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ESPANA EN LA ARGENTINA

LJNA REFLEXIÓN SOBRE PATRIOTISMO ESPAÑOL


EN EL TRÁNSITO DEL SIGLO XIX AL, xx
ANGEL DUARTE

1. LA NACI6K Y LOS INTELECTUALES


UNODE LOS POCOS CONSENSOS AMPLIOS qtie la hisroriografía recieiite ha consegui-
do establecer, trascendiendo adernás los árnbitos académicos hasra lograr incidir en
las opiniones píihlicas, gira alrededor de la afirmación de que los símbolos y los mi-
ros han servido, inuy a tncnudo, para colicsioi~arpolíricainente a grupos humanos
que, compartiendo un idioma, una historia, unas formas sociales, unos espacios y
una mancra dc scr dcrcrminada, han acahado siendo imaginados como naciones.'
Cuenta con si~nilarberiepláciro, pues en realidad es la otra cara de la inisma nionc-
da, la idea de que los nacionalisn~oshan hecho uso de relatos fundacionales cons-
truidos coii triatrrialrs sirrilióliros a Tiii d r Iiacrr irrílilr la nación. Finaltiiciire, se
suele admitir, cuino corolario de lo anterior, que los eruditos, los poetas, los artistas
y, cn gcncfal, aqticllos a qiiicnrs cnglobamos ronvcnrionalmcntc hajo la categoría
de "intelectuales" se han encargado de cultivar ese repertorio de imágenes y sagas,
esas narraciones que han acabado por dnr a las naciones, sean éstas lo que sean, la
trxtura de lo iricoritrstablr.
Existe, es cierto, otra línea de interpretación que, asumiendo, conio no podía ser
clc otra niancra, quc cl nacionalismo cs un fcnóiiicno rigurosamcntc coiitciiiporá-
neo, advierte de que algunas identidades nacionales son algo inás complicado que
trieras inveticioties. Habría, segíin estos otros autores, tiaciones loiigevas, coniplejos
de ideas forjados a lo largo de los siglos alrcdcdor de uri territorio, de uria rricrrioria
más o mcnos compartida y dc una gcntc, la quc constituyc la nación en el sentido
priiriigeiiiu del tí-rriiino.~Eii cualquier caso, esta perspectiva analítica conve~gcría
con la primera ciiando constara que esas naciones tradicionales, viejas, salieron ra-
dicalrrieritc rriodificadai tras el rriaridajc cori los iritclcctualcs y 10s rriovituictiros na-
cionalistas del último cuarto del siglo xix
1.0s tratos cnrrc iniros, grupos humanos y nación modcrna no han sido unidircc-
cionalcs. Cada nación, sea grande o pequefia, con Estado o sin él, excluyente o com-

Bcncdict ANDERSON, Imiigir>cdConsn?unilir;:Rcfil:oiani o» rbi: Dlipin oiid 7pn:ad ofhiariorinliirn E J . HOBSwnn,


Narioni and Narionaiiirn ancc 1740. L.Hus5wa~y '1'. K*zi;Eii, 'l'hr hurniron o/i/ílodtfion. Erncit Cei.Lxen, N a
iioni and ti~ztioiiniiiin.I'icrrrr NORA,LISiicui dc rrirmoiw 11.Lo n<llion
Pierrr Vii.~ir,"Piriia i nació. .". Anrhony SMITFI, The Ethihnzc Origrni ojtiationi.
plcmentaria coi1 otras, entendida a la manera liberal-revolricionaria o asimilada a
un conccpto orgánico-historicista, lleva adherida, drsdr el momento inicial cn que
es pensada como tal, la ocuparióii de ascgurar, a colectivos humanos aiiiplios o re-
ducidos, unos límites y unas rnetas quc les orientrii en su vida de relación social. Y
ello no siempre mediante mecanismos de cálculo racional o de poder. La fuerte car-
ga emotlva que aparece asociada, en la riiayoría de las circunstaricias históricas, a la
nación y a la patria, convicrte a éstas cri nuevas y más coinylejas quimeras, en nii-
tos a los que se recurre para hacer posible la acciciri colectiva y la construcción dc un
nuevo sujcto colecrivo.3
Lo que viene scg~iidaineiltres, pues, Lina reflexión sobre la patria como narración
que reconforta y sobrc la nación roirio símbolo que activa la movilización pnlítica.
Se trata de u n género que abiinda, y en los últimos ricmpos, en Espaiia, qiiizás has-
ta el rurcso.4 Acaso el rasgo original de la apriixitriación que aquí ensayamos radi-
qiie c11 el hecho de que, además, quiere sri- iilia mirada sobre la evocación quc de
España sc haciri Ir.jos de la Península Ibtrica, en cl orto latlo del océano Atlántico,
en mcdio de unas colectividades de emigrantes instaladas en la región del Río d e la
Plata en los años que sc sitúzn a caballo de los siglos xrx y xx.
Hscer este esfucrzo creo qiie puede aportar nuevas luces 31 estudio del riaciona-
lisnio. Las identidades, en tanto quc constriicros culturales, suelen relacionarsc con
ciertas maneras de entender el pasado, p p ~ otambien lo hacen con lugares cspecífi-
cos; no sólo cnniirrrien a una historia sino también a una geografía. ;Qué ociirre
cuando el paisaje, el lugar y el territorio quc se asocia a la propia identidad se en-
cuentra a rniles dc kilóinerrns dcl lugar donde se vive? jQut pasa cuando, además,
no sc quiere, o n o se piirdr, renunciar a la identidad inicial en tivor de una nue-
va? El antropólogo catalán Oriol I'i-Siiriyer i Cuberta facilitaba no hacc mucho,
con motivo de un ciclo de conferencias destinado a reflexionar sobrc las rupriiras
dcl año 1939, lo que a mi entender puede scr una prii~ierarespucsta. Rememoran-
do sus año5 de infancia y primera juventud en I.nndrrs, Pi-Sunyer coineiitaba has-
ta q u é p ~ i n t ole resiiltaba impresionante el tiempo que los exiliados, o los
emigrados quc tenían iiiia perspectiva mediata de retorno, dedicabaii a construir y
a difundir mensajes culturales y moralcs. Gracias a los recuerdoh, a la lengua, al in-
tercambio o consulta de las fotos de grupos de personas o d r paisajcs dejados atrás,
a la cocina, a los documentos o a los libros, estos col~ctivoshumanos elahoraban un
proceso iiarrativo que tenía dos destinatarios. Por u11 lado, la comunidad de exilia-
dos n de rmigrantes. Por otro, la sociedad rerrptora a la cual se consiileraba con-
vrnirrite hacerle saber, y convencerla, de las virtudes del pueblo al que habían dado
acogida.5

losé Ai.v*n~zrti~co,''EI nrcianali~mocspaño~..:,.


'Dc cnrre el c6mulode tyrL:i)ur recic~iirrpodrlan darrrarrc: l n n i a i i Fox,Ln itiucri,ian de Erpzelr; lavler V A K L C ~ ,
rroucfii deEspa>iu...i 10" JUiiniSTI, El lriwie de Altor, . : loan-1.liiir MAnFnNr, / . a ci~lci<ni
dc/ru,ahnbmc ..., Aii-
rw. Mari= C I A R C Rnvwh,
~~ España, pncrrin de noc~oner?;y Andria nr BLAS.Znriiop<dtdiadci ~wcinnniimo.
Pi-SUNYER, "Els rxili, dc 1939.''.
Pi-Sunyer construía la reflrxión trúrica a partir dc su propia exprriencia, d r
aquello que le había tocado vivir como hijo del exilio republicano. Quiero decir que
en su intervención situaba la lente de aumento sobre la que, sin duda, deberíamos
considerar la tipologia más dura de exilio. Ile todos los extrañamientos colectivos
que I i a n tenido lugar en la España contemporánea, el de 1939 fue el que significó
un cortr r r i i , radical cori rl puiiio de partida. En rigor, las niig~acionrsprevias y las
que tendrían lugar posteriormente -y, entre las primeras, incluso aquellas que tii-
vicron motivacioncs políticas- nunca comportaron unos efectos temporales tan
duraderos ni abrieron ante los protagonistas de las mismas unos abismos psicológi-
cos tan radicales. Tal vez por ello convenga advertir de que la narración ensayada
rlesdr la Argentina en tririio a 1898, de la que nos ocupanlos en la segunda parte de
cite trabajo y en la que los rnitus y los sírribolos tuvirruii uri prS0 tan detrriiiinaiitr,
tcnía un tcrccr destinatario: a la comunidad de expatriados y a la patria de adopción
se añadía la nación dc origcn, España.

