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Ensayos

En defensa del soporte digital… 3


A propósito de vivir (III) 5
La era del cáncer 7
Buenas películas, malas películas 10
Desayunos en el Dial 13
Benditos Malditos (III) 15

Reseñas 17

Habitantes
Adolfo Marchena (Poemas) 21
Luis Amézaga (Aforismos) 24
Esperanza García Guerrero (Relato) 26
Ángel Muñoz Rodríguez (Poema) 29
Bárbara López (Relato) 31
Eva Márquez (Relato) 37
Luisa Fernández (Relato) 42
Luis Sevilla (Poema y Relato) 48
Escandar Algeet (Poema) 51
Ana Patricia Moya (Poema y nanorrelatos) 53

Visitantes
Patxi Irurzun (Relato) 56
Jorge Heras (Poemas) 59
Gonzalo Patricio Vilo (Relato) 61
J. Jorge Sánchez (Poema) 64
Raúl Ariza (Relato) 66
Jorge Manzanilla (Poemas) 69
Gustavo M. Galliano (Relato) 72
Mariela Loza (Poemas) 74
Isaac Contreras (Poemas) 77
Daniel García (Relato) 80
José Ángel Conde (Poemas) 83
Pepe Pereza (Relato) 86
Elena Ortiz (Poemas) 89
Velpister \ Mario Crespo \ Ana Patricia (Pintura y Poemas) 91
Ada Menéndez (Poemas) 94
Oscar Varona (Relato) 96
Ana Laguna (Fotografía) 99
María José Mures (Poemas) 101
Fran García Parra (Poemas) 104

Groenlandia número ocho (Junio \ Septiembre 2010) – Directora: Ana Patricia Moya Rodríguez –
Vicedirectora y administradora de la Web: Bárbara López Mosqueda – Portada y contraportada: Bárbara López
Mosqueda \ Ana Patricia Moya - Habitantes: Ana Patricia Moya, Enrique Fuentes-Guerra, Luis Amézaga, Adolfo
Marchena (Vitoria), Andrés Ramón Pérez (Toledo), Eva Márquez, Ángel Muñoz, Luisa Fernández, Luis Sevilla,
Escandar Algeet (Madrid), Esperanza García Guerrero (Sevilla), Bárbara López Mosqueda (México) –
Visitantes: María José Mures (Córdoba), Fran García Parra (Murcia), Pepe Pereza (Logroño), Patxi Irurzun
(Pamplona), Ada Menéndez (Asturias), Jorge Heras, Óscar Varona, José Ángel Conde (Madrid), Mario Crespo
(Zamora), Raúl Ariza (Castellón), Velpister, J. Jorge Sánchez, Ana Laguna (Barcelona), Elena Ortiz, Jorge
Manzanilla, Isaac Contreras, Mariela Loza (México), Daniel García (Vitoria), Gustavo Patricio Vilo (Chile),
Gustavo M. Galliano (Argentina) – Fotógrafos: Carmen Guillén, Luis Sevilla, Alejandro Serna Rodríguez,
Ángel Muñoz Rodríguez, Juan José Romero, Raúl Gaitán, Ana Laguna – Ilustradores: Velpister, Pablo Morales
- Edita: Revista Groenlandia – Apoyos morales: Angustias Añón Flores, Carmen Serrano 2F e r n á n d e z ,
Kebrantaversos (la jefa os quiere un huevo de pato) – DEPÓSITO LEGAL: CO-686-2008 – ISSN: 1989-7405
ay un dicho muy inteligente que dice que la carencia de medios agudiza

el ingenio. Qué gran razón: hace dos años y pico me vi agobiada con la
cuestión de la edición de Groenlandia pues, como escritora, quería una
decente revista en papel, pero al final opté por contar con lo poco que

disponía – mis manos, mis conocimientos de informática y diseño, la cantidad


de escritos que tenía escondidos y, por supuesto, los pocos artistas

competentes que se comprometen – y así nació Groenlandia, una publicación

que, gracias a su carácter digital, llega a todas partes del mundo, es gratis, su
elaboración no es costosa – eso no quita que no requiera tanto esfuerzo, al

contrario, que no veas como nos lo curramos diseñadores y fotógrafos – y da

espacio a todo tipo de artistas y modalidades que dominen. Hablando


claramente: Groenlandia es digital porque soy más pobre que una rata, mis
sueldos no dan para más, y como dice también otra frase, “quien algo quiere
algo le cuesta”, me tuve que arriesgar yo solita – al principio, te sientes poco

respaldada, los proyectos iniciales levantan escepticismo, ahora no puedo


quejarme, que estoy rodeada de gente que vale muchísimo - y sacrificar mi
tiempo, y un poquito de mi dinero, para poder sacarlo cada cuatro meses. No
negaré que hubiera sido curioso ver el resultado en soporte físico, pero

bueno, no me arrepiento del rumbo que he tomado. Claro que me gusta el

papel: si cada vez que me publican un texto en fanzine o revista pego saltos

de alegría, pero hay que admitir que, hoy día, el medio virtual se ha
convertido no sólo en un aliado poderoso para muchos artistas – un blog o

una página con la protección adecuada es una buena manera de mostrarse al

mundo - sino también que publicar en una revista digital es tan importante
como ver poemas o relatos impresos. Como se ha podido leer al inicio de esta
página, ando cabreada: es cierto. Me harta la actitud cansina de muchos
supuestos entendidos que consideran que este medio no es tan “digno”. “Yo

no participo en esta revista virtual, esto no vale tanto como salir en una

revista en papel”, etc, etc. Estupenda mi reacción: pasar de todo (como

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habitualmente hago con los artistas – paletos, que son peores, muchísimo

peores, que los paletos de a píe; esos, al menos, les salva la bendita
ignorancia); aparte de que la gente se pelea por publicar en una revista de

papel - haciendo que las posibilidades de publicación sean mínimas pues

somos demasiados, y la mayor parte, Fulanitos y Periquillas - hay que


considerar que revistas de esta índole, hay pocas (sin embargo, proliferan los
fanzines que, curiosamente, tampoco muchos quieren participar en estas

humildes revistas por ser demasiado “simples”, claro, es que eso de fotocopias
y grapas es tan de baja estofa… por el amor de Dios, muchos quieren cagar

alto sin haber llegado a nada en esta puñetera vida) y la gente viene

quejándose de que no hay espacio para publicar sus obras, y cuando se les
ofrece el amplio catálogo de revistas digitales que existen (son muchísimas), o

siguen en su plan “me quejo por quejarme y luego no muevo ni un dedo


porque soy la leche y mis escritos de calidad no merecen estar en esos lugares

tan cutres” o se resignan a la cruda realidad y optan por mandar algo a la


dirección de correo electrónico, para ver si hay espacio. Queridos artistas
acomplejados: vivimos en el siglo XXI, la informática domina muchos aspectos

de la existencia y ya va siendo hora de que rompáis tabúes acerca de la


edición digital, que el papel es caro y reservado a unos pocos. Groenlandia es
un precioso catálogo de artistas, digan lo que digan los supuestos “puristas”.

Qué sí, que a mí me gusta más el papel, soy escritora, ¡más que lógico!… pero
claro, reitero mi regular situación económica, sin escatimar esfuerzos por dar
también posibilidad a los lectores de leer también en papel (por eso, los

proyectos del fanzine, en estudio, y de la edición segura de dos estupendas


antologías). Por eso, a modo de conclusión, y siempre con el buen rollo que

me caracteriza, aparto el enfado y os aconsejo: dad una oportunidad a las


revistas digitales porque son el futuro de la literatura alternativa.

Ana Patricia Moya


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Uf con la religión, no hay brutalidad o generosidad que no haya sido hecha

en su nombre! Cada vez que leo más sobre ella para documentarme, más

ganas de vomitar me entran. Hay que partir de la base de que la iglesia es una
creación humana, y por tanto, bastante defectuosa. Tiene tantos claroscuros

que abruman a cualquiera. Por lo menos a cualquiera que se acerque lejos de

cualquier fanatismo.

Voy a intentar verla por partes. En primer lugar, se nos dice que es más fácil
que un camello entre por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino

de los cielos. Seguramente se refieran a una riqueza de tipo espiritual o


mística, esa que el resto de los mortales no entendemos, pues yo, la mayoría

de las personas religiosas que conozco, son ricas, pero en euros. Sobre todo
los altos dirigentes de la iglesia y del Opus Dei. Los pobres no pueden perder

el tiempo en tamañas zarandajas. Bastante tienen con sobrevivir. Deben


alimentar antes al cuerpo que al espíritu. También nos dice que pongamos la

otra mejilla, y cuando no te queden más mejillas, ¿qué haces?. Los pobres

solamente son los que ponen la otra mejilla, y porque no tienen mas remedio.
Pierden el préstamo, el trabajo, la vivienda… si no, te la devolvían. Te imaginas

al Botín ese, el del Banco Santander, pidiendo disculpas. ¡Qué va, el dinero y
el poder otorgan demasiada soberbia! Antes dije que sólo los suficientemente

ricos podían permitirse ser unos buenos católicos, pero por otro lado nunca
ponen la otra mejilla. Vaya problema.

Y del Papa que se puede decir… seguramente sea una buena persona, no me

cabe ninguna duda, pero deja cierto sabor amargo verlo con sus ropas
bordadas con hilo de oro, su guardia suiza, su residencia de verano, su

ayudante de cámara, su portavoz oficial, su médico particular… y así hasta una

interminable sucesión de “SUS”. ¡Coño, que en vez de ser un pastor de ovejas

descarriadas, que es lo que debiera ser, parece un magnate tejano del

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petróleo! Y luego está lo que defiende : el sexo sólo permitido dentro del

matrimonio. ¡Pero oiga!, ¿quiere usted que me case sin saber si a mi futura
mujer le gusta el sexo?. Y si no es así no hay problema: a joderse eternamente.

Fuerte. No conozco a nadie que deje esa probabilidad a la suerte. También

está el tema de los preservativos. No quiere que se usen. Seguramente no


haya oído hablar del SIDA. ¿Es que no se da cuenta que hay gente que le cree
y muere por ello?. Me parece ver gato encerrado en todo esto. Aunque

todavía no he descubierto dónde. Tal vez esté en los votos de castidad. ¿Votos
de castidad? ¡Qué palabra más antinatural! (nota de la directora que permite el

autor de este artículo: quien tiene rabo, rabea, y la que tiene coño, coñea). Y de

los niños muertos antes de bautizarse, ¿qué me cuentan?. ¿Qué no van al


cielo? (añadido de la directora: tampoco van al limbo, eso lugar intermedio ya

no existe según ellos). Pues cuando yo muera quiero irme con ellos. No me
gustaría acabar en un sitio en el que ellos no tengan cabida. Echarle la culpa

de que una señora se comió una manzana hace taco de años… ¡vamos, vamos!.
Cosa de locos.

Y así un rosario de actos, uno detrás de otro. Hay que tener mucha fe para
creerse todo, o por lo menos haberse fumado algo. Además, por si todo eso
fuera poco, te dicen que si no te crees todas esas normas a pies juntillas irás a

un sitio donde arderás eternamente. Mal perder tienes, ¡joder!.

Hoy en día lo divino aparece antes como poderoso en vez de cómo bueno, y

no es así. “Primero es la bondad y luego Dios dirá” (José Antonio Marina).

Enrique Fuentes Guerra

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stamos inmersos en una plaga. En los últimos años creo que no cabe

persona alguna que no conozca o haya conocido de alguien que haya pasado
o visto a un ser querido morir o padecer a causa de un cáncer. Quién no sabe

de un vecino que tuvo un cáncer de páncreas y sólo le dieron dos meses de

vida, o de un conocido de un amigo que sufrió un cáncer de colon, o de


huesos, o bien de una tía, prima, hermana, o madre por cualquier otro tipo de
cáncer, tumor, menguiomas, nódulos… y un sinfín de terminología médica que

da lugar al coloquial término de Cáncer. El cáncer se ha convertido en el


horror del siglo XXI.

Recientemente me está tocando vivir esta desagradable enfermedad a través


de los ojos de mi hermana, y aunque lógicamente toda la agonía la sufren
directamente los pacientes que luchan día a día con su propia desesperanza
de no saber si podrán superarlo o terminarán antes o después con sus huesos

bajo tierra; los familiares y los más allegados del paciente sufren en silencio
sin saber qué pueden hacer para lidiar con tanto sufrimiento, sin encontrar la

manera de ayudar a su ser querido y contagiarle las fuerzas para continuar un


día más o bien disfrutar al máximo de los últimos que le quedan. Eso, sin

olvidar, el siguiente paso tras superar esta enfermedad, que es la difícil


adaptación a una vida seccionada en la mayoría de los casos o bien muy
limitada en cuanto a una calidad de vida digna. Es cierto, se supera, se puede,

pero, a veces, ¿a qué precio?

Es una ardua y difícil tarea a la que nadie estamos preparados y que siempre
pensamos con desdén que este tipo de cosas nunca nos va tocar a nosotros,
sino que les ocurre a los demás. No sabemos por qué, pero huimos de todo

sufrimiento ajeno que pueda afectarnos en nuestra vida diaria, y somos

cobardes al dar la espalda a todo aquello que no queremos ver. ¿No


estaríamos hablando entonces de un cáncer de humanidad o de corazón en el

centro de nuestra casa?

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Últimamente estoy escuchando un montón de tonterías sobre la razón de por

qué a una persona se le desarrolla este tipo de enfermedad, siempre


relacionada con la difícil vida que ha llevado hasta entonces, drogas, alcohol,

stress… o bien por la genética que fluye en sus venas, que tras varias

generaciones se ensaña con varias personas de la misma familia, o ya por


última irrisoria razón ser el infortunado premiado de esa ruleta a la que
llamamos “mala suerte”. Al fin y al cabo innumerables explicaciones ilógicas

que nos damos a nosotros mismos para auto-convencernos de que a nosotros


no nos va a ocurrir. Lo verdaderamente absurdo de estas explicaciones es el

resultado activo que provoca en nuestras vidas, es decir: Resultado Nulo.

Porque lo ilógico de verás es que a pesar de poder estar viviendo esta horrible
experiencia a través de los ojos de otro, más o menos cercano, ello nunca hará

que cambiemos algo de forma activa en nuestra vida diaria; aquéllos que
fuman siguen fumando, los que beben sin consideración hacia su hígado

siguen bebiendo, y todos aquellos que no hacemos una dieta saludable ni


practicamos un deporte diario seguimos comiendo las mismas porquerías de
siempre y haciendo la misma vida sedentaria, no haciendo ni tan siquiera un

solo intento por facilitarle la vida a nuestro propio cuerpo.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud publicados en


innumerables estudios todos los años (aunque vete tú a saber si son fiables o
no, ya que la información se maneja al antojo de la sombra del señor dinero),

el consumo de tabaco es la principal causa prevenible de mortalidad a nivel

mundial, ocasionando millones de muertes al año. Diversos datos probatorios

(siempre variables en función de la página informativa que se utilice),


constatan que fumar es nocivo para casi todos los órganos del cuerpo. Es la

causa del 90% de los casos de cáncer de pulmón y está asociado a muchos

otros tipos de cáncer, como el cervical o el renal, así como con enfisema,
bronquitis, asma y otras enfermedades respiratorias. Entre otros riesgos
sanitarios asociados al consumo de tabaco figuran tipos de cáncer como los

de boca, garganta y cuello, así como ataques cardiacos, accidentes cerebros


vasculares, otras enfermedades cardiovasculares e infertilidad. Con todo esto

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no pretendo hacer una caza de brujas acusando directamente al fumador,

también soy consciente, de que tendrán mucho que ver otros factores como la
mala dieta, el exceso de contaminación en el aire, los productos adulterados o

factores externos como las múltiples hondas (móviles, antenas, wifi) que

circulan por el aire atravesando nuestros cuerpos, pero que por desgracia
hasta ahora, no se quiere ver o demostrar su implicación directa perjudicando
nuestra salud.

Sin embargo, con respecto a los cigarrillos, hasta la fecha siguen siendo el

único producto legal que mata casi a la mitad de sus consumidores regulares

si se utiliza de la manera prevista por el fabricante, y no sólo a los


consumidores de este tipo de droga sino también a todos aquellos que

pasivamente respiran ese producto (fíjense en la incongruencia: legal – matar).

«El consumo de tabaco es el principal factor contribuyente a lo que hoy es una


epidemia mundial de enfermedades crónicas», pero, ¿qué hace la gente
fumadora ante tales datos, hartos de leerlos o escucharlos en los noticiarios

de todas las cadenas? Pues siempre se dicen a sí mismos, que es imposible,


que no será para tanto y “que de algo hay que morir”. ¿No es este el mayor
cáncer existente hoy en día en nuestra sociedad? Cuánta despreocupación, no

sólo por la vida propia sino por la ajena.

Resulta fácil infrav alorar aquello que tenemos hasta que un día cualquiera

vemos que la vida se escapa de entre nuestras manos y somos incapaces de


retenerla. Hacemos caso omiso a las advertencias o mensajes que nos envía

nuestro cuerpo, haciendo exhibición de una misma premisa: si para uno mismo
la salud carece de valor, ¿qué valía tendrá la vida de los demás? E igualmente,

¿para qué hablar de la salud de nuestro planeta?

Eva Marquez

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u a n d o h a b l é c o n A n a s o b r e q u é e s c r i b i r e n e s t a s p á g i n a s , a c o r d a m o s ( p o r c o n o c i m ie n t o s
míos sobretodo) que trataría de cine. Estuve un tiempo pensando dedicar este artículo a cómo

h a e v o l u c io n a d o e l c i ne e s t é t i c a m e n t e a r a í z d e l a u g e d e l m u n d o d i g i t a l , y c ó m o h a i n f l u i d o a

nivel ya no solo visual sino también narrativo en las películas de unos años a esta parte. Lo

t e n í a m á s o m e no s p e n s a d o , o c a s i , t e n i e nd o e n c u e nt a q u e s o y d e s o r d e n a d o e n c u a n t o a
p e n s a m i e n t o s y d e o p in i ó n v a r i a b l e s e g ú n e l p i e c o n e l q u e m e l e v a n t e . P e r o e l v i e r n e s p a s a d o ,

c e r r a n d o c o n m i j e f e e l r e s t a u r a n t e d o n d e c u r r o , y e s t a nd o a l l í J a v i , c o m p a ñ e r o d e m i l b a t a l l a s
j u n t o a l q ue e s t u d ié , añ o s h a , e n la e s c u e l a d e c i n e d e Po n f e r r a d a , m e e n z a r c é e n u n a d i s c u s i ó n
q u e l l e v o m a n t e n i e n d o c o n p e r s o na s d e t o d a í n d o l e a c e r c a d e q u é h a c e q u e u n a p e l í c u l a l l e g u e

a s e r b u e n a o m a l a , o m e j o r d i c ho ( d e c í a y o ) s e l a l l e g u e a d e n o m i n a r b u e n a o m a l a a m o d o
c a s i o f i c i a l . E l c a s o e s q u e d e s c o s í l o s t r a z o s q u e h a b í a d i b u j a d o d e l a n t e r io r a r t í c u l o y a h o r a

m e v e o u s an d o e s t a s p á g i n a s p a r a s a l i r a l p a s o d e u n a o p i n i ó n q u e m u c h a g e n t e d e f i e n d e y c o n

l a q u e n o e s t o y e n a b s o l u t o d e a c u e r d o : q ue h a y p e l i s b u e n a s o m a l a s , a s í , p o r s í m i s m a s , s i n

a d j u d i c a c i ó n n i n g u n a p o r p a r t e d e l o s e s p e c t ad o r e s q u e p u e d a n o t o r g a r l e d i c h o m é r i t o .

