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Sidur: Aleinu
Debemos alabar al Señor de todo, aclamar la grandeza de aquel que creó el mundo. Quien no nos
hizo como las naciones de la tierra, ni nos asignó como a las familias de la tierra. Quien no nos dio
una porción como la de ellos, ni marcó nuestro destino como el del resto de las multitudes. Ya que
ellos se persignan frente a la vanidad y lo vacío “y ruegan a un dios que no los salva” (Is. 45:20).
Mientras que nosotros nos hincamos, nos arrodillamos y rendimos pleitesía frente al Rey de
Reyes, el Santo bendito sea, quien puso los cielos e hizo firme la tierra. El trono de Su gloria es en
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La selección de textos está basada en el libro de M. Walzer, M. Lorberbaum, N. Zohar, A. Ackerman (eds.), The Jewish
Political Tradition, Volume Two: Membership
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las alturas celestiales, y la presencia de Su fuerza en las encumbradas elevaciones. Él es nuestro
Ds, y no hay otro, en verdad Él es nuestro Rey, no hay ninguno más. Como está escrito en Su Tora:
“Aprende, pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Ad-nai es Ds arriba en el cielo y abajo en la
tierra; no hay otro” (Dt. 4:39).
Por tanto confiamos en Ti, Ad-nai nuestro Ds, que prontamente muestres el esplendor de Tu
fuerza, a fin de remover las abominaciones de la tierra y que los ídolos sean totalmente
destruidos. Para reparar el mundo bajo el reinado del Todopoderoso. Y todo ser humano invocará
Tu nombre, para orientar hacia Ti a todos los malvados de la tierra. Te conocerán y reconocerán
todos los habitantes del mundo, ya que toda rodilla ante Ti se inclinará y toda lengua a Ti jurará
[lealtad]. Ante Ti, Ad-nai, nuestro Ds, se hincarán y caerán, y honrarán a Tu glorioso nombre.
Todos ellos recibirán el yugo de Tu reinado, y reinarás sobre ellos prontamente y para siempre. Ya
que el reino a Ti te pertenece y por siempre habrás de reinar con honor. Como está escrito en Tu
Tora: “Ad-nai reinará eternamente y para siempre” (Ex. 15:18). Y también dice: “Ad-nai será rey
sobre toda la tierra; en aquel día, Ad-nai será único, y único será Su nombre” (Za. 14:9).
Sidur: Havdala
Bendito eres Tú, Ad-nai, Ds nuestro Rey del Universo, que estableciste distinción entre lo sagrado
y lo profano, entre la luz y la oscuridad, entre Israel y los demás pueblos, entre el día séptimo y los
seis días de la creación. Bendito eres Tú, Ad-nai, que estableciste distinción entre lo sagrado y lo
profano.
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trabajos forzados. En cuanto a la guerra – soy Yo quien las he librado, como está escrito: “Ad-nai
es hombre de guerra” (Ex. 15:3). ¿Hay alguno entre ustedes que puede declarar ‘¡Esta!’? *Ds habla
con los persas como con los romanos].
Inmediatamente, ellos saldrán de la presencia de Él, sumamente decepcionados *…+ y lo mismo
ocurre con cada una de las naciones.
Todas ellas habrán entonces de argüir frente a Él: Soberano del Universo, ¿acaso nos la has
ofrecido (la Tora) y nosotros nos hemos negado a aceptarla?
¿Pero de dónde se te ha ocurrido decir esto? ¿Acaso no está escrito: “Y dijo: Ad-nai vino
de Sinaí, de Seir los alumbró” (Dt. 33:2) y también dice: “Ds viene de Temán *el Santo
desde el monte de Parán+” (Hab. 3:3)? ¿Por qué menciona a Seir? ¿Por qué menciona a
Parán? Dijo Rabi Iojanan: Nos enseña que la presentó el Santo bendito sea (la Tora) a
todas las naciones y lenguas y no la recibieron hasta que vino a Israel y la aceptaron *…+
Entonces, así es que dicen [las naciones]: Soberano del Universo, ¿acaso pusiste una
montaña sobre nuestras cabezas y no la aceptamos como hiciste con Israel, como está
escrito: “Ellos se congregaron al pie del monte” (Ex. 19:17). Y dijo Rab Dimi bar Jama: Nos
enseña que puso el Santo bendito sea el monte como una cubeta sobre Israel y les dijo: Si
aceptan la Tora, bien, y si no esta será vuestra tumba.
En ese momento, les dirá el Santo bendito sea: Los primeros me informarán, como está escrito:
“Que nos haga oir las cosas primeras” (Is. 43:9). Los siete preceptos *de Noé+ que aceptaron,
¿cómo los han cumplido? Y les enseñará [el Santo bendito sea] que no los han cumplido. *…+
Las naciones del mundo le contestarán al Santo bendito sea: Soberano del Universo, Israel que
aceptó la Tora, ¿cómo la cumplió? Les responderá el Santo bendito sea: Yo soy testigo que ellos
cumplieron con toda la Tora. Le dirán: Soberano del Universo, ¿acaso un padre puede dar
testimonio de su hijo, como está escrito: “Israel es mi hijo, mi primogénito” (Ex. 4:22)? Les
responderá el Santo bendito sea: Los cielos y la tierra serán testigos de que ellos cumplieron con
toda la Tora. Le dirán: Soberano del Universo, los cielos y la tierra son partes interesadas en
relación a su testimonio, como está escrito: “Si Yo no he establecido mi pacto día y noche
entonces no habré de sostener las leyes del cielo y la tierra” (Je. 33:25) *…+ Les responderá el
Santo bendito sea: De ustedes vendrán y testificarán que Israel cumplió con toda la Tora. Vendrá
Nimrod y dará testimonio de Abraham, quien no sirvió a dioses paganos; vendrá Laban y dará
testimonio de Jacob, quien no pudo ser culpado de robo; vendrá la mujer de Potifera y dará
testimonio de José, quien no pudo ser culpado de adulterio; vendrá Nabucodonosor y dará
testimonio de Janania, Mishael y Azaria, quienes no se arrodillaron frente al ídolo; vendrá Darío y
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Rabi Iehuda haLevi (Tudela, c. 1075 – Jerusalem, 1141): El Cuzarí 1:31-47
(1:31) Dijo el sabio: Es en virtud del orden físico que la nutrición, el crecimiento y la procreación,
así como sus variados poderes y todas las condiciones pertenecientes a ellos se vuelven
necesarios. En este sentido, plantas y animales se distinguen de la tierra, las piedras, los minerales
y los elementos.