11. RECONSTRUYENDO L A PATRIA ESPAROLA EN LA EM~C;KAC~(:)N


Alejarse de E,spaña siii salii dc clla, cs dcrir, estudiándola a través de una parte de
la misrna trasplantada a la Argentina, me parecc una vía idónea a fin dc cscapar a
los términos artificiosos que hipotecan, hasta amenazar con esterilizarlo, el debate
sobre la nación y los nacioiialismos. Los nacionalistas, aquellos que recurren a ini-
tos y linajes para definirse y vivir en sociedad, aiernpre sucleri srr los otros. En Biie-
nos Aires o en Rosario hay pocas dudas sobre el nacimiento paralelo e interactivo de
los diversos ~iacionalismose l cspañol, el caraliii, el vasco, cl ,qallcgo- cn cl intc-
rior de la colectividad. De hecho, al hablar de colectividad española estarnos ha-
ciendo rcferciicia a 1111 griipo hiiniatio pcrfrcratiieiire defiiiihle en sus contornos
exteriores, tanto para ellos mismos como para quicnes, argentinos, itaiiaiios o dina -
marqiicses, así los catalogaban. Pero al mismo tiempo se trataba de un grupo for-
mado, cn proporciiin variable, pur subgrupos de gallegos y catalanes, astririanos y
castellanos, vascos y andaluces...,todos ellos tan espléndidamente circunscritos a los
ojos clc sus coitáneos por unos rasgos diferrncialcs coino el conjiinto amplio que los
englobaba. Para subrayar las semejanzas, y junto curi las peculiaridades Iingüístiras,
aparecían los rasgos rclacionalcc c o n el corolarin inevitable de las diversas estra-
tegias familiares migratorias-, los gastronórnicos e incluso los idinsincrásicos. Xo-
se M. Niíiiez Scixas, en su esriidio de las imágenes sociales de los emigrantes
gallegos cn Argentina, ha exhurnado el trabajo dcl escritor Josi Pío Sagastutiic L.a
inrni~ración.Su i~~q'luenciarn elpais, publicado en La Plata eri 1916. En dictio tcx~u,
Sagastuiiie, tras apiintar a la complejidad dc la imagcn de los gallcgos -mientras
que la mayoría de ellos, ocupados en CI servicio doméstico, son discretos y honrados,
aunque poo, díicriles y algo 7.nres, existen otros coiilpatricios presentados coino ilus-
trados, doctos, inteligentes y capaces de abrirse camino en las rnás competitivas de
las profcsioncs-, recuerda que los vascos son honestos, trabajadores y generosos;
los catalanes, tenaces, laboriosos y emprendedores; los aragoneses, adustos, compar-
ten con estus últimos la valoración positiva; y los andaluces, en fin, son, de acuerdo
con los túpicos más redundantes, alcgres, sinipáticos, superficiales y poco amigos dcl
trabajo.0
El impulso interior y la accptación de la mirada de los demás contribuyerori a co-
dificar y a concrdrr relevancia a estos estereotipos rcgiuiiales. Es sabido que el aná-
lisis de otras comunidades de inrriigrantes ha perrriitido detectar procrsos similares
entre los iiidividuos procedeiites de otros países de Europa. Se trataba dcl mismo
género de tipologias que, arrancando del pasado, tenían una gran capacidad para
resi~tira la erosión del tiempo y podía11 ser activadas conio argumentos políticos en
coyunturas críticas. Hasta que esto ocurría, y a veces iricluso cuando Psta politiza-
ción tenía Iiigar, estas identidades fueron perfecrairirute compatibles; dato quc tam-
bién saltaba a la visra de qiiieiies, extranjeros, corripartían con ellos la expcricncia d r
la iiiovilidad masiva. CaLc suponer que, aunque dc manera iriucho más excepcio-
nal dc lo que acaecía r n el seno de la< corrientes migratorias italianas, algurios de
esos españoles qur partían de 13 Península o de las Ralcares o Canarias, al embar-
carse en el puerto de salida, se sriitirían tan sólo partfcipcs de una identidad aldea-
na. No ohstantr, por los testinioiiios de que disponerrius puede asegurarse que, cn la
mayor partc de los casos, los eipañoles poseí:in ya una claboracióii rnás sofisticada y
asentada, aunque no exenta de complejidadrs, de su condición. Una condición afir-
niada, dc hecho, a lo largo de siglos. Al margcn del grado de eficacia nacionaliza-
dora del Estado liberal,? los ernigraiites se sahian españoles.
En cualquier caso, tanto para aquellos que no tcriían dudas respecto de su perte-
nencia rorriún a España coirio para aquellos otros en quienes lo relevante cra su afi-
nidad parroquial, la fnrrriidable expericiicia de la cmigracióii resultaba, en términos
de identidad, reslilutiva. El viaje por lirrra hasta los pucrtos dc embarque y, sobre
todo, la travrsia a travCs del ociaiio permitía a Ins erriigrantes agruparse con aque-
llos que formaban parte d r SLI universo territorial, y en algunos casos de su espacio
lingiiístico. En los nuevos paisajes urbanos y ruralcs del Rin clr la Plata la solidari-
dad para hacer frente a los avatares de la fortuna podía huscarse tniito en las aso-
ciaciones cspañolas de socorros mutuos o de beneficencia como cn los inoncepios de
adscripción regional, mientras que la complicidad en la nostalgia remitía prefercii-
temt-nte, conio inínirrio hasta 1898,a las sociedades de matriz parruquial, comarcal
y regiotial, aunque sin excluir la posibilidad de los i.lub~sespaholes. 1.a lengua o los

1. P. S ~ c n s r u hLY
~ ~inmigrsrión
, Su iaflt<rrirroen elpuii. Citado por Xore M. N~.:?EZSEIXAS, "Algunas noes so^

bre la imagen social., " . los& C blouA, Couriniar:dSirangr u..., p . 2 3 y s.


'El rlr la dCbil niciomlizaci6ri cn 11 Erpsiir liberal rlrl siglo xix hr sido un dvbare rccuiieiiic en la Iiisroriogiaila
eápa<vi de iz ilicada de 1990. Pusden rrrordaric. ~ u i n opunro dr partid*. Ii*. rrgumciiroi v~rridorpor sendos, y
mnfrspucrroí, rrtiiulor de Rurjs DE ROUER y I i i a n Pablo F u h i qric jiparciicriln e n l l i ~ l r i i - i oSocial: "Subie el l u p r
dc iur nacioiiwlismos-reCionaI~~rnos ci, 1s hirraria <untempnr5iira eipafiole" y "Kci~iri<inisrno cririco c Hirroriz W a ~
ciunalirta (A prop6riro ilr un aniciiludc h r j a dr KiqurrY. Aunque hzn sida muchas 1;ir vaccr hisroriogrPfic*r que
,r han ruiiiado al d c l i i i ~ éste
, hn !do adquirirtido una cierra ciiculatlJad. Ambos Iiistoriadarcr han reromado re-
iicnierrici~icla prohlemarica coi) iriinioi pnrriidoí. Veaic B. DE Ri(iurn,ldcntiiui~ Conrempor2riir~:Cazalunya r &
panya; y J. P FUSZ, España. in cvoiunón de h tdenridad rmcianul.
sabores de la tierra dc origcn sc con mayor intensidad en esos cenrrns
y casinos que nacían bajo la advocación de una toponimia inis rcstrictiva.8 Tanto
esos clubes y cenrros c.omo las redaccioties periodísticas que alurnbrarun, permitie-
ron la visualización de una dirigencia con pruritos intelectuales dispuesta a facilitar
toda surrtr de materiales literarios.
Es euidcnte que de lo que aquí se trata, primordialmente, es de identidades de
hasc rcrrirorial. Identidades que tuvieron una nariiralexa cnncbnrrira. Sohrr el ba-
rrio, la localidad, la coiilarca, el país, la rcgiSri o la riación, la nación o el Estado, e
incliiso la Iiiimanidad rii CI caso de gcntcs tan dispares como los internacionalistas,
los anarquista? o los cosmopolitas, sc proycctaban las emociones gregarias de los
emigrantes. Y, como escribíamos unas líneas más arriba, esas distintas proyecciones
no eran, en sus manifestaciones más habituales y menos extremas --o si el lector lo
prefiere, {por quC no?, menos iiariniialistas-, e11 absoluto excluyeritcs entre sí. E n
realidad el cariícter coiic~ritrico,compatible en grado diverso, e incluso muchas vc-
ccs acurnulativo d r tales identidades territoriales apunta a la existencia, en este or-
den de cosas, de unos mccanisinos y procesos sociales de base persorial así como (le
naruralcza compleja y, aunque ello pueda no gustai- a los pregoneros de la claridad
étnica, de índole equívoca y aiiihigiia. Una ariibigüedad que ayuda a ~ n t e n d e rla
pliiralidad de estrategias que detcrrninadas comunidades culturales, en las que una
parte significativa de sus componentes sc vcn a cllos mismos como miembros de un
sujeto de soberanía política diferenciada, articulan a lo largo del tiempo, ya sea con
caracrexisricas secuenciales o ~ o e t á n r a s . ~
Veamos un ejemplo. T.n los priiiirros rricirricrits dcl siglo m una franja de la co-
munidad de catalanes radicados en diversas ciudades argentinas se dotaron dc nuc-
vos espacios de sociabilidad, y en el interior de sus salones znsayaron, en convivencia
aparcntcmcnrc poco conflictiva, el discurso nacionalista catalán, el caralanisino re-
gionalista y el esp:iñolismo. Todo ello en relación a, conii-i mínitrio, tres cuestiones
en liza: la definición y la competencia de los liderazgos y las diligencias internas, la
colie,iúri y drfiriiciúri del grupo de pertenencia y, finalmente, la relación con el res-
to de los emigrantes españolcs, con las instituciones representativas del Estado CS.
pañol y con las autoridades gubernativa> argentinas. En otras palabras, impulsar la
codificación (le iina identidad catalana, presentada cri rnayor o menor grado como
iina variante o currio algo sustancialmente distinto de lo espaiiol, sirvió para deslin-
dar campos en el interior de los cspacios asociativos de la colectividad catalana, pa-
ra construir y desmantelar nuevos y viejos grupos dirigentes, pira rcformular las