S i m e r e m o n t o a t r á s e n e s t e t e m a, m e a c o r d a r é d e m í m is m o d i s c u t ie n d o a v o z e n g r i t o ( y a p o r
a q u e l e n t o n c e s , a lo s 1 8 ) c o n la profesora de guión cinematográfico y defendiendo una

a f i r m a c i ó n q u e t o d a v ía a d í a d e h o y s u s c r i b o c o m o v á li d a : a l g o e s b u e n o c u a n d o t e g us t a , y
m a l o c u a n d o n o . E s u n a o p i n i ó n q u e s i e m p r e h a s al i d o a l a p a l e s t r a a c o l a c i ó n d e l c i n e , p e r o e n
verdad es aplicable a cualquier forma artística e, incluso, yo añadiría culinaria o, por qué no,
e s t i l í s t i c a . C r e o q u e e l g u s t o m as i f i c a d o ( s o b r e t o d o m a s c u l i n o ) e n c u a n t o a b e l l e z a n o s h a
h e c h o e m b o r r o n a r o d i f u m i n a r q u e m á s a l l á d e l o s c á n o n e s , l a b e l le z a e s u n p u n t o d e v is t a . U n

g u s t o , y s ie m p r e s u b je t i v o .

Cuando señalo que lo bueno es lo que me gusta y lo malo lo que no, no me refiero a un
d i v e r t i m e n t o p u r o e i n t r a n s c e n d e n t e , p u e s m u c h a s v e c e s s e c o n f u n d e e n t r e t e n e r c o n g us t a r , y

e s a e s l a p r i m e r a d i fe r e n c i a q ue h a y q u e t e n e r e n c u e n t a a l a h o r a d e e nt e n d e r e s t e

p l a n t e a m i e n t o . E l q ue a q u í e s c r ib e e s u n f ie l s e g u i d o r d e p e l is d e s e r ie B c u a n d o n o Z , m e

e n c a n t a n l a s d e t i r o s c o n p r o t a d u r o y m u j e r e x p lo s iv a , y p u e d o d e g u s t a r e n l a m i s m a t a r d e
t o d a l a t r i lo g í a d e “ S c r e a m ” s i n d o r m i r m e e n e l i n t e n t o . A u n a s í s o y c o n s c i e nt e ( y s u p o n g o q u e

u s t e d e s t am b i é n ) q u e n o e s i g u a l q u e v e r s e la t r i lo g í a d e l P a d r i n o , ¿ o s í ? P a r a m o j a r m e u n p o c o
más y permitir la sacudida de tomatazos, quizá deba empezar con una afirmación tan rotunda

c o m o l a a c a b o d e i n s in u a r : L a d i f e r e n c i a e nt r e e l s e r i a l c a s i p a r ó d ic o d e W e s C r a v e n y l a o b r a

m a e s t r a d e C o p p o l a e s , a m i e n t e nd e r , l a i n f l u e n c i a , e l “ ca l a d o ” q u e h a t e n i d o e n e l e s p e c t a d o r
c a d a u n a . P e r o s i c a m b i a m o s a l o s e s p e c t a d o r e s y , p o r e je m p l o , v i v ié r a m o s e n u n u n i v e r s o d e

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t e e n a g e r s o e n u n a s o c i e d a d t i p o l a d e “ L o s c h i c o s d e l m a í z ” , q u i z á e l s e l l o d e o b r a u n iv e r s a l

fuese otorgado de otra manera. Quizá Scream fuera recordada por encima de los padrinos.

¿ Q u é e s lo q u e h a c e b u e n a u n a p e l í c u l a ? C r e o q ue t o d o s e s t a m o s d e ac u e r d o e n q u e l a

f o t o g r a f í a , e s c e no g r a f ía o s o n i d o s o n c o s a s q u e n o l a s o s t i e ne n p o r s í s o l a s . I nc l u s o e l g u ió n ,

q u e t a nt a s v e c e s s e ha e n c u m b r ad o c o m o p a r a d i g m a d e e l e m e nt o b á s i c o p a r a u n b u e n f i l m
p u e d e l l e g ar a s e r s e c un d a r i o e n m a n o s d e un b u e n d i r e c t o r . B r i a n d e P a l m a l o h a d e m o s t r a d o

a l o l a r g o d e t o d a s u c a r r e r a . P e r o y e n d o u n p as o a n t e s , ¿ q u é c o n v i e r t e a u n a f o t o g r a f í a , u n a
e s c e no g r a f ía , u n a b a n d a s o n o r a o u n g u i ó n e n “ m u y b u e n o s ” ? H a y r e g l a s , e s c i e r t o , q u e t e

dictan como pasos a tener a cuenta a la hora de ponerte manos a la obra. Pero el seguirlas no

c o n l l e v a r e s u l t a d o s ó p t i m o s d e p o r s í , n i e l n o h a c e r lo d e b a c l e s a r t í s t i c a s . ¿ E n t o n c e s a q ué

a t e n e r s e p ar a s o s t e n e r q u é h a y o b r a s q u e t o d o s d e b e m o s r e c o n o c e r s i n n i n g u n a d u d a p o r q u e

a s í s o n c a t al o g a d a s p o r l o s e x p e r t o s e n m a t e r ia ? E s u n a p r e g u n t a q ue s i e m p r e m e h e c h o .

S u e l o d e s c o n f i a r d e la g e n t e q u e d i c e r e c o n o c e r c o m o b u e n a s p e l í c u l a s q u e “ a e l l o s n o l e s
gustan” o c o m o m a l a s p e l í c u l a s q u e “ a u n a s í m e g u s t an ” . Y m e q u e d o p e n s an d o . P o r q u e s i ,

i m a g i n e m o s , s ó l o e x i s t ie r a u n a s o l a p e r s o n a e n t o d o e l m u n d o , s i t o d o e l p l a n e t a d e s a p a r e c i e r a
a h o r a m i s m o y s o lo q ue d a s e u s t e d e n é l , y p u d i e r a d e s c u b r i r t o d o s l o s l i b r o s q u e n o h a le í d o
e n s u y a e t e r n a s o le d ad , ¿ c ó m o d e c i d i r í a c u al e s s o n b u e n o s y c u a l e s m a l o s ? ¿ A c a s o s e p a r a r í a a

p e n s a r “ e s t e e s c o jo nu d o , h a y q u e r e c o n o c e r q u e e s b u e n o , p e r o a m í n o m e g u s t a” ? ¿ O a l
c o n t r ar i o d i r í a · ” q ué c o s a m á s c u t r e p e r o m e e n c a n t a ” ? E l h e c h o d e v i v i r e n s o c ie d a d , y q ue
a q u í s e a m o s n o s e c u a n t o s m i l m i l l o n e s d e p e r s o n a s h a c e u n p e l í n m á s c o m p le j a s l a s c o s a s , p e r o
n o t a n t o . J a v i m e h a i n s i s t i d o d u r an t e a ñ o s q ue l a g a l l i n a v a a nt e s q ue e l h u e v o , y q u e a l r e v é s

“ s i a l g o g u s t a e s p o r q ue e s b u e n o ” . P e r o c o m o y a l e h e d ic h o a é l , J av i e s t á e q u iv o c a d o . L o q u e
h e m o s h e c ho h a s i d o p o n e r n o s d e a c u e r d o a lo l a r g o d e l t i e m p o e n l o q u e n o s ha b í a g u s t a d o a

m u c h o s p a r a c a t a l o g a r l o c o m o o b r a a c o n s e r v a r , r e t e ne r , n o d e j a r e n e l o l v id o . E l a d j e t iv o e s

c o n s e c ue n c i a y n u n c a c a u s a . D a r l e m á s v a l o r q u e l a c o n j u n c i ó n d e o p i n i o n e s m e p a r e c e d a r l e

una significación irreal a una obra que, no hay que olvidarlo, es producto del hombre. Y por el

h o m b r e e s ju z g a d a .

“ B u e no ” y “ m a l o ” e s un a e t i q u e t a, u n a f i r m i t a q u e n o s d a p o r p o ne r a l a s c o s a s , u n a f o r m a , e n
e l f o n d o , d e e x p r e s a r q u e a l g o n o s h a l l e g a d o , t o c a d o , c a l a d o h o n d o . Y , s i p o r e je m p lo , l o s

nazis hubieran ganado aquella Segunda Guerra Mundial, puedo asegurar sin mucho riesgo de

e q u i v o c a r m e q u e l o s B a u d e l a i r e , P i c a s so o C h a p l i n q u e h o y a d m i r a m o s n o s e r í a n t a l . A u n q u e
s u s o b r a s , c o m o t a le s , f u e s e n l a s m i s m a s , d a r í a i g u a l . N o h a y n i s i q u i e r a q u e t ir a r d e
i m a g i n a c i ó n , b a s t a c o n i r s e a c u l t u r a s n o o c c i d e n t a le s p a r a e n t e n d e r q u e , lo q u e n o s o t r o s

miramos con la boca abierta, otros bostezan o insultan nada más verlo.

11
A s í , q u e d a e l a n á l i s i s , e l t r a b a jo p o r e l q u e p a g a n a l o s c r í t i c o s , e s o s s e r e s q u e , c o m o d e c í a

Chandler, “se dedican a analizar 10 años después lo que hoy desprecian”. Quizá esa sea nuestra
e n f e r m e d a d . E l h e c h o d e q u e h a y a g e n t e q u e s e a ( o p a r e zc a m u c h a s v e c e s ) m á s i n t e l i g e n t e q u e

n o s o t r o s . Y c o r r a m o s e l r ie s g o d e d a r l e s l a r a z ó n a q u i e n n o l a t i e n e m á s a l l á d e s u p r o p io
o l f a t o . E s c i e r t o q u e ha b r á v e c e s q u e c i e r t a s o b r a s n o t e g u s t a r á n p o r n o l l e g a r a s u g r a d o
b á s i c o d e c o m p r e n s i ó n. E s l o q u e p a s a c o n “ E l Q u i j o t e ” q u e o b l i g an a l e e r e n l a s e s c u e la s . Y

q u e c a d a c r e a c i ó n r e q u i e r e u n m o m e n t o / c o n t e x t o p a r a s e r a p r e h e nd i d a . P e r o m á s c i e r t o e s a u n
q u e l a l í n e a q u e s e p a r a e l g u s t o d e l j u i c i o e n u n a o b r a d e a r t e e s y d e b e d e s e r i n d i v is i b l e .

P o r q u e n o h a y n a d a m á s a l o q u e p o d a m o s a f e r r a r n o s a l a h o r a d e s o s t e ne r u n a o p i n i ó n . O

correremos el riesgo de ser un testigo más de aquel traje invisible del emperador.

E s i m p o s i b le q u e p u e d a s a b e r s i u n p l a t o d e a t ú n e s t á b i e n o m a l c o c i n a d o s i n o s o p o r t o e l
s a b o r d e l at ú n . L o m á s a l o q u e p o d e m o s l le g a r e s a m a n t e n e r no s a l m a r g e n , a n o o p i n a r . Y

esto quizá es un hándicap que debiéramos tener en cuenta muchas veces y casi nunca se tiene.
L o s b o c a z as q u e c o m o y o d e c i m o s l o p r i m e r o q u e s ie n t e n u e s t r o p a l a d a r n o c o n t a m o s , e s

v e r d a d , c o n e l h e c h o d e q u e h a y c o s a s q u e q u i z á , d e p o r s í , e s i m p o s i b l e q ue no s g u s t e n . A h í s í
a d m i t o e l e r r o r . P o r q ue a d e m á s , y e s t o e s lo m á s i m p o r t a n t e d e t o d o , a l l a p i d a r c u a l q u i e r p l a t o
p o r i n s i g n i f i c a n t e q u e s e a , s o m o s n o s o t r o s lo s q u e s a l i m o s p e r d ie n d o . C u a n d o a v e c e s m e h e
v i s t o r o d e ad o d e a m i g o s q u e s e m o r í a n d e r i s a a n t e c o m e d i a s a m e r i c a n a s q u e m i r a b a c a r g a d o
d e a b u r r i m ie n t o m e d e c í a a m í m i s m o : c a r a m b a , q u é e n v i d i a , o j a l á p u d i e r a v e r l a c o n s u s o jo s , y

d i s f r u t a r e s t e m o m e n t o c o m o e l lo s e s t á n ha c i e n d o . D e s d e q u e t e n g o l a a f ic i ó n d e v e r p e l i s ,
l e e r , o d i s fr u t a r d e c u a l q u i e r c o s a q u e s e l e a s e m e j e ( m ú s i c a , a r t e , e t c é t e r a ) t r a t o d e h a c e r lo

c o n l o s o jo s d e e s a s p e r s o n a s q u e s a b o r e a n a p a l a d a r a b i e r t o lo q u e e st á n d e g u s t a n d o . N o m e
g u s t a q u e d a r m e c o n h a m b r e e n l a s c o m i l o n a s . Y t o d o , a b s o l ut a m e n t e t o d o , t ie n e a lg o d e
b u e n o p o r m u y m a l o q u e s e a . C o m o d i jo a ho r a m i s m o n o s é q u i é n , “ n u n c a m e h e a r r e p e n t i d o

d e a b r ir u n l i b r o ” . A n t e l a h o r d a d e d a r d o s d e l a q ue no s e n c a n t a v a n a g l o r i a r n o s , c r e o q u e e s

e l m o m e nt o d e e m p e za r a d i s p a r a r l a n z a s a f a v o r d e t o d o l o q u e no s g u s t a y o l v i d a r no s d e l o
que no. Al menos hasta que nos guste, si es que lo conseguimos. Y si no, tampoco darle más

i m p o r t a n c i a , p u e s e l a r t e , d e s i e m p r e , s e h i z o p a r a s e r d is f r u t a d o .

M e v ie n e a l a m e n t e l a “ O d a a l a c r í t i c a ” d e N e r u d a . Y t o d o s e s o s c r í t i c o s q ue r e t o r c i e r o n s u
p e q u e ñ a p o e s í a p a r a l l e n a r s u s d e s v a n e s . S u s c e m e nt e r i o s . P e r o a l f i n a l , d e s p u é s d e t a n t o s

a s p a v i e n t o s , a q u e l l o s 5 v e r s o s v o l v i e r o n d e d o n d e n u nc a d e b ie r an h a b e r s a li d o : d e l a g e n t e

s e n c i l l a . Y a h a y s u d o k u s , m i s t e r io s y m a t e m á t i c a s p a r a c o m e r s e e l t a r r o . D e je m o s q u e e l a r t e

s e a e s o q u e n o s g u s t a o n o n o s g us t a .

Escandar Algeet

12
La vida consiste en la comprensión de la verdad
León Tolstoi

esde que el uso de la radio se hizo popular, son muchas las personas
que han heredado el hábito familiar de empezar el día, almorzar o cenar en
compañía de los noticiarios. Yo debo reconocer que hace poco fui una de
ellas. Era en el desayuno donde les prestaba más atención, me gustaba
preparar el café y la tostada acompañada por el sonido del dial, esas voces
de los informativos, se entremezclaban con el rumor de la cafetera,
informaban sobre los hechos más importantes y formaban parte del inicio
de la jornada diaria, eran como la mantequilla o el aceite para el pan.
Escuchaba con atención sus comentarios, tertulias, datos… y creía salir a la
calle con la seguridad de estar bien informada. Recuerdo que la mayoría de
las noticias estaban cargadas de pesimismo, pero en conjunto se intuía un
halo de esperanza, los tertulianos solían hablar con una voz nada cruenta
para el oído, alternando aspectos positivos y negativos de los hechos en
cuestión.

Poco a poco, sentí como la emisora que en aquellos días escuchaba se


cargaba de pesimismo, parecía como si solo ocurrieran cosas nefastas en
nuestra sociedad, y si sucedía algún hecho positivo, daban la noticia como
si se tratara de un asunto sin relevancia, cambiando con rapidez de tema.
Comenzaron a elevar más el tono de voz, y ese vocabulario antes
seleccionado para informar, pasó a ser utilizado como un arma de doble
filo, donde la principal función era atacar y pavonearse con sus
conocimientos. Era como si necesitaran luchar para hacerse oír, destacar
sobre el resto de las emisoras e imponer su opinión. Cada vez me apetecía

13
menos desayunar en casa, no conseguía dar el punto exacto al café, y las
tostadas casi siempre se quemaban. Pero antes de desistir de tan exquisito
momento, opté por ir cambiando de frecuencia, pretendía descubrir, (tal
vez con bastante ingenuidad), un informativo donde el desayuno pudiera
continuar siendo el toque apacible de la mañana. Descubrí como en todas
las tertulias se había impuesto la misma norma, hablar era sinónimo de
gritar, la audiencia era el único fin a alcanzar, y para lograrlo, tenían que
sacudir bien con la guadaña, eran y siguen siendo consciente que el terror
y el miedo es lo único que atrapa.

En la actualidad una misma noticia adquiere un matiz y una realidad


distinta según el perfil político de la emisora. Y no es que mientan cuando
retransmiten lo sucedido, pero sí tergiversan los hechos, mutilan la
información, la sesgan y sólo hacen llegar aquella parte que interesa a la
cadena. Todo con el objeto de crear una opinión en común a ellos.
Lamentablemente, creo que los profesionales de ahora no comunican con
imparcialidad, tal vez porque para alcanzar esa objetividad es necesaria
primero la independencia, y ello en el día de hoy es casi imposible.

Continué varias semanas con este deambular por las ondas, hasta desistir
de oír los informativos, no puedo iniciar la jornada con esa carga de
pesimismo, donde todo es inestabilidad jurídica, inestabilidad política,
inestabilidad económica… donde la desdicha supera a la dicha y donde el
titular casi siempre está teñido de negro.

Con esta actitud, no pretendo aislarme de la realidad, sé que las noticias


tienen alas y siempre llegan a su destino… pero cuando el sabor del café es
muy amargo, hay dos opciones, lo suavizamos con algo de azúcar o no lo
tomamos.

Esperanza Garcia Guerrero


14
s el rey de la serie “B” hispana. Su carrera profesional se inicia

en 1964 cuando realiza su primer film: el documental “VIDA Y


PAZ”, habiendo desempeñado antes otros trabajos como cámara

de informativos. En 1972 crea ALMENA FILMS, su propia


productora. El año 1976 es el punto de partida de su obra

cinematográfica, adaptando la novela de Julio Verne “VIAJE AL


CENTRO DE LA TIERRA”, a la que se puede considerar la primera
película con “efectos especiales” de la historia del cine español. Su

siguiente incursión cinematográfica fue mucho más valiente y


arriesgada: nada menos que “SUPERSONIC MAN” (el film más
bizarro de todos los tiempos). “MIL GRITOS TIENE LA NOCHE” es
nuestro “VIERNES 13” particular y está especialmente conseguida
en sus efectos gore. En “MISTERIO EN LA ISLA DE LOS
MONSTRUOS” trabaja con actores de talla internacional como

PETER CUSHING y TERENCE STAMP. Aparece aquí una jovencísima


ANA OBREGÓN. Coprodujo con Estados Unidos “SLUGS”, una sobre
babosas asesinas que arrasan la ciudad (y por la que obtuvo un
premio Goya por los mejores efectos especiales en 1987). En “LA

GRIETA” un submarino militar se topa con “problemas” en los


fondos marinos. Aquí aparece, en un Cameo, POCHOLO, sin su

mochila. Otros films dirigidos por PIQUER han sido: “LA MANSION
DE CTULHU”, “GUERRA SUCIA” (que firmó bajo el seudónimo de

15
ALFREDO CASADO), “LOS NUEVOS EXTRATERRESTRES” y ”LOS
DIABLOS DEL MAR” . JUAN PIQUER SIMÓN es un director valiente,

injustamente maltratado por la crítica, capaz de sacar adelante


proyectos arriesgados con poco presupuesto. Ha recibido el

PREMIO LUIS BUÑUEL y diversos homenajes por sus producciones


fílmicas. Como anécdota final te informo que PIQUER compró un
poblado del Oeste en la provincia de Madrid, donde se rodaron

importantes películas de la historia del cine.

Si eres un poco “freak” su cine te encantará. Descúbrelo.