(1:32) Dijo el Cazar: Esta es una observación general que necesita ser trabajada en detalle, pero es
cierta.
(1:33) Dijo el sabio: Es en virtud del orden psíquico que todos los animales son distinguidos, y los
movimientos, las voluntades, los caracteres, los sentidos externos e internos, etc. Necesariamente
surgen de allí.
(1:34) Dijo el Cazar: Esto tampoco puede ser negado.
(1:35) Dijo el sabio: Es en virtud del orden intelectual que el animal racional se distingue de todos
los otros animales. Más aun, el mejoramiento del carácter de la persona, y luego el mejoramiento
de su casa, y finalmente el mejoramiento de la ciudad necesariamente surgen de allí. Por lo tanto,
los regímenes políticos y las leyes políticas comienzan a existir.
(1:36) Dijo el Cazar: También esto es verdad.
(1:37) Dijo el sabio: Entonces, ¿qué nivel se encuentra por sobre este último?
(1:38) Dijo el Cazar: El nivel de los grandes sabios.
(1:39) Dijo el sabio: Yo tengo en mente aquí a nadie más que a los del nivel cuyos representantes
se distinguen del resto gracias a una diferencia esencial, así como las plantas se distinguen de las
cosas inanimadas, y el hombre se distingue de las bestias. Sin embargo, las pequeñas diferencias
dentro de una misma clase son infinitas, ya que son meramente diferencias accidentales y no son
realmente niveles diferentes.
(1:40) Dijo el Cazar: En este caso, entonces, no hay ningún nivel que trascienda al del hombre
entre los varios seres creados que son objeto de la percepción sensorial.
(1:41) Dijo el sabio: Bueno, pero si pudiéramos encontrar a un hombre que ingiere fuego sin
dañarse, que puede vivir sin comida durante un largo período de tiempo sin sentir hambre, cuyo
rostro tiene un resplandor que no puede ser soportado por otras personas, que no se enferma, no
se vuelve senil y no se agota, de forma tal que cuando ha llegado su hora, muere con una muerte
elegida libremente de igual manera que uno sube a su cama para dormir en un determinado día y
en una determinada hora, y sabe asimismo cosas ocultas sobre aquello que ha sido y aquello que
será; ¿no sería este el nivel que te mencione y que es esencialmente diferente del nivel de las
personas ordinarias?
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(1:45) Dijo el sabio: Por el contrario, nosotros estimamos toda nuestra genealogía a partir de este
evento. No hay diferencia de opinión entre dos judíos sobre esto, desde la tierra de los Cazares
hasta la tierra de los Etíopes.
(1:46) Dijo el Cazar: ¿Cuál es entonces tu estimación?
(1:47) Dijo el sabio: Cuatro mil quinientos años desde la creación del mundo. Este cálculo puede
ser explicado tomando en cuenta los años de vida de Adán, Seth y Enosh hasta Noé, luego desde
Shem y Eber hasta Abraham, luego desde Isaac y Jacob hasta Moisés, la paz se con ellos. En virtud
de su cercanía con el dominio divino, estos hombres fueron la mejor parte y los más selectos de
los descendientes de Adán, aun cuando cada uno de ellos tuvo hijos tan valiosos como las
cáscaras, quienes no se asemejaron a sus padres, y por tanto el dominio divino no les fue
otorgado. La cronología, entonces, fue determinada por aquellos que eran divinos. Ahora bien,
ellos eran solamente individuos y no grupos, hasta que Jacob engendró a los ancestros de las doce
tribus, quienes fueron todos merecedores del dominio divino. Por lo tanto, la divinidad pasó a
existir dentro de todo un grupo.
Rabi Moshe ben Maimon (Córdoba, 1135 – Fostat, 1204): Mishne Tora, Leyes de Idolatría 1:3
Una vez que se hubo destetado, comenzó [Abraham] a explorar con su mente – aun siendo un
niño – y a pensar de día y de noche. Él se cuestionaba: ¿Cómo es posible que esta esfera sigue
siempre su curso natural con nadie que la dirija? ¿Quién es el que la hace rotar, ya que es
imposible que ella misma cause su propia rotación? Él no tenía a nadie que le enseñe o lo instruya
en nada; más bien, él estaba sumergido en Ur de los Caldeos entre tontos idólatras de deidades
extrañas.
Su padre, madre, y toda la gente eran adoradores de deidades extrañas, y él los servía a esos
dioses junto a ellos. Pero mientras tanto, su corazón buscaba y comprendía, hasta que aprehendió
el verdadero camino y entendió el curso justo de las cosas a partir de su correcto entendimiento:
él se dio cuenta de que hay un solo Ds, quien es el que conduce las esferas, y que creó todo, y que
en todo lo que existe no hay otra deidad salvo Él.
Él entendió también que todas las personas se encontraban en el error y que aquello que los había
llevado a errar era el adorar a estrellas e imágenes por tanto tiempo que la verdad se había
perdido de sus mentes. Fue a la edad de cuarenta años que Abraham reconoció a Su creador.
Tan pronto como él comprendió estas verdades, comenzó a rivalizar con los ciudadanos de Ur de
los Caldeos y a debatir con ellos, diciéndoles: El camino por el cual caminan no es la verdadera
senda. Él rompió los ídolos y comenzó a hacer saber a la gente que nadie excepto el Ds del
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regresando a la gente hacia la verdad. Isaac impartió esta enseñanza a Jacob y le asignó que la
transmita. Jacob continuó enseñando y regresando a todos los que se sumaban a él hacia el
camino de la verdad.
Jacob nuestro patriarca le enseñó esto a todos sus hijos, pero separó a Levi y lo nombró la cabeza
espiritual, instalándolo en una academia para enseñar “el camino de Ad-nai” (Ge. 18:19) y
preservar el mandato de Abraham. Y le ordenó a sus hijos que no dejaran de nombrar en lo
sucesivo a un encargado de los hijos de Levi para que no se olvidara esta enseñanza.
