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poco del ego o del tiempo. Lo mismo podra haberse dicho tambin
de los europeos hace varios miles de aos, antes de que
despertsemos a una conciencia del yo en el mundo, y con ello
aprendimos a considerar el tiempo y el espacio como valores
tangibles. Gracias a esta conciencia de vigilia mental y egocntrica
fuimos capaces de dar forma a nuestra realidad de nuevo: Veamos
la realidad como el objetivo de nosotros mismos como sujetos, y de
este modo creamos la ciencia e hicimos posible la tecnologa.
Sin embargo, a pesar de todo el llamado progreso que hemos
alcanzado, a pesar de todos nuestros logros, estamos amenazados
por un peligro que se hace mayor y ms evidente da a da y que no
puede ser subestimado: el peligro de que nuestra identificacin con
la ego puede llegar a ser demasiado fuerte que puede
endurecerse y degenerar en egocentrismo, hasta el punto de perder
la capacidad de fructificar las relaciones humanas conscientes e
incluso pueden, con el tiempo, convertirse en inhumanas. Muchas
personas hoy sienten que el desarrollo del ego est dando lugar a un
desequilibrio fatal, incluso hasta el punto de amenazar nuestra
cultura occidental en general. La amenaza surge del hecho de que el
exceso de egocentrismo, que se asocia con la posesividad
desenfrenada y el ansia de poder, se traduce en un materialismo
corrosivo y una indiferencia despiadada por la cualidad esencial de
la vida humana. Esto lleva finalmente a la prdida de la capacidad
de aprehender esos valores trascendentes que Asia todava conoce
mejor que nosotros.
Hoy en da, muchos se esfuerzan por escapar de estas
consecuencias, tratando de volver a un estado de atemporalidad y
de ausencia de ego sin que, sin embargo, sean conscientes de que lo
estn haciendo. Ellos buscan ayuda en la (mal comprendida)
formacin de yoga, o se unen a comunidades orientales cuyos
propsitos son poco entendidos en Europa. En stas, sin embargo,
slo los maestros (que son considerados como santos) y la propia
comunidad tienen importancia, y por lo tanto los que buscan refugio
en esas tradiciones por fuerza pierden su ego. De nuevo, si la
intercesin de Aldous Huxley, en nombre de la mescalina fue una