Andres Ramon Perez Blanco


16
Reseñas
Firmin (Sam Savage) Novela. Siempre a tu lado \ Hachiko

(dirigida por Lasse Hallström)


Firmin no es una rata cualquiera: Película.

lee libros. Criado él y sus


hermanos por su madre en una Película lacrimógena, pero

vieja librería, el pequeño correcta, sobre la fidelidad de


protagonista de esta tierna los canes, basándose en una

novela vive con pasión el mundo leyenda japonesa sobre un perro

de la literatura: devora páginas que esperaba todos los días a su

(al principio, literalmente por el dueño, un reputado profesor de

hambre, luego, por colmar su universidad, en la estación de


espíritu curioso) de todo tipo de tren. El director adapta la

libros – ensayos científicos, historia trasladándose a una

poesía, clásicos -, hasta que pequeña ciudad de EEUU, con

decide aprender la naturaleza Richard Gere como segundo


humana intentando contactar protagonista pues es Hachiko,

con las personas, deseoso de un perro de raza Akita, la

transmitir los conocimientos verdadera estrella de este film

adquiridos y compartir sus destinado a derrochar un


peculiares experiencias. Este montonazo de pañuelos (esta

precioso cuento urbano, con la humilde servidora reconoce que

ciudad de Boston como telón de no paró de llorar durante una

fondo, narra una historia de hora y pico). No es la mejor

amor a la literatura y de producción fílmica del mundo,


amistad, pero también de demasiado pastelosa; es muy

desencanto: el mundo de la posible que agrade más a un

gente no es tan ideal como lo público amante de los animales,

reflejan los libros, es la dura pero no se puede negar que es


lección que aprende la una lección que las personas

inteligente – pero ilusa - ratita deberíamos aprender: si todos

Firmin. Una lectura breve, pero fuésemos igual de leales que

entretenida y muy, pero que muy nuestros compañeros caninos, la

entrañable. vida nos iría mucho mejor.

17
Todo Paracuellos (Carlos Up! (por Disney \ Pixar) Película.

Gímenez) Cómic, Editorial


DeBolsillo. Ver una película de Disney \

Pixar es un acontecimiento

Después de la Guerra Civil, revelador: con el paso del

muchos huérfanos y críos con tiempo los animadores se


problemas familiares fueron superan, dando como resultado

atendidos en los hogares de un extraordinario producto, con

Auxilio Social, colegios internos los sellos que le hacen ser los

donde no era todo tan más auténticos en animación

maravilloso como afirmaba la digital: súper original, divertida


propaganda franquista: hambre, y muy, muy especial. Y no, no

malos tratos y enfermedad era lo exagero: si no te cansas de ver

habitual en la existencia de unos un film en el cine una y otra vez,

niños sometidos a una será por algo (aunque las


educación severa, estrictamente entradas estén a horribles

militar y fanático-religiosa. Este precios estratosféricos). A tener

cómic de claras referencias en cuenta: un anciano nostálgico

biográficas – el autor, Carlos y gruñón como protagonista, un


Gímenez, permaneció muchos niño con un preocupante

años en diversos centros de esta problema de verborrea, una casa

índole – es, sin duda, una obra que vuela gracias a un montón

que trata fielmente sobre una de globos de colores, un

parte, algo olvidada, de la aventurero resentido que vive en


historia de España durante el un dirigible con curiosos perros

franquismo, esto es, sobre la que hablan y con cierta

vida de los niños desamparados debilidad por las ardillas, un

de la posguerra. Estupenda pájaro legendario hembra con


recopilación de seis libros nombre de macho… es,

creados por un estupendo simplemente, mágica. Y, lo

dibujante, entre 1977 y 2003, en mejor, el toque adulto: una

un formato cómodo, a un precio emotiva historia de amor, los

más que ajustado. Igualmente, primeros minutos de la película,


no hay que perder la pista de magistrales. Y sí, ¡he disfrutado

este gran autor y su obra como una enana con esta obra

comprometida con la realidad maestra para quitarse el

que más duele. sombrero!


18
Man Ray. Libro de arte. Taschen. El mundo de Mortadelo y

Filemón (Miguel Fernández


Taschen vuelve a sorprender con Soto). Ensayo. Medialive.

la edición de estupendos libros


de arte; con motivo de su Los archiconocidos personajes

veinticinco aniversario, crea un de cómic español Mortadelo y


catálogo, la colección Icons, Filemón: dos auténticos héroes
trilingüe, que cuenta con títulos cuya fama se ha extendido por
tan interesantes como el todo el mundo; este libro,
dedicado al controvertido Man creado con motivo del cincuenta
Ray, fotógrafo que desarrolló aniversario, es un completo
gran parte de su obra en el Paris estudio de la obra clave de
bohemio de los años treinta, Francisco Ibáñez, que repasa la
innovador en las nuevas técnicas historia del tebeo español y
fotográficas; aunque jamás también todo lo concerniente al
admitió pertenecer a las diversas universo de estos simpáticos
corrientes artísticas de su época, pero torpes detectives: orígenes,
él mantuvo amistad con muchos evolución, resúmenes de la
artistas diferentes: dadaístas, mayoría de álbumes publicados,
surrealistas, cubistas, etc. El galerías de todos los personajes
libro, en castellano, portugués e (incluyendo a los geniales
italiano, destaca por la gran Rompetechos, Pepe Gotera y
cantidad de páginas donde se Otilio, el Botones Sacarino, etc),
muestra la mayor parte de su las diversas producciones tales
obra: autorretratos, desnudos, como películas o series de
retratos de sus amistades y sus animación, curiosidades diversas
amantes, famosos experimentos (por ejemplo, el éxito, en otros
fotográficos (los rayogramas), países europeos), etc. Estupendo
etc. Sin duda, una buena libro con dos DVD´s de regalo,
elección, de calidad, a buen que incluyen videos con los
precio (cinco euros nada más), mejores momentos de estos dos
una delicia de libro que protagonistas. Un buen regalo
encantará a los aficionados a la para los amantes del buen
fotografía y a los amantes del cómic… y también para los
arte en general. nostálgicos empedernidos.

19
Ana Patricia Moya
Adolfo Marchena \ Luis Amézaga \ Esperanza García \
Ángel Rodríguez \ Bárbara López Mosqueda \ Eva Márquez \
L u i s S e v i l l a \ L u i s a F e r n á n d e z \ E s c a n d a r A l g e e t \ A n a P a t r i c i a20M o y a
Adolfo Marchena (Vitoria, 1967). Codirige la revista “Amilamia”, junto a José Luis Pasarín
Aristi, con quien publica, en 1992, el libro de poesía “Cartapacios  de  Lucerna” (Ediciones
Libertarias / Prodhufi). Ha publicado en revistas literarias impresas y digitales, como
“Cuadernos  del  Matemático”,  “Río  Arga”,  “Groenlandia”,  “Turia”,  “Los  Cuadernos  del 
Sornabique”, “Letralia”, “Océano”, “Haritza”, “El cuervo”, etc. Ha publicado el libro de poesía
“Proteo;  el  yo  posible”. Sus poemas han sido traducidos al alemán, francés, euskera y árabe.
Ha publicado recientemente dos libros digitales: “La  reconstrucción  de  la  Memoria” 
(Groenlandia, 2008) y “Planta de Neurocirugía” (Editorial Remolinos, 2008).

Callejón sin luz de la aritmética

En el recodo de la barra también

Encuentras filosofía del subsuelo.

Una copa de más no está de menos

Cuando alguien proclama falsas

Libertades y tú te tomas la tuya

Asesinas a la rémora y te acercas

Con el bidón al surtidor de gasolina.

21
Cinco.

El amoniaco esparcido en la tiniebla.

Cuatro.

La palabra que desdice el poema.

Tres.

Nenúfar, nenúfar, nenúfar.

Dos.

El número inteligente afeando alabanzas.

Uno.

No hay cuenta atrás.

22
Escribir para decir la verdad

o mentir para que la boca del túnel

te sumerja en la oscuridad de la nada.

Lobos olfateando el aire, el carbón

en la estación de las señales, adelante

la locomotora de una ciudad que un día

pudo matarte. Travestirse en la página

de la mente, después del sueño, el desgaste

que supone el agua helada en la médula.

Ese es el tiempo, la periferia, el engranaje

en las arterías del laberinto, la cosecha

recia del trigo en un cuadro sin molinos.

Adolfo marchena
23
Luis Amézaga (Vitoria, 1965). Colabora en diversas revistas literarias, así como en
distintas antologías de relatos y poesía. Autor de “El  Caos  de  la  Impresión” (Madrid,
Vitrubio), “A  Pesar  de  todo…  adelante” (Canarias, Baile del Sol), “Dualidad:  onda  \ 
partícula” (Premio Literario Café Mon 2008), “Bolsa  de  Canicas” (premio de la Revista
Literaria Katharsis 2008), “El  Gotero” (Revista Groenlandia) y “La  mitad  de  los  cristales”,
escrito de forma conjunta con el poeta Adolfo Marchena. Aparece en las antologías
groenlandesas de poesía y narrativa.

Cuando algún asunto me apasiona desmesuradamente, me receto la

visualización del espacio que ocupa la vida de un ser humano en el cómputo

global de la existencia.

Enseguida se me pasa.

El ahora es un breve entusiasmo que se esfuma tras un velo de desapego.

Aunque vuelvas a leer la frase, ya se fue.

24
Los nuevos pobres se esconden. Sienten que no hay vida fuera del

sistema. Hasta ahí llega el autoengaño.

Luis amézaga
25
Esperanza García Guerrero (Sevilla). Forma parte del proyecto Fahrenheit 451 (Las
Personas Libro). Sus poemas aparecen en diversas antologías: “Poemas  para  un  minuto”
(Editorial Hipálage, 2007), “Girapoemas” (2009). Ha participado en diversas revistas, como
“Hoja  de  Papel”,  “Groenlandia”  y algunas páginas Web de Literatura. Ha formado parte del
ciclo “Versos Sumados”, dentro del Festival Cosmopoética (Córdoba, 2009).

Soy Olimpia Galera Cote, tenía ocho años cuando mi madre falleció; se fue y
me dejó llamándola a gritos por la ventana.

Dicen los conocidos que, a raíz de ese hecho, fue cuando comencé a
desarrollar un comportamiento muy peculiar. Desde ese día, cada vez que una
amiga o familiar intentaba marcharse en un momento que yo no creía
oportuno, manifestaba mi disconformidad sancionándolos con algún acto, unas
veces les escondía la cartera, otras les daba una patada, un pellizco, un tirón
de pelo… En una ocasión incluso llegué a vaciar un vaso de aceite sobre la
cabeza de una amiga, el motivo fue porque decidió irse antes de finalizar un
juego.

Afirman que a continuación los miraba con autoridad, señalaba la puerta de


salida extendiendo el dedo índice y con voz de ultratumba gritaba:

- ¡Fueeeraaa…!

Esta manía que en principio achacaron a la temprana edad, y a una necesidad


de llamar imperiosamente la atención, fue derivando en algo más serio, pues la
complejidad de las sanciones, así como las huellas que dejaban, aumentaron en
calidad con el paso de los años.

Paralela a esta actitud, en la celebración de la mayoría de edad, comencé con


otra costumbre también bastante peculiar. Ese día los hechos no se
desarrollaron como tenía previsto, y fue tal la rabia al no poder imponer mis
deseos que abandoné la fiesta, salí a la calle y comencé a correr sin dirección
alguna. Cuando por fin detuve la huida, me encontré frente a la estación de
trenes. Accedí al interior con la respiración entrecortada, compré una botella
de agua con una moneda que encontré en el pantalón, bebí hasta la última
gota, busqué el banco más apartado, me senté, elevé instintivamente la vista y
al ver el panel de los viajes programados, elegí uno destino al azar, luego cerré

26
los ojos… El olor a centro público, la fricción de las ruedas de las maletas
sobre el suelo, la musicalidad de la megafonía y los gritos de despedidas,
ayudaron a imaginarme viajando hacia ese lugar. La sensación de lejanía fue
tan cautivadora que durante años, cuando las cosas no se desarrollaban según
los planes previstos, actuaba de la misma manera.

Fue en una de esas escapadas donde conocí a Klaus; apareció igual que un
Adonis vestido de blanco. Se encontraba desvalido como un animal fuera de su
hábitat, llevaba todas sus pertenencias sobre los hombros y apenas
chapurreaba el español, pero el idioma no fue un impedimento para iniciar
una conversación, de ahí pasamos a tomar un café, y entre vocablos mal
pronunciados, explicó que había venido de Alemania a perfeccionar el
castellano y conocer el país de su abuelo paterno.

Desde ese primer encuentro comenzamos a salir con cierta continuidad, a las
pocas semanas todas las viejas costumbres pasaron a ocupar un lugar
irrelevante, ahora mi único interés pasó a ser su compañía. A los tres meses de
conocernos, abandoné el hogar paterno con la intención de iniciar una vida en
común, y empleé mi sueldo de cajera en alquilar un pequeño piso donde él
impartía clases de idioma.

Yo no había tenido demasiada experiencia con el sexo opuesto, no sé si por la


hostilidad de mi comportamiento o por la extremada delgadez, pero ninguno
de esos detalles le importaron a Klaus. Repetía una y otra vez que había
dejado una huella indeleble en su existencia, que trazaríamos un mismo
camino, que ahora todo tenía sentido, que nunca me abandonaría... En ningún
momento me extrañaron tantos juramentos en tan poco tiempo, estaba falta de
buenas promesas, y reconozco que habría creído a quien me hubiese ofrecido
la primera sonrisa.

Soportaba sin rechistar sus continuas llegadas a altas horas de la madrugada,


las borracheras de fines de semana, o las escapadas para practicar alpinismo.
Todo con tal de oírle decir:

- Ich verde zurückkommen…

La palabra volveré pronunciada en su idioma era el mejor juramento, y Klaus


consciente de su poder, la utilizó tantas veces como creyó oportuno. Pero la
vida no siempre nos lleva por el camino deseado, un día sin previo aviso, las
ofrendas terminaron, al poco tiempo lo vi abrazado a una desconocida, y en
ese instante descubrí como el dolor del engaño supera al abandono. El
hallazgo de este hecho fue un revulsivo de los viejos instintos, no necesité oír
un adiós para saber que terminaría marchándose, y ante eso debía actuar, no
quería quedarme gritando su nombre por la ventana.

27
Esa misma noche me puse su vestido preferido, el negro de amplio escote. Para
cenar preparé crema de calabacines, patatas asadas, filetes de sajonia, flan
casero aderezado con una buena dosis de somníferos y como digestivo, una
generosa copa de un licor alemán preparado a base de hierbas llamado
Abteilikoer. El efecto de la sobredosis de benzodiazepina fue inmediato, en
pocos minutos se desvaneció sobre el sofá.

A la mañana siguiente nadie diría que estaba muerto… parecía tan dormido

Esperanza garcia guerrero

28
Leganés (Madrid, 1977). Licenciado en Historia del Arte. Fotógrafo y poeta. Ha
participado en diversos recitales y colaborado en diversas publicaciones
literarias (“LaFanzine”,  “Deshonoris  Causa”,  “Poe+”,  “Delirio”, etc). Ha
publicado el poemario “Ya no leo tebeos de Wonderwoman” (Groenlandia, 2010).

Si de mí dependiese
volver a pasearme
en ropa interior
por el pasillo de casa
danzando
al son de la Bohême
de Aznavour
y pillarte por sorpresa
de la cintura
para que me hicieses compañía
en ese chiflado baile
antes de terminar
jadeándonos en la entrepierna
y vertiendo
el sudor
en el cuenco de tu ombligo

sabes

29
que si de mí dependiese

la tregua
en nuestro vocabulario
no tendría cabida

pero
a ver cómo le explicas
a la cabrona de tu jefa
que salir a las diez
no te va a suponer
beneficio alguno

porque de todos

es conocido

que las cenicientas

deben abandonar

el baile

llegada la medianoche

Ángel rodríguez

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Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de La Salle
(León Guanajuato, México). Dibujante e ilustradora, escritora y diseñadora
gráfica. Ha trabajado como informática, en una empresa de traducción,
profesora de inglés en la universidad, dando clases de dibujo, ha dirigido un
departamento de telemarketing, y ha sido asistente ejecutiva de una figura
pública (todoterreno, como la jefa de Groenlandia). Romántica empedernida,
adicta a la cafeína y al queso fundido. Adora el cómic, la literatura erótica y
fantástica, forma parte del movimiento literario escombrista (impulsado por
Deneck Inzunza, cuyo libro, “Rosas Vivas”, fue ilustrado por ella).

Todos los días eran grises. El aire era sucio y las calles sombrías. Por las mañanas,
cuando salía muriéndome de frío para tomar la primera corrida de autobús, los
perros callejeros vagaban frente a mi oxidado portón y dejaban su suciedad, que las
vecinas barrían descuidadamente, siempre buscando dejarle la basura a la de al lado.
A nadie parecía importarle nada, y si las cosas eran así, yo también tenía decidido
que esa sería mi actitud. Al fin y al cabo, en la rutina diaria nadie parecía tomar en
cuenta mis palabras, nadie parecía percatarse de mi voz, o de mi llanto, o de mi
cansancio en la escuela o en el pequeño y hacinado local al que mis jefes, casi
irónicamente, le llamaban “oficina”. Nadie me sonreía por un trabajo bien hecho;
sólo me llovían exigencias absurdas, desplantes y tiempos de entrega imposibles de
parte de los clientes. La escuela no era mejor. Los días carecían de toda luz y todos
los días miraba a través de la ventana del autobús que me llevaba al trabajo,
preguntándome si todo ese esfuerzo al final tendría algún sentido. Repetidamente
pensaba que nada cambiaría si yo muriera, y que nada hubiera cambiado si yo no
hubiera nacido.

¿Qué sentido tenía la vida entonces? Sentía que empujaba algo con todas mis
fuerzas, pensando tontamente que se trataba de una piedra grande y maciza, cuando

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lo que tenía en frente era un muro. Inamovible. Gris. Gris como mis días. Suspiraba
y volvía a la ventana y a lo mismo de siempre. Mis padres estaban ausentes todo el
día, buscando la manera de terminar con las impagables deudas de la casa. Lo que yo
ganaba era una ayuda miserable y eso me hacía sentir de la misma manera. Pero el
tiempo había hecho que dejara de extrañarlos y añorar su presencia.

No sólo los días eran grises, mi corazón también lo era: había dejado de ser carmesí
y la sangre transmutó en tinta y cenizas. Nada me sorprendía, nada me alegraba y
quizá lo más terrible es que ya nada me entristecía. En el camino diario y rutinario
del sucio recinto que era el autobús, todos esos pensamientos me asaltaban. Y
odiaba eso. Odiaba que la poca reflexión, el poco tiempo que me permitía pensar,
fuera en un lugar lleno de personas tosientas, axilas hediondas y humo negro.

Todo me era despreciable. Hasta que vi esa pequeña cosa.

Un pedazo rosa de papel en el piso pegajoso y sucio del camión. Podía haber sido
cualquier trozo más, uno de tantos que se le caen a la gente al subir o al bajar. Pudo
haber sido cualquier simple y pisado retal, pero llamó mi atención. Probablemente
fue el color, mi vista y mi mente ya no percibían fuera de la escala de grises. Estaba
tirado justo debajo del asiento que, en mi monótona rutina, siempre ocupaba hasta
atrás en el autobús. Lo levanté con curiosidad y al decidirme a examinarlo me
olvidé de quienes estaban alrededor de mí. Con perfecta caligrafía y ortografía
impecable, estaba escrita en unas pocas líneas, una hermosa carta de amor. Por
supuesto, eso de “hermosa” fue una mera impresión personal: probablemente algún
conocedor de las letras hubiera criticado severamente el cursi trámite que ahí
iniciaba. No decía de quién era ni a quién iba dirigida, y a juzgar por lo que leí,
parecía que había caído de la libreta de alguna soñadora estudiante. Pero algo en
esas dulces líneas, en el papel adornado con corazones y calcomanías multicolor
golpeó mi mente al punto que no noté cuando el camión se llenó de gente y de no

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ser por el apestoso perfume de una señora que siempre descendía donde yo lo hacía,
se me hubiera pasado la bajada.

En el trabajo ya no podía concentrarme. Todo el tiempo tuve a mi lado ese mal


recortado papel lleno de sentimiento, y cientos de preguntas asaltaban mi cabeza:
¿quién habría escrito esa carta? ¿Cómo sería? ¿Qué aspecto tendría aquel que había
inspirado tal cosa? Era bastante improbable que lo adivinara siendo que lo encontré
en el piso de un autobús, y sabía que jamás iba a obtener la respuesta. Incluso me
reía cuando pensaba que era un cliché asumir que estaba dirigida de una mujer
hacia un hombre. Después de todo, no sólo ellas escriben cartas románticas. Bueno,
yo jamás lo había hecho. Ni siquiera lo había considerado. Aún más allá, nunca me
había interesado en alguien y dada mi personal miseria no sentía ilusión alguna por
tener a alguna persona a mi lado. Sin embargo, las frases simples, los “te quiero”, los
“todos los días pienso en ti” me conmovieron incomprensiblemente y fue entonces
cuando deseé que ese alguien hubiera escrito la carta para mí.