Esta empresa continuó juntando fuerzas entre los descendientes de Jacob y entre los que se
sumaron a ellos: una nación conocedora de Ds estaba emergiendo en el mundo. Esto continuó
hasta que la estancia de Israel en Egipto se prolongó, y entonces los hombres tuvieron una
regresión, aprendiendo de los actos y adoraciones de los egipcios, con la excepción de la tribu de
Levi, quienes permanecieron fieles al mandato de su patriarca; y nunca la tribu de Levi cometió
idolatría.
En poco tiempo, el fundamento que había plantado Abraham fue arrancado y los descendientes
de Jacob volvieron a confundir a las naciones y a hacerlas errar. Pero debido al amor que Ad-nai
nos tiene, y fiel a la promesa que le había hecho a Abraham nuestro patriarca, Él eligió a Moisés –
nuestro maestro y maestro de todos los profetas – y le encargó su misión profética.
Una vez que Moisés comenzó a profetizar, y Ad-nai tomó a Israel como Su heredad, los coronó con
los preceptos y les enseñó el camino para servirle, y cuál habría de ser la ley para aquellos que
sirvan a ídolos, y para aquellos que se desvíen en pos de ellos.
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patrimonio de todo el género humano, a menos que queramos soñar que la naturaleza ha
engendrado desde antiguo diversos géneros de hombres. En cambio, los medios que sirven para
vivir en seguridad y para conservar el cuerpo, residen principalmente en las cosas externas;
precisamente por eso, se llaman bienes de fortuna: porque dependen, sobre todo, del gobierno de
las cosas externas, que nosotros desconocemos; y en este sentido, el necio es casi tan feliz o infeliz
como el sabio.
No obstante, para vivir en seguridad y evitar los ataques de los otros hombres y de los mismos
brutos, nos puede prestar gran ayuda la vigilancia y el gobierno humano. A cuyo fin, la razón y la
experiencia no nos han enseñado nada más seguro, que formar una sociedad regida por leyes fijas,
ocupar una región del mundo y reunir las fuerzas de todos en una especie de cuerpo, que es el de
la sociedad. Ahora bien, para formar y conservar la sociedad, se requiere un ingenio y una
vigilancia no mediocre; y por tanto, la sociedad más segura y estable, y la menos expuesta a los
embates de la fortuna, será aquella que esté fundada y dirigida, en su mayor parte, por hombres
sabios y vigilantes; y a la inversa, aquella que esté formada por hombres torpes, depende, en su
mayor parte, de la fortuna y es menos estable. Y, si acaso permanece largo tiempo, se debe a la
dirección ajena y no a la propia; aún más, si llega a superar grandes peligros y las cosas le resultan
favorables, no podrá menos de admirar el gobierno de Ds y adorarle (en cuanto que Ds actúa a
través de causas externas ocultas, no en cuanto que actúa por la naturaleza y la mente humanas),
puesto que le ha sucedido algo realmente inesperado, que incluso puede ser tenido por un
milagro.
Por consiguiente, lo único por lo que se distinguen las naciones entre sí, es por la forma de su
sociedad y de las leyes bajo las cuales viven y son gobernadas. Y por lo mismo, la nación hebrea no
fue elegida por Ds, antes que las demás, a causa de su inteligencia y de su serenidad de ánimo,
sino a causa de su organización social y de la fortuna, gracias a la cual logró formar un Estado y
conservarlo durante tantos años. La misma Escritura lo hace constar con toda claridad, ya que
basta una lectura superficial para ver claramente que los hebreos sólo superaron a las otras
naciones en que dirigieron con éxito todo cuanto se refiere a la seguridad de la vida y en que
lograron vencer grandes peligros, gracias, sobre todo, al auxilio externo de Ds; en lo demás, fueron
iguales a los otros pueblos, y Ds fue igualmente propicio a todos.
En cuanto al entendimiento, consta (como hemos mostrado en el capítulo precedente) que
tuvieron pensamientos sumamente vulgares sobre Ds y la naturaleza; en este sentido, no fueron,
pues, elegidos por Ds más que los otros. Ni tampoco en cuanto a la virtud y a la vida verdadera;
puesto que en esto también fueron iguales a los demás pueblos, y poquísimos fueron elegidos *…+
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fuera de la sociedad y del Estado, posee ningún don de Ds por encima de los demás y no se
diferencia en nada de un gentil.
Por consiguiente, como es verdad que Ds es igualmente benigno, misericordioso, etc., con todos y
que el oficio de profeta no consistía tanto en enseñar las leyes peculiares de la patria, cuanto la
verdadera virtud, y en invitar a los hombres a practicarla, no cabe duda que todas las naciones
tuvieron profetas y que el don profético no fue peculiar a los hebreos. Esto lo confirma la historia,
tanto profana como sagrada *…+
Ya sólo nos resta contestar a las razones con que algunos quieren persuadirse de que la elección
de los hebreos no fue temporal y únicamente en orden al Estado, sino eterna. Vemos, dicen, que
los judíos han sobrevivido largos años, después de la pérdida de su Estado, dispersos por todas
partes y separados de todas las naciones, como no ha sucedido con ningún otro pueblo; y que,
además, las Sagradas Escrituras parecen enseñar en muchos lugares que Ds ha elegido para sí a los
judíos para siempre; por consiguiente, aunque perdieron el Estado, siguen siendo los elegidos de
Ds.
Los pasajes que más claramente prueban, según ellos creen, esta eterna elección, son
principalmente los siguientes. En primer lugar, Jeremías (31:36), donde el profeta declara que la
semilla de Israel seguirá siendo por siempre el pueblo de Ds, comparando a los judíos con el orden
fijo de los cielos y de la naturaleza. En segundo lugar, Ezequiel (20:32), donde el profeta parece
querer decir que, aunque los judíos decidieran ex professo abandonar el culto divino, Ds los
reunirá de todas las regiones en que estaban dispersos y los conducirá al desierto de los pueblos,
como condujera a sus padres al desierto de Egipto; y que, tras haberlos segregado de los rebeldes
y de los débiles, los llevará, finalmente, de allí al monte de su santidad, donde le rendirá culto toda
la familia de Israel.
