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Los hay que viven toda su vida descuidada y sin Cristo. Si se les apremia la
importancia del bienestar de sus almas, dicen que ya considerarn el asunto
algn da, y con ello lo van postergando una y otra vez, y siguen con sus
pecados y con sus placeres. Al final, cuando se encuentran al borde del
sepulcro, se sienten alarmados y comienzan a clamar a Dios que tenga
misericordia de ellos, y hacen profesin de fe en Cristo. Esto, supongo, es lo
que se conoce como arrepentimiento de lecho de muerte.
Tengo la fundada sospecha de que cualquiera que haga esta pregunta est
haciendo un Salvador del arrepentimiento. Quiz el tal crea que la
sinceridad de su arrepentimiento inducir a Dios a mostrarle Su gracia.
Ahora bien, se debe recalcar una y otra vez que cuando Dios bendice a un
pecador, ello no se debe a la profundidad del arrepentimiento del pecador,
ni a la intensidad de su fe, sino a la obra expiatoria de Cristo en la cruz.
Dios nunca fuerza Sus bendiciones sobre los hombres, ni los trata como
meras mquinas. l sacia el alma sedienta. La oferta de salvacin del
evangelio se da a todos, y a todos se manda que se arrepientan. Pero si
alguien cierra los odos voluntariosamente, y da la espalda a la misericordia
de Dios, no podr culpar a nadie ms que a l mismo si perece
miserablemente en sus pecados. Todo lo que el amor divino poda dar le ha
sido dado libremente; todo lo que la justicia divina demandaba ha sido
aportado gratuitamente; todo lo que se deba hacer ha sido cumplido
plenamente. Qu ms puede esperar el hombre?
Le dira que es bueno saber que siente tanto la dureza de su corazn, y que
se duele tanto por no dolerse como debiera. Cuntas veces nos
encontramos con personas en este estado, sintindolo porque no lo sienten
ms, dolindose porque no se duelen ms! Pero lo que encontramos en el
fondo de todo esto es ocupacin con el yo. Ahora bien, el Salvador nunca ha
rechazado a un pecador porque sus sentimientos acerca del pecado no
fuesen suficientemente intensos. Y tampoco un pecador ha sido recibido y
salvado porque su corazn estuviera suficientemente ablandado y su dolor
fuera sincero.