Una uirión rinrcrica dcl arociicionir~iiocrpaiiol eii Mula& I.I.OIIDEN, "La, arucir~ii>iirrc r t > i í i i > lde
: ~cmigranter".
~
Conviene rrcrirdar a IoréC. MOYA al adverur qiic: '"hfrcr Finding o placr aod a way to iiic, rht rirxr srcp in rlic ¡m.
inigrariis' rdaprarioii \vas ro re-creare rciuiidiry a t i t i i l iirrworkr. Onc of thc vayr thcy wcnt aboui rhar \iras r o e r -
rzhlish and loin a plrthora of vnliintary ossaciatinns" Cr>winrurrd Sirnn#en, p 2 7 7 .
Pxri rrt:i problrmirin idrnritirir, y lar l6gir;ir de cornplerncnwriedad, pueden veis? la? rportacioncs dr Dcdlcr
Yorbcrru M A R Q U ~ E G'';Erpiiiulc~,
U~. u cirrrllanur) . " .y Willirm DOL'GLASS y Glurir 'IUTCIUICA
"ldcnridader cornplernenrariar...".
relaciones con el resto de los españoles ubicados cn Argentina. para establecer j c ~
rarquías internas alternativas a las derivadas del cstricto kxito económico-social. Pa-
ra los catalanes, corno para las restantes comunidades espafiolas, el adoptar este
géncro de estrategias no respondía iinicamcnte a ra7.oncs endógenas. El universo
migratorio rio era un mundo cerrado. La noticia de las vicisitudes qnr te~iíanlugar
en España, muy habitual rn la prensa argentina, incluycndo el p~riudismográfico
de arriplia difusión del tipo Ca~asy careta.<,Munoi y monadas o Fray Mocho, tnodifi-
calia el reciierdo y la identidad, o como mínimo sil iirilidad en uri contexto de mo-
vilización política y social.
La reconstriicción lejos dcl hogar paterno de la autoridad moral que se halla en
?l corazón de la nacióti afecta o incide en las dinliini~iisde la colectividad de enii-
grantes. El patrio~isinlilos cohesiona y les sitúa cn disposición de actuar como gru-
po. Ello es pariicularmente cierro cuando, corno si~crclea menudo, la patria o la
nación se entienden como una genuina comuriihn. Tudo nacionalismo, recordaba
en un texto recicnte Eduardo Manzano, es una afirmación política destinada a dar
respuesta al problema d e la identidad colectiva."' En la Argenritia de la dtcada de
1890, la identidad colectiva dc los españoles afrontaba retos complejos, y las elitrs
sociales que rncahezaban los espicioí de relación formal e informal que los agrupa-
ban, eran con5cicntes de ello y de S U especial relevancia. La derrota en Cuba no su-
ponía iin argumento en favor de lo descollante y rrioderno que era ser español. Ya
en plena conticnda colonial España, o para ser rnás prcciso los iiitelectuales españo-
les, tuvieron que repensar su futuro, empezando por preguntarse si lo tenían." La
derrota, además, haría quc la estriiituración de base local y regional qiic liabía
adoptado la sociabilidad española rii la emigración adquiriera nuevos e iiiquietan-
tcs matirrs. Lo catalán, lo vasco o lo gallego podía11 ahora, y no antes. presentarse
como alternativos a lo espanol.
La crisis colonial tenía lugar, finalmente, mientras el espectacular aumento de la
emigración procrderite de España ponía a prucba la coheciíiii de la colectividad. És-
ta, a través de sus instituciones y Iidrrazgos sociales e iritelectuales, se plantraba cb-
mo hacer frente a la ardua labor de proteger la cohrsiim étnica en una sociedad en
relación cori la cual el idionia, las fisonomías, la religión y tantos otros aspectos del
sustrato cultural eran con~partidos.A los prócrrcs de la comunidad de españoles les
inquietaba que el ~iitramadoasociativo que encabezaban perdiera capacidad de
atracción sobre los descendientes ai-geiitinos dc las priinrras hornadas de emigran-

'' Eduardo MANZANO ~MORETI<J,"la construcción hisrdrica del parado iinciunal".


" La distancia cnrre la cxciiaiióii inreleirual y i1 adoriiiecimicnio de los polirlcor y la suciedad ya fi~i subrayada a i i
sii momento par Kshel A ~ i i w i n aen ru P ~ ~ u l u gdelpurblo
fa cipn>iol. dc iYU2, y m i s tardc fuc ieiurnads por Vi-
cente (:ariio Vi" en Rcpcniar cl novi.nre y orhri H.<?una ahiindante bihliugcafí~a propos,to de lar .~,>icJadernr-
cisnnlcr q u c la Ciiirrra de Cuiin provocd o htzo vi~ibler.Eritie 10% rirhwlrxs m i s recicritcs c o n r i e n ~rvtcner Ior dc
M a n i i ~I'TREZ
l L ~ I > L S UCarlrii
A , S E R R I y~ ~[ uO
a i ÁLviinrr 1rNCO que furrnan paire dvl voiumeii iourdinado ~pirr
luan PAX-MUNIOIO,h l d i i c p i ~ d ~enó Cuba. Erpano, IR98 y h oriiid,;,fln de<¡&.
tcs y quc no mostrase un grado de eficacia suficiente para atracr a su seno a aque-
llos que habían llegado más rccicntcmcntc.'~
Las similitudes culturales facilitaban, como mínimo a 10s ojos de los italianos y
siempre en términos comparativos, el éxito dc lo espanolrs en actividades como el
periodismo, la educación o el sector del libru.'3 Ocupaciones todas ellas, y dicho en-
tre parint~sis,d r neto prrfil iritelectual. Pero esa accesibilidad podía converrirsc cn
una fatalidad. Lo español tenia, por razoncs lingüisticas y culturales evidentes, un
gran riesgo de diluirsc cn lo argentino. En ese contexto, para una parte significati-
va de la colonia española había llegado el momento de asegurar sii siiprrvivencia rr-
forzando "la prédica de i los asuiitos políticos locales" y
planteándose, alteriiativarricritr, la colaboración activa en la regeneración de Espa-
ña. Para rsos prrsoriajes scguir en silencio, o constreñidos a la csfcra privada, equi-
valía a mantener el aislamicnto con la patria, convencidos de "que estaba bien que
hubiésemos cmigrado, pcro que estarnos quietos como hasta ahora, representaba
una segunda emigración pror que 13 otra".lq
? A quE venía tanto interés por despabilar al asociacionismo espaóol? 2Cómo cs
que, para conseguirlo, las clitcs socioeconómicas y 10s cuadros intelectuales se mos-
traton dispiiistos a contravenir el tabú que siempre habían tenido prriscnri, e1 de la
politización de la colectividad? La respiicsta no parcrc ser cotriplicada.'s A fin de
cuentas, In espafiol era lo quc a los cuadros dirigentcs de la colectividad, en especial
a los prriodistas y a los abogados que asumieron la función dc paladines de la rspa-
iiolidad (o, alternativamente, de la catalanidad. o la etnicidad vasca, o...), les con-
vertía cn auroridades de algo. Jugar la carta de la activación política de los rasgos
idenritarios, ya fuesen españoles, caralanris, vascos o gallegos, pciclía ser rriuy iritere-
sante en Ins din5micas dc rriiovaciiin de las dirigrncias. La creación de nuevas so-
ciedades éuiicas, o la aparición de flamantes juntas directivas capaccs d r csrimular
la participación de una alicaída masa social, cumplía esta función.

l2 Alclrridru t. FERNANDEZ. "ti m ~ t u ~ l x s mcsp~ind o cn un barrio dr Buenos Aiies: San Jnci d r Flriro (IX'IU-
I!MiJY, p 641 I'ari el volumen dc la inrnigricibn erpahola, y ru ubicacihii, S. P A L A Z ~iN o i, rspnñuicr cn Am¿rrcu

Liitine ilSSO-1990).p.3399. Tras la calda dc las raras de cmigrariiin en los aríor zii~vcriia,ciitrr. 1901 y 1910 la cmiL
gracibn ciprnala crccih, en ru conjunto, un 15,746, muy por iiii.iiiia de la italiana o la poiruguen. Mayorltjir~a
rnenre. en un .34.25%,era cmignciiiri sr d i r i g i 6i Argrntina; vEasc Blanca SRNCHEZ ALOZSO, Lai cauini de id
ernigracidn espanola.. . , p.135-142.
' 3 Cicado por J r i i C. Mriua, Ct>r~in< ond S r w n p ~p.222
,
l4 Ililda SAl%*71)y F.riiilCIROTTI, "Lrimignnles y plitica: Un problcrna pcndicnrc", p.480. La rcgunda cmigraciÓii,
en Cnrlos M~i.a<;aitiiia<;n,Prora nziierin. , p 82.
l 5 E,, ci Licii cii~ciiilidudc que rqiii rc inticndc "poliurar" en el renrido de acrivar componenre? idcoliigirnr qiir,
por prcrrnrarir rnmn partidarios, coiiipori~nincvitablcmcnrc In fractura dc la cainunidad de eiiiigraiirer. ELdcrir,
ac cxrluirii ilrl r i i r ~ r r r i rtcidr riirrrc dc pcticion~ra las auraridader, o de creación dr conlicionrr r n rl intciior J c la
colectividad, cuii orros grupos iiaciunilcr u con ciudrdaiioi argeiiriiior, r tin de aliaiicai dcicrrriinador objrtivor
Arlmirrno, rc plantiaria iin matiz importanre con 105 reclamos a favor del vorn miiniripal iir los inmigranicr.En
lai clcccioncr lucilrs, ~rdirá. no rrrá ~njucgo ni la rabcraiiia argciitiiia ni, eii iciiiiilu r,trirro, grandes principios
ideol6gicoi. La parricipaiión en la elecci6n de 10% ecirorer rniin~cipñlerir, r n Is inmcnsr xiiayuria dc los ciior. p r c ~
rcntadi dcidc una lógica jidininirriarivirri. Paca lar tuudalidades d c iiiiciurrioijn pnlitica de los erpaiioieí c í im-
prcrclndihlr rl rrohajn dc Ediiardo J . Mii;i;i:z, "Polirica, paiticipnc>óiiy poder...".
Ahora bien, como sugrría unas líneas más arriha, reconstruir políticamente la pa-
tria eri el cxterior podía ser útil para alcanzar uti último objetivo. El rcconncimien-
to social en rI punto de partida era un propósito consciente en buena parte de las
elitrs étnicas. El éxito alcanzado en rl exterior, el capital acun~uladoen América.
tanto económico corno simbólico, se proyectaba sobrr rl pueblo, la ciudad o la co-
marca d r la que se partió años atrjs. El merrnazgo, la reintegración por arriba o La
ostcntariiin de la autonorriía moral frcntr a las jerarquías tradicionales podían ser
modalidades criritrapiiestas, o cninplcmeiivarias llegado el raso, mediante las que vi-
sualizar la niieva reputación. Eri relación con todas estas alrcrnarivas se drbe tener
prrscnte qiir el Iiderazgo social, y político, de la comuiiidad de crnigrantrs forma-
ha parte d r esc capital simbólico reiiriido en el exterior; y que, en no riirnor medi-
rla. había contrihiiido decididamenle a formar al emigrante retornado en técnicas
Je Iiderazgo politico y d r intervención ci>lrctiva que puede pensar rn aplicar a su
regreso en la sociedad d r partida.'h
Sería, con todo, denissiado siinple pensar que rse restablecer los nexos ron Espa
ña tenía siempre una razón iiiitrumeiital, un ascgurarsr el retorrio triunfal. 8ueria
parte de los individuos que asumían rl liderazgo efectivo de las socicdadrs o la di-
rección de los periSdicos españoles eran persnriajcs cultos a los que pudigramos eti-
quetar sin demasiados problemas como una suerte de intelertuales orgánicos d r la
rmigración. Eran, por ello mismo, lectores más o rrienos ividos, m i s o nienos cir-
cunsrnriciales, d r la producción hiscoriográfica liberal y nacionalista que se había es-
crito en las décadas criitrales del siglo xrx. El resulradii de esa fcirmacióii era que
sabían que I;i historia "instila en los m i r m b r o de la soniunidari la idea dc un desti-
no heredado, conipartido y aún poi culminar"; algunos de ell»i incluso habian lei-
do en Renan que los ancestros les habían hecho lo que eran." La emigración liabia
roto esos vínculos. La prédica nacionalista, la colaboracióii con los gastos militares
durante la Giierra de Cuba, la adscripcidn a alguna de las variantes del regenera-
cionismo y del hispanoamericanisn~o,eran, en rl fondo, una mnnrra de hilvanar de
nuevo la trarna que Ics hacía participes de una patria.