Aparte de estos pasajes, suelen aducir otros, especialmente los fariseos; pero yo creo que habré
dado cumplida respuesta a todos ellos, contestando a estos dos. Lo haré sin dificultad, una vez que
haya mostrado por la misma Escritura que Ds no eligió para siempre a los hebreos, sino en las
mismas condiciones en que había elegido antes a los cananeos; pues también éstos, como hemos
mostrado ya, tuvieron pontífices que veneraban religiosamente a Ds; y, no obstante, a causa de su
molicie, de su pereza, y de su falso culto, Ds los rechazó. Y así, Moisés (Le. 18:27-28) advierte a los
israelitas que no se manchen con los incestos, como los cananeos, para que no los vomite la tierra,
como vomitó a aquellos pueblos que habitaban aquellos lugares. Y en Deuteronomio, les amenaza
en los términos más explícitos con la ruina total, diciendo: “Os aseguro hoy que pereceréis
totalmente; como los pueblos que Ds hace perecer ante vuestra presencia, así pereceréis
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Por mi parte, además, pienso que el signo de la circuncisión tiene, a este respecto, tanto poder,
que estoy convencido de que él solo basta para conservar eternamente a esta nación. Aún más, si
los fundamentos de su religión no afeminaran sus corazones, creería sin titubeos que algún día los
judíos, cuando se les presente la ocasión (¡tan mudables son las cosas humanas!) reconstruirán su
Estado y Ds los elegirá de nuevo.
Rabi Moshe Jaim Luzzato (Padua, 1707 – Akko, 1746): Derej HaShem II:4
[1] Uno de los temas más profundos en relación a la providencia divina es la relación entre Israel y
las naciones del mundo. Mientras que en términos de la naturaleza humana parecería que ambos
son exactamente iguales, desde el punto de vista de la Tora existe una enorme diferencia, y se
dividen como si fueran especies absolutamente distintas.
Ahora aclararemos este tema, explicando en qué se parecen y en qué se diferencian.
[2] Antes de que Adán pecara, él se encontraba en un nivel muy superior al del hombre
contemporáneo *…+ Cuando Adán pecó, cayó desde su elevado nivel original, y trajo sobre sí una
gran cantidad de oscuridad e insensibilidad de percepción *…+ La humanidad en general también
cayó desde su altura original, y permaneció en un nivel degradado en donde no era merecedora
del nivel de excelencia que estaba originalmente destinado para ella.
El hombre, por lo tanto, podía participar solo en un nivel muy inferior, y en este estado es que
nacieron sus hijos. Todos nacieron, en consecuencia, en este estadio imperfecto.
Sin embargo, aun en el tiempo de su caída, el elevado aspecto que existía en el hombre como
resultado de su verdadera raíz no fue completamente extinguido. Por lo tanto, Adán no fue hecho
a un lado completamente, y podía regresar a su elevado nivel. [Pero por ahora habría de funcionar
bajo una importante desventaja, ya que] él se encontraba en un plano inferior [el cual solo tenía]
el aspecto potencial del nivel superior.
Ds le dio a los descendientes de Adán el libre albedrío en este momento a fin de fortalecerlos y
permitirles elevarse de su estado inferior y recuperar el estado superior.
Sin embargo, la Sabiduría Superior determinó la duración de tiempo que mejor se ajustaba a tales
esfuerzos, y de manera acorde puso un límite de tiempo para estas generaciones. De alguna
forma, esto se asemeja mucho al tiempo limitado que se nos es dado a cada individuo hasta hoy.
Cada individuo tiene un limitado tiempo de vida y es durante el periodo de este tiempo que debe
alcanzar tanto la perfección como su nivel en la Comunidad del Mundo Futuro *…+ La razón en
ambos casos es que todo lo que involucra un esfuerzo debe estar limitado en el tiempo.
[3] La Sabiduría Superior vio correcto que este esfuerzo se divida en lo relativo a la raíz y lo relativo
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alcanzó, y todos habrían permanecido en este nivel y estado alcanzados por él en su calidad de
raíz.
El periodo durante el cual esto fue posible se extendió desde los tiempos de Adán hasta la
generación de la separación [cuando la Torre de Babel fue construida]. Durante este periodo
nunca cesó de haber hombres justos que predicaron con la verdad a las multitudes, advirtiéndoles
a ellos que se arrepientan. Entre estos individuos estaban Enoch, Metusalem, Shem y Eber.
Pero la medida del hombre fue colmada en la generación de la separación. El atributo divino de
justicia entonces decretó que el tiempo en el que los hombres podían ser considerados como
raíces habría de finalizar*…+
Ds entonces hizo un escrutinio de toda la humanidad, percibiendo los niveles que debían hacerse
permanentes en los miembros de aquella generación, de acuerdo con sus actos. Estas cosas luego
se volvieron una parte fija de su naturaleza en sus aspectos de raíz. Así fue decretado que cada
uno debía engendrar futuras generaciones, todas poseyendo las cualidades que fueron
consideradas apropiadas para el primero de sus antecesores.
Los descendientes de cada uno de estos individuos fueron entonces divididos entre grupos
permanentes, cada quien con sus propias características y limitaciones. Ellos fueron destinados a
ser padres de futuras generaciones que habrían de heredar estas características, así como los
miembros de una especie particular heredan las características de sus antepasados.
De acuerdo con la Sabiduría Superior, se vio que ninguno de ellos merecía elevarse por sobre el
degradado nivel al que Adán y sus hijos habían caído como resultado de su transgresión.
No obstante, había una sola excepción: Abraham. Él había tenido éxito al elevarse y, como
resultado de sus acciones, fue elegido por Ds. Abraham fue entonces transformado
permanentemente en un ser superior, Árbol excelente, conforme al más alto de los niveles del
hombre. Fue decretado que él habría de producir ramas [y ser padre de una nación] que posea sus
características.
El mundo entonces fue dividido en setenta naciones, cada una con su lugar particular y con su
esquema genera. Todas ellas, sin embargo, permanecieron en el nivel del hombre en su estado de
caída, mientras que solo Israel accedió al nivel elevado.
