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El Papa Francisco nos ha recordado que la Iglesia requiere en estos días de un laicado comprometido y fuerte, pues la invitación a seguir a Jesús y caminar con su Espíritu, es para todo cristiano, religioso o laico
El Papa Francisco nos ha recordado que la Iglesia requiere en estos días de un laicado comprometido y fuerte, pues la invitación a seguir a Jesús y caminar con su Espíritu, es para todo cristiano, religioso o laico
El Papa Francisco nos ha recordado que la Iglesia requiere en estos días de un laicado comprometido y fuerte, pues la invitación a seguir a Jesús y caminar con su Espíritu, es para todo cristiano, religioso o laico
@pesclarin www.antonioperezesclarin.com El Papa Francisco nos ha recordado que la Iglesia requiere en estos das de un laicado comprometido y fuerte, pues la invitacin a seguir a Jess y caminar con su Espritu, es para todo cristiano, religioso o laico. Sin embargo, la espiritualidad cristiana se ha ligado demasiado a la vida clerical, hasta el punto que con frecuencia, se identifica con ella. Hablar de espiritualidad nos suena a todos como asunto de curas y de monjas. De ah la urgencia de que los laicos construyamos nuestra propia identidad espiritual. A mi modo de ver, los laicos tenemos que construir una espiritualidad profunda en las dimensiones concretas de la vida familiar, el trabajo y la poltica. Frente a la cultura creciente que considera el matrimonio como una unin sin compromiso definitivo; cultura que mercantiliza la sexualidad y trata de desvincularla del amor; es urgente que los laicos desarrollemos una verdadera espiritualidad de la vida familiar, del vivir dos en una carne. Esto implica reivindicar el cuerpo como fuente de placer, de creatividad, de fecundidad y de vinculacin comunitaria. Espiritualidad, por ello, capaz de unir eros y gape, que vive intensamente, como don y regalo recibido, una sexualidad que es encuentro gozoso de los cuerpos y dilogo fecundo de los corazones. Esto supone el cultivo de la ternura y la opcin radical por una fidelidad inquebrantable. Supone tambin construir la vida sobre los pequeos detalles de la cotidianidad, la lucha permanente contra la rutina, la aventura diaria de reconstruir el amor. La familia son tambin los hijos, don de Dios y fruto del amor erotizado compartido. No basta engendrar o parir para merecer el ttulo de padre o madre. Uno se hace padre o madre por las relaciones de amor que es capaz de anudar con los hijos. La espiritualidad familiar implica educar con el ejemplo y cultivar cada da el respeto y el amor. Estoy convencido de que la mejor herencia que uno puede dejar a los hijos es el recuerdo de unos padres unidos, que se quieren, se respetan y se ayudan. Lo que realmente duele a los hijos no es propiamente la separacin, sino el maltrato antes de la separacin. Junto a la familia, los laicos tenemos el deber de vivir y construir una espiritualidad del trabajo y de la poltica. A travs del trabajo, continuamos la obra creadora de Dios que nos llam a recrear el mundo, a humanizarlo, a cuidarlo y conservarlo y no destruirlo. El actual mundo que pudiendo satisfacer las necesidades bsicas de todos, hunde a las mayoras en la miseria ms atroz, es una dolorosa constatacin de que los seres humanos no estamos utilizando apropiadamente, segn el plan de Dios, el poder creador que puso en nuestras manos. De ah la importancia de desarrollar, junto a la espiritualidad del trabajo, una autntica espiritualidad de la poltica entendida como servicio al bien comn, como medio de estructurar la sociedad de modo que se garanticen los derechos fundamentales de todos. No es posible vivir en la poltica una fe y una espiritualidad que no se traduzca en superacin de las aberraciones del clientelismo, de la privatizacin de lo pblico, de la corrupcin, de la defensa exclusivamente de los mos, del pragmatismo descarnado que busca conquistar o mantenerse en el poder por todos los medios.