111. UN NACIONALISMO T~ÉLICO


A raíz de 13 insurrecciiin cubana dc 1895 y del conflicto quc se prolorigh en los años
siicesivos se crcó en Argentina la Asociación I'atriótira F.spafiola.'"a rntidad, que
ct~nsiguióarticular a su alrededor rl conjunto dc los rspacios de scicialilidad furnia1
española, impulsó muy significarivas movilizacionts de la cornrinidad cspaiiola, cn
especial cn el inomcnto del enfrentamierito abierto con los F.stados Uiiidos. Dichas

'*~e;sc. para el caro gallegol XasE M. NUkrr SeixXÍ, Emipnnto; ric~$i<~:cii i~idrnnoi;y, del iniinr~iauriir, "Rtlo
lurio!inaire\ c t coniorinirter ...".
"La
l7 E. M n , v z ~ u O ~ conrrrucrihii hiriiiriin del p r s d o iiaciaiialv. p.35 Vease la cirx de Frneír KENAX cii ?bid.,
p.240, n.3; corrripoiide a @ ~ ' r i i - r ryucqrd'ur/r aaiiiin?, P ~ r í r IR81.
,
'%lqciinJra P. F r i i ~ A ~ u c'"Pntria
z, y Culriira. A,pccroi dc li airiLin de Iii e l t c crprwla de Burnor Aircr (1890.
192or I
l
acruaciotics colcctivas habían dado lugar a una primera codificación de los rasgos
iderititarios propios de lo español. Periodistas y oradores forjaron, con la aquics-
cencia de las elites rcgionalcs y nacioriales. un autentico nacionalismo de guerra.
En apretada síntesis podría decirse que, entre 1895 y 1898, la identidad que se po-
tenció por parte de los publicistas españoles cotiieniplaba, rti prirrier lugar, la a f i r ~
macihn soleninc drl aislarriiriito. Dr la solrdad de España eri la comunidad
iiiicriiaciorial y, contra toda ?videncia, el desamparo ernorional dr los eipnñrilrs en
el seno de la sociedad argentina. De hcrho, uno dc los argunientos justificativos pa-
ra proceder a la crcación dc la Asociación I'arri6~ica Española fue el de confrontar
uria voz genuinamente española a la supuesta indiferencia, ambigiiedad o, incluso,
filoyanquismo de ciertas cabeceras periodísricas argentinas.iY El estudio de los posi-
cionamitntos argentitlos ~ I u r a n ~
lacguerra rriuestra una presencia nada desdeñable
dc rriaiicrs, y un caudal tal de voces proespañolas, que convierte en insostenible cl
argumento. Con todo, lo sorriivicron. 12 fin J c cuctiras, el desa~nparoerrgraridecía,
hacía mis cvidcntc, para los gcstores de la identidad, el patriinonio histórico-inoral
que se suponía había acuinulado España.20 En fin, respondiese a circiinsraiicias cib
jetivas o fuese el resiilrado de iin cicrto grado dc alucitiacióii colectiva, la concien-
cia dc la propia bolcdad cs CI cimicnto, la base sobre la que se construye el repertorio
de mitos que darán consistencia al esyiaEolismo de guerra. Soledad que se hace más
dura en la medida cn quc cnfrriire se lieiic a un culosu. Uno dc los artificios más ha-
bituales consistió en contraponer los rasgos detinirorios ric los F,srados TJnirlos dc
América y los de Espaiia; iina coiirraposiciíin que adquiría, cti s u Corrri~ilacií>~i
últi-
ma, cl perfil dc un choque entre dincro y valores. "Esa opulenta y audaz Norte
Arn6rica se olvida que sus dollars son susceptibles dc con~iiiiiir<c, cn taiiro que cl
valor, la constancia y la sangre de u r i ptieblo orgulloso por raza, heroico en batallas
extrahas, bravo en millares de guerras, prole auténtica de Viriatos, eso no se consu-
me nunca".Zl
L.a npulericia rior~carrirricaiiario rra iritrrpretada como el fruto legítimo de la
cornpetericia sana, sino como el resultado de combinar la ambición y la rapacidad
con la pcrfidia y la falta dc scntidu moral. Esa ainbición les ha llevado a "arrojar el
guante". El reto, que de eso se está escribiendo, ha sido recogido poi- F,spafia "coi1 la
serenidad y la entereza del que, fuerte en su razón y su dercctio, deficnde el honor
sin ceder a la fuerza rii mcdir el peligro".l' N o se trata de inconsciencia, dirán. Es el

l.:, Asoii:iriún, o Liga. I'atriutica re había plancado a raíz dc unos incidcnrer que, en cncro dc 1896, habían en^
icciitrdc .i riiriiiie,taiitci bunacrcnicl pracubinor con algunos iocior del Club Erpiñol, ucase Carmen ADAMS FER.
NASDLZ, ia Amérrca drirorironilda. .. , p.116 117. El raronimienra de la rupucira rolcdad, y cl dr la animadversión
dcl cntorno, no cra drl iodo navcdaro. D c hccho. cuando r iiicdirdar del siglo XIX salgan a la calle lar piiiiicror pc-
ribdicoi crpañolci, lo harzin,cntrc orrar funrioner, para disponer de un mediocon el cual ionrerrar B Ir>?nrprrros in-
jurioror c inrulcanrcr hacia Erpona cn la poliriir argentina; "Case JoséC. MOYA, Cauiins jiiid Srrangeri, 1>.?79-¿81.
20 " F ~ p a ñ ay Fvndoi Unidos. Ln acorud de lar porencinr", /.o Ccniurn. PrriMiro dr G u o a r i Iiinnro Sr*iin<~, In&-
getidiet~re(Rosario de Sinra Fe), 22~8~1898, p.4.
21 i n Tpmrdrn, 15-4-1896, p.5-6.
" E s i u rit:ir currrrl>iiiidrii:il iii.?iiificsioa p ~ o b i d opor l a Ligri P1iri6ticr rii CICentro Erpuñol dc Rorario. E 1 . w ~ ~
rnc~pzo(Roxario),19-4.1898~
tclriple, la teriacidad, el valor indomable de ese pueblo de Viriatos al que se aludía
antcriormrrite. La gloria y la honra son acaso los coriccptos más reiterados a la ho-
ra de explicar la voluntad d r resistir el cmbate drl ciclópeo enemigo. El orgullo
mostrado por el supucsto carácter indomable de los españoles -la confusión entre
España y españnlcs, o la peronificacióii de Espatía, cs constante- tenía' cs cierto,
una Cuercc colnración arcaizante. Prro es precisamente eso lo que se activa.
N o deja de resultar paradójico que unos einigrantcs que había11 elegido rrcons-
truir sus biografías ~ I un I contexto meritocrático reconociesen como factor alta-
mente valurativo de iu nacionalidad aqiirllo que, ciiando tras el Desastre alcancen
el estadio regeneracionista, prcsentarán como la causa de todos sus malcs. Quisiera
insistir en csta exaltación entusiástica, aunque piiiitual, de valores arcaizantes. Unos
valores que Ins cuadros iritelcctuales y los periodistas m i > conspiciii:is dc la cnlrcti-
vidad tcndiaii a despreciar en otriis momentos en nombre dcl espíritu de moderni-
dad, de empresa, de libre iniciativa, que contenía la opción migratoria. Esos mismos
pioneros del espíritu moderno, en un mornento de crisis, se reconocían en España,
"la naci6n de las grandcs tradiciones, el pueblo de la hidalguía, de la caballerosidad
y del heroísmo; iiiia patria vieja, grande y noble".23 TambiCii una nación de valirn-
res. IJri recurso habitual, como cn el raso de la prensa peninsular, era el de la asinii-
larióii de España con rI león ("Despierta noble Esparia, Icón hravo, / eriza tu
rnrlena, / ruge feroz, y al tigre y a la hicna, / rn el bosque enseña, / tú solo ser el rcy,
ellos eselavus"),24 mientras que a los Estados Unidos ss les sin~boliza,reiteradamen-
te, con 1111 cerdo.25
La soledad y la valentia, cl coraje frrnte a la putcncia agresora, unifican el tejido
social. La pati~iacs, todavía en esos mieses y para cl grueso de las elitcs rectoras y de
los creadores de opinihii de la colertividad, uii símbolo cohesionador dc todos los es-
pañoles, residan dondc residan y pertenezcan a la clase social que sci: ",Ah, Espa-
ña, Espatía! ¡Cómo te aman tus hijos! ¡Que fusióli social! El rico banquero y el
obrero, la matrona y la modesta operaria de los talleres dc tejidos, el burdo mnzo
de ciirrda, el elegante empleado de banco, el depcndirntc de rienda, cl secri~ariode
la legacihn, ,Viva F.spaña! por aquí, iVir;i España! por allá, Iágriinas de cnioiión,
protesrns íui ibunrlas, anatemas, brazos amenazadores, ojos rrlampagiieantcs; todas
las discusiones arribando .í un solo puiito: guerra a los yarikecs! Gurrra, guerra y
guerra!"." Es el mismo vocablo España el qiie, repetido haga la saciedad, se consi-
dera iiiia palabra ideal, incluso uii idcal hccho vcrbo transparriite, capaz de con-
mover a todos los hijos dc la raza latina. El jucgo de palabras se impone; no en vano
"El nonitire de España es soiioro, argentino, sugestivo á todos los oírlos de la raza
latina"."