Luego de esto, la puerta fue cerrada en la época de las raíces. De ahora en más las cosas habrían
de ser dirigidas y llevadas sobre los individuos en calidad de ramas, cada uno de acuerdo con su
naturaleza.
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*5+ *…+ En aquel tiempo, Ds les dio a las naciones una última oportunidad. En Su merced, Él
suspendió el juicio final hasta el tiempo en que la Tora fue entregada [en el Sinaí]. En ese
momento, Él le ofreció la Tora a cada nación, otorgándoles la oportunidad de aceptarla.
Si cualquier nación hubiera aceptado la Tora, ese hecho los habría elevado de su estado inferior.
Pero lo que ocurrió fue que ninguno de ellos deseaba la Tora, y su juicio fue completamente
sellado. La puerta fue cerrada de forma permanente, sin la posibilidad de volver a abrirla jamás.
No obstante, todavía fue posible para todo individuo convertirse al judaísmo. En este sentido, la
persona podría incluirse a sí misma en el árbol de Abraham por su propia y libre voluntad.
[6] El decreto, sin embargo, no contemplaba que las otras naciones debían ser destruidas.
Simplemente significó que ellas habrían de permanecer en el nivel inferior que antes explicamos.
Este estado inferior nunca habría sido pensado para el hombre si Adán no hubiese pecado. Solo
comenzó a existir en primer lugar como consecuencia del pecado.
Estas naciones todavía tienen aspecto humano, aun si se encuentra manchado, y Ds desea que al
menos tengan una contraparte de lo que debería haber sido para toda la humanidad. Por lo tanto,
Él les entregó un alma divina de alguna manera similar a la del judío, aun cuando se encuentra en
un nivel muy inferior. Asimismo, les fueron entregados mandamientos, a través de los cuales
podían alcanzar beneficios materiales y espirituales apropiados para su naturaleza. Estos son los
siete mandamientos otorgados a los hijos de Noé *…+
[7] En el mundo por venir, sin embargo, no habrá otra nación más que Israel.
Las almas de los gentiles justos tendrán permiso de existir en el mundo futuro, pero solo como una
adición y anexo a Israel. Ellos serán por lo tanto secundarios a los judíos, así como las ropas son
secundarias a aquel que las usa. Todo lo que habrán de alcanzar del bien final tendrá que ser
alcanzado de esta manera, ya que por virtud de su propia naturaleza, ellos no pueden recibir nada
más.
[8] Cuando el mundo fue dividido en setenta naciones, Ds eligió setenta ángeles como oficiales a
cargo de estas naciones, a fin de supervisar lo que hacían y estar atento a sus necesidades.
Por lo tanto, Ds no ve que pasa con estas naciones sino de manera general. Es cada uno de estos
ángeles quien se preocupa por los detalles, a través del poder que Ds les otorgó para este
propósito. Ds por tanto le dijo a Israel: “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de
la tierra” (Am. 3:2).
Esto no significa, sin embargo, que los detalles están alejados del conocimiento divino. Esto no
Rabino Leo Baeck (Lissa, 1873 – Londres, 1956): “Revelación y la religión del mundo”2
La idea de elección necesariamente implica un cierto grado de exclusividad. El ir por el propio
camino significa rechazar los caminos de los demás; el reconocer la verdad significa evitar el error.
Israel entendió su creencia con creciente claridad y firmeza al contrastarla con las creencias de
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The Essence of Judaism (1905), pp. 65-68
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otros pueblos. Al encontrar en ellos mismos suficiente fuerza como para sostenerse
independientemente y en oposición a todos los demás, pudo crear su propia vida y volverse “el
pueblo.” “Es un pueblo que había solo y no se cuenta entre las naciones” (Nu. 23:9).
El judaísmo siempre ha enfatizado su unicidad; las enseñanzas proféticas demandaban
segregación de los pueblos vecinos y la tradición oral debía erigir “una valla alrededor de la Tora”
(Avot 1:1). El exclusivismo, como se ha dicho, es el “lado negativo del deber de sostener la propia
fe.” Debemos agregar que también es consecuencia necesaria del mandamiento: “No tendrás
otros dioses delante de Mí” (Ex. 20:3). El exclusivismo se corresponde con este mandato
precisamente de la misma manera que la confesión de la fe se corresponde con la primera oración
de los Diez Mandamientos – lo cual explica por qué el exclusivismo está enteramente ausente de
las religiones politeístas. El exclusivismo tiene el mismo significado para la comunidad que el
mandato de separar la santidad tiene para los individuos; para ambos, la veracidad religiosa no se
hinca ni subyuga frente a ninguna deidad extraña. Donde el ideal exclusivista falta, siempre ocurre,
como la historia nos ha demostrado en muchas oportunidades, que sobreviene el sincretismo = la
intrusión de influencias espirituales de todos los planos inferiores. El hecho de que este
particularismo adquirió prontamente su énfasis ético fue una expresión de la genialidad del
judaísmo, el cual vio cada hecho como una tarea y cada realidad de la vida humana como una
fuerza que moldea. La exclusividad nacional fue transformada en exclusividad ética, y la unicidad
de la posición histórica de Israel en la unicidad de la obligación religiosa. El pacto entre el pueblo y
Ds fue transformado en mandamiento, en el enlace que dio a Israel su sentido de dignidad y
conciencia. Israel es elegido si se elige a sí mismo. “Te confirmará Ad-nai como su pueblo santo,
como te lo ha jurado, si guardas los mandamientos de Ad-nai tu Ds y sigues sus caminos” (Dt.
