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Cuando se instaura un reflejo condicionado, un estímulo que anteriormente tenía una connotación indiferente para el individuo se hace señal

de otro estímulo que tiene


una significación vital directa para el organismo, por ejemplo, como puede ser, en el lactante, el sonido provocado por la manipulación del biberón, que se convierte en señal
del estímulo incondicionado; en este caso, el alimento que saciará su hambre. O sea, el estímulo indiferente hasta ese momento ha adquirido una función de señal.
Esto permite dividir a los estímulos en dos tipos: incondicionados, cuando motivan los reflejos de este tipo; y condicionados. Por tanto, con función de señal, cuando
forman los reflejos condicionados.
Esta formación de reflejos condicionados presupone la formación en el cerebro de conexiones nerviosas temporales que anteriormente no existían, conexiones que, en el
caso del hombre, se forman en el ámbito de la corteza cerebral.
Los reflejos incondicionados no definen ni determinan el curso del desarrollo o su ulterior evolución, sobre su base es necesaria la actividad reflejo condicionada de la
corteza cerebral, lo que se da en función de las condiciones de vida y educación en que se desenvuelve el sujeto.
La dinámica de la formación de los reflejos condicionados sigue un complejo proceso de fases y condiciones que son indispensables tener en cuenta, y cuyo
conocimiento tiene amplias connotaciones educativas, pues obliga al reconocimiento del reforzamiento y la repetición para la adquisición de las conductas que se deseen
formar, en la que no basta con una simple realización o varias para lograr la consolidación del reflejo condicionado que se pretende formar.
La actividad principal y fundamental de la corteza cerebral es la formación de estos reflejos condicionados; dicho de otra manera, la organización de conexiones
nerviosas temporales. La formación de conexiones nerviosas temporales es la actividad sintética principal de la corteza cerebral. Esta compleja actividad analítico-sintética
de la corteza cerebral, que es la base sobre la que se forman los reflejos condicionados a los cambios del medio, permite alcanzar la adaptación necesaria a las condiciones
de vida y de equilibrio con el medio ambiente.
El surgimiento de la palabra modifica la actividad nerviosa superior e introduce un nuevo principio: la abstracción y generalización de señales del primer sistema, que
cobra la misma significación del propio estímulo. Este sistema nervioso central de conexiones nerviosas temporales, que se forma mediante la palabra, es denominado
segundo sistema nervioso central de señales de la realidad, puesto que la palabra, por su esencia, es señal de señales.
Las implicaciones educativas de esta formación de reflejos son evidentes, y todo educador ha de poseer un conocimiento vasto de las condiciones en que se posibilita
dicha formación, en particular en la organización de la vida de los educandos y la formación de hábitos en el centro de Educación Infantil.

1. EL INSTINTO: La necesidad de autonomía. Las personas que pertenecen a este grupo, necesitan tener una clara sensación del "Yo", autoafirmarse e imponerse.
Defenderse contra ataques al "territorio propio". Sentir impulsos vitales de movimiento y vivirlos. Responder espontáneamente con reacciones instintivas "desde la
tripa" a las situaciones exteriores. La pregunta que surge de esta necesidad es ¿Quién soy yo / quién eres tú? ¿Cuál es el espacio que me corresponde y cuál te
corresponde a ti?

2. EL SENTIMIENTO: La necesidad de relación. Por su parte, las personas de este grupo, necesitan sentirse queridos y querer. Cuidar la amistad, la asistencia, la
preocupación por los demás. Son importantes la comprensión mutua y un "buen contacto". Se recalca la importancia de pertenecer a una familia, a un grupo. Esta
necesidad del "corazón" crea una pregunta: ¿Con quién tengo qué relación / cómo es nuestra comunicación?

3. EL PENSAMIENTO: La necesidad de orientación y seguridad. Este grupo necesita sentirse seguro en el lugar en que se encuentra; conocer bien el sitio y tener
perspectiva de las cosas. Son importantes la claridad y la confianza. Sentidos despiertos para detectar el ambiente. De esta necesidad surge la pregunta: ¿Dónde
estoy realmente? y ¿este es un lugar seguro para mí?

Los seres humanos tenemos instintos?