< ~ C , p ?J,ikYl ,4~7-1898,r.34:


5 i du purrto".Lo C ~ » A . ~2~5-18!>8.
Z3 ' ' F ~ r ~ > xen
L4 1. M.Iz~uimDiO,"AEr('9ña".IJir Ce»~,~~~,23-1~1898, p.8-Y.
Sehartian R*LFnuR, "'The Lioli rnd rhr Pig' . " .
Zó La Lenii<ru,25-4-1898,p.7.
27 Lu <;?wu7n,25~4.1898, p.7
La historia es, cn csos inornentos, pieza clave en la agitación de las conciencias. Si
España sc susraritiviza, y se explica en su soledad y su hraviira, es i i i y gracias a sil
pasado. E n una rrayecrnria i i i la qiir destaca en lugar destacado el recurrdo de 1808.
1.3 coincidencia de la celebración dc los noventa anos de la revuelta del 2 de mayo,
con la entrada en el tramo final del conflicto hispano-norteamericano, pcrmitc glo-
sar la misma coino la fecha fiindacional de la ilación muderna al tiempo que el epi-
sodio en i 1 que sc pusieroii de manifiesto las virtudes inniarcesibles de la raza.28 El
2 de mayo era un eslabón mis en la larga Iiicha d i los espaiiolrs por su lihcr~ad.La
cadena era muy larga, y s i solía presentar, tanto en Argrritina corno en España, co-
mo lina larga n6rniiia d r resistencias a las agresiones externas. Una lista que empe-
zaba en Sagunto y Numancia, en Castulón y Astapa. En la rcsisrcncia a la
romanización se ascntaba una trayccroria niilcnaria en la que tomarán parte los
grandes conquistadores, los evangeliiadores y forjadores de nuevos mundos. Des-
de Rosario o Buenos Aires, reclainai-se herederos de Gonzalo de Córdciba, Hrriiiii
CorrCs, Pi7.arro "y tantos otros patririos, que pasearon las armas victoriosos por el
viejo y i 1 riucvo rriurido, haciendo tremolar en todas partes el pendón glorioso de
Castilla", tenía un componente añadido.
En momcntos cn que la Kepública Argentina se encuentra en una fa5e de insti-
tiicionalización avaiizada, cuando re ha dotado de un panteón propio de glorias na-
cionales en el que ocupan, como es lógico, uti lugar ceiirral los prohombres dc la
independeiicia, cuando aparecen cn su vida política, fruto de la confianza en las
propias fuerzas nacionales, hombres como el presidcntc Julio Argentino Roca dis-
puestos no ya a pacificar sino a recuperar parte del legado hispánico, aunque fucse
para matizar las aportaciones étnicas plurales fi-uto de la inmigi-acióii, justo entriii-
ces, en el interior rle la colonia española un sector decisivo dc los periodistas e iritc-
Iecriiales que la ititegrari rcrricrriuraii los ticrnpos de la conquista. Las grandes
cmpresas pasadas son el signo de su identidad. Es aqucllo quc pucdc contraponcr-
se, con cicrtas garantías dc Cxiro, a los Estados Unidos: los coiiquistadores y, en el
tramo final de una guerra cubana qiic adquiere inequívocos perfiles nnvnles, los na-
vegantes, marineros coiiio Méndez Núñez, Miguel Loho, Pezuela, Balcarce, Cliu-
trruca, Alvargoiizálcz, Greviiia, Arilrqucra, Patcra "y tantos otros que sabrán
hacerse dignos de sus tradiciones2'.29
De lo chocantc quc resultaba hasta la fecha el uso de esos referentes histórico-na-
cionales nos da una muestr:t e1 rápido ahandono de este tipo de razona~nientose in-
clliso el proceder a aconsejar a los clerriis, cri cstc caso a los argcritirios, que no

28 (.a Ccncum, 2-5-1898, p l ,


",>
IYdc Mayu<ic IMUX!", iz Ccnic<rn,Y-5-1898, p 3-4. Firmaba cl artlciilo Emilio L. Koonfcurz, español y direc~
tor del pcrtód>co.La biografia de I<udriguez cr barranre singular: 'Jcfc dc Folicii de ciudades iiiipoirinrci cama
, i d w M u r c i a , <;ranada y otras, y recrerrio parriculardel rninirrro V~llaverde.Fué redncroi de El Globo, y
S i v ~ l l aC
Cuiidú el pcriúilicoCortas Conirrvodorai quc dcfciidir la polirica dc don Friticiiio Silvcla.. Alld por el i í i o 1894 vi-
no al país sin más capital qur un mundo de ideas, ~nreligen~ia y af5n de rrahaln. Nniiihraiio serrctarlo cn el Ferro-
carril Ccnrral Ocrrc Sanrafcrina. paró dcipuér de Co~irablca la > c i ~ i i > iVii, i y Obras",veare 1~ i i r ~ i i i l i i ~ ci ar i ia
Ccniura, IR-6.1900, p.R.
cayesen en la trampa. h Censura tcndrá ocasihii de ponerlo de manifiesto con mo-
tivo del aniversario de la Revolución de Mayo correspondiente al ano 1899. Después
de asociarse al pueblo argentino -"nuestra segunda patrian-- e n la celebración del
glorioso aniversario, advierte de que en la confruntacihii se las tuvierori "contra una
d r las nacioncs niás valerrisas de la tierra", para pasar a continuación a recotiiendar
a los argcntinos qiic iio se dejen scducir poi- el recuerdo y cl atractivo Cpiro "de las
batallas y de Ins t~irnultospopulares". No está nada mal que en Ins mismas páginas
en quc jiisto un año antes se evocaban laudatoriamente I<isaltercrrdos del 2 de ma-
yo se recordase ahora, cuando la fiesta nacional era la argentina, quc "rambiín Iiay
combates hcróicos, para aherrojar libertades y esdavizar y cnnquistar
pueblos enteros", que el amor a la patria no cs sólo disposición a combatir y a dar la
vida por ella, sitio asidua e inteligente dedicación a la vida privada; que es conve-
nierite, eii firi, para el progreso de las iiaciones, la armonía entre la integridad ideal
(le la robrrania exterior y la cohesión intcrna. Esta í~lriniafórmula respondía a iin
muy interesante ejercicio de drfinición de la riaci6ti. La fuente sobre la que, en esta
ocasión, se proccdc a aiializar el hecho nacional son las "lcycs pcrinanerites de la
evolución universal". El paradigma ~>nsitivista sustituye al ronlánrico, y las conside-
raciones pasan a hacerse a una nación "fundada bajo el principio de los derechos del
hiinihre, destinada á eiigrandecvrse y ser feliz al favor <-lela libertad". El resultado
es una definición organirista de la nación. Son esas leycs de la cvolucióri las q ~ i dic-
c
taminan que "toda Nación quc ha Ilegadn .i ser un organismo individual y perpG
tuo, se convierte en una patria; esta es una personalidad conjiiiita y compleja, á la
vcz que una unidad indestrucrihle; ~ I l atiene como el hoiiibre individual, su ley Iiio-
ral suprema; y cn el lengiiaje práctico de las leyes y de las gentes, roda patria corri-
prende dos sentidos cl~rijsy distintos; el que afecta á la integridad y decoro con
relación á las iletiiAs naciones, y el que se rcfierc con su cnnstitucibii, su sociabilidad,
su libertad y su decoro interior',. F.s en este segundo orden dondc los prbccres de la
colectividad española tienden a incidir. Sicmpre tímidaiiicritc y tras haber dado por
supuesto el primero de los :ispectos: la soberanía nacional argentina. Es en el inte-
rior dc cste espacin sobcrano donde se han de crear espacios de rclacióti que permi-
tan operar con rudas las garantías a los liombres que, procedentes de otros paises,
hayan recalado en 61.'0
F.1 salto es espectacular. Tras haber sostenido argiirricritos organicistas e histori-
cirtas, los medios qiie estarrios analizando no ruvicron empacho cri pasarhe a razo-
namientos contractuales al tieinpo qiie alciitaban las operacioiies que dcsde el
eiiablirhrn~íi~ político argentino se intentaban a fin de noritializar plenametite las
relaciones de todo ripo con Fspaña. En particular se aplaudió la iniciativa de revi-
sibn del himno nacional rlur partió del presidente Roca.3' Prccisaincnre a propósi-
to del himno se produjo la única nota verdadcrarnentc discordante en lo quc vcnia

" " 2 5 i l c rnayodc 1810, La Cenirdro, 77-í-1899, p.7-8.


3 1 "La rcviriún del himnov, La Censura, 5-6 1899, p.10.
siendo la línea editorial de La Censura. Posiblemente ello se deba, también, a que
el director habitual empezaba a dejar paso, si no lo había hecho totalmente, a nue-
vas voces en el seno de la redacción. Era ésta quien, el 9 de abril de 1900, firmaba
el único texto genuinamente cosmopolita aparecido en este periódico: "El himno y
'La República"'. Se trata, obligado es advertirlo, del periódico La República, el dia-
rio que, según la redacción de La Censura, "engendró la bilis hispanofoba". Cuan-
do de combatir al nacionalismo argentino en su variante anticspañola se trata es
cuando puede afirmarse que las patrias y los dioses son "abstracciones purarnentc
metafísicas". Y cuando, incluso, pucde ensayarse una lectura clasista de las fractu-
ras reales que segmentan a la humanidad: "Hoy la patria existe en todas partes; e1
rico halla con su dinero bucn confort por doquiera, mientras que el pobre halla la
expoliación adonde pise; luego no hay diferencia en las tierras [...l. L a patria debe
ser la Humanidad entera; y el día que lo sea, que lo será, no habrá, por lo tanto,
más temores de guerras, que es la consecuencia directa d e las patrias, y todos sere-
mos humanos -que es lo que se ha de ser anres que todo- y no argentinos, espa-
ñolex, chilenoi, yanquis, ingleses o boers [...]". Sorprendente afirmación para unos
lectores que, como mínimo en los dos años anteriores, habían disfrutado de toda la
gama de recursos retóricos propios dcl más acendrado patriotisino. Ahora, cuando
de lo quc sc trata cs de apoyar las iniciativas oficiales tendentes a rlitiiitiar del Iiirri-
no nacional argentino las istrofa rifriisivas p;ir;i roii Espiia, aprlan al cosmopoli-
tismo y a la snlidariclad rnlre los puctilos: "El espariol merece, no cl consuelo, sino
la iriario franca y fraternal del argentino: los dos son compañeros ante la humani-
dad".j' Finalmcntc, tambifn en Argentina los nacionalistas siielen ser sienipi-r Ins
otro$.
En términos pricricos, toda isra rrtijrica sigriiiicalia la accptacibn inequívoca de
la Rcpíibli~aAryr~itiria,clrsde la no renuncia a la patria primigcnia y cn la con-
fianza de que se les permiticsc participar en el diseño d e la gestión local. Antc la
posibilidad quc cl Gobierno de la I'rovincia de Santa Fc hiciese extensivo rl rlri-r-
cho de voto a los extranjeros en los cnmicios imiinicipales, I.0 Cenifuru íorrriulaba rl
sigiiiente critiiíiitatii,: "Si lirtiioh clr xguir la, altas inspiraciones de Alberdi, de que
rl drrrckiu dc elegir los poderes comunales -podcrcs quc carecen de facultades po-
líticas- no pucdc ser privativo de los ciudadanos exclusivainente, en países cos-
mopolitas como éste, mixime cn csta Provincia dnndr taiiro prí-dntiiina rl
elcii~entoexrr.injcro, y rliir por coiisrc~irririataritu contribuye á los gastos qur irn-
portan las prsadas dc todo género quc sc imponcn 5 sus habitantes". 1.a ad-
vocación de Alberdi, en particular dc sus Elementos de Derecho l'úblzco Provincial
Acrenfrno, y la aseveración de que cl hecho de paga!- inipiifitos ha de cnmpleiiirii-
tarse con la capacidad de dccirlir r l i i i í i i los gcstioiia, srriii dos ;irgiiiricritos rrru-
ri-rntrs. Sirtiiprr, no obstaii~e.lirriitados a1 gobierno del municipio, ya quc cn cstc
caso, entienden, "no se ejerce acto de soberanía dc ningún géncro, sin6 una facul-
tad nacida de la naturaleza mistiia de los deberes que van anexos al titulo d.- vrci-
no de una comunan.jJ