28:9). “Habéis pues de serme santos porque yo, Ad-nai, soy santo, y os he apartado de entre los
pueblos para que seáis míos” (Le. 20:26) *…+
Israel ha sido elegido por Ds; por lo tanto, Ds es su juez – esta es la idea central de las enseñanzas
proféticas. Israel, aun cuando ha sido elegido por Ds, puede permanecer en este estado solo si
practica la justicia; el pecado lo separa de Ds. Su única posible existencia es religiosa: o bien vive
como Ds ha comandado o no vivirá en lo absoluto. Desde esta convicción se eleva la idea de la
misión histórica y mundial de Israel, y su responsabilidad frente a Ds y el hombre. La elección es un
llamado divino a todo un pueblo. Esta misión va más allá de Israel; es una elección por el bien de
los otros. Todo Israel es mensajero del Señor, el “siervo de Ds,” que debe cuidar su religión en
Ahad haAm (Kiev, 1856 – Tel Aviv, 1927): “Esclavitud en libertad,” “Moral Nacional”
“Esclavitud en libertad” (1891)3
Habiendo acordado, por el bien de la emancipación, el negar la existencia del *…+ pueblo *de
Israel], considerando el judaísmo simple y solamente como una religión, los judíos occidentales se
han comprometido a sí mismos y a su posteridad a guardar con el mayor de los cuidados la unidad
religiosa de Israel. Pero la emancipación demandaba ciertos cambios prácticos en temas religiosos;
y no todo el mundo podía hacer este sacrificio. Por lo tanto, los “dueños de la fe judía” se han
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Selected Essays of Ahad Ha’Am, pp. 182-194
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dividido en varias sectas; la unidad de la religión, en su lado práctico, se ha desvanecido. No
queda, entonces, otra ligazón más que la religión en términos teóricos – es decir, ciertas creencias
abstractas que son compartidas por todos los judíos. Este lazo, además de la debilidad inherente
que tiene en común con todo concepto espiritual que no se cristaliza en la práctica *…+ se está
volviendo cada día más débil *…+ ¿Qué deberán hacer estos judíos que no tienen nada más que
esta religión teórica, la cual también se encuentra perdiendo injerencia en ellos? ¿Habrán de
renunciar al judaísmo en conjunto y *simplemente+ volverse *ciudadanos+ *…+? Algunos de ellos
han hecho esto: pero, ¿por qué no todos adoptan el mismo camino? ¿Por qué la mayoría siente
que no pueden hacerlo? ¿Dónde se encuentra la cadena *…+ que los retiene en su judaísmo y no
les permite liberarse? ¿Es acaso el sentimiento nacional instintivo que han heredado, y el cual es
independiente de las creencias o prácticas religiosas? ¡Ds no lo permita! ¿Acaso no renunciaron a
este sentimiento hace cientos de años a cambio de la emancipación? Sin embargo, es un hecho
que no pueden desarraigar este sentimiento. Aun cuando lo intenten ocultar *…+ este vive de
todas formas; por más resentimiento que les cause, es una fuerza que anida en el centro del ser.
Pero esta respuesta, incluso cuando nos satisface a nosotros, no los satisface a ellos. Ellos han
renunciado a su *…+ nacionalidad *hebrea+, y no pueden volver atrás la palabra empeñada; no
pueden confesar que han vendido aquello que no estaba en sus manos poder vender. No
obstante, y siendo esto así, ¿cómo es que pueden justificar su obstinado apego al nombre “judío”
– nombre que no les trae ni honor ni provecho – en aras de ciertas creencias teóricas que ya no
sostienen, o, aun si las siguen sosteniendo con sinceridad, bien podrían creer en ellas sin un
nombre especial, como ocurre con todos los deístas no judíos?
Por mucho tiempo esta pregunta ha *…+ incomodado a los pensadores judíos de Europa
occidental; y es la pregunta que los ha llevado, en las últimas generaciones, a proponer el nuevo y
extraño evangelio al cual se aferran tenazmente hasta este mismo día – me refiero a la famosa
enseñanza de “la misión de Israel entre las naciones.” Esta teoría está basada en una idea
anticuada *…+ que se contrapone con todos los principios de la ciencia moderna: como si toda
nación haya sido creada desde un inicio con un propósito particular, y por tanto tiene una
“misión” que debe cumplir, viviendo incluso en contra de su voluntad hasta que se complete la
tarea impuesta desde las alturas. Consecuentemente, por ejemplo, los griegos fueron creados
para pulir y perfeccionar la belleza externa; los romanos para exaltar y ensalzar la fuerza física.
Según esta hipótesis, no es difícil encontrar una respuesta a nuestra propia pregunta – una
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Kol Kitve Ahad Ha’Am, pp. 162-163
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y las condiciones cambiantes de la vida. Si este es el caso con todas las otras naciones iluminadas
cuyas características, circunstancias e historia son similares, también es cierto a fortiori para el
pueblo de Israel. Desde su concepción, Israel ha sido una “nación que reside sola” (Nu. 23:19),
separada de todas las otras naciones en su desarrollo y su historia única *…+ Por lo tanto,
ciertamente debe de tener una moralidad nacional distintiva fundada en su carácter espiritual, su
vida histórica y sus circunstancias y necesidades actuales.
En consecuencia, la pregunta sobre las obligaciones nacionales [de cada uno] toma una nueva
forma. [En defensa de] la orientación negativa hacia la religión nacional, los nacionalistas pueden
ofrecer un argumento legítimo: la fe no depende de la voluntad, y no debemos hacer de ella un
fundamento de nuestra vida nacional. Sin embargo, una vez que reconocemos que el aspecto más
significativo de la vida nacional – esto es, la moralidad nacional – descansa en el formato religioso
*…+ ¿no estamos en condiciones de demandar de todos aquellos que elevan la bandera nacional
que busquen el conocimiento de la verdadera moralidad nacional e intenten hacer sus vidas
congruentes con esto?
