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l tiene que ir donde vamos, tiene que vivir donde vivimos. El mundo y la vida cotidiana
tienen que ser su templo. Corpus Christi nos indica lo que significa comulgar: tomarlo,
recibirlo con todo nuestro ser. No se puede comer simplemente el Cuerpo del Seor, como
se come un trozo de pan. Slo se lo puede recibir, en tanto le abrimos a l toda nuestra
vida, en tanto el corazn se abre para l.
Por qu hay realmente tanta hambre en el mundo? Por qu hay nios que
tienen que morir de hambre, mientras que otros se ahogan en el exceso de
abundancia? Por qu siempre el pobre Lzaro, olvidado, tiene que esperar
ansiosamente para recoger las migajas del libertino rico, sin poder atravesar el
umbral? Ciertamente no por el hecho de que la tierra no pueda producir pan
para todos. En los pases de Occidente se calculan cuotas para la destruccin de
los frutos de la tierra, para sostener los precios, mientras que en otros lugares
muchas personas mueren de hambre. La razn humana siempre es ms creativa
para descubrir medios de destruccin que para encontrar nuevos caminos para
la vida; es ms creativa para hacer presente en todos los rincones apartados del
mundo y en forma cada vez ms variada las armas de destruccin, que para
ofrecer pan en esos lugares. Por qu todo esto? Porque nuestras almas estn
subalimentadas, porque nuestro corazn est enceguecido y endurecido: el
corazn no indica el camino al entendimiento. El mundo est en desorden,
porque nuestro corazn est desordenado, porque le falta el amor que podra
mostrar el camino hacia la justicia.
Si reflexionamos sobre todo esto, entonces entendemos las palabras de la
lectura del da de hoy, palabras que el Seor opuso a Satans, cuando ste le
exiga que transformase las piedras en pan: no slo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4,4). Para que haya pan
para todos, primero tiene que ser alimentado el corazn del hombre. Para que
haya justicia entre los hombres, la justicia tiene que crecer en los corazones,
pero ella no crece sin Dios y sin el alimento fundamental de su Palabra. Esta
Palabra se ha hecho carne, se ha hecho hombre, para que podamos recibirla,
para que nos pueda servir de alimento. Por eso el hombre tiene que hacerse
pequeo, para que pueda llegar a Dios. Dios mismo se ha hecho pequeo, para
que l pueda ser nuestro alimento y para que podamos recibir amor de su amor
2004
Edicin autorizada para Arvo.net