IV LA REGENERACTÓN DE LA PATRIA DE PATRIAS


El 2 de julio de 1903 aparecía en Buenos Aires el primer número de España, revis-
ta semanal de la Asociación Patriótica Española. Hacía sietr aiios que la Patriótica
habla nacidn con el consenso de la iriayor partc de las sociedades españolas, las rul-
tiirales y las asistenciales, las regionales y las nacionales, las de natiiralcca gremial y
las que rcunian a lo más granado de las cliirs ~spañolas.A lo largo de su trayecto-
ria había desarrollado divcrsas iniciativas, tanto durante conio despuCs del contlic-
to. La gaiiia iiicluia desde peticiones y gestiones frente a las autoridades locales hasta
colectns para la recaudación de fondos, dcstiriados (irirriero a sufragar un crucero
para la Armada espanola, rl Rio de /u Plata, y más tarde a socorrer a compatriotas
en apuros. Un lugar desvacado ocuparon las fiistas. Desde siempi-e los dirigentes de
la colectividad habían considcrado las fiestas españolas, tanto las que celcbrabari en
locales cerrados como aqucllas que tenían lugar a cielo abierto, como un lugar en el
que recordar. Para empezar, los sones de la gaita y de1 tamboril, de las castatiuclas
y la pandereta; sones que en un prado o en un sal611convenientemenre decorado
transportaban "por arte riiágico a mi país nataln.74 N o tiene nada de excepcional,
pues, el hccho de qiir los líderes de la Patriótica, al fin y al cabo cuadros más o me-
nos veteranos del asociacionismo Ct~iico,decidieran asuiiiir el plural bagaje de to-
merías, veladas y hailcs en locales cerrados.
DP to~laslas empresas de la Asociación I'atriótica Española, la que iiiás decidi-
damente estaba pensada para dotar de un corpus d l i d o de teoría naciorial a los co-
terráneos residentes en Argentina era el prriódico Espaca. T.a publicación, que
asumía el lema "Todo por la I'atria y para la Patria", nacía, rrgún se exponía en ese
mismo número, en uno de los moirieritos más críticos de la historia de Esparia. Cier-
to o no, lo seguro cs que ese diagnóstico era anipliarricnte compartido entre los me-
dios 1116s activos, y visibles, del entramado asociativo español en Argentina. Acaso
por eso, España arrancaba con el propósito d r dar noticia de las actividades de la I'a-
triótica, y de sistematizar, teniendo en curnta los materiales qur ya habían cuajado
en cl periodo d r la confrontación militar con los Estados IJiiidus, un cuerpo de doc-
trina españolista quc fuese oprrativo en Argentina y que coopcrase en la t.irca na-
cional por excelcncia: la de la regeneración.
Los campos de intervinciún doctrinal quedaron muy rápidamente prrfilados.
No aludiré, cn estas págirias, al análisis que hacen dcl fenómeno migratorio o a la
dcfensa de los intereses del comercio español, aunque, coino resulta prcvisible, d r -
dicasen a ambas cuesrioncs buena parte del cspacio disponible. Apuntaré tan súlo
que, en general y por lo que se refiere al primero de los problemas, los cornenra-
rins ahundaii rri el llamamiento a los futuros emigrantes para que se impliqiirn
coi1 España.
Cuando Espana sale a la calle la nación snfre, por aí drcir, rl ir~ipactodc dos áci-
dos corrosivos que pueden acabar con sil fortaleza. Por un lado, el estado de pos-
tración anímica prr~vocadopor las drrrotas coloniales; por otro, la cclosión de los
nacionalisriins catalán y vasco y, en menor medida, dcl galleguismo. Poetas y ensa-
yistas se ocuparán del primero. Gaspar Núfiez de Arce dedicar:, una porsía iní-dita,
"Lamento", a la colonia cspañola de la República Argentina35 Es un poema que,
tras poncr cl Cnfasis en la situación de desgraria de España, acaba:

Mas no el furor con que la suerte injusta


descarga en ti sus formidables golpes,
tu fe aniquile y tu valor apague.
El dolor purifica y fortalece:
Lucha, sufre y resiste, que algiin día,
del sitio de tu larga desventura
surgirás más gloriosa, 1011, madrr Espana!

El león rctoma la condición d r niadri.'%a España doliente alumbrará nuevas


glorias. lisrn es i i n a fórmula rrcurrerite que, a aquellos que sentían la desdicha na-
cional, parecía consolar. Algo más ronililcja sc prcsenra la criestiln regionalista. De
manera insistente se ha informado a los lectores argentinos de la radicalidad de al-
guna de las manifestaciones catalanistas que tenían liigar eii Barcelona." Los efec-
tos tambiin se han hecho notar en la Argentina. En cl seno de la colectividad cstá
haciendo estragos \ a poli~izaciúiide la etnicidad regional. Desclc iina mirada estric-
ratnente sucirtaria, la potenciación de estratcgias asociativas localistas podrj verse
más como una suma quc como una resta, pero no son pocos los puhiicisras españo-
les quc pcrcibcii en ese nacionalismo alternarivo i i n fraccionalisr~ioirisolidario que
amenaza con romper la colecrividad.is
Pues hien, E.ipañu intentara contribuir a la regulacibn de csos amores, de esas fi-
liacicirirs plurales. El objetivo de la Patriótica ser5 el clr continuar haciendo compa-
tibles, como lo habían sido hasta la erncrgencia del nacionalismo, la identidad local,

j~,pan,,2.1.1Yu4. p.12.
36 Otro cjcmplo de Erpaiia-tiiadre en M ~ n u e l»H P~racro."A 1 p~tria"Espafio, . 2.1-1904. p. 27. Exisrc I i i i a prr-
sirtcnte caricatura caralinirra a propoclro d c la Lspiiia-mrilcr A niiricra dc cjcinplo. pucdc rcpioduciiac rl co-
r gucrrr r«lonial giic España había iorrenido a mrdirdos drl
iiiciirario del ciriljiniira Gabiicl Aloiiiar al i e ~ < i r d xIr
siglo x l x : "La faria I'Eipaña, aquella F$pu!iu, marcoiiii opulcntn i greinnsi. qui ja cii clr tcnips c l i r s i ~ sx ~ n r r ~ xc«-
~i,
iaiwdu ron u n a ioim y ion un ~;lairil«cn la mnno, com en La Nwrnancia de Cervrnrer o 11 Cnitillil dc la Reiri;i C.+
ralica, que el marciv Cervantcr rcprescnta, a Lii rvin dc lor rrloi, ron LWI Lóti i > i U ~ J Um ~ y rn
n 1"~ otlu urz «iililIo. L a
feiiiinirar adoracla de Ir rrina, cl scu crpanyol~imcdc maja, el rcu nam, qui recordaba Ir falsirsirrii llrgcndn dc la
primera Iiabcl, ioi aludaud r i'inii" 01 rtnru. publicrdo c n E l P o b l c C o r o ~11-11-19115,
, ha rido reproducido en Cr.
ALOMAK,Eifriurarne ... , p.2U2.
"Vtaic, por cjrmplo,ElMuairipio (Ruiniia), 11, 15, 16,23,26 y 27-11-1901; 20 2 ID02 y 8 y 10-5~1902.
rcgional y nacional. Tarnbién en el primer número d i la revista sc reproducía un
discurso de Juan Valera que resttlta del todo purito ejemplar: "La raza de hombres,
reducida á unidad desde hace siglos, cl habla común con que la raza sc reconoce y
distingue y cl mismo suelo eii que por anialgama y cruzamiento de diferentes puc-
blos y rrihus, se ha foriiindo, ha crecido y ha prosperado diclia raza, son la caiisa y
el objeto dc nuestro arnor patrio". Ln que ocurre a corriienzos del siglo XX, según
advierte Valera, es que deben hacerse compatibles el afecto por la patria gratidr y
por la chica: "Es mcncster amar con toda el alma la provincia, la ciudad natal, la al-
dea y hasta la casa ú la choza en quc nacimos, para dilatar Iiicgo ehtc arnor y haccr-
le fecundo, difundiéndole sobre cuantas rcgiones hrrnan ó forrriaron la patria á que
pcrteiieceincis y sobrc cuantos hombres la habitaron 6 la habitan"."
Es cierto que en las páginas de Espa-ia se publicaron artículos que, con~partieiido
el diagiirjstico, difirieron en la terapia, pero de una lccrura ateiit:i de sus páginas se
colige que la intención <ietcrtiiitiariteen el proyecto de la revista f ~ i ela de avanzar
en la propuesta que forniulaba Valera: renovar el sentimiento ~idcionalasurnicndo,
como se wnia ya larga cxpcriencia cn Argentina ile ello,"n que ése era un sentimien-
to complejo, que acumulaba diversos niveles, y que debía contemplarlos todos ellos.
Gonzalo Segovia, presidente de la Asociación en 1904 y colaborador Iiabitual de la
rcvista, podía, tras haccr un repaso al entramado de sociedades espafiulas, sostener
lo siguiente: "El amor ií la regiún es indispeiisable para qiie rl amor á la patria sea
vivo é inc«n<licioiial;no puede separarse la parte del todo, sin quc aquello sufra en
primer Iiigar, y el magnífico nombre d í erpaiiol es la bandera que cobija con honra
indiscutible á los que ostentan, como apellido nobiliario, el califiraiivo de catalán,
aragonés, gallcgo, andaluz, valenciano, etc. Honra y no peqiieiia es proceder de re-
giones ilustres, honra q ~ l c5e acrecienta con la unión d i todas las rcgiones an7par:i-
das bajo el manto rojo y amarillo de la patria corriúri"?' De hecho, lo que plantea
Segovia es uii discurso común en esos iiiomentos: el carácter corictntrico de La vida
societaria española en la Argeiititia rs una metáfora de la España posible y descahlc.
A partir dc septiembre de 1903,Espaiia incluirá una serie de artículos dcstioados
a evocar esas patrias chicas. En algunos casos, la evocaciúri resultari de lo más tópi-
ca. Es cI cnso de José Aracil Caro cuando define Andalucía como "Tierra retiusari-
te de alegría. Pedazo de la prirria corriún en el que la naturaleza, derrochando