Por ejemplo, nadie disputa el hecho de que el conocimiento y uso del lenguaje nacional es uno de
los métodos más efectivos para reforzar el espíritu nacional en los corazones de la gente. Esto es
cierto aun con la gran dificultad de identificar claramente los signos de un espíritu distintivo en
cada lenguaje nacional. Académicos determinados han intentado encontrar estos signos en
diferentes idiomas y han sido capaces de encontrar – con mucha dificultad – una relación general
e indefinida entre el lenguaje y el espíritu de la nación que lo utiliza. Al designar un idioma como
medio de afiliarse con el espíritu nacional, sin dudas confiamos en el siguiente argumento: El
espíritu de la nación crea y desarrolla su lenguaje. Y así como la esencia de cada creado pasa a sus
creaciones – como el jasidismo declara: “El poder de una causa reside en su efecto” – cada
lenguaje debe poseer las propiedades del espíritu nacional del cual ha sido creado. En
consecuencia, aun cuando no podemos designar cuál de esas propiedades está en el lenguaje,
estamos seguros de que el usar el idioma nacional acerca a la gente al espíritu nacional. Y si este
es el caso con el lenguaje, es ciertamente verdad para la moral. Después de todo, el lenguaje es
solo una reflexión de la vida y del desarrollo del espíritu, mientras que la moral es el vínculo
directo entre el espíritu interno y la vida externa. Y si uno se acostumbra a hacer consistentes
todos los ámbitos de su vida con los principios de la moral nacional, aun si inicialmente esto se
hace de manera artificial, uno terminará finalmente sintiendo en su corazón la fuente viviente, el
Aaron David Gordon (Troyanov, 1856 – Degania, 1922): “Un pueblo humano” (1920)5
Hemos venido a la tierra de Israel para renovar al pueblo y a la tierra. Pero lo principal es el
pueblo. El renacimiento del pueblo precede a la redención de la tierra. Nosotros construimos todo
sobre el pueblo. No es a través de fuerzas externas o por la gracia de otros que seremos salvados.
“La gracia de las naciones es un pecado” (Pr. 14:34). Un pueblo no debería recibir su renacimiento
y redención a través de la gracia o la caridad. Su fuera reside en sí mismo. Hemos venido a la tierra
de Israel antes de cualquier acto de gracia, hace dieciséis años, en tiempos en que no teníamos
idea ni soñábamos con *la Declaración Balfour y estábamos+ seguros de nuestra propia fuerza *…+
energía y compromiso. La tierra de Israel es la tierra del pueblo, y ellos la deben renovar,
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Kitve A. D. Gordon, vol. I, pp. 258-262
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de la vida colectiva – el pueblo – es defectuosa. No debo ir muy lejos en busca de pruebas: la
Guerra nos ha enseñado esto muy bien. Vemos que todo individuo humano, sin importar lo lejos
que esté de la perfección, aun así tiene un sentido de su propia imperfección y un anhelo
espiritual personal por llegar a la perfección, a lo bueno, a la luz *…+ el cual se expresa en varios
movimientos [sociales]. Aun cuando peca, ya sea sin querer o a conciencia, en contra de las más
sublimes aspiraciones humanas, él *…+ siente hasta cierto punto la necesidad de justificarse. El
pueblo, por el contrario, como una personalidad colectiva, es un animal de presa cruel y vil, el cual
no puede compararse con otros animales de presa. No solo tiene el pueblo como pueblo la
posibilidad de saquear, asesinar, robar, mentir, falsificar, profanar y cometer toda clase de
horrores y abominaciones, sino, más aun, todo esto cuenta para ellos como digno de alabanza,
heroico, algo por lo cual la persona debería dar su vida. En es esto – como lo hemos visto en la
Guerra – todas las clases, partidos y sectas son iguales. Todos los ideales y aspiraciones humanas
universales pierden su forma distintiva y quedan por debajo de esta demanda bestial, el crudo
egoísmo del pueblo. Y, ¿qué es el pueblo en este contexto sino la personalidad colectiva, el
creador de la vida colectiva? ¿Cómo, entonces, puede la vida colectiva ser humana, aun cuando se
sostiene sobre el orden social más justo?
En resumen: Sin pueblo humano no hay persona humana, no hay individuo humano. ¿Quiénes
más que nosotros, los hijos de Israel, debemos insistir sobre esto? Fuimos nosotros los que
primero proclamamos que la persona humana había sido creada a imagen de Ds. [Ahora] debemos
ir más lejos y decir: el pueblo debe ser creado a imagen de Ds. No porque seamos mejores que
otros, sino porque hemos cargado y llevado en nuestros hombros el yugo que dio lugar a esta
demanda. A cambio del sufrimiento que hemos soportado, del tipo que no puede ser encontrado
en ningún otro lugar en el mundo, se nos ha dado la posibilidad de ser los primeros en esta
creación. A través de la fortaleza de nuestro dolor, encontraremos la fuerza para esta creación. De
todo tipo de desperdicios se produce el gas para iluminar; de todo tipo de catástrofes y
sufrimiento infernal, hemos producido una luz escondida, la cual deberemos sacar a relucir
creando un pueblo humano, un pueblo a imagen de Ds.
Esta es la demanda. En todas nuestras leyendas, en toda nuestra literatura ancestral, se habla de
la luz escondida. Ella existe. Si no hubiese sido por ella, nosotros no habríamos perseverado por
más de dos mil años los sufrimientos infernales del exilio. No obstante, cuando intentamos sacar a
relucir esta luz de su lugar oculto, esta parece apagarse en nuestras manos, se reduce o
Rabi Abraham Isaac Kook (Griva, 1865 – Jerusalem, 1935): Orot (1921)
“Israel y su renacimiento”
El fundamento de la maldad, la cual se subdivide en idolatría y herejía, viene para ubicar a la
escoria de la vida, por la permisividad de las existencias que se dan en el ser y en el Hombre, en la
ética y la voluntad, en la acción y el comportamiento, para darles grandeza y regir dentro del bien
y lo santo; no para purificar lo santo, sino para profanar y contaminarlo. El lugar de la idolatría se
encuentra afuera. Se ubica en el lugar de la polución y las permisividades ordinarias, y busca
fortalecerse y dominar todo el contenido de la santidad mezclándose con ella siempre que sea
posible. Más grande aun es la maldad oculta y venenosa de la herejía, la cual busca su lugar en la
esencia misma de la santidad. “A la araña puedes atraparla con tus manos, pero se encuentra en el
palacio del rey” (Pr. 30:28). La herejía busca dejar intacta toda la polución del mundo, toda lo
burdo de la carne y todas las inclinaciones malvadas que se aferran al cuerpo, en las
profundidades de sus elementos materiales, y se eleva desde allí a la alegría de lo santo, el cual es
inmediatamente profanado y mancillado por las manos impuras.
