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SENDER
LA LECCIN
Para que nos diga cmo hay que penetrar en el campo rebelde.
Hurtado haba perdido la mirada juvenil y franca que tena en Peguerinos.
Los milicianos crean que estaba disgustado porque no llevaban las bombas
ni los rollos de cuerda. El tipgrafo advirti:
Luego iremos a dejar los fusiles y a equiparnos como usted nos dijo, pero
quisiramos que terminara de darnos sus instrucciones para entrar en el
campo enemigo.
Fuera comenzaba a amanecer. A la luz del da era ya visible la bandera
traidora de Franco. El capitn desapareci y los milicianos quedaron
recordando las palabras con las que haba interrumpido su leccin: la
penetracin en el campo enemigo, junto al camino viejo de resineros. No
era tan fcil entrar en el campo enemigo. Slo un oficial con seis aos de
academia militar poda pretender organizar un servicio tan difcil. Se
sentaron todos en semicrculo. El ingeniero apret un poco ms la venda del
brazo, sirvindose de los dientes y de la mano libre. Haban dejado una silla
en el centro, para Hurtado.
Este volvi, pero venan con l dos oficiales acompaados de ms de
quince soldados, quienes desarmaron a los milicianos y los condujeron a
una zanja. Dijeron al joven ingeniero:
Salta ah dentro y as nos evitas tener que arrastrar luego tu cuerpo.
Dispararon sobre l y all qued, encogido, en el fondo. Ordenaron al
tipgrafo que cogiera una paletada de cal de un pequeo montn que haba
al lado y la echara al muerto. El tipgrafo contest en silencio mostrando
sus manos atadas. Lo desataron. Cogi la pala y mir a su alrededor.
Hurtado no estaba. Volvi a dejarla caer, salv de un brinco una pequea
cerca de piedra y corri, corri, corri. A sus espaldas oy varias descargas
de fusil. Las pistolas sonaban tambin como botellitas a las que se les quita
de pronto un corcho muy ajustado. Sinti en las piernas los golpes de unas
ramas de arbusto que no existan y en la boca un lquido caliente y salado.
Pudo llegar a Peguerinos. All estaba yo. Me cont todo esto mientras el
mdico se preparaba para hacerle una transfusin de sangre. Despus sac
su folleto sindical del bolsillo y se puso a leerlo.