Lu Hrpúblicu E,priñoiu (BuenosAlreí), 1-5-1904. p.]. José C. MOYA,CouaiiiondSiroiigrri, p.291 y 2 % y sr. Angel
ucnnre, La rrp*blica drlrmig>ariir... , (i.180-182.
" E p n a , 2-7-1905,p 7 8.
No sólo rii la, rrirucruras asoriitivñi. Tarnhirn cn las fiestas y c i i i u c i i i r < i ~colcctivor. Fnrrr ci 7 dc dicicmbrc de
1897 y el f; <Ir cncro de IR98 hibiail rcnidu luglr 1:s tiertar m i s imyortriitci urganizadaa por l:i colonia denrro iir
la c a m p a ñ a dr rccagida de C<,iindor psra cl Rio dc L> Pl<im. LAciriuiiuri C I W adoprh cl cvrntu i u c circular. Loa li-
niires <Ir1~ i p a c i olo? marrahaii luí diversos pabrlloncr rcgionaler, cn los que i c amenucatia 3 1 visitanre con comida,,
hchidai y r-niiunc$ piiipirr d i la rieris. r a d a uno de esos pabellones ~onrlbacon una fachada quc cvornt>x Iris rar-
go, idcnriticarorioí de lo cl tiiu~irrnirmocaralán, la barrica \,ilcnci*iia... La dcicripciYn y las forugriiiir
dc los pabellones ~ r i g o n i ivalencinnn,
, barco y gallcgo, ~ ~ ~ I j r p a2~1L1904,
ñe, p.8-9. La de los pabclloiici arturiano y
ratalbn, en <hi/i., 16-1-1Y04. p.8.
4 i .Los espaiii~icrcn ..\rgenrina",E\nnñu, 16~8~1903, I14-í.
gracias á manos llenas y vistiendo sus mejores galas, cubre los campos de múltiples
flores que al abrir sus corolas de variados matices, envían al sol inapreciables teso-
ros de fragancia como rendida y justísima prueba de agradecimiento, por el incom-
parable bien y la impagable distinción que reciben de ser acariciadas por rayos de
luz de eterna primavera".42 Pero no por tópica será la suya una remembranza me-
nos efectiva, de cara a los lectores de la revista, que la que ensaya Miguel de Una-
muno a propósito del paisaje de la niñez: "Para mí la patria, en el sentido más
concreto de esta palabra, la patria sensitiva -por oposición á la intelectiva 6, aún,
sentimental-, la de campanario, la patria, no ya chica, sino menos que chica, la que
podemos abarcar de una mirada, como puedo abarcará Bilbao todo desde muchas
de las alturas que le circundan, esa patria es el ámbito de la niñez, y sólo en cuanto
me evoca la niñez y me hace vivir en ella y bañarme en sus recuerdos, tiene valor".
Más desazonadoras que estas elucubraciones debían de resultar para ¡os lectores de
España, como mínimo pensando en sus hijos: "No pueden sentirá la patria aquellos
á quienes sus padres les trajeron de la ceca á la meca cuando eran niños los así asen-
derados2'.4'
Dentro de esa tónica general de articular una España, nación y patria de patrias,
el portavoz de la Asociación Patriótica publicó con relativa insistencia articulas y
sucltos encaminados a rcclamar dialogo y conocimicnro mutuo. El intclcctual ma-
drileño Antonio Lozaya era asimilado a la nómina de firmas al reclamar, tras haber
cniireiiipldn extasiado iiiia rcprcsenrnción r l i 1.a fcita del blaz del di-amariirgn cara-
la11 A I I ~ ~ Guirricri,
I quc CI trairo cavaliri vaya a Madricl para rorriprr suspicacia> y
prejuicios. Zozaya formulaba un "no" contundente al separatismo, pero un "sí"
igual dc firme a la reivindicación dc lo propio y al desarrollo dcl conocimicnro mu-
tuo. Todo cllo muy del gusto de Erpaia." Tan del gusto como para que diese cabi-
da a artírulris cti los qrir sr llegaba a riivinrlicar i i i i a tiarióii ron dos Irngiias, la
castellana y la catalana; y, como el autor era un veterano republicano. como para
que incluso sc sostuvicsc la idoncidad dc un modclo quc haría m i s ficil la inrcgra-
ción de Portugal al no ver amenazado su idioma. El articulo en cuestión salió de la
pliima rlc Carlos Malagari-iga, "caral5n, al querer i Catnluña en ella rliiiero a Espa-
ña". El tipo dr razoiiarriiriilo qur hostrridrá Malagarriga s r ~ostiriirsutirr uii jurgo
dc cspcjos. "Cataluña acaso pudo ser, pcro hoy en día no cabe, para clla, otra hipó-
tesis que España. El castellano acaso se hubiese podldo imponer, si por cjcmplo cl
servicio militni- obligatorio huhicsc sido tal, pcro ya no lo podrá hacer. [Hji. pasado
rl I ~ C I I CI ~~Cli15 T Y U C ~ I I ~ C > I~ ~C~I SI I I ~ I I L ~yCCI~ LC ~ Clas irripo>i~ii-itics
~~iii~oriiiizac~oras"~~~
América, la empresa americana de España, podía ser no ya un lenitivo al problema

M i rirrra".fipmial>a, 23-1-1903, p 1-4


'3 Eipaño, 2310 1 9 0 , p.1 3. EnEspipaha, 2 1 1904, p.22, se fiiihlii6 el poenia <leVicenre Nicü~nu Kürc. "Valencia";
iiii iiiuJclu pu;i;~c. dc cite tipo dc cuacñcibii miicCiirr;ri dc las p*riiar.
49 " 2 c a w Ii riiarc", Fipaño, 23~12-1903,p.4~5.Para %,,aya, vCaíc M a r í n X/.izir~ii Miis i l,?,,
"Trayeciaria de iin i n ~
irlrctuzl rn:ldrilciiuuI~I:,Jo:Aiirniiiri Zozaya y Yuu".
45 M i Espaiia MI Cataluñz", E~paño,2~11904,p.14.
de los sentimientos identitarios ericontrados, sino "un idcal coinún" que, al ticmpo
que reinregraba a los emigrarites en España, se imponía en las distintas rcpiones y
las Iiacía participrs de un horizonte compartido.'0 Para ello convenía preservar la
iiiiidad de la lengiia. E n el primer rjcrriplar dc la publicación se incluia i i i i Cmg-
mento del pr6logo que Estanislao Zrballos había escrito para el libro de Ricardo
Moriner Sans Notasalcartellano en la .4rgcnri7zu.q' 1.3 rlecciún no era inocente. Mon-
ner y Zeballos dcnuncian los procesos de corrupciún lingüística qiie se registraban
en Argrritina, y en genctal en el conjunto de la AmCrica hislmna. como resultado
d r uria "mal entendida" independencia de la autoridad acacltrnica.48

V. SIEMPRF,, UNA NACIÓN SIN TERKITORTO


El idionla y los recucrdos, las empresas del porvrnir y las metáforas del pasado, eso
era la patria quc los intclcr~ualesdc la colectividad española ac~rbabana construir.
Tanto el cuerpo de alrgorías y dc la narración apologética op~rativaen tiempos de
guerra, como la preocupación por el fenúrneno rcgional y el empeño por cohrsiuriar
rl rompecabezas identitario cspanol rii los momentos yosteriorcs a 1898, rorriparti-
an un rasgo rornún: la rerritoriali~ladestrictameiirr simbólica de la patria.
El prorrso gracias al cual tuvo lugar la mitificación de la patria estuvo cstrccha-
mente asociado a la percrpción de la distancia crecicnte en qiir cl expatriado se ha
llaba respecto de aqiiella: "Si os agrada contemplar obras d r arte, habéis d e haber
riotado que el alejainiento las favoirre: miradas de cerca, hay muchas, dc las pictó-
ricas, por ejemplo, quc no parecen i n o un conjunto dechafarrinone~ [...];a ~riedida
que uno va alejándose, las imperfecciones se amiiioraii, se esfuman, desapareccn: el
ideal artístico brilla netamerice. [...] Pues, con la Patria sucede lo rnisrno: ccrca de
clla, driitro de clla, jqiii. e,?". A la pregunta, respondía Infante, CI autor de estas Ií-
neas: "TJnas tierras, qrir a veces son iridas, son esttriles, y iiiius hombres, en ocasio-
iics, sucios, mal eclucados, ignoraiitrs, viciosos en sii rnayor número: todos los
Ihafarrinones de los hombres y d r las tierras son vistos; dan cn rostro". La conclu-
sión era inevitable: "I'ero ... de Irjos, jah! de lejos ... ¡¡quién fuese poeta!!".4Y
A la patria mirificada se la quiere "aunque cueste rubor el decirlo" más que a la
propia riiadre. Ésta no podía compcrir con " e ~ acntelcquia, l...]esa pura idea, quc no
sr halla en parte algiiila si, en detenido aiiilisis, vamos separando grano poi grario
la tierra, y homhrr por hombre la gerite, y que llamanios I1atria".So La patria cs,
pues, incorpórea, casi una aluciiiación. Pero omniprexntc. Comri mínimo hasta
que, coino hicieron algunos rrriigrantes, se cairibia por otra.