“Pero Ad-nai no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda” (Ge. 4:5), debido a la maldad que tenía
aferrada a él. El asesinato, que luego se materializó, se encontraba ya en potencia en el mismo
momento en que el sacrificio fue traído con las frutas de la tierra. Este sacrificio es una
abominación. Es lo que amplifica el poder del mal; el pecado que se agazapa en la puerta, el cual
se fortalece con la fragancia de lo santo que absorbe en su interior y lo transforma conforme su
propiedad. Así continúa la maldad del Cainismo, buscando encontrar favor en los ojos de Ds, y que
Ds pueda volverse a él y a su ofrenda, mientras que en su interior sabe que Ds lo ha rechazado. Su
cara decae y se enoja extremadamente, y en la primera oportunidad la mano del asesino aparece;
el carácter del pecado, el cual busca la sangre del Cainita, se vuelve visible en toda su
abominación.
El fundamento del cristianismo (literalmente: ‘minut,’ es decir: ‘herejía’), que ridiculizó las palabras
de los sabios y causó estragos internos en Israel – aun cuando fue incapaz de destruir su base,
debido a la mano llena de poder de Ds quien es la vida de la nación *…+ – tejió telarañas, las cuales
Mordejai Kaplan (Sventiany, 1881 – New York, 1983): El futuro del judío americano (1948)
“La idea de pueblo elegido: un anacronismo”
A pesar de la tendencia en ciertos círculos de considerar a las ideas como el subproducto de la
interacción que se da entre las fuerzas ciegas de lo social y lo económico, y a mirar a la razón como
una mera racionalización de las pasiones y deseos instintivos, nosotros los judíos debemos insistir
en un pensamiento claro y directo como indispensable. Debemos esforzarnos para superar la
inercia que nos sigue encadenando a un mundo de pensamiento completamente ajeno al espíritu
moderno. Hay una gran diferencia entre nuestro universo discursivo y aquel en el cual nuestros
padres vivieron antes de la emancipación, así como ocurre con la moderna foto del universo físico
que tenemos hoy y aquella que prevalecía hasta que Copérnico demostró que la tierra se mueve
alrededor del sol. Así como, en tiempos antiguos, el hombre pensaba que la tierra era el centro del
universo, y que sus propias casas, estando equidistantes de todos sus costados respecto del
horizonte, era el centro de la tierra, así nuestros padres, en tiempos pre-modernos, entendían el
drama de la vida humana como aquel que agotaba todo el sentido de la creación, siendo el pueblo
judío el héroe de este drama, con el resto de las naciones en calidad de actores secundarios.
La idea de Israel como pueblo elegido, debe, por lo tanto, ser entendida como perteneciente al
universo conceptual al cual ya no pertenecemos. Esta idea se integra a un conjunto de conceptos
que fueron congruentes y racionales en su tiempo, pero que ya no pueden ayudarnos a entender
las relaciones, o a orientarnos en determinadas circunstancias, así como existen hoy en día. La
[Reinterpretaciones]
La emancipación ha socavado el estatus de los judíos en cuanto nación. El iluminismo o
racionalismo ha socavado el estatus de los judíos como kneset o ecclesia. La base tradicional para
la creencia de que Israel fue el pueblo elegido por Ds radicaba en asumir que los eventos
milagrosos registrados en la Tora concernientes a los patriarcas y sus descendientes en Egipto
representaban una verdad fáctica. Por lejos, el más significativo de estos eventos milagrosos fue la
revelación de Ds a Israel en el monte Sinaí. Era tan impensable poner en duda la verdad de estos
eventos como preguntarse por la realidad de nuestro propio cuerpo. Bajo estas circunstancias, los
judíos no podrían haberse considerado a ellos mismos sino como el más privilegiado de todos los
pueblos. [Pero] el judío de mente moderna no puede considerar los eventos milagrosos
registrados en la Tora y en el resto de la Biblia más que como leyendas. Por lo tanto, no puede
aceptarlos como evidencia para la doctrina tradicional judía de que Israel es el pueblo elegido de
Ds. El intento de proveer otras evidencias es en sí mismo un despegarse de la tradición. Este
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intento podría estar justificado si, al menos, contáramos con nueva evidencia que fuera
convincente. ¿Pero acaso es convincente?
Imposibilitado de aceptar literalmente la versión tradicional de la doctrina del pueblo elegido, el
ala religiosa de los primeros iluministas judíos (maskilim), los primeros reformistas, y el grupo
intermedio que se auto-denominó como la escuela histórica, reinterpretaron esta doctrina para
que signifique una de las siguientes proposiciones, las cuales aparecen expuestas en el libro Jewish
Theology de Kaufmann Kohler, justificando así la demanda de los judíos de ser el pueblo elegido:
1. Los judíos poseen características hereditarias que los califican para ser superiores al resto
del mundo en términos de religión y ética.
2. Sus ancestros fueron los primeros en alcanzar aquellas concepciones e ideales religiosos y
éticos que, al final, se volverán la posesión común de toda la humanidad y los ayudará a
conseguir la salvación.
3. Los judíos poseen la forma más verdadera de ideales religiosos y éticos de la humanidad.
4. A los judíos se les ha encomendado la tarea de comunicar estos ideales al resto del
mundo.
[Crítica]
En primer lugar, la proposición de que los judíos poseen características hereditarias inusuales las
cuales les dan el derecho a ser los elegidos de Ds se basa en una serie de generalizaciones
concernientes a determinadas cualidades que solo tendrían los judíos que no han sido probadas, y
en supuestos biológicos concernientes a la herencia los cuales son totalmente injustificados *…+ Si
los judíos adoptaran las reinterpretaciones precedentes de la doctrina de la elección, entonces por
lógica aceptarían la más perniciosa teoría de la herencia racial que se plantea para justificar la
inequidad racial y el derecho de una raza superior a dominar a todo el resto de la humanidad. La
verdad es que las circunstancias históricas, así como el entorno geográfico y las instituciones
sociales, son mayores determinadores de los rasgos nacionales que la herencia. Más aun, el
representar la elección divina meramente como la confirmación de rasgos heredados
naturalmente es casi como identificar esta idea con la de la selección natural. Quedamos a un paso
de identificar a Ds con el proceso por el cual los débiles físicos son eliminados. Nosotros
conocemos demasiado bien por la experiencia actual cómo este concepto de Ds es solo otro
nombre para la apoteosis de la voluntad de poder.
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