Lo que en algún otro tiempo me hubiera parecido el pensamiento más patético y


risible se fue convirtiendo en una suerte de ilusión febril. Soñaba despierto que
alguna princesa había venido a rescatar al que fuera su mancebo en desgracia; una
princesa con brillante corona de colores, los mismos colores de las estampitas, que
había escrito esa carta para salvarme de la infelicidad en la que yo mismo decidí
permanecer. Súbitamente, hasta los desabridos tacos que comía siempre en la
esquina, supieron deliciosos. Los árboles lentamente recobraban el verde de sus
hojas y las risas y voces de los niños al salir de la escuela en la tarde me sonaban
como pequeñas campanitas celestiales. Los sabores, olores, incluso las texturas
volvían a mis sentidos, ya lánguidos después de tantos años.

Al día siguiente del singular hallazgo, me di a la tarea de observar detenidamente a


todos los que subían al primer camión de la mañana, es mismo que yo siempre

33
tomaba. Confieso que jamás lo había hecho, aún y a pesar de que siempre eran las
mismas personas. Sabía dónde bajaban y quienes de ellos tomaban en qué esquina el
transporte. Admiré sus cabellos, unos sucios, unos llenos de gel, otros muy peinados
y otros con la huella de la almohada; los uniformes escolares, los zapatos sucios y
las bolsas de las mujeres. Pareciera que todo siempre había sido extraño, hasta ese
día. Como si alguien hubiera quitado una venda de mis ojos. Concentré mi atención
particularmente en las mujeres que subían, la forma en la que unas arrastraban los
pies en los escalones, el movimiento de sus faldas, sus vestidos y sus pantalones.
Notaba los diminutos aretes de unas y la pretenciosa bisutería de otras, y de pronto
las encontré a todas bonitas. ¿Cuál de ellas sería la princesa de la corona de
estampitas? Ya los perfumes me eran agradables y el olor dulzón me impedía
reconocer lo horrible del autobús y sentir el frío en mis pies. ¿Sería mi princesa de
los colores la chica del escote que leía el periódico? Quizá era la estudiante de
secundaria técnica que escuchaba música de los Cramberries a todo volumen en su
celular, o tal vez era la gordita de lentes que se sentaba siempre en el mismo lugar
hasta adelante. Las miraba a todas, buscando alguna señal, alguna mirada, algo que
me indicara quién era la dueña de la carta.

Transcurrieron varios días desde la carta. Durante esa semana de intensa


observación, sin proponérmelo, le encontré gusto a las canciones románticas de la
radio y nunca supe cómo terminé tarareando temas de Luis Miguel, a quien
aborrecía. Sin embargo, no había asomos de la autora. Por las noches no podía
dormir. La curiosidad me consumía. Cubría mi cabeza con la almohada pensando en
que jamás llegarían a mí las respuestas y que no era posible que una simple carta me
produjera tal malestar. Malestar…

No, esa carta no había hecho más que volver a colorear mi mundo, y a pintar y a
resanar las agrietas, enmohecidas y podridas paredes de mi corazón. Más días
pasaron, las estampitas comenzaron a despegarse de la carta, que ahora era un

34
accesorio dentro de la bolsa de mi camisa, y la dueña de la carta no apareció. La
soñaba, con girasoles en la mano, sin rostro; ya más como un fantasma que como
siquiera una posibilidad. La posibilidad de la existencia de alguien que tuviera algo
que decir, algo importante, a alguien que significaba mucho para ella. Ante el
inevitable paso del tiempo, poco a poco fui olvidándome del asunto, aunque la
huella de esos colores permanecía dentro de mi mente y en la corona de mi princesa
imaginaria.

Tras un par de meses en los que la carta rosa sólo era un recuerdo entre mis
carpetas, una mañana volví a dirigir la mirada al piso. Casi tiro mi mochila al ver
ahora un pedazo de papel azul, en el mismo lugar en el que había encontrado el
primero. Volteé a todos lados para ver si alguno de los que ya habían subido hacía
algún ademán, algún movimiento que delatara a mi fantasma, pero todos estaban
muy entretenidos en sus propios asuntos.

Nervioso, tomé el papel y lo desdoblé casi con euforia. También había estampitas,
como las que coronaban a mi dama.

Mi querida flor de luna:

Hace mucho que no recibo tus mensajes y debido a que el último de ellos nunca lo
vi, pensé que ya no deseabas seguir escribiendo, o que ya quizá ya no me querías.
Solamente deseo repetirte que todos los días pienso mucho en ti y que te amo.

La sensación que se despertaron esas letras, tan diferentes a las de la mi tierna


infanta en mí, es algo que aún no puedo describir. Entonces supe que yo no había
sido más que un mero testigo de lo que justo debajo de mi asiento se desarrollaba;
no había sido más que un espectador, que miraba una película de amor y que de
pronto se sintió el protagonista.

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No obstante, el sentimiento no fue terrible, ni desolador. Sonreí y con mucho
cuidado deposité nuevamente el papel en su lugar original. La sonrisa permaneció
en mi rostro por mucho tiempo, más del que puedo recordar. Una pequeña pincelada
de los colores que esos dos humildes amantes, que habían escogido el asiento de un
autobús como improvisado correo, me había tocado. Eso bastó para que todo
cambiara.

Dos días después, descubrí que la única que subía antes que yo, era la chica de
lentes, y vi que depositaba con suavidad un papelito rosa bajo mi asiento. Cuando
notó mi mirada, volteó y me sonrió, y fue entonces, que la imaginé otra vez con la
corona de calcomanías: la corona de colores.

Bárbara López mosqueda

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Eva Márquez (Madrid, 1974). Licenciada en Derecho por la Complutense de
Alcalá de Henares. Sus poemas han aparecido en diversos blogs así como en
revistas y fanzines, digitales e impresos, de España e Hispanoamérica.
Miembro del REMES, tiene su espacio en Las Afinidades Electivas. Preparó la
antología literaria “Esnifando  Letras” y ha aparecido en la antología poética
“Póker  de  Reinas”.  “Cosas  que  nunca  te  diré”, publicado por Groenlandia, es su
primer poemario. Bohodón Ediciones ha editado su segundo libro de poesía,
“Retales de Estrógenos”.

La chica subió al autobús. Al habitual. Y sin aliento, como siempre. De lunes a


viernes el mismo recorrido. ¿Cuánto había pasado ya? Tres meses, tal vez algo
más. Con el estómago vacío y esa extraña sensación que la acompañaba en los
últimos meses subió al autobús con dirección a su facultad, como malamente
conseguía hacer cada día laborable. No había sitio para sentarse. Como
siempre. Se quedó de pie, junto con otros cuerpos de trabajadores y
estudiantes sin sitio. Con una mano se sujetó al apoyacabezas del asiento que
estaba pegado a su cuerpo, y con la otra mano dio rienda suelta al baile. Su
baile. Sin darse cuenta comenzó con su manía cotidiana, chascar y juguetear
tontamente con sus uñas. No las solía tener largas, nunca llegaba a eso. Antes
de llegar a lucir unas uñas dignas de una mano de pintura ya se las había
arrancado de cuajo, bien por la debilidad anímica de su cuerpo o bien por los
nervios acuciantes de los que hacía gala últimamente, siempre terminaban
siendo pasto de su boca. Y otra vez, de nuevo, estaba haciéndolo. Sin darse
cuenta estaba haciéndolas chocar unas contra las otras, sin poder evitarlo. Sin
ser consciente de su desagradable sonido, aunque apenas fuera audible, a oídos

37
de otros.

De repente la señora que estaba sentada echando una cabezadita durante el


viaje, la llamó la atención con una mueca extraña de disgusto. Apenas pudo
escuchar con claridad que le decía debido al ruido de la conducción del viaje,
por eso se recostó para escuchar bien a la señora:

- Perdone, ¿me decía algo, señora? (preguntó cortésmente)


- ¡Te importaría meterte las uñas en el culo! ¡Me estás jodiendo el oído!

Con perplejidad y entumecida por la sorpresa, paró de inmediato sus


movimientos con los dedos, y tan sólo le dedicó una mirada de odio profundo
y de asco a la mujer maleducada. Podría haber sido más educada, no era
necesaria esa gratuidad de grosería para una petición tan simple como esa. El
primer impulso habría sido devolverle con creces tamaña burrada, y
responderla con un símil: "hago con mis uñas lo que me sale del coño, y si le
molesta bajase del autobús en la próxima parada y váyase andando". Sin
embargo, ella no era capaz de semejante contestación. No sólo no estaba en su
código moral, sino que, además, desde que se marchó de casa por la fuerza,
siempre la embriagaba la misma sensación de miedo y pánico al prójimo. Era
una extraña autoinfección de inseguridad hacía sí misma, que ser revertía en
la imperiosa necesidad de apartarse de todo el mundo. Sentía auténtico terror
a la reacción de cualquier persona. Ya fuera hombre, mujer o niño, no podía
fiarse de nadie. Todos eran susceptibles de girar de repente su mirada y
empuñar el puño en contra de ella. Y golpearla de nuevo. Y de nuevo,
sentirse indefensa, frágil.

- "Miedica, miedica” – (se decía a sí misma.) No puedes acojonarte de ese

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modo cada dos por tres. Cada nueva ocasión en que alguien te mira mal, o te
dice algo bonito o fuera de lugar. No puedes seguir así, encerrada en ti misma
sin relacionarte con nadie…

Este y otro tipo de razonamientos se los decía y repetía para sus adentros.
Pero nada. De nada servían.

Giró la mirada hacia el lado opuesto al de la perspectiva de la señora


maleducada. No podía desplazarse dentro del autobús, ni para adelante ni para
atrás. El autobús estaba hasta los topes. Lleno de personas cansadas sin asiento
libre, con ganas en el rostro de llegar a su destino. Tendría que limitarse a
mirar hacia otro lado, de tal manera que su mirada y la de aquella mujer no se
cruzaran en ningún momento. Sólo volver a ver su rostro la hacía temblar.

Y de nuevo, recordó el comienzo de sus males. El comienzo de su macabra


dolencia. Le llegaron de golpe, sin avisar, como siempre le ocurría desde hacía
tres meses. El recuerdo de los golpes, de los puñetazos directos hacia su cara,
como esos derechazos de boxeo que se ven en las pelis. Todos provenían de la
misma derecha de su agresora. Lo peor, era recordar la estampa. Y sobre todo,
saber quién era. Era todo tan irrisorio, aquello no podía haber ocurrido. No
tenía que haber sido de ese modo. Pero ya habían pasado tres meses desde
aquel suceso, y desde que al día siguiente con una mano delante y otra detrás
tuvo que largarse precipitadamente de su casa; la que había sido su hogar
familiar, para no volver jamás. Porque si de algo estaba ya segura, era que no
habría vuelta atrás. Si tras las primeras discusiones y dejar pasar un par de
semanas a que el ambiente estuviera menos caldeado, la respuesta de su madre
había sido cambiar la cerradura de la puerta, eso significaba que no habría
retorno alguno. Su madre no solo había tomado partido en aquella absurda

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pelea de gallinas hermanas; no, había sido algo más. Ahora lo entendía. Ella,
su propia madre había sido la instigadora para que su hermana pequeña le
propinase una paliza haciendo que saliera huyendo de la casa. No podías ser
de otro modo. Su hermana pequeña y ella nunca habían tenido una relación de
hermanas intimas, pero jamás se habían peleado la una con la otra. No podía
entender porqué, así, por una chorrada, de repente su hermana hubiera
perdido el control y la arrastrara de los pelos para golpearla sin descanso hasta
que pudo zafarse.

Sí, ahora lo veía claro. Desde que su madre traspaso la frontera de la


irresponsabilidad y ella se negó a seguir justificándola, a ojos de su madre,
dejo de ser rentable. Si ya no era útil para su planificada vida de madre
ausente, entonces, debía largarse de casa y buscarse la vida. Y que mejor
forma para largarla del hogar familiar y hereditario que conseguir que fuera
ella misma la que decidiera irse por su propio pie. Por aquella razón, durante
los primeros días tuvo que refugiare en casa del padre y de su novio; y,
después, buscarse un piso de alquiler; bueno, una cama mas que un piso,
compartida con otras con cinco chicas desconocidas entre sí, todas ellas con
historias pintorescas y tristes donde las hubiera. Tuvo que buscarse tres
trabajos simultáneos y tratar de coordinarlos con el horario de sus estudios.
Llegar a la facultad a tiempo era todo un logro. Lo peor de todo, era sentirse
expatriada de los suyos; de sus hermanos y hermanas, a los que extrañaba
mucho más de lo que nunca hubiera podido imaginar. Pero nada podía hacer,
le había sido cerrado el acceso a ellos con un portazo en la cara y, además, era
consciente de que para todos ellos, ella siempre sería la bruja mala del cuento.
Había sido ajusticiada y condenada sin defensa alguna.

Y sin darse cuenta, enfrascada en sus agrios recuerdos y en las razones que la

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estaban convirtiendo en una estudiante amargada de cara lánguida y
anoréxica, volvió de nuevo a realizar aquel sonido con sus uñas. La estúpida
señora giró con brusquedad su cara, lanzando cuchillos de odio en forma de
ojos. Al verla, paró de inmediato dicho movimiento provocándole una arritmia
en ascenso. Se serenó, y pensó:

- “Está bien, bruja de mierda, si tanto te jode el sonido de mis uñas, te las
llevarás de recuerdo.”

Y con disimulo y paciencia fue arrancándose con los dientes todas y cada una
de sus uñas. Primero las de una mano y después las de la otra. Las fue
guardando en la palma de la mano con sumo cuidado. Y en cuanto vislumbro
un hueco del cuello de aquella mujer destapado por el jersey rojo que llevaba
puesto, fue expulsando de dos en dos los restos de sus uñas impregnadas en
babas.

Llegó a su parada. Antes de bajar, se armó de valor, se recostó hacia la mujer y


la dijo:

- ¡Que tenga un buen día señora!

Eva márquez

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Madrid. Escritor, poeta y fotógrafo. Mantiene un blog con poemas y textos:
http://www.lacasaenpenumbras.blogspot.com.

En el Hotel Penumbras hay visillos rojo oscuro,


Un recepcionista viejo que fuma Carabelas sin filtro,
Una alfombra que vendían los moros por mil pelas
En bares de mala muerte:
Los borrachos se reunían alrededor de sus alfombras plegadas en su hombro.
Vendía relojes, collares más feos que su boca sin dientes,
Y sueños
Que se anudaban al vaso de tubo con hielo,
A una mesa donde jugar al mus,
Huir de un matrimonio infeliz,
De unos hijos que no comprenden.
Todos le llamaban “paisa”.
Como si eso significara algo.
Entonces eran pocos,
Algo exótico que visitaba los bares de los borrachos
Con su ventilador girando grasa de cortezas durante más tiempo del que puedes
recordar.

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Su ropa huele a aceite quemado, a cacahuetes, a noches en las que el alcohol te hacía
respirar demasiado fuerte durante la cena, con una mujer que te insulta, hijos que no te
hablan, viendo programas en color como la novedad del siglo.
En el Hotel Penumbras vuelves atrás en el tiempo,
El viejo recepcionista vende barata una noche en una habitación,
O quizá necesites unas horas para follar con tu amante,
O con la puta de la rotonda que ves todos los días.
Tal vez quieras escribir algo romántico en su espalda,
Hacerle una decena de fotos
Y gritar por ahí: “Ey, ¡es mi amante!”.
Ella te preguntará cosas extrañas:
“¿Qué hace un hombre tan guapo con una mujer como yo?”
Te encogerás de hombros y no dirás la verdad,
Te mirará,
Y mientras te hace un precio extra por los besos, te dice:
“Si no tienes ninguna enfermedad te lo haré todo sin preservativo”.
El recepcionista que fuma Carabelas sin filtro no hace preguntas,
No busca respuestas,
Aunque mientras te registras con tu puta cuyo verdadero nombre ignoras,
Te cuenta viejas historias sobre borrachos que compraban alfombras como la que pisas,
Partidas de mus,
Y hombres perdiéndose en el asfalto.

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- Me había acostumbrado a ti.
- No te prometí nada.
- Sé que no lo hiciste, sin embargo, me gustaba verte.
- Apenas tomamos café, apenas hablamos de nada.
- Sin embargo, intimamos algo.
- Bebimos mucho y nos abrazamos un par de veces.
- ¿No nos acostamos?
- No.
- ¿Ni siquiera escuchamos un par de canciones?
- Solamente un par.
- ¿Y bailamos?
- Te enseñé a bailar, algo: eres torpe.
- ¿Te pisaba?
- Querías estar tan cerca que frente a mí sentía tu aliento en mi
nuca.
- Entonces nos sentamos.
- Nos sentamos, mis ojos se perdían en el mostrador.
- Los míos en ti.
- Sentía tu mirada, por eso miraba al camarero hacer cosas con sus
manos.
- Pensabas en mis manos.
- Pensaba que nos sentaríamos, beberíamos unas copas.
- Nos abrazamos.
- No, aún no.
- Bebimos unos sorbos.
- Tropezamos.
- ¿No estábamos sentados?
- Con una canción.
- Una canción.
- Una canción: no llegabas nunca tarde, ni siquiera a mi vida.
- Quise hacerte sentir exultante.
- Estábamos insultantemente solos, pero fingíamos que no era así.
- Yo no fingía.
- ¿No? Por eso hacías esos chistes malos, y me mirabas como si
quisieras conocerme: buscabas un recoveco por el que entrar en mí.

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Si hubieras querido echar un polvo no tenías que mirar dentro de
mí.
- Lo admito.
- Lo admites.
- Sí, lo admito: alguna vez he llegado tarde, otras lo pensé
demasiado, y rara vez fui espontáneo, o cuando lo fui, rara vez
entendieron que todo eso era producto de la espontaneidad.
- Levanté mi copa entonces, aparté la mirada de la barra: me golpeé
con la tuya.
- ¿Chocamos las copas?
- ¿Cómo no beber una noche así? Estábamos tan solos que sólo el
alcohol nos liberaría de nuestra prisión. ¿Lo imaginas? Decenas de
presos borrachos la noche de San Juan: sus barrotes convertidos en
Puck, echando polvos mágicos de su pequeña bolsa sobre las judías
del alcalde, que al despertar se enamora de los barrotes: “Tantos años
frente a ti, amor mío, tantos días, tantas horas, tanta esperanza
retenida entre tus hermanos, alineados como en un desfile: ¿cómo no
amaros, negros, tan erguidos, tan hermosos?”
- Se abrazaba a ellos.
- Lo hacía.
- ¿Cómo tú te abrazas a mí?
- Tú no eres un barrote.
- Soy el otro lado de ti.
- No lo eres.
- Estamos tan unidos que da vértigo pensarlo.
- Sólo bebimos unas copas.
- Bebiste de mi vaso cuando el tuyo estaba a medias.
- Quise hacerte reír, te veía tan solo.
- ¿Solo?
- Como ausente, como si cargaras en tus espaldas una madre muerta
cuyo único interés fuera seguir muerta, ir al dentista, sacarse un par
de muelas, quejarse de mil dolores, y escuchar tu voz de vez en
cuando para no sentir culpa por su muerte.
- Me hiciste reír, aunque te viera perdida, como si ningún lugar
fuera el tuyo, como si mudarte tuviera como objetivo saber que no
perteneces a ninguna parte. ¿Cuántas veces cambiaste de casa? Quizá
tantas como de amantes. Tal vez hubo más casas que amantes.