46''brpaña,potciiiia ameriiaiii'', E~pa,ra,2-2-1903. p.R-9. El nrriculii, r l c l iepuiilirrno rjirald~iCarlor M n i . ~ < : a n n i ~


GA, re :abría con i i r i a cita inicial i l c Ángel Caniver.
" Ricardo M U ~ N E
Iir;cl:l DnLL4 CC~RTE,
SRA ~ SI \, i u m i i 1 1 ~ ~ v l l aenn ~lu /I,pnn>in. T ~ p ñ n2.7-1903,
p/ / i r n , ! ~ ~ u n ~ d ~ r rde i o!irn ocOilail-uild#i
~
,
uru6l+%icn...
p 3 ~ Saiidrr
5 y Ga.
FERNAVUEZ

Y 8 MAs arriculii, cn,5pu,iii, '1~8~1903, 1i.3-7, "La eviiliición del i;as~illanacn América. Tiriu, g rroynnor''.
' 9 1. Daniel INFANTE, ,,Pci~kspasa!! Krflrrionci dc iin rrrxpaiiiudo,p.12. Pxirtro mucho* y muy divrrrus rcliiios cn
lhi que cl c*ilirdo relaro la última visiiin dc l a pzrris
3" I.aan3-i ~ ~ J F R N T EPO^@^+^^!!,
, ~.i3.
En un fragmento del "Canto a la Patria" del ya citodo Gorizali~Srgovia, c n r r r s ~
liondientc al discurso pronunciado cn cl Circulo Callego con motivo del 2 de rna-
yo, sr lcia iina ioi-inula similar: "La patria, esa abstracción qucrida, esa entidad real,
grrirradora rtriiia rli- gi-antifi hechos y dc supremas abnegaciones, esa divinidad,
múltiple y universal. antrrior y tiu~trriuriii-n-laslas tcngnnias, no es una mezquina
catcnsión de territorio que sólo en prqurña partr LoiioLctiiris, inn es iin estrecho pc-
riinrtro geogrdfico determinado sin la inrcrvención d r nuestra vuluiitad por la al
tiii-a de una cordillera ó por la profundidad dc un rio, por un enlace regio 6 uiia
iiivasiiiti virrnt-iosa, no; la pati-ia, cs algo mis". Y ese valor afiadido Ic dimana de su
condiciúri de "agregado de riciirt-díi, 11c afectos y de aspiraciones". Un agrcgado
que, mediante la sencilla operaciiin dr roiiclrii>ar 1i:is tirtiipos pasadns, y ahí la his-
toria resulta mucho más operativa que la geografia, Iirrrriitr identificar a los espa-
finlcs, a todos ellos, "con sucesos ya pasados, que cstablrcen cierta >oliclariclad
iiisrintiva, poderosa, inquebrantable, entre los miembros dc una familia social, y
qlir rri Espaiia, rii esa ricrra sagrarls de España, nos hace mirar como gloria nues-
tra, propia riurilra, la rr~oluriíiii1ionirric.i (ic Pelayo, la sobcrbia epopeya del Cid,
la ficrn cntercia de Guíiiián el Rurno. los la~irrlrsclc Siiii C)iiiiirín y de T.eyianro, cl
talento creador dc Ccrvantcs, el estro satlrico dc Quevrilo, 1;i vrii;i Tcc~iiii:la(le l.<>-
pc de Vega, In inspiración inistica de Santa 'lcrcsa dc Jesús, y el numrn y la cieiicia
y rl Jrti~icdride esa inret-minablc serie de poetas, de sabios y dc htrocs, cuya me-
moria nos rrioryiillcrr, c u y a alta rrlclii-¡dad llena los Annbitos el mundo, y sobrc cu-
yos nombres augustos, tiende solicita sus alas pi-ot~ctorssel ingcl de la
inmortalidad. iksa cs la Patria!"."

VI. A MODO 1)lr CONCI.IJSIC)N PROVISORIA


En los alburrs drl siglo xx 1;i ci:ilririvirlarl csp.lñnla estnhlccida en la Argentina con-
tó con un núclco relativsrnrritr sí>lido,a u i i r i u r trinilrirn rn $11ainhición y en su pro-
yección, de inrelcctualcs. Hombres de letras, periodi>tas, y abogados, de
procedencia regional diversa y con muy distintos nivclcs de exito en la emprr>arrii~
grarniia. iiinsrt-at-on una decidida voluntad programática. Querían, rodos ellos y
mediante plarafrurrnas rurri~i;iriiid;is,i-lintar a la coiniinidad de inmigrantcs de un
scntido preciso de afinidad y de unos proycrtus LI1IIILIIITh L : ~ ~ Is~~srencr
C sobre ese co-
inún pilar identitario. En otras palabras, esos medios inrrlrctualrs, riiiifnt-tiiatlns en
el agregado de las sucesivas oleadas migrarorins, inrcntaron, con pos~rrioridada
1898, cuclifirar iiii i-lisciit-soliatiiiitico que entroncara con el nacionalismo al uso en
Espafia y que, al rnisrrio tiriripo, iiitcraccioiiat-a acrivaincnte con la hispanofilia ar-
gcnrina dc los años previos al Centcnario~
Lo primero, la slntonia con los enfoques y las protilrrri:itiias pciiiinsiiia~es,icsiii-
iií iriiicho mAs cómodo y factiblc quc lo segundo, la inrrracciúri curi lo argrritirio
Antririiri Atieii7.a Medrano y la nóinina de colaboradores, emigrados o no, quc con-
sigui6 reunir cn las páginas de España, ensayaroii, con escaso Pxito a mi ciitcnder,
una relación dialécrica rritre la ciilrura política española y la cultura ariirricana. Con
escaso ixito a la larga. aunquc pudiera ser que alguiios de los iiiterlocutorcs riopla-
tciises quedaran circunsrancialmeiirc prcndados por las propuestas hispariizanres.
En rigor, si los resultados fueron de corto alcance, tanto rri lo que se refiere al au-
ditorio argentino como al rspaiiol, es por una cninbitiación dc razones griirrales y
otras muy coyunturalcs. Entre las primeras debería recordarse que la rriayor parte
de los hornbres de lcrras españoles nunca rorisiguieron desprenderse de esa tciiden-
cia dominante eri la cultura peninsular, como mínimo hasta 1939, a la espafioliza-
ción de la Ainirica independiente. Asimismo, habría qiie tener presente el hecho de
que las de criacióii intelectual española incorpoiaron, corno i i t i argu-
nirrito más, la defensa rlr los intcrcses econi>iiiicusespañolis, particiilarrricnte los
comerciales, y un dcbatr sobrc la riaturaleza de los movimientos migratorins que
desatciidía las rorivcniencias argentinas para dotar de prioridad a las ventajas e in-
coiivenienrcs que la movilidad de sus ciudadanos tenía para España.
Enrrc los factores coyunttiralcs que quebraron las posibilidadcs de reciprocidad
eiitrr iritelectuales españoles y argcnrinos podría srñalarse, por su especial rclevan-
cia, el caráiter obsesivo que en la elaboracióti de un disciirso parribtico hispánico
tuvo la eclosión de los region~illrmorvlo rzacionnliinzoi alternativos al espaiiol. Hago
un uso consriinte de la cvasiva fhrrriula regionalisrnos y/o tiacionalismos. En apre -
tada síntcsis diría quc, si atendernos a1 ní~cleoduro, al corazbn del catalanistiici, del
vasquisrno o del gallegiiisnio político contempnr:irieo, nos hallamos ante tinas cul-
turas políticas que enriciiden, al niisrno tiempo, que el sujeto de soberanía es la na-
ción catalana, vasca y gallega, que la c.omunidad dc pertenrncia de cada uno de
ellos es Caraluiia, Euskadi o Galicia, pero que, paradójicamente y al rnisrno ticni-
po, no rctiiincian a intervenir, desde la bilateralidad, en la rcorgaoizacihti d r un
espacio comiin al que se tiende a denominar sirtiplemente Espaíia o, eso tan origi-
nal, seininricarneiirr Iiablando, que es el "Estado español". Si fijairios la atcnción
en la primera cir $LIS derivas estaremos contemplando rnoviniicritos de naturaleza
nacionalista. Si, por cl contrririo, priorizamos la segunda de las pcrspectivns nos
hallai-erriiisante rcgionalisinos rriás o menos ainhiciosos en sus proyectns políticos.
Nn parece que los intcrlocutores argentinos pudieran estar iriteresados en intcr-
pretar unos m a t i c ~ sque, al fin y al cabo, los propios españoles tiriían, a mcniido y
en tanto eii ciiatito estaban en plenn proceso dc construcciiiti de los mismos, difi-
cultades iniportantes para localizar y, con ello, eludir las explicaciones mhs sitripli-
ficarlriras. El propósito dr los regionalismos rii Espafia responde, pues, a
circunstancias, épocas y trazos quc no podían equipararse, niás qiie en vanos cjcr-
cicios dc cstilo, cnti la problemática del fidrralismo y el unirarisr~ioen la construc-
ción de la naciiiri argenrina.5'

"Uno d r cioi cjciilcror de i r r i l o o lo que pucdr cnconrrzrrc cii la obia dc rrri repuhlirnno cspanol iiciiirdu cn
Roí:irioderde final~sdc l a dCm1:i dc 18ROqiic era J . Daniel INFAKTE: linitori<mo y Peddraiión.
E s ~ a sIiiiiitacirinrs, sin cmhai-go, no ilicr<iri lugar a excesivas frustraciones cntrc
los protagonistas d r rsta liisiuria. A l fin y al cahn, corlificar y activar el patriotismo
cspañol consistía en elaborar una narración qur rrrorif;rtar;i, ccilicsiriiiata y niovili-
zara a la propia colccrividad de españoles. Y que al mismo tirmpo Sr clirigirr;l, b i i i
snliición de continuidad, a las elites liberales argentinas y a los connacionales, las au-
roiiidadrs y la ciiidarlanía en Espaiia. Las primeras, preocupadas cn csos rnomcntos
por rl prso que lo hispaiio drlir adqiiirir rn la definición de IJ. argentinidad del no-
vecientos; los segundos, vivien<lrisirrnprr clr cspalcl;i> ;i ria patrtr rlc 1.1 nación que
rcconsrruia sus biografías personales y colectivas lejos dr la patria, prrti Iircsros a
consumir los discursos estrictamcnre scnrimcnralcs quc allí, en América, los espa-
nnlps cniiipiisieran.

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