién, los padres, que ya no pueden regalarles ni juguetear con ellos, comienzan a decir que son unos pillos, unos espiritus ariscos y llenos de malicia”. “Pero si a un nifio se le acostumbr6 a tener plena libertad de hacer todo lo que quiso mientras Hev6 el sayo vaquero, zpor qué ha de parecernos extrafio que pretenda el mismo privilegio y que use de todas sus mafias para seguir dis frutindolo cuando llega a Hevar las calzas?”. ‘Nose condena la privatizacidn de la educacién, lo que se teme es que, entendida de este modo, tenga consecuencias nefastas para el nitio. El “mimo” es causa de demasiadas debilidades. zAcaso cier- tas madres no llegan a tener comportamientos absolutamente exe~ crables? Como las que, nada mds dar a luz, por tanto impuras, no saben “guardarse de ese celo indiscreto que tienen de abrazar y LAINDRIDUALIZACION DEL NISO 303, besar asu hijo, Se reconoce por su indiscrecién—senala el médi- co Jacques Duval— que les tienen un amor de mono, que es, segiin dicen, que estrecha tan fuertemente a sus crias, por un ardiente deseo de amistad, que las sofoca’. Para luchar contra semejantes “excesos”, toda una corrien- te pretende imponer en el transcurso del siglo Xvi reglasde com- portamiento conformesal decoro.... Y tal vez haya que ver en esta actitud represiva frente a una educacién privada en la que se con~ cede demasiada importancia a la afectividad, una de las razones de que la Iglesia y el Estado se hagan cargo del sistema educati- vo. Este paso progresivo de lo privado a lo pablico coincide, en efecto, con la voluntad del poder politico y religioso de contro- lar el conjunto de la sociedad. Y las nuevas estructuras educati- vas, en particular las de los colegios, cuentan répidamente con la adhesin de los padres. En efecto, éstos se convencen de que su hijo est siempre a merced de instintos primarios que es preciso contener y de que es importante “someter sus deseos al gobierno de la Razén”, Llevar a un nifioa la escuela es, por tanto, sustraerle ala naturaleza. Pero la causa esencial de tal adhesién segucamente no es ésa, La nueva educacién debe su éxito a que conforma los espiritus y, al mismo tiempo, responde a las exigencias de un individualismo que aumenta sin cesar. No hay contradiecin de Ja privatizacién” del nifio dentro de la familia nuclear con la edu- cacién piiblica que se le da. Una conciencia de la vida que ya no implica el respeto de las antiguas solidaridades y que pretende valo- raral individuo obliga a volverse hacia terceros, preceptores y diree- tores de estudios, que tienen como misién hacer que el niio acce da a conocimientos que no podria recibir de sus padres. Estos comprenden, en efecto, que la reduccién del espacio privado podria frustrar al nifio, ya que ellos mismos son incapaces de dar- iB una formacién distinta de la que antaiio recibia de la comuni- ad. Asi pues, se efectia un doble paso: de la familia troncal ala fami Jia nuclear; de una educacién piblica comunitaria y abierta, desti- nada a integrar al nifio en la colectividad para que adopte los intereses y los sistemas de representacién de la estirpe, a una edu- caci6n piblica de tipo escolar, destinada también a integrarle y, al mismo tiempo, a facilitar el desarrollo de sus capacidades. 304 FORMAS DEA PRIVATIZACION, Modelos piiblicos de uso privado La modificacién de la condicién del nifio no sélo resulta de Jas transformaciones que sufrieron las estructuras familiares en los siglos del clasicismo. La Iglesia y el Estado desempefiaron indis- cutiblemente un cometido en ese cambio. Por eso, la afirmacién del sentimiento de la infancia hacia 1550 vino acompaiiada de toda tuna serie de disposiciones legales que respondian, a la vez, a escriipulos de moral religiosa y a preocupaciones de caricter piiblico. Esta legislacién, poco aplicada en su momento, es tam: én el testimonio de los primeros balbuceos de una