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- Hubo más amantes que casas, y más cosas destruidas que creadas. A
veces creo que los creadores son otros y que soy una burla de todos
ellos, como si el primer papel de bufón femenino me lo hubieran
otorgado en un certamen de perdedores.
- ¿Nos abrazamos?
- No.
- ¿Por qué no?
- Hablamos de películas.
- Me gusta hablar de películas.
- Me di cuenta.
- A ti te gusta hablar de lo que descubres, a veces te aterra tu
habitación.
- No me gustan las sábanas como icebergs, fantasmas que te rodean
en la oscuridad.
- Seguimos bebiendo.
- Bebimos, pedimos un par de rondas más.
- ¿Sonaron esas canciones?
- Siempre suenan buenas canciones en noches así, ¿no crees?
- Es lo único que nos queda.
- Nos levantamos y fuimos a la barra a pagar. Es escote, dije. A
escote, respondiste aún buscando entrar dentro de mí con esa mirada
tan intensa.
- A veces intimida.
- Nunca me había sentido tan desnuda.
- ¿Te molestó?
- Nunca nadie me había desnudado.
- Salimos entonces a la calle.
- Y hacía un frío de mil demonios. Ni siquiera me habías dicho tu
nombre, ni yo tampoco te confesé el mío. Se movía mi pelo y el aire
entraba por las ranuras de los botones de mi abrigo.
- Nos besamos.
- No.
- ¿No?
- Hablamos, de cosas intrascendentes. Paseamos.
- Paseamos.
- Eso dije: paseamos.
- ¿No nos besamos?

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- Te morías por besarme.
- Tú te morías porque te besara.
- ¿Por qué esperamos siempre a que el otro adivine?
- La vida es un juego, supongo, como esa historia en la que él se
sienta a ver como una mujer duerme, y cree que sueña con un
hombre que la ve dormir. En realidad su sueño no tiene nada que ver
con lo que él piensa. Se inventa una vida, ya sabes: despierto y te
veo, me miras como si me quisieras, y nunca me miraron así, y
siento curiosidad, y tu inteligencia me erotiza.
- Las cosas giran por otro lado: son una tragedia griega: la atracción
por lo inevitable, y ese abismo como charcos junto a las aceras.
- Caminamos durante una hora.
- ¿Tan lejos vivías?
- Dimos un rodeo, me sentía bien, segura.
- ¿Y qué sucedió?
- Que me había acostumbrado a ti.
- ¿A mí? Pero, si tampoco te prometí nada.
- Y me sentí asquerosamente sola, como si hubiera llegado tarde a
alguna parte.
- ¿Y?
- ¿Y?
- Sí, ¿y qué sucedió?
- Me abrazaste.

Luis Sevilla

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Madrid. Escritora, poeta, ilustradora y pintora. Sus relatos y poemas han
sido publicados en diversas revistas digitales e impresas. Ha escrito novelas
y poemarios, inéditos. Ha ganado diversos premios literarios por sus textos.

La primera vez que te vi, pensé que eras lo más precioso que habían visto
jamás. Llevabas un vestido azul cortado a la cadera con un ancho lazo de raso
y mangas de farol que dejaba ver tus brazos perfectos. Tus zapatos eran
blancos como los de comunión, y tus medias caladas. Recuerdo que al
agacharte a recoger la moneda que se te cayó, se te vieron las bragas.
También eran blancas, y un diminuto encaje asomó al dobladillo de tu falda.
Tengo grabado a fuego tu pelo castaño claro sujeto por unas trenzas y tus
ojos dorados. Jamás he vuelto a ver ojos como los tuyos. Ni verdes ni
castaños; oro líquido brotando de un rostro bronceado de callejear. Era
domingo, y el sol estaba alto en el cielo. Me dijiste:

- ¿Está cerrado? - tu voz era cristal.

Y te miré como se mira el mar cuando se descubre por primera vez, con la
pasión salvaje de un náufrago que ignora que se verá devorado por él.

- Lo está. Es la hora de comer - te dije intentando que mi voz no se


quebrara por la emoción - . Pero para ti está abierto. Ven, entra.

Sonreíste. Y tus dientes brillaron blancos, purísimos. No dudaste un


segundo, y a un gesto de mi mano escuché tus pasos rítmicos acercándose

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hasta mí. Pero no me mirabas. Tus preciosos ojos se perdían en el cartel
anunciador que tenía clavado en el cerco del puesto. Se movían ansiosos a
través de las fotografías de los helados. Tu dedo se detuvo en una de ellas.

- Quiero uno de limón - indicaste, mostrándome la moneda -. ¿Cuánto vale?


- ¿Cuánto tienes? —sonreí.
- Un duro.
-¿Sólo un duro?
- No tengo nada más - enarcaste las cejas, creo que desalentada.

Me levanté despacio.

- Ven, acércate - susurré.

Te mordiste el labio nerviosamente.

- Si quieres, podemos hacer un trato. ¿Cómo te llamas?


- Laura Ortega Vivas… - dijiste de carrerilla, acunándote como si tu nombre
fuese la letra de una canción infantil.
- Llevas un vestido muy bonito, Laura.
- Me lo ha hecho mi madre.

Y toqué su trama suave con un hormigueo en mis dedos. Un escalofrío me


recorrió la espalda. Abrí la cámara frigorífica y saqué el polo de limón. Te lo
enseñé y me senté de nuevo en la banqueta. Luego le quité el papel y te lo
ofrecí.

- Ven aquí, Laura.

49
Obedeciste echándote el pelo hacia atrás. Parecías una pequeña Helena
griega.

- Toma. Te lo regalo, pero con una condición.

Tus ojos se iluminaron y asentiste con fuerza al tiempo que cogías el helado
con gesto rápido.

- Tienes que tomártelo aquí. No quiero que nadie sepa que te lo he dado. Si
alguien se enterara, vendrían a pedirme. Mira, - te dije, señalando la puerta
- voy a cerrar con pestillo para que no puedan verte. ¿Te parece bien?

Asentiste de nuevo, mientras tu lengua lamía el hielo adherido al polo.


Luego volví a sentarme en la banqueta y te atraje hacia mí con delicadeza.
No quería que te espantara el tacto de mis manos ásperas por debajo de tu
graciosa falda. Y pensé que me recordabas demasiado a mi hija Anita.
Demasiado.

Luisa fernández
50
Poeta. Amante del cine, y causante del fanzine literario “Pro‐vocación”. Hace
poco publicó su primer poemario, “Alas  de  mar  y  prosa” (Editorial Ya lo dijo
Casimiro Parker) y ha participado en diversos recitales poéticos. Mantiene el
blog: http://escandar-algeet.blogspot.com.

No quiero sonar prohibido


aunque sólo hable de amor,
ni cansado de algo, ni aburrido de moneda,
no quiero aprender palabras como en cuadernos de ortografía
ni mirar letras por su entonación o declive,
el mundo de mármol que piso no es tan frío si tras mis pasos
oigo un crujir de madera,
una risa de niño,
una raíz que besa la tierra a la espera de salpicar frutos,
de suavizar asperezas aunque sea comprando un paisaje de metro
a las tú y yo de la mañana,
dos de nosotros,
un año como cualquier otro
pero no como otro cualquiera
y aun así quizá más hermoso.

No quiero soñar perdido


aunque sólo el café duela,
aunque en las paredes crezcan siluetas y gritos
y el tumulto ya no se vea como esa bandera que iba a arrastrarnos
con las mareas
a un mundo tan desconocido
que sólo podía ser bueno
y bonito
pero jamás barato,
aunque en las plazas los únicos cantos de sirena
sean de neón azul

51
y las ventanas se cierren porque prohibieron la música
con la excusa del ruido,
no quiero mirar al suelo y fingir que así
no miro a otro lado,
no quiero estar dispuesto a poner cepos
y no llamarlos por su nombre de trampa,
por su olvido de mierda,
por su logro de nada.

Sólo hablo de amor para no estar tan podrido


por dentro
como esa caja de música
que era un nido de grillos
enjaulados.

Miro.

Y todos seguimos con el puño cerrado,


sí,
y con las manos en los bolsillos.

Preguntándonos.

Escandar algeet

52
Ana Patricia Moya Rodríguez \ Periquilla Los Palotes (Córdoba, 1982). Estudió
Relaciones Laborales y es Licenciada en Humanidades por la Universidad de
Córdoba. Actualmente, estudia Master, sigue pluriempleada y es directora \
editora de Groenlandia. Ha publicado un poemario, titulado “Bocaditos  de 
Realidad” (Groenlandia, 2008), y en breve, aparecerá su primer libro de relatos,
“Cuentos de la Carne”. Sus poemas y relatos han aparecido en diversos fanzines
y revistas, impresas y digitales, de España e Hispanoamérica. Ha participado
en los Talleres Literarios de Creación Eutopia 2007, Festival de la Creación
Joven de Córdoba. Sus poemas han sido traducidos al inglés, al catalán y al
italiano. Forma parte del REMES (Red Mundial de Escritores en Español) y
tiene su espacio en las Afinidades Electivas y Narrativas.

“ Triste murmullo un poema


que quiere cambiar el mundo”.
(An dré s Ram ón Pé rez Bl an co)

Peleemos en igualdad de condiciones,


en un ring con las manos desnudas.
Te partiré el hígado y el orgullo.
Mi victoria, es segura:
porque soy más grande y fuerte
que tú,
mis puños son rabia primitiva,
urgente,
y honesta.

Pero vivimos
en la tierra de los cobardes
que señalan con el dedo,
empujados por los elegidos:
la batalla está perdida

y mis manos, serán testigos de la resistencia.

53
I

- ¿Me quieres?
- Claro.
- ¿Entonces por qué te has liado con otra?
- Te confundí con ella, mi amor.

II

- ¿Crees que el amor existe?


- Claro. Reside oculto en tus calzoncillos.

III

- ¿Me amas?
- No.
- La verdad escuece.
- No te escocerá tanto cuando estás con tu amante.

IV

- Cariño, dime algo bonito.


- Vale. Bájate las bragas.

VI

- Nena, dime algo bonito.


- ¡Goooool!

Ana Patricia Moya

54
Patxi Irurzun \ Jorge Heras \ Gonzalo P. Vilo \
J. Jorge Sánchez \ Raúl Ariza \ Jorge Manzanilla \
Gustavo M. Galliano \ Mariela Loza \ Isaac Contreras \
Daniel García \ José A. Conde \ Pepe Pereza \
Elena Ortíz \ Velpister \ Mario Crespo \
Ada Menéndez \ Óscar Varona \ Ana Laguna \
55
María José Mures \ Fran García Parra
(Pamplona, 1969). Autor de los libros: “Cuentos  de  color  gris”,  “Cuentos 
sanfermineros”,  “La  polla  más  grande  del  mundo”,  “Ajuste  de  cuentos” (relatos y
cuentos); “Odio  enamorado”,  “Cuestión  de  Supervivencia”,  “Ciudad  Retrete”
(novelas). Ha participado en diversas antologías (“Golpes,  Ficciones  de  la  
Realidad  Social”,  “Tripulantes”, etc), ha coordinado algunas (como “Hank  Over 
\  Resaca”) y también ha colaborado en diferentes medios (“El  País”,  “ADN”, 
“Vinalia Trippers”, “Fábula”, etc). Ha obtenido diversos premios literarios.

Todavía hoy, después de tanto tiempo, cuando me levanto de


madrugada para ir a la fábrica y te veo ahí, tumbado a mi lado, cuando
veo tu espalda desnuda hinchándose y deshinchándose, me cuesta creer
que te haya tenido a mi lado durante toda la noche, y pienso que eres
como un pequeño planeta que respira e insufla con su respiración la
mía. Miro tu pelo desordenado y todo se ordena en mi interior, me
acerco a tus labios y huelo tu aliento, y descubro en él el olor de las
cosas pequeñas, domésticas, que se hacen grandes porque las compartes
conmigo: el último cigarro, el último café antes de acostarnos, esa
muela podrida que podías ir de una vez a sacarte, cabrón, las bufas que
te tiras y que hueles, metiendo tu cabezota debajo de las sábanas.
Dicen que una pareja está verdaderamente unida cuando supera "la
prueba del pedo", cuando uno de los dos miembros de la misma tiene la
suficientemente confianza para tirarse el primer y sonoro pedo. Tú

56
debes de pensar que no hay nadie en el mundo tan unido como
nosotros.

Recuerdo cuando te conocí, aquel verano, en la playa, cómo entonces ya


cada mañana espiaba tus rutinas y pensaba que ello me hacía formar
parte de ellas, cómo te veía llegar por el malecón, desenredándote el
árbol pulmonar con las caladas del primer cigarrillo, cómo escupías sus
esquejes podridos al mar, cómo extendías tu toalla sobre la arena y te
rascabas los huevos antes de quitarse la camiseta. Y recuerdo que
entonces todo aquello me gustaba, quizás porque a continuación, cuando
te desnudabas, yo imaginaba que lo hacías sólo para mí, que si yo lo
deseaba podría acercarme, apoyar mi cabeza sobre aquel torso moreno, y
que tú atusarías mi cabello de manera que con cada una de tus caricias
todas mis preocupaciones se esfumaran.

En aquella época de mi vida tenía la sensación de estar siempre


esperando algo que nunca llegaría, a alguien que me amara... Tal vez por
eso cuando quise despejar la duda de saber si tú podrías haber llegado a
fijarte en mí lo hice de una manera tan rocambolesca. Hubiera sido tan
fácil acercarme hasta ti, en aquella playa y preguntártelo... Pero busqué
alguien que conociera a alguien que conociera a alguien que te
conociera, y así conseguí tu dirección, y te escribí, y esperé, por pura
rutina, porque pensaba que tú nunca responderías y esa sería una forma
más de seguir esperando.

Tú, sin embargo, respondiste.

57
- Me gustó que hicieras complicado algo que podía ser tan aburridamente
sencillo - dijiste.

Y la verdad es que sí, que a ti te encanta complicar las cosas, siempre te


las arreglas para que te echen de todos los trabajos, o para mear en la
tapa de la taza, o para seguir durmiendo a pierna suelta mientras yo me
levanto para ir al trabajo.

Creo que, de todas maneras, incluso si no tuviera que levantarme cada


mañana para ir a la fábrica, si no tuviera que soportar a todos esos
borrachos que regresan tambaleándose a casa y me piden fuego mientras
espero tiritando al autobús, me levantaría igualmente de madrugada y
miraría tu espalda, que lo haría sólo para sentir ese agradable hormigueo
que me provoca pensar cuánto te quiero y cuanto te odio, cuanto me
gustaría asesinarte con un beso en la nuca, recostarme sobre tu torso
desnudo y comerte el corazón, que lo haría para acompasar mi
respiración con la tuya y sentir que sigo viva, que todavía tengo
paciencia para esperar a que alguien me ofrezca un poco de su amor.

Patxi irurzun

58
Jorge Heras García (Madrid, 1981). Licenciado en Filosofía por la UCM. Sus
poemas han aparecido en diversas revistas literarias: “Palabras  Malditas”, 
“Revista  Voces”,  “Escáner  Cultural”,  “Alex  Lootz”,  “Revista  Almiar”,  “Dulce 
Arsénico”, “Palabras Diversas”, “El cuervo”, etc.

“ Oh escritura, cúrame de la vida


De la vida que despide mal olor ”.

L eo po l do Ma r í a P an er o.

El poema se reconoce en la rugosidad del sapo

Anuncia el grito del niño que verá la excoriación en su sexo

andrógino por viejo porque el poema es una máquina del grito y no

hay revestimiento para la economía de la arruga

El poema se sabe desecho de explotación y director de la orquesta

del grito

Grita loas al gusano

Se prostituye a la arqueología del gusano

Encontré el poema haciendo de posavasos en una mesa del Moose.

59
Estaba sin blanca

Apuraba los vasos de cerveza caliente de las mesas antes de que los recogiera

el camarero

Salí a la calle a pedir y después de una hora me dieron casi para una pinta

Hacía mucho frío

Entré de nuevo en el Moose y deambulé mirando al suelo por si encontraba

unas monedas

Una colilla espachurrada

Aún humeante

Se extinguía en el suelo

El filtro tenía una mancha de carmín

El humo era retirado de su ascua como una prostituta vieja del burdel y

como una atracción anticuada de la feria

Me sentí igual que cuando miré las Giant Fagends de Claes Oldenburg.

Jorge Heras garcía

60
Nacido el cinco de Febrero de 1980. Estudió Traducción en la Universidad de la Serena.
Actualmente, vive en Coquimbo y está a punto de titularse como profesor de inglés en el
mismo centro.

Todos los días, desde muy temprano en la mañana y hasta que se va el sol, vemos
un acto sublime, una representación mítica, excelsamente teatral de un personaje
de leyenda y del que todos hemos escuchado mas de alguna vez su nombre. Aquel
es el hombre invisible.

Sus intérpretes son varios actores repartidos y distribuidos alrededor del centro
de la ciudad y todos dan lo mejor de si, preparando sus trajes, sus artilugios y lo
más importante de todo, sus expresiones, sus gestos, que son el motor principal
para llevar a cabo su rutina.

De ellos, claro está, solamente tengo buenos comentarios, y sólo puedo decir que
son actores excelentes, de categoría, y además, curtidos lo suficiente en la
indiferencia del público como para no esperar más que unas cuantas monedas
regaladas con desgano, como única gratificación para su espléndido arte. En
realidad, ya no sé si llamarles actores, confieso que ya me parece hasta pequeño
el adjetivo, quizás ya merezcan otro, uno mas grande, artistas, o… ¿qué se yo?
Artífices de un milagro, autores de una creación pura y fabulosa, digna de
aparecer en cualquier libro que se precie de decir algo valorable. Bueno, algo por
el estilo, ustedes me entienden.

Dentro de esta gama de prolíficos virtuosos, sin embargo, hay uno que se destaca
con luces propias. Su nombre es Ernesto (sí, amigos, aunque ustedes no lo crean,

61
al igual que nosotros, simples mortales, él también tiene un nombre) y todos los
días prepara su acto con gran profesionalismo y esmero.

Él, pese a sus setenta años y a la falta de una de sus piernas, tiene una gran
pasión por el teatro y se deja llevar por su personaje, al punto de ser casi una
sombra, un hálito espectral que nos fulmina con su talento. Claro, he dicho a
propósito la palabra casi, porque, la verdad, la mayoría de nosotros en realidad
puede verlo, pero, siendo tan cultos conocedores del teatro, pretendemos no
verlo, seguimos el juego y nos dejamos engatusar por su representación, hasta el
punto de parecernos invisible.

Más de una vez en todo caso, aparece uno que otro (nunca faltan) que deshacen
el hechizo y cándidamente le profesan su afecto, su atención, sin darse cuenta
que con ello interrumpen su esplendida performance. ¡Qué incultura! ¡Qué falta
de conocimientos artísticos! Pero saben, no los culpo, no puedo hacerlo,
simplemente me es imposible responsabilizarlos de tamaña vulgaridad. Y es que,
la verdad, hay que considerar que no todos hemos sido educados de la misma
manera, ni todos tampoco hemos sido bendecidos por esta apreciación artística
brillante, que nos hace valorar como un tesoro aquella pieza, aquel acto teatral
que vemos todos los días. Sólo puedo compadecerlos, y también a aquellos que,
durante la noche, no diré quienes, intentan llevarlo a un mal llamado refugio,
con la idea de que evite el frío, o vaya a saber que otra estupidez parecida, sin
darse cuenta que para Ernesto el frío no es más que otro lugar común en su
obra. Aghhh, todo eso me sulfura, se me hace demasiado aberrante. En realidad,
lo único que puedo hacer cuando me topo con ese tipo de situaciones, es dar
vuelta la cabeza y cambiar de calle, estúpidamente avergonzado por algo ajeno a
mi persona.

62
Pero eso, claro está, no sucede muchas veces. Vivimos en una ciudad plenamente
desarrollada, madura al máximo, que sabe como reaccionar frente a espectáculos
artísticos como éste, y cuyos ciudadanos, si bien aún no tan sensibles como para
apreciar o agradecer este tipo de interpretaciones, tienen al menos la capacidad
intelectual para diferenciar la realidad de la ficción, el real sufrimiento de un
acto teatral, el cual, pese a ser perfectamente ejecutado, es solamente eso, una
simple representación.

La verdad, me es difícil siquiera imaginar como una persona en su sano juicio


pueda confundirse de tal forma, como si sólo aquellas ropas ajadas, aquel
vestuario humilde, rotoso que ocupan estos actores o aquellos rostros famélicos,
desfallecientes, o esos gestos sin expresión que nos miran suplicantes fueran los
únicos signos inequívocos de la miseria ¿Qué inocentes mentes podrían llegar a
esa conclusión? No saben acaso que el maquillaje hace milagros hoy en día, que
esos gestos, que esas posturas, fueron aprendidas después de días y días de
ensayos. Bah, pero qué saco con decirlo, sería como explicar un chiste.