Primero, debemos definir que es instinto. Según el hiperdiccionario, instinto es una patrón de conducta no aprendido, que se elicita antes determinados estímulos.
Generalmente, se tiende a dar el rótulo de instintivas a ciertas conductas, como el cuidado de los niños, la agresividad, el asociarse en grupos y otras. Si bien estos patrones
están presentes en los animales, la socialización que los seres humanos recibimos desde nuestra primera infancia determina, en definitiva, cual será nuestra conducta.
Sobre este tema la discusión no está cerrada, así que cualquier opinión es bienvenida.
Los instintos que sí son absolutamente innatos son los reflejos de los bebes al momento de nacer, los cuales tendrían valor de supervivencia. Entre ellos tenemos el reflejo
de acomodación retiniana, el de succión, el de prensión y el de marcha, entre otros.
Una interesante reflexión sobre los instintos (y otros principios explicativos) se encuentra en el famoso metálogo ¿Qué es un instinto, de nuestro querido Bateson.

El instinto en los humanos


Concepciones sostenidas tanto desde la Biología como desde las ciencias sociales (Antropología, Psicología, Sociología), han procurado demostrar que el ser humano
carece de estas pautas complejas, aunque sí trae consigo otros tipos de mecanismos más simples como el reflejo. El psiquismo humano surgiría entonces como una forma
adaptativa que procura suplir las falencias biológicas incorporando un determinismo que no tiene relación directa con lo biológico, sino que es psíquico, aunque se apoya en
aquél.
Desde esta perspectiva, la vida social está entramada con la cultura y las formas de producción y dependencia mutua, y el instinto de supervivencia es nulo dada la
prematurez de la cría humana y el hecho de que no se han encontrado conductas con las características dadas más arriba. No habría tampoco un instinto de reproducción,
porque el ser humano en su conducta sexual no responde a dichos caracteres: la falta de un objeto fijo y determinado y la imposibilidad de cancelación de la necesidad
destierran esa posibilidad.
Por último, formaciones de índole claramente social y cultural que la Antropología ha probado como tales, como es el caso de la religión, hoy en día prácticamente no están
en discusión sobre su naturaleza; no dejan sin embargo de existir estudios que mediante las nuevas tecnologías buscan patrones entre funcionamientos cerebrales y
determinados comportamientos, y extraen de allí sus conclusiones. Las críticas que se le han realizado, entre otras, abogan que es comprensible que existan patrones (el ser
humano es un ser bio- psico- social, no se compone de estratos separados), pero que esos patrones no demuestran causalidad, ni se explican por sí mismos.
Las leyes genéticas que rigen el comportamiento de los animales son comunes a los seres irracionales y racionales. Los animales transmiten a sus hijos, a través de los
genes, la información necesaria para que se desenvuelvan en la vida sin que reciban una enseñanza directa de sus padres.
Si aislamos de sus progenitores, a diferentes clases de animales, desde el estado de huevos o larvas, de forma que nunca tengan contacto con sus padres, y los observamos
durante su desarrollo, podemos comprobar que:
Las hormigas se organizarán en complicados hormigueros, las abejas construirán perfectos panales para depositar su miel, las arañas geométricas redes para cazar a sus
víctima, y los gusanos, perfectos capullos. Aún más, los pájaros migratorios recorrerán la tierra por los mismos caminos que sus padres, sin que ellos los hayan visto nunca,
y los peces seguirán las mismas rutas por los océanos, sin que nadie les haya enseñado previamente el camino.
Todos estos conocimientos son transmitidos genéticamente de padres a hijos sin necesidad de mediar trato entre ellos. Este tipo de conocimientos innatos son conocidos
con el nombre de <<INSTINTOS GUIA>>.
Los seres humanos, en nuestra calidad de animales racionales, disponemos también de instintos guía. Son los conocimientos primarios que permiten el desarrollo de los
conocimientos adquiridos, y ambos constituyen la base del saber humano.
Se llaman sensitivos porque predisponen a una acción y son independientes de la voluntad, períodos porque ocurre en lapsos de tiempo.
Los <<Instintos Guía>> ordenan las acciones primarias de todos los seres vivos. En los seres humanos, esta información, de carácter innato, interviene en el desarrollo de
las personas en sus tres facetas:
Así tenemos que:
La tendencia natural de la parte material de la persona , el cuerpo, es la satisfacción de los sentidos.
Cuerpo -----------> Adiestrar
La tendencia natural de la inteligencia es buscar la verdad.
Inteligencia -----> Instruir
La tendencia natural de la voluntad es hacer el bien.
Voluntad ---------> Educar

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