politica de proteccién ala primera infancia, primicias de una intervenci6n més amplia del Estado en las cuestiones demograficas. Pero, ciertamente, fue la difusidn de modelos ideoldgicos lo que convirtié en esencial el cometido de la Iglesia y del Estado, :stos modelos de nifio son modelos fuera de lo comin: no por ello han contribuido en menor grado a la “privatizacién” de la ima- gen del nifio. Modelos inaccesibles, vinieron a reforzar la emer- gencia del nifto como individuo en la sociedad occidental. La Iglesia, que supo utilizar el soporte textual e iconogrifico que ofrecia la imprenta, difundié dos modelos: el del nifio mistico y eldel NifioCristo. Alexaltarlasvir~ tudes de los que tienen una fe lo bastante fuerte para soportar los peores torments corporales, que pueden Hlevarles a la muerte pr matura, la corriente mistica con tribuy6avaloraralindividuo.Aclla se debe la creacién del modelo de santidad infantil: la imagen del hombre-santo excepcional es tam- bién la delniio-santoexcepcional, como Pedro de Luxemburgo 0 Catalina de Siena. Desde su mas temprana edad, estos nifios no tu- vieron mas ambicién que consa- grarsea Dios, y eseamora Diosles La doma del espfritu requiere, a veces, la doma del cuerpo. (Paris, Bibl. Nac.) LAINDRIDUALIZACION DEL SISO. 305 llevéa perderel apego a las cosas de aquiabajo,a desatender los més elementales deberes que requiere un cuerpo atin endeble, los cuidados de la higiene y los de la alimentaci6n. La exaltaci6n de Ja infancia mistica es un proceder que se contrapone en todo a la concepcién “naturalista” del cuerpo solidario. Este no toleraba Ja ruptura del ciclo vital; el cuerpo mistico, en cambio, implica el celibato, postula la ausencia de descendencia, o mejor, aspira a una posteridad de un nivel superior, a una posteridad espiritual. En el transcurso del siglo xvit se desarrolla en Francia toda una corriente de devocién a la infancia de Cristo: el cardenal de Bérulle y, luego, el Carmen y el Oratorio contribuyen a daral movi- miento alcance popular. Los manuales de devocién destacan centonces los rasgos humanos del “Dios-nifio”, cuya inocencia y dulzura tanto emocionan a los fieles reunidos alrededor del belén. Un sacerdote de Orleans, Pierre Thureau, refiere en su obra, El Santo Niio Jestis, publicada en 1665, que en la escuela de Cha- teauvieux, un burgo “desolado” de la didcesis, puede verse “un gran Nifio Jesis de talla dulce, que esta envuelto en sus mantillas tendiendo las manos a todos los que quieran ser sencillos y peque- fios como él y principalmente a los nifios”. En una sociedad en la que, durante tres siglos, un ministerio sacerdotal basado en el mie- do hace a todos sensibles a los peligros de la carne, del cuerpo, lugar de pecado, la imagen de estos nifios ejemplares viene en apoyo de nuevas formas de piedad interior. “Todos estos “emblemas de amor divino” no impiden que en Ja misma época se difunda un modelo laico de nifio excepcional, en el extremo opuesto del nifio mistico y del Niio-Cristo, ya que es en esta tierra en donde llega a realizarse: el nifio prodigio. En elsiglo xvu,librosy retratos dan a conocer a algunas de estas figu- ras, Por ejemplo, en 1613 se publica La civilidad moral de os niios conipuesta en latin por Erasmo, traducida en francés por Claude Hardy, parisiense, de nueve aios de edad. En cuanto al “pequefio de Beau- chasteau”, nacido hacia 1630, desde los siete afios habla varias len- guas y, a los doce, publica un libro de poemas. Pero es cierto que el siglo xv, con Amadeus, soporta bien la comparaci6n.. ‘A los nifios reales no se les pide que den a conocer sus méri- tos: son ya nifios pablicos. Sobre todo sie trata del delfin, Su naci- miento tiene lugar en pablico, y, durante su primera infancia, para Ino existe en realidad la vida privada; se le vigila constantemente,

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