En realidad, creo que sólo la gente de esa calaña puede ser así de superficial, sólo
gente con esa ignorancia puede creer que la miseria, que la pobreza puede ser
reconocida de inmediato y de manera tan somera, frívola y trivial. No, aquello
no es más que una representación teatral, una muy buena en todo caso, porque,
en realidad, la verdadera pobreza, la verdadera miseria, está oculta debajo de
cofres de acero, de cajas fuertes inexpugnables que muchos de nuestros
ciudadanos poseen con el fin de resguardar sus corazones, y que son los mismos
que no tienen la sensibilidad para apreciar el arte, para no dar más que unas
cuantas monedas a estos genios del escenario, o que ni siquiera tienen la
capacidad de regalarles un aplauso para reconocer su estoicismo y su voluntad, o
al menos para hacer algo siquiera que los redima de su culpa.

Gonzalo patricio vilo

63
J. Jorge Sánchez (Barcelona, 1964). Licenciado en Filosofía, Doctor en
Humanidades y Profesor de Enseñanza Secundaria. Ha publicado diversos
artículos sobre filosofía, política y teoría de la Literatura y prologado obras
de Jack London o Guy de Maupassant. Editor de “Dunas  en  la  playa:  reflexiones 
en  torno  al  poder” (La Catarata, 1996); en el campo de la poesía ha publicado
“Del  Tercer  Reich” (Germania, 2002), y “Filosofía  de  la  minucia” (Bartebly,
2008). Ha participado en los volúmenes colectivos: “La  paz  y  la  palabra,  Letras 
contra  la  guerra”,  “11‐M:  Poemas  contra  el  olvido” y “Voces  del  Extremo  XI‐XII”.
Sus poemas han aparecido en diversas revistas: “Mar  de  Poesías”,  “Es  Hora  de 
Embriagarse  con  Poesía” y “Hilos  de  Araña”. Participó en el volumen de relatos
“Tripulantes: Nuevas Aventuras de Vinalia Trippers” (Eclipsados, 2007).

Para David González

En el poema de Carver
" His bathrobe pockets stuffed with notes "
("Los bolsillos de su albornoz llenos de notas")
puede leerse:

"«Nos han hecho daños de consideración, pero todavía somos capaces


de maniobrar». Spock al capitán Kirk."

Tras leerlo pensé que, si hacía caso al título,


esta nota correspondía a un poema
que Carver tenía en el propósito de escribir.

64
Evidentemente, podría suceder
que se agotara en la simple relación de posibilidades,
en la enumeración de notas inconexas.
Que esa fuera su forma y su materia.

Pero opté por creer que se trataba del primer verso,


de la apertura de un desarrollo que hubiera sido,
seguramente, demasiado áspero para mi gusto de trekkie .

Hasta hoy no he caído en la cuenta


de que tal vez fuera el cierre,
el final de una retahíla,
igualmente seca, de frases.

Si es así, puedo imaginarme qué marca había producido los daños.

j. jorge Sánchez

65
Raúl Ariza Pallarés (Benicássim, Castellón, 1968). Abogado de profesión y escritor
vocacional. Ha colaborado en revistas literarias y jurídicas, ha publicado en periódicos
de ámbito provincial así como en diversas revistas digitales relatos, artículos o crónicas,
que van desde la crítica literaria hasta la cinematográfica. Gran aficionado al cine
clásico, su otra gran pasión junto con la literatura. Autor del blog El Alma Difusa. En
breve publicará su primer libro de relatos, “Elefantiasis”.

Maribel anda con pasos cortos y prestos. Y de su mano, casi a rastras, viene
colgado Tito. El crío tiene las mejillas en carne viva; cortadas a contrapelo por
el rigor de este invierno seco y antipático. Por culpa de los guantes de lana
que le ha calzado al chaval y los de piel que también lleva puestos ella, el
niño se le va escurriendo según avanza.

Los ojos azules de Maribel se han encendido más o menos a la misma hora a la
que lo han hecho las farolas de la plaza.

Sonia y Ricardo cargan con una botella de butano. A ella le cuesta horrores
seguirle el paso. No hace mucho que se casaron. Se adoran. Pero el noviazgo
fue demasiado largo, y a veces tienen la fugaz impresión de que entre ellos ya
está todo dicho. Sonia es hermosa. Rubia, de ojos negros y pechos enormes. En
conjunto le falla un poco la voz, que la tiene un tanto machorrada. Pero esa
peculiaridad, le hace incluso un poco más deseable.

Sepultado bajo un espeso gorro de lana y una bufanda infinita, Pepe vocea
desde la esquina. Es pequeñajo y por eso grita mucho. Pepe es la mar de
gracioso y cuenta unas historias divertidísimas que nunca son ciertas.

Media tarde. La calle huele a azaleas. Desde alguna de las ventanas abiertas se
desparraman las sugerentes notas de un chelo. Daniel sale de la taberna
negando con la cabeza. Viste mono azul de faena y uñas negras. Se dirige
hacia el portal de su casa con el talante descompensado. Las manos inquietas -
ora sí, ora no- en los bolsillos. Apenas da cuatro o cinco pasos, y se detiene
reflexivo para negar de nuevo y reanudar un segundo más tarde su inconstante
marcha. Daniel es un tipo cordial, pero un poco cabezón.

66
Hoy la taberna estaba llena. Entre quinto y quinto de cerveza, la concurrencia se
ha enzarzado en una apasionante discusión que giraba entorno al controvertido
tema de la supuesta influencia que han tenido en la literatura universal
contemporánea, autores americanos de la talla de Faulkner o Dos Pasos. Daniel
no se ha pronunciado. No se ha atrevido. Pero mentiría si no digo que se ha ido
con las ganas de dar su opinión que, por cierto, divergía sustancialmente de la
que sostenían con tanta vehemencia, Paco el electricista y aquel forastero
atildado.

Llega ahora al portal. Se detiene un instante avergonzado por su pobre empuje.


Abre la puerta y se recoge.

Pepe divierte a todo el mundo menos a Concha su mujer, a la que de un tiempo a


esta parte tiene frita con la temeraria tesis - está empecinado en ella - de que la
verdadera pasión de Puccini, era la cartografía.

A Pepe las palabras se le escapan de la boca, como a un collar roto las cuentas. Es
infatigable. Los días ventosos como hoy, esas palabras vuelan caprichosas por el
barrio y algunas de ellas se filtran al azar por las rendijas de las puertas y de las
ventanas de las casas. Hace un rato en la mía se ha colado la palabra allegro , y
desde mi atalaya, celoso, he visto como en el dormitorio de Maribel, que queda
más o menos enfrente del mío al otro lado de la plaza, flirtea furtiva con su
almohada la palabra tómbolo . Otra más que no adivino, díscola ella, se ha
quedado pegada a la ventana del comedor de Daniel, y dos de sus cinco hijos
junto a Whitman el perro, juegan divertidos a comérsela a través del frío cristal.

Pepe está algo delicado de salud. Ya no trabaja de albañil. Ahora se dedica a ser
erudito y a llevarnos a todos la contraria. Todo el mundo sabe, que un día no
muy lejano se nos va a morir. Él también lo sabe, claro.

En la esquina que forman los dos lados más largos del triángulo isósceles que es
mi plaza, en una y otra acera, y enfrente la una del otro, hay una carpintería y
un taller mecánico. El carpintero se llama Luís y el mecánico, también se llama
Luís. Ambos comparten públicamente la misma pasión. Ambos, más o menos a la
vez, descubrieron que su verdadera vocación era la astronomía y, desde entonces,
a pesar de los tímidos remilgos de los padres del primero y de la esposa del
segundo, que lo consideran una pérdida de tiempo, se reúnen tres o cuatro veces
por semana para representar plásticamente cuerpos celestes y constelaciones.

Luís el carpintero tiene una máquina que fabrica virutas del tamaño y la forma
que sobre la marcha él decida conferirles. Luís el mecánico, entre ruedas,

67
compresores y tornos, tiene un extraño artefacto que suelta las chispas más
luminosas y con los colores más dispares que uno pudiera imaginarse.

Son las diez de la noche. Ante un público expectante, los dos luíses han sacado
sus curiosos mecanismos a las puertas de sus negocios. Entre medias, justo en el
punto medio de la línea que los separa, se ha puesto Jesús el pintor con su
máquina de echar gota. África, la hija mayor de Daniel, que está a puntito de
terminar la carrera de música, les acompañará con su chelo desde una distancia
prudencial. El experimento de hoy se llama: Tannhäuser .

La noche apresura la impaciencia. Hay murmullos de inquietud, conversaciones a


punto de zanjarse y ojos como platos.

Tras el gesto convenido, las manos de África rasgan con suavidad el velo
nocturno. A Pepe la música le evoca instantes sólo soñados. Como hace siempre
que está nervioso, Daniel cruza los dedos y recita a modo de conjuro unos versos
de Longfelow . Siempre los mismos.

Todo ha adquirido de repente un tono de grave calma.

Con una precisa coordinación, las máquinas se ponen en armonioso


funcionamiento. Alentadas por la brisa, las virutas copulan con las chispas y
ambas retozan entre la celestina textura de la pintura, mezclándose en una
comunión incandescente que nos tiene a todos entre atónitos y maravillados.
Cómplice de estos movimientos orgiásticos, el viento aumenta o disminuye su
fuerza formando con el conjunto un efectista torbellino de color y de luz. He
aquí, en suspenso sobre nuestras cabezas, el inicio de la vida, la marabunta de las
esencias, la nebulosa que dio origen al barrio. Pienso.

Doce espectaculares minutos más tarde termina el experimento. El chelo emite


un último sollozo, tras él, un emocionado silencio que se mantiene firme hasta
que desde alguna de las ventanas se comienza a quebrar el éxtasis con unos
tímidos aplausos. Al instante, todo el barrio despierta y rompe en una sonora
ovación. Los artistas salen al centro de la plaza y saludan. Los bravos y los olés
no cesan. La gente se abraza, Sonia y Ricardo se besan queriéndose querer, y
Germán, desde la puerta de su taberna, anuncia con alejandrinos en la boca, una
ronda a cuenta de la casa.

Oculto en la penumbra de mi habitación, creo ver como Maribel dirige una


última mirada hacia mi ventana. Sonrío.

Raúl ariza

68
Nacido en Mérida (Yucatán, 29 de Enero de 1986). Actualmente radica en Mochitlán,
Guerrero (desde el año 2003). Actualmente es estudiante de Literatura en la Unidad
Académica de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Guerrero. Es miembro de
la catarsis literaria “El  Drenaje”, impartida por Adán Echevarria. Miembro de REMES.
Participa en el taller Ki´bok de Chilpancingo (Guerrero). Ha participado en talleres
impartidos por Rafael Ramírez Heredia, Héctor de Paz, Jorge Lara y José Vicente Anaya.
Ha colaborado en diversas publicaciones: “México  Gótico”, en el periódico de
Chilpancingo “La  Trinchera”,  “Isla  Negra” (Argentina), “Revista  Remolinos” (Perú) y
“Groenlandia”. 

De la anguila ciega, la campanada esférica


viscosa
red fluvial, flor de ruinas
y otras imágenes que derrapan.

La multitud del canto lame el follaje


con larvas hechas polvo.

Se funde el paisaje con los muertos.


La hiel del horizonte,
es parte de la lumbre.

69
Viene el fuerte golpe del regazo antropológico.
Débil cordura del bicéfalo que eructa la rabia,
el alimento de las uñas,
la erosión sexual,
y la hormiga que lleva el bosque en su espalda.

Crisantemos cromados de hiel,


elixir del faisán que llora
la tos que alguna vez existió.

- Mi tímpano se divide en siete segundos.-

Tengo el tiempo suficiente para escupir algodones,


e inyectarme sábila en la oreja,
donde llueve la nube de mis poros.
El alacrán burla milésimas de veneno
mientras mira las galaxias oculares de la araña;
y saborea la humedad perpetua del cenote.
con el diente rocoso del murciélago.

Cuatro segundos quedan en el aguijón


y mis cabellos se entierran en el cráneo.

70
Ahora rompo el follaje de la música,
extirpo glándulas y hojarascas de mi ceja.

El potro salvaje cabalga mi hombro


Hasta derretir el paladar de la noche.
Tres, dos, uno
El día comienza cuando la oscuridad bosteza.

Jorge manzanilla

71
Escritor, poeta, docente universitario. Reside en Rosario (Santa Fe, República
Argentina). Se desempeña como corresponsal especial de la revista
internacional de Arte y Literatura Cañasanta (Toronto, Canadá), y columnista
de la publicación de Cultura y Arte en RCM (Florida, USA). Colaborador
habitual de importantes publicaciones de España, USA, México, etc. Forma
parte del REMES, Poetas del Mundo, y de la Sociedad de Escritores y
Escritoras Argentinos (SEA). Sus escritos han sido seleccionados y publicados
en prestigiosas revistas y antologías literarias internacionales, traduciéndose
al inglés, italiano, francés, búlgaro, rumano y portugués. Su primer libro de
narrativa breve, “La cita”, fue publicado en el año 2009 por la Editorial Aries.
Actualmente, está trabajando en su poemario “Ocultos  tras  la  bruma” y una
novela breve, “Un dragón en el acuario”.

No pude controlarme más. Esa noche tenebrosa discutimos acaloradamente,


más de la cuenta, y lo confesé sin tapujos ni reparos. Sabía muy bien que la
ofendería, se sentiría humillada, bastardeada. Que no lograría superarlo ni
perdonarme jamás.

Pero estaba realmente harto. Hastiado. Ya no toleraba sus celos infundados,


sus persecuciones dialécticas. Sus falaces acusaciones plagadas de malicia. Que
revisara en cada madrugada mi agenda, mi teléfono, mis bolsillos, mis
recuerdos, hasta mis sueños por soñar. Siempre tratando de capturarme “in
fraganti”.

Exploté como un volcán incontenible y colocando mi rostro muy cerca del


suyo, se lo confesé gritando. Gritando a rienda suelta. Gritando desde lo
profundo del alma. Mi esposa irrumpió en llanto, en convulsiones, en
reproches entrecortados. Su histriónica histeria se desplegó en chillidos,
chirridos, gemidos, pataleos. Se babeaba furiosa cual hiena desorientada,
mientras balbuceaba frases como: “Mi madre siempre me previno… que eras
un degenerado… un desgraciado infiel… un pervertido”.

72
Me serví un trago, respiré profundo y me senté en el sillón. Sinceramente
gozaba contemplando su desquicio. Su andar de fantasma errática. Frenética.
Despeinada. Gocé de mi vodka doble, tridestilado, con zumo de naranja y
observé el ir y venir por la sala de sus pasos incoherentes, inconexos.

Poco a poco fue recobrando la calma, y se dirigió hacia nuestro cuarto;


preparó sus maletas y se marcho en silencio, regalándome un estruendoso
portazo, que tronó de maravillas. Se llevó nuestro auto.

Suspiré aún más profundo, feliz, relajado. Me serví otro trago. Resultaba un
enorme alivio haberle confesado mi pecado, aquella culpa que me corroía en
silencio. Y aquél fue el momento apropiado. La síntesis del éxtasis en el
génesis.

Era imposible continuar callando. Ya no podía seguir ocultando, que allá, por
el sexto grado, portando mis once años, me enamoré de mi maestra.

Imposible continuar callando.

Gustavo marcelo galliano


73
Mariela Loza Nieto (México, 1977). Colaboradora de la sección “Literatura  y  Derechos 
Humanos”, de la revista antropológica “Homo  Homini  Sacra  Res” (España). Autora del
poemario “Nuestra  América:  el  dolor  pariendo  a  la  esperanza”. Ha publicado en diversas
revistas literarias, de España e Hispanoamérica: “Letralia  \  Tierra  de  Letras”, 
“Konvergencias  Literatura”,  “La  Hojarasca”,  “Proyecto  Sherezade”,  “Gotas  de  Tinta”, 
“Creatora”,  “Sagarana”,  “Ariadna”,  “Arena  y  Cal”,  “Letras”,  “Tántalo”,  “Lapilászuli”, 
“Cinosargo”,  “Pliego  Suelto”,  “Palabras  Diversas”, etc. Miembro de REMES y de la Unión
Hispanoamericana de Escritores y Poetas del Mundo.

N o con f undi r ,
s om os poe ta s q ue e s c ri b i mo s de s de l a c lan de st i n i d ad e n q u e vivi mos ,
n o s om os , pue s, có mo do s e i m pun e s anoni mi sta s ,
de cara estamos fren te al enemigo .
( Ro q ue Da lt on)

A la montaña me trajo el dolor,


el himplar que se extingue de un jaguar,
el alarido en la quebrada,
los desgarrones de los días,
sollozos de niña por el camino,
huellas de mujer por las veredas.

A la montaña me trajo el dolor,


la noche que noche no es,
un lamento desbordante en la cañada,
la espalda del uyar ztotzok,
el rezumar de primavera desterrada.

A la montaña me trajo el dolor,


el llamado entristecido de la muerte,
lontananza menstruando el sufrimiento,
arrebatada una sonrisa,
la milpa sumida en desolación.

74
El dolor me trajo a la montaña,
martirizada la luna,
destazado el arco iris en la tierra,
no llegó el beso del girasol.

A la montaña me trajo el dolor,


los versos libres despojados al nacer,
saqueadas las alas, zarandeado el cuerpo,
roto el pincel.

Descalza, desnuda,
zaherida por la espalda la esperanza.

A la montaña me trajo el dolor,


buscando el rugido en la mirada,
hurgándole a las piedras un retazo de alegría,
la ternura que quedó despellejada.

Como al desplazado,
como la que sufre eterno exilio,
como un maldecido lagarto chorreando sangre por los gemidos.

Como la mariposa se revuelca en la red del cazador.


Así me trajo a la montaña.
Me trajo a la montaña el dolor.

75
… t an al ta es su digni d ad
en l a b ú sq ue d a del t i em p o
en q ue flo re z ca l a ti err a
por lo s q ue han ido cayen do
en que v eng a l a al egría
a la va r el suf ri mi ento…
¡Dal e, que la marcha es len ta,
pe ro sig ue si endo ma r cha !
(A l í P ri mera)

Tormentosas contracciones,
inconcluso el parto,
y sin embargo, entre los escombros y la sangría,
abre brecha la esperanza:
el vientre de la tierra está preñado,
y a pesar de los pesares,
nacerá como arco iris la alegría.

Mariela loza

76
Isaac Contreras (Mexicali, Baja California, 1989). Escritor, poeta y estudiante. Mantiene en
la red el blog personal: www.unamenteobsesionadacon.blogspot.com. Tiene poemarios
inéditos.

El cuarto lleno de ese espeso humo


En la parte superior de este pequeño cuarto
Buscando una salida para llegar al cielo,
Admiro ese humo y las formas que toma
Como trata de huir de este lugar,
Y ella se ríe tan fuerte burlándose
De ese temeroso humo, sabiendo
Que no hay salida,
Y fuma su cigarro y arroja mas humo
En el cuarto,
Divirtiéndose con ello
Deleitándose con ese sádico juego,
Mientras que el humo
Empieza a entrar en pánico
Buscando urgentemente una salida,
Podría decirle que dejara de molestar al humo
Abrir una rendija para que pudiera escapar el humo
Pero cuando ríe es tan bella
Que dejo a ese humo atrapado
Que busque su propia salida
Yo también formo parte de este sádico juego.

77
Un copo de nieve
En mi mano está

Y aún en la oscuridad
Es tan blanca
Tan, pero tan blanca

Y me pregunto
Por qué la nieve
Es blanca

Pero antes de obtener


Una respuesta

La nieve se funde
Ante un inmenso sol
Y se pierde
Entre mis venas

Y siempre de un inmenso sol


Viene una oscuridad
Que a veces dura
Más de una noche

Y espero aterrado
En la oscuridad
Volver a ver esa nieve
Tan, pero tan blanca
Y espero…
Y espero…

78
Pero dentro de mí
Me pregunto si en verdad
Algún día volveré
A ver esa nieve
Tan blanca

Es que llegará
Se que llegará
Es que debe de llegar

Pero siempre de un
Inmenso sol
Viene una oscuridad
Y con ella una soledad
Que mi nombre lleva

Y en esta oscuridad
Trato de descifrar
El por qué la nieve
Es blanca, tan blanca…

Pero a pesar de todo que difícil


Es pensar así en soledad
Y creo que no saldré
De esta oscuridad
Porque….

