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Captulo 1
filos. Penetra hasta las fronteras del alma y del espritu, hasta las
junturas y mdulas; y escruta los senti mientos y pensamientos
del corazn. No hay para ella criatura invisible; todo est
desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de dar
cuenta" (Heb. 4. 12-13).
pero que suscita tambin recelos y rechazos tan hondos que llegan a
condenarlo a muerte, es una verdadera prctica humana e histrica.
Su figura y su predicacin alcanzan verdadera consistencia sobre
el trasfondo del acontecer cotidiano de su pueblo, dominado por
los romanos y agobiado por los tributos que los recaudadores
exigen, guiado por escribas y fariseos cuya justicia tiene mucho de
exterioridad y desprecio para el pueblo sencillo e ignorante,
dirigido por una casta sacerdotal enriquecida y ritualista, pero
tambin un pueblo en cuya alma nacional se agitan y renacen
arraigadas esperanzas mesinicas de liberacin. Las Bienaventuranzas del Reino para los pobres y los que lloran as como las
terribles amonestaciones contrarias para los ricos y los que ren (Mt.
5, 3; Lc.6, 20-25) son palabras autnticas y palpitantes en el
contexto de una realidad histrica de familias enriquecidas y
grandes mayoras de pobres, enfermos y marginados, y por eso
capaces de generar seguimiento esperanzado de unos y odio a
muerte de otros.
Jess es verdadero acontecimiento de nuestra historia en el que
Dios se nos ha acercado y nos ha hablado de manera definitiva. Es
presencia humana de Dios y su verdadera Palabra hecha carne. En la
vida plenamente humana de Jess, en sus actitudes y opiniones, en
sus sentimientos, acciones y palabras, en sus juicios sobre
situaciones y personas, reconocemos y encontramos a Dios
mismo: "quien me ha visto a mi, ha visto al Padre" (Jn. 14, 9).
En expresin de Hugo Echegaray: "la plenitud humana de Jess, la
hondura de su humanidad por lo tanto sin huella en ella misma de
pecado, constituye el mejor ndice histrico de su divinidad"1.
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