Mi alerta del pasado sábado, finalizaba diciendo: “Creo que solo puede evitarse el derrumbe si los señores líderes de los poderes del Estado empiezan a actuar de concierto para pararlo y recomponer la confianza de la nación que la mayoría de ellos y sus instituciones han perdido”. Me refiero a la dirección del trayecto que han estado cavando nuestros líderes, que nos hace presentir al Estado fallido, definido como “un país en el que el Gobierno no tiene el control real de su territorio ni es considerado legítimo por una parte importante de la población, no ofrece seguridad interna ni servicios públicos especiales a sus ciudadanos, y no tiene el monopolio del uso de la fuerza”. Cuando la República Dominicana fue calificada en el lugar 19 por la organización “Fund for Peace” en su reporte de julio del 2005, en vez de tomar el informe como un alerta para evaluar lo andado y corregir la dirección de sus andanzas, nuestros líderes prefirieron ofenderse y refutarlo como insulto a la patria y echarlo al zafacón como bazofia. Desafortunadamente, por esa desidia, nos encontramos más cerca de alcanzar las características del Estado fallido: no hay control efectivo de los mares territoriales, ni del territorio nacional, ni del espacio aéreo. Los mares son cosechados por naves extranjeras, las nuestras, las que son de construcción nacional, en su casi totalidad se usan para satisfacer las necesidades de transporte de quienes desean abandonar el país. Nuestro territorio tampoco está bajo el control del Estado Dominicano, sino de todos los tipos de traficantes y contrabandistas, al igual que nuestro espacio aéreo, quienes tienen probada capacidad para perturbar el orden social. Con las desgracias provocadas por el terremoto de Puerto Príncipe hay mayores oportunidades para que se desarrolle el liderato y los negocios de los desalmados traficantes y contrabandistas. También para que el control de nuestras fronteras se convierta en mercancía de enriquecimiento personal. No he leído una sola opinión que dé credibilidad al espectáculo que procuraba desvelar la composición de la claque criminal de Figueroa Agosto. Tengo la convicción de que nuestra falta de confianza en las instituciones del poder de la República Dominicana son lo suficientemente graves y mayoritarias como para impelerlas a iniciar de inmediato acciones que eviten que sigamos por el derricadero hacia el Estado fallido. Está solo en las manos de los líderes que la nación dominicana tenga un Gobierno con el control real de su territorio, que sea considerado legítimo por la mayor parte de la población, que ofrezca seguridad interna y servicios públicos especiales a sus ciudadanos, y que tenga el monopolio del uso de la fuerza. Marcos R. Taveras es consultor empresarial marataveras@hotmail.es