Siempre de un inmenso sol


Viene una oscuridad
Que a veces dura más
De una “simple” noche…

Isaac contreras
79
Vitoria, 1983. Escritor y lector de Bukowski, Palahniuk, Puertas, Kerouac, Dovtoieski,
Fante, Reverte, entre otros. Colabora en varias páginas, revistas, fanzines y blogs.

Hacía un día de perros, un intenso frío y una densa neblina flotaba suspendida en el
ambiente. Aparqué mi coche de un volantazo, invadiendo el carril contrario y
frenando a duras penas en un área de descanso situada a pocos metros del pantano
de Garcigrande. Coloqué con firmeza el freno de mano hasta que oí el carraspeo
progresivo de la palanca. Por fin había llegado; observé a través del cristal del
coche unas mesas de picnic con un reducido grupo de familiares almorzando,
bebiendo y cantando.

- Qué domingueros - pensé.

Eran las nueve de la mañana; abrí el maletero del coche y me coloqué mi gorra
repleta de moscas de diferentes colores y tamaños. Comencé a sacar mis aparejos
para la jornada de pesca: cañas, carretes, sedal, peces artificiales, anzuelos, etcétera.
Cargué la mochila a la espalda con las cañas y los carretes mientras sostenía en las
manos la caja de aparejos y la silla.

- ¡Mirad a aquel hombre, parece un espantapájaros! - gritó un gordo desde el fondo


de la mesa mientras los otros reían. Parecía mimetizarse con el paisaje.
- ¿Le parece gracioso? - repliqué.
- No, tranquilo, discúlpeme.

Giré la cabeza con un gesto de desaprobación.

- Menudo boquirroto- mascullé.


- Que tenga un buen día y si le sobra algo ya sabe... aquí tenemos una barbacoa.
- Descuide.

Me disponía a bajar por el terraplén de piedras sueltas y matorrales que divide el


puente de la presa, cuando empieza a sonar mi teléfono móvil. Fuese quien fuese en
ese preciso instante era imposible atender: tendría que esperar. Las piedras tenían
unos cantos cortantes y afilados, y a cada pocos pasos, sentía una nueva rozadura a
la altura de los tobillos; siempre que llegaba a casa me remangaba las perneras para

80
ver las secuelas del día; me producían una sensación de escozor insoportable al
absorber el agua oxigenada. Siempre me ha gustado ir solo, sobre todo a pescar.

Había llegado a duras penas a mi puesto de faena y comencé a abrir la silla y


desenvainar las cañas, comprobé que todo estaba bien: el hilo sin roturas aparentes,
las anillas alineadas entre sí... Desde mi posición, no se atisbaba a más de veinte
metros en el horizonte. El agua estaba calmada y muy fría. Pensé que los peces
estarían en el fondo en aguas más tibias y apacibles, así que plomé la línea
mordiendo los pequeños perdigones para sellarlos. Este pantano siempre me había
dado ciertas satisfacciones pero jamás había pescado en un día tan gélido. Apretaba
los dientes para que no me castañeasen mientras frotaba las manos para entrar en
calor. Anzuelé a duras penas un pez artificial simulando una trucha arco iris de
pequeño tamaño. La mayoría de pescadores tenemos cierta fe en nuestros señuelos
que en más de una ocasión nos han dado abundantes capturas o al menos unas
cuantas picadas. Últimamente corría el rumor de que un buzo había avistado una
pareja de siluros, particularmente no lo creía. Las especies más abundantes eran el
lucio, la carpa, la perca, alguna trucha esquiva y para de contar. Si bien es cierto
que de la primera especie se habían obtenido capturas de un peso y talla respetable.

Abrí el guiahilos y dejé libre el sedal de la bobina. Apreté ligeramente el filamento


sobre el cuerpo de la caña a modo de gatillo y lo lancé con todas mis fuerzas en un
movimiento coordinado. La tanza se perdió en la frondosa niebla, llegó lejos puesto
que sólo alcancé a ver el chapuzón del engaño hundiéndose. Inicié el movimiento
paulatino de recogida con la manivela del carrete haciendo movimientos
irregulares; a veces recogía rápido y otras, contaba hasta tres y daba un ligero tirón
con la caña para hacer que el señuelo imitara a un pez errante y herido. Iba
recogiendo gradualmente cuando vislumbré a unos cinco metros una silueta oscura
y alargada que iba siguiendo velozmente el señuelo. Mi corazón empezó a palpitar
fuertemente, podía sentir el bombeo. Seguía recogiendo hilo y ya lo tenía cerca de
la orilla.

- Por todo lo que mas quieras, pica, por el amor de Dios- farfullé.

Ahora lo podía apreciar en todo su esplendor, asomaba el lomo ligeramente sobre la


superficie del agua mostrando desafiante sus pintas circulares y zigzagueaba con su
hermosa cola rojiza emulando a un bailarín. Era un lucio enorme. Cual fue mi
sorpresa que teniéndolo a escasos centímetros de mis botas... ¡Zas! Engulló
vorazmente el señuelo, emprendiendo una carrera vertiginosa; era una auténtica
locomotora, sacaba el hilo de la bobina a un ritmo bestial, los rodamientos
zumbaban furiosos. Traté de ajustar el freno pero fue en vano. La caña comenzó a
retorcerse.

- ¡Hijo de la gran puta! - aullé. El eco retumbó en las paredes rocosas de la presa.

81
Oponía cierta fuerza con mi mano sobre la bobina en un intento de frenarla, pero
no dio resultado. Nunca había tenido el placer de tener a un pez de ese tamaño
peleando al otro lado de la línea.

- ¡Crash! - se rompió el hilo - ¡Esto es increíble, qué desgraciado soy! - grité.

Me sentía abatido: una pieza de ese tamaño y el filamento no pudo resistir. Dejé la
caña recostada sobre el suelo y me senté en la silla con las manos apoyadas en la
sien.

- Esto sólo me podía ocurrir a mí - me lamentaba - ¿Dónde habría ido a parar?

Ese bicharraco debía de pesar unos nueve o diez kilos, sin duda. Estuve un largo
tiempo meditando el fracaso, miré el reloj, las manecillas marcaban las 12:39.
Desistí lanzar una vez más. Me dispuse a recoger mis tratos y aparejos cuando oí que
alguien me estaba hablando.

- Buenos días señor, ¿cómo le va la pesca?

Me giré y lo examiné, era un viejo pescador conocido en la zona, le llamaban “La


Grulla”. Era alto y delgado, con un rostro inexpresivo, una barbilla prominente, una
nariz puntiaguda y unas piernas esqueléticas acorde a su fisonomía.

- Mal, muy mal- afirmé desanimado.


- Otro día será - dijo.
- Sí, otro día...

Pasó por detrás de mí y me quedé atónito; de su espalda se deslizaba una cuerda que
mantenía suspendido por las agallas a un gran lucio de cola roja.

Daniel garcía

82
Madrid, 1976. Licenciado en Comunicación Audiovisual, actualmente trabaja en el medio
televisivo, también como ilustrador y diseñador freelance. Ha aparecido en las antologías
“Mañana Luminosa” (Centro de Estudios Poéticos), “Cuentos Selectos  Volumen  VI” (Editorial
Jamais) y “El  tamaño  del  tiempo” (Anroart Ediciones). Obtuvo un accésit en el V Certamen
de Literatura Aenigma. Ha participado, con sus ilustraciones y textos, en diversas
revistas: “Letras  anónimas”,  “Enfocarte”,  “Shiboleth”,  “Ariadna”,  “Gotas  de  tinta”, 
“Narradores”,  “Divague”,  “Poesía+Letras”,  etc. En el 2009 publicó el poemario “Fiebres
Galantes”, de mano de la distribuidora libre de textos Shiboleth.

Nuevos grados de existencia,


nuevas clases de frío.

La prosperidad es el desarme,
la moral es ahora la recarga
adaptándote al lenguaje
del nuevo organismo creciente.
La belleza era antes la armadura
mostrando princesas incluso entre los guardias.
La soldadura la derrite,
cambiando la temperatura.

El frío viste la conducta


y las mandíbulas escupen chispas
en la fricción dolorosa de las conversaciones,
moviendo la estructura simbionte
por situaciones prototipo
mil veces repetidas por siempre,

83
tu futuro de años-luz,
tu presente eterno
de realidad cibernética,
en el que todas las relaciones sean circuitos
libremente controlados por la no-inteligencia.
La lágrimas no existen
o son tornillos como junturas
de la cara artificial,
mientras pruebas el amplificador
con conversaciones hacia el espacio.
Programa de existencia activado.

Acaso la nieve sea la carne pródiga,


la única que queda
en unos círculos polares imposibles.

84
En la ducha eres una muñeca,
agachándote y resplandeciendo,
la catarata en miniatura del agua
cayendo del destello del grifo
y haciendo surgir los dorados
en tu piel de porcelana,
cientos de diamantes
que cambian de forma
con tus ligeros movimientos.
Los ojos cerrados de cristal,
largas pestañas negras
haciendo sombras chinescas
hacia tus mejillas de seda,
llenas de extraños torrentes.
Tu boca me succiona
sin apenas moverse,
conceptualizando la humedad
en un instante,
y las perlas del agua de nuestros cuerpos
se mezclan...

Que a veces dura más

Jose ángel conde

85
Pepe Pereza (Logroño). Ex – actor, guionista, poeta, escritor y director. Sus relatos han
aparecido en diversas revistas y fanzines como  “Narrativas”,  “Lafanzine”,  “Al  otro  lado  del 
Espejo”,  “Agitadoras”,  “Cruce  de  Caminos”,  “Groenlandia”, así como en diversos blogs:
“Crónicas  para  decorar  un  vacío” (de Xen Rabanal), “Hank  Over  \  Resaca” (Vicente Muñoz
Álvarez y Patxi Irutzun), “Esto  no  es  una  película,  amigo” (David González), etc. Ha
publicado el libro de relatos “Putas” (Ediciones Groenlandia). En breve, publicará:
“Amores  Breves” (Editorial Baile del Sol) Participa en la antología de narrativa
groenlandesa. Publicó, hace tiempo, un poemario en una editorial de provincias.

Eran un par de snobs, una pareja de “poetas” maduritos que mantenían


una vana conversación mientras tomaban unos Bloody Mary en una
terraza de moda. Ambos llevaban gafas de sol (de marca), a pesar de ser
de noche. Él se hacía llamar Ataulfo Anilinas y ella La Reina de la
Sinrazón. Se creían estupendos por vestirse a la última y por haber sido
mencionados unas cuantas veces en las páginas de eventos literarios del
diario local. Ataulfo se jactaba de haber publicado una obra de teatro. A
su estreno acudieron más de doscientas personas pero antes del descanso
sólo quedaron una decena, la mayoría amigos y familiares que no
tuvieron más remedio que aguantar hasta el final. Un tremendo bodrio,
según la crítica. Por su parte, ella alardeaba de ser la poeta más incisiva y
minimalista del planeta. Había escrito varios libros de poemas pero
ninguno se había publicado. Quizá ambos tenían cierto talento, pero lo
exagerado de su estupidez lo eclipsaba por completo. La conversación
discurría tal que así:

- Muérdeme entre las piernas si quieres verme llorar – dijo él aspirando


exageradamente del pitillo que estaba fumando.
- Encontré tus lágrimas escondidas en el cajón de mis compresas –
respondió ella, mientras daba manotazos al aire tratando de deshacerse
del mosquito que la merodeaba desde hacía un buen rato.
- A ambos lados de mis orejas, se extiende el infinito – siguió él,
expulsando el humo del cigarro.
- Todos los caminos terminan en mi boca.

86
- Conserva largas tus uñas si quieres atraparme, lagarta.
- Me duele la espalda de tanto follar; decía un castrado a su loro.
- Si quieres que te coma el coño, mejor será que lo saques del lodo.
- Adivina cuantos pelos hay en mis sobacos y te dejaré entrar.
- Estornudé mi pasado en una copa de tinto y salpiqué tu escote con mis
pecados.
- Cuenta conmigo para lo que no quieras hacer…

Cerca de su mesa, pasó una gitanilla de unos cinco años que tarareaba la
letra de un anuncio de la tele. Ambos la observaron en silencio y no sin
cierta repugnancia. Cuando finalmente la niña se alejó, La Reina de la
Sinrazón siguió con el juego y, muy digna, exclamó:

- Los gases de tu vientre no siempre son la causa de mi desconsuelo.


- Seamos claros: comerse las palabras no es de hambrientos.
- El hambre acalla las palabras.
- Tus palabras se disfrazan de excusas mutiladas.
- Después de un gatillazo, siempre vienen las excusas.

Hicieron otra larga pausa. Él bebió de su vaso, ella le puso una larga
boquilla a un cigarro y le prendió fuego.

- ¿Seguimos? – preguntó Ataulfo sin demasiado entusiasmo y más


preocupado de mantener una postura elegante que de continuar con el
juego.
- Regresa con un ramo de cuervos y una receta venenosa tatuada en tu
lengua – dijo ella con la voz engolada, a la vez que agitaba las manos
tratando de espantar al dichoso mosquito.
- Usaré mi lengua como afilado puñal y te chuparé profundamente la
garganta – continuó él, quedando muy satisfecho con el resultado de la
frase.
- Con tus entrañas tejeré una sombría mazmorra y arrojaré tus sueños
dentro.
- Mis sueños no saben de fronteras.
- Mis fronteras no cobijan sueños.
- Almorzaré migrañas salteadas y de postre tomaré una idea equivocada.
- Escaparé de tus celos y echaré raíces en el viento taciturno de una
noche amarga.

87
- Escupiré todas tus mentiras y tornaré mis pasos hacia un fértil camino
que no sea el tuy… - él no pudo acabar la frase. El mosquito se había
posado sobre la mesa y La Reina de la Sinrazón, aprovechando su
inmovilidad trató de aplastarlo con un libro del genial David González.
Pero no calculó bien y el golpe hizo que las bebidas saltaran por los aires
y se derramaran sobre ellos.

- ¡Joder, tía!... ¿Pero qué coño haces? – dijo Ataulfo malhumorado.


- ¡Oh, no!… Mi chaqueta Coco… Coco Chanel- balbuceó ella, al borde
del llanto.

“A veces, la estupidez humana es ilimitada ” - pensó para sus adentros un


abuelo que estaba sentado a la vera de una mesa cercana a la suya y que,
desde hacía un buen rato, escuchaba anonadado la absurda conversación
de la pareja.

Pepe pereza

88
Elena Ortiz Muñiz (México). Licenciada en Ciencias de la Comunicación, egresada en la
Universidad Franco-Mexicana. Miembro de la Red Mundial de Escritores en Español
(REMES), de la Unión de Escritores Hispanoamericanos y de Escritores Latinoamericanos.
Participó en la antología “Mejores  Textos” (2008), editada por el Rincón de los Escritores y
en la antología “Iwith” (Bubok, 2009). Sus poemas han aparecido en “Voz  del  Pueblo”, 
“Katharsis”, “Revista Cultural Archivos del Sur”, “Arena y Cal”, “El Puro Cuento”, “Ariadna”, 
“Artesanías  Literarias”,  “Letras”,  “Tántalo”, etc. Recibió accésit y mención de honor en el I
Concurso de Relatos Convocados por la Revista Literaria “Katharsis” y finalista del II
Concurso de Microrrelatos para abogados. Actualmente, es subdirectora de la publicación
literaria “Molino de Letras”.

La vida es un constante adiós.

Un manojo de despedidas en tonos infecundos que van desgarrando el alma,

flagelando lentamente el espíritu y poblando la existencia de silencios

tan sosegados y dolorosos, que hacen insoportable la recién llegada calma.

La partida inesperada del amigo, una ausencia intolerable, el abandono de un amor,

el libro que la foto sepia guarda. La puerta del hogar que se cierra sombría al emigrar.

Aplasta, derriba, entristece, derrota...ensordece con su feroz clamor.

Más, es inevitable vivir sin ausencias, siempre hay alguien a quien añorar.

Comenzando a andar un pañuelo se agita con dolor,

paso a paso a medida que el sendero devora el paisaje conocido, se seca una flor.

Al morir, junto al puñado de tierra, el tañer de las campanas en los cenobios

participan del duelo y con melancólico repique cantan: Adiós.

89
Y preparé la tierra con obcecado tiento,

las semillas cayeron, la esperanza crecía

como la magia grandiosa de aquel viejo cuento

olvidado y añejo en mi lejana infancia.

Entre las grietas, valientes, las rosas brotaron

no altivas, no gloriosas, no fecundas, no hermosas.

Ojos que, al verlas, de infinito dolor lloraron:

manchadas de lodo, pálidas...pero orgullosas.

Resistiendo silenciosas en el barro infértil.

Tan valiosa proeza se torna de pronto inútil

el suelo seco, vacío, estéril, casi sin vida.

Un grito contenido hace erupción en mi sino

no es solo el terreno infértil...¡es la fe perdida!.

La inmundicia que rompe la paz del camino.

Elena Ortiz

90
Jens Peter Jensen Silva (gallego nacido en Barcelona, en 1970, de padre danés). Estudió
Geografía e Historia en Ourense, Ciencias de la Información en la Complutense de Madrid
y piano en A Coruña. Músico, pintor, poeta y escritor. Ha realizado diversas exposiciones
artísticas – incluyendo recitales de música y poesía - en diferentes lugares de Europa. Ha
codirigido y coordinado espectáculos multidisciplinares (que mezclan música, danza,
teatro y pintura). Actualmente trabaja en MUSICOPLASTIDRAMA.

Zamora, 1979. Licenciado en Historia del Arte y en Documentación por la Universidad de


Salamanca. Completó su formación en la Universidad de La Sapienza (Roma) y en el Park
College de Leeds (Inglaterra). Actualmente trabaja en la Biblioteca Nacional de España.
Ha escrito y dirigido los cortometrajes “Odio” y “Sin  título”; ha colaborado en el diario La
Opinión de Zamora y publica regularmente en revistas literarias. En breve, aparecerá en
dos antologías. Su blog personal: www.mariocrespo.blogspot.com.
 
El primer poema que acompaña al óleo del pintor pertenece a Ana Patricia Moya.

La lección que ninguno quiere aprender:

para llegar al corazón de una mujer

no hay que buscar el acceso por el coño.

91
Pones pie a tierra
blanda porosa
y respiras aire fresco
puro
sin contaminación urbana
que a veces
y digo
sólo a veces
es sana
porque en el aire viajan
también
las influencias
novedades
experiencias
y cosas que aquí
en el campo
me temo
no es posible conocer
y por eso vacilas
insistes
porque en el fondo
deseas
salir de tu cárcel
y respirar el aire contaminado
que a mí me sobra

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Palpas con tu mano y no encuentras.
No estoy.

Aún no me he metido dentro,


pero sabes que estoy cerca.
Vienes,
te sientas a mi lado,
me abrazas.

No eres consciente de nada.


Duermes.
Pero me sientes,
a tu lado,
como siempre.

Buenos días,
Sigo aquí.

Velpister, mario crespo, ana patricia


93
X i x ó n , A s t u r i a s ( 1 9 7 2 ) . Poeta y escritora. Actualmente, reside en Madrid. Comenzó
muy joven a escribir, ha obtenido diversos premios literarios (Primer Premio Relato
Corto Escritores Jóvenes José María Franco Delgado, Cádiz, 2006; Segunda Finalista
del Certamen de Microrrelatos de la Cadena Ser y Escuela de Escritores en 2006;
finalista en el Certamen de Poesía Una Voz en el Abismo, Lima, Perú, 2007; finalista
del I Premio de Poesía Fernando Gil Tudela, Murcia, 2008) y ha editado dos libros de
poesía: “El  desvestir  del  Pulgar” (Ediciones Vitruvio, 2008) y “Abierta  de  Piernas”
(Bohodón Ediciones, 2009). Actualmente, está preparando un libro de poesía erótica
(como coautora), una obra de literatura infantil ilustrada y también un taller artístico
literario, Little  Becky. Participa en recitales poéticos y tiene su espacio en las
Afinidades Electivas. Mantiene el blog: http://www.gotasdelcantabrico.blogspot.com. 

A l dis f ra z de l v eneno .

Un pañuelo encadenado alrededor del cuello


Miente
No es muro
Sino piedra
Cuyas ansias por enlazar
Se clavan sobre el chamizo

Un pañuelo
Sobre el cuello de un judas
Una soga
En la viga de casa
Una palabra
En la garganta del muerto

94
Me habían puesto a cuatro patas
del lado izquierdo y al derecho
del revés
por arriba
por abajo
sobre desde encima y tras

Pero lo que nunca


habían hecho
fue invitarme a un banquete
mirando hacia las estrellas
como cuando tú me bebes
y me comes.

Ada Menéndez

95
Óscar Varona es un escritor que nadie piensa que lo sea; un bibliotecario que no se
siente como tal; un perdedor… de tiempo que ha publicado un libro de relatos
titulado “Trémolo”, un bicho raro que ha publicado algunos relatos en sitios tan
dispares como Argentina, Estados Unidos y España; un fumador enfermizo que
nació en Madrid hace 36 años y que no ha visto mucho mundo todavía. Ha
publicado en Bubok libros de relatos.

Levanto la cabeza de debajo de la toalla, después de haber estado un tiempo


prudencial aspirando vapores medicinales que consigan aliviar este catarro que se
ha estancado en mi pecho durante semanas. Miro a mí alrededor, observando con
desidia las paredes negras de mi habitación y las cuatro puertas que hay en cada
una de ellas. Viejas puertas que han aparecido de la nada y sin que me plantee
demasiado su existencia. Al menos allí no estaban cuando hundí mi cabeza en la
oxidada cacerola donde se cocían las hojas de no sé qué árbol. Es más, cuando veo
que un rayo de luz sale de la cerradura de una de ellas, me levanto de la silla
desvencijada en la que me he sentado y muevo mi enjuto y desnudo cuerpo hacia
allí, pegando el ojo en el frío hierro. Veo. Observo. Veo una habitación que no
conozco y en la que nunca antes he estado. Tiene todos los visos de ser una
habitación de mujer, pues los adornos que en ella descansan y la luminosidad que
encierra así me lo indican. No pasan más de treinta segundos antes de comprobar
que no me equivoco. Una mujer en la frontera de los cuarenta, de roja melena y
piel blanquecina, entra en la habitación restallando los tacones de sus zapatos
contra el suelo. Se la ve cansada, abatida, después de lo que supongo ha sido una
dura jornada de trabajo. Oscuras sombras se dibujan debajo de sus ojos, aunque eso
no le hace perder un ápice de la belleza que atesora. Mi corazón bombea a toda
velocidad, como un motor desbocado, al ver que comienza a desnudarse, a quitarse
ese traje-chaqueta negro que dibuja sus formas aunque no las potencia. Cuando se
queda en ropa interior, la erección que emerge en mi entrepierna duele tanto que
creo que mi pene vaya a estallar de un momento a otro, y cuando esa ropa interior
se desliza suave por el aire hasta caer al suelo, no puedo reprimir un gemido que
ahogo como puedo entre mis manos, no vaya a ser que me oiga. La mujer se acuesta
desnuda en la cama y apaga la luz, quedando mi visión totalmente a oscuras. Me
siento en el suelo, temblando de pies a cabeza, atónito y excitado ante lo que mi
ojo ha contemplado. Hacía tiempo que no veía un cuerpo femenino desnudo, y
menos de tal belleza y cuasi perfección, pues incluso los detalles más imperfectos,

96
consigo apreciarlos y excitarme con ellos. Por eso, cuando un nuevo rayo de luz
emerge de la cerradura de la puerta situada a mi izquierda, arrastro mis rodillas
por el oscuro y sucio linóleo tan deprisa como mis piernas me lo permiten, sin
apenas sentir la abrasión que me produce el roce de mi piel contra el suelo. Abro
bien el ojo, rebotando en el la claridad que despide el otro lado, y observo en
silencio. La misma habitación, la misma mujer, esta vez sentada en la cama y con
un vestido distinto al anterior, pero de tonalidades igual de grises. Recoge su pelo
en una cola de caballo que cae lacea por su espalda. Mi boca se seca al instante. La
mujer parece estar llorando, aunque reprime sus lágrimas como puede. Suspira y se
levanta de la cama secándose las escasas lágrimas que han escapado de sus
expresivos ojos. Abre el armario y comienza de nuevo a desnudarse, colocando
cuidadosamente cada cosa en su sitio, mientras muestra su cuerpo, blanquecino y
tentador, sin saber que alguien la observa. Es como una muñeca de porcelana,
frágil, en la que el color de su cabello contrasta con la palidez de su piel. Veo esos
pechos de medida perfecta, cuyas aureolas se elevan por el frío de su desnudez; ese
pubis rojizo como una hoguera en la que me gustaría arder por siempre jamás. Y
paseo la lengua por mis labios cortados sin ser consciente de ello. La mujer se mete
en la cama, apaga la luz y escucho de nuevo los suspiros y llantos que en mitad de
la oscuridad ya no puede reprimir. Otra vez me quedo con un calor abrasante
quemando mis venas transparentes y haciendo hervir mis entrañas. Toda imagen
que tengo en mi mente es el recuerdo de su cuerpo, su rostro. Entonces, un nuevo
hilo de luz sale de la tercera puerta, y no es necesario decir que me vuelvo a dejar
las rodillas en el suelo, sin importarme, sin darle mayor importancia, sin dolor, y
con el corazón y los pulmones a punto de salir por mi boca. Pego mi ojo irritado
en la cerradura. Veo, observo, y apenas me muevo. Y esta vez la escena es
totalmente distinta. La mujer está acostada en la cama, durmiendo, supongo,
descansando al menos, cuando entra un hombre cuyo rostro no consigo adivinar,
pues es como si estuviese difuminado, como si sus rasgos se hubiesen borrado o mi
ojo no fuese capaz de verlos, distinguirlos. El hombre se acerca lentamente a la
cama, procurando no hacer ruido, mientras su mano empuña un cuchillo de cocina
de punta redondeada. Tiemblo ante lo que veo. Me temo lo peor. Entonces, el
hombre tapa la boca de la mujer en un movimiento rápido y violento, lo que hace
que ésta se despierte asustada, presa del pánico, sin saber qué está ocurriendo, y
cuando es consciente de la situación, recibe la primera puñalada en el pecho,
haciendo que la sangre roja emerja de un cuerpo que he deseado hasta hace unos
segundos. Me aparto de la puerta aterrado, llevándome la mano a la boca,
ahogando un alarido que envenena mi garganta. Me levanto del suelo y pese a mi
desnudez y una erección que ha bajado casi de inmediato, intento abrir la puerta
sin conseguirlo, dando fuertes golpes a la madera, castigando mis pies contra ella,
sin obtener ningún resultado positivo. Me dirijo entonces a la cuarta puerta, la
cual se abre de inmediato, y corro a través de pasillos oscuros en los que a punto
estoy de dejarme el rostro contra las paredes por la escasa visibilidad que hay. Veo

97
una luz al fondo y me desplazo tan deprisa como puedo hacia ella, aparcando mis
pulmones enfermos en algún momento de la intensa carrera. Cuando traspaso el
arco que da directamente a la habitación de la mujer, la luz se incrusta en mi
cuerpo. La sangre del suelo, de la que no me percato en un primer momento, hace
que resbale de tal forma que caigo al suelo en un estruendoso y violento golpe,
dejando mi cuerpo desnudo maltrecho y totalmente manchado de sustancia roja
pegajosa. No puedo hacer otra cosa que gritar aterrado, asqueado ante la visión de
una habitación cubierta de sangre y un cuerpo, el de la mujer, apenas reconocible
por la violencia con la que el hombre se ha ensañado en él. Me levanto como
puedo, sin poder evitar resbalar un par de veces más y caer de nuevo al suelo. Y
cuando me quiero dar cuenta, observo, con el miedo pinchando en el centro mismo
de mi sistema nervioso, cómo alguien me observa a través de la cerradura de la
puerta. El ojo desaparece en el mismo momento en el que se da cuenta de que ha
sido pillado. Me acerco a la puerta, con el cuerpo temblando, con la mente en
blanco, sin saber, sin comprender, y tiro del picaporte, abriéndola de par en par,
encontrándome de frente a un policía que me apunta directamente a la cabeza con
su arma. Afuera llueve, mientras una multitud curiosa se agolpa para observar
mejor qué ha pasado. Levanto los brazos al salir y notar que la lluvia golpea mi
cuerpo desnudo, limpiando mi piel ensangrentada, enfriando la fiebre que me
atenaza. Entonces, el policía me tira al suelo y coloca uno de sus pies en mi
espalda, sin dejar de apuntarme y dispuesto a disparar en cualquier momento, ante
cualquier movimiento. Cierro los ojos y apoyo la cabeza en el pavimento mojado,
no comprendiendo nada, no sabiendo nada.

óscar varona

98
Ana Laguna Mateo (Barcelona, 1969). Comenzó sus estudios de Fotografía a los 19
años, realizó tres años en la Escola Industrial de Barcelona, dentro del Departamento
de Estudis Fotografics. Al trasladarse a Londres estudia la Licenciatura en
Photographic and Electronic Imaging Science (Universidad de Westminster). Al
regresar a su ciudad natal, en el 2001, completó la Licenciatura de Bellas Artes
(especialidad en Imagen). Durante años se ha dedicado al reportaje social, a la
fotografía publicitaria, retrato, galerías, etc. Ha trabajado para los mayores músicos
del Reino Unido.

99
Ana Laguna
100
Fernán Núñez (Córdoba, 1970). Diplomada en Educación Especial por la Universidad de
Córdoba y habilitada en Educación Infantil por la UNED. Directora adjunta de Revista  de 
Feria;  sus versos han aparecido en revistas literarias tales como “Alhucema”,  “Baquiana”, 
“Arique” (Cuba), “La  Pájara  Pinta”,  “Caños  Dorados”,  “Pan  de  Trigo”, etc. Ha publicado los
libros de poesía “Antes  del  Amor”,  “Zahorí”  y  “Cambalache”. Socia de Honor del Ateneo de
Almagro. Segundo premio de poesía en Alfafar (Valencia), por su poemario “Zahira”; en
2007 su obra “Entre  la  Espada  y  tú,  amor”, ganó el V Concurso Nacional de Poesía Caños
Dorados. Incluida en la antología de poetas de Fernán Núñez (2006).

La impresión en A3 sonríe todavía


quien se congela es mi rostro
metido en este Tetrabrik de paredes
devuelve mi naturaleza muerta,
no,
no estoy en donde parezco,
este brick es un bodegón sin vino
estoy metida.

Ya sé quien eres,
no te conozco.
¿Quién rebota en el espejo…?
¿seré yo, maestro?
Me he traicionado.
Conmixtión de recuerdos frente a
frente.
Todo puede ser otra cosa.

101
Cuidado con el terror
que no salga de aquí
que no ocurra como con el H1N1
lleva con el silencio
medias verdades
inacabadas soluciones,
problemas perfectos.

Tocan las ocho,


¿de qué hora son las ocho?
Si no vas a venir hoy
las ocho de qué día lleno de horas difuntas.

Nunca conozco el fin del dolor,


si me quito los fantasmas
quedo desnuda, en sombra.
Quién soy…
¡He dicho: cuidado con el terror!
¡Qué no salga…!
Pandemónium.

102
Ella durmió desnuda pero…
a quién contarlo que no la tomen por…,
las putas duermen desnudas, como yo,
- como ella, quise decir -,
ellas se desnudan pero no duermen,
hay una pequeña diferencia,
ellas se van,
y ella quedó sin cliente dormida,
ambas hicieron bien su trabajo,
una sobre todo
la que bajaba la mano
como una araña sin hilo
buscando su sexo
y su cuerpo se tensaba
como el arco que salvó a Penélope.

María José mures

103
Francisco García Parra (Murcia, 1976). Filólogo. Reside actualmente en Barcelona. Ha
publicado cuentos y poemas en diversas revistas literarias de España, Francia,
Argentina e Israel. Colabora eventualmente como creativo y fotógrafo en producciones
audiovisuales así como con artistas plásticos. Editor de la plataforma digital “Toreteo”,
Revista de Inquietudes.

Estoy apareciendo,
Cielo tardío.
Piel, cuerda y huella.
Estoy acariciando:
Signo, fuerza y danza.

Piensa
Que mañana la luna
Ya será de otros.

Es porque te pienso
Por lo que no quiero
Que te quedes conmigo.

104
4

Libre el verso en la cintura del tiempo.

Hay
Flujo vaginal
Por todas partes.

En un agujero de la
Luna
Inscribí por primera vez
Mi nombre.
Mientras divagaba
Me acordé del
Colmenar
Y de sus sombras vestidas de
Blanco.
Sentí
Que era el mismo
Lugar
Donde ya había encontrado al
Verbo.
Donde estaba lo que yo no podía
Exigir
Las ventanas abiertas del
Rastro.

105
7

Y no puedo seguir estando


Unido con el barro.

Bailaré por ti
Si sigue el silencio
De tus pechos en el aire.

Sepas que el poema


Empieza en tu piel,
No en tus ojos.

Fran garcia parra


106
Groenlandia, Revista de Literatura, Opinión y Arte en
General número siete (Junio \ Septiembre 2010)

Todos los textos e imágenes pertenecen a sus respectivos


autores. Todos los contenidos de esta revista, desde el
número cero, están protegidos. Junto con esta publicación, se
presenta el suplemento de Groenlandia correspondiente. Para
su diseño se han utilizado obras de artistas consagrados, que
son Paul Strand (página 23), Néstor (30), Richard Estes (41),
Brassai (65, 106), H.R Giger (71), Ronald Bowen (43),
Hooper (73), Matisse (76), Alyssa Monks (85), Paul Delvaux
(88), Bill Brandt (95), Edward Weston (98), Josef Sudek (102-
103); así como ilustraciones y fotografías de Bárbara López
(portada y contraportada), Luís Sevilla (21, 28 y 79), Pablo
Morales de los Ríos (58, 63), Velpister (91, 92 y 93), Carmen
Guillén (31, 47), Ana Laguna (99 y 100) y Ángel Muñoz
Rodríguez (2, 20, 25, 36, 52, 54, 60, 68, 82, 90, 107 y 111).
Groenlandia respeta las opiniones de sus colaboradores – las
cuales son de su total responsabilidad – y defiende la autoría
de sus obras. Groenlandia expresa que, para proteger nuestra
cultura, es esencial proteger las ideas originales de sus
autores porque las mismas son un trabajo de imaginación y
esfuerzo únicos. Groenlandia aboga por la total libertad de
expresión sin censuras. Groenlandia es, desde el número
cero, una publicación cultural gratuita que no busca lucro.
Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial de
alguno de sus contenidos en cualquier medio.

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DEPÓSITO LEGAL: CO-686-2008


I S S N : 1 9 8 9 -107
7405
8L YA DISPONIBLES:

La reconstrucción
de la memoria
(Adolfo
Marchena)
Poesía

Bocaditos de
Realidad (Ana
Patricia Moya)
Poesía

El Gotero (Luis
Amézaga)
Aforismos

El agua y las horas Groenlandia edita los primeros poemarios de Eva


(Saúl Ariza)
Poesía Márquez y Jens Peter Jensen (Velpister), “Cosas
que nunca te diré” (con prólogo de Begoña
Leonardo, epílogo de Yolanda Sáenz de Tejada y
La conspiración
de la sirena portada de Aída García Corrales) y “Transeúntes
(David Morán)
del Olvido” (prólogo de Vicente Muñoz Álvarez y
Poesía
epílogo de Alfonso Xen Rabanal, portada de Luisa
Autorretrato sin
óleo (Pablo Fernández). Ya disponible en la Web y en el
Morales de los SCRIBD de Groenlandia.
Ríos)
Poesía
En preparación:

Ya no leo tebeos
de Wonderwoman
“La carretera roja”, de David González
(Ángel Muñoz
Rodríguez) “Materia Oscura”, de José Ángel Conde
Poesía
“Bocaditos de Realidad” (segunda edición), de Ana
Patricia Moya
Putas (Pepe
“Te lo verso a la cara”, de Ada Menéndez
Pereza)
Narrativa breve \ “Cuentos de la carne”, de Ana Patricia Moya
Relatos
108
Recomendable libro antológico que recoge poemas de cuatro
mujeres, cuatro poetas: Eva Márquez, Ada Menéndez, Yolanda Sáenz
de Tejada y Ana Patricia Moya. Con prólogo del gran Andrés Ramón
Pérez Blanco. La versión digital de este proyecto poético se puede
encontrar en las páginas Webs de sus autoras, en diversos blogs y
también en el Scribd de Groenlandia:

http://www.scribd.com/doc/25908612/Poker-de-Reinas-Definitivo-y-Final
109
Recomendable revista de Arte, dirigida por el poeta
chileno Daniel Rojas Pachas.

www.cinosargo.cl.kz
110
Aguijón del desastre que es el funeral del Hombre
El funeral al que nadie irá
Sino la peste a la que llaman Hombre
La peste de existir
Como una sombra sobre la página
Como la sombra de mí mismo
Eternamente borrada por la página
Por la página que cae
Como la ceniza del cigarrillo sobre la mano.

(Leopoldo María 111


Panero)
112
Ana Patricia Moya – Rafael Benítez – Rafael Infantes –
Bárbara López Mosqueda – Sonia Sainz – Pablo
Morales de los Ríos – Saúl Ariza – Verónica Moreno –
Ángel M. Remis Saucedo – Carmen Moreno – Ángela
María Romero – Mario Jorge Piro – María Teresa
Fernández – Angustias Añón Flores - María Carmen
Serrano - Adolfo Marchena – Michel Pérez Rizzi –
Luna Miguel – José Daniel García – Nacho Montoto –
Alejandro Serna – Manuel Guerrero Cabrera – Antonio J. Sánchez – Esperanza García
Guerrero – Luis Amézaga – Juan Carlos Hidalgo – Yamila Greco – Jesús Taguas Ruíz –
Francisco J. Serrano de la Vega – Carlos Ardohain – Juarma López – Jorge Santana –
Omar Elvir – Christian Pérez Bobadilla – Ignacio Tomás – Leticia Vera – David Morán –
Andrés Ramón Pérez Blanco – Javier Das – Lilian Bastó – Eva Cabo – Luis M. Hermoza –
Carmen Guillén – Luis Sevilla – Juan Pablo Herencia – Daniel Sergio Pardo – Raúl
Gaitán – Juan José Romero – Cecilia Gris – Fernando Sánchez Sabido – Javier Ventura
Mullor – Gustavo M. Galliano – Silvia Loustau – Ulises Varsovia – Enrique Fuentes
Guerra – Salvador Moreno Valencia – Roberto Arévalo Márquez – Jorge Manzanilla –
Rebeca Martín Gil – Daniel Rojas Pachas – Teresa Iturriaga – Mauro Morgan – José
Ángel Barrueco – David González – Pepe Pereza – Eva Márquez – Gsús Bonilla – Luisa
Fernández – Federico Ocaña – Jesús Suárez Fernández – Álvaro Guijarro – Óscar Varona
– Aída García Corrales – Enrique Morales – Sergio Pinto Briones – Antonio Huerta –
Andrés Portillo – Isaac Contreras – Daniel García – Javier Aguirre – Ángel Muñoz
Rodríguez – Milagros Puebla – Begoña Leonardo – Pau Roig – Vicente Muñoz Álvarez –
Patxi Irurzun – Adriana Bañares – Marlene Pasini – Rolando Revagliatti – Silvia
Rodríguez – Manuel Jubera – Ana Pérez Cañamares – José Ángel Conde – Paz Hernández
– Yolanda Sáenz de Tejada – Jorge Heras García – Ana Laguna – Mariela Loza – Elena
Ortiz – Ada Menéndez – J. Jorge Sánchez – Gonzalo P. Vilo – Raúl Ariza – Velpister –
Mario Crespo – Francisco Parra - Daniel Pulido Ortiz – José Luis Gutiérrez - María José
Mures - Raúlo Cáceres – Escandar Algeet – Verónica García – Miriam Palma – Roberto
Ferrer…

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